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sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 81

Venís en este día a conmemorar el nuevo pacto que habéis hecho con vuestro Padre. En este Tiempo de juicio mi Espíritu se presenta entre vosotros para pediros las primeras cuentas de vuestro trabajo, de vuestras obras y preguntaros que habéis hecho desde el instante en que me prometísteis cumplir con mi Ley, amándoos los unos a los otros.

Entre esta multitud se encuentran los primeros a quienes confié la responsabilidad de las tierras y de los labriegos, a quienes entregué el agua cristalina de la fraternidad, para que con ella dieran riego a los árboles.

¿Nada os reclama vuestra conciencia?, ¿Se ha abierto vuestra boca tan sólo para aconsejar, enseñar y guiar? ¿O se ha desatado como espada de dos filos para herir a diestra y siniestra? ¿Habéis ido por el sendero espiritual dejando huellas de unión, de paz, de buena voluntad o habéis dejado impresos en él malos ejemplos?

Si mi palabra en ocasiones se torna severa, es porque no quiero que en el seno de mi pueblo exista la mentira, el vicio o el adulterio; si el que va guiando una congregación presenta malos ejemplos, los que le siguen tendrán que encontrar el tropiezo. En este tiempo de juicio, a cada instante os presentaré el fruto de vuestra siembra. No desafiéis mi justicia, recordad antes que nada que soy fuente inagotable de bondad.

No puedo contemplaros como a pequeños niños a quienes se dispensan todas sus imperfecciones, porque vuestro espíritu, al haber pactado con mi Divinidad en este tiempo, antes ya había recorrido gran parte del camino. Quien fue párvulo de mi Ley en el Primer Tiempo, discípulo en la cátedra de Jesús en el Segundo, en esta etapa tendrá que llegar a ser semejante al Maestro.

Vengo a confiaros, para que lo cultivéis, el fruto bueno agradable y dulce que da vida, para que él os haga notar el contraste del sabor amargo y los estragos que ha causado entre la humanidad el fruto del árbol del mal.

Veo la tierra y las aguas manchadas con la sangre humana, a los hombres desconociéndose como si fueran seres de distintas especies, dandose muerte sin compasión ni piedad. Ese árbol de ambiciones y de odio ha sido cultivado por los hombres y sus frutos han envenenado a los pueblos de la Tierra. No dejéis que esa simiente penetre en vuestro seno.

Hoy no podría elevarse la voz de Jesús diciendo "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen", porque vuestro espíritu lleva en sí el conocimiento de mi Doctrina de amor.

Elías abrió la puerta de una nueva era, ha aparejado los caminos del Señor, os ha preparado para que recibáis las primicias de mi revelación y de mi enseñanza; analizad mis lecciones y testificad con vuestras obras.

En este tiempo el Sexto Sello está desatado, su luz se derrama sobre el orbe para que estos hombres y mujeres que oyen mi voz despierten y se levanten a luchar; es tiempo propicio.

Uno sólo es el camino, ya lo conocéis, debéis seguirlo, para que nunca os perdáis de él. Es el mismo camino que os tracé desde que brotásteis de Mí. En el mismo tiempo os he concedido que os reunáis en recintos para escuchar mis lecciones de amor y para que en ellos recibáis a la multitud de necesitados que día a día llamarán a vuestra puerta, que es la mía.

¿Cómo debéis de disponeros en cada alba para recibir a los necesitados? Con absoluta humildad, no con corona ni cetro de vanidad.

Cuando este pueblo se haya unido espiritualmente, Yo daré señales de ello en todo el orbe.

Os confío parte de mi Obra, que es más blanca que el copo de la nieve y más pura que el agua de vuestros manantiales; así quiero que la conservéis hasta el final de la jornada.

Hoy, como si una campana resonara en el interior de vuestro corazón, recordasteis que es día de gracia, día en que el Maestro desciende a conversar con sus discípulos. Mi Espíritu se presenta entre vosotros y se abre como un libro de sabiduría, vuestra conciencia se presenta ante Mí como una blanca página y en ella escribo mi lección.

La luz de mi Espíritu derramada en toda materia y en todo espíritu, en cumplimiento de una profecía de los primeros tiempos, toca el entendimiento de estos escogidos llamados portavoces para haceros escuchar la lección divina.

Unos reciben mi manifestación llenos de fe, otros me escuchan sintiendo que la duda se ha apoderado de su corazón; mas no les censuro porque la duda les hara profundizarse en el estudio de mi Doctrina y a través de él también alcanzarán a poseer la fe.

Una nueva vida espera a los hombres. No es que la Naturaleza se vaya a transformar, es que cuando la humanidad se espiritualice por medio de esta enseñanza, todo lo verá a través del amor, de la fe y de la caridad, o sea que el hombre verá la vida a través del espíritu. Si lo que os rodea lo miráis, sentís y juzgáis a través de una mente materializada y de un corazón egoísta, esta vida tendrá que pareceros un valle de lágrimas, un mundo de pecados y a veces hasta un lugar de castigo. Vuestros ojos no descubrirán bellezas, el espíritu no encontrará sitio para él, ni sustento, ni aliciente; mas si dejáis elevar el espíritu y desde la altura miráis cuanto os rodea y os envuelve, tendréis que rendiros ante vuestro Padre y confesar que habéis sido sordos, ciegos e insensibles a su divina presencia, manifiesta en todo lo existente espiritual o material.

Entonces huirá de vosotros la amargura y conoceréis la dulzura que brota de todo lo creado porque todo es fruto del árbol divino.

El dolor que hoy padece la humanidad es por haber hecho mal uso de su libre albedrío y por su desobediencia a mi Ley; sus últimos frutos serán tan amargos que los arrojará lejos de sí y eso le abrirá los ojos a la luz y el corazón al arrepentimiento.

