Cumplida está mi promesa de volver entre vosotros; como
ladronzuelo he penetrado de puntillas en vuestra alcoba, y os he despertado de
vuestro sueño. Aquel que al abrir sus ojos, mirándome ha pedido que te ayude a
levantarse, ése ha sentido mi fuerza en su espíritu y en su materia, y presto
se ha levantado. Vengo a mostraros nuevamente el camino estrecho de mi ley,
camino por el cual todos deberéis pasar.
Bienaventurados los que se han preparado para recibir mi
Espíritu, porque de su santuario interior Brotarán las oraciones por la paz de
los pueblos de la tierra. Más tarde, ellos enseñarán a sus hermanos a orar en
esa forma, para que a través de esa comunicación lleguen a escuchar mi voz, la
que se manifestará por medio de la inspiración al hablar, de la intuición al
aconsejar, y a través del don de curación, al ungir. Ahora se comunica mi luz
por medio de los portavoces, mañana me comunicaré directamente con el espíritu
de todo el que se prepare.
Muchos me dicen: Señor, -¿cuándo me daréis dones como a mis
hermanos?- y Yo os digo: todos estáis donados, todos lleváis vuestra heredad,
aunque todavía no la conocéis; esos dones los veréis surgir a medida que vayáis
penetrando en mi sendero; cuando ya seáis mis servidores, entonces le señalaré
a cada quien sus cargos y su misión.
Habéis sabido preparar en este tiempo una humilde morada
para recibirme y os he hecho gozar mi presencia. Mi palabra ha venido llena de
dulzura y de luz, a levantaros a la vida, para que toméis en ella el lugar que
os corresponde.
No temáis a los que rechacen o nieguen mi venida; vosotros
obrad con tacto y tened paciencia para con ellos; será mi justicia la que les
toque. En verdad os digo que los que más me han negado y perseguido, serán
después los que más de cerca me sigan. Recordad a Saulo el perseguidor de mi
doctrina que después se convirtió en mi discípulo. Esos convertidos, mañana se
unirán a vosotros; mas si en verdad queréis ser creídos, no os irritéis cuando
os digan que estáis ante un falso dios o ante un falso maestro; ni temáis decir
que Cristo ha estado con vosotros. Yo os preparo para todo lo venidero; sed
fuertes y os enviaré por diferentes tierras, donde cumpliré mi palabra, cuando
os digo que por uno de vosotros alcanzará paz y salvación una comarca, porque
su corazón será como el del pastor que ama y cuida a sus ovejas, añadiendo que
el amor que por sus hermanos tenga y los sacrificios que por ellos realice, no
serán estériles.
Nadie olvide estas palabras, porque el que ahora se
encuentra desconocido entre la multitud, mañana estará desempeñando un delicado
cargo entre la humanidad.
Envío mi paz sobre vuestra nación, recibidla en vuestro
espíritu y hacedla llegar a otras naciones. Yo a todas las bendigo. Orad para
que la paz sea en el corazón de todos los hombres.
Estoy en espera del despertar de la humanidad, para que
recuerde que existo, que ante mi mirada ha hecho todas sus obras y que la hora
en que mi justicia ponga un hasta aquí a la maldad, se acerca. Oíd mis
enseñanzas y reprimíos de malos actos; limpiad vuestro cuerpo y vuestro
espíritu, porque si como Padre soy infinitamente amoroso, como juez soy
inexorable.
Los pueblos de la tierra nunca han estado menesterosos de
luz espiritual. De cíerto os digo, que no sólo este pueblo ha tenido profetas y
enviados, sino que a todos les he enviado emisarios a despertarlos. Por la luz
y la verdad de sus doctrinas, así como por la semejanza con lo que os he
revelado, podréis juzgar de sus palabras. Unos llegaron antes de la venida del
Mesías, otros han sido posteriores a mi presencia en cuanto hombre, pero todos
han llevado un mensaje espiritual a los hombres.
Esas doctrinas al igual que la mía, han sufrido profanaciones
porque cuando no se ha alterado su esencia, se les ha mutilado o las han
ocultado a los hombres hambrientos de verdad.
Una sola verdad y una sola moral, es la que se ha revelado a
los hombres, a través de enviados, profetas y siervos; ¿por qué tienen los
pueblos diferentes conceptos acerca de la verdad, de la moral y de la vida?
