sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 103


Observad lo que sucede cuando dejáis lo que os pertenece en la Tierra por venir a escuchar mi palabra, o por ir a mitigar algún dolor; cuando retornáis a vuestro trabajo o a vuestro hogar os parece como si alguien hubiese estado ahí supliéndoos en vuestra ausencia,Y así es en verdad, discípulos, porque Soy Yo quien vela por lo que dejáis en los instantes de ocuparos en el desempeño de vuestra misión espiritual.

Tomad ésto como una prueba de que cuando abandonéis este mundo para consagrar vuestra existencia a mí servicio, Yo quedaré velando por los que dejáis, a quienes cubriré con mi manto de paz llenando con mi presencia el vacío que dejasteis en ellos.

Comprended que si hace mucho tiempo que os vengo enseñando la forma de vivir en el mundo como hijos de Dios, ahora os estoy preparando para que penetréis en la vida espiritual que después de esta os espera. Pasad por esta existencia cumpliendo con la misión que habéis traído a la para que podáis entender el sentido de la vida espiritual hayáis penetrado en ella.

No hayáis de la humanidad pretextando que os horroriza su pecado; si me amáis, no dejaréis de amarme en vuestros semejantes. Ahora que los peligros y las amenazas se ciernen sobre los hombres, es cuando debéis probarme que les amáis, que sentís su dolor y que estáis dispuestos a luchar por la salvación de todos. ¿No habéis visto cómo he venido siempre en vuestra ayuda precisamente en los instantes de, mayor amar gura para la humanidad?

Velad y orad, pueblo, vuestra misión está definida, por lo tanto nadie vuelve a Mí diciéndome que nada pudo hacer que ignoró el fin para el cual fue enviado. Vuestras obras deben ser de caridad, de unificación y de paz.

Mis nuevos discípulos, los que me han escuchado en este tiempo, han contraído la responsabilidad de extender mi Doctrina, haciendo que sus obras sean el mejor testimonio de la verdad que encierra esta enseñanza.

Así, viviendo de acuerdo con esta palabra, habrá cumplido con la misión para la cual fueron enviados a este mundo y su testimonio será tomado como verdadero.

En todos los tiempos me he manifestado en el pueblo destinado a esparcir por el mundo el conocimiento y la fe en mi Divinidad. Pueblo de espíritus escogidos y no de una raza determinada, porque lo mismo es que los halle encarnados en una nación, que en otra, hablando uno u otro idioma.

¿Por qué había de agraciar el cuerpo del hombre con galas que sólo pertenecen al espíritu? ¿Por qué había de complacerse el Señor en una sola de las razas que forman la humanidad?

En este tiempo vibra el espíritu del verdadero Israel en todas partes, son los espíritus que sienten mi presencia, que esperan mi venida, que confían en mi justicia.

Cuando estas palabras lleguen a otros lugares, muchos se mofarán; pero os digo, que más les valiera no hacer mofa de ellas, porque llegará la hora en que despierten de su letargo y conozcan que también son hijos del pueblo de Dios.

Estas multitudes que hoy me escuchan, pueden caer en confusión si no estudian mi palabra y si no se despojan de su materialismo. Puede parecer-les lo que al pueblo Israelita de los primeros tiempos, que oyó la voz del Señor, recibió la ley y tuvo profetas, por lo que llegó a creerse el único pueblo amado de Dios. Grave error del cual lo vinieron a sacar las grandes pruebas, la humillación, el destierro y el cautiverio.

Es necesario que sepáis que mi amor no podría distinguiros por razas ni por credos, y que si hablo de "Mi pueblo" es porque desde los primeros tiempos me encuentro preparando espíritus a los que envió a la Tierra a iluminar con su luz la senda de la humanidad.

Ellos han sido los eternos caminantes que han habitado en distintas naciones y han pasado por muchas pruebas. En este tiempo han encontrado que las leyes humanas son injustas; que no hay verdad en los afectos y que no existe paz en el espíritu le la humanidad.

Todos vosotros habéis venido a una nueva encarnación y es tan grande el dolor que apuráis, que me pedís ponga fin a vuestra existencia, mas Yo os pregunto. ¿No sabéis que no podéis dejar de existir y que si hoy padecéis en la Tierra, al pasar vuestro espíritu al valle espiritual, seguirá viviendo bajo la misma prueba hasta saldar sus deudas o aprender la lección? Estáis apurando un cáliz muy amargo, porque os encontráis en el final de una etapa y en el principio de otra. Es el tiempo de la siega en el que estáis recogiendo la cosecha de lo que habéis sembrado a través de la última jornada. Es menester que así sea para que cuando las tierras se encuentren limpias, vuelva Yo a depositar en mis sembradores la semilla del amor, que bien cultivada os de los frutos de paz y redención.

