sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 2

Heme aquí, entre vosotros, en esta hora en la que vuestros espíritus me escuchan y me dan gracias.

Cada vez que se presenta un nuevo año, la humanidad se llena de esperanza, aunque también hay quienes sienten temor. ¿Por qué teméis a la vida y a los tiempos? Ellos son siempre los mismos, vosotros sois los que pasáis. Hoy sois niños y mañana hombres; hoy estáis en la Tierra, mañana ya no; hoy nacéis y mañana morís.

Estáis en la consumación de los tiempos. Ya vuestro espíritu no está sujeto a la vida material; él ha penetrado en la eternidad. Vosotros sois átomos de mi Divinidad. Yo soy eterno. Yo siempre he sido. El Espíritu Divino no envejece jamás. Soy inmutable e imperecedero. El principio y el fin, el Alfa y la Omega. De Mí brotasteis y, por lo tanto, a Mí volveréis.

Ciertamente, cada año que llega es un misterio para los hombres, más de cierto os digo que es un nuevo paso que habréis de dar en el camino de vuestra evolución.
No temáis al futuro por no conocerlo, no lo veáis envuelto en tiniebla, pensad que Yo soy el tiempo y la eternidad: pensad que Yo estoy en el futuro.

Vos, pueblo, conocéis algo del porvenir, porque Yo os lo descubro y entre vosotros tenéis profetas que penetran en el futuro por mi voluntad, y de ello os dan testimonio.
Vosotros no tenéis derecho a la duda, no sois los ciegos que temen tropezar en el camino.

A todos los hombres les he preparado caminos para que encuentren la paz, les he señalado sendas para que me encuentren en toda mi verdad.

¡Ah humanidad, que me tenéis tan cerca y no me sentís!

Os he dado el secreto de la paz que es el amor de los unos a los otros.

Llegará la hora en que la paz sea tan grandemente deseada por los hombres, que la buscarán por todos los medios: en las religiones, en la ciencia y en las doctrinas. Los creyentes y los que se dicen ateos y libre pensadores, todos irán a un mismo punto en busca de esa paz, y cuando la encuentren, se hallarán frente a Mí.

Ved que en este momento estáis escuchando esta palabra, pero que pronto dejaréis de oírla. No será en este año cuando termine esta manifestación, sino hasta el instante señalado por mi voluntad: 1950.

Recuerden los que me oyeron tiempo ha, que os dije: "mi palabra descenderá desde la cumbre del nuevo monte y vosotros estaréis en la falda del mismo para recibirla".
Desde el primer entendimiento del cual me serví para esta manifestación, os dije que esta comunicación divina iniciada en 1866, tendría su término en 1950; y que después de ese año no quedaríais huérfanos, porque mi presencia sería sentida más próxima, si sabíais prepararos.

Estáis en el primer día del año de 1941, por lo tanto, diez años aún escucharéis mi palabra, tiempo suficiente para que muchos de vuestros hermanos conozcan esta doctrina, para que muchos que no han creído, crean; y muchos que no han sido obedientes, se levanten cumpliendo mis mandatos.

Mi palabra humilde y mansa, tendrá dulzura para el que sufre y será como rocío y perfume, para todo espíritu. Esta palabra que tantos han negado y tantos se han complacido en profanar, será para todos como una caricia.

No creáis que vuestro país será el único en recibir mis bendiciones espirituales, no, Yo desde el principio tengo preparada la heredad para cada una de las naciones de este mundo.

Volverá mi Verdad a penetrar en todas las moradas, como en aquel tiempo Jesús penetraba en los templos dedicados al culto de Dios, y sorprendía con su palabra a los sacerdotes, a los ancianos y a los doctores de la Ley.

¿Quiénes me imitarán en este tiempo? ¿Quiénes serán los que no teman a la humanidad? Los que testifiquen la verdad por medio de sus obras. De cierto os digo, que quien se encuentre diciendo la verdad, no temerá ni a la muerte, como su Maestro.
Ya era tiempo de que esta palabra hubiese resonado en el interior de templos e iglesias, y de que su eco hubiera llegado a los hombres de poder. Pero es necesario de que quienes la lleven, se purifiquen y enmienden para ser dignos mensajeros de ella, y he ahí que los tiempos han pasado sin que vosotros hayáis tenido esa preparación.

