sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 56

Con regocijo en mi Espíritu os contemplo escuchando mi palabra. En multitudes llegáis a esos recintos a recrearos con mis lecciones de amor. No todos vienen por oírme, los más vienen con la esperanza de aliviar una dolencia o de apartar una pena. Muchos son los llamados y pocos los que me sigan: se encuentran aquí muchos de los que en el Segundo Tiempo desearon escuchar la voz del Rabí y no tuvieron ocasión de conocerlo, también se encuentran los que pudiendo haberlo oído no quisieron; unos y otros escuchan en este tiempo ávidamente mi palabra y no esperan a que Yo la levante para después lamentar nuevamente su desidia. No estoy por lo tanto hablando en el desierto; si a muchos no les interesa mi palabra, hay algunos de mis hijos que saben guardarla como joya de inapreciable valor para darla a conocer a la humanidad cuando sea llegado el momento.

He venido con caridad y amor hacia todos, haciendo sentir mi presencia en muchas formas; unos me han contemplado con su vista espiritual, otros sienten mi fuerza que hace estremecer a su ser, otros se conmueven con la esencia de mi palabra, otros sienten cómo la paz de mi Espíritu envuelve su corazón; los enfermos ven cómo sanan de sus males ante mi caricia y los pecadores se sienten contemplados por una mirada perspicaz y penetrante que llega hasta su espíritu. Entonces habéis dicho. "El Señor es con nosotros". Cuando en el Segundo Tiempo mis discípulos me preguntaron si volvería, Yo les hice la promesa de ser nuevamente entre la humanidad diciéndoles cuáles serían las señales que marcarían el tiempo de mi vuelta. Muchos siglos pasaron para que dichas señales aparecieran anunciando mi nueva manifestación, misma que hoy veis cumplida. Si después de 1800 años que han constituido una era para la humanidad, os he cumplido fielmente mi promesa. ¿Creéis que ahora que os ha anunciado mi partida para 1950, pueda el Señor faltar a su palabra?

Cuando los teólogos y los hombres que estudian las escrituras de los tiempos pasados, vieron cumplidas las señales con las que os predije mi retorno y mi presencia entre vosotros ignorando ellos que estoy presente y que os estoy hablando bajo esta forma, al ver que el tiempo pasaba sin verme llegar, entristecidos cerraron sus libros creyendo haberse equivocado de tiempo y de señales, sin saber que habían acertado. Mas Yo os digo que muy pronto, cuándo las pruebas de que estuve con vosotros sean del conocimiento de la humanidad, todos podrán comprobar que mi manifestación se verificó en los precisos instantes en que las profecías se cumplieron. ¡Cuánta alegría habrá en muchos corazones y cuánto interés por interrogar a mis discípulos, así como por escudriñar las nuevas escrituras!

En este tiempo no fueron unos cuantos los testigos de mi manifestación, fueron millares y millares de seres los que sintieron palpitar de amor o de temor su corazón al escuchar mi palabra; muchos de ellos serán mis testigos fieles y mis buenos discípulos; los que no me abandonarán cuándo mi palabra sea juzgada en tribunales y concilios testificándo mi verdad con sus obras de amor.

En verdad os digo que de entre estas multitudes no hay uno solo a quien lo haya traído la casualidad; nuevamente os aseguro que la hoja del árbol no se mueve sin mi voluntad. En la vida de cada uno de vosotros existe una causa por la cual habéis venido a dar fe de mi palabra, de distintos caminos venís, de diversas sectas, religiones y doctrinas, tropezando con los pedruzcos del sendero, acumulando en vuestro espíritu la luz de la experiencia.

Al llegar aquí, sentís una fuerza desconocida, un efluvio indefinible y os preguntáis, ¿Qué será? ¿De dónde proviene esta palabra que conmueve y esta paz que inunda el corazón? y Yo os he respondido. Es vuestro Padre el que os conforta, mas no vengo a obligaros a creer en mi presencia bajo esta forma, ni es necesario forzaros a creer, ya que estoy manifiesto y palpable delante de vosotros y sólo os basta un átomo de sensibilidad para percibirme.

Este es el tiempo de haceros comprender que el uso que habéis hecho de vuestro libre albedrío es equivocado, y de que ahora os espera el desempeño de una misión espiritual entre la humanidad; ved que no juzgo vuestras obras pasadas para deciros si sois o no dignos de recibir este cargo. Porque no es el acaso el que os ha traído a este mundo, ha sido mi voluntad.

