sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 52

Alimentaos de mi esencia divina, sed fuertes en el cumplimiento de mi ley y como recompensa hallaréis paz y consuelo en vuestras obras. Sed verdaderos intercesores de vuestros hermanos y llevadles con vuestras oraciones y vuestros méritos, la paz de mi Espíritu. No os despojéis de mi gracia en estos tiempos de acechanzas, fortaleced a vuestro espíritu para que salgáis triunfantes de las pruebas.

Interceded y haced méritos aun por aquellos que no os amen; imitad a María vuestra Madre Celestial, la divina intercesora, que lo mismo aboga por el que pone su esperanza en Ella, que por el que le ha cerrado su corazón o por el que niega su pureza y su esencia divina.

Delicada es vuestra misión y noble vuestro destino, pueblo, no os desviéis más de la senda que os he trazado. He levantado un santuario en vuestro corazón, mas no dejéis que dentro de él se extinga la flama de la fe, ni se acabe el ideal de espiritualizaros. No tengáis vuestro templo en tinieblas, porque si alguien llamare a sus puertas no hallaría la luz que busca, ni podría escuchar el eco de mi voz. Llevad mi presencia y mi palabra en vuestro corazón y en verdad os digo, que no habrá nadie que destruya vuestro santuario, ni quien os haga retroceder en el camino. ¿Quién podrá impedir que me améis?

Mi luz brilla en todo entendimiento y mi voz vibra en toda conciencia; sin embargo, los hombres no quieren darse cuenta del tiempo en que se encuentran. Es preciso que un pueblo se prepare para dar la buena nueva a la humanidad y ese pueblo quiero que sea éste, a quien he elegido para hacerle oír mi divina palabra. Si a cada paso os digo que os preparéis, es porque tendréis que dar testimonio de mi manifestación a través del entendimiento humano, y ese testimonio no se reducirá a repetir
las frases que de Mí hayáis aprendido, sino a dar pruebas de potestad espiritual, ya sea convirtiendo pecadores obstinados, sanando enfermos desahuciados o alguna otra de las obras que Yo os he enseñado. Pensad que si os levantáis sin antes alcanzar la regeneración de vuestra vida y un principio de espiritualidad, cuando vayáis predicando amor y caridad, iréis imitando a los hipócritas fariseos que publicaban su falsa virtud y escondían su perversidad. No quiero falsos ni prevaricadores entre mis nuevos discípulos.

Si anheláis que mi doctrina florezca en la Tierra, sembradla pura como Yo os la he entregado, regando esa divina simiente con el agua de vuestras buenas obras. Caminad confiando en mi protección.

¿Quién podrá deteneros o haceros callar cuando os levantéis inspirados por mi luz divina? Nadie, mi pueblo, como nadie hizo callar a Jesús en aquel tiempo, y si Él enmudeció delante de algunos pecadores, fue para daros una lección de humildad, ya que con sus obras dio testimonio de la verdad de su palabra.

Daos cuenta de los años que han pasado durante los cuales mi palabra ha estado vibrando a través de estos portavoces y nadie ha logrado hacer callar la voz divina que brota de sus labios. En verdad os digo, que llegará el año de 1950 sin que ella se interrumpa, mas una vez llegado el final de ese año, enmudecerán mis ruiseñores para la transmisión de mis enseñanzas, porque todo lo que tenga que deciros por su conducto durante esta etapa de mi manifestación, habrá concluido.

Vosotros daréis testimonio de mi doctrina con obras, palabras y pensamientos, y nada detendrá el torrente de luz que haré brotar de vuestro espíritu, pero también llegará vuestra hora de callar; sellaré vuestros labios y os recogeré, porque lo que había de decir por vuestro conducto, ya habrá sido dicho hasta la última palabra.

Quiero que os unáis todos sin hacer distinciones por asistir a distintos recintos, porque la enseñanza que ha llegado a todos es la misma, la luz que ilumina vuestra mente es igual en unos y en otros.

