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sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 101

Si las ovejas no llaman al pastor, éste las busca para conducirlas al aprisco.

Discípulos: vengo a preparamos para que después de mi partida os levantéis de comarca en comarca dando la buena nueva de que el Maestro estuvo entre los hombres. Para ese tiempo, los cerebros de mis portavoces se habrán cerrado a esta comunicación, mi rayo divino y mis hijos espirituales ya no se manifestarán en esta forma. Todo cambiará después de 1950, mas si los que fueron pedestales y facultades, perseveran en su preparación y elevación, serán quienes primero alcancen la comunicación de espíritu a Espíritu para enseñarla a las multitudes.

Los labios de mis discípulos quedarán preparados para dar el consuelo a los necesitados y su hogar dispuesto para recibir a los que vengan en busca de paz.

De mis labriegos, no todos partirán a dar a conocer mi , unos permanecerán en espera de sus hermanos, mientras otros irán a buscarles por aldeas, comarcas y naciones.

Los seres espirituales que os han custodiado, estarán cerca de vosotros y os darán en vuestro camino inspiración, fuerza y fe.

Por ahora escuchadme, aprended de Mí, practicad y orad por este mundo que perece y se desangra. Si vosotros esperáis que sólo el Padre se desvele por el mundo, estáis en un error, vosotros tenéis que llevar gran parte del peso de esta cruz.

Que vuestras penas no os hagan olvidar a los que viven en continua desesperación y angustia. Grandes son vuestras aflicciones y dificultades en la vida diaria, mas no podéis compararlas con aquellas que agobian a algunos de vuestros hermanos.

Bien está que algunos corazones los encuentre por ahora sordos a mi llamado, alejados de Mí, ocupados en sus ambiciones y odios; mas ¿Por qué a vosotros hay instantes en que también os encuentro sordos a mis inspiraciones y os mostráis negligentes en el camino espiritual que os he trazado? No pretextéis que es la dureza de vuestra materia y el cúmulo de vuestras necesidades y preocupaciones lo que os aleja de Mí.

Yo estoy en todas partes, a cada paso podéis encontrar la ocasión de poner en práctica mis enseñanzas, porque siempre habrá tiempo y oportunidad para que el espíritu cumpla su misión, aun en los trabajos materiales.

Meditad cinco minutos en cada día sobre vuestras obras, juzgaos a nosotros mismos y formad el propósito de mejoraros más y mas.

La oración es baluarte, arma y escudo del espíritu, refugiaos siempre en ella y no seréis débiles.

Vengo a hablaros con verbo sencillo y comprensible a todos, Yo no he venido a sorprendemos con lenguaje florido ni filosofías incomprensibles, ni a hablaros en idiomas extraños. La grandeza de mi palabra está en su sencillez, buscadla y analizadla.

Confesaos espiritualmente conmigo, sabiendo que Yo descubro lo que más profundamente guardéis; dejad que nazca en vuestro,corazón el verdadero arrepentimiento y esforzaos por llegar cada vez más limpios a Mí.

Aprended todo ésto y en vuestro camino seréis reconocidos como mis discípulos. Habrá quienes al contemplar vuestro don curativo quieran comprar vuestro secreto, unos con buena fe, otros con fines de lucro; mas a ellos diréis que el secreto para sanar el dolor del hermano es la caridad, y ese don todos lo poseen.

Tenéis dones con los que podréis sorprender al mundo. Por medio del don de videncia, estaréis profetizando, adelantándoos a las predicciones de la misma ciencia.

Por conducto de mis labriegos, hasta de los a mas humildes, estoy haciendo prodigios. Es el tiempo en que el torpe a y el rudo me dan gracias porque he puesto en ellos mi caridad para convertirlos en mis servidores, porque en un hombre de entendimiento rudo puede ocultarse un espíritu elevado al que sólo yo descubro.

He visto a muchos suspirando y sollozando al borde del precipicio, porque su envoltura ha sido reacia e indomable; y su espíritu, que lucha por destruir los errores de la carne, se ha elevado en oración para decirme: "Señor, sino venís en mi ayuda, perezco" Y el Maestro se ha acercado para doblegar con una palabra o con una prueba aquella materia rebelde, y a dar al espíritu potestad para vencer las pasiones y las flaquezas humanas.

Estos son los que siendo pobres de espíritu y humildes en la Tierra, hoy se han revestido de fuerza y sus labios se han desatado hablando de enseñanzas profundas y con amor van sanando enfermedades que para otros habían sido imposibles de curar.

¿Sabrías contestar a mis preguntas sobre mi lección anterior, discípulos?

El libro permanece abierto ahí, en la misma página que os mostré la vez pasada, pero es menester seguir adelante, sin detenerse; por eso, hago que mi palabra quede guardada en vuestra conciencia para que cada uno de vosotros cuando la necesitéis.

Yo soy el libro de la vida, haré que cada uno de vosotros sea un pequeño libro del saber, para ello estoy escribiendo mis enseñanzas en vuestro corazón. Mañana, esta enseñanza llegará a todos los pueblos y hogares, mas desde ahora ya podéis decir que tuvisteis el privilegio de escucharme a través de esta comunicación.

Llamé a los que se creían desheredados, a los que parecían sobrar entre la humanidad, a los que sufrían humillaciones, hasta por parte de los suyos, y deposité en sus manos este libro de amor.

Habéis visto iniciarse la alborada de una nueva era y por lo tanto no podéis decir que ya lo habéis visto todo, porque os estoy preparando cuidadosamente, para mañana, cuando veáis brillar esta enseñanza, no vayáis a confundiros ni a cegaros con su luz. De discípulos os tornaréis en soldados defensores de la verdad, para lo cual os estoy revelando cuales son las armas con las que habréis de luchar; mas si lo habéis olvidado no es por demás que os recuerde que las armas con las que seréis invencibles son: La oración, la caridad, el perdón, la sinceridad, la mansedumbre, el celo por lo justo y lo bueno y el amor.

Venísteis a morar a la Tierra, y cuando vuestros desengaños y penalidades os hicieron preguntar al Arcano cuál sera vuestro destino, tuvisteis al instante respuesta divina, al ser llamados para que escuchaseis mi palabra, que a la vez que es caricia y bálsamo, es también Ley.

Oyéndome hablar como Padre, Como Maestro y como Dios, orientaréis vuestra vida sabiendo que el fin para el cual fuisteis creados y enviados al mundo, es el de llegar a Mí.

¿Quien que no fuese Yo, os hubiese revelado vuestro destino y os hubiese descubierto vuestros dones?

Juan, mi discípulo, vio en su éxtasis este tiempo, el desarrollo de vuestros dones; pero sólo los vio, era menester que el Cordero Divino viniese entre vosotros a desatar el Sexto Sello de ese libro de eterna sabiduría y de perfecta justicia para que pudieseis comprenderlo.

El sendero que hoy os muestro está iluminado con la luz de la verdad, para que vengáis a Mí. En ese camino encontraréis muchas pruebas, tendréis muchos motivos para estudiar mi Ley, conocer vuestro destino y entregaros a su cumplimiento.

Cada día trae sus pruebas y Yo miro cómo las recibís y el fruto que me presentáis. Muchas de esas pruebas son pequeñas y con ellas podíais dar principio a una vida de enmienda y perfeccionamiento; pero sin analizarlas las desecháis, y si así obráis ¿Cómo podréis prepararos Para pruebas mayores? El juicio que Yo hago de vuestras obras no es riguroso, es el juicio de un Padre cariñoso que os ama, que os aconseja para que vayáis siempre adelante en el ejercicio de mi Ley, mostrando siempre vuestra paz y fortaleza espiritual; mas Yo busco y amo a todos mis hijos, no desconozco al que delinque, antes bien, lo perdono y le ofrezco una oportunidad para que se enmiende y vuelva al camino. Entre los que me siguen, están los que no han podido librarse de sus pecados, mas otros que orar, fervientemente cuando creen haber conquistado el triunfo, al ser tocados en su amor propio o en su orgullo, olvidan mi enseñanza y dan lugar a que sus malas inclinaciones se manifiesten. ¿Quién podré ocultarse de Mí, que conozco vuestros pensamientos y el origen de vuestro ser?

Mientras el hombre no pueda penetrar en el corazón de su hermano para defender su causa, Yo la tomo, justa o injusta, os defiendo y os amo.

