sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 4


Cada vez que venís a escuchar mi palabra, sentís que dejáis en Mí vuestro dolor, mas ¿Por qué cuando retorno a vosotros, volvéis a presentarme vuestro corazón colmado de amargura?
Ya es tiempo de que aprendáis a retener mi paz.
Esta Era es de preparación y por doquier surgen árboles en pueblos, ciudades y comarcas para brindar su sombra espiritual a los caminantes.
Esos caminantes son las multitudes que van llegando ante esta manifestación, y al escuchar mi palabra que les dice que ya en otros tiempos se han sombreado bajo el follaje del Árbol de la Vida, reconocen íntimamente que no han sabido aprovechar los tiempos para acercarse a la tierra prometida.
¿Quién de vosotros sintiendo que se halla ante una nueva oportunidad de redimirse, volverá a negarme como lo hizo en los tiempos pasados? ¿Quién rehuirá a su misión y desoirá la voz de su conciencia? ¿Quién permanecerá durmiendo el sueño de su materialismo, después de haber sido despertado por esta voz?
Se ha estremecido vuestro espíritu cuando, a pesar de vuestra inquietud, habéis escuchado al Padre deciros que os ama, que os perdona y os ayuda a regeneraros para que lleguéis hasta El.
Os habéis doblegado ante mi amor divino y llenos de alegría os levantáis buscando a los enfermos para que se apresuren a llegar a la presencia del Maestro y en El sanen sus males.
He aquí el árbol, ofreciendo a los hombres sus frutos espirituales.
Yo soy el Árbol de la Vida Eterna. Recordad a Cristo en la cruz, fue semejante a un árbol, cuyos brazos como ramas se extendieron amorosamente para dar sombra a la humanidad; sus palabras vertidas lentamente en aquella multitud y su sangre cayendo gota a gota, fueron como frutos desprendidos del Árbol divino.
Próximo se encuentra el año de 1950, en el que dejaréis de escuchar esta palabra que es fruto celestial para vosotros, y entonces el árbol, el fruto y la sombra, estarán en vuestro espíritu.
Los que para aquel tiempo se encuentren materializados y fanatizados con mi palabra, intentarán retenerme y me pedirán que les hable un tiempo más bajo esta forma; mas eso no podrá ser porque Yo os he dado a conocer mi voluntad y ella escrita está.
Los ruiseñores que han entregado mi palabra enmudecerán para esta manifestación y Yo premiaré su obediencia con el don de la palabra y de la inspiración.
Aún no conocéis lo que en mis altos juicios tenga dispuesto para aquellos tiempos. Desde hoy os digo, que en aquella hora bendita quiero que todos cumpláis mi voluntad y que seáis obedientes y mansos como ovejas.
Mas no es mi voluntad que os juzguéis los unos a los otros; será mi justicia perfecta la que juzgue a cada uno de mis hijos.
Oídme, pueblo: no me dejéis hablando sólo en el desierto; aún tenéis tiempo para meditar y aprender.
Nadie pretenda hacer su voluntad, aunque el hombre podrá hacer la suya pasajeramente, porque viene a él la justicia del Señor y entonces sólo se cumple lo que está decretado por él.
Preparaos, profetas del Tercer Tiempo, para que pongáis alerta a las multitudes y ellas no sean sorprendidas por los falsos cristos y las falsas comunicaciones.
No dudéis de estas palabras sólo porque os las estoy entregando por medio de un portavoz torpe y humilde.
Levantaos y anunciad a todos estas enseñanzas, porque el tiempo ya es muy corto.
Una sola palabra de luz bastará para mantener despiertos a vuestros hermanos.
Cambiar los defectos por cualidades, será la noble aspiración de los espiritualistas venideros, aquellos que sobre las ruinas de la vida humana, levanten un reino superior.
Serán las generaciones del futuro las que construyan ese mundo moral, de ciencia y espiritualidad elevadas; más vosotros los presentes, podéis hacer mucho. Con un poco de buena voluntad apartaréis las ruinas, los escombros de un pasado de errores y profanaciones, dejando de ello sólo la luz de una experiencia larga y dolorosa. Si os esforzáis por conduciros por el camino de los buenos sentimientos, para que vuestra mente se ocupe en las virtudes y vuestros labios sean el fiel instrumento de la verdad e inspiración que germine en vuestro espíritu. Yo os bendeciré y os haré vislumbrar la luz de aquel reino de paz que entre todos construiréis.