Os he dado medios para defender vuestra fe y para velar por la obra que os he confiado, mas nunca os he dado armas para que os hiráis los unos a los otros. Quiero que los que integran este pueblo sean los soldados de mi causa espiritual, pero nunca los enemigos de ella.

Mi arcano se abrió en este tiempo para convertir a los parias del espíritu, a los hambrientos y sedientos de justicia en poseedores de un tesoro espiritual. ¿No estáis de plácemes por ello? ¿No se estremece de gratitud vuestro corazón, oh pueblo? "Sí" me decís interiormente, pero Yo quiero que ese "Sí" no sea de palabra, ni de pensamiento, sino que lo expreséis con obras de amor hacia vuestros hermanos.

Ahora os digo: descansad unos instantes de vuestra fatiga terrestre, habéis caminado mucho con vuestro fardo de dolor a cuestas. Venid a la fuente de la gracia a beber de esta agua que redime. Ahora sois débiles, mas pronto os convertiréis en los fuertes para luchar por mi causa y hacer frente a las pruebas.

Preparad vuestras sandalias, porque un nuevo sendero os espera, en él encontraréis ocasiones sin fin donde sembrar la caridad y el amor. Aún estáis temerosos y por eso no habéis querido anunciar a la humanidad el nuevo tiempo. Debéis comprender que lo que el Padre ha depositado en vosotros, pertenece a vuestros hermanos y que se lo debéis dar a conocer.

En este tiempo no he venido a daros nuevos dones o atributos, porque de lo que os habéis dado cuenta que poseéis, ha estado siempre en vuestro espíritu. Mas los tiempos pasan y Yo os pregunto: ¿qué esperáis para empezar y cumplir con vuestra misión? ¿Esperáis que los hombres incrédulos se mofen de mi palabra, de mi nueva manifestación y publiquen falsedades por doquier?

Practicad y vivid mis enseñanzas y en verdad os digo, que los labios blasfemos callarán, los que fueron reacios se acercarán a vosotros, interesados en encontrar la explicación de mi doctrina y hallarán muy grandes y elocuentes testimonios de mi verdad, si vuestras obras son de amor y caridad. Cuántos de ellos al ver cómo sanáis a los enfermos, os acercarán a sus seres queridos llenos de esperanza de encontrar el alivio para sus males.

Entregad limpiamente mi enseñanza y no tendréis que ocultaros para curar al enfermo, porque en verdad os digo que en este tiempo no buscaréis las catacumbas para poder practicar mis enseñanzas, sino que lo haréis a la luz del día. No temáis si no sois creídos en vuestra comarca, ya iréis a otras tierras en donde encontraréis corazones fervientes.

Los primeros que deben estar convencidos de la verdad que vais a predicar, debéis ser vosotros, para que esa fe la comuniquéis a vuestros hermanos. Si la duda llegase a penetrar en vuestro espíritu, será como un puñal que fuera dando muerte a vuestras aspiraciones.

Tres eras han pasado ya sobre vosotros, comprended que debéis de levantaros a cumplir con lo más alto de vuestro destino,
despertad de vuestro letargo y avanzad con paso firme en el camino de vuestra evolución.

No me preguntéis por qué estando vosotros en el camino del Señor, aún sois sorprendidos por las tentaciones, sabed que es entonces cuando más probados sois. Por eso siempre os digo: Velad y orad para que no caigáis en tentación.

Próximo está el día en que vengan vuestros hermanos a haceros preguntas. ¿Vais entonces a ocultar lo que con tanto amor os he revelado? Yo no os he dado en mis lecciones algo de que podáis avergonzaros.

No esperéis que se multipliquen las lamentaciones en la Tierra y aumenten los rumores de guerra para levantaros, orad y haced obras de caridad en cada día, que con esto contrarrestaréis la fuerza del mal.

Aquél de vosotros que no se levante a cumplir con su misión, es porque no conoce los dones que Yo le he dado a su espíritu.

