sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 55

La luz del Espíritu Santo vibrando está sobre todos los espíritus.

Bienaventurados vosotros que os disponéis a cumplir mis mandatos, porque siempre os sentiréis ayudados por Mí. Mas también os digo: no acalléis la voz de la conciencia cuando os señale vuestros errores, oírla, porque es mi voz. Si queréis agradarme, después de haber reparado vuestras faltas, elevad vuestro espíritu en oración y siempre me encontraréis esperándoos para daros la paz.

Cuanto más sintáis que os perdono, acercaos más al cumplimiento de vuestros deberes; de ese perdón no abuséis jamás.

Todos los que se levanten con el afán de elevarse espiritualmente, en el camino del cumplimiento a mi ley, se verán rodeados por grandes multitudes que les seguirán. Y si Yo os pongo al frente de una porción, no os enseñoreéis; Mirad que hasta los reyes en este tiempo han bajado de sus tronos para convertirse en servidores de sus pueblos, porque se acerca una era de igualdad y fraternidad para los hombres. Recordad que cuando os llamé, respondisteis con humildad y me dijisteis que seríais sumisos y que tomaríais con amor vuestra cruz para seguir mi huella con la que os marqué en el Segundo Tiempo el camino de vuestra evolución espiritual.

Si os preparáis, las grandes pruebas que se acercan a la humanidad, como los aires huracanados, serán para vosotros como leve brisa que venga a acariciaros; después brillará la luz de una nueva aurora y el sol os dará sus beneficios; mas si no veláis y dejáis que en vuestro corazón germine la hipocresía y os cubrís con la piel de oveja, mientras lleváis entrañas de lobo hambriento, encontraréis tropiezos y los abrojos del camino lastimarán vuestras plantas.

¡Ay de vosotros si pueden más las malas inclinaciones, que las virtudes que lleváis en vuestro espíritu y si mi enseñanza no da frutos! Si no meditáis ni analizáis mi palabra, creyendo que estáis haciendo mi voluntad, mi luz os despertará, y al conocer toda la verdad, recordaréis que os he enviado al mundo para hacer obras benéficas.

Aunque quisierais huir de vuestro destino, no podríais hacerlo. Cuantas veces salgáis del camino, mi caridad volverá a traeros a él. Mi ley está escrita en cada uno de los espíritus y debéis obedecerla.

He mirado vuestra inconformidad con los gobernantes de las naciones, sin comprender que son instrumentos de los que me sirvo para doblegar y pulimentar a los pueblos. No habéis sabido uniros en pensamiento para ayudar al que he designado para que rija los destinos de la nación. Os oponéis y causáis división, cuando os he aconsejado unificación y acatamiento a mi voluntad. Amaos y que vuestra oración les prepare y ayude espiritualmente.

Unificaos Israel, escuchadme. Voy a someteros a grandes pruebas y no quiero veros llorar. Orad por los que no saben hacerlo, por los que se sientan débiles. Que no haya alegría en unos por el fracaso de otros, porque no sabéis si todos pasaréis por las mismas pruebas y cuando os toquen a vosotros, también debilitéis.

Rechazad la tentación, porque éste es el tiempo en que ese poder querrá multiplicar su cosecha, y sólo la oración y las buenas obras la apartarán de vosotros.

Muchas doctrinas al veros desunidos, os llamarán a unificación, y quiero que todos os unifiquéis en Mí y practiquéis el culto en la misma forma en que Yo os lo he enseñado.

Para ayudaros en vuestra elevación, he preparado a mis hijos el mejor lugar porque quiero traeros cerca de Mí y daros mi paz; todo el que se sienta cansado, venid a Mí y tendrá reposo y fortaleza.

Discípulos, tened caridad de los que faltan a la ley, de los que se han rebelado, porque son los seres más necesitados de vuestra ayuda y de vuestra caridad. ¿Por qué peca el hombre si conoce el bien y sabe que sólo su práctica lo hará feliz? Es que no escucha la voz de su conciencia y los pastores han dejado que su rebaño se disperse por distintos caminos y su palabra ya no vierta esencia ni tiene poder para hacer volver al redil a las ovejas. ¿En dónde están mis discípulos, sucesores de aquellos apóstoles del Segundo Tiempo?

A vosotros que ahora sois mis párvulos os digo: que no os llaméis pastores ni sacerdotes, que dejéis que Yo guíe a la humanidad, que en Mí tendrán a su Padre, a su Juez, a su mejor amigo y consejero. Sed vosotros sólo mensajeros de la buena nueva y testigos de mi manifestación, y cuando la humanidad haya alcanzado por medio de sus dones la comunicación con mi Espíritu, irá con paso seguro en su camino de evolución, y Yo le inspiraré obras y acciones basadas en mi ley. Esto será después de la expiación y restitución que ahora estáis viviendo.

Si no hubieseis faltado, no habríais conocido el rigor de la ley de restitución y habríais ido siempre adelante en vuestra evolución. De cierto os digo que si no cumplieseis vosotros que sois los encargados de llevar a vuestros hermanos este mensaje, seréis juzgados por la humanidad y conoceréis el rigor de ese juez que no tiene piedad ni amor.

Cuando os he sometido a prueba con el fin de elevar a vuestro espíritu, os he acompañado para que no desfallezcáis, y cuando habéis aceptado mi voluntad aprovechando esa lección, os sentís más próximos a Mí, por lo que me dais gracias y Yo os entrego la paz.

He pedido a la humanidad la unión y el retorno a la vida sencilla, espiritual, porque quiero que se fundan los espíritus en una sola fe, reconociéndome y amándome. Las diferentes doctrinas desaparecerán y sólo prevalecerá mi ley y mi palabra.

Yo siempre os he manifestado mi amor y vosotros no me habéis comprendido. ¿No sabéis que cuando os doy un nuevo cargo, es con el fin de que con su cumplimiento os redimáis? Os he escogido porque os amo y quiero que seáis mis discípulos, y para que podáis llamaros así, tenéis que adoptar la humildad y la mansedumbre en todos los actos de vuestra vida.

Estáis en el tiempo de la siega, en el que recogeréis lo que hayáis sembrado, mas si sembráis de nuevo para cosechar más tarde, tomad de la buena semilla y cultivada, que aún os doy un tiempo más.

Comprended que más que seguirme vosotros, soy Yo quien os ha seguido a través de los tiempos para señalaros vuestra misión y enseñaros a cumplir con mi ley, para que vuestro espíritu nunca se pierda de la ruta y sepa ser como campana que llame a las multitudes.

¡Cuántas pruebas ha tenido que pasar vuestro espíritu, para que al fin se torne en manso y humilde y penetre con decisión por el camino de la ley! Ayer se escapaba de vuestros labios la blasfemia cuando la prueba se hacía sentir a vuestro paso; hoy, cuando os sentís bajo una lección dura de la vida, oráis, es que la luz se va haciendo en vuestro espíritu.

Cuando os digo que "aquellos y vosotros sois los mismos", quiero haceros comprender que la evolución la vais logrando mediante las reencarnaciones de vuestro espíritu. Desde el instante en que la voz del Padre os dijo: "Creced y multiplicaos" hasta el presente, no se ha detenido un instante vuestra evolución, más ¡cuán lentamente camináis!

Os habéis multiplicado, y con ello habéis cumplido aquel divino mandato; mas luego fue menester de un nuevo mandamiento para que de vuestro corazón brotasen frutos dignos de Dios, y entonces os dije: "Amaos los unos a los otros". En el Segundo Tiempo os traje esa frase como el compendio de toda la ley, y aún sigo esperando que dé fruto en vuestro corazón. Ahora he venido con nuevas lecciones y nuevas revelaciones, sin embargo, no aparto de vuestro corazón aquel mandamiento divino de amaros, ni aquel otro de multiplicaros.

Sí, humanidad, creced en virtudes y sabiduría, multiplicaos a través de la espiritualidad, amaos los unos a los otros sin distinción de razas, de clases, de credos y de mundos.

Quiero ver crecer el trigo en los campos donde tanto creció la mala hierba, donde tanto se multiplicó el mal; el día de justicia ha llegado y el fuego de la guerra quema y consume la mala simiente de la cual ni cenizas quedarán, pues los vientos la esparcirán y después las aguas y las nieves lavarán y purificarán a la humanidad. Cuando el dolor sea muy intenso entre los hombres me elevarán altares, quemarán incienso y dirán que me aman, mas Yo les diré que no es esa la forma de agradar a mi Espíritu, y que lo que ellos creen que es amor hacia Mí, es miedo a la justicia y a la muerte. Es necesario que los hombres comprendan, que el único incienso que llega a Mí, es el de las obras de amor y caridad que os hagáis los unos a los otros, inspirándoos en el amor de vuestro Padre.

