sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 3

He aquí el pan de la vida eterna, ha mucho tiempo que no le comíais.

Mucho tiempo me esperasteis y cuando menos lo pensabais, brilló una luz en el firmamento; cuando preguntasteis de donde venía y qué significaba, os dijeron: es Elías, que viene a preparar a la humanidad, para hacerla digna de la comunicación con el Maestro.

Como el pastor que reúne y cuenta a sus ovejas y presuroso busca a la descarriada para presentarle el número completo a su Señor, así Elías os ha amado, os ha conducido y os ha hecho sentir el calor del aprisco.

Cuando os he visto así preparados, os he ofrecido mi pan con el cual os estáis alimentando para siempre.

Quien ha comido en verdad de este pan, ha gozado y ha saboreado mi paz.

Y este alimento que es mi divina palabra, brota de los labios de un ser humano, como una manifestación más de que en verdad Dios habita en la conciencia del hombre.

¿Por qué había de quitaros el gozo de que me sintierais en vosotros mismos?

Me siente en sí, el que lleva paz y pureza en su corazón, aunque Yo estoy en todos los espíritus por mucho que hayan pecado. El que ha sido, no morirá jamás y quien existe, me lleva en sí, porque Yo soy la Vida.

Entre Dios y sus criaturas, existen lazos que nunca podrán romperse, pero si los hombres se sienten distanciados de su Padre celestial, es por su falta de espiritualidad o por su falta de fe.

Ni la muerte, ni la falta de amor podrán destruir el lazo que os une a Mí

Nadie puede huir de mi presencia, no existe morada o sitio alguno donde podáis ocultaros de Mí, porque doquiera que vayáis, estoy con vosotros y doquiera que os encontráis, estáis en Mi No os conforméis con saber esto, es necesario que me sintáis para que me dejéis manifestar en vuestras obras.

Meditad: si Yo estoy en vosotros ¿Adónde me habéis llevado cuando pecáis?

Os hablo así, porque he de remover la ceniza que hay en vuestro corazón hasta encontrar en él una chispa de luz.

Os doy fortaleza para que resistáis las pruebas.

Yo contemplo cómo los vuestros os desgarran y os someten a pruebas; para unos han sido sus padres y para otros sus hijos sus mayores obstáculos para seguirme.

Muchos han llegado llorando ante esta manifestación, sabiendo que para oírme, han tenido que dejar en guerra su hogar y sin embargo, han insistido en escucharme.

¡Cuántas lágrimas, cuántas oraciones, cuánta paciencia en espera de que aquellos reconozcan esta Verdad!

Hay quienes han tenido que apartarse de su hogar en busca de libertad para escuchar mi palabra; hay quienes han tenido que abandonar su comarca para no ser señalados por parientes y amistades; quienes han perdido su trabajo, y son burlados y llamados hechiceros y algunos a los que se les ha negado el pan.

¡Cómo no he de recibiros con ternura, cómo no he de desbordar mi bálsamo en vuestras heridas cuando así vais sufriendo por seguirme! Más no os quejéis de nadie, no acuséis a ninguno de vuestros hermanos; dejadme vuestra causa, que en verdad os digo: Aquellos que más os hayan herido serán los que más arrepentidos y humildes lleguen ante Mí en solicitud de bálsamo y de perdón. Ellos entonces me dirán: Señor, perdóname, ¡Cuánto lastimé el corazón de mi hijo! Otra dirá: Maestro, yo desconocí a mi esposo porque te seguía y lo castigué apartándome de su lecho para habitar distinta alcoba porque le juzgaba lleno de tinieblas. Ellos me pedirán perdón, confesarán sus faltas y reconocerán que muchas veces recibieron beneficios por conducto de aquellos a quienes habían desconocido. Entonces les diré: Mientras vosotros pensabais la forma de hacer más dolorosa la vida a esos mis labriegos, ellos, en el silencio y en la soledad velaban por vosotros. Mas en verdad os digo, discípulos que de Mi estáis perdonados ¿Y vosotros también les perdonáis de corazón?

Cristo, desde aquel tiempo os enseñó el perdón perfecto que nace del amor, hoy vengo en espíritu, más mi enseñanza es la misma.

Gozad teniendo por Maestro al modelo perfecto. En verdad os digo, que ni antes, ni después de Cristo, habéis tenido un ejemplo como el que El os dio.

¿Sería perfecto el Maestro, si el discípulo le superase en sabiduría? No.

Muy grandes llegarán a ser vuestros espíritus, pero nunca mayores que el de vuestro Señor; mientras mayor sea vuestro elevación, más alto y grande contemplaréis a vuestro Dios.

El soberbio siempre al final caerá abatido por sus obras, porque creyendo luchar para él, en realidad luchó contra sí mismo.

La soberbia es el origen de muchos males y sufrimientos entre las criaturas de Dios.

Desde que se levantó el primer desobediente delante de mi Ley, ¡Cuánta miseria y cuántas tinieblas dejó a su paso! desde entonces existe el mal como una fuerza invisible. Yo permití que existiera esa fuerza sólo para someteros a prueba y por vosotros mismos quiero exterminarla.

Mas no por ello culpéis de vuestras faltas y caídas a determinado ser que personifique esa fuerza; pensad que para cada tentación existe una virtud en vuestro espíritu para combatir el mal.

Comprended y analizad el momento en que vivís. Yo os anuncie en el Segundo Tiempo que volvería y os dije cuáles serían las señales de mi venida. Quiero que la humanidad reconozca que estas señales han aparecido ya.

Si os dije que volvería, es que tenía algo más que deciros y que en aquel tiempo aún no os lo podía revelar porque no lo hubieseis comprendido.

Ahora vengo en espíritu y en verdad os digo: Hay quienes piensan que en los primeros tiempos estuve más cerca de vosotros que hoy: juzgan erróneamente porque en cada una de mis venidas me he ido acercando más a vosotros. Recordad que en el Primer Tiempo descendí sobre un monte y desde ahí os envié mi Ley grabada en una piedra; en el Segundo Tiempo, dejé lo alto del monte para descender a vuestros valles, haciéndome hombre para habitar entre vosotros; y en este tiempo para llegar más cerca, he hecho de vuestro corazón mi morada para manifestarme ahí y hablar desde su interior a la humanidad.

Hay quienes dudan a pesar de oír estas enseñanzas y de estos que dudan, unos llegarán a creer y otros seguirán en su incredulidad. Más llegará el año de 1950 y ¡Cuánto frío sentirán en su espíritu, cómo se verán envueltos por aires huracanados porque entonces habrá un principio de grandes dolores y pruebas entre la humanidad!

Después de mi partida en 1950, la tierra se estremecerá y el clamor de los hombres llegará al cielo y todo ello será a semejanza de laoscuridad y del huracán que ensombrecieron a Jerusalén el día en que expiró el Hijo de Dios.

Para muchos ese tiempo será de resurrección. Los espíritus caídos en tinieblas se levantarán a una vida de luz.

Profetizada estaba esta Era. Escrito estaba que Yo volvería. Mas he aquí al escuchar mi enseñanza a través de un hombre, muchos tuvieron duda y me negaron, otros no dieron la menor importancia a mi manifestación.

Viendo la insensibilidad y la dureza de los hombres ante mi palabra, he tenido que hacer aquellas obras que llamáis milagros para despertar a unos a la fe y atraer la atención de otros.

Hoy uno y mañana otro, se han ido quedando en torno a mi palabra, a ellos les he señalado simbólicamente en su frente. Es la marca divina que traen en su espíritu, y luego les he nombrado labriegos de mis tierras.

A éstos no les serán necesarios los libros de ciencia, filosofías o doctrinas para enseñar; la luz de mi Espíritu Santo estará en sus entendimientos y su único libro será mi palabra.

Bienaventurados los que sintieron fe y se quedaron conmigo, porque ellos han tenido grande recreo con el concierto divino de mis enseñanzas.

Ser hijos de Dios, es lo que os hace dignos de esta gracia, porque vuestros méritos aún son escasos. No he contemplado vuestras manchas, porque ha habido un manto que les ha ocultado, más ¿A quién pertenece ese manto piadoso? A María, vuestra Madre amorosa, quien vela incansablemente por cada uno de sus hijos.

Os fue concedido habitar en el mundo en esta Tercera Era, que será la de la perfección, la cual abrió Elías manifestando su espíritu por medio del entendimiento humano, y os anunció mi comunicación bajo la misma forma.

Más la etapa de preparación por medio de facultades humanas, toca su fin. Pronto mi palabra dejará de escucharse en estos recintos y los que no supieron guardarla en su corazón, se sentirán como huérfanos, y habrá quienes creyendo lejano a su Señor, vayan después en pos de religiones donde encontrarme.

En cambio, los que hayan aprendido mis máximas divinas, serán los fuertes del tercer Tiempo, porque el camino se les mostrará claro.

He llamado a esta Era el tiempo de la luz y ved, mis hijos, a las naciones empeñadas en cruentas guerras fratricidas.

Vosotros que habéis sido llamados por Mi los hijos de la luz, orad por vuestros hermanos, velad por los pueblos para que esa luz llegue a sus espíritus y mañana penetren por el camino de mi Ley.

¿Cuándo serán los hombres verdaderos discípulos de Cristo? Yo, a través de Jesús, siempre os enseñé la obediencia, la humildad y la caridad: He ahí el camino.

Os he anunciado la llegada de grandes multitudes procedentes de otros países de la Tierra. Motivos materiales en apariencia les traerán a vuestra nación, más en el fondo será para que reciban la "buena nueva" de la palabra que os traje en este tiempo.

Pero meditad seriamente en esta misión, ¿Qué vais a entregar, a enseñar o a testificar, si no os preparáis, ni preparáis a vuestros hijos?

Meditad en vuestra responsabilidad, para que aumentéis vuestro ahínco por penetrar en mi doctrina y llegada la hora en que a vuestras puertas llamen, estéis preparados para ofrecer el manjar divino, por medio de vuestros pensamientos, palabras y obras.

Tened fe entregándoos a Mi y entonces Yo hablaré por vuestra boca.

También sé deciros que de los padres de familia que sepan elevarse y espiritualizar su vida, haré brotar hijos que traigan la salud y la fuerza en su cuerpo y un mensaje de sabiduría en su espíritu.

En esta casa de oración donde os congregáis para escucharme, encontraréis el consuelo a vuestras penas y el valor para afrontar las pruebas que habrán de venir; pero también vuestro espíritu al elevarse me muestra la simiente que va recogiendo con su trabajo.

En verdad os digo que el espíritu nunca sentirá fatiga trabajando en mis tierras, por lo tanto el reposo del sepulcro no será para él, aún después de la muerte de su materia, seguirá trabajando por su elevación y perfeccionamiento.

Si mi palabra ha venido a iluminar el sendero de vuestra lucha espiritual en la Tierra, mayor luz encontraréis en el más allá al continuar vuestra jornada hacia el Creador.
Mi luz divina brilla en todo el Universo.

Obedeced mi Ley, pero que vuestra obediencia nazca de la comprensión hacia el amor infinito del Padre por vosotros. Oídme y orad, pero no os levantéis por los caminos antes de sentiros fuertes, porque no podréis resistir los huracanes ni los torbellinos.

Os estoy mostrando el camino y preparando para que nunca lo abandonéis; en verdad os digo: aquel que en mi nombre siembre el bien, que es caridad, amor y paz, ese va por mi camino y encontrará la salvación.

La única penitencia que os pido, es que dominéis el egoísmo, para que sirváis con pureza y buena voluntad a vuestros semejantes.

Estudiad con atención esta palabra que os doy a través de muchos portavoces, porque cada uno de ellos tiene su propio don. No despreciéis al que os parezca torpe, porque cuando haya terminado esta manifestación al finalizar 1950, cuántos desearán volver a escucharme aun cuando fuese a través de aquel que no les satisfacía.

Mas os concederé la gracia de que mi palabra quede escrita por quienes he destinado y preparado para esta misión, para que mañana no os sintáis como el huérfano que perdió su heredad; y cuando ante vosotros lleguen las multitudes y los postreros, les mostraréis el libro de mis enseñanzas como el más fiel y verdadero de los testimonios de lo que os dije, porque para que vosotros seáis con vuestra vida y vuestra palabra como un libro de verdad y ejemplos, os falta mucho aún.

Ese libro despertará a muchos espíritus dormidos y sus dones ocultos se desarrollarán, su lectura inspirará y preparará a las nuevas generaciones llevándolas paso a paso a la comunicación espiritual con mi Divinidad.

Labriegos, recreaos pensando que os escogí pecadores para convertiros en mis instrumentos y salvar a otros perdidos. ¿Podréis alguna vez cansaros o hastiaros de llevar la paz, el alivio o la alegría a los que sufren por falta de estas virtudes? Nunca busquéis el desierto o la soledad de la alcoba para impedir que las lamentaciones lleguen hasta vosotros; reconoced que este es un tiempo decisivo para todo espíritu y que tenéis que enfrentaros al dolor. Pronto plantaréis árboles por mi voluntad en distintas comarcas, así he llamado en mi palabra a los recintos y casas de oración; para ello preparaos y dejad que el mundo espiritual se manifieste en forma amplia entre vosotros, para que tengáis la explicación justa de mis enseñanzas.

Corto es el tiempo que os resta de escuchar a esos mensajeros de mi Divinidad. Cercano está el año de 1950 y ¿Qué adelanto en mi Obra vais a presentarme? Ved que del profundo letargo espiritual os he despertado para que no vayáis a imitar a las vírgenes de la parábola que dejaron apagar su lámpara; si dormís cuando escuchéis la última palabra de vuestro Señor despertaréis sorprendidos.

Mirad entre vosotros a los que vienen cansados de caminar. Unos vienen tranquilos ante su conciencia; otros en cambio, llegan con remordimientos.

Todos venís atraídos por el rumor de que me encuentro hablando a la humanidad, y cuando escucháis esta palabra, oís que os dice el Padre: "Aquí estoy entre los hombres para hacerles oír mi enseñanza y cumplirles una promesa"

Aquí tenéis la nueva oportunidad de escuchar al Maestro y recibir sus lecciones. A cada uno estoy recordándole sus dones y señalándole su misión; quien sea constante y fuerte en el camino, pronto conocerá mi Reino.

Nadie podrá arrebatar la luz de aquel que celosamente sepa guardarla y con su virtud sepa hacerla brillar.

Sois pasajeros en esta vida terrestre y como discípulos de esta enseñanza espiritual, así lo debéis comprender. A todos os recibo con amor perfecto y con ese amor os juzgo. ¡Cuán diferente es el juicio de vuestro Señor, al juicio de los hombres!

De los ciento cuarenta y cuatro mil señalados por Mí, para el desempeño de una misión espiritual, una parte escuchará mi palabra a través de estos portavoces, otra recibirá espiritualmente mis mandatos ayudada por el don de intuición y otra, habitando en el más allá cumplirá su misión sobre la humanidad en forma espiritual.

Mi luz ha de resplandecer en todos los sitios de la Tierra.

Algunos preguntan al Maestro cuándo serán estos acontecimientos, y de cierto os digo que mucho depende también de vuestra voluntad y perseverancia.

Los que no despierten estando en materia serán levantados de la Tierra para que su espíritu se despoje de cuanto le ata, o le impide reconocer mi Obra.

Muchas veces os he dicho: no esperéis mejores tiempos para trabajar, porque no sabéis si los que vienen sean más difíciles.

Cumplid para que no tenga que reclamaros más tarde muchos errores que la humanidad cometa.

Hay quienes me dicen: "Padre, esperadme un tiempo más" y he aquí que os digo: Yo puedo esperar más y más el retorno del hijo, porque Yo soy la eternidad, pero pensad que os he enviado a conquistarla.

Otros me dicen: "Señor, levantadme mejor de este mundo, porque no puedo más".

¿Cuándo viviréis conformes con vuestro destino? ¿Cuándo comprenderéis que muchas de vuestras penas, son la expiación por medio de la cual os estáis descargando de un pesado fardo de imperfecciones? Sólo la comprensión y la conformidad os pueden dar la paz.

Con cuánta lentitud habéis caminado por la senda de los conocimientos del espíritu.

Muchos siglos de revelaciones y experiencias habéis vivido y aún os encuentro como frágiles párvulos cuando veo que no sabéis contestar a una pregunta, o cuando no sabéis salir avante en las pruebas que encontráis a vuestro paso.

Quiero que todos lleguéis a ser mis discípulos, que todos logréis despojaros de aquello que os haya impedido mirar de frente a la verdad.

Meditad siempre espiritualmente para que no tropecéis con dificultades para comprender mi Palabra. Olvidad que fuisteis los que no podíais imaginar que Dios fuese invisible, que al pensar en Mí, al instante forjabais en vuestra mente la figura de un ser humano de proporciones gigantescas, un ser que aunque con forma, no se dejaba ver y estaba oculto siempre tras un espeso velo de misterio.

Si Yo me hice hombre en Jesús, no fue para daros a entender que Dios tiene forma humana, sino para hacerme ver y oír de quienes estaban ciegos y sordos para todo lo que es divino. Si el cuerpo de Cristo, hubiese sido la forma de Jehová, en verdad os digo, que ni hubiese sangrado ni hubiese muerto, fue un cuerpo perfecto pero humanizado y sensible para que la humanidad lo viese y a través de él oyese la voz de su Padre celestial.

Siempre que vuestro concepto sobre lo divino ha estado alejado de la realidad, he venido en vuestra ayuda para destruir fantasías e irrealidades y haceros penetrar en la verdadera senda.

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Mi doctrina no habla de muerte. Si os hablo frecuentemente de la existencia del reino espiritual, es que allí está la vida y la dicha eterna como una promesa para vuestro espíritu, mas no lo hago para que deseéis la muerte y aborrezcáis esta vida.

Mi Palabra en este tiempo os habla sobre la vida espiritual, y es porque ya habéis llegado en vuestra evolución a aquel capítulo del Libro de la Vida, que muestra al espíritu los misterios no revelados.

Si el hombre posee espíritu, natural es que éste le revele algunos indicios de su naturaleza; pero ya os he dicho que mientras la influencia de la materia no se someta al dominio y dictados del espíritu, muy poco podrá el hombre penetrar en sí mismo para mirar su luz interior y oír su voz espiritual.

Cuando llegáis a tener un instante de recogimiento y de meditación, sin daros cuenta penetráis en comunión con lo espiritual y tenéis la sensación de lo eterno y de que algo de aquella eternidad vive y palpita en vuestro ser. Así fue como en los primeros tiempos la humanidad descubrió que en sí llevaba un ser, una naturaleza que no era de este mundo, sino que pertenecía a otra morada; y eso no la atemorizó, por el contrario, la llenó de esperanza, porque vio que su vida no se limitaba a la breve existencia en esta Tierra; presintió que su espíritu, al desprenderse del cuerpo, se elevaría hacia una mansión en la que hallaría un goce que en este mundo no había encontrado, una satisfacción justa para su ideal elevado.

Yo vine al mundo a robustecer con mi doctrina todas aquellas inspiraciones y a estos soñadores de mundos de sabiduría, de amor y de justicia, donde no hay lágrimas, miserias ni discordias, les dediqué mi Sermón de la Montaña, para que perseverasen en su esperanza.

Con cuánta dulzura y amor enseñaron a la humanidad los primeros maestros del Cristianismo. La fuerza de su palabra estuvo en la verdad de sus obras, con las cuales convertían e invitaban a la espiritualidad.

Los llamo maestros, porque enseñaron según mi ejemplo. Si alguien después ha querido enseñar obligando a creer sin comprender el sentido de mis enseñanzas, ese no ha sido maestro. Si ha hecho uso de la fuerza privando a sus hermanos de la libertad de pensar, de creer y razonar, ese no me ha imitado y sí ha privado a los espíritus del anhelo de penetrar al fondo de mis revelaciones.

Cuando mi nombre y mi doctrina se han tomado para subyugar pueblos o para infundir temor y por ese temor se ha obligado a los hombres a creer, Yo os digo que el fin que se ha perseguido no ha sido espiritual, sino que se ha ido tras del poder terrenal. ¡Cuán distinto era el propósito del Maestro cuando os dio sus palabras y ejemplos, que podríais condensar en aquella frase "Mi reino no es de este mundo"!

Penetrad en mi barca, que ella nunca zozobrará; más no dudéis como Pedro, al creer que el Maestro dormía, porque ya no sería mi voz, sino el dolor el que os dijera: "Ah hombres de poca fe".

¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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