Estabais enfermos y débiles para seguir caminando, sentíais que no teníais apoyo, buscabais una luz que os guiara hacia puerto seguro, y ha sido ese el momento en que llegué entre vosotros que estabais perdidos en medio de la noche, sin saber a dónde ibais. Yo había escuchado vuestro clamor y os envié a Elías para que es prestan su ayuda y os anunciara mi llegada.

Mi presencia os estremeció de gozo y al instante os sentís consolados, ¡oh discípulos, no olvidéis mi lección de este día. Hoy habéis aprendido que todo lo que habíes cosechado es el fruto de vuestras obras y que después de la purificación os sentiréis libres y limpios de imperfecciones. Contempláis muchas señales que os hablan de las grandes pruebas que han de venir todavía vuestro planeta, y a pesar de estarme escuchando no queréis comprenderme aun y no habéis orado. Reconoced que es tiempo de penitencia y de esfuerzo Para vosotros que sabéis lo que ha de venir. Os encontráis en los umbrales de una nueva Era. Y todo os invita a trabajar. Contemplad las tierras fecundas, las campiñas vírgenes, el sol puro y vivificante y las aguas cristalinas. Todo es propicio para que viváis, respiréis y cumpláis vuestra misión espiritual. Os hablo en sentido figurado y así os presento el porvenir para que estudiéis mis palabras y comprendáis mi anhelo de Padre.

No quiero que interpretéis mal, mi enseñanza y os encerréis en claustros para orar abandonando a la humanidad, trabajad por ella, sacadla de su ignorancia y de su materialismo y encended en ella la fe.

Vivid en gracia, amad la justicia, sed clementes, no fomentéis la maldad, por el contrario, detenedla exhortando al bien a vuestros hermanos y así habréis preparado el camino al espíritu para que no tropiece. Haced todo esto sin que os parezca que ha sido para vosotros un sacrificio.

Las pruebas que hayáis de pasar, porque nadie está exento de ellas, llevadlas con paciencia, así estaréis enseñando a vuestros hermanos la perseverancia en mi Ley.

Unificaos, no os desconozcáis porque practiquéis en forma diferente mi Doctrina, si os habéis distanciado por esta causa, buscad a vuestros hermanos y amaos los unos a los otros, como os amo Yo.

Así como oré en el Huerto de los Olivos, Para que el espíritu de la humanidad no se perdiese, así orad vosotros por vuestros hermanos. Veo lo que aún tiene que llorar la humanidad para ser purificada, pero mi misericordia la sostiene y la fortalece para que no desfallezca en el camino.

Discípulos, en quienes he depositado el libro de mi palabra, fortaleceos desde ahora, para que no retrocedáis cuando llaméis a una puerta Y no os abran. No olvidéis que os he dicho que llaméis en mi nombre por primera, segunda y tercera vez; y que cuando comprobéis que vuestro llamado no ha logrado dulcificar la actitud de vuestros hermanos, me dejéis la causa y prosigáis vuestro camino, sin llevar amargura en vuestro corazón y menos deseando que, el dolor se presente en aquellos que no os quisieron oír. Revestíos de bondad, porque no sabéis en que día o en que hora tengáis que volver a llamar a la misma puerta o que ellos vengan en busca vuestra. Sólo el amor y la paciencia lograrán conmover los corazones de roca y por ello debéis estar siempre preparados.

Vuelvo a deciros que vosotros no debéis actuar como .jueces en los actos de vuestros hermanos. Cuando mis discípulos, mis emisarios y enviados sean desoídos, Yo haré escuchar mi voz en la conciencia de quienes rechazaron mis llamados. Aquella voz, será la del Juez, mas ya sabéis que en el Juez divino siempre está mi amor de Padre; no así en vosotros los humanos que muchas veces, cuando os convertís en jueces de vuestros hermanos, dejáis de mostraros como sus semejantes. Debéis apartar de vuestro corazón, todo mal sentimiento, para que podáis llegar con amor al espíritu de la humanidad.

No améis más al que os reciba y os demuestre fe que al que no acepte vuestra palabra. Cuando logréis este adelanto, Podréis decir que empezáis a comprenderme y a sentir en vuestro ser una fuerza que os dará valor para resistir las mayores pruebas a que el mundo pudiera sujetaros.