A vosotros que escucháis esta palabra, os digo que os levantéis imitándome, que me sigáis por el sendero de amor que os tracé en el Segundo Tiempo, para que cuando ya no me escuchéis en esta forma, sepáis reunir a las multitudes en estos recintos reteniéndolos con la verdad y la esencia de vuestras palabras y ejemplos. No sólo en estos lugares sabréis dar la enseñanza, sino en donde las circunstancias reclamen vuestra labor; no olvidéis que os he dicho que en el desierto, en los caminos, en el mar, en los valles, seréis sorprendidos por las pruebas y también por mi inspiración.

Para cumplir con esta misión, quiero que este pueblo, al que estoy formando con mi enseñanza, sea el que honre mi ley y dé testimonios de su Maestro con sus obras y ejemplos. Que en vuestras casas exista la paz, que entre vuestra familia no estén unos contra otros, que no haya riñas entre hermanos, ni faltas entre padre e hijos. Cuando la paz comience a existir entre vosotros y vuestro hogar no sea un pequeño campo de batalla, estaréis en el principio de la desaparición de las guerras, porque el que tenga paz en su corazón, la llevará por doquiera. Pensad en vuestros hijos y ved que aún no habéis sabido grabar en sus corazones mi ley con vuestros ejemplos, y que esas son las nuevas generaciones destinadas a esparcir la luz espiritual entre la humanidad.

Grandes son sus espíritus, mas reconoced que necesitan en la infancia de su vida material, de vuestro amparo y de vuestra guía; principiad esa misión con los pequeños, sed comprensivos y pacientes; aprended de Mí, que sé esperar siglos, milenios o la eternidad para la evolución y perfeccionamiento de un espíritu; todos sois semejantes al brillante en su origen, al cual hay que pulir con cuidado para que dé hermosos destellos. ¿Acaso os creéis indignos de ser comparados con el brillante?

Una de las creaciones más bellas y maravillosas que he puesto en esta Tierra, son las flores que regalan vuestra vista, que embalsaman el ambiente y que os inspiran; y de cierto os digo que vosotros sois más perfectos y hermosos que las flores.

Si tuvieseis ya la espiritualidad que debéis alcanzar, conoceríais el lenguaje de todo lo creado, y a través de él os hablaría y no haríais que vuestro Padre se materializara ante vosotros, hasta sangrar en una cruz y dar mi divina palabra en este tiempo por labios de hombres impuros; Pero es menester que conozcáis a vuestro Padre, y por eso no me he ocultado nunca, ni he rehusado venir entre vosotros a pesar de vuestra iniquidad. Si mostrándome a los hombres, estos han creado siempre falsos dioses, ¿qué sería si Yo me ocultase por repugnancia ante vuestros pecados?

Oh discípulos, que os recreáis oyéndome y decís: "Maestro, lamentamos que no exista la libertad que nos permita hablar directamente de tu palabra a nuestros semejantes". Mas Yo os digo: No temáis a vuestros hermanos, ¿de qué podéis avergonzaros? Esperad, esperad unos instantes, que pronto la humanidad saltara los cercos y obstáculos que con su fanatismo e ignorancia ha formado y que le ha impedido penetrar al fondo de la verdad, la cual solamente ha conocido superficialmente.

Comed el manjar que hoy os ofrezco y sentiréis mi paz, mas no dejéis que nada os la arrebate.

Os llamo a vosotros discípulos del Tercer Tiempo, porque habéis hecho un nuevo pacto con mi Divinidad.

Os confío nuevas tierras en donde se multiplicarán las tribus de Israel, mas al saber que sois parte de mi pueblo, no os llenéis de vanidad, porque si analizáis vuestra misión, comprenderéis vuestra gran responsabilidad.

He venido entre vosotros nuevamente y os pregunto: ¿llevaréis otra vez a vuestro Señor al sacrificio? ¿Creéis que no haya sido bastante mi sangre derramada en el Segundo Tiempo?

Ved ahora a vuestro espíritu llevando sobre sí la cruz de su restitución, confiándosele extensas tierras para que las cultive, mas no sembrará en ellas otra simiente que no sea la mía. La cosecha que en este tiempo recojáis, será la llave que os abra la puerta de vuestra salvación.

He venido a cambiar el fardo de vuestra iniquidad por el dulce peso de mi cruz, para que descanséis del pecado que os ha agobiado por siglos.

Que vuestros labios no pronuncien blasfemias, tan sólo que glorifiquen mi nombre. El don de palabra que os he dado, no es para que manchéis la honra de vuestro semejante.

Ahora que sabéis que os he llamado para convertiros en mis amados discípulos, haced en cada día un examen ante la luz de vuestra conciencia, sobre todo cuando sabéis que vais a escuchar mi palabra.

Cuidaos de hacer penitencias mal entendidas, ni privéis a vuestro cuerpo de lo que le es necesario, en cambio evitadle lo que le sea perjudicial, aun cuando ello signifique para él un sacrificio. Esta será la penitencia que beneficie a vuestro espíritu y por lo tanto, la que agrade al Padre.

Lentamente vais aprendiendo a elevar vuestro pensamiento al infinito sin necesidad de imágenes plasmadas en un lienzo o forjadas por vuestra mente. Poco a poco van cayendo los obstáculos que vuestro espíritu encontraba siempre que intentaba orar. Ahora está en camino de alcanzar la comunicación espiritual con su Señor.

No olvidéis que para que vuestra oración os deje una honda satisfacción y os haga sentir verdadera paz, al disponeros a elevar vuestro pensamiento para llegar ante mi santuario, limpiad vuestro corazón.

Mañana veréis venir tras de vosotros a las grandes multitudes; es menester que descubran una huella profunda y luminosa que les guíe hacia la verdad, y que esa huella sea la de vuestras buenas obras.

Tenéis que dar testimonio de que sois aquel pueblo que el Señor envió a peregrinar a la tierra, para hacer luz entre la humanidad. La sabiduría que de vuestro espíritu brote, será la luz del Sexto Sello desatado en este tiempo.

Si me amáis, podréis cumplir mis mandatos, si me amáis sabréis amar a vuestros hermanos.

Interiormente algunos me dicen: Señor, si nos encontramos reunidos aquí escuchando vuestra palabra, ¿no es porque te amamos? Y Yo os digo: Muy pocos son los que por amor vienen a oírme; los más vienen agobiados por el dolor.

No censuro que sea el dolor el que os haya traído a mi presencia, porque éste luego de haber cumplido su misión, se aleja dejando preparados los corazones de los que más tarde serán mis discípulos.

No podréis decir que Yo nunca he sentido el dolor humano y que por ello no os comprendo. Por eso me hice hombre y sufrí, para daros ejemplo en cada prueba y en cada trance. Si ahora os pido que sembréis de luz y buenos ejemplos el camino que vuestros hijos han de transitar, es porque Yo, en Jesús, fui siempre el hijo obediente a su Padre. Conozco y siento todos vuestros dolores y no por haber venido a vosotros en Espíritu, me encuentro distante. En verdad os digo que mi manifestación en el Tercer Tiempo es la mejor prueba de que os amo y os comprendo.

En vuestros momentos de sosiego, meditad en mi palabra. Comprended que Yo soy la paz que desciende cuando os azota el torbellino. Conservad esta paz a pesar de todas las pruebas y no dejéis que huya de vuestro corazón y retorne a Mí.

No os rebeléis cuando las enfermedades hagan presa de vuestro hogar; ellas purifican al espíritu, sin embargo, no os impido que busquéis el bálsamo, antes bien os digo que me busquéis cual doctor divino y recibáis con amor lo que sea mi voluntad concederos.

Hay muchos que han vuelto al camino solamente por los sufrimientos de la vida, algunos renegaron mientras experimentaron el dolor, mas cuando reconocieron que él fue quien los detuvo en el camino de perdición, bendijeron su cáliz de amargura. A éstos los siento a mi mesa y les doy a saborear el Cordero convertido en delicioso manjar de amor y caridad.

De cierto os digo que si los hombres hicieran esto mismo con los que han sido ingratos con ellos, ¡cuánta paz habría entre la humanidad!

Vivid en paz, ello será el mejor testimonio que deis de que sois mis discípulos. No olvidéis que muchos ojos os están observando siempre, ya sea para confirmar si es verdad lo que practicáis o bien para tener pruebas para desmentiros.

Sed mis soldados fieles; nunca seáis la causa de que vuestros hermanos me desconozcan. No ha habido una sola vez en que Yo os dé mi palabra, que no se haya presentado un corazón cuando menos a escudriñar; en esos instantes ha sido analizada mi palabra, mi manifestación en todas sus partes y los actos de mis servidores. Con todos sus sentidos y potencias se han presentado a escudriñar mi comunicación y son más los que han venido esperando que sea falso el rumor de mi presencia, que los que han llegado con el deseo ferviente de que la buena nueva sea verdad. ¿Quién había de decirles que mientras todo lo están observando y juzgando, mi mirada penetra en el interior de su corazón y mi voz le está llamando a través de su conciencia? Es en ese instante cuando se ha encendido la fe en muchos que dudaban y se ha desbordado en quienes ya la tenían. Así ha ido en aumento el número de mis discípulos que forman ya un pueblo, al cual estoy diciendo que atesore mi paz para que ella sea su mejor tesoro, porque ése será el mayor testimonio que den de la verdad de mi manifestación ante los demás pueblos de la Tierra.

Quiero que comprendáis que esta nación tiene un alto destino que cumplir y que cada uno de vosotros tienen una delicada misión. Este pueblo será una fuente de paz y de amor, a la que vengan a beber hombres de otras razas. No está lejos ese tiempo, mas antes tendréis que cansaros de tanto pelear entre hermanos, antes tendréis que convenceros de tanta mentira y falsedad de las que la humanidad ha hecho un culto. Entonces vendrán hacia Mí y encontrarán que Cristo, el que murió en la cruz, vive y viene lleno de gloria y majestad, como fue visto ascender en el Segundo Tiempo.

Hoy sentís que el ambiente no es del todo favorable para hablar de mi Obra, mas se acerca el día en que vuestras bocas se abran incansablemente para hablar de mi palabra, porque el dolor, la menesterosidad, la angustia y la confusión, querrán arrancaros todo cuanto os he dado.

Desde ahora os preparo y os doctrino, para que sepáis predicar mi enseñanza con la palabra y las obras, porque de prevaricadores se encuentra ya cansada la humanidad. Formad una familia obediente, unid vuestro pensamiento, vuestra voluntad y vuestro destino, con un lazo de espiritualidad y seréis fuertes e inmortales.

Grandes pruebas esperan a la humanidad, ante cada dolor y cada catástrofe, permaneced velando y orando. Muchos dolores serán atenuados, otros no llegarán, porque serán detenidos en su camino por quienes oren.

Cuando de otras religiones y sectas contemplen que las multitudes corren en pos de este pueblo, de esas religiones se levantarán los que os persigan, mas no temáis, que si sabéis permanecer serenos, el Espíritu Santo pondrá palabras de luz en vuestros labios que hagan enmudecer a quienes os calumnien.

No os dejo la espada homicida para defenderos, os dejo la espada del amor; cada uno de sus destellos de luz, será una virtud que de ella brote.

¡Cuánta gracia hallaréis delante del Padre, si a las multitudes de perseguidores de mi obra las doblegáis con vuestras palabras y las presentáis convertidas con vuestras obras de amor!

Esa es la lección que os di en el Segundo Tiempo y que ya habíais olvidado.

La mente humana sufrirá perturbaciones tratando de comprender la doctrina Espiritualista Trinitaria Mariana, porque el hombre materializado es torpe delante de lo espiritual.

Soy Yo quien ha venido a manifestarse en este mundo una vez más, haciendo comprender a la humanidad que no me encuentro a una altura que no podáis alcanzar. Vengo a enseñaros la forma de elevar vuestro espíritu por medio de la oración, hasta encontrar mi presencia y acercar vuestro espíritu a mi Divinidad a través de una vida consagrada al bien. Sólo quien vive en mi ley sabe que en verdad estoy dentro del hombre y que esto no es una metáfora.

Vosotros que me escucháis no entorpezcáis vuestro entendimiento para las enseñanzas espirituales; no empañéis vuestra luz, ni dejéis que vuestro corazón sensibilizado y ennoblecido en los instantes de escuchar mi palabra, se torne en indiferente y frío. Ya probasteis los placeres que brinda el mundo, ya conocisteis su miel, ahora venid a saborear el fruto del árbol que Yo he cultivado, pero una vez que hayáis satisfecho vuestra hambre, cuidaos de retornar a aquellas sendas, pensad que no es justo que llevéis al fango lo que por gracia os he entregado.

Oíd mi palabra que arranca vendas de oscuridad y hace luz en todo espíritu, para que en el futuro podáis recorrer el buen camino, así como reconocer lo prohibido y encontrar fuerzas en vosotros mismos para no caer en tentación. Quien haya recibido esta enseñanza no podrá llamarse ignorante. Oídme y comprendedme, discípulos, hoy que aún estoy con vosotros en esta palabra.

Quien ha sido siervo en el mundo no se extrañará cuando Yo le ordene; quien ha sido señor, olvide su vanidad y sea mi siervo, entonces todos sabréis la forma tan dulce de Jesús para ordenar a sus discípulos.

Someted vuestro libre albedrío a mi ley y a vuestra conciencia y no os sentiréis esclavos sino verdaderamente libres.

Ahora que la cizaña ha cundido por todo el haz de la Tierra, es cuando vengo a deciros que os dispongáis a ser mis labriegos para que sembréis mi semilla de paz. Cada uno de mis escogidos en este tiempo puede preguntarse interiormente, si antes de escuchar esta palabra no fue acrisolado y templado en el dolor, tocado muchas veces en lo más querido.

Alcanzad la persuasión y la fe, oídme sin cansaros y sin familiarizaros con esta manifestación; velad, no quiero sorprenderos durmiendo el día de mi partida. Hoy veis que pasa este año y llega el otro, y mi palabra invariablemente desciende entre vosotros, mas llegará el año de 1950 y ya no volveréis a escucharme bajo esta forma, para entonces, quiero que os encontréis fortalecidos y colmados de enseñanza.

Estudiad mi Obra a través de todos mis portavoces, no tengáis predilección, pensad que a todos desciendo y por todos digo la verdad. ¿Queréis que llegue al año de 1950 sin que hayáis aprovechado mi presencia, ni aprendido mi lección? ¿Esperáis que el mundo incrédulo de mi manifestación como Espíritu Santo, se arroje sobre vosotros y encontrándoos débiles os extermine? ¿Queréis que los gobiernos de la Tierra, al encontrar división y confusión entre vosotros, dicten leyes que detengan vuestro paso? ¡Cómo lloraríais, generaciones presentes, si provocaseis que se cumpliesen estas profecías! ¡Qué dura y triste haréis vuestra existencia y cuántos abrojos dejaréis en el camino a los que vengan después de vosotros! ¡Surgid llenos de amor y de esperanza, mucho tengo aún que revelaros y confiaros!

Si atravesáis por alguna prueba, no dudéis, estad atentos para que miréis cómo el Maestro os libra de todo mal en cada trance y sentiréis desarrollarse y fortalecerse vuestro espíritu. Pensad que nadie es inmune al dolor, que los que más me han amado y más de cerca me han seguido son los que han sentido sangrar más su corazón. El que quiera seguirme, tome su cruz. ¿Por qué muchos se han quedado en el camino? Porque no era verdadero el amor que creían sentir.

Espiritualizaos, huid de lo superfluo y de lo frívolo, no busquéis más las vanidades del mundo, tampoco busquéis las virtudes espirituales como un simple adorno para vuestro espíritu con el fin de ser admirados. Embelleced vuestro espíritu con las virtudes que os he enseñado en mis lecciones de amor.

Os espero en la cima del Monte donde os daré vuestro galardón. No volváis vuestra vista hacia atrás para contemplar las huellas de vuestro pasado. Seguid serenamente hacia adelante sin sentir las espinas que vosotros mismos habéis sembrado y alcanzad la cumbre de vuestra perfección en donde brilla mi luz. Cuando os encontréis ahí, bendeciréis al fin mi ley de Amor.


¡Mi paz sea con vosotros!

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