Meditad en vuestro destino, preguntad vuestros misterios y Yo os contestaré; nadie que haya interrogado a mi arcano ha quedado sin respuesta; porque en ese instante brillará la luz de vuestra conciencia revelando los grandes dones que habéis recibido de vuestro Señor.

Quiero contemplar que eleváis vuestro espíritu buscando en el infinito mi sabiduría; imitad en eso a los hombres de letras y a los hombres de ciencia a quienes sorprendo en mitad de la noche buscando unos la inspiración y otros la respuesta a los "por qué" de la Naturaleza. No quiero deciros que busquéis en esta Tierra la sabiduría que os dé la gloria entre los hombres; quiero que esa elevación y esa grandeza sea interior y que cuanto alcancéis en vuestra lucha y estudio sea un fruto de vida y de amor para vuestros hermanos.

Cuando me acerco a los hombres de ciencia abstraídos en sus meditaciones y envejecidos en el estudio, les pregunto: ¿Porqué os afanáis tanto? ¿Por quién lucháis y sufrís así? Y no ha habido uno que me diga: Maestro, lucho por amor a la humanidad. Ellos aman la ciencia y a ella le ofrendan su vida. Mas a quienes han sabido interrogar animados de nobles fines, les han sido revelados grandes conocimientos que siempre han dado dulce fruto a la humanidad como prueba de que quien inspiró aquella luz fui Yo y a quienes sin amor y sin respeto han escudriñado la Naturaleza, han quedado en el principio del camino o han caído en el abismo, ya que no fue el bien en el que se inspiraron, sino en la vanidad, en el odio y la ambición.

Mas así como la ciencia es revelada al hombre también la luz para el espíritu se la entrego por inspiración. Así hablé a los patriarcas de los primeros tiempos; así inspiré a Moisés a quien convertí en portavoz de mi palabra para hablar a mi pueblo y le dicté leyes y máximas, las que escribió para que fueran perpetuadas y las conocieran las generaciones posteriores

Después de que Cristo estuvo en la Tierra, iluminó a cuatro apóstoles de su doctrina concediéndoles que en sus meditaciones y éxtasis, recordaran su divina palabra para que legasen a la humanidad lo que sus espíritus alcanzaron a recibir a través de su entendimiento, ellos fueron Marcos, Lucas, Mateo y Juan.

Llegará el día en que los libros serán arrojados al fuego por inútiles, lo que acontecerá cuando la esencia de ellos exista en vuestro corazón y la ley que encierra la viváis, mas antes, este último Testamento se unirá a los dos primeros mediante una lucha como aconteció con el primero y el segundo.

Hoy no me he concretado a hablaros solamente del tiempo presente; mucho os he hablado sobre los tiempos pasados y aún os he anticipado profecías del futuro; os he descubierto lo que os habían ocultado, he rectificado lo que se ha alterado y os he revelado acontecimientos futuros.

Bienaventurados los que se preparen porque el mañana sabrán leer con buena voluntad estas enseñanzas que os hablan del destino de la humanidad, del futuro de las naciones y del triunfo de la luz, que es el del amor, la paz y la justicia. Esta Doctrina hará verdaderamente libre al hombre, porque él, creyéndose libre al huir de su conciencia y de mis leyes, ha ignorado que en sí lleva atributos, potencias y dones que no ha sabido desarrollar, por lo que en vez de ser libre, ha sido esclavo de sí mismo, esclavo de su ignorancia; una humanidad así. ¿Cómo podrá sentir en su corazón la paz de mi reino y llevarme en su corazón, si su mente está ofuscada por las ambiciones materiales, si su corazón late por las pasiones humanas y por lo tanto su espíritu está materializado?
03-056.16 Esta humanidad se encuentra espiritualmente muerta; mas Yo que tengo poder para resucitar muertos, vengo a llamarle a la vida y abrir ante ella un tiempo en el cual libere a su espíritu, conozca sus dones y por medio de ellos alcance progreso y elevación.

Hoy comenzáis a hacer uso de todas las potencias del espíritu; esto os levantará del abismo.

He aquí un pueblo que con interés busca mi palabra y quiere atesorar mis enseñanzas sabiendo que es corto el tiempo de mi comunicación a través del entendimiento humano.

Aprovechad mi lección, ¡Oh discípulos!, después id sin temor a esparcir mi palabra y mis enseñanzas entre la humanidad; no os amedrentéis ante aquellos que con teorías traten de desvirtuar vuestra misión.