Haced dócil y mansa a la materia para que ella no sea una barrera ante vuestro espíritu. Sometedla hasta hacer de ella el mejor instrumento y colaborador de vuestra misión espiritual. Dejad que la luz que el Sexto Sello os envía, la contemple el espíritu y también la materia porque ya sabéis que esa luz se derrama sobre todo ser.

Comprended mis lecciones y seréis mis buenos discípulos, aquellos que, llegada la hora, se levanten en pos de sus hermanos y sepan analizar la revelación de los Siete Sellos. No detengáis vuestros pasos pensando que por las obras de vuestra materia no sois dignos de mi gracia. Ya os he dicho que detengáis la carrera vertiginosa de esa reacia y débil criatura que os ha sido confiada en la Tierra, y que en esa lucha hagáis méritos para alcanzar mi gracia.

No es hora de que os sintáis tristes o avergonzados por vuestro pasado; pensad tan sólo en que debéis purificar a vuestro espíritu. Es el instante en que debéis sentiros los más felices de la Tierra por estar escuchando el concierto divino de mi palabra. Si, pueblo, mi rayo de luz se hace inspiración y palabra humana para que en esa forma tengáis mi presencia. Dejad de pensar en vuestro pasado para pensar en vuestro futuro.

Preparad vuestras armas de amor para contender con las ideas y teorías humanas; forteleced vuestro corazón en la fe para que no os sintáis pequeños, ignorantes o débiles delante de los que llaméis cultos y sabios, por que ellos conocerán de ciencia y de religiones, pero de mis nuevas revelaciones, nada saben.

Si os he pedido vuestra regeneración, es para que estando la mente y el corazón limpios, pueden reflejar mi luz divina.

He visto cómo muchos de vosotros habéis escudriñado y juzgado mi palabra, mas no por ello os he reclamado, porque sé que mañana, de entre los que me juzgáis, surgirán los discípulos fervientes. Más tarde, en vuestro camino andaréis doctrinando y llegaréis e ser burlados; recordad entonces la enseñanza del Maestro y en vez de reclamar a vuestros hermanos su duda y su mofa, les perdonaréis sabiendo que entre ellos se encuentran los que van a arrepentirse de sus juicios para dar paso a la fe.

Nadie se sienta forzado a ser mi soldado, seguidme cuando vuestra voluntad sea firme y vuestro amor os impulse a practicar mis enseñanzas. Pasarán los tiempos y entonces comprenderéis y valorizaréis todo lo que el Señor os concedió en este Tercer Tiempo y sentiréis dolor por no haber sido comprensivos y obedientes cuando estuve dándoos mi palabra; pero Yo os concedo unos instantes más para que reparéis vuestros errores y repongáis el tiempo que hayáis perdido.

Mientras el mundo os atrae a traves de la materia, mi voz os está llamando al valle espiritual donde deberéis penetrar limpios de toda mancha y llenos de luz. Ahí mi voz, resonando en la conciencia, os dirá si cumplisteis vuestra misión en la Tierra y si ya podéis escalar un peldaño más en la escala de perfección espiritual.

En el día que ahora dedicáis al reposo, desciendo a recrearme con vosotros. Es el instante en que mejor reconocéis que no sólo de pan podéis vivir, sino que necesitáis de mi palabra que es vuestro sustento espiritual. Muchos venís a escucharme, mas no todos creéis en mi presencia; hay quienes preferirían verme a escucharme a través de estos entendimientos, o por lo menos escuchar mi voz en el infinito, en el espacio espiritual. Mas ¿Cómo queréis contemplarme y escucharme espiritualmente si os encontráis en plena materialización? Por eso debéis prepararos para que alcancéis esa elevacíón que os hago conocer a través del entendimiento del hombre. Después de este tiempo de mi comunicación en esta forma, estaréis en condiciones de recibir mi intuición o inspiración de Espíritu a espíritu. Esa será la comunicación perfecta.

Os asombran los adelantos de la ciencia; comprended que hace algunos siglos no hubieseis creído en lo que ahora ha realizado el hombre por medio de la evolución del espíritu y la perseverancia de la materia.

¿Porqué no habéis de evolucionar espiritualmente si perseveráis? ¿Cómo pretendéis descubrir nuevas lecciones, si las pasadas no las habéis comprendido aún?

Los creyentes y los incrédulos de mi existencia de todos los tiempos, hubieran deseado contemplarme ahora visible a los ojos humanos, materializado en alguna forma, y ¿Porqué habéis de atribuirme forma si en cuanto a espíritu no la tengo? Soy visible y tangible tanto a los ojos de vuestro cuerpo como a los del espíritu, pero es menester que sepáis mirar. Es injusto que digáis que Dios se oculta a vuestras miradas, que digáis que soy egoísta por no dejarme oír ni mirar de quienes llamo hijos de mi Divinidad. Siempre estoy presto a dejarme mirar, pero vosotros, creyendo ser ciegos ante lo espiritual, teniéndolo todo a vuestro alcance, no lo sabéis ver y muchas veces, palpándome no os dais cuenta de mi presencia.

En cada era ha tenido que venir un enviado de Dios a enseñar a los hombres a buscar a su Señor, a orar, a rendirle culto, a saberle sentir, mirar, oír e interpretar. En este tiempo ha venido Elías a preparar el camino para que el espíritu humano pudiese recibir la presencia y la revelación del Espíritu Santo.

Para que la voz y los pasos de Elías fueran escuchados y sentidos en un mundo sordo por su materialismo a toda manifestación espiritual, preparé un varón, quien al llegar a la madurez de su edad, dejó manifestar la luz de aquel gran espíritu que lo inspiraba, que hacía obras milagrosas por su conducto y preparaba con su luz a la humanidad para el advenimiento de un nuevo tiempo. Elías tuvo que limpiar el camino en el cual había muchos espinos, mucha cizaña y también pedruzcos. Ellos eran el fanatismo religioso, la ignorancia, la persecución de toda inspiración que pareciese nueva. Mas Elías inspiró leyes, preparó corazones y sembró una semilla que favorecíera el desenvolvimiento de una revelación divina y el cumplimiento espiritual de un pueblo que en lo más oculto del mundo esperaba el tiempo señalado para levantarse a desempeñar su misión.