Oíd mis palabras para que que no tropecéis, ni llevéis a vuestros labios un cáliz de amargura. ¿Por qué no queréis comprender vuestro destino de amor, vuestra gran misión? ¿ Por qué no imitáis mis obras, sintiendo que sois capaces de hacer lo que Yo os pido, si sois porte de mi Ser y por lo tanto estáis dotados de grandes atributos?

No quiero que al recibir mi palabra os sintáis lastimados, antes bien, quiero reanimaros con ella. Si os he dicho alguna vez, "Vuestra voluntad es la mía", pensad que cuando os sometéis a mis leyes, estáis haciendo mi voluntad. Yo apruebo vuestros buenos propósitos y determinaciones, y vosotros habéis sentido descender a vuestro corazón mi paz y mi bendición, cuando cumplís con vuestro deber de amar.

Ocupaos en hacer el bien, orad con fervor y amad a vuestros semejantes, dejad que vuestro espíritu crezca y se sienta fuerte y grande en el cumplimiento de su misión.

Me ha complacido que seáis pobres en este tiempo, mas no os dejaré sin el pan de cada día. Si algo os retengo, en cambio os doy el pan del espíritu, el pan de vida eterna y os nombro benefactores de la humanidad.

Los tiempos de prueba anunciados por Mí, por conducto de Damíana Oviedo, han llegado. Las naciones se debaten en sus guerras y el hambre y la peste se cierne sobre la humanidad. Los elementos de la Naturaleza están desatados. Yo dije por conducto del primer portavoz: "los tiempos cambiarán y cuando veáis que la ciencia humana da grandes señales de adelanto, vosotros debéis hacer penitencia y aprender de Mí, para llevar un mensaje de paz a la humanidad".

Todos estáis iluminados y hasta en el mis apartado rincón de la Tierra donde haya un discípulo mío, allí estará mi Espíritu derramando luz y fortaleza, resolviendo problemas y allanando obstáctilos. Vosotros, que habéis sido señalados en este tiempo por Mí, interceded por los que no han alcanzado a conocer esta revelación que os estoy haciendo.

¡Descansad en este instante, en que Yo os bendigo y os doy mi paz! Porque tenéis que cumplir vuestra restitución, para es os he concedido la gracia de reencarnar. Mi amor os da esta oportunidad, para que podáis llegar a Mí, ¿Cómo he de querer que lleguéis ante mi presencia, con el dolor en vuestro espíritu? Mas vosotros que me escucháis, sabed que mi palabra no se apartará de vuestra conciencia; mas ¡Cuántos hay a los que, haciéndoles el llamado, no quieren venir! Son los que van tras el placer como supremo ideal de su vida y no tienen por ley más que el dictado de su libre albedrío. No porque no quieran ellos seguirme les abandono, por el contrario, son a los que busco más, porque sé que ellos serán los que han de levantar sus ojos hacia Mí, cuando el dolor sea muy grande en su corazón.

En esos instantes de arrepentimiento Yo recibo y perdono a todos; pero mientras unos logran regenerarse para toda su vida, otros, cuando han recobrado la paz o la salud, cuando nuevamente se sienten fuertes, olvidan mi prueba de amor y se alejan aún mas. Estos no han sabido aprovechar la ocasión que la vida los ha brindado Para volver al camino verdadero. Entonces les llamo al Más Allá, para que su espíritu pueda meditar en sí mismo, fuera de la influencia de la materia y de todo lo que le ataba al mundo.

¡A cuántos seres les hago el llamado día tras día! y Ellos se purificarán en la luz de mi divina justicia antes de volver y esos que se limpian así, no volverán a mancharse con el fango, porque vendrán con el firme propósito de hacer obras meritorias, obras agradables y dignas ante el Señor.

¡Cuántos de vosotros tendréis que retornar a la Tierra en busca de la misión que dejasteis de cumplir o en busca de una ocasión de reparar los errores cometidos!

Pensad que muchos de vosotros habéis tenido tiempo suficiente para escucharme y aprender de Mí, pero que, encontrándoos en las postrimerías de vuestra vida, no vais a tener tiempo de sembrar lo que con tanto amor habéis acumulado en vuestro espíritu. No temáis, Yo soy la vida y os haré vivir para que sembréis en los corazones, esa semilla que tanto anheláis cultivar.

Entre la multitud que me escucha, no falta, aquel que creyendo saber mucho de las lecciones de Dios, interiormente duda de esta palabra y la niega; mas lo que no podrá negar es que su corazón se ha estremecido y ha latido de una manera desconocida. Tratará de olvidar ciertas palabras que a él dirigí y no podrá, y aun perderá algunas horas de sueño escuchando el eco de esta palabra humilde y sencilla. Es que su conciencia le dirá que tras de aquella palabra estuvo una luz que descubrió lo que en su corazón ocultaba y le habló de lo que sólo él sabia.

He aquí una página más del Libro de la Vida, escrita por mi caridad; he venido a hablarle a vuestro espíritu porque en todos los tiempos me he comunicado con la humanidad. La forma en que ahora me manifiesto no es nueva ni extraña; sólo al que se ha materializado podrá parecerle extraña o imposible, en cambio para el que me esperaba, es lo más natural y justo oír la voz de su Padre en sí mismo. Sólo las vírgenes que supieron velar con sus lámparas encendidas escucharon la voz del esposo cuando éste llegó a media noche.

Ha habido seres a quienes he tenido que llamar por primera, segunda. y tercera vez, algunos que además de escucharme, tuvieron que escudriñandlo todo para encender su fe, y ha habido quienes blasfemaron de mi Obra, pero más tarde, cuando hice el milagro en su camino, vinieron arrepentidos y temerosos a confesar que el que hablaba era el Verbo de Dios, el Divino Maestro. Esa es mi mejor enseñanza, vosotros tened paciencia con vuestros hermanos, cuando al enseñarlos duden, nunca devolváis blasfemia por blasfemia.

Benditos sean los que tratan de ocultar ante mis ojos el dolor que la humanidad les causa con su mofa y su dureza de corazón. Benditos los que no se quejan y en cambio me dan gracias, Porque a pesar de sus pruebas, mi gracia les sigue por doquier.

¿Qué podéis ocultar a mi mirada que ella no descubra? Yo os Premiaré, veréis aparecer siempre después de las tempestades el iris de la paz. Seguid atesorando mi Doctrina, Ponedla en práctica Para que la caridad se acrisole en vuestro corazón.

Entre vosotros se encuentran los que ayer sintieron placer en el mal, los que se complacieron en el odio y en la perversidad, y en cambio sentían horror ante el amor, la caridad y la humildad. Ahora se recrean con su transformación, con su regeneración. Vuestro espíritu está ya tomando potestad sobre vuestra materia. Ahora os recreáis haciendo el bien, experimentáis placer en hacer la caridad y sentís satisfacción siendo mansos y humildes; comenzáis a sentir horror y aversión. No hay uno que habiéndome escuchado, no haya modificado en algo su vida. ¿Quién es aquél que habiendo recibido sobre su cuerpo y espíritu el bálsamo del Doctor de los doctores, no ha sentido pasar por su ser la verdadera salud? ¡Cuántos milagros ha hecho mi palabra solamente! Todo os lo he concedido para ayudaros a salir de vuestro letargo, porque en este tiempo no he venido a inmolarme como hombre, sino a inspiraros para que hagáis méritos para merecer vuestra salvación. Sobre vosotros existe un arcano que es heredad para vuestro espíritu, ¿cuándo poseeréis todo cuanto os tengo destinado?

Hoy ninguno puede saber cuánto es lo que ha alcanzado.

¡Cuán menesterosos os sentís por momentos! Unos lloran y sin saber porqué, la enfermedad persiste en ellos; otros, siendo padres, se preguntan por qué si han velado por su familia y la han cultivado con amor, sólo frutos de incomprensión e ingratitud reciben. Y las mujeres que han ido en pos de cariño y apoyo en la Tierra, también se preguntan por qué en la vida no han podido calmar esa de de ternura. Los hermanos, llevando una misma sangre, se sienten distantes, no se aman, ni se comprenden. Os preguntáis la causa de todo ésto, y no alcanzáis a comprender porqué fracasa el bien ante vuestros ojos. Yo os digo: cuando el bien de unos llegue a encontrar eco en les otros y su corazón se sienta regocijado por ello; cuando las virtudes o valores espirituales hayan sido debidamente estimados, entonces el hambre, la sed de justicia, de amor y de comprensión, se apartará del corazón de la humanidad.