No estoy exigiéndoos sacrificio alguno, sólo quiero que vuestras obras sean espontáneas y vuestro amor verdadero. Sin embargo, no olvidéis el ejemplo de obediencia y sumisión de Abraham, cuando el Padre le pidió la vida de Isaac, el hijo amado. ¿Quién de los hombres de este tiempo, de los que me aman, me daría esa prueba de obediencia, de amor y de fe?

Mis apóstoles predicaron mi Verdad, y cuando los hombres les juzgaron, no huyeron de la muerte.

Quien vive en la verdad, a nada puede temer.

Vuestro camino, pueblo, está sembrado de bellos ejemplos.

La luz del Sexto Candelero alumbra a los hombres de este tiempo, más los cinco sellos que han pasado, también dejaron su luz en los espíritus.

Cuando habéis llegado ante esta luz radiante, unos en espíritu y otros en materia, habéis preguntado para qué fuisteis llamados. Entonces habéis oído aquella voz que os dice: "Yo soy el cordero inmolado por amor a vosotros y he venido a iluminar vuestro espíritu para que os améis los unos a los otros y lleguéis a Mí".
Vengo en Espíritu en este tiempo. Mi luz desciende como lenguas de fuego a los hombres para que puedan hablar de mi Ley en todos los idiomas.
Ciento cuarenta y cuatro mil espíritus encarnados y desencarnados abrirán en este tiempo el camino. Ellos serán precursores, profetas y mensajeros. Son los marcados por Mí para ir delante de los ejércitos.

A estos señalados, les ha sido revelado el nombre de la tribu a la que pertenecieron en el Primer Tiempo, para que conozcan que entonces pactaron con su Dios y tiempo ha vienen por el camino del Señor; más en este tiempo todo nombre de tribu ha desaparecido porque no es el Señor quien traza fronteras para dividir a los hombres.
Cuando en 1950 por última vez descienda mi rayo a través del portavoz, todo quedará preparado para los tiempos venideros; pero mientras este tiempo sea llegado, seguiré dándoos mi lección, más antes, depositad vuestras penas en Mí, descansad, y cuando hayáis mitigado vuestro dolor, cuando se haya secado vuestro llanto, elevad vuestro espíritu para que en él sea mi enseñanza.

No quiero hambre o sed en ninguno de mis discípulos, quiero veros satisfechos de haber comido y bebido el pan y el vino de mi amor. Solamente así podréis hacer obras dignas de Mí entre la humanidad. No olvidéis que en cada día que pasa, se aproxima el momento de mi partida y el que no aproveche este tiempo de enseñanza, después se sentirá huérfano.

No ha sido el acaso quien os ha traído ante esta manifestación. Mi voz os llamó por los caminos y os condujo hasta aquí. Ahora sabéis que habéis venido para conocer la misión que tendréis que cumplir en la Tierra. En mi palabra habéis sabido cual es vuestro principio y cual vuestro final.

Habéis tenido la revelación de que sois parte de un pueblo que en tres tiempos ha recibido el maná del espíritu.

Si todo cuanto aconteció en el pueblo de Israel en los dos primeros tiempos, lo estudiáis espiritualmente, veréis que lo mismo ha acontecido en vosotros en el tiempo presente.

La vida de aquel pueblo, su historia, es una lección, una parábola para toda la humanidad; es un libro de enseñanza, cuya ley os revelé en el monte Sinaí.
Hoy se abre este libro ante vuestro espíritu y veis brotar de él nuevas enseñanzas; porque lo que no comprendisteis en aquellos tiempos, hoy lo estáis comprendiendo.
Vuestro espíritu puede llamar a las puertas del más allá en demanda de sabiduría, vuestra capacidad espiritual os permite acercaros más al Maestro para que El os entregue las nuevas enseñanzas contenidas en su Arcano.

Pueblo: al veros ir por los caminos del mundo, arrastrando cadenas de penalidades e imperfecciones, os envío mi amor para ayudaros en vuestra senda de evolución.
En un desierto venís caminando y en medio de él he hecho nacer palmeras para que os sombreéis y tengáis descanso.

He hecho brotar de la roca estéril de vuestro corazón, un manantial inagotable para que bebáis y no volváis a tener sed.
Hoy no os daré tierras en el mundo para que las cultivéis; vuestras tierras las hallaréis en los corazones. Unos han venido a empezar a cultivar, otros a terminar su siembra.
No pretexten los padres que por cumplir con los deberes de familia, no pueden pensar en hacer el bien a los demás.

No me digan los varones que se sienten incapaces para enseñar mi Ley. A todos os digo que en vuestro camino sobran ocasiones para que sembréis mi semilla sin perder vuestro tiempo y sin desatender vuestros deberes. Servidme y Yo os serviré.

No sufráis decepción si al sembrar amor en vuestros hijos o en vuestros hermanos recogéis ingratitud. Bien sabéis lo que Jesús sembró en el mundo y lo que recogió, más Él os dijo que no está en el mundo la cosecha, sino en el cielo, cuando el tiempo sea llegado. También vosotros, discípulos, imitad en paciencia al Maestro. No busquéis galardones ni compensaciones en la Tierra, más sí esperad la hora de vuestro gozo en el más allá.

Pensad que he descendido a juzgar vuestras obras y a descubrir vuestros méritos y flaquezas. Derramo mi gracia en todo espíritu, os someto a prueba y os pregunto: Si poseéis mi Ley desde el principio de los tiempos y os he mandado velar por los pueblos para convertiros a mi enseñanza ¿Por qué no me habéis presentado vuestra cosecha, hoy que habéis vuelto a la Tierra en la consumación de los tiempos?

He venido en esta era en espíritu, y os pido el cumplimiento de los preceptos que os dejé en el Segundo Tiempo, cuando habité entre vosotros. Busco en vuestro espíritu el eco de mis palabras y en vuestro camino la huella de mis pasos, y no los encuentro. ¿Habéis practicado y enseñado el amor? A pesar de todo, podéis reparar vuestras faltas y recuperar el tiempo perdido, porque os doy una nueva oportunidad. Y no sólo por vosotros debéis trabajar, sino también por vuestros hermanos que han de venir a comunicarse conmigo en forma más perfecta en los días de paz que se aproximan.
Tenéis en Mí a un Maestro incansable y a un Padre perfecto que os ama y os corrige. ¿Qué haríais si sólo os concediera beneficios a cambio de un estricto cumplimiento de mi Ley?

Al hablaros así, lloráis interiormente vuestras faltas y buscáis una ofrenda agradable: Me presentáis a la niñez bendita, y me pedís que por su inocencia perdone vuestros pecados, y os respondo: si sabéis cultivar su corazón y conservarlo en la virtud, recibiré vuestra ofrenda.

No quiero juzgaros con rigor, antes os preparo en un tiempo propicio a la elevación de vuestro espíritu, para que trabajéis y os alimentéis con mi palabra. En él vais a ser testigos de grandes pruebas, los elementos han sido desatados y muchos pueblos serán azotados por grandes torbellinos y sólo serán perdonados por la intercesión del amor maternal divino representado por María.

Veréis venir a las multitudes a esta nación en busca de señales y pruebas divinas y Yo les recibiré, borraré de su mente toda mala interpretación de mi palabra y les mostraré la verdad. Y ellos se doblegarán ante mi amor.

Ahí tenéis a María, vuestra tierna Madre, esperando vuestra obediencia. Ella sabe que mi Espíritu está triste por las imperfecciones humanas y se acerca a vosotros para inspiraros el bien y lucha por llevaros a alcanzar la paz perfecta.
En este Tiempo, mientras la humanidad se purifica y llora, vosotros seréis preparados por mi palabra para llevar consuelo y paz a los corazones. El dolor será como un crisol en el cual se perfeccionará el espíritu para hacerse digno de llegar a Mi Todos han recibido mi fortaleza y en las más grandes pruebas saldrán avante.