Aquel varón escogido por Mí para que fuese el portavoz de Elías, se llamó Roque Rojas, el que en 1866 dio a conocer al mundo que una nueva era se abría para la humanidad regida por la misma Ley que el Señor ha revelado en los tres tiempos, en los que siempre os he dicho: "Amaos los unos a los otros".

¡Pocos supieron sentir en verdad la presencia del enviado divino! Una vez más fue la voz que clamaba en el desierto y nuevamente preparó el corazón de los hombres para la inminente llegada del Señor, Así se abrió el Sexto Sello, dejando contemplar su contenido y desbordándose como un torrente de justicia y de luz sobre la humanidad. Muchas promesas y profecías quedaron así cumplidas.

Elías, como Jesús y como Moisés, vino a iluminar los ojos de vuestro espíritu para que contemplaseis al Padre, Moisés os enseñó: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Jesús os dijo: "Amaos los unos a los otros". Elías os mandó tener "caridad y más caridad con vuestros hermanos" y luego añadió "y veréis a mi Padre en todo su esplendor".

Es el Verbo el que os habla en esta era, no he venido a hacerme hombre; sin embargo, podréis encontrar semejanza entre mi anterior manifestación y ésta; si la cuna de Cristo fue humilde y su muerte fue sobre la cruz del pecado del mundo, el lugar donde ahora ha nacido la luz del Tercer Tiempo no puede ser más pobre y humilde y la cruz desde donde os daré mi última parabra será el mismo hombre por el cual me comunico.

A través de este medio por el cual os hablo, también he recibido la burla, el escarnio, la duda, la herida. Así me ha placido, porque mi cruz sois ahora vosotros.

Hoy os digo: ya que vuestros ojos se han abierto a la luz, ved cómo vuestro mundo, su ciencia, su moral y sus religiones, se acercan al fin de su existencia; de todo ello sólo sobrevivirá el espíritu, el cual se levantará sobre los escombros de su vida pasada a una nueva era espiritual.

Todas las señales que estaban predichas como anuncio de mi nueva manifestación entre vosotros, ya han sido cumplidas. ¿Esperará el mundo nuevas manifestaciones para continuar aguardando mi llegada? ¿Hará lo que el pueblo judío que tuvo las profecías de la venida del Mesías, vio el cumplimiento de ellas, recibió en su seno al Salvador, no lo reconoció y aún continúa esperándolo? La experiencia es muy grande y dolorosa para esta humanidad, para que aún se obstine en el materialismo. Si las señales y las pruebas se han cumplido y no he aparecido en la sinagoga, ni surgido en iglesia alguna, ¿No presiente el mundo que en algún sitio he de estar manifestándome, puesto que no puedo faltar a mi palabra?

Discípulos: perseverad en mi enseñanza, para que mañana deis testimonio de Mí.

No temáis a la miseria. La miseria es pasajera y en ella debéis orar imitando en la paciencia a Job. Volverá la abundancia y no tendréis palabras con que darme gracias.

Cuando la enfermedad os agobie, oh enfermos benditos, no desesperéis; no está enfermo vuestro espíritu, eleváos en oración a Mí y vuestra fe y espiritualidad os devolverán la salud del cuerpo. Orad en la forma en que Yo os he enseñado: espiritualmente.

Comprended que tenéis la luz de vuestro Maestro. Jesús sigue siendo el modelo perfecto que debéis imitar; ni antes ni después de El, podréis encontrar en el mundo un ejemplo igual.

Jesús, el Cristo, ha sido la enseñanza mas clara que en el mundo os di para enseñaros cuán grande es el amor y la sabiduría del Padre. Jesús fue el mensaje viviente que el Creador envió a la Tierra para que conociéseis las virtudes del que os creó. La humanidad veía en Jehová a un Dios colérico e implacable, a un juez terrible y vengativo, y a través de Jesús vino a sacaros de vuestro error.

Ved en el Maestro al amor divino hecho carne; vino a juzgar todas vuestras obras con su vida de humildad, sacrificio y caridad, y antes de castigaros con la muerte, ofreció su sangre para daros a conocer la vida verdadera, la del amor. Aquel mensaje divino iluminó la vida de la humanidad y la palabra que entregó el Divino Maestro a los hombres dio origen a religiones y sectas, a través de las cuáles me han buscado y todavía me buscan; mas de cierto os digo que ellos no han entendido aún el contenido de ese mensaje. La humanidad llega a pensar que el amor de Dios para sus hijos es infinito, ya que El, en Jesús, murió por amor a los hombres. Llega a conmoverse con los padecimientos de Jesús ante sus jueces y verdugos, llega a ver en el Hijo al Padre, pero el contenido, el alcance de cuanto el Señor quiso decir a la humanidad a través de aquella revelación que empezó en una virgen y concluyó en la nube de Betania, no ha sido interpretado hasta hoy.

He tenido que volver sobre la misma nube en la que el Verbo ascendió hacia el Padre para daros la explicación y mostraros el verdadero contenido de todo cuanto os fue revelado en el nacimiento, vida, obras y muerte de Jesús.

El Espíritu de Verdad, el prometido por Cristo en aquel tiempo, es esta manifestación divina que ha venido a iluminar las tinieblas y a aclarar los misterios que la mente o el corazón del hombre no alcanzaba a penetrar.