También os digo, que aquí en la Tierra, no sabéis espiritualmente quien sois, ni sabéis quien es el espíritu de vuestra esposa o esposo, de vuestros o hijos. Sólo así habéis podido llevar el peso de muchas expiaciones que forman vuestra cruz. Llevad esta cruz con amor, no tratéis de saber por ahora quién o quienes podéis ser vosotros, conformaos con saber que todos sois hermanos hijos de un solo Padre, y que entre hermanos, no debe haber enemigos. Amaos los unos a los otros y adelantaréis en el sendero de la evolución.

El Edén, ha mucho tiempo que cerró sus puertas a la humanidad, desapareció y su fragancia se elevó hacia el infinito, la Tierra se convirtió entonces en valle de lágrimas y comenzó la restitución espiritual, el campo de lucha donde se purifica el espíritu; mas un paraíso mejor que el que perdisteis es el que hallaréis, él os espera con sus puertas abiertas. Orad para que recibáis mi fuerza y podáis seguir adelantando en vuestro camino de evolución espiritual, mas hacedlo con el espíritu, no lo hagáis con oraciones aprendidas por muy hermosas que ellas sean, si no las sentís. Luego, amad y perdonad a vuestros hermanos. Ya veréis cuanta dulzura desciende de la conciencia al corazón cuando practiquéis mis enseñanzas.

Tiempo ha, que vengo preparándoos porque llegarán a señalaros como trastornadores del orden y de la paz espiritual en el mundo, porque os calumniarán. Mi enseñanza viene a preparar a los que mañana serán los maestros pacientes, humildes y mansos, aquellos que con amor contesten a todas las preguntas de sus hermanos.

Cada una de mis lecciones es un volumen donde podéis aprender todo lo que vuestro espíritu necesita para más tarde enseñar a vuestros hermanos. Mi enseñanza os está preparando un nuevo mundo, una nueva vida desde esta Tierra; pero cuando os hablo de esta verdad y pensáis en la guerra que sostienen las naciones, donde sólo existe dolor, angustia y miseria, juzgáis de imposible realización esta palabra, mas,en verdad os digo, que además de ser una doctrina lo que os enseño, también, es una profecía.

Si vuestra ciencia y pecado os hicieron perder el paraíso de la paz, de la pureza y de la fraternidad, la espiritualidad os devolverá aquella gracia, que seré mejor, estimada que el alto grado de evolución que hoy poseéis que cuando estuvisteis en estado de inocencia.

Humilde y sencilla es mi lección, para que los párvulos la puedan comprender. A pesar de estar comunicándome por medio de materias pecadoras, mi palabra va quedando como una huella de amor en el corazón del pueblo. Esta forma de comunicación es una prueba más de humildad que he dado a mis hijos. A cada paso os enseño esta virtud, porque es una de las que más debe practicar el espíritu. A unos les he dado un origen humilde en el mundo para que imiten en su vida al Maestro, a otros, se les ha dado un rico hogar, para que también imiten a Jesús, que siendo Rey supo dejar su trono para venir a servir a los pobres, a los enfermos y a los pecadores.

Tan grande es el mérito del que sabe descender de su posición para servir a sus semejantes, sean los que fueren, como del que, se eleva desde su vida humilde e ignorada hasta la altura de los justos, por el camino del amor.

¡Ah si de entre vosotros surgiese un corazón humilde que pudiera servir de ejemplo a los demás! porque cuántos de los que llevan una expresión de humildad en su rostro, van sembrando el orgullo que llevan escondido en su corazón vanidoso. Yo he querido que de este pueblo caiga esa máscaras de hipocresía, a fin de que la humanidad pueda reconoceros por vuestra humildad, como discípulo del Espíritu Santo.

La vida de vuestro Maestro, es ejemplo para toda la humanidad; mas como a la mujer le hacía falta enseñanza sobre su misión de madre, le fue enviada María, en representación de la Ternura Divina, que surgió como mujer entre la humanidad para daros también su divino ejemplo de humildad.

Cada vez que me oís ensalzar la virtud, sentís que el pecado y la imperfección humanas aparecen delante de vuestros ojos en toda su plenitud; entonces, inclináis con pena vuestra cerviz y hay quien me dice. "Señor, ¿Venís con vuestra pureza y vuestra santidad a humillarnos por nuestros pecados, vos que sois el que nos está aconsejando la humildad?" Yo contesto a ese corazón qué no ha sabido comprender mi palabra, que sólo un átomo de mi luz y de mi santidad es la que vengo a mostrar delante de vuestros ojos, para que no os sintáis humillados delante de Mí, ni impotentes para imitarme en la virtud.

No confundáis la humildad con la pobreza de indumentaria; tampoco creáis que es humilde el que llevando en si mismo una idea de inferioridad, sea esa la causa que lo obliga a servir a los demás y a inclinarse delante de ellos. Os digo, que la verdadera humildad está en aquel que, sabiendo valorizar que es alguien, y sabiendo que algún conocimiento posee, sabe descender a los demás y gusta de compartir con ellos lo que tiene.

La humildad es la luz del espíritu y por el contrario, la carencia de ella, es oscuridad en él; la vanidad es fruto de la ignorancia. El que es grande por el saber y vale por la virtud, lleva la verdadera modestia y humildad espiritual.

Qué emoción tan grata sentís cuando miráis que un hombre notable entre los los hombres, os hace una manifestación de afecto, de comprensión, de humildad. Esa misma sensación, la podéis llevar a los que sean o se sientan inferiores a, vosotros. Sabed descender, sabed tender la mano sin sentir superioridad, sabed ser comprensivos. Os digo, que en estos casos, no sólo goza el que recibe la prueba de afecto, la ayuda o el consuelo, sino también el que la da, porque sabe que sobre él, hay Uno que le ha dado pruebas de amor y de humildad y que Ese es su Dios y Señor.

Experimentad en vuestro corazón el goce de sentiros amados por vuestro Padre, quien no ha venido nunca a humillaros con su grandeza, sino a manifestárosla dentro de su humildad perfecta, para haceros grandes llevándoos a vivir la verdadera vida en su Reino, que no tiene principio ni fin.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

Cátedra Divina 102

Vuestra plegaria ha llegado hasta los Cielos y como prueba de ello, sentís en estos momentos mi paz. Si en alguna ocasión llegáis a sentir que una dulce paz invade vuestro corazón, podréis decir con certeza que ha pasado junto a vosotros vuestro Creador. Si vuestro corazón late apresuradamente y un goce indefinible os invade, es que vuestro espíritu ha escuchado la voz de su Señor.

Tomad vuestra cruz, pensando en que mi presencia es con vosotros, para alentaros en vuestro camino de evolución.

Todos podéis y debéis ser de los iluminados por el Señor, no hay un corazón que no lleve en su interior el germen divino del amor y de la virtud. Los que abrazan mi Doctrina para convertirse en mis discípulos, son los, que con verdaderos testimonios de amor y caridad presentan a su Maestro delante de a multitud, como el amor perfecto y la sabiduría infinita, esa será la forma en que debéis propagar en la Tierra la buena nueva por medio de obras, palabras y pensamientos puros.

Quiero que en este tiempo alcancéis tal sensibilidad en lo espiritual, que baste con que un pensamiento mío se refleje en vuestra mente, para que obedezcáis con verdadera mansedumbre.

Aquellos tiempos en que el pueblo exigía a su Dios una absoluta materialización para creer en su palabra, en su existencia o en su justicia, han pasado; aquellos tiempos en que el pueblo sólo se estremecía ante la voz terrible de sus profetas o ante la justicia divina manifestada por medio de los elementos desatados, por plagas, epidemias y guerras, debéis dejarlos en el pasado, no queráis que se prolonguen hasta vuestros días. Vuestro espíritu ha evolucionado y
debe de luchar con la materia hasta hacerla sensible a las vibraciones, inspiraciones y mensajes que os lleguen del mundo espiritual.