Aunque vuestros pies estén tocando la tierra, no dejéis que en ella se detengan vuestros anhelos. Elevad más y más vuestras aspiraciones, sin olvidaros de dar a Dios lo que es de Dios y al mundo lo que a él corresponde.
Mi palabra es para todos, pero no todos la reciben en la misma forma. Muchos la escuchan con indiferencia, pero hay quienes ya no podían vivir sin el deleite de escucharme. Entre éstos, he contemplado al que viene sin haber probado alimento material y al oír mi palabra se ha olvidado de sus necesidades y privaciones, y cuando ha salido del recinto, se ha sentido tan lleno de fortaleza y de esperanza, de paz y de consuelo, que ha llegado a musitar: Ciertamente "no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que viene de Dios".
Sólo Yo contemplo lo que guarda cada corazón, sin que nadie lo conozca; encuentro ovejitas tristes, sedientas, enfermas o fatigadas; criaturas sin amor y sin hogar que, sin embargo, al escucharme dicen: "Soy feliz escuchando al divino Maestro, porque todos mis pesares se disipan y el corazón se me inunda de luz y de alegría".
Otros, en cambio, se aletargan y no dejan enternecer su corazón como en los primeros días en que oyeron la voz de su Señor, más ¿Cómo continuar la lección, mientras unos escuchan y otros no, mientras unos me sienten y otros permanecen insensibles?
Discípulos: volved en vosotros, escuchadme y sentidme como antes. Acordaos cuando confesasteis que esta palabra era vuestra vida y la luz de vuestro destino. No olvidéis que hoy os digo que lo que necesitáis se os dará llegada la hora.
Volved a poner aceite a vuestra lámpara para que vuelva a brillar la flama de la fe y del saber.
No durmáis, velad y orad, que el Maestro puede sorprenderos penetrando en vuestra estancia como antes, como en aquellos días de entusiasmo espiritual, en que a cada paso sentíais mi presencia. Veréis como vuestra vida de nuevo se verá iluminada con aquella luz que sin daros cuenta dejó de alumbraros y ella os devolverá la confianza en un futuro pleno de abundancia y de sabiduría.
Dadme unos y otros vuestros pensamientos; ofrecedme vuestro corazón, cada amargura y sufrimiento serán como flores que Yo reciba; flores de dolor, de amargura, de desengaño, pero flores al fin, porque ellas hablan de purificación, de aroma que se eleva hacia Mí.
Penetrad en silencio, oh espíritus que recibís mi luz mientras vuestro corazón me expresa sus penas, dejad en Mi vuestras lágrimas y en cambio llevad mi bálsamo.
El Padre, el Ser Supremo os está contemplando. No os mostréis vencidos ni impotentes ante El, porque al formaros os dio su fuerza.
Si son intensos vuestros pesares más grande es su misericordia. Haced méritos de fe, de amor y no dudéis que El os llevará para siempre al Reino de su bondad y de su sabiduría.
Humanidad: confiad en Mí y cuando os sintáis desfallecer, dadme el peso de vuestra cruz mientras recobráis las fuerzas.
Sabed que este mundo es una fuente purificadora y que al salir de él para retornar a vuestra verdadera morada, vuestro espíritu brillará como luz en los espacios. Recordad que os dije: Quien me busca me encuentra, quien busca, halla. Vosotros me habéis buscado y os encontráis delante de Mí.
Mas también hay quienes buscándome no me encuentran, porque lo hacen en donde Yo no puedo estar. Estos llegan a dudar hasta de mi existencia sin saber que me tienen muy cerca, que me llevan en ellos mismos.
No me encuentran en su propio corazón, porque son como templos cerrados. La paz y la luz que en ellos existe, quedó oculta. Más ahí está el verdadero santuario donde habito esperando que a él penetréis para hablaros de profundas revelaciones y explicaros el porqué de muchos misterios. Cuando habéis penetrado sabéis de dónde venís y a dónde os conduce el destino, y os asombráis de haberme hallado donde antes nada contemplasteis. Mas quien no conoce ese santuario, edifica en lo material su templo, levanta en él un altar y sobre de él coloca un dios hecho por sus manos. Hasta que los tiempos pasan y se convence de lo imperfecto de su culto, despierta y se levanta en busca del Dios espiritual, del Dios de verdad, del único Dios, porque aquel que forjó, nada tuvo que darle, porque carecía de vida.
Es Dios quien ha dado vida al hombre, el que lo ha creado y no el hombre quien puede crear dioses y darles vida.
A medida que vais escuchando esta palabra, os acercáis a la comprensión. Cuando esta iluminación sea de lleno en vuestro espíritu, me diréis: "Señor, hecho está el milagro".
Así comprenderéis cuáles son las obras que en espíritu vengo haciendo en este tiempo.
Vuestra espiritualidad no exigirá los prodigios y pruebas del Primero y Segundo Tiempos, para creer en Mí.
Hoy veréis espiritualmente descender el maná celestial; veréis manar agua de arrepentimiento de las rocas que son los corazones de los grandes pecadores. Veréis muertos a la fe y a la virtud resucitar a la vida; enfermos de lacras morales que se limpian y ciegos a la verdad que abren sus ojos para contemplar mi esplendor.
Si en el Segundo Tiempo, mi nacimiento en cuanto hombre fue un milagro y mi ascensión espiritual después de mi muerte corpórea fue otro prodigio, de cierto os digo que mi comunicación en este tiempo, a través del entendimiento humano, es un prodigio espiritual.
Hasta la última de mis profecías se cumplirá en este tiempo. Os dejo mis tres testamentos formando uno solo.
Quien haya conocido antes al Padre como amor, sacrificio y perdón, conózcalo plenamente en este tiempo, para que en vez de temer su justicia, le ame y le venere.
Si en el Primer Tiempo os apegasteis a la Ley, fue por temor a que la justicia divina os castigara, más por eso os envié a mi Verbo para que conocierais que Dios es Amor.
Hoy mi luz viene a vosotros para que no os perdáis y podáis llegar hasta el final del camino siendo fieles a mi Ley.
Mucho habéis servido al mundo y él os ha pagado mal, mas ¿Cuándo se os dijo que el hombre habría de ser siervo del mundo? ¿No sabéis o no recordáis que se os dijo que os enseñoreareis en la Tierra? ¡Cuántas veces habéis tenido que llegar ante mi presencia como el hijo pródigo!
Es mi deseo que lleguéis a Mí llenos de méritos, de virtud y de humildad.
Os encontré cubiertos por la lepra espiritual y con sólo quererlo os sané. De la misma manera quiero que vosotros sanéis a vuestros hermanos, sin sentir repulsión por sus pecados. Serán entonces vuestras obras las que testifiquen que me amáis y no vuestros labios los que lo pregonen sin que el corazón lo sienta.
No imitaréis a los fariseos que en la sinagoga hacían alarde de ser dignos de Dios y públicamente por las calles hacían ostentación de la caridad.
Guardad de mis lecciones para que las estudiéis detenidamente, porque se acerca el día en que dejaréis de escuchar esta palabra a través del entendimiento del portavoz y entonces, los que aprendieron y comprendieron, serán fuertes como soldados invencibles.
Ya preparados, hablaréis inspirados por Mí, y en esta forma sencilla doctrinaréis a la humanidad. Mientras algunos de mis nuevos discípulos tendrán que ir en busca de los hombres, otros tendrán que esperar a que lleguen sus hermanos buscando en ellos mi enseñanza.
Pueblo: explicad mi palabra y mi lección a la niñez; mirad que mi Doctrina no se detiene ante edades ni sexos; ella es para el espíritu.
Dad mi enseñanza a los niños, simplificándola y poniéndola al alcance de su mente, pero nunca olvidéis que la mejor forma de explicar mis lecciones, será a través de la virtud de vuestra vida en la que ellos verán vuestras obras de caridad, de paciencia, vuestra humildad y espiritualidad. Esa será la mejor forma de doctrinar.