Mi Ley siempre es la misma, no es menos profunda unas veces que otras. Es vuestro espíritu el que refleja unas veces mejor que otras la luz del Señor. Esto es según la evolución que vuestro espíritu haya alcanzado.

Hoy os digo: el banquete espiritual se encuentra esperándoos; sentaos a la mesa y comed del manjar. La multiplicación del pan también os la he concedido en este tiempo porque millares y millares de hermanos vuestros están escuchando mi palabra en muchas comarcas.

Os estoy heredando sin que vuestro pecado sea un motivo para consideraros indignos. Las puertas de mi Reino permanecen abiertas en espera de los que después llegarán. He aquí demostrada mi caridad, la cual no esperábais que llegara al grado de comunicarme con vosotros.

Ahora que en el mundo hay escasez de amor, venid a sentir el amor puro de vuestro Maestro para que sanéis de todas vuestras heridas.

Si vuestro corazón llega a Mí henchido de vana simiente, de cizaña y cardos, Yo le perdonaré, Yo le purificaré y le haré florecer. Sólo espero que os elevéis para revelaros todo cuanto aún reservo para vuestro espíritu y cuando seáis poseedores de lo que os prometo, no buscaréis catacumbas para ocultaros de las miradas de la humanidad; por el contrario, saldréis a la luz del día y bajo esa claridad revelaréis esta verdad. Abrid vuestro corazón, vuestra mente y vuestro oído, para que dejéis llegar mis lecciones hasta vuestro espíritu.

¿Qué tiempos esperáis para aprender de Mí? ¿Estáis esperando que llegue 1950, para despertar de vuestro sueño? No pueblo, porque entonces ya no escucharéis mi palabra. Es menester que lleguéis a tener la convicción absoluta de que habéis venido al mundo a servir a vuestros hermanos.

Os miráis unos a otros y reconocéis que he formado un pueblo con pecadores, con ignorantes y teméis no poder salir avante en las pruebas; mas Yo sé lo que hago, a vosotros sólo os corresponde creer, confiar y cumplir. Llegará el día en que me ofrezcáis la semilla como Yo os la he pedido.

Pueblo: preparaos, dejad que vengan a vosotros nuevas multitudes; entre ellas vendrán aquellos a quienes mi amor ha de entresacar y escoger para que por su conducto entregue mi palabra pues de sobra sabéis que no puede ser vuestra mente quien los escoja. Sólo Yo sé el destino y los dones de cada quien.

Limpiad vuestro pensamiento, elevadlo para que os unáis en este instante a los espíritus puros que habitan cerca de Mí. Elevad una oración inspirada en el amor a Dios, en vuestro propio dolor o en el arrepentimiento por las faltas cometidas, también en acción de gracias por los bienes recibidos, eso acercará vuestro espíritu al Padre.

Todo cuanto os rodea tiende a purificaros, mas no todos lo han entendido así. No dejéis que el dolor que apuráis en vuestro cáliz de amargura sea estéril. Del dolor podéis extraer luz que es sabiduría, mansedumbre, fortaleza y sensibilidad.

No temáis llegar al valle espiritual pensando en todo lo que habéis pecado en la Tierra; si dejáis que el dolor os lave, que el arrepentimiento brote del corazón; si lucháis por reparar vuestras faltas llegaréis dignos y limpios ante mi presencia y nadie, ni vuestra conciencia, se atreverá a mencionar vuestras pasadas imperfecciones.

En la mansión perfecta existe un lugar para cada espíritu el cual aguarda en el tiempo o en la eternidad la llegada de su poseedor. Por la escala del amor, la caridad, la fe y los méritos, llegaréis uno a uno a mi Reino.

Presentad delante de vuestros hijos buenos ejemplos que les sirvan de báculo en su camino para continuar su ascensión hacia Mí. No porque los miréis en la infancia de la materia les concedáis poca importancia espiritual; observadles y veréis cómo sus facultades están más desarrolladas que las vuestras, ellos aprenderán mis enseñanzas por vosotros y luego os enseñarán a analizarlas.

Los que hoy os encontráis jóvenes cuando lleguéis a la ancianidad habréis visto muchos prodigios a través de las nuevas generaciones de espiritualistas.

Yo digo a los padres de familia que así como se preocupa por el futuro material de sus hijos, lo hagan también por su futuro espiritual, por la misión que en ese sentido hayan traído al mundo.

Pensad que esos seres antes de encarnar ya han orado por vosotros, os han protegido y ayudado en vuestra lucha; ahora os corresponde a vosotros sostenerlos en los primeros pasos que, a través de la frágil carne, van dando en la Tierra.

Venid a Mí, discípulos. Aquí esta la paz, no la ficticia que os da el mundo, sino la que procede de mi Espíritu; llenad de ella vuestro corazón para que sepáis escucharme, comprenderme y luego llevéis a la práctica mi enseñanza.

Un determinado número de corazones está destinado para cada uno de mis labriegos; es la tierra que cada uno de ellos tendrá que trabajar para hacerla fructificar y al final presentarme una abundante cosecha.

Nadie sería capaz de edificar un templo como el que Yo estoy levantando en vuestro espíritu. La caridad del Hacedor Universal viene construyendo este santuario con infinita paciencia. Este templo será indestructible y mientras los templos hechos por manos de hombres caigan piedra tras piedra bajo los embates del tiempo y de las tempestades, éste permanecerá inconmovible, porque sus cimientos estarán en vuestro espíritu y sus torres tocarán el Reino de los Cielos.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

Cátedra Divina 82

¿Porqué algunos de mis hijos se sienten indignos de llamarme Padre? Venid a Mí, pecadores; dejad vuestro fardo de dolores, levantad vuestra faz y miradme, mi amor os hace dignos. Si no os perdono yo ¿Quién va a perdonaros?