En cada era he ayudado a vuestro espíritu a penetrar más y más en el conocimiento de la verdad; haced que se acerque la hora en que desaparezca el último velo y podáis contemplar el esplendor de vuestro Padre.

Aquel que sin decir a nadie que es mi discípulo siembre de bondad su camino, tendrá que ser interrogado a cada pase por sus hermanos, quienes le preguntaron cuál esel sendero más corto para llegar al Padre.

El que pregone ser mi soldado, mi siervo o mi discípulo, sólo despertará desconfianzas, burlas, desprecios y juicios.

Jesús, después de haber hecho grandes y poderosas obras delante de sus discípulos, preguntó una vez a Pedro: Y vos, ¿Quién creéis que soy? A lo cual el discípulo, maravillado y lleno de fe, contestó: Vos, sois el Hijo de Dios vivo. Así quiero que vayáis por el mundo, con aquella mansedumbre que os enseñó Jesús y no faltarán quienes al ver vuestras obras se convenzan de que sois mis discípulos y de que vais enseñando a vuestros hermanos mi Doctrina. Mirad que Yo soy el buen camino, mi palabra os ha dado testimonio de ello. Mucho es lo que os he hablado y no podéis decir que ni una sola de mis palabras os ha enseñado algo fuera de mi Ley.

Os encontré como plantas marchitas y secas bajo los rayos de un sol inclemente y os hice sentir la caricia de mi palabra, que fue en vosotros como un rocío celestial. Habéis ido por un camino lleno de cardos y ya no queríais andar más ante el temor de heriros, mas después de escuchar mi palabra, perdisteis el miedo a vivir, huyó de vuestro corazón la desconfianza y el receló y reanudasteis la jornada llenos de esperanza y de fe en vuestro destino, porque cada instante que pasaba, hacía resonar en vuestro espíritu la palabra del Padre, que es manjar de vida eterna, para todo aquel que la sabe tomar.

Pueblo: al mismo tiempo que Yo os estoy preparando para que penetréis en la vida espiritual, legiones de hombres en el mundo se preparan para arrancar del corazón de sus hermanos toda semilla de origen espiritual. Yo estoy dándoos el tiempo necesario para que forjéis vuestra fe y dejéis desarrollar en vuestro corazón el conocimiento divino dé lo que os he revelado. Si os preparáis verdaderamente, nada tendréis que temer del mundo, ni sus palabras, ni sus libros, ni sus promesas o sus amenazas lograrán desalojar de vuestro corazón la esencia de mi enseñanza y la promesa de la Tierra Prometida que es he ofrecido, no la cambiaréis jamás por las más tentadoras promesas del mundo.

Cuando esa prueba esté sobre vosotros y vuestros enemigos acechen vuestros pasos, recordaréis que Cristo es quien os habla en esos momentos y os recuerda cuando fue tentado Jesús en el desierto y cómo con su fortaleza doblegó al mundo y a la carne. Así quiero que seáis, fuertes ante cualquier adversario, sin olvidar que el más poderoso de vuestros enemigos lo lleváis en vosotros mismos, y que sólo la le y la fortaleza que os llegue de Mí, os darán la victoria.

Vuestra lucha no quedará sin premio, éste será infinitamente mayor que el que de la Tierra pudierais esperar. De ese galardón, sólo un poco os anticiparé aquí en este mundo que será la satisfacción de ver a los enemigos de verdad, convertidos a ella.

Meditad profundamente en mis lecciones, discípulos amados, y de esas meditaciones nacerá la fortaleza que es ayudará a no desmayar en la lucha.

Limpiad vuestro entendimiento de toda impureza si queréis comprender mi palabra. El Maestro llega hasta vuestra mente para despertarla de ese sueño en que vive y mostrarle la luz resplandeciente del nuevo amanecer.

En mi amor por vosotros, lo divino lo hago humano para ponerlo a vuestro alcance; mi esencia divina la transformo en palabra humana y hago que por este don escuchéis la enseñanza de vuestro Padre Celestial que viene a fortalecer con su amor a vuestro cuerpo y a limpiar de sus manchas a vuestro espíritu.

El Padre de todos los seres os habla en esta instante; el amor que os creó se deja sentir en todo aquel que oye esta palabra.

Antes de venir a escucharme por conducto de estos portavoces, una voz oculta en vuestro interior os estaba anunciando mi presencia en vuestro camino; los que supieron oír aquella voz en su corazón, al recibir después la buena nueva que les traía un hermano diciéndoles: "Venid, que el Divino Maestro está hablando y os espera" confirmaron que el presentimiento que tuvieron, no les había engañado, que el aviso de su corazón fue realidad; y en verdad os digo, que éstos son los que se han quedado conmigo, los que creyeron en mi manifestación porque ya me estaban esperando.

Cuando deje de hablaros en la forma que hoy miráis, volveré a comunicarme con vosotros directamente de espíritu a Espíritu y entonces ya no dudaréis ni preguntaréis. ¿Será realmente el Señor? Entonces tendréis la certeza y la fe absoluta de que vuestro espíritu empieza a comunicarse con su Creador.

No desmayéis en vuestra lucha por acercaros a Mí, juzgando débil vuestra elevación. Estáis iniciando una era de espiritualidad y no seréis precisamente vosotros los que alcancéis la perfección en vuestra comunicación espiritual; otros vendrán después y tras de ésos, otros los cuales oirán mi voz, recibirán la divina inspiración y sabrán interpretar mis mensajes, en una forma en que por ahora no podéis imaginar. ¿Quién podrá deciros que no seréis vosotros mismos los que viváis en aquellos tiempos? Mas en estas profecías sólo Yo puedo penetrar y saber quienes son los que han de volver y quienes se quedarán en lo espiritual, para no retornar más a la Tierra.

Algunos de mis discípulos colocarán la primera piedra; a otros les corresponderá colocar la última, en la construcción más hermosa que el hombre haya elevado a su Señor.

Esa obra será el fruto de la armonía espiritual entre toda la humanidad. Hoy os sentís muy lejos de poder producir ese fruto, porque reconocéis que la discordia reina entre los hombres; sin embargo no desesperéis, ya se acerca la hoz que ha de segar la cizaña que ha dividido a la humanidad, para que después de que la prueba haya pasado, veáis brillar nuevamente la justicia, la razón y la fraternidad.

Hoy abro el libro divino de mi amor ante vosotros, haced lo propio con vuestro corazón, discípulos amados; mas no temáis; porque antes de daros mi lección, voy a detenerme a oír vuestras cuitas y a sanaros de vuestras dolencias. Mi deseo es que al llegar a Mí, haya paz profunda en vuestro espíritu. Yo se quienes de vosotros tendréis que luchar mucho y para ello es indispensable que recibáis gran fortaleza desde ahora. La fuerza os la da mi palabra que va saturada de vida y salud. Esta palabra procede del Verbo Divino quien desciende en este tiempo al interior de vuestro espíritu para realizar la comunión perfecta entre el Padre y sus hijos.

Para unos será inolvidable mi enseñanza, porque en su vida será la estrella que guiará sus pasos, ésos habrán llegado a tiempo para seguirme y dar testimonio de mis revelaciones; otros se alejarán del camino sin saber en apariencia a quien escucharon, ni cual fue la verdad que encerró esa palabra; entonces tendrán que caminar un poco más, para que al llegar al cumplimiento de sus palabras, sientan brotar en lo más íntimo de su ser la inspiración que les recuerde lo que un día escucharon y a la que su corazón, en ese momento, no le concedió importancia. Por ahora oídme todos, no importa que después se alejen o me nieguen. Yo estoy sembrando en el espíritu, ahí donde sólo Yo puedo entrar, porque sólo existe una llave y ésa la poseo Yo. Cuando el tiempo sea propicio, de lo profundo de vuestro corazón brotará la luz, que hoy dejo guardada en lo más recóndito de vuestro ser.

Destruid la oscuridad de vuestra vida, la ignorancia, el vicio, todo lo que enferma a vuestro cuerpo; haced la luz en vuestra existencia, y derramad el amor de vuestro espíritu en la senda de vuestros hermanos.

Tiempo de luces han llamado los hombres a este siglo, y Yo os digo que no os confiéis tan sólo en la luz que emana de la ciencia, sino también en vuestros dones espirituales. No olvidéis que no sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que viene de Dios.

