sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 102

Vuestra plegaria ha llegado hasta los Cielos y como prueba de ello, sentís en estos momentos mi paz. Si en alguna ocasión llegáis a sentir que una dulce paz invade vuestro corazón, podréis decir con certeza que ha pasado junto a vosotros vuestro Creador. Si vuestro corazón late apresuradamente y un goce indefinible os invade, es que vuestro espíritu ha escuchado la voz de su Señor.

Tomad vuestra cruz, pensando en que mi presencia es con vosotros, para alentaros en vuestro camino de evolución.

Todos podéis y debéis ser de los iluminados por el Señor, no hay un corazón que no lleve en su interior el germen divino del amor y de la virtud. Los que abrazan mi Doctrina para convertirse en mis discípulos, son los, que con verdaderos testimonios de amor y caridad presentan a su Maestro delante de a multitud, como el amor perfecto y la sabiduría infinita, esa será la forma en que debéis propagar en la Tierra la buena nueva por medio de obras, palabras y pensamientos puros.

Quiero que en este tiempo alcancéis tal sensibilidad en lo espiritual, que baste con que un pensamiento mío se refleje en vuestra mente, para que obedezcáis con verdadera mansedumbre.

Aquellos tiempos en que el pueblo exigía a su Dios una absoluta materialización para creer en su palabra, en su existencia o en su justicia, han pasado; aquellos tiempos en que el pueblo sólo se estremecía ante la voz terrible de sus profetas o ante la justicia divina manifestada por medio de los elementos desatados, por plagas, epidemias y guerras, debéis dejarlos en el pasado, no queráis que se prolonguen hasta vuestros días. Vuestro espíritu ha evolucionado y
debe de luchar con la materia hasta hacerla sensible a las vibraciones, inspiraciones y mensajes que os lleguen del mundo espiritual.

En cada era he ayudado a vuestro espíritu a penetrar más y más en el conocimiento de la verdad; haced que se acerque la hora en que desaparezca el último velo y podáis contemplar el esplendor de vuestro Padre.

Aquel que sin decir a nadie que es mi discípulo siembre de bondad su camino, tendrá que ser interrogado a cada pase por sus hermanos, quienes le preguntaron cuál esel sendero más corto para llegar al Padre.

El que pregone ser mi soldado, mi siervo o mi discípulo, sólo despertará desconfianzas, burlas, desprecios y juicios.

Jesús, después de haber hecho grandes y poderosas obras delante de sus discípulos, preguntó una vez a Pedro: Y vos, ¿Quién creéis que soy? A lo cual el discípulo, maravillado y lleno de fe, contestó: Vos, sois el Hijo de Dios vivo. Así quiero que vayáis por el mundo, con aquella mansedumbre que os enseñó Jesús y no faltarán quienes al ver vuestras obras se convenzan de que sois mis discípulos y de que vais enseñando a vuestros hermanos mi Doctrina. Mirad que Yo soy el buen camino, mi palabra os ha dado testimonio de ello. Mucho es lo que os he hablado y no podéis decir que ni una sola de mis palabras os ha enseñado algo fuera de mi Ley.

Os encontré como plantas marchitas y secas bajo los rayos de un sol inclemente y os hice sentir la caricia de mi palabra, que fue en vosotros como un rocío celestial. Habéis ido por un camino lleno de cardos y ya no queríais andar más ante el temor de heriros, mas después de escuchar mi palabra, perdisteis el miedo a vivir, huyó de vuestro corazón la desconfianza y el receló y reanudasteis la jornada llenos de esperanza y de fe en vuestro destino, porque cada instante que pasaba, hacía resonar en vuestro espíritu la palabra del Padre, que es manjar de vida eterna, para todo aquel que la sabe tomar.

Pueblo: al mismo tiempo que Yo os estoy preparando para que penetréis en la vida espiritual, legiones de hombres en el mundo se preparan para arrancar del corazón de sus hermanos toda semilla de origen espiritual. Yo estoy dándoos el tiempo necesario para que forjéis vuestra fe y dejéis desarrollar en vuestro corazón el conocimiento divino dé lo que os he revelado. Si os preparáis verdaderamente, nada tendréis que temer del mundo, ni sus palabras, ni sus libros, ni sus promesas o sus amenazas lograrán desalojar de vuestro corazón la esencia de mi enseñanza y la promesa de la Tierra Prometida que es he ofrecido, no la cambiaréis jamás por las más tentadoras promesas del mundo.

Cuando esa prueba esté sobre vosotros y vuestros enemigos acechen vuestros pasos, recordaréis que Cristo es quien os habla en esos momentos y os recuerda cuando fue tentado Jesús en el desierto y cómo con su fortaleza doblegó al mundo y a la carne. Así quiero que seáis, fuertes ante cualquier adversario, sin olvidar que el más poderoso de vuestros enemigos lo lleváis en vosotros mismos, y que sólo la le y la fortaleza que os llegue de Mí, os darán la victoria.

Vuestra lucha no quedará sin premio, éste será infinitamente mayor que el que de la Tierra pudierais esperar. De ese galardón, sólo un poco os anticiparé aquí en este mundo que será la satisfacción de ver a los enemigos de verdad, convertidos a ella.

Meditad profundamente en mis lecciones, discípulos amados, y de esas meditaciones nacerá la fortaleza que es ayudará a no desmayar en la lucha.

Limpiad vuestro entendimiento de toda impureza si queréis comprender mi palabra. El Maestro llega hasta vuestra mente para despertarla de ese sueño en que vive y mostrarle la luz resplandeciente del nuevo amanecer.

En mi amor por vosotros, lo divino lo hago humano para ponerlo a vuestro alcance; mi esencia divina la transformo en palabra humana y hago que por este don escuchéis la enseñanza de vuestro Padre Celestial que viene a fortalecer con su amor a vuestro cuerpo y a limpiar de sus manchas a vuestro espíritu.

El Padre de todos los seres os habla en esta instante; el amor que os creó se deja sentir en todo aquel que oye esta palabra.

Antes de venir a escucharme por conducto de estos portavoces, una voz oculta en vuestro interior os estaba anunciando mi presencia en vuestro camino; los que supieron oír aquella voz en su corazón, al recibir después la buena nueva que les traía un hermano diciéndoles: "Venid, que el Divino Maestro está hablando y os espera" confirmaron que el presentimiento que tuvieron, no les había engañado, que el aviso de su corazón fue realidad; y en verdad os digo, que éstos son los que se han quedado conmigo, los que creyeron en mi manifestación porque ya me estaban esperando.

Cuando deje de hablaros en la forma que hoy miráis, volveré a comunicarme con vosotros directamente de espíritu a Espíritu y entonces ya no dudaréis ni preguntaréis. ¿Será realmente el Señor? Entonces tendréis la certeza y la fe absoluta de que vuestro espíritu empieza a comunicarse con su Creador.

No desmayéis en vuestra lucha por acercaros a Mí, juzgando débil vuestra elevación. Estáis iniciando una era de espiritualidad y no seréis precisamente vosotros los que alcancéis la perfección en vuestra comunicación espiritual; otros vendrán después y tras de ésos, otros los cuales oirán mi voz, recibirán la divina inspiración y sabrán interpretar mis mensajes, en una forma en que por ahora no podéis imaginar. ¿Quién podrá deciros que no seréis vosotros mismos los que viváis en aquellos tiempos? Mas en estas profecías sólo Yo puedo penetrar y saber quienes son los que han de volver y quienes se quedarán en lo espiritual, para no retornar más a la Tierra.

Algunos de mis discípulos colocarán la primera piedra; a otros les corresponderá colocar la última, en la construcción más hermosa que el hombre haya elevado a su Señor.

Esa obra será el fruto de la armonía espiritual entre toda la humanidad. Hoy os sentís muy lejos de poder producir ese fruto, porque reconocéis que la discordia reina entre los hombres; sin embargo no desesperéis, ya se acerca la hoz que ha de segar la cizaña que ha dividido a la humanidad, para que después de que la prueba haya pasado, veáis brillar nuevamente la justicia, la razón y la fraternidad.

Hoy abro el libro divino de mi amor ante vosotros, haced lo propio con vuestro corazón, discípulos amados; mas no temáis; porque antes de daros mi lección, voy a detenerme a oír vuestras cuitas y a sanaros de vuestras dolencias. Mi deseo es que al llegar a Mí, haya paz profunda en vuestro espíritu. Yo se quienes de vosotros tendréis que luchar mucho y para ello es indispensable que recibáis gran fortaleza desde ahora. La fuerza os la da mi palabra que va saturada de vida y salud. Esta palabra procede del Verbo Divino quien desciende en este tiempo al interior de vuestro espíritu para realizar la comunión perfecta entre el Padre y sus hijos.

Para unos será inolvidable mi enseñanza, porque en su vida será la estrella que guiará sus pasos, ésos habrán llegado a tiempo para seguirme y dar testimonio de mis revelaciones; otros se alejarán del camino sin saber en apariencia a quien escucharon, ni cual fue la verdad que encerró esa palabra; entonces tendrán que caminar un poco más, para que al llegar al cumplimiento de sus palabras, sientan brotar en lo más íntimo de su ser la inspiración que les recuerde lo que un día escucharon y a la que su corazón, en ese momento, no le concedió importancia. Por ahora oídme todos, no importa que después se alejen o me nieguen. Yo estoy sembrando en el espíritu, ahí donde sólo Yo puedo entrar, porque sólo existe una llave y ésa la poseo Yo. Cuando el tiempo sea propicio, de lo profundo de vuestro corazón brotará la luz, que hoy dejo guardada en lo más recóndito de vuestro ser.

Destruid la oscuridad de vuestra vida, la ignorancia, el vicio, todo lo que enferma a vuestro cuerpo; haced la luz en vuestra existencia, y derramad el amor de vuestro espíritu en la senda de vuestros hermanos.

Tiempo de luces han llamado los hombres a este siglo, y Yo os digo que no os confiéis tan sólo en la luz que emana de la ciencia, sino también en vuestros dones espirituales. No olvidéis que no sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que viene de Dios.

Guardad mi palabra en vuestro corazón y cuando hagáis uso de ella, que no sea para llenaros de vanidad delante de quienes ignoran esta Doctrina. No queráis aparecer como los nuevos iluminados, porque ninguno de vuestros hermanos carece de luz. Si no sois humildes al entregar mi heredad, ninguna luz podréis dar.

Estoy legando a la humanidad un nuevo libro, un nuevo Testamento: mi palabra del Tercer Tiempo, la voz divina que ha hablado al hombre al desatarse el Sexto Sello.
04-102.29 No será menester que vuestros nombres ni vuestras obras pasen a la historia. En este libro estará mi palabra, como una voz vibrante y clara que hable eternamente al corazón humano, y mi pueblo dejará a la posteridad la huella de su paso por este camino de espiritualidad.

Dejad a los que vienen el recuerdo de vuestras buenas obras como un ejemplo, apresuraos desde hoy a borrar todas vuestras manchas, para que no sea vistas por vuestros hermanos.

Las escrituras del Primer Tiempo, recogieron la historia del pueblo de Israel conservando el nombre de sus hijos, sus aciertos y sus errores, sus obras de fe y sus flaquezas, su esplendor y sus caídas, para que ese libro hablara a cada nueva generación de la evolución de aquel pueblo en el culto sagrado. Aquel libro, lo mismo guardó los nombres de los patriarcas amantes de la virtud y de la justicia, modelos de fuerza en la fe, que el de los profetas, videntes de lo futuro, por cuyas bocas habló siempre el Señor, cuando vi a su pueblo al borde de un peligro. También recogió los nombres de los perversos, de los traidores, de los desobedientes, porque cada caso, cada ejemplo, es una lección y a veces un símbolo.

Cuando vine en Jesús a habitar entre los hombres, sólo cuando fue necesario tomé la esencia de aquellas escrituras, del sentido de aquellas obras para dar mis lecciones; lo material y lo superfluo jamás lo ensalcé. ¿No recordáis que mencioné al justo Abel, que ponderé la paciencia de Job y mencioné la sabiduría y el esplendor de Salomón? ¿Verdad que en muchas ocasiones recordé a Abraham y hablé de los profetas, y que refiriéndome a Moisés os dije que Yo no venía a borrar la Ley que él recibió, sino a darle cumplimiento?

Si Cristo fue el Cordero de Dios que borra los pecados del mundo, hasta en esto tendría Yo que ensalzar únicamente lo bueno y borrar lo malo.

Mi vida transformó la vida de los hombres; mi muerte abrió los ojos cegados por la tiniebla del materialismo a la luz de la verdad y el culto a Dios dio un paso grande hacia la perfección, porque el amor del Maestro hizo que los hombres tuviesen una nueva concepción de la justicia divina. Como su un nuevo Dios hubiese aparecido delante de aquel pueblo, así mi Doctrina y mis obras hicieron ver al mundo la verdad que antes no alcanzaban a contemplar.

Dios, el inmutable, no podía haber cambiado en su esencia para con sus hijos; era el hombre; el que, al elevarse hacia su Creador por la escala del amor y de espiritualidad que le descubriera Cristo, encontraba la verdadera esencia del Padre. También mis apóstoles cuando doctrinamban a las multitudes, en atrios, sinagogas o plazas, y tenían que referirse a los tiempos pasados, buscaban tan solo los ejemplos que dejaron verdadera esencia espiritual, omitiendo todo lo que resultara superfluo.
04-102.36 Ahora que he venido a vosotros, con una extensa lección espiritual, no he dejado que todos sintáis la necesidad de escudriñar aquellos libros, ya que a cada paso, en cada cátedra, os he venido enseñando y recordando lo que fue, los ejemplos que no debéis olvidar, las lecciones que tiene vida eterna; pero vuelvo a deciros, también ahora sólo os he hablado de lo espiritual. No penséis que os prohíbo la lectura de aquel libro de los primeros tiempos, porque sois el pueblo trinitario, no, sabed que Yo dije: "Escudriñad las escrituras", y añado ahora: "Antes de leer, orad, para que cuando escudriñéis, halléis verdadera luz y no os confundáis como muchos se han confundido, dando una falsa interpretación a lo sucedido". Leed, escudriñad, mas el análisis lo encontraréis en mi palabra del tercer Tiempo.

¿Por qué en este tiempo habíais de legar a los venideros vuestras imperfecciones, vuestro falso culto de espiritualidad, vuestras desobediencias y vuestra familiaridad con el pecado? ¿Creéis que vuestras obras os hacen dignos de que la historia recoja vuestros nombres?

Llegado el momento, Yo os iluminaré para que mi pueblo, testigo de mi manifestación y de mi palabra, forme con mis cátedras el libro que ha de llegar a todos los hombres, y que en él sólo encuentren la esencia divina del Maestro, su verdad eterna, su amor y su revelación y nunca descubran la materialidad del portavoz.

Los que han sabido ser mis discípulos en esta Obra, sabrán separar la paja para que quede el trigo limpio, porque para que mi semilla germine, habrá de estar limpia.

Hoy estoy presente ante vuestra mirada espiritual para que me miréis a través de vuestras virtudes, con ellas os hago llegar mi calor divino para que me sintáis en vuestro corazón. Quiero apartaros de todo lo superfluo, de todo lo malo; vengo a confiaros un huerto donde podáis cultivar todas las virtudes. Es menester contrarrestar el pecado, mirad como ha florecido el mal.

Veo que vuestro corazón se estremece de gozo al oírme hablar así, porque sentís la esperanza de que la regeneración llegue a los hombres. Al escucharme, sentís el impulso de correr en busca del perdido, del pecador, del vicioso, para hablarle con mi verdad.

En aquel tiempo, cuando mis discípulos se dispersaron por el mundo para predicar mis enseñanzas, no se concretaron a repetir mis palabras, sino que las enseñaban también con sus obras, y cuando dijeron que ello daban testimonio de Aquel que había muerto en una cruz por amor a los hombres, lo dijeron de palabra y de obra, muriendo sacrificados como su Maestro. Os digo que el que muere sosteniendo una verdad, tiene que ser creído. Sin embargo, no vengo a pediros sacrificio. No quiero que muráis para probar mi verdad; quiero que viváis testificando con vuestra vida, mi palabra que os enseña a amaros los unos a los otros.