Teníais hambre de paz, porque vuestra conciencia os reprochaba vuestros errores hasta que llegasteis ante la manifestación de mi palabra y vuestro llanto os ha lavado. Sólo Yo sé a quién o a quiénes les hablo en esta forma y sólo ellos saben a quiénes están dirigidas estas palabras.

Hace tiempo que no bendecíais mi nombre; vuestras torturas y sufrimientos os hacían creer que os hallabais en un infierno sin fin. Es que vuestros ojos se habían cerrado a la verdad, a esa luz que os muestra mi presencia en todas partes. No os bastaba el esplendor de la Naturaleza que os envuelve, ni la forma milagrosa en que el pan de cada día llegaba a vuestros labios para creer en mis bendiciones. Sólo veíais tinieblas en vuestro derredor y sólo el fuego de vuestros sufrimientos era lo que sentíais; mas cuando estabais a punto de sucumbir, llegó el Divino Cirineo a levantaros, para ayudaros a llevar vuestra cruz.

Vuestros ojos van abriéndose a una vida de luz y de fe. Desde el fondo de vuestro corazón me decís: Señor, cuán ciego estaba, qué turbado se encontraba mi corazón; hoy veo a cada paso y en todo sitio Tu presencia y siento tus bendiciones.

En verdad os digo que éstos que sufrieron y me ofendieron mucho, serán los que más fervientemente me amen; de su corazón brotará constante la ofrenda a mi Divinidad. No serán ofrendas materiales ni salmos, ni altares de la tierra; ellos saben que la ofrenda y el culto más agradable para Mí son las obras de amor que hagan con sus hermanos.

Hijos amados que llegásteis ante Mí como el hijo pródigo, no olvideis el amor con que os recibí y la humildad con la que llegásteis; sería triste que cuando os volvieseis a sentir llenos de paz en la vida, os tornaseis en vanidosos delante de vuestros hermanos o en egoístas delante de los que os buscarán para pediros algo de lo que hoy poseéis, porque ante Mí seríais los hijos ingratos. Velad y orad siempre para que no caigáis en tentación.

Comprended, discípulos amados, que esta existencia de la que hoy disfrutáis es una buena oportunidad para elevar vuestro espíritu. Para algunos, ésta será la última encarnación, otros tendrán que volver nuevamente a la Tierra. Este es el tiempo propicio para hablaros en esta forma, nadie se escandalice o se extrañe por ello.

Jesús en aquel tiempo os reveló muchas lecciones desconocidas y llevó a cabo muchas obras que en un principio causaron confusión, pero que más tarde fueron reconocidas como Verdaderas revelaciones divinas. Tened en cuenta ese antecedente para que no aventuréis en este tiempo vuestros juicios sin antes haber analizado mis enseñanzas.

Si la humanidad hubiese sabido analizar las profecías de Primero y del Segundo Tiempo, no se confundiría hoy ante la realización de ellas; esto fue lo que pasó en el Segundo Tiempo cuando el Mesías nació entre los hombres, lo mismo que acontece ahora que he venido en Espíritu.

El sentido de mi enseñanza es el mismo en los dos tiempos; ella os prepara para hacer de esta vida un hogar amable aunque pasajero, donde los hombres se miren y se traten como hermanos y brote de unos a los otros el calor de la verdadera fraternidad. Preparad también al espíritu para penetrar después de esta vida en aquellos mundos o moradas que el Señor tiene reservadas para sus hijos. Mi deseo es que cuando vayáis a ellos no os sintáis extraños, sino que vuestra espiritualidad e intuición os hagan mirar todo lo que encontréis como si ya anteriormente hubieses estado ahí. Mucho de verdad habrá en ello, si desde aquí sabéis estar en contacto con lo espiritual por medio de la oración.

Abrid vuestros ojos espirituales hasta que miréis el esplendor de la luz que irradia mi verdad, para que cuando penetréis en otra morada no os sintáis en tinieblas.

No existe entre tantas moradas como tiene la casa del Padre, un solo mundo de tinieblas, en todas está su luz; mas si en ellas penetran los espíritus con una venda en los ojos debido a su ignorancia, ¿Cómo podrán contemplar aquel esplendor?

Si aquí en el mundo preguntáis a un ciego qué contempla, él os contestará que sólo tinieblas. No es que la luz del sol no exista, sino que él no puede contemplarla.

Ved que aunque sea corto el número de los que se reunen para escucharme, el amor con que vengo a daros mi lección es muy grande.

Entre vosotros se encuentran aquellos que darán testimonio de que éste es el Tercer Tiempo en el cual el Espíritu Santo habla a través de la conciencia a todos los hombres.

Dentro de estas multitudes se encuentran los espíritus que en otros tiempos formaron parte de las tribus de Israel, llamado el pueblo de Dios, porque a ellos les fueron confiadas la Ley y las revelaciones para que las extendieran por el mundo. Algunos de esos seres vienen por última vez a la Tierra a concluir una misión y a terminar una restitución espiritual. Ellos al ascender, formarán los peldaños por donde puedan escalar sus hermanos que aún quedan en el valle terrenal.

La luz y el amor que tiene mi palabra ha hecho el milagro de hacer brotar del fango, flores puras y bellas; procurad que cuando vuestro cuerpo quede convertido en despojo humano, se desprenda de él vuestro espíritu lleno de blancura y de luz.

¡Oh espíritus que estáis recibiendo mi Doctrina, cuando lleguéis a mi presencia, sed humildes y sumisos, dejando que en vosotros se haga sólo mi voluntad! Muchas veces habéis venido a encarnar en la Tierra porque insistentemente lo pedisteis al Padre; ahora os digo que no me lo volváis a pedir, dejad que se haga en vosotros mi voluntad.

Cuando habéis venido al mundo porque Yo os lo ordené, a vuestro retorno os he pedido rigurosamente cuenta de vuestras obras. ¿Qué será cuando regreséis después de haber venido por que vosotros lo pedisteis al Señor? ¿Cómo será vuestro juicio y cómo responderéis?