Benditos sean los que saben encontrar la esencia de mi palabra, porque de ellos será esta herencia. Los buscadores de la verdad divina son los que siempre han andado en pos de su Creador, éstos llegarán a encontrar la presencia del Maestro dentro de esta humilde manifestación.

Exteriormente parecerá pobre mi manifestación de este tiempo, mas en verdad os digo que he venido a levantar un santuario en el corazón del hombre que escucha mi palabra. No creáis que entre los que he elegido en este tiempo, existen jerarquías, a todos los amo en la misma forma. No penséis que el don de portavoz que poseen los que transmiten mi palabra lo alcanzaron por méritos propios, es tan grande esta gracia, que sólo por mi amor le fue posible al hombre recibirla.

Esta misión es delicada para quien la ha recibido; grande es el peso de esta cruz, porque sin apartarse de las necesidades del mundo y sin abandonar sus deberes materiales, el portavoz tiene que alcanzar el grado de espiritualidad que le permita recibir el rayo divino de mi inspiración.

Hay instantes en que os sorprendéis de que Dios pueda estar con vosotros y manifestarse con tanto amor; vuestra extrañeza se debe a que conociendo vuestras manchas e imperfecciones, os sentís indignos de esta prueba tan grande del amor de vuestro Padre. Siempre os ha sorprendido mi amor, juzgándome como acostumbráis hacerlo con vosotros mismos. ¿Por qué concebís que en Mí se oculte el rencor, el sentimiento de venganza o el egoísmo? Yo os digo, que cuando os juzgáis interiormente en un examen ante la luz de vuestra conciencia, con la confesión sincera y humilde de vuestras faltas, os hacéis dignos de que Yo descienda a hablaros de mi Reino, porque vuestro pesar por haberme ofendido os ayuda a purificaros.

No os extrañéis de que mi amor, a pesar de vuestros pecados, os siga por doquier. Todos sois mis hijos; en este mundo habéis tenido un reflejo del amor divino en el amor de vuestros padres. A ellos podréis volverles la espalda, desconocer su autoridad, desobedecer sus órdenes y desoír sus consejos; podéis con vuestras malas acciones causar una herida en su corazón, hacer que sus ojos se sequen de tanto llorar, que sus sienes se pueblen de canas y sus rostros se surquen con las huellas del sufrimiento, mas nunca dejarán de amaros y sólo tendrán para vosotros bendiciones y perdón. Y si esos padres que en la tierra habéis tenido que no son perfectos, os han dado tantas pruebas de un amor puro y elevado, ¿por qué os extrañáis de que quien formó esos corazones y les dio esa misión de ser padres, os ame con el amor perfecto? El amor es la suprema verdad. Por la verdad me hice hombre y por la verdad morí en cuanto hombre.

En este tiempo no vengo a pediros el sacrificio de sangre, sin embargo hay quienes han dado su vida en mi nombre cegados en un instante por su fanatismo, después de haber llevado una existencia impura. Esos actos no podrán levantar una verdadera simiente, sino que seguirán fomentando el fanatismo.

Por eso os digo que habléis sintiendo vuestra propia palabra y que la enseñanza que deis, la viváis en vuestro corazón. Nada hablará mejor que vuestra propia vida.

No os sorprenda mi amor, mas tampoco dudáis de él, si veis que en el mundo apuráis cálices muy amargos. Podrá el hombre descender mucho, llenarse de tinieblas, o tardarse en retornar a Mí, mas para todos llegará el instante en que sintiéndome en su propio ser, no me sientan lejano, ni me vean como a un extraño o puedan negar mi existencia, mi amor y mi justicia.

Así como el hombre en la Tierra pueda crearse un mundo de paz espiritual, semejante a la paz de mi Reino, puede también con su perversidad rodearse de una existencia que sea como un infierno de vicios, de maldades y remordimientos.

También en el más allá puede el espíritu encontrar mundo de tiniebla, de perversidad, de odios y venganzas, según las tendencias del espíritu, su turbación y sus pasiones. Mas en verdad os digo, que tanto la gloria como el infierno que los hombres conciben tan sólo a través de figuras e imágenes terrestres, no son mas que distintos estados de la evolución del espíritu: uno en la cúspide de la perfección por su virtud y evolución, otro en el abismo de sus tinieblas, de sus vicios y de su ofuscación.

Para el espíritu justo, le es indiferente el lugar en que se encuentre, porque doquier llevará en sí la paz y la gloria del Creador. En cambio, el espíritu impuro y turbado así pueda hallarse en el mejor de los mundos, no dejará de sentir interiormente el infierno de sus remordimientos que le estarán quemando hasta purificarlo.

¿Creéis que Yo, vuestro Padre, haya creado lugares expresamente destinados para castigaros y vengarme así eternamente de vuestras ofensas?

¡Cuán torpes son los hombres que van enseñando esas teorías!

¿Cómo es posible que creáis que la tiniebla y el dolor eterno, sean el fin que les espera a los espíritus que, aun cuando hayan pecado, siempre serán hijos de Dios? Si necesitan enseñanza aquí está el Maestro. Si necesitan amor, aquí está el Padre. Si anhelan el perdón, aquí está el Juez perfecto.

El que nunca trate de buscarme corrigiendo sus faltas será el que no llegue a Mí, mas no existe nadie que resista a mi justicia ni a mis pruebas. Sólo limpios podréis llegar a Mí.

Discípulos: si en el instante de escuchar mi palabra no la comprendéis, guardadla en vuestra memoria, y en los instantes de reposo, recordadla y analizadla; entonces llegaréis a comprender mucho de lo que os he enseñado. Si no almacenáis ¿qué podréis entregar a las multitudes que están por venir?

Sin distinción, a todos os dejo llegar a mi presencia para daros mis lecciones. Antes de daros un cargo, seco vuestro llanto, cierro vuestras heridas, calmo vuestra hambre y sed espirituales, y cuando os he dado pruebas de mi amor y he encendido la luz de la fe y de la esperanza en vuestro corazón, os he dicho: Todos habéis sido llamados, ¿queréis ser de los escogidos? Entonces unos preguntan: "¿Por cuál camino y hacia dónde nos lleváis?" Estos son los que suspiran por el mundo y sus placeres. Otros me dicen: "Señor, no somos dignos de llamaros vuestros escogidos, mas hágase en nosotros vuestra voluntad". Estos son los que están ya a tiempo de elevarse.

A los que me siguen les dejo la paz del mundo para que velen y oren por él. Las naciones pronto elevarán sus oraciones para pedirme la paz que a cada instante les he propuesto. Antes he permitido que los hombres prueben el fruto de su obra, que contemplen derramarse ríos de sangre humana y cuadros de dolor, montañas de cadáveres y ciudades convertidas en escombros. He querido que los hombres de empedernido corazón vean la desolación de los hogares, la desesperación en los inocentes; las madres que enloquecidas por el dolor besan los cuerpos destrozados de sus hijos, que palpen toda la desesperación, la angustia y el lamento de la humanidad, para que sientan en su soberbia la humillación y su conciencia les diga que es mentira su grandeza, su poder y su sabiduría, que lo único verdaderamente grande proviene del Espíritu Divino. Cuando estos hombres abran sus ojos a la verdad, se horrorizarán, no de los cuadros que sus ojos contemplan, sino de sí mismos, y al no poder huir de la mirada y de la voz de su conciencia, sentirán dentro de sí las tinieblas y el fuego del remordimiento, porque tendrán que dar cuenta de cada vida, de cada dolor y hasta de la última gota de sangre que por su causa se haya derramado.

No sólo reclamaré por lo que los hombres hayan hecho de las vidas ajenas; también les reclamaré de lo que hayan hecho de su propia vida, de su cuerpo. ¿Quién puede decir que ha llegado en espíritu a Mí, en el preciso instante en que el reloj de la eternidad le hizo el llamado? Nadie, porque muchas veces abreviáis vuestra existencia envejeciendo prematuramente, consumidos a veces por causas que no son dignas de una de vuestras lágrimas o de una sola de vuestras canas.

Soy justicia inexorable y perfecta, que nace del más puro amor que es vuestro Creador, quien sólo os pide os apartéis de los placeres del mundo para venir a escuchar mi palabra. El Maestro con gusto abre su libro de enseñanzas perfectas para deleitaros con una nueva lección. Cuántas veces una sola de mis máximas ha sido capaz de salvaros. Aquí ha despertado vuestro espíritu y ha sentido los cargos que recibió desde su principio.

He encontrado a vuestro corazón guardando la simiente vana que recogió en la tierra, pero que ahora ha de convertirse en un granero donde guardéis el buen fruto de vuestras obras de caridad.

Llegan entre las multitudes los grandes pecadores, aquellos que han arrastrado a su espíritu en el fango de las pasiones, que han arrebatado honras, que han profanado las canas del anciano, que han hurtado lo ajeno, que han manchado la inocencia del niño y dado muerte material o moral a su semejante.

Vienen a oírme los que profanan el hogar, los que burlan leyes divinas o humanas, los que apagan la fe de los corazones, y cuando escuchan mi palabra que toca la fibra sensible de su corazón, entonces dicen: "Es el Juez el que habla, pero con cuánta dulzura nos hace comprender nuestros yerros y con cuánta ternura nos enseña y nos corrige". Y cuando esos corazones han salido del recinto donde escucharon esta voz, les parece ver la vida y todo lo que les rodea iluminado, no tan sólo por la luz material, sino bañado por una luz divina que habla al hombre a través de toda la Creación. Entonces surge ante los ojos del que se ha purificado, una vida maravillosa, ahí donde antes sólo veía materia, placeres carnales o pecados. Ante su espíritu aparece una existencia que no había presentido, llena de revelaciones, de promesas y de inspiraciones. Es el milagro del amor, no tan sólo de la palabra, porque cuántas veces los hombres han hablado en forma más florida y perfecta que estos humildes y rudos portavoces por quienes me comunico, pero la esencia de que está revestida cada una de estas palabras, sólo del Amor Divino puede brotar.

Pocos han escuchado mi palabra en esta forma, mas en verdad os digo que toda la humanidad está escuchando mi voz, en el silencio del santuario que existe en su espíritu, aunque su mente no acierte a concebir estas inspiraciones, ni sus labios sepan expresar todo lo que por medio de sus dones espirituales continuamente están recibiendo; cuando estéis preparados, comprobaréis esta verdad.

En este Tercer Tiempo, Elías es el Pastor que día a día os rescata de los peligros, él es quien penetra hasta el rincón de vuestra alcoba cuando oráis, el que os acompaña en la soledad del desierto y el que os sigue en las largas jornadas. Doquiera que necesitéis quien os defienda, o una voz que os infunda valor, ahí está Elías, el Pastor Espiritual del Tercer Tiempo.

Si queréis saber en dónde habita Elías, Yo os diré que en la mansión espiritual. ¿Quién de vosotros podría elevarse hasta ahí para contemplarle? Nadie todavía, por eso él viene a vosotros a preparar los caminos que conducen a vuestro corazón, para que luego el Maestro llegue iluminando a todo vuestro ser. Y no creáis que Yo sólo desciendo hacia los que me buscan con mayor pureza o perfección, no, Yo vengo en pos de todo el que me busca, del que se postra delante de su ídolo, del que me concibe a través de formas o ideas muy alejadas de la verdad. Cada quien me busca según la capacidad de su espíritu y no seré Yo quien venga a apagar la llama de la fe que tengan en lo más recóndito de su ser, acerca de la existencia de Dios.

Mi voluntad es que en este tiempo la humanidad llegue a comunicarse de espíritu a Espíritu con su Señor, que en el corazón del hombre exista un verdadero santuario donde escuche la voz del Padre.

Para llegar a este grado de espiritualidad, los hombres tendrán que asistir a las grandes batallas de las religiones, que harán despertar a los espíritus aletargados, los cuales contemplarán la luz de la verdad.

¿No creéis que ya es tiempo de que los hombres eleven a su Dios, a su Creador, un culto y un tributo digno del que lo recibe y de quien lo ofrece? Si estudiáis u observáis los diferentes reinos de la naturaleza, hallaréis en ellos un número infinito de ejemplos, lecciones y parábolas dignas de que las imitéis; no quiero deciros que los seres inferiores sean vuestros maestros, pero sí os digo que la naturaleza, la vida entera, es un libro cuyo autor es Dios. Ese libro lo he abierto delante de los hombres para que en él contemplen mi perfección, mi amor y mi justicia, no en palabra sino en obra.

No me busquéis en libros de falsa sabiduría, ni en vuestras teorías generalmente equivocadas por el materialismo en que vivís. Ya os fue concedido que anduvieseis por todos los caminos en pleno goce de vuestro libre albedrío, hoy vengo a deciros que refrenéis vuestra carrera y meditéis unos instantes en la experiencia que habéis recogido en la vida, en todo cuanto habéis mirado, sentido y sufrido en el largo camino recorrido. En verdad, en verdad os digo que quien aproveche esa luz, hallará el sendero de la verdad que le conducirá hacia su propio origen. El camino soy Yo, quien lo haya conocido, me ha conocido a Mí, Yo soy el principio y el fin del camino. Soy el alfa y la omega.

Soy el Maestro de la sencillez, que viene a hablaros como un amigo íntimo, con el más familiar de los lenguajes, para esclareceros misterios y revelaros los secretos hasta ahora ocultos a vuestros conocimientos humanos.

Dad la oportunidad a vuestro espíritu de que se recree en la contemplación de lo divino y en la práctica de las leyes que lo rigen. No toméis esta vida como la única, ni el trabajo material como el único medio para tener bienestar. No os encerréis en el amor de vuestra familia, porque vuestras tierras son más extensas. El egoísmo no es semilla de Dios.

Los hombres han amado en tal forma esta vida, que cuando se aproxima la hora de dejarla, se rebelan contra mi voluntad desoyendo el llamado que les hago, desprecian la paz de mi Reino y piden al Padre un tiempo más en la Tierra para seguir poseyendo sus bienes temporales.

Sensibilizaos para que presintáis la vida espiritual y no os conforméis con el principio de vuestra evolución que eso es esta vida, porque sobre ella existen obras superiores.

No tratéis de rechazar a la muerte cuando ella por mi voluntad se acerque a vosotros, ni busquéis al hombre de ciencia para que os haga el milagro de contrariar mis designios prolongando vuestra existencia, porque ambos lloraréis amargamente esta falta. Preparaos en esta vida y no tendréis por qué temer vuestra entrada en el Más allá.

Lloráis cuando uno de los vuestros parte hacia el valle espiritual, en vez de que os sintáis llenos de paz, comprendiendo que aquél va a acercarse un paso más a su Señor, y en cambio, hacéis festín cuando un nuevo ser llega a vuestro hogar, sin que vosotros penséis en esa hora que aquel espíritu ha venido a encarnar para cumplir una expiación en este valle de lágrimas; Es cuando debíais llorar por él.

¿Cuándo sentiréis por los extraños lo que sentís por los vuestros? De un solo matrimonio hice brotar la simiente interminable de esta humanidad, la cual muy pronto se dividió en familias, en tribus, en pueblos y naciones, naciendo de ahí las diferencias en las costumbres, en las lenguas y religiones. Estas diferencias crearon odios y pusieron distancias entre unos y otros. Surgieron las guerras y las envidias. La semilla de Caían ha dado muchos frutos. Mas ahora que el espíritu se ha desarrollado y habéis cultivado vuestra mente, ¿por qué os seguís mirando como extraños, os odiáis y os dais muerte? Hoy sabéis que todos los espíritus nacieron de mi Espíritu Divino y que la humanidad procede de una sola pareja, que por lo tanto sois hermanos por el espíritu y aún por la sangre.

