sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 51

Discípulos, con cuánto gozo y ternura me recibe hoy vuestro corazón, es que antes estuvo entre vosotros vuestra Madre espiritual envolviéndoos en su esencia divina.

¡Cuánta alegría habrá en vuestro espíritu, cuando ya fuera de la materia que lo aprisiona, habite en las regiones de la paz y pueda estar oyendo siempre la voz de la Madre Celestial, como un canto divino!

La fe y el amor hacia vuestra Madre espiritual es una semilla que os confío para que la cultivéis en el corazón de vuestros hermanos. Todos los que por mi caridad recibieron la señal en su frente, irán delante haciendo luz en el sendero. Hace mucho tiempo que a esos mismos espíritus les ordené que señalaran las puertas de sus casas con la sangre de un cordero, como símbolo de pacto y de purificación. Sólo Yo sé por qué en todos los tiempos os he señalado; sólo Yo conozco vuestro destino y vuestra restitución, y es por eso que siempre mi justicia os toca, para que permanezcáis alejados de la maldad.

Cuando mi voz resonó como el eco de una campana sonora en este tiempo, al instante reconocisteis quién llamaba y os levantasteis a escucharme para más tarde poder seguirme. Ninguno de vosotros se sienta rey o señor por los dones que de Mí ha recibido o por la dignidad de que ha sido investido; sed los más humildes, aunque también los más celosos de mi ley.
02-051.05 Este es el tiempo de vuestra actividad espiritual, en el cual os ayudará la experiencia que habéis recogido en el camino. Siempre que habéis estado en la Tierra, habéis buscado comodidades y placeres, y cuando habéis habitado en el Más allá os habéis concretado a una vida contemplativa. Ahora es cuando estáis comprendiendo la finalidad de vuestra existencia y la esencia de vuestra misión espiritual.

Cada día los hombres abren nuevos surcos a la perversidad, y es allí en donde debéis dejar caer esta semilla, labriegos de Jesús, para que el ejemplo de vuestras buenas obras testifique la verdad de mi doctrina y aparte de su materialismo a vuestros hermanos. Dejad que vuestra vida se deslice siempre por el camino recto, y cuando la muerte abra a vuestro espíritu las puertas de la eternidad, puedan decir vuestros hermanos, he aquí un justo; y al llegar ante mi presencia, el Padre os diga: Venid que viviréis eternamente en Mí.

Elías, que es el Pastor Espiritual del Tercer Tiempo, es a quien se le han encomendado los espíritus como ovejas del aprisco del Señor.
Él es quien reunirá a los 144,000 que estoy marcando con la señal de mi Divinidad, y cuando hayan sido señalados, se desatará mi justicia en la Tierra. Hoy Elías está encendiendo una lámpara en cada espíritu, con el fin de que nadie se pierda en la hora de la prueba.

Pueblo, Mi rayo de luz se hace palabra a través de mis portavoces, para enseñaros mi doctrina. Esta palabra ha tocado vuestro corazón, os ha señalado el camino que conduce a la felicidad haciendo más ligero el peso de vuestra cruz. Fortaleceos en mi palabra para que resistáis con entereza vuestras pruebas y entreguéis su cumplimiento con amor y mansedumbre. No temáis a las lenguas desatadas de los hombres, no olvidéis que tendréis que ser muy probados.

Es necesario que la humanidad se levante nuevamente en contra mía; es menester que los hombres escudriñen mi obra; sólo así lograrán descubrir la verdad y la ley justa, solamente así podrán encontrar mi presencia y palpar mi sabiduría y mi amor.

En esa lucha tenéis que cumplir una misión muy importante, mas no os creáis los poseedores de mi ley, porque la Ley soy Yo y vosotros sólo sois los intérpretes.

Sed felices pensando que no poseéis regios templos que alguien pueda destruir, porque vuestras reuniones lo mismo podéis hacerlas en una sencilla alcoba, que en un valle o en una montaña; donde mis hijos se reúnan y me llamen, ahí seré con ellos. También os digo que no habrá poder humano que detenga esta palabra, la cual llegará sin interrupción, hasta el día marcado por mi voluntad. Y si antes de ese tiempo los hombres callarán las bocas de mis discípulos o les dieran muerte, sus cadáveres gritarían.

Las profecías que en mi palabra os he dado se cumplirán fielmente, porque no he venido a engañaros, no he venido a daros piedra por pan ni serpiente por pez. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.

En el Segundo Tiempo sólo os anuncié el Reino del cual vine y al cual habréis de penetrar; ahora vengo a revelaros muchas bellezas de esa mansión divina. Esa nueva vida es el principio del Reino de paz que os tengo prometido.

Mi huella está marcada desde el Primer Tiempo, transitad por ella, seguid adelante sin abandonar vuestra cruz, porque sin ella no podréis ser reconocidos.

Lo que los hombres hayan destruido, Yo lo reconstruiré.

Penetrad en la luz y en la esencia del Sexto Sello, libro en el cual está escrito vuestro destino.

Os doy cátedras de consuelo, otras de enseñanza, otras de alerta y algunas también de preparación, para que nada os falte en vuestra alforja.

¡Cuántas de las profecías de mis profetas están ya cumpliéndose! Joel dijo: "Derramaré mi Espíritu sobre toda carne". Juan el apóstol vio este tiempo en sus visiones proféticas, y mi palabra seguirá cumpliéndose hasta la eternidad.

La palabra divina está encontrando eco en el corazón de este pueblo. Habéis preparado la morada y aquí me tenéis con vosotros. El Libro de la Vida Verdadera, está abierto ante vosotros y cada vez que lo estudiéis recibiréis una nueva lección, mas quienes duerman en su profundo letargo, no esperen el año de 1950, no esperen que mi campana sonora venga a anunciaros mi partida y hasta esa hora queráis levantaros a oírme. Sabéis que mi palabra y la de mi mundo espiritual cesarán de oírse después de ese año que os he señalado.

Os rescaté y mi sangre fue símbolo del amor que os tengo, no quiero que volváis al pecado, a las tinieblas.

Una prueba mundial se avecina y quiero que mi pueblo se encuentre preparado, para que en medio de la tempestad, sea el faro de esperanza que ilumine la ruta de los náufragos. En verdad, en verdad, tres cuartas partes de la Tierra serán tocadas, a ellas el dolor les lavará; escuchadme, pueblo, porque habréis de llevar estas palabras a todos vuestros hermanos.

En vuestro corazón daréis muerte al egoísmo que pudiera encerrar y daréis lugar a la caridad. ¿Sería posible que predicaseis el amor sin sentirlo? Antes de que pusieseis sobre vuestro rostro esa máscara de hipocresía, Yo os doctrinaré y os probaré hasta hacer nacer la sinceridad en vuestro corazón.

Llegará el día de mi partida, y el que haya sabido prepararse, se sentirá espiritualmente situado a la diestra del Señor; mas de cierto os digo, que el número de los desobedientes, de aquellos que salten el cerco prohibido, será grande, éstos serán los que habiéndome escuchado mucho, no supieron aprovechar ni comprender la lección, y en su ignorancia pedirán al Padre que sea un tiempo más con ellos, habiéndoles dicho muchas veces: "Mi palabra es de Rey y no retrocede jamás", "antes pasarán los cielos y la Tierra, o dejará de alumbrar el astro rey, que dejar de cumplirse una sola de mis palabras", por eso os digo, que fue mi voluntad anunciaros el final de esta manifestación desde los primeros días de mi comunicación, para que todos los supieseis y estuvieseis preparados.

Elías anunció al pueblo mi inminente llegada, y señaló también por boca de Roque Rojas el año de 1950 como el de mi partida, o sea el final de la etapa de comunicación por el entendimiento humano.

En este instante os digo que mis lecciones van muy adelante y vosotros vais quedando atrás; si no queréis sentiros débiles en el día de la prueba, tendréis que apresuraros y esforzaros para marchar al compás de mis lecciones. Sólo así os sentiréis fuertes para penetrar en la etapa siguiente, en la comunicación de Espíritu a espíritu.

Os he revelado la presencia del mundo espiritual, para que sintáis la proximidad de vuestros hermanos y recibáis sus sabios consejos; ellos han venido a traeros espiritualidad; ¿por qué habéis querido a cada momento arrastrarlos hacia la materialidad? Cierto es que no lo lograréis, pero los hacéis sufrir.

Esos espíritus viven en armonía con mi Divinidad, vosotros sois los muertos a quienes ellos vienen a resucitar, mi voz os estará diciendo continuamente: preparaos, porque si así no fuese, si no os dieseis cuenta de que vivís en un tiempo de peligros y acechanzas, veréis surgir delante de vosotros a los falsos Cristos, a los falsos Elías y a los falsos espíritus de luz.

¿Queréis que sea el mundo, los hombres o el dolor los que os libren de vuestros errores? Recordad que os he dicho: "El árbol por su fruto es reconocido", debiendo comprender que seréis juzgados por vuestras obras. Benditos sean aquellos que con sumisión y obediencia tomen su cruz; mas siempre ha de existir entre mi apostolado el discípulo traidor interesado y falso, que si pudiera de nuevo me conduciría al sacrificio. Aunque no es necesario estar en materia para que podáis crucificarme o escupir mi rostro.

Os quiero obedientes a todos, a ninguno quiero merecedor de estas duras palabras; que cuando vuestros hermanos vengan a preguntaros por Mí, no os ocultéis, ni neguéis él haberme escuchado; Que nadie me vuelva la espalda en el momento de la prueba, que ninguno esconda su heredad.

Extensa es mi lección en cada una de mis cátedras, porque quiero levantar en vuestro corazón un santuario espiritual, donde Yo habite y una morada de paz para vuestros hermanos.

Aprovechad este tiempo en el que mi palabra a través del portavoz acaricia a vuestro espíritu; abrid vuestro corazón y guardad en él este libro, porque llegará el instante en que despertéis de vuestro profundo letargo y acudáis a él en busca de luz.

Desde mi cruz de amor os hablo, mas no es sangre la que mana ahora de mi cuerpo, sino luz la que se desprende en rayos que descienden sobre los hombres. Os he dado el don de la palabra y la luz de la inspiración: de vuestras bocas saldrá la explicación del misterio de los Siete Sellos, para que la humanidad conozca mi verdad. Esta palabra que os doy, hará caer de los ojos de los hombres la venda de oscuridad. Toda la mala hierba será cortada y en su lugar será sembrada la buena simiente.

Vais pisando huellas de sangre, de vicio y de pecado renegando en contra de quienes las dejaron, sin saber si esas huellas son las que dejasteis en vuestra vida anterior; por eso no os sintáis exentos de responsabilidad en este tiempo; ya llegaréis a comprender que mi justicia por dura e inexorable que os parezca, solamente encierra amor. Un tesoro de sabiduría he derramado en este tiempo por medio de mis portavoces y será hasta después de mi partida en 1950 cuando deis todo su valor a esta palabra, cuando mis ruiseñores hayan enmudecido para estos cantos divinos.

Mi palabra es de Rey, mi voluntad es una y llegado ese instante nada ni nadie hará cambiar el orden de mis mandatos y designios. Hay quienes dicen que 1950 está distante y que aún es tiempo de gozar del libre albedrío, que luego habrá tiempo para convertirse y cumplir con mi ley. ¡Cuán pequeño e ignorante demuestra ser quien piensa y siente así! ¿Quién sabe los días que ha de vivir sobre la Tierra? ¿Quién es dueño de prolongar su existencia según su voluntad?

Nadie quiera dejar convertido en despojo a su espíritu cuando su envoltura deje de existir; ni hagáis de vuestro espíritu una sombra doliente que de puerta en puerta y de corazón en corazón implore una limosna de luz, cuando mi Espíritu derramó torrentes de ella sobre de él.

Oíd, párvulos: el Maestro quiere que cuando esta palabra deje de escucharse, vosotros podáis ser los maestros espirituales de vuestros hijos, de las nuevas generaciones a las cuales Yo os confío. Enseñaréis espiritualidad y moral y vuestra simiente será recibida en mi granero.

Los hipócritas fariseos del Segundo Tiempo, a cada paso se cruzaban en mi camino con la esperanza de encontrar una mancha en mi obra, una mentira en mis palabras y nunca las pudieron hallar.

En este tiempo vosotros seréis escudriñados como Jesús, mas ya que no tenéis la fortaleza y la sabiduría del Maestro, quiero que al menos os encontréis siempre en el camino verdadero. Después de lo que os he hablado y del tiempo que os he concedido, ya vuestra oración debería encontrarse a un paso de la espiritualidad, pero aún no habéis vencido al mundo, aún el espíritu no se ha impuesto a la materia.

En el Segundo Tiempo, busqué discípulos por las riberas del mar de Galilea y cuando encontré a los que habían de seguirme, les dije: "Venid" y vinieron tras de Mí; todo lo dejaron por seguirme. A las muchedumbres que creían en mis palabras, les decía: "El que quiera oírme, reparta sus bienes entre los necesitados y sígame, Yo vengo a enseñar el camino que conduce a mi Reino" Aquellos discípulos, convertidos después en apóstoles del amor y de la verdad que Cristo predicó, supieron conmover los cimientos espirituales y morales de los pueblos de aquel tiempo. Con amor y con sangre sellaron su obra de sumisión hacia el Padre; de entre aquellas multitudes que me escucharon y de aquellos pueblos que después oyeron a mis discípulos, surgieron los fieles a mi doctrina, los mártires.

Hoy no vengo a pediros vuestra vida, ni vuestra sangre, porque es otro tiempo en el que hoy vivís; a pesar de ello, ¿no podríais hacer algo semejante a lo que hicieron aquellos en amor, en abnegación y en fe?

Hay quien me dice: Padre, estoy dispuesto a dar mi vida por vos, y Yo os contesto: No, hijo, no deis vuestra vida sin saber por qué, mejor conservadla para que seáis útiles a vuestros hermanos y cuando hayáis concluido vuestra misión, entonces sí entregádmela humildemente.

Hoy vosotros decís: Señor, no sólo de pan vivimos, venid a nosotros y dadnos vuestra palabra.

Me recordáis en medio de vuestras vicisitudes. Sois el pueblo fuerte, y en los instantes de mayor sufrimiento os acordáis del Crucificado, para pedirle fortaleza.

Habéis sido fuertes para buscarme y seguirme, y vuestra intuición os ha conducido hasta Mí ya que los hombres se han empeñado en ocultar la luz del camino, mis promesas de volver, mis profecías del Segundo Tiempo y la revelación de mi apóstol Juan.

A pesar de todo, habéis sabido apartaros de la idolatría y del fanatismo, defendiendo la fe de vuestro espíritu. Y cuando oísteis que Cristo había vuelto y que se encontraba doctrinando a las multitudes, acudisteis al llamado y reconocisteis que era el Maestro, por la humildad de la forma en que se manifestaba, por la humildad del lugar y por la sencillez de los que le seguían. Si os hubiesen dicho que en los palacios de los hombres se estaba manifestando, no lo hubieseis creído, porque de vuestro espíritu no se borra aún el recuerdo de la humildad del Rabí de Galilea. Tampoco lo hubieseis concebido encarnado nuevamente en un hombre, mas al verle venir hacia el mundo en forma espiritual, sentisteis que esa luz venía del Espíritu Santo. Y es que sabéis que no vengo dos veces en la misma forma. Discípulos, cerrad vuestros oídos a la murmuración y a los juicios que de vosotros hace la humanidad; Pensad que ellos son inocentes, mas estad siempre preparados para que no vayan a apagar la luz de vuestra fe.

Vengo a revelaros el secreto para que no os perdáis nunca del camino de la vida verdadera, ya que en este tiempo en el mundo no hay quien sepa guiaros por el sendero de la verdad. El secreto es dejaros guiar por la conciencia, porque en ella estoy Yo.

Todos los hombres y todos los pueblos tienen guías, mas si a ellos preguntase: "¿Hacia dónde habéis sido conducidos?" Todos me dirían: "Hacia el dolor, hacia el abismo y la destrucción".

Os estoy dando una explicación amplia de cómo es el camino que hacia Mí conduce, enseñándoos a vivir con pureza en la Tierra, para que vuestro culto espiritual sea agradable y limpio. Vengo a deciros que seáis humanos, para que seáis espiritualistas, cumpliendo con el César y sabiendo cumplir para con vuestro Dios.

La vida humana tiene leyes que debéis cumplir para estar en armonía con ella; la naturaleza exige de vosotros su tributo. Dad a cada ley el cumplimiento que corresponda, mas nunca os confundáis y me ofrezcáis el tributo que al mundo pertenece, ni a él deis la ofrenda que para Mí debía ser; sabed que quien cumpla con ambas leyes, tanto en lo espiritual, como en lo material, me está glorificando y llegará a Mí.

Por eso mi enseñanza no se concreta solamente al espíritu, sino también a la vida humana, a la moral que dentro de ella debe tener el hombre; porque si os profundizáis en estas lecciones, veréis que la Vida es una sola y el camino uno solo también. No os sorprendáis que Yo os diga que dignifiquéis a la familia, que améis a vuestros padres, que los esposos se amen, que el hombre no vea en la mujer una sierva sino a su digna compañera; que la mujer vea en el hombre a su baluarte, su escudo; que los padres traigan al mundo hijos sanos, a los que guíen por el sendero del bien.

Tampoco os sorprendáis si os digo que si el César os pide el tributo del trabajo, cumpláis con él, porque también es ley que pesa sobre el hombre. Tomad las herramientas de labranza y arrancad a la Tierra sus tesoros y sus frutos de amor.

Buscad vuestro progreso dentro de la vida humana, mas nunca os dejéis dominar por desmedidas ambiciones, porque entonces perderéis vuestra libertad y os esclavizará el materialismo.

Poned en cada uno de vuestros actos lo que os señale vuestra conciencia, para que ellos encierren justicia. Respetad a vuestros gobernantes, responded a sus llamados y trabajad con ellos por el bien de todos. Respetad las creencias religiosas de vuestros hermanos y cuando penetréis en sus iglesias, descubríos con sincero recogimiento, sabiendo que en todo culto estoy presente. No desconozcáis al mundo por seguirme, ni os apartéis de Mí pretextando que tenéis deberes con el mundo; aprended a fundir ambas leyes en una sola.

Vengo a libertar a vuestro espíritu solamente de lo superfluo, de lo falso, para que en las duras pruebas de la vida terrestre, sepa elevarse sobre toda miseria, esclavitud o humillación. Escuchad mi voz que os dice: No hay en la tierra nadie que posea potestad sobre vuestro espíritu.

Tengo que hablaros así, para destruir las malas interpretaciones que a mi doctrina se le han dado, hoy lo hago a través de estos hombres por quienes me comunico, que no son justos y que sin embargo, así ha sido mi voluntad escogerlos.

Ellos saben que mientras mayor sea su preparación y su limpidez, mayor será la inspiración que a su mente llegue, ese es él por qué de la regeneración y enmienda de estos hijos míos que antes pecaban y hoy luchan por hacerse dignos de manifestar mi Verbo.

Si queréis buscar perfección, no la encontraréis en los portavoces, buscadla en la esencia de mi palabra, ahí encontraréis mi presencia.

Pueblo, aprended a hacer la caridad en todas sus formas, mas no hagáis públicas vuestras obras, buscando la admiración o el elogio, porque ese pago es pequeño y perderéis el pago grande, aquel que Yo os reservo.

No sólo os digo que purifiquéis vuestro espíritu, sino también que fortalezcáis a vuestra materia, para que las nuevas generaciones que de vosotros broten, sean saludables y sus espíritus puedan cumplir su delicada misión.

Orad, pero que vuestra oración sea breve, para que el resto del tiempo lo empleéis en practicar la ley. Cinco minutos de oración os pido, pero que en ellos os entreguéis a Mí para que escuchéis mi voz en vuestra conciencia. En verdad os digo que no todos estáis velando y orando, porque mi mirada perspicaz ha penetrado en vuestro corazón, en donde muchas veces ni vosotros podéis penetrar, y ha descubierto cuanto en él ocultáis.

Tiempo de juicio es éste para la humanidad. Hombre por hombre, pueblo por pueblo y nación por nación son juzgados por mi Divinidad; Sin embargo, los hombres no se han dado cuenta de ello ni saben el tiempo en que viven. Es por eso que he venido en Espíritu, enviando mi rayo sobre el entendimiento humano y por su conducto os he revelado quién os habla, qué tiempo es el que vivís y cuál es vuestra misión.

El contenido de mis tres testamentos, lo he venido a depositar en el corazón de este pueblo, y sin embargo sabiendo que poseéis la verdad y la ley, aún os levantáis desconociéndoos los unos a los otros. Es que la influencia de la guerra que se cierne sobre las naciones, también ha hecho presa de vosotros.

Os habla el único Dios que existe, al que llamasteis Jehová cuando os mostró su fuerza y os reveló la ley en el monte Sinaí, al que llamasteis Jesús, porque en Él estuvo mi Verbo y al que hoy llamáis Espíritu Santo, porque soy el Espíritu de la Verdad.

¿Cómo es que mirabais tres dioses donde sólo existe uno? Todos vosotros sois hijos de este Dios. ¿Por qué aquí en la Tierra no sabéis amaros como hermanos que sois? Sabéis que hombres con hombres se dan muerte, que la sangre corre a torrentes y el dolor que invade la Tierra no conmueve a vuestros corazones. Os he dicho: Orad y si cumplís con mis mandatos, no temeréis a las guerras, al hambre, a la peste ni a las enfermedades desconocidas; mas si estáis exentos de estas penalidades, es para que oréis y veléis por vuestros semejantes. No
pongáis en duda el poder de la oración porque es la mayor arma del espíritu.

La mano imprudente del hombre ha abierto las puertas que detenían las fuerzas y los elementos de purificación, los cuales han caído sobre la humanidad.

Naciones de la Tierra, que apurando estáis un cáliz muy amargo y sentís el dolor hasta lo más profundo de vuestro corazón, ya que así lo habéis querido, apuradlo con paciencia, para que de esta experiencia podáis obtener luz y provecho para vuestro espíritu, al levantaros en pos del camino verdadero por donde llegaréis a las ruinas del templo que habéis destruido dentro de vosotros mismos y que tendréis que reedificar, para que en él os hable mi voz y volváis a poseer mi ley.

Orad y haced méritos, pueblo, porque la guerra acecha a vuestra nación. Vuestra misión espiritual os espera, no dejéis que el hambre, la peste y la muerte penetren entre vosotros. Si faltare fuerza a vuestra fe, tendréis que mesar de desesperación vuestros cabellos al ver a vuestros hermanos matándose, a vuestros hijos sufriendo el hambre; el agua que bebáis será amarga, vuestros montes y vuestros valles se secarán y los árboles no darán frutos, y esta tierra que por muchos es mirada como tierra de promisión por su riqueza y abundancia, no tendrá nada que ofrecer al extranjero, que en busca de libertad o de pan se acerca a ella.

Mientras que mi arcano pleno de revelaciones y de misericordia, sólo espera la hora en que la humanidad vuelva su mirada al Padre, mostrándose limpia y humilde, para derramar en ella cuanto le tengo reservado, de cierto os digo que habéis estado desafiando siempre mi justicia, y que en este tiempo os he aceptado el desafío. Vengo en son de guerra, mi poder es grande, mis huestes numerosas y mis armas invencibles. Al final Yo venceré, mas no me levantaré sobre los muertos, sino delante de los vivos; a nadie humillaré, todos levantarán su faz para ensalzar mi nombre. Por eso entre vosotros, pueblo, quiero contemplar unión, caridad, respeto y amor de un labriego a otro y de un recinto hacia los demás.

Os concedo este tiempo, para que destruyáis en vuestro corazón la idolatría, el fanatismo, todo lo superfluo y malo que en vuestras prácticas y en vuestro culto existiera. Sentid la palabra divina cómo desciende sobre la humanidad, mas en medio de mi justicia, sentid mi paz.

¡Oh, valle de lágrimas y de sangre donde los hombres levantan su trono para adorarse a sí mismos y luego con sus manos cavan su propia tumba! Vengo a libertarlos del pecado y de la muerte, porque ellos se han atado y esclavizado. De cierto os digo, que este mundo ya no le pertenece a esta humanidad, por eso a cada momento le rechaza.

La Tierra, que cual madre abnegada y tolerante ha albergado a los hombres, desde ahora y a cada paso les señalará el camino que conduce no hacia su seno, sino hacia el Altísimo, en donde otra madre, la Madre Celestial, espera la llegada de sus hijos para envolverlos en su manto que es eterna promesa de felicidad.

¡Mi paz sea con vosotros!

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