Os maravilláis escuchando mis enseñanzas y decís en vuestro corazón: Cuán perfectas son las lecciones del Maestro, a lo cual os digo, que aún son pequeñas éstas, pues todas ellas tienden a corregir y a modelar a seres imperfectos: cuando hayáis alcanzado la perfección espiritual, entonces escucharéis al Verbo de Dios en su plenitud.

Ahora vuestro espíritu ha sentido el tiempo de mi nueva manifestación a través del entendimiento humano y por ella sentís mi divina presencia. Mi manifestación ha sido una vez más de Maestro; Yo soy quien os da la lección, mas a mi vez, tengo siervos que vienen a explicaros después la enseñanza que recibisteis; no son seres humanos, porque de cierto os digo que no hay en la Tierra nadie que pueda explicar mis nuevas revelaciones; es el mundo espiritual de luz el que viene en vuestra ayuda para que no caigáis en confusiones ni hagáis nuevos misterios de enseñanzas que son tan diáfanas como la luz de día.

Todo ha sido dispuesto para la realización de esta Obra espiritual; no sólo vuestro espíritu fue preparado para entrar en esta senda, también vuestra carne, la tierra que pisáis, el ambiente que os rodea, todo fue dispuesto para que mi luz brillara en lo más profundo de vuestro ser.

El espíritu se purificó en el Más Allá, de las manchas contraídas en anteriores encaranaciones; la materia se lavó con dolor y lágrimas; la Tierra reclamó a los hombres su primitiva pureza y el ambiente se saturó de plegarias y oraciones. Por la escala de perfección descendió el Señor hacia su pueblo, llego hasta el peldaño en que os encontrabais y desde ahí os hizo escuchar su voz a través de sus mensajeros o portavoces.

Cuántas lecciones, cuántas enseñanzas os he dado desde el instante en que os di mi primera comunicación; por medio de ellas quiero que lleguéis a comprender que no he venido a dividir a los hombres, sino a unirlos. A vosotros, a quienes encontré profesando una religión, vine a deciros que leáis mi libro de amor y de sabiduría divina, para que aprendáis a estar en espíritu con todos vuestros hermanos, sin distinción de credos, religiones o ideologías.

Esto se os hará difícil en un principio, más cuando comprendaís esta lección, os sentiréis verdaderamente identificados con todos los seres humanos, porque sentiréis vibrar en el fondo de cada uno de vuestros semejantes a un espíritu, que siendo hijo de Dios tiene que ser hermano vuestro.

Estudiad pueblo amado, para que seáis el discípulo del Tercer Tiempo que se distinga por su espiritualidad.

Analizad y comprenderéis que estáis viviendo el tiempo propicio para que estudiéis mi Doctrina. Venid discípulos, venid a Mí, que Yo aliviaré el peso de vuestra cruz. Os ayudaré a conquistar el lugar que en la Tierra Prometida está reservado para cada uno de vosotros.

Sentid mi amor en vuestro ser para que comprendáis que existo y sintáis el anhelo divino de salvaros. Mi luz está derramada sobre toda la humanidad porque ninguna criatura podría escapar a mi mirada.

¿Qué sería de la humanidad si por un momento le negara mi luz espiritual en estos instantes de prueba y de dolor? Las tinieblas invadirían su razón, se ofuscaría, y ya sin esperanza correría trás de la muerte y se perdería en el abismo; mas si los hombres, a pesar del caos en que se debaten, alimentan recónditamente una esperanza de salvación, es porque mi luz divina les alienta a través de su conciencia y les enseña a esperarlo todo del poder infinito del Dios Omnipotente.

De cierto os digo que mi palabra hará cambiar la faz de vuestro mundo actual y de toda vuestra vida. Para los hombres de este tiempo, el mundo y sus placeres son la razón de su vida, más pronto sabrán anteponer el espíritu al cuerpo, y el cuerpo al vestido, y en vez de ir tras las glorias mundanas, buscarán la inmortalidad del espíritu.

Habrá al principio fanatismo por lo espiritual, el cumplimiento será llevado al extremo; mas luego se serenarán los corazones y la espiritualidad surgirá llena de verdad y de pureza.

Cuando miráis al mundo debatiéndose en guerras, pereciendo de hambre o azotado por la fuerza de los elementos, no falta quienes digan que es mi justicia la que viene a destruir a la humanidad; mas de cierto os digo que Yo no he venido a destruiros sino a salvaros. Los que creen que su vida radica tan sólo en su materia y no piensan en la supervivencia del espíritu, miran su paso al Más Allá como el fin de su existencia y me juzgan entonces inexorable y cruel.

Si supieseis que muchas veces es necesario morir para el mundo para poder sobrevivir en espíritu, y que a veces sólo un dolor acerbo o una muerte cruenta son capaces de despertar y estremecer a un espíritu aletargado en el materialismo.

¿Qué sabéis de la vida y de la muerte? ¿Qué sabéis del espíritu? Muy poco; precisamente es de lo que vengo a instruiros para que seáis los que sepáis vivir de acuerdo con la grandeza de la vida que os rodea.

En este tiempo hay hambre en el mundo, hambre del cuerpo y del espíritu; os aflige más la del cuerpo y ésta es la que os hace decirme: "Señor, en los tiempos pasados enviaste sobre tu pueblo el maná del desierto para no dejarlo perecer; luego le confiaste una tierra pródiga en bendiciones, de las aguas del pozo de Jacob bebieron sus hijos y los hijos de sus hijos y muchas generaciones más, y cuando viniste al mundo a enseñar con tu palabra, llevabas a la multitud al desierto, te condolías de su fatiga y de su hambre y obrabas milagros para que ellos comieran panes y peces. ¿Porqué ahora que nos miras padecer tanto por alcanzar el pan, no te conmueve nuestra hambre y nuestra miseria?"