Un nuevo goce os espera: el de servir a vuestros hermanos, anudándoles a reconstruir su vida, alejándose de los malos caminos.

¿Veis cómo es indispensable vuestra preparación, para saber esgrimir las armas de la verdad y hacerla salir victoriosa en la lucha?

Muchos son los que después de oír mi divina palabra, han ido a dar testimonio de ella; mas cuando no han confirmado con obras lo que sus labios han dicho, han sido negados y burlados; por el contrario, cuando ese testimonio ha sido acompañado de buenas obras, ha encendido la fe en unos y a otros los ha dejado meditando.

Toda mi enseñanza tiene por fin prepararon para esa lucha de que os hablo, fortaleciendo,vuestra fe e iluminando a vuestro espíritu para que vuestro testimonio sea grande.

A cada paso os digo, que la humanidad intuitivamente espera la llegada de algo desconocido. Ese presentimiento os lo da la luz del espíritu, que arde como una lámpara en espera del cumplimiento de mi promesa.

¿No queréis ser vosotros los que llevéis la buena nueva a esos corazones? ¿Sí? Pues oid y entended la lección del Maestro, obedeced y amad al Padre y seréis dignos de Servir a vuestros hermanos.

Si buscáis la inmortalidad del espíritu, no temáis la llegada de la muerte que pone fin a la vida humana, esperad a preparados, ella está bajo mi mandato y por eso siempre es oportuna y justa, aunque muchas veces los hombres crean lo contrario.

Lo grave no es que el hombre muera, sino que su espíritu al dejar la materia, carezca de luz y no pueda contemplar la verdad. Yo no quiero la muerte del pecador, sino su conversión, mas cuando la muerte se hace necesaria, ya sea para libertar a un espíritu o para detener la caída de un hombre al abismo, mi justicia divina corta el hilo de aquella existencia humana.

Cuando la multitud escandalizada por la falta de la mujer adúltera, sólo esperaba mi juicio para darle muerte, creyendo que ésa era la única forma de exterminar el pecado de aquella mujer, Yo les mostré que el perdón y la palabra de amor, son vida para el corazón y son muerte para el pecado. El mérito está en lograr que muera el pecado y la criatura siga viviendo, por lo tanto no era menester que aquella mujer desapareciera, si no su pecado.

Si así no fuese, en mi aversión al pecado yo os hubiese exterminado y mirad que no sólo no os quito la vida sino que os doy un cuerpo tras otro, para que lleguéis a aprender esta bendita lección en la Tierra; lección que por no haber sido comprendida por la humanidad, hizo que el Verbo de Dios se hiciera hombre, para enseñaros con su nacimiento, sus obras y su cuál es el verdadero destino de los hombres en este mundo. Esa es la lección que no habéis vivido, que no habéis llevado a la práctica. ¿Qué os enseña ella? La humildad, el acatamiento a la voluntad divina, la renunciación a vosotros mismos, por amor a los demás; la consagración a un ideal de elevación espiritual. El que llegue a cumplir en la Tierra con esa misión, no tendrá por qué volver a ella, si ya dejó su buena simiente; en ello imitará a Cristo quien después de escribir con su vida un ejemplo perfecto para la humanidad, no volvió al mundo en cuanto hombre.

Aprended a dejar ese cuerpo en el seno de la tierra, cuando la hora llegue, si queréis seguir viviendo para los que amáis y si queréis que os sientan; si no queréis hundiros en el silencio y en el vacío y en cambio anheláis seguir vibrando en vuestros hermanos comprendiendo que éso es lo que verdaderamente se llama vivir. Sabed desde ahora que, así como vuestro espíritu renunció a su morada espiritual para habitar en la Tierra, así tendrá que renunciar a las vanidades del mundo, cuando haya retornado al valle espiritual.

Si los hombres hubiesen aprendido a dejar con mansedumbre su cuerpo y todo lo que poseyeron en la Tierra, su muerte sería plácida; pero mientras exista materialidad y rebeldía, el dolor será el que separe al espíritu de la carne, con angustia de ambos.

Estudiad mi lección, discípulos, y comprenderéis por qué os dije a través de Jesús: "Mi Reino no es de este mundo".

¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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