Guardad mi palabra en vuestro corazón y cuando hagáis uso de ella, que no sea para llenaros de vanidad delante de quienes ignoran esta Doctrina. No queráis aparecer como los nuevos iluminados, porque ninguno de vuestros hermanos carece de luz. Si no sois humildes al entregar mi heredad, ninguna luz podréis dar.

Estoy legando a la humanidad un nuevo libro, un nuevo Testamento: mi palabra del Tercer Tiempo, la voz divina que ha hablado al hombre al desatarse el Sexto Sello.
04-102.29 No será menester que vuestros nombres ni vuestras obras pasen a la historia. En este libro estará mi palabra, como una voz vibrante y clara que hable eternamente al corazón humano, y mi pueblo dejará a la posteridad la huella de su paso por este camino de espiritualidad.

Dejad a los que vienen el recuerdo de vuestras buenas obras como un ejemplo, apresuraos desde hoy a borrar todas vuestras manchas, para que no sea vistas por vuestros hermanos.

Las escrituras del Primer Tiempo, recogieron la historia del pueblo de Israel conservando el nombre de sus hijos, sus aciertos y sus errores, sus obras de fe y sus flaquezas, su esplendor y sus caídas, para que ese libro hablara a cada nueva generación de la evolución de aquel pueblo en el culto sagrado. Aquel libro, lo mismo guardó los nombres de los patriarcas amantes de la virtud y de la justicia, modelos de fuerza en la fe, que el de los profetas, videntes de lo futuro, por cuyas bocas habló siempre el Señor, cuando vi a su pueblo al borde de un peligro. También recogió los nombres de los perversos, de los traidores, de los desobedientes, porque cada caso, cada ejemplo, es una lección y a veces un símbolo.

Cuando vine en Jesús a habitar entre los hombres, sólo cuando fue necesario tomé la esencia de aquellas escrituras, del sentido de aquellas obras para dar mis lecciones; lo material y lo superfluo jamás lo ensalcé. ¿No recordáis que mencioné al justo Abel, que ponderé la paciencia de Job y mencioné la sabiduría y el esplendor de Salomón? ¿Verdad que en muchas ocasiones recordé a Abraham y hablé de los profetas, y que refiriéndome a Moisés os dije que Yo no venía a borrar la Ley que él recibió, sino a darle cumplimiento?

Si Cristo fue el Cordero de Dios que borra los pecados del mundo, hasta en esto tendría Yo que ensalzar únicamente lo bueno y borrar lo malo.

Mi vida transformó la vida de los hombres; mi muerte abrió los ojos cegados por la tiniebla del materialismo a la luz de la verdad y el culto a Dios dio un paso grande hacia la perfección, porque el amor del Maestro hizo que los hombres tuviesen una nueva concepción de la justicia divina. Como su un nuevo Dios hubiese aparecido delante de aquel pueblo, así mi Doctrina y mis obras hicieron ver al mundo la verdad que antes no alcanzaban a contemplar.

Dios, el inmutable, no podía haber cambiado en su esencia para con sus hijos; era el hombre; el que, al elevarse hacia su Creador por la escala del amor y de espiritualidad que le descubriera Cristo, encontraba la verdadera esencia del Padre. También mis apóstoles cuando doctrinamban a las multitudes, en atrios, sinagogas o plazas, y tenían que referirse a los tiempos pasados, buscaban tan solo los ejemplos que dejaron verdadera esencia espiritual, omitiendo todo lo que resultara superfluo.
04-102.36 Ahora que he venido a vosotros, con una extensa lección espiritual, no he dejado que todos sintáis la necesidad de escudriñar aquellos libros, ya que a cada paso, en cada cátedra, os he venido enseñando y recordando lo que fue, los ejemplos que no debéis olvidar, las lecciones que tiene vida eterna; pero vuelvo a deciros, también ahora sólo os he hablado de lo espiritual. No penséis que os prohíbo la lectura de aquel libro de los primeros tiempos, porque sois el pueblo trinitario, no, sabed que Yo dije: "Escudriñad las escrituras", y añado ahora: "Antes de leer, orad, para que cuando escudriñéis, halléis verdadera luz y no os confundáis como muchos se han confundido, dando una falsa interpretación a lo sucedido". Leed, escudriñad, mas el análisis lo encontraréis en mi palabra del tercer Tiempo.

¿Por qué en este tiempo habíais de legar a los venideros vuestras imperfecciones, vuestro falso culto de espiritualidad, vuestras desobediencias y vuestra familiaridad con el pecado? ¿Creéis que vuestras obras os hacen dignos de que la historia recoja vuestros nombres?

Llegado el momento, Yo os iluminaré para que mi pueblo, testigo de mi manifestación y de mi palabra, forme con mis cátedras el libro que ha de llegar a todos los hombres, y que en él sólo encuentren la esencia divina del Maestro, su verdad eterna, su amor y su revelación y nunca descubran la materialidad del portavoz.

Los que han sabido ser mis discípulos en esta Obra, sabrán separar la paja para que quede el trigo limpio, porque para que mi semilla germine, habrá de estar limpia.

Hoy estoy presente ante vuestra mirada espiritual para que me miréis a través de vuestras virtudes, con ellas os hago llegar mi calor divino para que me sintáis en vuestro corazón. Quiero apartaros de todo lo superfluo, de todo lo malo; vengo a confiaros un huerto donde podáis cultivar todas las virtudes. Es menester contrarrestar el pecado, mirad como ha florecido el mal.

Veo que vuestro corazón se estremece de gozo al oírme hablar así, porque sentís la esperanza de que la regeneración llegue a los hombres. Al escucharme, sentís el impulso de correr en busca del perdido, del pecador, del vicioso, para hablarle con mi verdad.

En aquel tiempo, cuando mis discípulos se dispersaron por el mundo para predicar mis enseñanzas, no se concretaron a repetir mis palabras, sino que las enseñaban también con sus obras, y cuando dijeron que ello daban testimonio de Aquel que había muerto en una cruz por amor a los hombres, lo dijeron de palabra y de obra, muriendo sacrificados como su Maestro. Os digo que el que muere sosteniendo una verdad, tiene que ser creído. Sin embargo, no vengo a pediros sacrificio. No quiero que muráis para probar mi verdad; quiero que viváis testificando con vuestra vida, mi palabra que os enseña a amaros los unos a los otros.

Un nuevo goce os espera: el de servir a vuestros hermanos, anudándoles a reconstruir su vida, alejándose de los malos caminos.

¿Veis cómo es indispensable vuestra preparación, para saber esgrimir las armas de la verdad y hacerla salir victoriosa en la lucha?

Muchos son los que después de oír mi divina palabra, han ido a dar testimonio de ella; mas cuando no han confirmado con obras lo que sus labios han dicho, han sido negados y burlados; por el contrario, cuando ese testimonio ha sido acompañado de buenas obras, ha encendido la fe en unos y a otros los ha dejado meditando.

Toda mi enseñanza tiene por fin prepararon para esa lucha de que os hablo, fortaleciendo,vuestra fe e iluminando a vuestro espíritu para que vuestro testimonio sea grande.

A cada paso os digo, que la humanidad intuitivamente espera la llegada de algo desconocido. Ese presentimiento os lo da la luz del espíritu, que arde como una lámpara en espera del cumplimiento de mi promesa.

¿No queréis ser vosotros los que llevéis la buena nueva a esos corazones? ¿Sí? Pues oid y entended la lección del Maestro, obedeced y amad al Padre y seréis dignos de Servir a vuestros hermanos.

Si buscáis la inmortalidad del espíritu, no temáis la llegada de la muerte que pone fin a la vida humana, esperad a preparados, ella está bajo mi mandato y por eso siempre es oportuna y justa, aunque muchas veces los hombres crean lo contrario.

Lo grave no es que el hombre muera, sino que su espíritu al dejar la materia, carezca de luz y no pueda contemplar la verdad. Yo no quiero la muerte del pecador, sino su conversión, mas cuando la muerte se hace necesaria, ya sea para libertar a un espíritu o para detener la caída de un hombre al abismo, mi justicia divina corta el hilo de aquella existencia humana.

Cuando la multitud escandalizada por la falta de la mujer adúltera, sólo esperaba mi juicio para darle muerte, creyendo que ésa era la única forma de exterminar el pecado de aquella mujer, Yo les mostré que el perdón y la palabra de amor, son vida para el corazón y son muerte para el pecado. El mérito está en lograr que muera el pecado y la criatura siga viviendo, por lo tanto no era menester que aquella mujer desapareciera, si no su pecado.

Si así no fuese, en mi aversión al pecado yo os hubiese exterminado y mirad que no sólo no os quito la vida sino que os doy un cuerpo tras otro, para que lleguéis a aprender esta bendita lección en la Tierra; lección que por no haber sido comprendida por la humanidad, hizo que el Verbo de Dios se hiciera hombre, para enseñaros con su nacimiento, sus obras y su cuál es el verdadero destino de los hombres en este mundo. Esa es la lección que no habéis vivido, que no habéis llevado a la práctica. ¿Qué os enseña ella? La humildad, el acatamiento a la voluntad divina, la renunciación a vosotros mismos, por amor a los demás; la consagración a un ideal de elevación espiritual. El que llegue a cumplir en la Tierra con esa misión, no tendrá por qué volver a ella, si ya dejó su buena simiente; en ello imitará a Cristo quien después de escribir con su vida un ejemplo perfecto para la humanidad, no volvió al mundo en cuanto hombre.

Aprended a dejar ese cuerpo en el seno de la tierra, cuando la hora llegue, si queréis seguir viviendo para los que amáis y si queréis que os sientan; si no queréis hundiros en el silencio y en el vacío y en cambio anheláis seguir vibrando en vuestros hermanos comprendiendo que éso es lo que verdaderamente se llama vivir. Sabed desde ahora que, así como vuestro espíritu renunció a su morada espiritual para habitar en la Tierra, así tendrá que renunciar a las vanidades del mundo, cuando haya retornado al valle espiritual.

Si los hombres hubiesen aprendido a dejar con mansedumbre su cuerpo y todo lo que poseyeron en la Tierra, su muerte sería plácida; pero mientras exista materialidad y rebeldía, el dolor será el que separe al espíritu de la carne, con angustia de ambos.

Estudiad mi lección, discípulos, y comprenderéis por qué os dije a través de Jesús: "Mi Reino no es de este mundo".

¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

Cátedra Divina 103


Observad lo que sucede cuando dejáis lo que os pertenece en la Tierra por venir a escuchar mi palabra, o por ir a mitigar algún dolor; cuando retornáis a vuestro trabajo o a vuestro hogar os parece como si alguien hubiese estado ahí supliéndoos en vuestra ausencia,Y así es en verdad, discípulos, porque Soy Yo quien vela por lo que dejáis en los instantes de ocuparos en el desempeño de vuestra misión espiritual.

Tomad ésto como una prueba de que cuando abandonéis este mundo para consagrar vuestra existencia a mí servicio, Yo quedaré velando por los que dejáis, a quienes cubriré con mi manto de paz llenando con mi presencia el vacío que dejasteis en ellos.

Comprended que si hace mucho tiempo que os vengo enseñando la forma de vivir en el mundo como hijos de Dios, ahora os estoy preparando para que penetréis en la vida espiritual que después de esta os espera. Pasad por esta existencia cumpliendo con la misión que habéis traído a la para que podáis entender el sentido de la vida espiritual hayáis penetrado en ella.

No hayáis de la humanidad pretextando que os horroriza su pecado; si me amáis, no dejaréis de amarme en vuestros semejantes. Ahora que los peligros y las amenazas se ciernen sobre los hombres, es cuando debéis probarme que les amáis, que sentís su dolor y que estáis dispuestos a luchar por la salvación de todos. ¿No habéis visto cómo he venido siempre en vuestra ayuda precisamente en los instantes de, mayor amar gura para la humanidad?

Velad y orad, pueblo, vuestra misión está definida, por lo tanto nadie vuelve a Mí diciéndome que nada pudo hacer que ignoró el fin para el cual fue enviado. Vuestras obras deben ser de caridad, de unificación y de paz.

Mis nuevos discípulos, los que me han escuchado en este tiempo, han contraído la responsabilidad de extender mi Doctrina, haciendo que sus obras sean el mejor testimonio de la verdad que encierra esta enseñanza.

Así, viviendo de acuerdo con esta palabra, habrá cumplido con la misión para la cual fueron enviados a este mundo y su testimonio será tomado como verdadero.

En todos los tiempos me he manifestado en el pueblo destinado a esparcir por el mundo el conocimiento y la fe en mi Divinidad. Pueblo de espíritus escogidos y no de una raza determinada, porque lo mismo es que los halle encarnados en una nación, que en otra, hablando uno u otro idioma.

¿Por qué había de agraciar el cuerpo del hombre con galas que sólo pertenecen al espíritu? ¿Por qué había de complacerse el Señor en una sola de las razas que forman la humanidad?

En este tiempo vibra el espíritu del verdadero Israel en todas partes, son los espíritus que sienten mi presencia, que esperan mi venida, que confían en mi justicia.

Cuando estas palabras lleguen a otros lugares, muchos se mofarán; pero os digo, que más les valiera no hacer mofa de ellas, porque llegará la hora en que despierten de su letargo y conozcan que también son hijos del pueblo de Dios.

Estas multitudes que hoy me escuchan, pueden caer en confusión si no estudian mi palabra y si no se despojan de su materialismo. Puede parecer-les lo que al pueblo Israelita de los primeros tiempos, que oyó la voz del Señor, recibió la ley y tuvo profetas, por lo que llegó a creerse el único pueblo amado de Dios. Grave error del cual lo vinieron a sacar las grandes pruebas, la humillación, el destierro y el cautiverio.

Es necesario que sepáis que mi amor no podría distinguiros por razas ni por credos, y que si hablo de "Mi pueblo" es porque desde los primeros tiempos me encuentro preparando espíritus a los que envió a la Tierra a iluminar con su luz la senda de la humanidad.

Ellos han sido los eternos caminantes que han habitado en distintas naciones y han pasado por muchas pruebas. En este tiempo han encontrado que las leyes humanas son injustas; que no hay verdad en los afectos y que no existe paz en el espíritu le la humanidad.

Todos vosotros habéis venido a una nueva encarnación y es tan grande el dolor que apuráis, que me pedís ponga fin a vuestra existencia, mas Yo os pregunto. ¿No sabéis que no podéis dejar de existir y que si hoy padecéis en la Tierra, al pasar vuestro espíritu al valle espiritual, seguirá viviendo bajo la misma prueba hasta saldar sus deudas o aprender la lección? Estáis apurando un cáliz muy amargo, porque os encontráis en el final de una etapa y en el principio de otra. Es el tiempo de la siega en el que estáis recogiendo la cosecha de lo que habéis sembrado a través de la última jornada. Es menester que así sea para que cuando las tierras se encuentren limpias, vuelva Yo a depositar en mis sembradores la semilla del amor, que bien cultivada os de los frutos de paz y redención.

Estabais enfermos y débiles para seguir caminando, sentíais que no teníais apoyo, buscabais una luz que os guiara hacia puerto seguro, y ha sido ese el momento en que llegué entre vosotros que estabais perdidos en medio de la noche, sin saber a dónde ibais. Yo había escuchado vuestro clamor y os envié a Elías para que es prestan su ayuda y os anunciara mi llegada.

Mi presencia os estremeció de gozo y al instante os sentís consolados, ¡oh discípulos, no olvidéis mi lección de este día. Hoy habéis aprendido que todo lo que habíes cosechado es el fruto de vuestras obras y que después de la purificación os sentiréis libres y limpios de imperfecciones. Contempláis muchas señales que os hablan de las grandes pruebas que han de venir todavía vuestro planeta, y a pesar de estarme escuchando no queréis comprenderme aun y no habéis orado. Reconoced que es tiempo de penitencia y de esfuerzo Para vosotros que sabéis lo que ha de venir. Os encontráis en los umbrales de una nueva Era. Y todo os invita a trabajar. Contemplad las tierras fecundas, las campiñas vírgenes, el sol puro y vivificante y las aguas cristalinas. Todo es propicio para que viváis, respiréis y cumpláis vuestra misión espiritual. Os hablo en sentido figurado y así os presento el porvenir para que estudiéis mis palabras y comprendáis mi anhelo de Padre.

No quiero que interpretéis mal, mi enseñanza y os encerréis en claustros para orar abandonando a la humanidad, trabajad por ella, sacadla de su ignorancia y de su materialismo y encended en ella la fe.

Vivid en gracia, amad la justicia, sed clementes, no fomentéis la maldad, por el contrario, detenedla exhortando al bien a vuestros hermanos y así habréis preparado el camino al espíritu para que no tropiece. Haced todo esto sin que os parezca que ha sido para vosotros un sacrificio.

Las pruebas que hayáis de pasar, porque nadie está exento de ellas, llevadlas con paciencia, así estaréis enseñando a vuestros hermanos la perseverancia en mi Ley.

Unificaos, no os desconozcáis porque practiquéis en forma diferente mi Doctrina, si os habéis distanciado por esta causa, buscad a vuestros hermanos y amaos los unos a los otros, como os amo Yo.

Así como oré en el Huerto de los Olivos, Para que el espíritu de la humanidad no se perdiese, así orad vosotros por vuestros hermanos. Veo lo que aún tiene que llorar la humanidad para ser purificada, pero mi misericordia la sostiene y la fortalece para que no desfallezca en el camino.

Discípulos, en quienes he depositado el libro de mi palabra, fortaleceos desde ahora, para que no retrocedáis cuando llaméis a una puerta Y no os abran. No olvidéis que os he dicho que llaméis en mi nombre por primera, segunda y tercera vez; y que cuando comprobéis que vuestro llamado no ha logrado dulcificar la actitud de vuestros hermanos, me dejéis la causa y prosigáis vuestro camino, sin llevar amargura en vuestro corazón y menos deseando que, el dolor se presente en aquellos que no os quisieron oír. Revestíos de bondad, porque no sabéis en que día o en que hora tengáis que volver a llamar a la misma puerta o que ellos vengan en busca vuestra. Sólo el amor y la paciencia lograrán conmover los corazones de roca y por ello debéis estar siempre preparados.

Vuelvo a deciros que vosotros no debéis actuar como .jueces en los actos de vuestros hermanos. Cuando mis discípulos, mis emisarios y enviados sean desoídos, Yo haré escuchar mi voz en la conciencia de quienes rechazaron mis llamados. Aquella voz, será la del Juez, mas ya sabéis que en el Juez divino siempre está mi amor de Padre; no así en vosotros los humanos que muchas veces, cuando os convertís en jueces de vuestros hermanos, dejáis de mostraros como sus semejantes. Debéis apartar de vuestro corazón, todo mal sentimiento, para que podáis llegar con amor al espíritu de la humanidad.

No améis más al que os reciba y os demuestre fe que al que no acepte vuestra palabra. Cuando logréis este adelanto, Podréis decir que empezáis a comprenderme y a sentir en vuestro ser una fuerza que os dará valor para resistir las mayores pruebas a que el mundo pudiera sujetaros.

Sobre esta enseñanza que ahora os doy, ya os ofrecí en el Segundo Tiempo un ejemplo. Hallábase Jesús en la cruz, el Redentor agonizaba ante aquellas multitudes a las que tanto había amado, cada corazón era una puerta a la cual El había llamado. Entre la turba se encontraba el hombre que gobernaba multitudes, el príncipe de la iglesia, el publicano, el fariseo, el rico, el pobre, el perverso y el sencillo de corazón. Y mientras unos sabían quien era el que expiraba en aquella hora, porque habían visto sus obras y recibido sus beneficios, otros sedientos de sangre inocente y ávidos de venganza, aceleraban la muerte de aquel a quien burlesca-mente llamaban Rey de los judíos, sin saber que no sólo era Rey de un pueblo, sino que lo era de todos los pueblos de la Tierra y de todos los mundos del Universo. Jesús, dirigiendo una de sus últimas miradas a aquellas multitudes, lleno de ternura y de piedad, elevó su súplica al Padre, diciendo: "Padre mío, perdónales, porque no saben lo que hacen".

Aquella mirada, lo mismo envolvió al que lloraba por El, que al que gozaba con su tormento, porque el amor del Maestro que era el amor del Padre, era uno solo para todos.

Os digo, discípulos en mi Ley de amor, que si no podéis hacer obras perfectas como las que hice en Jesús, al menos os esforcéis en vuestra vida por acercaros a ellas. A Mí me basta contemplar un poco de buena voluntad por imitarme y un poco de amor hacia vuestros semejantes, para que Yo os ayude y manifieste mi gracia y mi poder a vuestro paso.

Nunca estaréis solos en la lucha. Si no os dejo solos cuando vais doblegados bajo el peso de vuestros pecados, ¿Creéis que os abandone cuando vayáis caminando bajo el peso de la cruz de esta misión de amor?

Comprendedme, discípulos, para que podáis imitarme; penetrad en mis obras y en mis palabras, para que descubráis la esencia de mi Doctrina. Sólo espero vuestra preparación para indicaros el instante en que debáis levantaros, porque Yo, a través de vosotros, llevaré la luz de salvación a los hombres.

Sí, amados discípulos. Yo soy la vid. Tomad el vino de mi gracia; mañana va a haceros falta para luchar. Preparaos ahora que estáis sentados a mi mesa y cuando suene la hora no tendréis titubeos ni flaquezas. Seréis mis sembradores e imitaréis en vuestra fe a los hombres que cultivan la tierra, los cuales siembran la semilla, poniendo toda su confianza, su conformidad y esperanza en Dios. Así os digo a vosotros, que no sabéis de dónde llegará el riego a vuestras siembras ni el pan a vuestros labios: mas os aseguro que nada os faltará.

No olvidéis que el triunfo es de los perseverantes. Cumplid con vuestra misión en la Tierra y cuando hayáis concluido, podréis salir de este mundo. y emigrar a la Tierra que os tengo prometida, que es la morada espiritual que está destinada a los hijos del Señor. Poned vuestra esperanza en la vida eterna, mas desoíd a los materialistas que creen que mi Doctrina, por hablaros siempre de la vida espiritual, es un obstáculo para el progreso material de la humanidad.

Tampoco está en lo justo quien cree que hay que pensar siempre en la muerte y despreciar lo que esta vida os ofrece, por ser ella perecedera: ése no ha sabido interpretar mi palabra; más bien, ni siquiera la conoce.

La primera ley que a través de la conciencia llegó al entendimiento del hombre fue aquella que le decía: "Creced y multiplicaos". Mas ahora os digo a vosotros que aquella ley no se concreta tan sólo a la multiplicación de la especie, sino a la de vuestros dones, virtudes y conocimientos,

Yo os enseño a pasar por el mundo dejando una obra de amor para los que vengan después de vosotros, el que esto hace, ha puesto sus ojos en lo eterno. Si os parece breve la existencia,en la Tierra para llevar a cabo una obra grande, no temáis que la muerte trunque vuestra obra, porque no será así, pues mi caridad es omnipotente y Yo tengo los medios para que la llevéis hasta su culminación. Os he dado parte en la Obra creadora, en la obra de evolución y en la obra de perfeccionamiento, y nada podrá impedir que lleguéis al final de vuestro camino.

Cumplid vuestra misión en armonía con el Creador y con vuestros semejantes, y al final, cuando todo esté concluido, gozaréis infinitamente en la contemplación de la Obra divina en la que trabajasteis con vuestro Padre. Cuán grande será esa dicha en mi Espíritu y qué gozo tan inefable habrá en todos mis hijos.

Contemplo vuestra sed de amor, vuestra hambre de luz y la necesidad tan grande que tenéis de Mí, y Yo, vuestro Padre teniendo a mi alcance todos los medios de hacer llegar mi voz hasta vosotros, he querido hablaros por medio de entendimientos humanos, como una forma accesible a vosotros, para ayudaras a comprender mis mensajes espirituales.

Sólo mi poder ha hecho que el pecador se transforma en portavoz de mi Verbo, mas, quien lo ha puesto en duda pronto ha contemplado la transformación de los seres por quienes os he dado mi palabra. Habéis visto brotar de una mente ruda, pensamientos de infinito saber; habéis visto florecer en labios de pecadores, la palabra divina, plena de luz y de ternura. Los portavoces, incansables dentro de este servicio y entregados a Mí, han dejado que mi Espíritu exprese este mensaje a la humanidad.

He recibido a grandes multitudes, sin distinguir a ninguno de mis hijos, entre ellos ha estado lo mismo el que me ama, que el que me niega, lo mismo el que cree en mi presencia dentro de esta forma, que el que duda, y a todos los he recibido con la misma palabra de amor y la misma caricia paternal.

En estas multitudes he recibido a todo el género humano. Hablando a este pueblo, he dirigido mi palabra a todos los hombres, porque mi mensaje ha sido para los de este tiempo y para los del futuro. Cuando entre estas multitudes han venido hombres de otras tierras, los he recibido con amor, en representación de sus pueblos, y les he preparado para que sean emisarios y profetas entre aquellos que les pertenecen por raza e idioma, y les he enseñado a orar y a velar por sus pueblos, convirtiéndolos en guardianes para los tiempos de prueba y de acechanza.

Mi anhelo, que deberéis interpretar como un mandato divino, es que llevéis mi palabra a todo corazón donde haga falta; que no olvidéis que así como vosotros llegasteis ante mi presencia quejándoos de hambre y de sed, la humanidad entera se encuentra en esta hora en una verdadera agonía del espíritu.

Ya está próximo el día en que los hombres comprendan la importancia que tiene el espíritu, porque muchos, creyendo no creen y otros, viendo no ven. Mas cuando palpen la verdad reconocerán que sería infantil, injusto e insensato seguir sustentando con frutos del mundo a un ser que pertenece a otra vida. Entonces buscaréis la luz en las religiones y en su ansiedad y angustia por encontrar la encontrar la verdad, abolirán lo falso de las doctrinas y destruirán todo lo superficial y lo externo que encuentren en los diversos cultos, hasta descubrir la esencia divina.

Quiero que cuando lleguen esos tiempos os encontréis cm pleno conocimiento de cuanto pasa y de la misión que debéis desempeñar, por eso os digo una vez más; oid, analizad y comprended mi palabra.

Sed tengo de vuestro amor, por eso me he acercado a vosotros en este tiempo, porque no es amor lo que he encontrado entre los hombres, sino pecado y egoísmo.

Los hombres de este tiempo han olvidado los ejemplos, y las obras que Jesús os dejó como testimonio de su amor.

No habéis dejado que aquella palabra se grabe en vuestro corazón, porque si en verdad la hubieseis guardado, tendríais presente mi promesa de volver a vosotros y habríais estado velando y orando en espera de mi llegada. Pero cuando llegue, os sorprendí durmiendo. Entonces dije: Benditos aquellos que sin reserva acuden a mi llamado, porque les haré de gran sabiduría. Algunos acudieron de buena fe, otros esperaron verse libres de la envoltura corporal para llegar a decirme: "Heme aquí, Señor, como el ave que deja su prisión llego ante Vos para cumplir vuestra voluntad" Mas mi voluntad , pueblo, ha sido que desde este mundo afirmaseis vuestros pasos en el camino espiritual, porque quiero que ese cuerpo que os he confiado, deje de ser una cadena o una prisión para el espíritu. No fue creado el espíritu para ser esclavo de la carne o del mundo: él es libre. Sin embargo, la ignorancia espiritual y el fanatismo religioso han convertido al espíritu del hombre en esclavo que, siglo tras siglo, ha arrastrado cadenas de tinieblas.

Ahora he venido a señalaros el camino nuevamente, a endulzar vuestra jornada con el sabor de mi palabra y a entregar a cada quien su cruz de amor para que, bajo su peso, encumbre la montaña y sobre. ella consume su obra. Nadie que sea mi discípulo intente llegar a Mí sin su cruz, porque no será reconocido como apóstol de mi Doctrina.

Hay muchos hombres que dicen cumplir con mi enseñanza,otros que creen amarme pero su amor es falso; porque no practican mi en enseñanza y porque nunca han vivido en mi Ley. No quiero que vosotros seáis como ellos sino que lleguéis a sentir verdaderamente el amor y la caridad. No hagáis hagáis alarde de lo que os he dado ni de lo que vosotros hagáis, aunque muchas veces sintáis que el corazón estalla de gozo en vuestro pecho, después de haber realizado una buena obra o de haberos hecho merecedores de un prodigio.

Mi enseñanza es de humildad, ella revela en lenguaje espiritual el valor o mérito que debe tener cada una de vuestras obras para que sea tomada en cuenta por vuestro Señor. De cierto os digo que vuestro espíritu, con la luz que ha alcanzado, ya conoce cuando una obra es digna o no, de presentaría al Padre. Esta es la enseñanza con que sustentaré en este tiempo a vuestro espíritu.

Del vino que hay en este cáliz, derramaré gota a gota en vuestros labios hasta el día de mi portada, más no os entristezcáis, que así como vosotros me oís, así me oyeron mis apóstoles en el Segundo Tiempo, cuando les dije: "Ya pronto me iré y os dejaré en mi lugar para que enseñéis a vuestros hermanos". Ellos habían convivido conmigo, habían padecido junto con su Maestro, contemplaron mis obras y oyeron mis palabras, mas no fueron los únicos, porque mi vida fue pública, y lo mismo fueron testigos de mi palabra los humildes, los pobres y los mansos de corazón que los pecadores, los fariseos, los escribas, los publicanos, el gobernador, el ministro y el centurión.

A cada quien le hablé y le di mi luz según su necesidad espiritual.

Así he venido a vosotros en este tiempo, hablando y manifestándome delante de todos y a plena luz del día, para que cada quien tome la parte que le corresponde en mi Obra y cumpla con ella. Qué hermoso será el Galardón que reciba vuestro espíritu cuando deje la envoltura. Haceos dignos de ese premio, mas para ello apartaos de las tinieblas de la ignorancia, para que no os convirtáis en espíritus errantes, sin rumbo y sin meta.

Servid y amad a la humanidad que es vuestra hermana, y que en estos instantes está siendo probada por mi justicia. Mirad como no existe un corazón que no haya bebido el cáliz de amargura. El dolor es en todos los hombres en este tiempo, mas por medio de él seré buscado, y por él los hombres sentirán el pesar de haberme ofendido.

Hay quienes esperan el retorno del Mesías, mas ¿De qué manera me esperan? ¿Hasta cuando dejaréis de ignorar que me encuentro nuevamente comunicándome con la humanidad? En verdad os digo que mi luz ha llegado a todas las naciones por medio de mis enviados, que llegaron a la humanidad como precursores de mi tercera manifestación.

Siete naciones serán elegidas, para que hagan la paz mundial y la verdadera fraternidad exista entre los hombres, en ellas Yo me manifestaré. Hoy las he encontrado ocupadas en guerras fratricidas, entregadas a sus sueños de grandeza y a sus insaciables ambiciones de poder. De esta nación enviaré un mensajero de buena voluntad ante los grandes pueblos del Mundo, a hablarles de paz, y cuando ellos hayan dado fin a la guerra, llegará hasta su espíritu la luz de la concordia y de la paz, pero esta luz no aparecerá por el oriente ni por el occidente, ella descenderá de mi Espíritu al espíritu de la humanidad.

Preparaos, para que los señalados para cumplir esta misión, puedan levantarse en pos de las naciones en el momento propicio y cuando hayan hecho que mi nueva palabra sea escuchada en todas partes, él árbol corpulento hará llegar sus ramas, su sombra y fruto a todos sus hijos. Redoblaréis entonces vuestra lucha y vuestro celo para que mi Doctrina no vaya a sufrir adulteraciones y para a que del árbol que os he confiado, los hombres ignorantes e insensatos no vayan a cortar ramas, con la intención de hacer con ellas extraños árboles.

Mi obra deberá ser dada a conocer con la pureza y la perfección con que os la he revelado; sin ritos ni formas exteriores.

Cuando vosotros la contempláis tan perfecta, os sentís indignos de ella y os preguntáis: ¿Por qué el Padre se fijó en nosotros para revelárnosla? Y Yo os digo que a pesar de las imperfecciones, que tenéis, vuestro espíritu, en su largo trayecto, ha alcanzado gran evolución. Mas no es ahora cuando os deis cuenta de la grandeza de esta manifestación, sino cuando Yo haya levantado de entre vosotros mi Palabra, entonces comprenderéis el bien que tuvisteis y os llenaréis de gozo por haberme tenido entre vosotros.

De cierto os digo que, en mi mesa de amor habéis comido y bebido, oh, discipulos amados.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!