Si Yo os dijese que la respuesta a todas estas preguntas la lleváis en vuestra conciencia, no lo creeríais; tengo entonces que hablaros para deciros que cuanto os di en el mundo para vuestro sustento y conservación, no os lo he quitado, todo está allí; mas si no llega a todos es porque en vez de cultivar vosotros esa simiente con el riego de la fraternidad, la regáis con el egoísmo y la perversidad.

Por eso es menester que a los espiritus descienda una luz de justicia y esa es mi inspiración que se derrama en este tiempo sobre todo ser.

Cuando los hombres se hastíen de los frutos amargos que han cultivado y vuelvan sus ojos a Mí, hallarán que la vida espiritual y la naturaleza material jamás han negado sus frutos a los hijos de Señor; ellas existen en el interior de cada criatura, y ha sido el hombre el que cerró sus ojos a la razón y su intuición a la vida eterna. Entonces confesarán los que antes blasfemaban que en el desierto de esta vida jamás faltó el maná, que el pozo de Jacob aún vierte aguas cristalinas y que el Señor hace en cada día un milagro para que la humanidad no perezca de hambre o de sed.

Cuando el espíritu de la humanidad abra sus ojos a la luz, contemplará una vida nueva dentro de la misma vida que hasta ahora creía conocer demasiado y que en realidad nunca habia sabido apreciar.

Vengo a vosotros como el doctor divino que se acerca a los enfermos del cuerpo y del espíritu para devolverles la salud perdida. Soy el que viene a resucitar a aquellos que han muerto a la verdad y a la vida verdadera. Mi caridad está dispuesta a enjugar las lágrimas de los que mucho han llorado, a todos los ungiré con su solo bálsamo, que es el del amor.

Bienvenidos los pobres, los que lloran y los que padecen hambre y sed de justicia en la Tierra y que todo lo sufren con paciencia, porque a ellos vengo buscando para premiarles su sumisión y su fe.

Esta era es una nueva oportunidad para alcanzar la elevación del espíritu. Todo, hasta el dolor, influye para que la humanidad se aleje del materialismo que la ha esclavizado.

Los hombres escalarán el monte santo en cuya cumbre me encontrarán pero, antes que ellos, Yo habré ya recorrido un nuevo Calvario en el corazón de la humanidad y habré sido enclavado una vez más en la cruz de mi misión.

No levantaré un mundo nuevo sobre los pecados, odios y vicios; lo levantaré sobre firmes cimientos de regeneración, de experiencia, de arrepentimiento; Yo todo lo transformaré en vosotros. De las mismas tinieblas surgirá la luz, y de la muerte haré brotar la vida.

Si los hombres han manchado y profanado la Tierra, mañana con sus buenas obras dignificarán esta morada, la cual será vista como tierra de promisión para venir a ella a desempeñar nobles misiones. ¿Quién podrá dudar entonces de la conversión del mundo?

Yo os digo que cuando esta humanidad esté más en contra mía por su impiedad, por su alejamiento de la justicia y del bien, Yo me presentaré en su camino lleno de esplendor, como fui delante de Saulo y le haré escuchar mi voz; entonces veréis cómo muchos de los que sin darse cuenta me han perseguido, se levantarán transformados e iluminados para seguirme por las sendas del bien, del amor y de la justicia. A ellos diré: detened vuestra planta caminantes y bebed de esta fuente de aguas cristalinas. Descansad de la dura jornada a la que os he sometido. Confiadme vuestras cuitas y dejad que mi mirada penetre muy adentro de vuestro espíritu porque quiero llenaros de gracia y consolaros.

¿Quién de vosotros puede decir a su Maestro que no tiene un sufrimiento, que lleva la paz en su corazón, que ha vencido en esta vida de lucha y vicisitudes? Os contemplo navegar en un mar de pruebas y por eso vengo a daros fortaleza. Aprended a leer en el Libro de la Vida que eternamente os muestro, porque mañana tendréis que ser maestros. Cada uno de vosotros habrá de levantarse imitandome practicando la Ley para ser sanos de espíritu y de cuerpo. Muchas enseñanzas encontraréis a vuestro paso que no os conducirán a Mí; Yo os señalo el camino recto, el más corto, el de la espiritualidad.

En el Segundo Tiempo sólo tres años os di mi palabra, y en ellos preparé a mis discípulos; en esta Tercera Era os he hablado muchos años más y mis discípulos no han adelantado ni mis apóstoles han dejado el mundo por seguirme.

El que quiera seguirme, ponga en sus plantas las humildes sandalias, no lleve doble alforja porque en mi camino no le hará falta.

Preparad vuestras pupilas para que miréis en el Tercer Tiempo lo que acontece en las regiones espirituales y podáis anunciar al mundo que Yo he descendido a iluminar a todo espíritu. Preparaos para que me sintáis y sepáis recibir lo que os entrego. Dejaré a la humanidad un libro y cada una de sus páginas será una prueba de amor; éste lo uniréis a los primeros escritos por Moisés y mis apóstoles, y las obras de mis discípulos de todos los tiempos quedarán escritas también en ese libro que contendrá mi sabiduría.

Si aún no podéis hacerme presente una gran cosecha, orad y pedidme fuerzas; velad para que vuestra lámpara brille con mayor esplendor y sea la que ilumine vuestro sendero. Os he visto llorar cuando contempláis que los obstáculos no os permiten trabajar. Me habéis dicho: "Maestro, limpiad de espinas nuestro camino, para seguir adelante". Doblegad con amor la envoltura que os he dado, y no deis muestras de flaqueza o inconformidad, no me digáis que sois débiles, porque Yo os he hecho fuertes. No digáis que el cumplimiento es un sacrificio; trabajad con amor y vuestras obras quedarán escritas. Escalad la montaña de perfeccionamiento hasta encontrar mi presencia. Apoyaos en el báculo que os ofrece Elías. Mirad su ejemplo. El, representado por un anciano que se apoya en un báculo, no descansa un instante; siempre va en busca de sus ovejas perdidas para rescatarlas y conducirlas a Mi presencia. Su espíritu no desmaya ante la desobediencia y reaciedad; su ahínco y perseverancia, no se agotan; sed vosotros así, id por los caminos y no temáis al mundo ni a la tentación. Sed fuertes por el espíritu que os he dado.

Muchas comarcas se han preparado ya para esperar a los labriegos, y éstos no han llegado aún a cumplir su misión. Cuando vosotros sintáis todo el peso de vuestro cargo, tomaréis sumisos el camino e iréis en busca de vuestro destino. En ese tiempo de entrega no limitéis la caridad, mas tampoco lleguéis al sacrificio; podríais cansaros y abandonar la cruz.

Cuando hayáis sanado a los enfermos y apartado sus tinieblas, despertará su espíriru dormido y resucitará a una nueva vida. Yo siempre os protegeré si estáis dentro de mis leyes porque se acercarán a vosotros los científicos que os reclamarán por haber ungido a los enfermos sin ser doctorados en las escuelas del mundo, y los hombres que rigen los destinos de vuestra nación también os preguntarán cuál es vuestra ley y vosotros hablaréis de mi manfiestación en este tiempo y de mis revelaciones.

Para testificar mi Doctrina, glorificad mi nombre con vuestras obras y vuestra ofrenda llegará a Mí.

Sean Conmigo los enfermos, los leprosos, los afligidos, los que no tienen paz en su corazón y también los que hayan pecado o blasfemado; a todos los sanaré del cuerpo y del espíritu.

De cierto os digo que aquel enfermo que supiera guardar, analizar y poner en práctica una de mis palabras de vida, sanaría, porque llevaría guardada en su corazón una gota de mi bálsamo divino.

Os he dado pruebas de mi poder y de mi caridad para que toméis el camino con plena confianza. Recibid este mensaje de esperanza para que seáis fuertes en este tiempo en que el pecado ha cundido como el más contagioso de los males.

Una lepra inmaterial se ha extendido por la Tierra, carcome corazones y destruye la fe y la virtud. Van los hombres cubiertos de harapos espirituales, saben que nadie podrá descubrir esas miserias porque los humanos no ven más allá de lo que es materia, mas la hora de la conciencia se acerca; es lo mismo que si dijeseis el día de Señor o su juicio está por llegar. Entonces surgirá la vergüenza en unos y el remordimiento en otros.

Los que escuchen esa voz interna, quemante e inflexible, sentirán en su interior el fuego que devora, que extermina y que purifica. A ese fuego de justicia no puede resistir el pecador ni nada que no sea puro. Sólo el espíritu lo puede resistir porque está dotado dc fuerza divina; así, cuando haya pasado por el fuego de su conciencia, tendrá que salir limpio de sus errores.

Mucho os hablé en tiempos pasados de ese fuego, de ese juicio, de esa expiación; mas las figuras con las que eran representadas estas enseñanzas las tomasteis en sentido material y vuestra imaginación desvirtuó la realidad de esas revelaciones.

Cuántas torcidas interpretaciones dieron los hombres a estás lecciones divinas. Me hacen aparecer como un juez de monstruosa crueldad. Cuántos absurdos ha creado la mente humana y luego los ha impuesto como la suprema verdad.

Hoy vengo en espíritu para haceros comprender y vivir mis divinas enseñanzas.

La oración de las aves es su canto; la oración de los hombres son sus pensamientos puros que elevan a Mí. Todo lo creado tiene una ofrenda para su Creador. También el Padre tiene un presente para cada una de sus criaturas. Sin embargo, en la especie humana existe menesterosidad, miseria, dolor; es el resultado de haber hecho uso del libre albedrío sin escuchar la voz de la conciencia; es la falta de armonía en la vida de los hombres, entre lo divino y lo material; pero todo este dolor que hoy pesa sobre el mundo servirá para despertarle de su profundo sueño. Cuando la humanidad conozca la verdad y ajuste a ella su vida, encontrará la armonía de lo espiritual con la Naturaleza material que lo rodea.

Mi nueva palabra llegará a la humanidad como un mensaje de luz que disipará las tinieblas de la ignorancia.

Yo preparo en este tiempo a los nuevos pescadores de espíritus que rescatarán de las olas embravecidas a los náufragos. Entre estos pescadores estarán los que escuchan mi palabra en este tiempo, también estarán los que sin haberme oído tengan despiertos los dones de intuición e inspiración para recibir mis revelaciones; surgirán en distintos puntos del orbe y sabrán comunicarse y unirse para ser fuertes en la lucha.

Muchos medios tendrán mis nuevos discípulos para la propagación de esta bendita simiente; pero no olvidéis nunca la humildad y la sencillez porque así he llegado a vosotros y de esta misma manera os acercaréis a los corazones, a los hogares y a los pueblos. Si así llegaseis, seréis reconocidos como emisarios de un mensaje espiritual y vuestra lucha dará frutos de verdadera espiritualidad, de regeneración y de fraternidad.

En el Segundo Tiempo cuando Jesús hubo concluido su divina misión en la cruz, elevando sus ojos hacia el infinito dijo así: "Todo está consumado".

En este Tercer Tiempo cuando os entregue mi postrer palabra a través del entendimiento humano, repetiré aquellas mismas palabras, así como volveré a pronunciarlas por ultima vez, cuando todos en espíritu os encontréis en la tierra de promisión en donde me veréis descender de mi cruz de redención para deciros nuevamente: "Todo está consumado".


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!