Bienvenidos en este día de recordación en el cual conmemoráis el instante en
que por vez primera escuchó la humanidad mi palabra a través del entendimiento
humano. Han pasado los años y Yo contemplo que los entendimientos de los que me
he servido, así como el de los que me han escuchado se han desarrollado. Ya no
son los párvulos en el sentido espiritual, ni los ignorantes ante la
manifestación de la Divinidad; por la elevación que han alcanzado, han logrado
que la luz del Maestro venga a manifestarse entre la humanidad, para
perfeccionamiento de vuestra vida espiritual.
La
ignorancia de las verdades espirituales en que se encontraba la humanidad,
quedó destruida con mi luz y comprendió el hombre que el poder del Omnipotente
se limitaba en un acto de amor, para hacerse oír y sentir a través de sus
hijos.
Desde entonces, una nueva era nació para los hombres, los que ya no encontrarán
barreras que les impidan gozar y recrear el espíritu con la gracia que encierra
esta obra.
Desde entonces, todos mis discípulos se vieron libres de aquella falsa creencia
de la condenación eterna si morían en pecado, o de una dicha imperecedera, si
la muerte los sorprendía limpios de toda mancha. Despertasteis y presentisteis
el camino de evolución que sigue todo espíritu a través de la reencarnación
hasta alcanzar el perfeccionamiento para habitar en lo espiritual sin tener que
habitar más la tierra. Comprendisteis el porqué de la restitución y el sentido
de las pruebas.
Los
pecadores que ante Mí llegaron, comprendieron que la condenación eterna no
existe y se levantaron llenos de esperanza y de fe a trabajar en beneficio del
espíritu.
Una
nueva concepción de lo que es la vida espiritual surgió en la mente de aquellos
y renació para esa vida el que estaba muerto a la fe. Este milagro se realizó a
través de mi comunicación por medio del entendimiento humano.
Al
principio os permití que siguieseis con vuestras costumbres y tradiciones
religiosas, por estar saturado de ellas vuestro espíritu y habituados vuestros
sentidos, pero a medida que mi enseñanza fue haciendo luz en vuestro espíritu,
aquellos ritos y prácticas fueron desapareciendo. Estimulados por los prodigios
que alcanzabais por la fe, lograsteis que se repitiera lo que en el Segundo
Tiempo os dijera Jesús: "El milagro lo hace la fe".
Lo
que os entregué en el año de 1866, fue un recordatorio de la ley que desde
Moisés se os dio a conocer y de la palabra de Jesús, el Unigénito, que vino a
enseñaros en el Segundo Tiempo.
Fue
menester que en este Tiempo os fuese recordado que la ley se encontraba
promulgada desde el Primer Tiempo.
El
cumplimiento que debéis dar a mi ley no tiene limitaciones; ahora en una forma,
mañana en otra, tenéis que buscar siempre el bien para vuestro hermano. Mi ley
no es mandato que se imponga por la fuerza, es una eterna invitación al bien.
Yo no os impondré el bien, os lo inspiraré y aguardaré a que lo sintáis, para
que cuando lo practiquéis, sintáis que habéis cumplido con la ley de Dios.
A
través de los tiempos, el hombre ha forjado en su mente una imagen de Dios, por
medio de la cual le ha buscado y le ha adorado. Mas como existía confusión en
la práctica de las creencias, el Padre se ha valido de enviados y emisarios,
hombres iluminados por mi Divinidad, que han venido a esclarecer las ideas
confusas. Entre ellos están mis portavoces, a los que he preparado para haceros
oír por su conducto mi palabra de luz. Mientras unos han escuchado los divinos
mensajes con interés, otros, al sentir que sus arraigadas costumbres eran
combatidas, han sentido repulsión hacia el llamado de mis enviados.
Todos los mensajeros de mi Divinidad han tenido que sufrir escarnios; todos
ellos han conocido la crueldad y la ingratitud humana. En cada época, mis
precursores han venido a predicar y a practicar lo que Yo les he confiado,
siempre de acuerdo con el adelanto espiritual de la humanidad.
Yo
siempre os he manifestado mi existencia como Creador del universo y os di a
comprender desde el principio, que la base para habitar en paz este mundo eran
el amor y la caridad. Entonces descubristeis que en vuestro ser había algo que
no pertenecía a la materia; ese presentimiento, tomando cuerpo en vuestro
corazón, os reveló la existencia del espíritu y la convicción, de que después
de esta vida había otra para ese espíritu: La eternidad.
Cuando Jesús habitó en cuanto hombre con vosotros, os mostró su doctrina
siempre nueva y siempre eterna, que os señalaba el camino que debíais seguir
para encontrarlo nuevamente; y en el Tercer Tiempo me habéis vuelto a escuchar,
ahora como Espíritu Santo, a través del entendimiento del hombre.
Cada
vez que he venido a vosotros, os he apartado de la adoración de las falsas
deidades, para encauzaros por el verdadero sendero. El Espíritu Divino ha
venido en verdad sobre vosotros, mostrando al mundo que su palabra como semilla
de amor, es la vida que nace, crece y se perfecciona. Cuando Cristo terminó su
obra, dijo: "Todo está consumado", es decir, aquella lección había
tocado a su fin. Sin embargo, antes había prometido volver entre los hombres
porque aún les tenía reservadas nuevas lecciones.
Y he
aquí al Maestro entre vosotros, revelándoos las nuevas enseñanzas y
recordándoos las olvidadas, para que tengáis siempre presente los deberes de
vuestro espíritu, que debe ser verdadera imagen del Creador, para con el Padre y
para con vuestros hermanos.
Después de mi estancia como Jesús entre los hombres, he venido siempre a los
que como soldados o apóstoles vinieron a confirmar mi doctrina con sus obras y
a impedir que la humanidad torciera mis enseñanzas; pero muchos sordos y
ciegos, interpretando imperfectamente mi palabra, dividieron sus opiniones,
creando así diversidad de sectas. Y si los hombres se encuentran
espiritualmente divididos, ¿cómo podrán amarse unos a otros, según el precepto
máximo de mi ley? Por eso os digo, que esta civilización es sólo aparente,
porque los mismos hombres la destruyen. Mientras la humanidad no edifique un
mundo sobre los cimientos de mi ley de justicia y amor, no podrá tener la paz y
la luz del espíritu, sobre cuyas virtudes crearía y forjaría un Verdadero mundo
de elevación, tanto en el espíritu, como en la ciencia y en la moral.
Si
ya os pudieseis conducir obedeciendo los dictados de vuestra conciencia, no
tendría que materializarse la Divinidad para recordaros vuestros deberes. Si ya
comprendisteis que la sangre del hombre perfecto, que fue Jesús, fue vertida
para señalaros el camino de vuestra salvación, me buscaríais continuamente en
ese camino; pero no lo hacéis; mas Yo os amo y vengo a buscar a los que me han
olvidado, para renovarles mi promesa, diciéndoles que aún les espera el
"reino de los cielos". No traigo para vosotros nueva doctrina, ni
nueva ley, pero sí muchas nuevas revelaciones; mas todo cuanto os enseñe, será
para inducidos al cumplimiento de aquella máxima que os dice: "Amaos los
unos a los otros".
A
medida que escucháis mis lecciones y aprendéis de Mí, vuestro espíritu se
ilumina más y más. Será entonces inútil que tratéis de engañaros a vosotros
mismos, porque él como juez os reclamará. En vano trataréis de justificar
vuestros malos actos, porque la conciencia implacablemente señalará vuestros
errores hasta que los enmendéis. Vosotros seréis vuestros jueces. Porque: Yo no
dicto sentencias, ni os indico el lugar que después de esta vida vais a ocupar
en el mundo del espíritu; sólo os inspiro a labraros la luz y la paz para el
más allá. Así os muestro que entre Dios y el hombre existe una relación íntima.
Amadme, aun cuando no podáis imaginar cómo soy. Yo no tengo forma, soy
simplemente el amor, la potencia, la sabiduría, todo cuanto existe. Mas si no
podéis concebir todas estas virtudes, miradme e imaginadme a través de Jesús;
mas recordad que El os dijo: "Quien conoce al Hijo conoce al Padre".
Cuando améis, cuando os sintáis impulsados a practicar la caridad, cuando
tengáis que perdonar, figuraos a Jesús, sentidlo, dejadlo que viva en vuestro
corazón. Entonces seréis en verdad semejantes a vuestro Padre, tanto en el amor
como en que vosotros espiritualmente no tenéis forma, porque sois luz.
Humanidad amada: Os contemplo cansada y agobiada por el peso de vuestras
faltas; me pedís un bálsamo que cure vuestro espíritu y vuestra materia y Yo os
digo: Emprended una lucha con vosotros mismos, penetrad en vuestro interior y
conoceos. juzgaos con la luz de vuestra conciencia para que sepáis por qué
padecéis en este tiempo; y así, llenos de firmes propósitos, de obedecer mi
ley, podáis arrancar el germen del mal y ser sanos. La mala hierba será cortada
de raíz y arrojada al fuego. No es el hombre la mala hierba que crece en la
tierra, sino el pecado, la ignorancia que se ha multiplicado, invadiendo los
corazones; pero mi palabra viene a iluminar al espíritu humano, mis
inspiraciones y revelaciones detendrán el avance del mal y convertirán el
corazón del hombre en tierra fecunda, y en esas tierras Yo sembraré mi semilla
hasta hacerla fructificar abundantemente.
Soy
el doctor que viene en busca del enfermo. Cuando cansados de sufrir os
encontréis y no halléis una mano piadosa que os cure, venid a Mí, orad y
penetrad en comunión Conmigo y Yo derramaré el consuelo que necesitáis; no
juzgaré vuestro pasado, os conduciré al camino del cumplimiento y paso a paso
os transformaré en hombres de buena voluntad.
Prometeos a vosotros mismos enmendaros; no juréis ante Mí, porque la carne es
frágil y puede traicioneros.
Cuando los tiempos sean adversos, no desesperéis, no blasfeméis; resistid las
tempestades, aceptad las pruebas y vuestro espíritu se acrisolará y alcanzará a
perfeccionarse.
Yo
detendré la ambición de los hombres. La destrucción tendrá un límite y después
del día, de que os han hablado los profetas, en que la soberbia humana será
abatida. Yo concederé a cada criatura la paz, según sus méritos, y una nueva
aurora brillará para este mundo. ¿Quién puede penetrar en mis altos juicios?
¿Quién osará destruir lo que Yo he formado dentro de vosotros? El espíritu es
intocable; si destruyen el cuerpo, quedará el espíritu cuya esencia es
inmortal, y la conciencia como una ley seguirá guiando los pasos de éste, hasta
que llegue a Mí.
Todo
aquél que se doblega ante el juicio divino, encontrará el cauce que conduce a
la perfección. He señalado el destino de cada espíritu; su principio y su final
están en Mí. A lo largo del camino le esperan grandes dichas. Librará una
batalla después de otra; mas en todos, sus pasos, me encontrará y mi amor le
fortalecerá. El Padre no se apartará del hijo y cuando éste haya retornado al
seno divino, habrá fiesta en los cielos y alegría en este mundo. Entonces,
Maestro y discípulos reunidos podrán encontrarse.
En
verdad os digo: No sólo en este mundo tengo discípulos; también en el más allá
los espíritus reciben mi enseñanza y escuchan esta misma palabra que vosotros
oís; aun aquellos que por su elevación y luz son maestros, se acercan a
escuchar la palabra del Divino Maestro. Así como en vuestro mundo existen
diferencias materiales, de acuerdo con la preparación que cada uno posee,
también en el mundo espiritual hay muchos peldaños en la escala de perfección.
Así
como vosotros venís a oírme para saber cómo debéis desempeñar vuestra misión,
también los seres de luz se disponen a escucharme para servir cada vez mejor a
su Padre; por eso siempre que os hablo, me encuentro rodeado de multitudes. En
esa hora unos y otros se unen con lazos, divinos de amor.
En
el valle espiritual no se distinguen unos de otros, nadie es desconocido;
existe una gran atracción y caridad entre todos. Esto mismo deberá hacer el
pueblo espiritualista en las naciones, las religiones y las sectas, hasta
lograr la fraternidad entre la humanidad.
Los
nuevos discípulos verán realizarse las profecías que anunciaron el reino de
Cristo en el universo.
Sabed que aquellos que en otros mundos habitan, desde ahí me sirven y reciben
mis órdenes; vendrán a vosotros como cirineos y compañeros de viaje,
manifestando en vuestro camino su fuerza y su luz; ellos os hablarán por medio
del don de revelación; así mismo las generaciones futuras, las que darán un
paso más adelante del vuestro, recibirán en su entendimiento la luz de grandes
espíritus.
Reconoced por todo esto que os revelo, que no todo lo que acontece en vuestro
mundo es obra de los hombres; sabed descubrir la influencia del mundo
espiritual en vuestra vida.
Mi
enseñanza os ha dado el conocimiento suficiente para romper los velos del
fanatismo y la ignorancia, esos velos que os impiden contemplar la verdad.
Dejad libre a vuestro espíritu, ante el cual se abren espacios infinitos; no le
sujetéis a creer tan sólo en las formas que crea vuestra imaginación. Dejadlo
que se inspire en mis lecciones, que descubra y que vea, así adquirirá la
sabiduría. Si queréis ser grandes de espíritu, ayudadlo en su desarrollo, no lo
estanquéis en el fanatismo. Todo evoluciona, todo cambia y se perfecciona; sólo
mi ley es inmutable e inconmovible, porque siempre ha sido y será perfecta.
Ella es la guía del mundo, es el consejo divino, la luz que inspira el bien.
Mañana hablaréis bajo mi inspiración y mientras llega ese momento, el mundo
espiritual penetra en el corazón del hombre para orientar a la humanidad hacia
el camino que la conducirá al reino de paz.
Mi
voluntad ha escogido pecadores, porque no vine a buscar justos; esos ya están a
salvo; mas ya os, ha entresacado mi caridad; mostrad a vuestros hermanos
vuestra vida como un espejo, como un ejemplo y una prueba de regeneración.
Sé
de las luchas que existen en vuestro propio espíritu, de las debilidades de
vuestro corazón, de que a veces no encontráis fuerzas para salir avante en las
pruebas y es cuando eleváis vuestra súplica al Maestro pidiéndole que venga en
vuestro auxilio, es cuando ante El os confesáis indignos de mis dones y mis
gracias.
Por
eso me he acercado a vosotros y os he dicho: Bebed de la esencia de mi palabra,
porque ella es mi propia sangre, la cual os lavará y os salvará.
Los
espíritus se extasían escuchándome, los corazones laten apresuradamente al
recibir la luz de mi palabra, los labios empiezan a balbucir las primeras
frases de espiritualidad; son los de los nuevos discípulos que nacen a la vida
verdadera.
Yo
vi vuestra pequeñez y vuestra pobreza, al mismo tiempo que una gran humildad y
conformidad en vuestro espíritu, y cuando el momento propicio hubo llegado,
vine a traeros vuestra heredad.
Cuando las multitudes comenzaron a llegar a los lugares donde se manifiesta mi
palabra, sólo contemplé corazones huérfanos. Escuchasteis entonces mi palabra,
cuya esencia, como un bálsamo poderoso, hizo el milagro de levantaros a la
vida.
Sólo
mi palabra, sólo esta doctrina podía enseñaros a buscar en vuestro ser la
existencia de vuestro espíritu, sus potencias, sus atributos, sus misiones.
Ahora, cuando comenzáis a conoceros, empezáis a experimentar una gran confianza
en la vida, una fe real y verdadera en Mí, una paz que antes no conocisteis.
¿No
creéis que sea justo que vuestro espíritu conozca el camino por donde debe ir?
Eso es lo que Yo he querido al daros mi enseñanza. Recordad que desde aquel
tiempo os dije: "Yo soy el camino, quien viene por él no tropieza".
No
sólo los que me escuchan a través del entendimiento de estos portavoces serán
sabios; no, Yo estoy preparándolo todo Para que mi palabra, aun después de
dejar de manifestarse por estos conductos, llegue a todos los lugares de la
tierra, pues mi mensaje es para todos los pueblos que forman la humanidad.
Multitudes, que llegasteis enfermas y que os habéis sanado con el bálsamo de mi
palabra, comprended que no sólo vinisteis a sanar del mal que os aquejaba;
comprended que la verdadera finalidad de mi llamado ha sido la de revelaros la
misión espiritual que debéis cumplir para con vuestros hermanos.
No
os concretéis a regocijaros por haber recobrado vuestra fe, buscad también para
vuestro espíritu el goce que dan las obras de caridad. Que vuestro testimonio
no se concrete a decir: El Maestro me sanó, sino que además hagáis lo mismo con
vuestros semejantes, porque entonces sí estaréis cumpliendo para Conmigo y para
con ellos, estaréis dando testimonio del amor a vuestro Padre.
Quien no sienta caridad hacia los necesitados, quien no experimente en su
corazón el dolor ajeno, no habrá dado el paso que es necesario dar en mi camino
para llamarse discípulo de Cristo.
Os
he encontrado endurecidos, indiferentes y egoístas para los demás y he empezado
por derramar mis beneficios en vosotros, endulzando vuestro corazón y
sensibilizando fibras, para que más tarde pudieseis fijar vuestra atención en
los demás y también olvidaros de vosotros mismos.
Hoy
el mundo ignora que estoy reuniendo un pueblo cuya voz habrá de oírse un día en
todas partes. Yo enviaré a los nuevos discípulos a predicar; pero será hasta
que les encuentre preparados, cuando sepan enfrentarse a la lucha y los hombres
no los puedan hacer callar porque antes, les habrán dado pruebas rotundas de mi
verdad.
La
humanidad no sabe de los dones que estoy revelando a este pueblo, que son los
dones que todo hombre y todo espíritu posee. Cuando mis discípulos hayan
desarrollado dichos dones y se hayan preparado, podrán dar un testimonio amplio
y verdadero a sus manos.
Todavía tendrá que luchar mucho este pueblo para alcanzar su preparación y su
espiritualidad; muchas pruebas tendrá que pasar para purificarse de las lacras
que aún le acompañan; mas mi palabra, dicha en estos tiempos se cumplirá, como
se ha cumplido la que en los tiempos pasados revelé a la humanidad y veréis
extenderse la semilla espiritual por todos los caminos de la tierra, como un
torrente incontenible de aguas cristalinas, lavando, purificando, arrastrando
todo lo malo, fertilizando los campos, llevando la vida y la verdad a todas las
comarcas.
¿Qué
significa la fuerza de los hombres ante mi poder? ¿Qué podrá la oposición de
los pueblos materialistas contra la fuerza infinita de la espiritualidad? Nada.
Yo he permitido que el hombre vaya hasta el límite de sus ambiciones y hasta la
cumbre de su soberbia para que compruebe que el don de libre albedrío de que
fue dotado por su Padre, fue una verdad; mas allí, llegando al límite, abrirá
los ojos a la luz y al amor para inclinarse ante mi presencia rendido ante el
único poder absoluto y la única sabiduría universal que es la de vuestro Dios.
Luchad y perseverad, pueblo y en verdad os digo, que Yo os concederé contemplar
el cumplimiento de mi palabra.
Sentid, discípulos amados, cómo se manifiesta el amor divino cuando os
arrepentís de vuestras faltas; mi Espíritu se encuentra entonces de plácemes
ante los hombres.
A
través del entendimiento humano me habéis tenido como Padre comprensivo y
tierno, corrigiendo con sabiduría y paciencia infinita vuestras imperfecciones.
En
este tiempo he venido a dejaros en palabras sencillas la expresión mas sublime
de lo que es la espiritualidad. He venido a enseñaros la forma más práctica de
cumplir, para que el discípulo de esta obra camine sin tropiezos por el sendero
trazado por mi caridad desde la eternidad.
El
espiritualismo no viene creando nuevas leyes, sólo os revela la forma de
ascender y caminar sin estacionarse, dentro de la ley de todos los tiempos.
El
espíritu originalmente es puro y si se ha contaminado de impurezas en el mundo
antes tendrá que purificarse hasta alcanzar el triunfo en esta causa a él
encomendada.
El
espiritualista, por convencimiento, debe eliminar de sí mismo todo lo que
juzgue que le origina atraso; porque mi palabra no será impuesta por el temor,
ella convertirá y persuadirá haciendo sentir su verdad y su amor, como la
doctrina de Cristo en el Segundo Tiempo tampoco fue impuesta.
Hoy
Cristo, el Maestro, os dice: Ese milagro de transformarse por mi palabra, lo
hace la fe.
¿Quién duda en este tiempo de mi presencia? ¿Quién puede limitar las facultades
de quien todo lo puede? ¿Quién podrá impedir que el Maestro venga a
manifestarse por una criatura humana, que es su obra maestra, hecha a su imagen
y semejanza en cuanto al espíritu?
De
esta explicación que os doy, tomad su contenido como arma para que expliquéis
el mañana estas manifestaciones al incrédulo.
Os
veréis asediados por las preguntas de los necios y de los enemigos de esta
causa, mas no temáis, que Yo estaré con vosotros. Antes os he dejado conocer
los caminos, las encrucijadas y los peligros para que conociendo el bien y el
mal, sepáis descubrir siempre el camino verdadero, que os volverá a vuestro
origen, al seno del Padre de donde brotasteis.
Si
el hombre mora en la tierra, es por voluntad del Padre; por Él respira y vive;
y de esa forma humana tomó vuestro Señor para vivir en el mundo y dejar que el
bien y el mal a El se acercaran, dejándose tentar en su humildad. Si Yo me hice
hombre por amor, para vivir entre vosotros, ¿Por qué no había de manifestarme
por medio del entendimiento del hombre, a quien tanto amo y a quien busco para
ayudarle a salvarse?.
Todo
ser humano siente vivir dentro de sí a su propio espíritu y siente a veces el
anhelo de una mano invisible que se tienda hacia él. Cuando la pena invade su
corazón levanta su vista al cielo en busca de resignación y grita desde lo más
profundo de su ser para ser oído. ¿Cómo puede pensar que su voz llegue al
Creador y que su rostro afligido sea visto por Él? ¿Cómo puede abrigar la idea
de que su Señor le conozca? Porque en el espíritu existen facultades que lo
hacen presentir y conocer al Padre para implorarle cuando lo que busca no lo
encuentra en la tierra; si así llegáis a comprender mis lecciones, ¿Por qué no
creer que Dios se pueda manifestar por medio de los atributos del hombre, si
éste es parte de Dios mismo?.
El
hombre, por muy materialista que sea, presentirá un poder que se encuentra por
encima de todo y ese presentimiento o intuición de mi existencia le convencerá
de que estas manifestaciones están sujetas a un principio de verdad, de
justicia y de amor.
Cierto es que ha sido necesario que el hombre donado para este servicio tuviese
el convencimiento suficiente para desempeñar tan delicado cargo y que cuando no
supo apartar a tiempo las flaquezas e inclinaciones hacia lo material para
recibir mi rayo divino, la manifestación no tuvo el esplendor exterior que los
oyentes siempre ansiaban, aun cuando detrás de las imperfecciones de la materia
estuvo siempre presente la esencia y la verdad del Divino Espíritu.
Si
al estudiar mi palabra encontráis alguna diferencia en la expresión, que esto
no os confunda, porque no tiene importancia; la inspiración llega a todos los
portavoces y ellos le dan la expresión, según la perfección que haya alcanzado
dentro del lenguaje.
Buscad la esencia, que es la que debéis de llevar con vosotros.
¡MI PAZ SEA
CON VOSOTROS!
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