La humanidad busca sin saber lo que quiere; hoy vengo a deciros: Yo soy lo que buscáis. ¿Quién no ambiciona la paz? ¿Quién no anhela conocer la verdad? ¿Quién no desea conservar la salud?

Tendréis que buscarme porque la paz no está en la Tierra ni existen hombres de buena voluntad, mas mi justicia ha descendido. El día del Señor ha llegado.

Cuando el hombre haga mi voluntad, hasta los elementos se inclinarán ante él como siervos; mientras el hombre persista en su desobediencia, los elementos se desencadenarán haciéndole reconocer su falta de armonía en todo lo creado.

No vengo en contra de mis hijos; sólo vengo a destruir el pecado para que podáis contemplar mi luz.

Orad, pueblo y os aseguro que recibiré vuestra ofrenda, no la material sino aquella que vuestro espíritu me entregue.

Mi justicia es en todo corazón, lo mismo en el que me abre sus puertas, como en el que las cierra a mi llamado; mi mirada es perspicaz y sabe encontrar dentro de ellos todo cuanto encierran; en algunos he encontrado la ofrenda de su amor y de su humildad; en otros el regocijo de estar delante de Mí y su gratitud por los favores recibidos, descubro en unos la esperanza, en otros el dolor, y de cierto os digo que mi altar se cubre a cada instante más de lágrimas que de ofrendas.

Aquí delante de Mí os limpiáis de toda mancha; ¡Ah si supieseis conservar esta limpidez a lo largo de vuestra vida!; pero este ambiente de espiritualidad y de hermandad que formáis en estas horas de comunión y de enseñanza, no reina en el mundo; el aire que respiráis está envenenado por el pecado.

Mas habéis sentido como a medida que váis asimilando mi Doctrina, va cayendo de vosotros eslabón tras eslabón de la cadena que os ataba al mundo.

Os estoy juzgando, mas mirad cuán dulce es la palabra de vuestro juez; ved que en vez de sentencia os doy mi perdón para que no volváis a faltar; sois vosotros mismos los que os sentenciáis, reconociendo que es justo que el dolor os toque; entonces Yo bendigo esa atrición y con mi enseñanza os libro del cáliz de amargura. Este es el camino de Dios; por él seguidme.

Quien escucha la voz de su conciencia, reconoce y comprende sus faltas a la vez que acepta su expiación; mas quien no comprende la magnitud de sus faltas, no sabrá librarse de sus manchas y mientras eso no sea, no podrá llegar a Mí.

No blasfeméis contra el dolor; lo que debéis destruir es el pecado; el dolor siempre os ha servido para deteneros en vuestra vertiginosa carrera hacia el abismo.

Hoy habéis dejado de ser niños y podéis comprender el sentido de mis enseñanzas; también sabéis que vuestro espíritu no nació junto con el cuerpo que poseéis, y que el principio del uno no es el del otro. Esos niños que mecéis en vuestros brazos, llevan inocencia en su corazón, mas en su espíritu encierran un pasado a veces más largo y azaroso que el de sus mismos padres. ¡Cuán grande es la responsabilidad de quienes tienen que cultivar esos corazones para que su espíritu alcance progreso en el camino!

No por esto miréis con menos amor a vuestros hijos; pensad que no sabéis quiénes son ni lo que han hecho; antes bien, aumentad para ellos vuestra caridad y amor y agradeced a vuestro Padre que haya puesto en vosotros su misericordia para convertiros en guías y consejeros de vuestros hermanos espirituales, de cuyos cuerpos pasáis a ser padres por la sangre.

Sin tener estos conocimientos espirituales, va la humanidad ayudándose mutuamente en su senda de evolución, porque el camino de perfección está creado para todos y será recorrido por todos hasta el final, aun por aquél que consideréis mas alejado de mis leyes. ¿Podéis concebir que alguno de vosotros no llegue a Mí aunque sea pasando la eternidad sobre él? ¿Podría el Padre perfecto haber descuidado a alguno de sus hijos?

Ahora bien, discípulos, ¿Creéis que al espíritu le baste una sola existencia para concluir su misión y perfeccionarse? No Maestro, me decís con íntima convicción.

He aquí la resurrección de la carne, mas no en la forma en que fue concebida por la humanidad. La carne, al quedar inerte, va a las entrañas de la tierra mientras el espíritu parte al más allá en espera de que mi justicia le envíe a encarnar en un nuevo cuerpo; en esta forma espíritu y materia vuelven a unirse en este mundo, mas no en el valle espiritual.

No porque el Padre os conceda más de una oportunidad para el desempeño de vuestra misión, desaprovechéis la que hoy poseéis, porque nadie sabe el número de existencias que mi justicia le asigne; por ello tanto el anciano como el joven y el niño deben apresurarse a cumplir la misión que les ha sido señalada para saldar sus deudas.

También os digo que éste es el tiempo de la resurrección de los muertos, porque esta luz encenderá la fe de los que perecían entre tinieblas de remordimiento, de deseperación y de amargura.

El Sexto Sello se encuentra desatado y el libro abierto ante vosotros; el candelero alumbra al Universo y el Verbo Divino simbolizado por una lengua de fuego, os habla desde el infinito; es la voz del Cordero inmolado en el Segundo Tiempo la que sorprende a los hombres, les ilumina y les levanta a la vida de la gracia.

Vivid alerta porque pronto surgirán muchos profetas y es menester que sepáis distinguir a los verdaderos de los falsos.

Los hombres encargados de hacer justicia en la Tierra, tomados como instrumentos de mi Divinidad, tocarán a todo aquél que sorprendan en falsedad, a todo aquél que lucre con mi enseñanza y que tras de una máscara de santidad esconda su perversidad.

¡Ay de aquellos que prometiendo conducir a los hombres a la gloria, los lleven a la guerra y a la confusión!

Quiero que mis discípulos se hagan reconocer sanando enfermos, rescatando perdidos, levantando débiles, para cumplir esta sagrada misión; desprendeos de lo superfluo, abandonad todo entretenimiento inútil de la tierra, no engañéis a vuestro corazón ni a vuestros sentidos con falsas bellezas o insanas impresiones.

Elevad vuestro espíritu para que gustéis sólo de lo eterno, de lo bello y de lo bueno; si así no fuese, vuestro espíritu materializado por la vida que llevásteis, sufrirá mucho para desprenderse de su cuerpo y de todo cuanto deja y tendrá que vagar por un tiempo en los espacios envuelto en confusión y amargura hasta que alcance su purificacción.

Vivid en mi Ley y no tendréis que temer a la muerte, mas no la llaméis ni la deseéis antes de tiempo; dejadla llegar que ella siempre es obediente a mis mandatos; procurad que os encuentre preparados y así penetraréis en la mansión espiritual como hijos de la luz.

Hoy sentaos a mi mesa, comed, para que este pan os trasforme y después sepáis ofrecerlo a quien lo necesite.

Hoy traéis ante mi palabra a los que vais encontrando en el camino sin salud, sin paz, sin ideal. Mañana, cuando ya no se escuche mi voz en esta forma, seréis vosotros los que recibáis a vuestros hermanos y les alimentéis con esta esencia.

Nada ha sido dejado al acaso, todo ha ocurrido así por mi voluntad. En el destino que os estoy señalando está mi justicia. Si encontráis el camino sembrado de abrojos, de cierto os digo que no fue mi voluntad quien los puso para herir vuestros pies y que debéis avanzar por el sendero llenos de conformidad, teniendo en cuenta que esas penalidades que sufrís, despojan de manchas a vuestro espíritu.

Cuando esa conformidad nazca de vuestro corazón, sentiréis cómo mi caridad limpia vuestro camino.

Los que ahora escucháis mi palabra, la recibís como bálsamo sobre vuestras heridas, mas no os concretéis a recibir mis beneficios sin querer penetrar en el sentido de mi Doctrina, porque llegará el instante en que no volváis a escuchar esta palabra y si no supísteis preparaos para comunicaros de espíritu a Espíritu en los tiempos venideros, os sentiréis en la orfandad.

Quiero que en la lucha que se avecina, seáis el soldado firme que defienda su causa, para que en la vida pueda ser llamado como Jacob, el fuerte y prudente Israel; que sepáis acudir y responder siempre al llamado del Padre.

No caminéis entre la duda y la fe, porque nunca podrán ser firmes vuestros pasos ni sólidas vuestras determinaciones. Tampoco me pidáis pruebas para creer, porque no sabéis en qué forma mi justicia podrá daros esas pruebas.

¿No presentís una ayuda invisible que levanta a los que habían caído en el fango? ¿No miráis a las muchedumbres que llegan enfermas y que recobran la salud y la alegría? ¿No os dáis cuenta cómo los parias de la vida llegan ante mi presencia y al serles revelados los dones que poseen, son buscados y hasta admirados por las multitudes?

Sabed descubrir todas las pruebas que de mi poder y de mi presencia os he dado y quedaréis convencidos de que a cada quien le he concedido un milagro para que crea en mi llegada en este Tercer Tiempo.

Comprended que si habéis conducido vuestros pasos hacia el árbol frondoso, bajo su sombra escucharéis la voz omnipotente de vuestro Padre. Los discípulos deben aprovechar mi presencia para preguntarme si el fruto que van recogiendo es lícito y agradable a mi divinidad, a lo que os contesto, que si habéis sembrado mi simiente, tendréis que recoger buena cosecha.

¿Porqué hay quienes vienen caminando con tanta pereza? Levantaos, ved cómo pasan los instantes sin que los aprovechéis; ahora es tiempo. No queráis levantaros cuando vuestro tiempo sea escaso, porque entonces intentaréis recorrer el camino a pasos agigantados y nada haréis bien y nada podréis recoger, porque la semilla requiere tiempo para germinar, la planta para crecer y el fruto para madurar.

Ya se acerca 1950 en que levantaré mi palabra; en ese año marcare el último de mis hijos y el número de los 144 000 quedará completo. Quienes hayan escuchado mi palabra y conozcan sus dones y cargos y hayan aprovechado esta gracia, se sentirán seguros, mas los que no hayan querido comprender esta Obra, mucho tendrán que padecer, muchos méritos y sacrificios tendrán que hacer para alcanzar la altura en donde se encuentra mi paz, que es como una puerta que se abre ante el espíritu.

Vosotros, los discípulos del Tercer Tiempo, los que habéis visto venir al Espíritu Santo, sois los que bajo esta luz comprendéis las enseñanzas presentes, las pasadas y algunas de las futuras. No dudéis que éste es un tiempo de luces, mas no os confiéis demasiado. Ved cómo el talento del hombre de ciencia brilla como nunca. Ved al niño cuánto sabe desde sus primeros pasos. Ved lo que acontece alrededor de la Tierra. Aún sois náufragos que vais en busca de náufragos, dando voces de auxilio en medio de la mar embravecida.

Estudiad profundamente mi palabra para que lleguéis a tener un verdadero conocimiento de ella y no vaya cada uno a hacer de mi Doctrina una teoría diferente. No esperéis el tiempo de la persecución sin tener armas con qué defenderos. Esas armas serán vuestra forma de vivir, vuestra palabra y vuestro culto.

No os exijo que seáis infalibles, porque el único infalible soy Yo; lo que sí os pido es sinceridad y buena voluntad en cada uno de vuestros actos; lo demás lo hago Yo para completar y perfeccionar vuestra obra, porque según seán vuestras obras, así será vuestro galardón.

Si alguno de vosotros sintiere envidia de su hermano juzgándole más querido del Maestro y ambos reclamasen su sitio a mi diestra, Yo les diría: No soy Yo quien debe sentaros a mi diestra; es algo que toca a cada quien labrarse por sus propios méritos. En verdad os digo que no podría amar más a un hijo que a otro.

Entre mis apóstoles del Segundo Tiempo, no amé a Judas menos que a Juan. Aquellos espíritus fueron gotas del océano infinito de mi amor y cuando ellos retornaron al Padre, sólo El supo en sus altos juicios, lo que cada uno había labrado para sí.

Para que en este tiempo la humanidad pueda levantarse a seguirme, penetrar en los misterios que os he esclarecido y llenarse de luz, es necesario que tenga libertad en el espíritu, en el pensamiento, en la voluntad; mas por eso he venido a libertar de su yugo a los espíritus, comenzando por derrumbartronos e imperios para hacer caer cetros y coronas. Sed libres, no busquéis aquí vuestro reino ni vuestra gloria; no hagáis de los humildes vuestros siervos, ni seáis esclavos de la frivolidad. Recordad que os dije: "Mi Reino no es de este mundo, aquí no está mi trono ni mis ejércitos". Tampoco está aquí el reino de vuestro espíritu ni su galardón.

Con la verdad os hablé y con la verdad os estoy hablando. Después de tanto tiempo de haberos hecho grandes revelaciones, no sería justo que me dijéseis como Pilatos: ¿Qué es la verdad?