Habladles de Jesús, habladles de María y de todos aquellos hombres y mujeres que han traído al mundo un mensaje de luz: Así les trazaréis el camino hacia Mí.
Decidles que en el día de descanso vuestro espíritu penetra en mi santuario para glorificarme. Porque seis días dedicáis a vuestros deberes y afectos humanos, para luego descansar uno y de él consagráis unos instantes a la meditación y culto a vuestro Señor.
Ahí me encontraréis esperándoos. Siempre esperando vuestra oración que es el lenguaje con el que me habláis de vuestras cuitas, de vuestro amor o me dais gracias.
Habéis penetrado en mi santuario formado de multitudes ansiosas de oír mi divina palabra, y en verdad os digo, que he desbordado en vosotros un torrente de enseñanzas. Esta palabra será semilla fecunda en vuestro espíritu para que os convirtáis en mis labriegos.
Venís con gratitud en vuestro corazón, porque antes de deciros que fueseis a extender la caridad, os concedí un prodigo, ya dándoos salud, ya la paz o algún otro bien perdido.
Hoy en vuestra gratitud me decís: Maestro, ¿Qué podré hacer para compensar tanto amor? Entonces os muestro las extensas tierras para que las limpiéis de ortiga, de pedruscos y sembréis la semilla de amor, de paz y caridad.
Antes de enviaros, os lleno de fortaleza y de fe para que no flaqueéis, ni os acobardéis en la lucha. Muchas veces veréis vuestro trigo nacer y crecer entre cardos y espinas y ahí lo cuidaréis hasta que llegue el tiempo de segar, para que apartéis el trigo de la cizaña.
Cuanto más sufrimiento os cueste cultivar las tierras, mayor será vuestro cariño por ellas y vuestra satisfacción al verlas florecer.
De cierto os digo que este trigo espiritual que cultivéis bajo mi enseñanza, será pan de vida eterna para vuestros descendientes, más allá de la séptima generación.
Oídme incansablemente, ¡Oh discípulos que de plácemes os encontráis! Le hablo a vuestro espíritu a través de estos labios de los hombres por los cuales me comunico. Más en verdad os digo, que mi palabra no se contamina de esa impureza, ella llega limpia a vuestro espíritu.
Estudiad mi enseñanza, a fin de que comprendáis cual es la tierra cuál es la semilla, el agua y la herramienta, y sepáis cual es la forma perfecta de preparar, sembrar, dar riego y cultivar la tierra.
El labriego que en esta forma trabaje, sabrá distinguir el buen fruto del malo.
Mirad cuantos se han levantado creyendo que ya saben sembrar y en vez de este trigo han sembrado extrañas simientes, las cuales al fructificar, les han dado espinas.
Quiero que surja el labriego del Tercer Tiempo, por eso hago el llamado a las grandes multitudes para que de entre ellas se levanten los que en este tiempo me han de seguir.
Así, mientras os doy una lección tras otra, va acercándose el tiempo en que de lleno toméis vuestra misión.
A vuestro paso encontraréis tierras sembradas en otros tiempos y que sólo esperan riego y cultivo; ellas son los espíritus en los cuales se encuentra la semilla de la fe recibida desde el tiempo de los profetas y de mis apóstoles.
Unos llevan la semilla del Primer Tiempo, otros la del Primero y Segundo y en ellos depositaréis vosotros la que os he dado en este Tercero, ya que poseéis la simiente de los Tres Tiempos, por lo cual os llamo Trinitarios.
Esta es la vida y la obra que os espera. ¿Por qué teméis a la lucha, si todo os lo estoy dando? ¿Por qué veo lágrimas en los ojos de algunos labriegos cuando lo más fuerte de la lucha aún no ha comenzado? Quiero que creáis que me encuentro cerca de vosotros; que vuestros dones son una realidad, que todo cuanto me pidáis para vuestro perfeccionamiento espiritual, en los instantes de prueba, en los trances difíciles, os lo concederé. No quiero ver más flaquezas en vosotros.
Los más, olvidando al espíritu, venís a pedir para el cuerpo, pan, bálsamo, trabajo y en todos obro un prodigio, porque esos también serán testimonios que mañana enciendan la fe y esperanza en el corazón de vuestros hermanos. Más no me pidáis tan poco, eso que os parece mucho, pronto termina; mejor pedidme beneficios eternos, bienes espirituales. Yo, por añadidura, os daré lo del mundo.
Más tengo que daros que vosotros que pedirme, por lo tanto no os conforméis con tan poco.
Yo puedo convertir los corazones en fuentes de caridad inagotable; puedo llenar de inspiración las mentes y de verbo los labios; puedo daros el don de curación y la potestad para disipar las tinieblas y vencer el mal.
El que tenga esas aspiraciones, verá surgir de sí mismo las virtudes que estaban ignoradas en el espíritu. ¿Quién cerrará sus puertas al que llame, poseyendo tales dones? ¿Qué caminos podrán parecerle escabrosos y largos, a quien goce de mi fortaleza? ¿Qué tiempos podrán parecerle inclementes, si sobre los mismos elementos puede tener potestad?
¡Oh discípulos, vuestra más alta misión será la de la caridad! Muchas veces la entregaréis secretamente, sin ostentación, no dejando que la mano izquierda sepa lo que ha dado la derecha, pero habrá ocasiones en que vuestra caridad tenga que ser vista por vuestros hermanos para que aprendan a impartirla.
Descuidad el pago, Yo soy el Padre que premia con justicia las obras de sus hijos, sin olvidar una sola.
Os he dicho que si un vaso de agua diereis con verdadera caridad, ese no quedará sin galardón.
Bienaventurados los que al llegar a Mí me digan: "Señor, nada espero en pago de mis obras, me basta existir y saber que soy vuestros hijo para que mi espíritu se llene de felicidad". Y Yo os digo: venís llorando, porque habéis perdido el camino, la salud y las llaves del trabajo, y es entonces cuando os acordáis de vuestro Padre celestial.
Pues heme aquí ante vosotros; estáis delante del Maestro y no importa el motivo que os haya traído.
Venid a oír mis lecciones, unas son para los discípulos, más también hay otras dedicadas a los párvulos.
No os avergoncéis de encontraros entre hermanos adelantados de mi enseñanza, ante los cuales tratéis de ocultar vuestra ignorancia. Ellos también llegaron como vosotros.
Aprended la divina lección vosotros qué vais llegando para que tengáis que ofrecer a los que vendrán después de vosotros.
A nadie extrañe que haya venido a buscar entre la escoria a mis nuevos discípulos, regenerándolos con mi palabra para enviarles después a la humanidad con un mensaje de regeneración, de vida y de luz para sus hermanos.
Entre pecados, imperfecciones y profanaciones de este pueblo, se ha manifestado la luz de mi Espíritu en este tiempo. Así he venido luchando por vencer esas tinieblas, hasta hacer brillar la luz.
Bienaventurados todos los que, cerrando sus ojos a tanta imperfección humana y elevándose sobre tanta miseria, han sabido encontrar mi presencia en mi nueva manifestación.
Este pueblo rudo y pecador, irá siendo pulimentado y purificado, porque de generación en generación tendrá que dejar manifestar mi Obra espiritual con mayor perfección.
Dejad de ser los que fuisteis ayer; dejad los cultos retrasados, las malas costumbres y buscad vuestro mejoramiento espiritual.
Vine a sorprenderos precisamente en el tiempo anunciado por Jesús y los profetas de mi nueva venida; ahora al cumplirse mi promesa, miraréis el pecado en su mayor altura de perversidad, las ambiciones y los odios humanos manifestándose en guerras, como resultado de las tinieblas que envuelven al espíritu de la humanidad en este tiempo.
Y cuando eran más espesas las tinieblas, he aquí que un rayo divino descendió a rasgarlas haciéndose palabra humana para decir a los hombres "Amaos los unos a los otros".
Velad y orad y no os juzguéis, para que no tenga que repetiros: "El que se encuentre libre de pecado, que arroje la primera piedra".
¡MI PAZ SEA CON VOSOTROS!

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