Sobre esta enseñanza que ahora os doy, ya os ofrecí en el Segundo Tiempo un ejemplo. Hallábase Jesús en la cruz, el Redentor agonizaba ante aquellas multitudes a las que tanto había amado, cada corazón era una puerta a la cual El había llamado. Entre la turba se encontraba el hombre que gobernaba multitudes, el príncipe de la iglesia, el publicano, el fariseo, el rico, el pobre, el perverso y el sencillo de corazón. Y mientras unos sabían quien era el que expiraba en aquella hora, porque habían visto sus obras y recibido sus beneficios, otros sedientos de sangre inocente y ávidos de venganza, aceleraban la muerte de aquel a quien burlesca-mente llamaban Rey de los judíos, sin saber que no sólo era Rey de un pueblo, sino que lo era de todos los pueblos de la Tierra y de todos los mundos del Universo. Jesús, dirigiendo una de sus últimas miradas a aquellas multitudes, lleno de ternura y de piedad, elevó su súplica al Padre, diciendo: "Padre mío, perdónales, porque no saben lo que hacen".

Aquella mirada, lo mismo envolvió al que lloraba por El, que al que gozaba con su tormento, porque el amor del Maestro que era el amor del Padre, era uno solo para todos.

Os digo, discípulos en mi Ley de amor, que si no podéis hacer obras perfectas como las que hice en Jesús, al menos os esforcéis en vuestra vida por acercaros a ellas. A Mí me basta contemplar un poco de buena voluntad por imitarme y un poco de amor hacia vuestros semejantes, para que Yo os ayude y manifieste mi gracia y mi poder a vuestro paso.

Nunca estaréis solos en la lucha. Si no os dejo solos cuando vais doblegados bajo el peso de vuestros pecados, ¿Creéis que os abandone cuando vayáis caminando bajo el peso de la cruz de esta misión de amor?

Comprendedme, discípulos, para que podáis imitarme; penetrad en mis obras y en mis palabras, para que descubráis la esencia de mi Doctrina. Sólo espero vuestra preparación para indicaros el instante en que debáis levantaros, porque Yo, a través de vosotros, llevaré la luz de salvación a los hombres.

Sí, amados discípulos. Yo soy la vid. Tomad el vino de mi gracia; mañana va a haceros falta para luchar. Preparaos ahora que estáis sentados a mi mesa y cuando suene la hora no tendréis titubeos ni flaquezas. Seréis mis sembradores e imitaréis en vuestra fe a los hombres que cultivan la tierra, los cuales siembran la semilla, poniendo toda su confianza, su conformidad y esperanza en Dios. Así os digo a vosotros, que no sabéis de dónde llegará el riego a vuestras siembras ni el pan a vuestros labios: mas os aseguro que nada os faltará.

No olvidéis que el triunfo es de los perseverantes. Cumplid con vuestra misión en la Tierra y cuando hayáis concluido, podréis salir de este mundo. y emigrar a la Tierra que os tengo prometida, que es la morada espiritual que está destinada a los hijos del Señor. Poned vuestra esperanza en la vida eterna, mas desoíd a los materialistas que creen que mi Doctrina, por hablaros siempre de la vida espiritual, es un obstáculo para el progreso material de la humanidad.

Tampoco está en lo justo quien cree que hay que pensar siempre en la muerte y despreciar lo que esta vida os ofrece, por ser ella perecedera: ése no ha sabido interpretar mi palabra; más bien, ni siquiera la conoce.

La primera ley que a través de la conciencia llegó al entendimiento del hombre fue aquella que le decía: "Creced y multiplicaos". Mas ahora os digo a vosotros que aquella ley no se concreta tan sólo a la multiplicación de la especie, sino a la de vuestros dones, virtudes y conocimientos,

Yo os enseño a pasar por el mundo dejando una obra de amor para los que vengan después de vosotros, el que esto hace, ha puesto sus ojos en lo eterno. Si os parece breve la existencia,en la Tierra para llevar a cabo una obra grande, no temáis que la muerte trunque vuestra obra, porque no será así, pues mi caridad es omnipotente y Yo tengo los medios para que la llevéis hasta su culminación. Os he dado parte en la Obra creadora, en la obra de evolución y en la obra de perfeccionamiento, y nada podrá impedir que lleguéis al final de vuestro camino.

Cumplid vuestra misión en armonía con el Creador y con vuestros semejantes, y al final, cuando todo esté concluido, gozaréis infinitamente en la contemplación de la Obra divina en la que trabajasteis con vuestro Padre. Cuán grande será esa dicha en mi Espíritu y qué gozo tan inefable habrá en todos mis hijos.