¿Queréis llegar a Mí? ¿Anheláis llegar algún día a donde han llegado los que me han seguido? Todo lo que necesitais para lograr vuestro anhelo ya os lo he dado; si me hice hombre en aquel tiempo y ahora en espíritu he venido a hablaros, ha sido para enseñaros el camino que conduce a la perfección. Soy el Verbo Eterno que os dice: Oídme, que 1950 se acerca y entonces os parecerá que las puertas de los cielos se han cerrado.

Yo os dije en aquel tiempo: "Quien conoce al Hijo conoce al Padre", ahora agrego: "Quien conoció al Hijo y a través de El al Padre, conoce al Espíritu de verdad que hoy os habla".

Venid con pleno conocimiento de vuestra misión al seno del Sexto Sello, llamadme y vendré a hablaros, mas hacedlo sólo hasta el año 1950, en que está marcado por mi voluntad el término de mi comunicación por medio del entendimiento humano.

Lo mismo recibo al que en su corazón ensalza mi nombre y bendice mi nueva manifestación, como al que viene tan sólo a calificar mi palabra, en espera de encontrar errores en ella, para desmentirla. Para todos tengo una lección. Hablo al corazón del niño y al del anciano, al corazón del hombre y al de la mujer. Hablo al filósofo y al hombre de ciencia. Ninguno pasa desapercibido ante mi sabiduría. Por eso digo a la multitud: Tomad de mi palabra lo que a cada uno corresponda.

En aquel tiempo os dije: "Yo soy el camino". Hasta después entendísteis lo que Jesús quiso decir con aquellas palabras pues comprendísteis que el camino era la Ley divina del amor.

Hoy vuelvo a deciros: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, y si buscáis la esencia de mi palabra en este tiempo, encontraréis en ella la Ley eterna de amor, aquel mismo camino que en la Tierra os tracé.

En aquel tiempo muchos creyeron que Cristo venía equivocando el camino y alterando la Ley, por eso le combatieron y le persiguieron, mas la verdad, como la luz del sol, se impone siempre a la tinieblas. Ahora será combatida de nuevo mi palabra porque habrá quienes crean encontrar en su esencia contradicciones, confusiones y errores, pero su luz volverá a esplender en las tinieblas de este tiempo, y la humanidad verá que el camino y la Ley que os he revelado, es la misma de aquel tiempo y será la de siempre.

Oídme en este tiempo para que aprovechéis la divina lección. No repitáis lo que muchos hicieron en el Segundo Tiempo que mientras escuchaban a Jesús lo burlaban y cuando vieron los prodigios del Maestro en la cruz y aun después de muerto, se llenaron de remordimientos y de temor, porque comprendieron que Dios había pasado por el mundo. ¿Acaso alguien sabe si estos discípulos a través de quienes me comunico, fueron aquellos que más me desconocieron y burlaron en aquel tiempo? Vedles ahora soportando el juicio, la mirada de burla y la mofa de las multitudes. No llaméis venganza a esto, es justicia y es menester que el que yerra por ignorancia, experimente y viva, a fin de que más tarde sepa comprender su error.

¿Por ventura sabéis si estos portavoces fueron en otro tiempo de aquellos que anhelaron ser mis apóstoles y tuvieron que esperar para poder servirme?

La humanidad se está purificando con el dolor, para que mi reino de paz y espiritualidad pueda establecerse en el corazón de los hombres y de los pueblos.

En el año 1924, os pronostiqué todo cuánto en el presente está ocurriendo.

Uno a uno van llegando a mi presencia los que en este tiempo están llamados a ser mis precursores y profetas, y todo aquél que ha sentido interiormente el llamado me dice: "Señor, aquí estoy, quiero ocuparme en vuestra Obra, ordenad, soy vuestro siervo".45

Desde ese instante me he dedicado a pulir las asperezas de su corazón con el cincel de mi palabra, a llenarlo de caridad y de bálsamo, de paz y de bondad. Recordad que os he dicho que de la abundancia de vuestro corazón hablarán vuestros labios.

Quiero que seáis como árboles cuya sombra cobije a muchos, mas. ¡Cuán pocos sois los que verdaderamente estáis aprendiendo a dar sombra al caminante!

Imitad a vuestro Padre que es semejante a un árbol corpulento que da sombra y que ofrece sus frutos a todos sus hijos.

¡Mi paz sea con vosotros!

No hay comentarios: