La luz del Espíritu Santo vibrando está sobre todos los
espíritus.
Bienaventurados vosotros que os disponéis a cumplir mis
mandatos, porque siempre os sentiréis ayudados por Mí. Mas también os digo: no
acalléis la voz de la conciencia cuando os señale vuestros errores, oírla,
porque es mi voz. Si queréis agradarme, después de haber reparado vuestras
faltas, elevad vuestro espíritu en oración y siempre me encontraréis
esperándoos para daros la paz.
Cuanto más sintáis que os perdono, acercaos más al
cumplimiento de vuestros deberes; de ese perdón no abuséis jamás.
Todos los que se levanten con el afán de elevarse
espiritualmente, en el camino del cumplimiento a mi ley, se verán rodeados por
grandes multitudes que les seguirán. Y si Yo os pongo al frente de una porción,
no os enseñoreéis; Mirad que hasta los reyes en este tiempo han bajado de sus
tronos para convertirse en servidores de sus pueblos, porque se acerca una era
de igualdad y fraternidad para los hombres. Recordad que cuando os llamé,
respondisteis con humildad y me dijisteis que seríais sumisos y que tomaríais
con amor vuestra cruz para seguir mi huella con la que os marqué en el Segundo Tiempo el camino de vuestra
evolución espiritual.
Si os preparáis, las grandes pruebas que se acercan a la
humanidad, como los aires huracanados, serán para vosotros como leve brisa que
venga a acariciaros; después brillará la luz de una nueva aurora y el sol os
dará sus beneficios; mas si no veláis y dejáis que en vuestro corazón germine
la hipocresía y os cubrís con la piel de oveja, mientras lleváis entrañas de
lobo hambriento, encontraréis tropiezos y los abrojos del camino lastimarán
vuestras plantas.
¡Ay de vosotros si pueden más las malas inclinaciones, que
las virtudes que lleváis en vuestro espíritu y si mi enseñanza no da frutos! Si
no meditáis ni analizáis mi palabra, creyendo que estáis haciendo mi voluntad,
mi luz os despertará, y al conocer toda la verdad, recordaréis que os he
enviado al mundo para hacer obras benéficas.
Aunque quisierais huir de vuestro destino, no podríais
hacerlo. Cuantas veces salgáis del camino, mi caridad volverá a traeros a él.
Mi ley está escrita en cada uno de los espíritus y debéis obedecerla.
He mirado vuestra inconformidad con los gobernantes de las
naciones, sin comprender que son instrumentos de los que me sirvo para doblegar
y pulimentar a los pueblos. No habéis sabido uniros en pensamiento para ayudar
al que he designado para que rija los destinos de la nación. Os oponéis y causáis
división, cuando os he aconsejado unificación y acatamiento a mi voluntad.
Amaos y que vuestra oración les prepare y ayude espiritualmente.
Unificaos Israel, escuchadme. Voy a someteros a grandes
pruebas y no quiero veros llorar. Orad por los que no saben hacerlo, por los
que se sientan débiles. Que no haya alegría en unos por el fracaso de otros,
porque no sabéis si todos pasaréis por las mismas pruebas y cuando os toquen a
vosotros, también debilitéis.
Rechazad la tentación, porque éste es el tiempo en que ese
poder querrá multiplicar su cosecha, y sólo la oración y las buenas obras la
apartarán de vosotros.
Muchas doctrinas al veros desunidos, os llamarán a
unificación, y quiero que todos os unifiquéis en Mí y practiquéis el culto en
la misma forma en que Yo os lo he enseñado.
Para ayudaros en vuestra elevación, he preparado a mis hijos
el mejor lugar porque quiero traeros cerca de Mí y daros mi paz; todo el que se
sienta cansado, venid a Mí y tendrá reposo y fortaleza.
Discípulos, tened caridad de los que faltan a la ley, de los
que se han rebelado, porque son los seres más necesitados de vuestra ayuda y de
vuestra caridad. ¿Por qué peca el hombre si conoce el bien y sabe que sólo su
práctica lo hará feliz? Es que no escucha la voz de su conciencia y los
pastores han dejado que su rebaño se disperse por distintos caminos y su
palabra ya no vierta esencia ni tiene poder para hacer volver al redil a las
ovejas. ¿En dónde están mis discípulos, sucesores de aquellos apóstoles del
Segundo Tiempo?
A vosotros que ahora sois mis párvulos os digo: que no os
llaméis pastores ni sacerdotes, que dejéis que Yo guíe a la humanidad, que en
Mí tendrán a su Padre, a su Juez, a su mejor amigo y consejero. Sed vosotros
sólo mensajeros de la buena nueva y testigos de mi manifestación, y cuando la
humanidad haya alcanzado por medio de sus dones la comunicación con mi
Espíritu, irá con paso seguro en su camino de evolución, y Yo le inspiraré
obras y acciones basadas en mi ley. Esto será después de la expiación y
restitución que ahora estáis viviendo.
Si no hubieseis faltado, no habríais conocido el rigor de la
ley de restitución y habríais ido siempre adelante en vuestra evolución. De
cierto os digo que si no cumplieseis vosotros que sois los encargados de llevar
a vuestros hermanos este mensaje, seréis juzgados por la humanidad y conoceréis
el rigor de ese juez que no tiene piedad ni amor.
Cuando os he sometido a prueba con el fin de elevar a vuestro
espíritu, os he acompañado para que no desfallezcáis, y cuando habéis aceptado
mi voluntad aprovechando esa lección, os sentís más próximos a Mí, por lo que
me dais gracias y Yo os entrego la paz.
He pedido a la humanidad la unión y el retorno a la vida
sencilla, espiritual, porque quiero que se fundan los espíritus en una sola fe,
reconociéndome y amándome. Las diferentes doctrinas desaparecerán y sólo
prevalecerá mi ley y mi palabra.
Yo siempre os he manifestado mi amor y vosotros no me habéis
comprendido. ¿No sabéis que cuando os doy un nuevo cargo, es con el fin de que
con su cumplimiento os redimáis? Os he escogido porque os amo y quiero que
seáis mis discípulos, y para que podáis llamaros así, tenéis que adoptar la
humildad y la mansedumbre en todos los actos de vuestra vida.
Estáis en el tiempo de la siega, en el que recogeréis lo que
hayáis sembrado, mas si sembráis de nuevo para cosechar más tarde, tomad de la
buena semilla y cultivada, que aún os doy un tiempo más.
Comprended que más que seguirme vosotros, soy Yo quien os ha
seguido a través de los tiempos para señalaros vuestra misión y enseñaros a
cumplir con mi ley, para que vuestro espíritu nunca se pierda de la ruta y sepa
ser como campana que llame a las multitudes.
¡Cuántas pruebas ha tenido que pasar vuestro espíritu, para
que al fin se torne en manso y humilde y penetre con decisión por el camino de
la ley! Ayer se escapaba de vuestros labios la blasfemia cuando la prueba se
hacía sentir a vuestro paso; hoy, cuando os sentís bajo una lección dura de la
vida, oráis, es que la luz se va haciendo en vuestro espíritu.
Cuando os digo que "aquellos y vosotros sois los
mismos", quiero haceros comprender que la evolución la vais logrando mediante
las reencarnaciones de vuestro espíritu. Desde el instante en que la voz del
Padre os dijo: "Creced y multiplicaos" hasta el presente, no se ha
detenido un instante vuestra evolución, más ¡cuán lentamente camináis!
Os habéis multiplicado, y con ello habéis cumplido aquel
divino mandato; mas luego fue menester de un nuevo mandamiento para que de
vuestro corazón brotasen frutos dignos de Dios, y entonces os dije: "Amaos
los unos a los otros". En el Segundo Tiempo os traje esa frase como el compendio
de toda la ley, y aún sigo esperando que dé fruto en vuestro corazón. Ahora he
venido con nuevas lecciones y nuevas revelaciones, sin embargo, no aparto de
vuestro corazón aquel mandamiento divino de amaros, ni aquel otro de
multiplicaros.
Sí, humanidad, creced en virtudes y sabiduría, multiplicaos
a través de la espiritualidad, amaos los unos a los otros sin distinción de
razas, de clases, de credos y de mundos.
Quiero ver crecer el trigo en los campos donde tanto creció
la mala hierba, donde tanto se multiplicó el mal; el día de justicia ha llegado
y el fuego de la guerra quema y consume la mala simiente de la cual ni cenizas
quedarán, pues los vientos la esparcirán y después las aguas y las nieves
lavarán y purificarán a la humanidad. Cuando el dolor sea muy intenso entre los
hombres me elevarán altares, quemarán incienso y dirán que me aman, mas Yo les
diré que no es esa la forma de agradar a mi Espíritu, y que lo que ellos creen
que es amor hacia Mí, es miedo a la justicia y a la muerte. Es necesario que
los hombres comprendan, que el único incienso que llega a Mí, es el de las obras de amor y caridad
que os hagáis los unos a los otros, inspirándoos en el amor de vuestro Padre.
A vosotros que escucháis esta palabra, os digo que os
levantéis imitándome, que me sigáis por el sendero de amor que os tracé en el
Segundo Tiempo, para que cuando ya no me escuchéis en esta forma, sepáis reunir
a las multitudes en estos recintos reteniéndolos con la verdad y la esencia de
vuestras palabras y ejemplos. No sólo en estos lugares sabréis dar la
enseñanza, sino en donde las circunstancias reclamen vuestra labor; no olvidéis
que os he dicho que en el desierto, en los caminos, en el mar, en los valles,
seréis sorprendidos por las pruebas y también por mi inspiración.
Para cumplir con esta misión, quiero que este pueblo, al que
estoy formando con mi enseñanza, sea el que honre mi ley y dé testimonios de su
Maestro con sus obras y ejemplos. Que en vuestras casas exista la paz, que
entre vuestra familia no estén unos contra otros, que no haya riñas entre
hermanos, ni faltas entre padre e hijos. Cuando la paz comience a existir entre
vosotros y vuestro hogar no sea un pequeño campo de batalla, estaréis en el
principio de la desaparición de las guerras, porque el que tenga paz en su
corazón, la llevará por doquiera. Pensad en vuestros hijos y ved que aún no
habéis sabido grabar en sus corazones mi ley con vuestros ejemplos, y que esas
son las nuevas generaciones destinadas a esparcir la luz espiritual entre la
humanidad.
Grandes son sus espíritus, mas reconoced que necesitan en la
infancia de su vida material, de vuestro amparo y de vuestra guía; principiad
esa misión con los pequeños, sed comprensivos y pacientes; aprended de Mí, que
sé esperar siglos, milenios o la eternidad para la evolución y
perfeccionamiento de un espíritu; todos sois semejantes al brillante en su
origen, al cual hay que pulir con cuidado para que dé hermosos destellos.
¿Acaso os creéis indignos de ser comparados con el brillante?
Una de las creaciones más bellas y maravillosas que he
puesto en esta Tierra, son las flores que regalan vuestra vista, que embalsaman
el ambiente y que os inspiran; y de cierto os digo que vosotros sois más
perfectos y hermosos que las flores.
Si tuvieseis ya la espiritualidad que debéis alcanzar,
conoceríais el lenguaje de todo lo creado, y a través de él os hablaría y no
haríais que vuestro Padre se materializara ante vosotros, hasta sangrar en una
cruz y dar mi divina palabra en este tiempo por labios de hombres impuros; Pero es menester que conozcáis a vuestro Padre, y por eso no me he ocultado
nunca, ni he rehusado venir entre vosotros a pesar de vuestra iniquidad. Si
mostrándome a los hombres, estos han creado siempre falsos dioses, ¿qué sería
si Yo me ocultase por repugnancia ante vuestros pecados?
Oh discípulos, que os recreáis oyéndome y decís:
"Maestro, lamentamos que no exista la libertad que nos permita hablar
directamente de tu palabra a nuestros semejantes". Mas Yo os digo: No
temáis a vuestros hermanos, ¿de qué podéis avergonzaros? Esperad, esperad unos
instantes, que pronto la humanidad saltara los cercos y obstáculos que con su
fanatismo e ignorancia ha formado y que le ha impedido penetrar al fondo de la
verdad, la cual solamente ha conocido superficialmente.
Comed el manjar que hoy os ofrezco y sentiréis mi paz, mas
no dejéis que nada os la arrebate.
Os llamo a vosotros discípulos del Tercer Tiempo, porque
habéis hecho un nuevo pacto con mi Divinidad.
Os confío nuevas tierras en donde se multiplicarán las
tribus de Israel, mas al saber que sois parte de mi pueblo, no os llenéis de
vanidad, porque si analizáis vuestra misión, comprenderéis vuestra gran responsabilidad.
He venido entre vosotros nuevamente y os pregunto:
¿llevaréis otra vez a vuestro Señor al sacrificio? ¿Creéis que no haya sido
bastante mi sangre derramada en el Segundo Tiempo?
Ved ahora a vuestro espíritu llevando sobre sí la cruz de su
restitución, confiándosele extensas tierras para que las cultive, mas no
sembrará en ellas otra simiente que no sea la mía. La cosecha que en este
tiempo recojáis, será la llave que os abra la puerta de vuestra salvación.
He venido a cambiar el fardo de vuestra iniquidad por el
dulce peso de mi cruz, para que descanséis del pecado que os ha agobiado por
siglos.
Que vuestros labios no pronuncien blasfemias, tan sólo que
glorifiquen mi nombre. El don de palabra que os he dado, no es para que
manchéis la honra de vuestro semejante.
Ahora que sabéis que os he llamado para convertiros en mis
amados discípulos, haced en cada día un examen ante la luz de vuestra
conciencia, sobre todo cuando sabéis que vais a escuchar mi palabra.
Cuidaos de hacer penitencias mal entendidas, ni privéis a
vuestro cuerpo de lo que le es necesario, en cambio evitadle lo que le sea
perjudicial, aun cuando ello signifique para él un sacrificio. Esta será la
penitencia que beneficie a vuestro espíritu y por lo tanto, la que agrade al
Padre.
Lentamente vais aprendiendo a elevar vuestro pensamiento al
infinito sin necesidad de imágenes plasmadas en un lienzo o forjadas por
vuestra mente. Poco a poco van cayendo los obstáculos que vuestro espíritu
encontraba siempre que intentaba orar. Ahora está en camino de alcanzar la
comunicación espiritual con su Señor.
No olvidéis que para que vuestra oración os deje una honda
satisfacción y os haga sentir verdadera paz, al disponeros a elevar vuestro
pensamiento para llegar ante mi santuario, limpiad vuestro corazón.
Mañana veréis venir tras de vosotros a las grandes
multitudes; es menester que descubran una huella profunda y luminosa que les
guíe hacia la verdad, y que esa huella sea la de vuestras buenas obras.
Tenéis que dar testimonio de que sois aquel pueblo que el
Señor envió a peregrinar a la tierra, para hacer luz entre la humanidad. La
sabiduría que de vuestro espíritu brote, será la luz del Sexto Sello desatado
en este tiempo.
Si me amáis, podréis cumplir mis mandatos, si me amáis
sabréis amar a vuestros hermanos.
Interiormente algunos me dicen: Señor, si nos encontramos
reunidos aquí escuchando vuestra palabra, ¿no es porque te amamos? Y Yo os
digo: Muy pocos son los que por amor vienen a oírme; los más vienen agobiados
por el dolor.
No censuro que sea el dolor el que os haya traído a mi
presencia, porque éste luego de haber cumplido su misión, se aleja dejando
preparados los corazones de los que más tarde serán mis discípulos.
No podréis decir que Yo nunca he sentido el dolor humano y
que por ello no os comprendo. Por eso me hice hombre y sufrí, para daros
ejemplo en cada prueba y en cada trance. Si ahora os pido que sembréis de luz y
buenos ejemplos el camino que vuestros hijos han de transitar, es porque Yo, en
Jesús, fui siempre el hijo obediente a su Padre. Conozco y siento todos
vuestros dolores y no por haber venido a vosotros en Espíritu, me encuentro distante. En verdad os digo que mi manifestación en el
Tercer Tiempo es la mejor prueba de que os amo y os comprendo.
En vuestros momentos de sosiego, meditad en mi palabra.
Comprended que Yo soy la paz que desciende cuando os azota el torbellino. Conservad
esta paz a pesar de todas las pruebas y no dejéis que huya de vuestro corazón y
retorne a Mí.
No os rebeléis cuando las enfermedades hagan presa de
vuestro hogar; ellas purifican al espíritu, sin embargo, no os impido que
busquéis el bálsamo, antes bien os digo que me busquéis cual doctor divino y
recibáis con amor lo que sea mi voluntad concederos.
Hay muchos que han vuelto al camino solamente por los
sufrimientos de la vida, algunos renegaron mientras experimentaron el dolor, mas
cuando reconocieron que él fue quien los detuvo en el camino de perdición,
bendijeron su cáliz de amargura. A éstos los siento a mi mesa y les doy a
saborear el Cordero convertido en delicioso manjar de amor y caridad.
De cierto os digo que si los hombres hicieran esto mismo con
los que han sido ingratos con ellos, ¡cuánta paz habría entre la humanidad!
Vivid en paz, ello será el mejor testimonio que deis de que
sois mis discípulos. No olvidéis que muchos ojos os están observando siempre,
ya sea para confirmar si es verdad lo que practicáis o bien para tener pruebas
para desmentiros.
Sed mis soldados fieles; nunca seáis la causa de que
vuestros hermanos me desconozcan. No ha habido una sola vez en que Yo os dé mi
palabra, que no se haya presentado un corazón cuando menos a escudriñar; en
esos instantes ha sido analizada mi palabra, mi manifestación en todas sus
partes y los actos de mis servidores. Con todos sus sentidos y potencias se han
presentado a escudriñar mi comunicación y son más los que han venido esperando
que sea falso el rumor de mi presencia, que los que han llegado con el deseo
ferviente de que la buena nueva sea verdad. ¿Quién había de decirles que
mientras todo lo están observando y juzgando, mi mirada penetra en el interior
de su corazón y mi voz le está llamando a través de su conciencia? Es en ese
instante cuando se ha encendido la fe en muchos que dudaban y se ha desbordado
en quienes ya la tenían. Así ha ido en aumento el número de mis discípulos que
forman ya un pueblo, al cual estoy diciendo que atesore mi paz para que ella
sea su mejor tesoro, porque ése será el mayor testimonio que den de la verdad
de mi manifestación ante los demás pueblos de la Tierra.
Quiero que comprendáis que esta nación tiene un alto destino
que cumplir y que cada uno de vosotros tienen una delicada misión. Este pueblo
será una fuente de paz y de amor, a la que vengan a beber hombres de otras
razas. No está lejos ese tiempo, mas antes tendréis que cansaros de tanto
pelear entre hermanos, antes tendréis que convenceros de tanta mentira y
falsedad de las que la humanidad ha hecho un culto. Entonces vendrán hacia Mí y
encontrarán que Cristo, el que murió en la cruz, vive y viene lleno de gloria y
majestad, como fue visto ascender en el Segundo Tiempo.
Hoy sentís que el ambiente no es del todo favorable para
hablar de mi Obra, mas se acerca el día en que vuestras bocas se abran
incansablemente para hablar de mi palabra, porque el dolor, la menesterosidad,
la angustia y la confusión, querrán arrancaros todo cuanto os he dado.
Desde ahora os preparo y os doctrino, para que sepáis
predicar mi enseñanza con la palabra y las obras, porque de prevaricadores se
encuentra ya cansada la humanidad. Formad una familia obediente, unid vuestro
pensamiento, vuestra voluntad y vuestro destino, con un lazo de espiritualidad
y seréis fuertes e inmortales.
Grandes pruebas esperan a la humanidad, ante cada dolor y
cada catástrofe, permaneced velando y orando. Muchos dolores serán atenuados,
otros no llegarán, porque serán detenidos en su camino por quienes oren.
Cuando de otras religiones y sectas contemplen que las
multitudes corren en pos de este pueblo, de esas religiones se levantarán los
que os persigan, mas no temáis, que si sabéis permanecer serenos, el Espíritu
Santo pondrá palabras de luz en vuestros labios que hagan enmudecer a quienes
os calumnien.
No os dejo la espada homicida para defenderos, os dejo la
espada del amor; cada uno de sus destellos de luz, será una virtud que de ella
brote.
¡Cuánta gracia hallaréis delante del Padre, si a las
multitudes de perseguidores de mi obra las doblegáis con vuestras palabras y
las presentáis convertidas con vuestras obras de amor!
Esa es la lección que os di en el Segundo Tiempo y que ya
habíais olvidado.
La mente humana sufrirá perturbaciones tratando de
comprender la doctrina Espiritualista Trinitaria Mariana, porque el hombre
materializado es torpe delante de lo espiritual.
Soy Yo quien ha venido a manifestarse en este mundo una vez
más, haciendo comprender a la humanidad que no me encuentro a una altura que no
podáis alcanzar. Vengo a enseñaros la forma de elevar vuestro espíritu por
medio de la oración, hasta encontrar mi presencia y acercar vuestro espíritu a
mi Divinidad a través de una vida consagrada al bien. Sólo quien vive en mi ley
sabe que en verdad estoy dentro del hombre y que esto no es una metáfora.
Vosotros que me escucháis no entorpezcáis vuestro
entendimiento para las enseñanzas espirituales; no empañéis vuestra luz, ni
dejéis que vuestro corazón sensibilizado y ennoblecido en los instantes de
escuchar mi palabra, se torne en indiferente y frío. Ya probasteis los placeres
que brinda el mundo, ya conocisteis su miel, ahora venid a saborear el fruto
del árbol que Yo he cultivado, pero una vez que hayáis satisfecho vuestra
hambre, cuidaos de retornar a aquellas sendas, pensad que no es justo que
llevéis al fango lo que por gracia os he entregado.
Oíd mi palabra que arranca vendas de oscuridad y hace luz en
todo espíritu, para que en el futuro podáis recorrer el buen camino, así como
reconocer lo prohibido y encontrar fuerzas en vosotros mismos para no caer en
tentación. Quien haya recibido esta enseñanza no podrá llamarse ignorante.
Oídme y comprendedme, discípulos, hoy que aún estoy con vosotros en esta
palabra.
Quien ha sido siervo en el mundo no se extrañará cuando Yo
le ordene; quien ha sido señor, olvide su vanidad y sea mi siervo, entonces
todos sabréis la forma tan dulce de Jesús para ordenar a sus discípulos.
Someted vuestro libre albedrío a mi ley y a vuestra
conciencia y no os sentiréis esclavos sino verdaderamente libres.
Ahora que la cizaña ha cundido por todo el haz de la Tierra,
es cuando vengo a deciros que os dispongáis a ser mis labriegos para que
sembréis mi semilla de paz. Cada uno de mis escogidos en este tiempo puede
preguntarse interiormente, si antes de escuchar esta palabra no fue acrisolado
y templado en el dolor, tocado muchas veces en lo más querido.
Alcanzad la persuasión y la fe, oídme sin cansaros y sin
familiarizaros con esta manifestación; velad, no quiero sorprenderos durmiendo
el día de mi partida. Hoy veis que pasa este año y llega el otro, y mi palabra
invariablemente desciende entre vosotros, mas llegará el año de 1950 y ya no volveréis a escucharme bajo esta forma, para entonces,
quiero que os encontréis fortalecidos y colmados de enseñanza.
Estudiad mi Obra a través de todos mis portavoces, no
tengáis predilección, pensad que a todos desciendo y por todos digo la verdad.
¿Queréis que llegue al año de 1950 sin que hayáis aprovechado mi presencia, ni
aprendido mi lección? ¿Esperáis que el mundo incrédulo de mi manifestación como
Espíritu Santo, se arroje sobre vosotros y encontrándoos débiles os extermine?
¿Queréis que los gobiernos de la Tierra, al encontrar división y confusión
entre vosotros, dicten leyes que detengan vuestro paso? ¡Cómo lloraríais, generaciones
presentes, si provocaseis que se cumpliesen estas profecías! ¡Qué dura y triste
haréis vuestra existencia y cuántos abrojos dejaréis en el camino a los que
vengan después de vosotros! ¡Surgid llenos de amor y de esperanza, mucho tengo
aún que revelaros y confiaros!
Si atravesáis por alguna prueba, no dudéis, estad atentos
para que miréis cómo el Maestro os libra de todo mal en cada trance y sentiréis
desarrollarse y fortalecerse vuestro espíritu. Pensad que nadie es inmune al
dolor, que los que más me han amado y más de cerca me han seguido son los que
han sentido sangrar más su corazón. El que quiera seguirme, tome su cruz. ¿Por
qué muchos se han quedado en el camino? Porque no era verdadero el amor que
creían sentir.
Espiritualizaos, huid de lo superfluo y de lo frívolo, no
busquéis más las vanidades del mundo, tampoco busquéis las virtudes
espirituales como un simple adorno para vuestro espíritu con el fin de ser
admirados. Embelleced vuestro espíritu con las virtudes que os he enseñado en
mis lecciones de amor.
Os espero en la cima del Monte donde os daré vuestro
galardón. No volváis vuestra vista hacia atrás para contemplar las huellas de
vuestro pasado. Seguid serenamente hacia adelante sin sentir las espinas que vosotros
mismos habéis sembrado y alcanzad la cumbre de vuestra perfección en donde
brilla mi luz. Cuando os encontréis ahí, bendeciréis al fin mi ley de Amor.
¡Mi paz sea con vosotros!
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