Contemplo vuestra sed de amor, vuestra hambre de luz y la necesidad tan grande que tenéis de Mí, y Yo, vuestro Padre teniendo a mi alcance todos los medios de hacer llegar mi voz hasta vosotros, he querido hablaros por medio de entendimientos humanos, como una forma accesible a vosotros, para ayudaras a comprender mis mensajes espirituales.

Sólo mi poder ha hecho que el pecador se transforma en portavoz de mi Verbo, mas, quien lo ha puesto en duda pronto ha contemplado la transformación de los seres por quienes os he dado mi palabra. Habéis visto brotar de una mente ruda, pensamientos de infinito saber; habéis visto florecer en labios de pecadores, la palabra divina, plena de luz y de ternura. Los portavoces, incansables dentro de este servicio y entregados a Mí, han dejado que mi Espíritu exprese este mensaje a la humanidad.

He recibido a grandes multitudes, sin distinguir a ninguno de mis hijos, entre ellos ha estado lo mismo el que me ama, que el que me niega, lo mismo el que cree en mi presencia dentro de esta forma, que el que duda, y a todos los he recibido con la misma palabra de amor y la misma caricia paternal.

En estas multitudes he recibido a todo el género humano. Hablando a este pueblo, he dirigido mi palabra a todos los hombres, porque mi mensaje ha sido para los de este tiempo y para los del futuro. Cuando entre estas multitudes han venido hombres de otras tierras, los he recibido con amor, en representación de sus pueblos, y les he preparado para que sean emisarios y profetas entre aquellos que les pertenecen por raza e idioma, y les he enseñado a orar y a velar por sus pueblos, convirtiéndolos en guardianes para los tiempos de prueba y de acechanza.

Mi anhelo, que deberéis interpretar como un mandato divino, es que llevéis mi palabra a todo corazón donde haga falta; que no olvidéis que así como vosotros llegasteis ante mi presencia quejándoos de hambre y de sed, la humanidad entera se encuentra en esta hora en una verdadera agonía del espíritu.

Ya está próximo el día en que los hombres comprendan la importancia que tiene el espíritu, porque muchos, creyendo no creen y otros, viendo no ven. Mas cuando palpen la verdad reconocerán que sería infantil, injusto e insensato seguir sustentando con frutos del mundo a un ser que pertenece a otra vida. Entonces buscaréis la luz en las religiones y en su ansiedad y angustia por encontrar la encontrar la verdad, abolirán lo falso de las doctrinas y destruirán todo lo superficial y lo externo que encuentren en los diversos cultos, hasta descubrir la esencia divina.

Quiero que cuando lleguen esos tiempos os encontréis cm pleno conocimiento de cuanto pasa y de la misión que debéis desempeñar, por eso os digo una vez más; oid, analizad y comprended mi palabra.

Sed tengo de vuestro amor, por eso me he acercado a vosotros en este tiempo, porque no es amor lo que he encontrado entre los hombres, sino pecado y egoísmo.

Los hombres de este tiempo han olvidado los ejemplos, y las obras que Jesús os dejó como testimonio de su amor.

No habéis dejado que aquella palabra se grabe en vuestro corazón, porque si en verdad la hubieseis guardado, tendríais presente mi promesa de volver a vosotros y habríais estado velando y orando en espera de mi llegada. Pero cuando llegue, os sorprendí durmiendo. Entonces dije: Benditos aquellos que sin reserva acuden a mi llamado, porque les haré de gran sabiduría. Algunos acudieron de buena fe, otros esperaron verse libres de la envoltura corporal para llegar a decirme: "Heme aquí, Señor, como el ave que deja su prisión llego ante Vos para cumplir vuestra voluntad" Mas mi voluntad , pueblo, ha sido que desde este mundo afirmaseis vuestros pasos en el camino espiritual, porque quiero que ese cuerpo que os he confiado, deje de ser una cadena o una prisión para el espíritu. No fue creado el espíritu para ser esclavo de la carne o del mundo: él es libre. Sin embargo, la ignorancia espiritual y el fanatismo religioso han convertido al espíritu del hombre en esclavo que, siglo tras siglo, ha arrastrado cadenas de tinieblas.

Ahora he venido a señalaros el camino nuevamente, a endulzar vuestra jornada con el sabor de mi palabra y a entregar a cada quien su cruz de amor para que, bajo su peso, encumbre la montaña y sobre. ella consume su obra. Nadie que sea mi discípulo intente llegar a Mí sin su cruz, porque no será reconocido como apóstol de mi Doctrina.

Hay muchos hombres que dicen cumplir con mi enseñanza,otros que creen amarme pero su amor es falso; porque no practican mi en enseñanza y porque nunca han vivido en mi Ley. No quiero que vosotros seáis como ellos sino que lleguéis a sentir verdaderamente el amor y la caridad. No hagáis hagáis alarde de lo que os he dado ni de lo que vosotros hagáis, aunque muchas veces sintáis que el corazón estalla de gozo en vuestro pecho, después de haber realizado una buena obra o de haberos hecho merecedores de un prodigio.

Mi enseñanza es de humildad, ella revela en lenguaje espiritual el valor o mérito que debe tener cada una de vuestras obras para que sea tomada en cuenta por vuestro Señor. De cierto os digo que vuestro espíritu, con la luz que ha alcanzado, ya conoce cuando una obra es digna o no, de presentaría al Padre. Esta es la enseñanza con que sustentaré en este tiempo a vuestro espíritu.

Del vino que hay en este cáliz, derramaré gota a gota en vuestros labios hasta el día de mi portada, más no os entristezcáis, que así como vosotros me oís, así me oyeron mis apóstoles en el Segundo Tiempo, cuando les dije: "Ya pronto me iré y os dejaré en mi lugar para que enseñéis a vuestros hermanos". Ellos habían convivido conmigo, habían padecido junto con su Maestro, contemplaron mis obras y oyeron mis palabras, mas no fueron los únicos, porque mi vida fue pública, y lo mismo fueron testigos de mi palabra los humildes, los pobres y los mansos de corazón que los pecadores, los fariseos, los escribas, los publicanos, el gobernador, el ministro y el centurión.

A cada quien le hablé y le di mi luz según su necesidad espiritual.

Así he venido a vosotros en este tiempo, hablando y manifestándome delante de todos y a plena luz del día, para que cada quien tome la parte que le corresponde en mi Obra y cumpla con ella. Qué hermoso será el Galardón que reciba vuestro espíritu cuando deje la envoltura. Haceos dignos de ese premio, mas para ello apartaos de las tinieblas de la ignorancia, para que no os convirtáis en espíritus errantes, sin rumbo y sin meta.

Servid y amad a la humanidad que es vuestra hermana, y que en estos instantes está siendo probada por mi justicia. Mirad como no existe un corazón que no haya bebido el cáliz de amargura. El dolor es en todos los hombres en este tiempo, mas por medio de él seré buscado, y por él los hombres sentirán el pesar de haberme ofendido.

Hay quienes esperan el retorno del Mesías, mas ¿De qué manera me esperan? ¿Hasta cuando dejaréis de ignorar que me encuentro nuevamente comunicándome con la humanidad? En verdad os digo que mi luz ha llegado a todas las naciones por medio de mis enviados, que llegaron a la humanidad como precursores de mi tercera manifestación.

Siete naciones serán elegidas, para que hagan la paz mundial y la verdadera fraternidad exista entre los hombres, en ellas Yo me manifestaré. Hoy las he encontrado ocupadas en guerras fratricidas, entregadas a sus sueños de grandeza y a sus insaciables ambiciones de poder. De esta nación enviaré un mensajero de buena voluntad ante los grandes pueblos del Mundo, a hablarles de paz, y cuando ellos hayan dado fin a la guerra, llegará hasta su espíritu la luz de la concordia y de la paz, pero esta luz no aparecerá por el oriente ni por el occidente, ella descenderá de mi Espíritu al espíritu de la humanidad.

Preparaos, para que los señalados para cumplir esta misión, puedan levantarse en pos de las naciones en el momento propicio y cuando hayan hecho que mi nueva palabra sea escuchada en todas partes, él árbol corpulento hará llegar sus ramas, su sombra y fruto a todos sus hijos. Redoblaréis entonces vuestra lucha y vuestro celo para que mi Doctrina no vaya a sufrir adulteraciones y para a que del árbol que os he confiado, los hombres ignorantes e insensatos no vayan a cortar ramas, con la intención de hacer con ellas extraños árboles.

Mi obra deberá ser dada a conocer con la pureza y la perfección con que os la he revelado; sin ritos ni formas exteriores.

Cuando vosotros la contempláis tan perfecta, os sentís indignos de ella y os preguntáis: ¿Por qué el Padre se fijó en nosotros para revelárnosla? Y Yo os digo que a pesar de las imperfecciones, que tenéis, vuestro espíritu, en su largo trayecto, ha alcanzado gran evolución. Mas no es ahora cuando os deis cuenta de la grandeza de esta manifestación, sino cuando Yo haya levantado de entre vosotros mi Palabra, entonces comprenderéis el bien que tuvisteis y os llenaréis de gozo por haberme tenido entre vosotros.

De cierto os digo que, en mi mesa de amor habéis comido y bebido, oh, discipulos amados.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros! 

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