Recibo vuestro cumplimiento de un año, como he recibido el de todas mis criaturas. Bendigo vuestros buenos propósitos, y toda semilla que no ha sido bien cultivada, la dejo en vosotros para que la sigáis fecundando hasta perfeccionarla. Vosotros, sabed distinguir lo que me es agradable para que siempre viváis cumpliendo con mi Ley.
No prevariquéis, no pronunciéis mi nombre si no estáis preparados. Dignificaos para que seáis reconocidos y vuestro ejemplo invite a vuestros hermanos a seguirme, y Yo pueda decirles: Discípulos, bienvenidos seáis vosotros, que llegáis humildemente a estos recintos, como ovejas que llegan al aprisco conducidas por la voz de su pastor.
El que camina por esta senda, revestido de buena voluntad, no siente el cansancio jamás.

Si en el sendero hay acechanzas, os he dado armas para defenderos, no el arma homicida para herir a vuestro hermano, sino la oración, por la cual sois fuertes e invencibles.

Yo soy vuestro destino y por lo tanto, si cumplís con mi Ley todos volveréis a Mí, más es necesario que pongáis los medios para que avancéis en el camino de vuestra evolución.

Haced vuestra mi palabra, ella es vuestra heredad, reconoced la potestad que ella encierra. Quien la posea, será capaz de salvar a una comarca en medio de una prueba.
"La tierra tendrá que estremecerse de un cabo al otro", escrito está, y es necesario que haya en esos días de tiniebla, hombres llenos de fe para que sean como antorchas que alumbren el camino de los demás.

No quiero que este pueblo, a quien he venido a despertar en este tiempo, vuelva a sumirse en su sueño, porque el ¡Ay! doloroso de la humanidad lo despertará y cuando se levante aturdido a llevar el consuelo a sus semejantes, encontrará que éstos ya no están en la Tierra, sino se encuentran en el más allá.

¿Quiénes de vosotros, al escuchar las voces de confusión, de angustia y de dolor de los hombres, pretenderá volverles la espalda y huir, desconfiando del poder que os de la práctica de mi enseñanza para hacer algo por ellos? ¿No creéis en mi palabra, cuando os he dicho que en la hora de prueba seré Yo quien hable por vuestros labios y manifieste mi poder en vuestras obras?

El que dudare, quedará desnudo de virtudes y necesitado, como aquel que nada tiene que dar a quien le pide.

Este es el Tercer Tiempo, en el cual vuestro espíritu tiene el pensamiento de que tendrá que recibir del Padre los dones y potestades indispensables para levantarse sobre el materialismo y la perversidad reinantes, más de cierto os digo que los dones son en vuestro espíritu desde el principio.

Unos han llegado hasta Mí, cansados por las enfermedades, y otros a pedirme pruebas para creer en mi presencia. Los primeros han reconocido que para llegar limpios a Mí, fue necesaria la purificación. Estos me van siguiendo.

Los segundos, cuando han recibido lo que buscaban, se han alejado sin darle importancia a mi palabra, sin presentir siquiera en dónde y ante Quién estuvieron.
Y otros que venían seguros de encontrar sólo bienes materiales en este camino, al encontrarse ante este banquete con manjares espirituales, se sintieron defraudados y también se alejaron en busca de mejores senderos. Estos tendrán en saber que "el reino del espíritu no es de este mundo".

Más a todos recibo. No ha habido uno que llamare a mis puertas, que no le hayan sido abiertas. Os digo esto, porque a vuestras puertas también habrá quien llame y ese seré Yo, que humildemente tocaré como lo hace el necesitado.

Me decís: Maestro ¿Cómo es posible que os manifestéis como el necesitado, ante nuestra puerta? y Yo os digo: No os sorprendáis ni lo creáis imposible, llegaré oculto en el corazón de los pobres, de los enfermos, de los vencidos y los tristes, llamando a la puerta de vuestra caridad, y os diré: Aquietad vuestra mente y vuestro espíritu, para que aprovechéis la enseñanza que os he traído.

En este tiempo en que aprenderéis a practicar, a explicar y a vivir mi doctrina que hoy venís a recibir en estos recintos y que mañana os levantaréis a extender entre la humanidad.

En mi palabra hablo a todos mis hijos, lo mismo presentes que ausentes de esta manifestación, lo mismo a los que ya fueron en la Tierra que a los que han de venir. Cada quien tome de ella lo que le corresponda.

En este tiempo, esta doctrina será la luz que conduzca a la humanidad por el sendero de la verdad, porque los hombres han cerrado sus ojos a esta luz y en verdad os digo: los ciegos no podrán guiar a los ciegos, sin tropezar o caer en los abismos.

El Espíritu de Verdad está en cada una de mis cátedras. Aprovechad este tiempo de mi comunicación, guardad celosamente mi palabra y no os desheredéis nunca.

Mi amor vencerá la dureza de vuestro corazón. Como en aquel Segundo Tiempo, la puerta de salvación se halla abierta; venid y por ella penetrad al camino que conducirá a vuestro espíritu a la tierra prometida.

La hoja del árbol no se mueve sin mi voluntad. Si Yo he venido a comunicarme con vosotros, es que ésta ha sido mi voluntad, y en el fondo de ella existen muy altos designios para cada uno de vosotros y para el Universo.

Los hombres se lavan en este tiempo con gran dolor y de esa humanidad hoy pecadora, surgirán mañana las generaciones que se comunicarán de espíritu a Espíritu con mi Divinidad.

Los que alcancen ese tiempo, se maravillarán con la grandeza de mi Obra y el cumplimiento de mi palabra. Entonces verán a los niños enseñando, doctrinando y dando testimonio de Mi con verdadera espiritualidad, a los jóvenes y hombres dejando tras de sí los goces y placeres del mundo para dedicarse a la práctica de mis enseñanzas, declarando que el tiempo en que viven, es aquel anunciado por los profetas.

Y los que hoy escuchando mi palabra, han sido perezosos o incrédulos, ante aquellos ejemplos se sentirán avergonzados.

Ellos no escucharán mi palabra a través del portavoz humano, pecador e imperfecto, mas escucharán en su conciencia la voz de su Señor.

A vosotros que me oís, os toco escucharme a través de esta comunicación que siendo muy elevada, no es la más perfecta, Diez años os quedan todavía y para que mañana no vayáis a llorar el tiempo perdido, aprovechadlo, porque después empezará para este pueblo un tiempo de mayor elevación.

Si no guardáis ahora mi palabra, después, cuando no exista esta manifestación, llegaréis a estas casas de oración con el dolor en vuestro corazón a pedir a vuestro Padre que os hable, que vuelva a comunicarse por el entendimiento humano, más no lo volveréis a escuchar. Contemplaréis a los que fueron mis portavoces que para esa manifestación habrán enmudecido y sólo os dirán que os elevéis espiritualmente.
Es mi voluntad que no profanéis mi mandato. No quiero que al llegar ante Mi, tenga que deciros: "Apartaos de Mi, que no os conozco" y entonces sea en vuestro espíritu una dura restitución.

Os hablo de lecciones espirituales que están a vuestro alcance y aún hay quien duda de mi palabra, ¿Qué sería si os hablase de manifestaciones divinas y os describiese la eternidad? Entonces me diríais: ¿De qué nos habláis Padre, nada os entiendo?
Os confío a mis nuevos profetas, los que pueden mirar algo del más allá. Ellos os darán acontecimientos que están por venir.

He aquí mi lección, discípulos, no la prolongo para que no os canséis y tenga que repetirla en nueva ocasión. Más si queréis aprovechar mis enseñanzas, regeneraos y poned un término a toda maldad o vicio.

Veréis entonces cómo insensiblemente irán cayendo de vuestro corazón el egoísmo, la hipocresía, la vanidad, el materialismo y en cambio, comenzaréis a practicar la verdadera caridad, aquella que no espera recompensa alguna.

Seréis ofendidos y no os asombraréis de no haber devuelto el bofetón como hacíais en tiempos pasados. Entonces os elevaréis llenos de gratitud hacia vuestro maestro, diciéndome: "Señor, sólo vos nos enseñáis estas lecciones y nos fortalecéis en estas pruebas".

Yo soy la Vid y vosotros los Sarmientos, por lo tanto, dad el mismo fruto que Yo os he dado.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros! 

No hay comentarios: