sábado, 7 de agosto de 2010

Enseñanza Divina No. 192 Todo evoluciona, todo cambia y se perfecciona; sólo la ley de Dios es inmutable e inconmovible

Bienvenidos en este día de recordación en el cual conmemoráis el instante en que por vez primera escuchó la humanidad mi palabra a través del entendimiento humano. Han pasado los años y Yo contemplo que los entendimientos de los que me he servido, así como el de los que me han escuchado se han desarrollado. Ya no son los párvulos en el sentido espiritual, ni los ignorantes ante la manifestación de la Divinidad; por la elevación que han alcanzado, han logrado que la luz del Maestro venga a manifestarse entre la humanidad, para perfeccionamiento de vuestra vida espiritual.

La ignorancia de las verdades espirituales en que se encontraba la humanidad, quedó destruida con mi luz y comprendió el hombre que el poder del Omnipotente se limitaba en un acto de amor, para hacerse oír y sentir a través de sus hijos.

Desde entonces, una nueva era nació para los hombres, los que ya no encontrarán barreras que les impidan gozar y recrear el espíritu con la gracia que encierra esta obra.

Desde entonces, todos mis discípulos se vieron libres de aquella falsa creencia de la condenación eterna si morían en pecado, o de una dicha imperecedera, si la muerte los sorprendía limpios de toda mancha. Despertasteis y presentisteis el camino de evolución que sigue todo espíritu a través de la reencarnación hasta alcanzar el perfeccionamiento para habitar en lo espiritual sin tener que habitar más la tierra. Comprendisteis el porqué de la restitución y el sentido de las pruebas.

Los pecadores que ante Mí llegaron, comprendieron que la condenación eterna no existe y se levantaron llenos de esperanza y de fe a trabajar en beneficio del espíritu.

Una nueva concepción de lo que es la vida espiritual surgió en la mente de aquellos y renació para esa vida el que estaba muerto a la fe. Este milagro se realizó a través de mi comunicación por medio del entendimiento humano.

Al principio os permití que siguieseis con vuestras costumbres y tradiciones religiosas, por estar saturado de ellas vuestro espíritu y habituados vuestros sentidos, pero a medida que mi enseñanza fue haciendo luz en vuestro espíritu, aquellos ritos y prácticas fueron desapareciendo. Estimulados por los prodigios que alcanzabais por la fe, lograsteis que se repitiera lo que en el Segundo Tiempo os dijera Jesús: "El milagro lo hace la fe".

Lo que os entregué en el año de 1866, fue un recordatorio de la ley que desde Moisés se os dio a conocer y de la palabra de Jesús, el Unigénito, que vino a enseñaros en el Segundo Tiempo.

Fue menester que en este Tiempo os fuese recordado que la ley se encontraba promulgada desde el Primer Tiempo.

El cumplimiento que debéis dar a mi ley no tiene limitaciones; ahora en una forma, mañana en otra, tenéis que buscar siempre el bien para vuestro hermano. Mi ley no es mandato que se imponga por la fuerza, es una eterna invitación al bien. Yo no os impondré el bien, os lo inspiraré y aguardaré a que lo sintáis, para que cuando lo practiquéis, sintáis que habéis cumplido con la ley de Dios.

A través de los tiempos, el hombre ha forjado en su mente una imagen de Dios, por medio de la cual le ha buscado y le ha adorado. Mas como existía confusión en la práctica de las creencias, el Padre se ha valido de enviados y emisarios, hombres iluminados por mi Divinidad, que han venido a esclarecer las ideas confusas. Entre ellos están mis portavoces, a los que he preparado para haceros oír por su conducto mi palabra de luz. Mientras unos han escuchado los divinos mensajes con interés, otros, al sentir que sus arraigadas costumbres eran combatidas, han sentido repulsión hacia el llamado de mis enviados.

Todos los mensajeros de mi Divinidad han tenido que sufrir escarnios; todos ellos han conocido la crueldad y la ingratitud humana. En cada época, mis precursores han venido a predicar y a practicar lo que Yo les he confiado, siempre de acuerdo con el adelanto espiritual de la humanidad.

Yo siempre os he manifestado mi existencia como Creador del universo y os di a comprender desde el principio, que la base para habitar en paz este mundo eran el amor y la caridad. Entonces descubristeis que en vuestro ser había algo que no pertenecía a la materia; ese presentimiento, tomando cuerpo en vuestro corazón, os reveló la existencia del espíritu y la convicción, de que después de esta vida había otra para ese espíritu: La eternidad.

Cuando Jesús habitó en cuanto hombre con vosotros, os mostró su doctrina siempre nueva y siempre eterna, que os señalaba el camino que debíais seguir para encontrarlo nuevamente; y en el Tercer Tiempo me habéis vuelto a escuchar, ahora como Espíritu Santo, a través del entendimiento del hombre.

Cada vez que he venido a vosotros, os he apartado de la adoración de las falsas deidades, para encauzaros por el verdadero sendero. El Espíritu Divino ha venido en verdad sobre vosotros, mostrando al mundo que su palabra como semilla de amor, es la vida que nace, crece y se perfecciona. Cuando Cristo terminó su obra, dijo: "Todo está consumado", es decir, aquella lección había tocado a su fin. Sin embargo, antes había prometido volver entre los hombres porque aún les tenía reservadas nuevas lecciones.

Y he aquí al Maestro entre vosotros, revelándoos las nuevas enseñanzas y recordándoos las olvidadas, para que tengáis siempre presente los deberes de vuestro espíritu, que debe ser verdadera imagen del Creador, para con el Padre y para con vuestros hermanos.

Después de mi estancia como Jesús entre los hombres, he venido siempre a los que como soldados o apóstoles vinieron a confirmar mi doctrina con sus obras y a impedir que la humanidad torciera mis enseñanzas; pero muchos sordos y ciegos, interpretando imperfectamente mi palabra, dividieron sus opiniones, creando así diversidad de sectas. Y si los hombres se encuentran espiritualmente divididos, ¿cómo podrán amarse unos a otros, según el precepto máximo de mi ley? Por eso os digo, que esta civilización es sólo aparente, porque los mismos hombres la destruyen. Mientras la humanidad no edifique un mundo sobre los cimientos de mi ley de justicia y amor, no podrá tener la paz y la luz del espíritu, sobre cuyas virtudes crearía y forjaría un Verdadero mundo de elevación, tanto en el espíritu, como en la ciencia y en la moral.

Si ya os pudieseis conducir obedeciendo los dictados de vuestra conciencia, no tendría que materializarse la Divinidad para recordaros vuestros deberes. Si ya comprendisteis que la sangre del hombre perfecto, que fue Jesús, fue vertida para señalaros el camino de vuestra salvación, me buscaríais continuamente en ese camino; pero no lo hacéis; mas Yo os amo y vengo a buscar a los que me han olvidado, para renovarles mi promesa, diciéndoles que aún les espera el "reino de los cielos". No traigo para vosotros nueva doctrina, ni nueva ley, pero sí muchas nuevas revelaciones; mas todo cuanto os enseñe, será para inducidos al cumplimiento de aquella máxima que os dice: "Amaos los unos a los otros".

A medida que escucháis mis lecciones y aprendéis de Mí, vuestro espíritu se ilumina más y más. Será entonces inútil que tratéis de engañaros a vosotros mismos, porque él como juez os reclamará. En vano trataréis de justificar vuestros malos actos, porque la conciencia implacablemente señalará vuestros errores hasta que los enmendéis. Vosotros seréis vuestros jueces. Porque: Yo no dicto sentencias, ni os indico el lugar que después de esta vida vais a ocupar en el mundo del espíritu; sólo os inspiro a labraros la luz y la paz para el más allá. Así os muestro que entre Dios y el hombre existe una relación íntima. Amadme, aun cuando no podáis imaginar cómo soy. Yo no tengo forma, soy simplemente el amor, la potencia, la sabiduría, todo cuanto existe. Mas si no podéis concebir todas estas virtudes, miradme e imaginadme a través de Jesús; mas recordad que El os dijo: "Quien conoce al Hijo conoce al Padre".

Cuando améis, cuando os sintáis impulsados a practicar la caridad, cuando tengáis que perdonar, figuraos a Jesús, sentidlo, dejadlo que viva en vuestro corazón. Entonces seréis en verdad semejantes a vuestro Padre, tanto en el amor como en que vosotros espiritualmente no tenéis forma, porque sois luz.

Humanidad amada: Os contemplo cansada y agobiada por el peso de vuestras faltas; me pedís un bálsamo que cure vuestro espíritu y vuestra materia y Yo os digo: Emprended una lucha con vosotros mismos, penetrad en vuestro interior y conoceos. juzgaos con la luz de vuestra conciencia para que sepáis por qué padecéis en este tiempo; y así, llenos de firmes propósitos, de obedecer mi ley, podáis arrancar el germen del mal y ser sanos. La mala hierba será cortada de raíz y arrojada al fuego. No es el hombre la mala hierba que crece en la tierra, sino el pecado, la ignorancia que se ha multiplicado, invadiendo los corazones; pero mi palabra viene a iluminar al espíritu humano, mis inspiraciones y revelaciones detendrán el avance del mal y convertirán el corazón del hombre en tierra fecunda, y en esas tierras Yo sembraré mi semilla hasta hacerla fructificar abundantemente.

Soy el doctor que viene en busca del enfermo. Cuando cansados de sufrir os encontréis y no halléis una mano piadosa que os cure, venid a Mí, orad y penetrad en comunión Conmigo y Yo derramaré el consuelo que necesitáis; no juzgaré vuestro pasado, os conduciré al camino del cumplimiento y paso a paso os transformaré en hombres de buena voluntad.

Prometeos a vosotros mismos enmendaros; no juréis ante Mí, porque la carne es frágil y puede traicioneros.

Cuando los tiempos sean adversos, no desesperéis, no blasfeméis; resistid las tempestades, aceptad las pruebas y vuestro espíritu se acrisolará y alcanzará a perfeccionarse.

Yo detendré la ambición de los hombres. La destrucción tendrá un límite y después del día, de que os han hablado los profetas, en que la soberbia humana será abatida. Yo concederé a cada criatura la paz, según sus méritos, y una nueva aurora brillará para este mundo. ¿Quién puede penetrar en mis altos juicios? ¿Quién osará destruir lo que Yo he formado dentro de vosotros? El espíritu es intocable; si destruyen el cuerpo, quedará el espíritu cuya esencia es inmortal, y la conciencia como una ley seguirá guiando los pasos de éste, hasta que llegue a Mí.

Todo aquél que se doblega ante el juicio divino, encontrará el cauce que conduce a la perfección. He señalado el destino de cada espíritu; su principio y su final están en Mí. A lo largo del camino le esperan grandes dichas. Librará una batalla después de otra; mas en todos, sus pasos, me encontrará y mi amor le fortalecerá. El Padre no se apartará del hijo y cuando éste haya retornado al seno divino, habrá fiesta en los cielos y alegría en este mundo. Entonces, Maestro y discípulos reunidos podrán encontrarse.

En verdad os digo: No sólo en este mundo tengo discípulos; también en el más allá los espíritus reciben mi enseñanza y escuchan esta misma palabra que vosotros oís; aun aquellos que por su elevación y luz son maestros, se acercan a escuchar la palabra del Divino Maestro. Así como en vuestro mundo existen diferencias materiales, de acuerdo con la preparación que cada uno posee, también en el mundo espiritual hay muchos peldaños en la escala de perfección.

Así como vosotros venís a oírme para saber cómo debéis desempeñar vuestra misión, también los seres de luz se disponen a escucharme para servir cada vez mejor a su Padre; por eso siempre que os hablo, me encuentro rodeado de multitudes. En esa hora unos y otros se unen con lazos, divinos de amor.

En el valle espiritual no se distinguen unos de otros, nadie es desconocido; existe una gran atracción y caridad entre todos. Esto mismo deberá hacer el pueblo espiritualista en las naciones, las religiones y las sectas, hasta lograr la fraternidad entre la humanidad.

Los nuevos discípulos verán realizarse las profecías que anunciaron el reino de Cristo en el universo.

Sabed que aquellos que en otros mundos habitan, desde ahí me sirven y reciben mis órdenes; vendrán a vosotros como cirineos y compañeros de viaje, manifestando en vuestro camino su fuerza y su luz; ellos os hablarán por medio del don de revelación; así mismo las generaciones futuras, las que darán un paso más adelante del vuestro, recibirán en su entendimiento la luz de grandes espíritus.

Reconoced por todo esto que os revelo, que no todo lo que acontece en vuestro mundo es obra de los hombres; sabed descubrir la influencia del mundo espiritual en vuestra vida.

Mi enseñanza os ha dado el conocimiento suficiente para romper los velos del fanatismo y la ignorancia, esos velos que os impiden contemplar la verdad.

Dejad libre a vuestro espíritu, ante el cual se abren espacios infinitos; no le sujetéis a creer tan sólo en las formas que crea vuestra imaginación. Dejadlo que se inspire en mis lecciones, que descubra y que vea, así adquirirá la sabiduría. Si queréis ser grandes de espíritu, ayudadlo en su desarrollo, no lo estanquéis en el fanatismo. Todo evoluciona, todo cambia y se perfecciona; sólo mi ley es inmutable e inconmovible, porque siempre ha sido y será perfecta. Ella es la guía del mundo, es el consejo divino, la luz que inspira el bien.

Mañana hablaréis bajo mi inspiración y mientras llega ese momento, el mundo espiritual penetra en el corazón del hombre para orientar a la humanidad hacia el camino que la conducirá al reino de paz.

Mi voluntad ha escogido pecadores, porque no vine a buscar justos; esos ya están a salvo; mas ya os, ha entresacado mi caridad; mostrad a vuestros hermanos vuestra vida como un espejo, como un ejemplo y una prueba de regeneración.

Sé de las luchas que existen en vuestro propio espíritu, de las debilidades de vuestro corazón, de que a veces no encontráis fuerzas para salir avante en las pruebas y es cuando eleváis vuestra súplica al Maestro pidiéndole que venga en vuestro auxilio, es cuando ante El os confesáis indignos de mis dones y mis gracias.

Por eso me he acercado a vosotros y os he dicho: Bebed de la esencia de mi palabra, porque ella es mi propia sangre, la cual os lavará y os salvará.

Los espíritus se extasían escuchándome, los corazones laten apresuradamente al recibir la luz de mi palabra, los labios empiezan a balbucir las primeras frases de espiritualidad; son los de los nuevos discípulos que nacen a la vida verdadera.

Yo vi vuestra pequeñez y vuestra pobreza, al mismo tiempo que una gran humildad y conformidad en vuestro espíritu, y cuando el momento propicio hubo llegado, vine a traeros vuestra heredad.

Cuando las multitudes comenzaron a llegar a los lugares donde se manifiesta mi palabra, sólo contemplé corazones huérfanos. Escuchasteis entonces mi palabra, cuya esencia, como un bálsamo poderoso, hizo el milagro de levantaros a la vida.

Sólo mi palabra, sólo esta doctrina podía enseñaros a buscar en vuestro ser la existencia de vuestro espíritu, sus potencias, sus atributos, sus misiones.

Ahora, cuando comenzáis a conoceros, empezáis a experimentar una gran confianza en la vida, una fe real y verdadera en Mí, una paz que antes no conocisteis.

¿No creéis que sea justo que vuestro espíritu conozca el camino por donde debe ir? Eso es lo que Yo he querido al daros mi enseñanza. Recordad que desde aquel tiempo os dije: "Yo soy el camino, quien viene por él no tropieza".

No sólo los que me escuchan a través del entendimiento de estos portavoces serán sabios; no, Yo estoy preparándolo todo Para que mi palabra, aun después de dejar de manifestarse por estos conductos, llegue a todos los lugares de la tierra, pues mi mensaje es para todos los pueblos que forman la humanidad.

Multitudes, que llegasteis enfermas y que os habéis sanado con el bálsamo de mi palabra, comprended que no sólo vinisteis a sanar del mal que os aquejaba; comprended que la verdadera finalidad de mi llamado ha sido la de revelaros la misión espiritual que debéis cumplir para con vuestros hermanos.

No os concretéis a regocijaros por haber recobrado vuestra fe, buscad también para vuestro espíritu el goce que dan las obras de caridad. Que vuestro testimonio no se concrete a decir: El Maestro me sanó, sino que además hagáis lo mismo con vuestros semejantes, porque entonces sí estaréis cumpliendo para Conmigo y para con ellos, estaréis dando testimonio del amor a vuestro Padre.

Quien no sienta caridad hacia los necesitados, quien no experimente en su corazón el dolor ajeno, no habrá dado el paso que es necesario dar en mi camino para llamarse discípulo de Cristo.

Os he encontrado endurecidos, indiferentes y egoístas para los demás y he empezado por derramar mis beneficios en vosotros, endulzando vuestro corazón y sensibilizando fibras, para que más tarde pudieseis fijar vuestra atención en los demás y también olvidaros de vosotros mismos.

Hoy el mundo ignora que estoy reuniendo un pueblo cuya voz habrá de oírse un día en todas partes. Yo enviaré a los nuevos discípulos a predicar; pero será hasta que les encuentre preparados, cuando sepan enfrentarse a la lucha y los hombres no los puedan hacer callar porque antes, les habrán dado pruebas rotundas de mi verdad.

La humanidad no sabe de los dones que estoy revelando a este pueblo, que son los dones que todo hombre y todo espíritu posee. Cuando mis discípulos hayan desarrollado dichos dones y se hayan preparado, podrán dar un testimonio amplio y verdadero a sus manos.

Todavía tendrá que luchar mucho este pueblo para alcanzar su preparación y su espiritualidad; muchas pruebas tendrá que pasar para purificarse de las lacras que aún le acompañan; mas mi palabra, dicha en estos tiempos se cumplirá, como se ha cumplido la que en los tiempos pasados revelé a la humanidad y veréis extenderse la semilla espiritual por todos los caminos de la tierra, como un torrente incontenible de aguas cristalinas, lavando, purificando, arrastrando todo lo malo, fertilizando los campos, llevando la vida y la verdad a todas las comarcas.

¿Qué significa la fuerza de los hombres ante mi poder? ¿Qué podrá la oposición de los pueblos materialistas contra la fuerza infinita de la espiritualidad? Nada. Yo he permitido que el hombre vaya hasta el límite de sus ambiciones y hasta la cumbre de su soberbia para que compruebe que el don de libre albedrío de que fue dotado por su Padre, fue una verdad; mas allí, llegando al límite, abrirá los ojos a la luz y al amor para inclinarse ante mi presencia rendido ante el único poder absoluto y la única sabiduría universal que es la de vuestro Dios.

Luchad y perseverad, pueblo y en verdad os digo, que Yo os concederé contemplar el cumplimiento de mi palabra.

Sentid, discípulos amados, cómo se manifiesta el amor divino cuando os arrepentís de vuestras faltas; mi Espíritu se encuentra entonces de plácemes ante los hombres.

A través del entendimiento humano me habéis tenido como Padre comprensivo y tierno, corrigiendo con sabiduría y paciencia infinita vuestras imperfecciones.