¡Qué lejos estáis del verdadero camino, cuando no sentís el dolor de vuestro semejante, siendo parte de vosotros mismos! Veis pasar a alguien a quien nunca habíais visto y considerándolo un extraño no le dirigís vuestro saludo, en cambio, si veis pasar un entierro os descubrís. ¿Por qué no dedicáis vuestras atenciones, vuestro amor y caridad hacia los vivos? Yo he querido que con vuestro amor borréis las fronteras y las diferencias que en el mundo existen, mas los hombres no lo han querido así. ¿Queréis que sea la sangre humana la que borre los linderos y los acerque entre sí? ¿Queréis que la guerra funda a las razas? Yo preparé desde los primeros tiempos un pueblo que me reconociese y me amase, para que fuera entre la humanidad como una antorcha, y éste ha sido fuerte por tiempos y en otros ha debilitado. Hoy lo he hecho volver a la Tierra, para que se cumplan las profecías. Este pueblo es el que ha recibido espiritualmente los tres Testamentos y al saber que en este tiempo me estaba comunicando por el entendimiento humano, no se atrevió a negarme públicamente porque su espíritu recuerda que en el Segundo Tiempo gritaron "Crucificad al impostor", y después tuvieron que llorar amargamente. Hoy muchos de ellos han creído en mi vuelta, otros no; pero éstos, después de mi partida en 1950, también creerán, porque contemplarán mis profecías cumplidas y me dirán. "Señor, cuando me hablasteis dudé y ahora que habéis partido y que contemplo vuestra palabra cumplida, creo en vos".

Antes de que levante mi palabra, llegarán aquellos que llamáis extranjeros, los cuales sin entender claramente esta palabra por la diferencia de lenguaje, sentirán que su espíritu se llena de paz y se alimenta con mi esencia divina, porque será mi amor el que sientan en su corazón y ya sabéis que el amor es el idioma del espíritu. Estos se levantarán también a seguirme, porque mi pueblo está disperso por todo el mundo.

En medio de una tempestad he llegado a vosotros en este tiempo, el iris de la paz aún no ha brillado, la paloma no ha llegado con la rama de olivo, mas llegará el instante en que Yo, el amor de los amores, pueda decir a todos los hombres: "Aquí estoy"; entonces todos me verán y se unirán. Hoy estoy todavía juzgando a vivos y a muertos.

En el Tercer Tiempo he salido de la tumba del olvido en que la humanidad me ha tenido para resucitarla, porque Yo soy la vida. Nadie puede morir, aun aquél que se arranca la existencia por su propia mano, escuchará que su conciencia le reclamará su falta de fe.

Quiero que lleguéis a formar una familia, un pueblo saludable de espíritu y de cuerpo.

¿Cuándo surgirán de entre vosotros la elevación de Abel, la obediencia de Abrahán, la fortaleza de Jacob, la paciencia de Job y la espiritualidad de Juan? Reconoced vuestra responsabilidad en el mundo.

Varones, huid de los vicios para que vuestra sangre sea semilla fértil y los frutos del mañana sean agradables.

Mujeres, os estoy preparando para que deis al mundo hijos de paz y de buena voluntad. A las estériles os digo: Orad, no sintáis vergüenza por vuestra expiación. Sed conformes que Yo os sorprenderé haciendo que en vuestro seno sintáis el latido de un nuevo ser.

Procread hijos perfectos a imitación de vuestro Creador, que sólo seres perfectos ha formado y cumplid con el precepto divino que os pide que os améis los unos a los otros.

¡Mi paz sea con vosotros!

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