En este tiempo he venido a dejaros en palabras sencillas la expresión mas sublime de lo que es la espiritualidad. He venido a enseñaros la forma más práctica de cumplir, para que el discípulo de esta obra camine sin tropiezos por el sendero trazado por mi caridad desde la eternidad.

El espiritualismo no viene creando nuevas leyes, sólo os revela la forma de ascender y caminar sin estacionarse, dentro de la ley de todos los tiempos.

El espíritu originalmente es puro y si se ha contaminado de impurezas en el mundo antes tendrá que purificarse hasta alcanzar el triunfo en esta causa a él encomendada.

El espiritualista, por convencimiento, debe eliminar de sí mismo todo lo que juzgue que le origina atraso; porque mi palabra no será impuesta por el temor, ella convertirá y persuadirá haciendo sentir su verdad y su amor, como la doctrina de Cristo en el Segundo Tiempo tampoco fue impuesta.

Hoy Cristo, el Maestro, os dice: Ese milagro de transformarse por mi palabra, lo hace la fe.

¿Quién duda en este tiempo de mi presencia? ¿Quién puede limitar las facultades de quien todo lo puede? ¿Quién podrá impedir que el Maestro venga a manifestarse por una criatura humana, que es su obra maestra, hecha a su imagen y semejanza en cuanto al espíritu?

De esta explicación que os doy, tomad su contenido como arma para que expliquéis el mañana estas manifestaciones al incrédulo.

Os veréis asediados por las preguntas de los necios y de los enemigos de esta causa, mas no temáis, que Yo estaré con vosotros. Antes os he dejado conocer los caminos, las encrucijadas y los peligros para que conociendo el bien y el mal, sepáis descubrir siempre el camino verdadero, que os volverá a vuestro origen, al seno del Padre de donde brotasteis.

Si el hombre mora en la tierra, es por voluntad del Padre; por Él respira y vive; y de esa forma humana tomó vuestro Señor para vivir en el mundo y dejar que el bien y el mal a El se acercaran, dejándose tentar en su humildad. Si Yo me hice hombre por amor, para vivir entre vosotros, ¿Por qué no había de manifestarme por medio del entendimiento del hombre, a quien tanto amo y a quien busco para ayudarle a salvarse?.

Todo ser humano siente vivir dentro de sí a su propio espíritu y siente a veces el anhelo de una mano invisible que se tienda hacia él. Cuando la pena invade su corazón levanta su vista al cielo en busca de resignación y grita desde lo más profundo de su ser para ser oído. ¿Cómo puede pensar que su voz llegue al Creador y que su rostro afligido sea visto por Él? ¿Cómo puede abrigar la idea de que su Señor le conozca? Porque en el espíritu existen facultades que lo hacen presentir y conocer al Padre para implorarle cuando lo que busca no lo encuentra en la tierra; si así llegáis a comprender mis lecciones, ¿Por qué no creer que Dios se pueda manifestar por medio de los atributos del hombre, si éste es parte de Dios mismo?.

El hombre, por muy materialista que sea, presentirá un poder que se encuentra por encima de todo y ese presentimiento o intuición de mi existencia le convencerá de que estas manifestaciones están sujetas a un principio de verdad, de justicia y de amor.

Cierto es que ha sido necesario que el hombre donado para este servicio tuviese el convencimiento suficiente para desempeñar tan delicado cargo y que cuando no supo apartar a tiempo las flaquezas e inclinaciones hacia lo material para recibir mi rayo divino, la manifestación no tuvo el esplendor exterior que los oyentes siempre ansiaban, aun cuando detrás de las imperfecciones de la materia estuvo siempre presente la esencia y la verdad del Divino Espíritu.

Si al estudiar mi palabra encontráis alguna diferencia en la expresión, que esto no os confunda, porque no tiene importancia; la inspiración llega a todos los portavoces y ellos le dan la expresión, según la perfección que haya alcanzado dentro del lenguaje.

Buscad la esencia, que es la que debéis de llevar con vosotros.

¡MI PAZ SEA CON VOSOTROS!


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