Esa verdad, falseada a través de los tiempos por la
humanidad, será restablecida y su luz resplandecerá con tanta fuerza que les
parecerá a los hombres como si fuese algo nuevo, siendo la misma luz que
siempre ha iluminado el camino de evolución a los hijos de mi Divinidad.
Muchos son los que han muerto por decir la verdad, muchos
también los que han sido sujetos a tormentos por no querer callar la voz que en
ellos hablaba.
No penséis que el cielo sólo ha enviado a los que os han
hablado de espíritu, de amor, de moral; no, también ha enviado a los que os han
ofrecido buenos frutos de la ciencia, aquellos conocimientos que hacen luz en
la vida de los hombres, que aligeran sus cargas y alivian sus penas. Todos
ellos han sido enviados míos.
Hay otros también que, sin traer doctrinas de moral
espiritual, ni revelaciones científicas, traen el mensaje que enseña a sentir y
admirar las bellezas de la creación; son mensajeros míos que tienen la misión
de llevar deleite y bálsamo al corazón de los que lloran.
Todos ellos han bebido la amargura al darse cuenta de la
incomprensión de un mundo ciego a la verdad, de una humanidad insensible a lo
bello y a lo bueno. Sin embargo, si os he dicho que en esta era todo será
restaurado, si os he anunciado que todo volverá a su cauce y que a todas mis
enseñanzas les será restituida su original esencia, podéis creer que está
próximo un tiempo de esplendor espiritual en este mundo, aunque no debéis
olvidar que antes que eso acontezca, todo será juzgado y purificado.
Todo caminante que no lleve paz en su corazón, deténgase
unos instantes bajo la sombra de éste árbol y se sentirá confortado.
Sobre el espíritu de la humanidad flota también el recuerdo
del espíritu de Elias, como pastor de encarnados y desencarnados, buscando
incansablemente por todos los caminos a sus ovejas amadas, para recordarles su
misión y escoger a los que han de servirme en este tiempo.
Todos vosotros habéis sido conducidos hacia Mí, por Elías,
mas al llegar ante mi presencia y sentir el efluvio del Maestro, habéis visto
compensados todos los sacrificios y pruebas que pasasteis para llegar a
escuchar mi palabra.
En verdad os digo que este pueblo de ahora, se asemeja al
del Primer Tiempo.
Israel habla estado cautivo mucho tiempo en Egipto, de donde
fue liberado por Moisés. los obstáculos, los enemigos y las adversidades se
presentaron al paso del pueblo, para impedirle su salvación; mas su fe y su
perseverancia vencieron, llegando a la falda del Sinaí, donde escuchó mi voz y
recibió la ley. Ahí cayeron los ídolos y se desvanecieron las tinieblas de su
corazón, se hizo la luz en su espíritu, para desde aquel momento, creer, amar y
servir tan sólo al Dios verdadero de la justicia y del amor.
La vida de aquel pueblo pronto iba a cambiar; la ley que
acababa de recibir le prometía la paz y la bienandanza mientras Moisés, con su
indice le señalaba en el horizonte la "tierra prometida", como
refugio de paz y felicidad terrenal.
Cuarenta años duró la travesía por el desierto, cuarenta
años duró aquella lección del Padre a su pueblo, paro hacer brotar de su
corazón el amor, como había brotado de la roca el agua, para enseñarlo a vencer
las tentaciones, para arrancar de su corazón los cultos impuros y enseñarlo a
dar el primer paso en el camino de la elevación para purificarlo antes de que
tomase posesión de la "tierra prometida" y que sus nuevas
generaciones constituyesen un nuevo pueblo por sus costumbres y por su culto al
Creador.
La vida del desierto, los prodigios que concedí a mi pueblo
y la lucha, forjaron su espíritu, y ante la libertad recobrada olvidó u cautiverio
y se levantó nuevamente el espíritu de Israel.
Fueron los profetas los que anunciaron al pueblo la venida
del Mesías, ellos fueron los que mantuvieron encendida la llama de la esperanza
en los corazones, cuando éstos sentían sucumbir bajo el yugo de otros puebIos.
Muchos esperaron con gozo la llegada del Rabí de Galilea, a
quien no supieron reconocer en el niño que nació del seno virginal de una
humilde mujer nazarena en una gruta de Belén. Pero mientras unos sintieron que
había nacido su Salvador y Redentor, otros lo negaron desde el primer instante.
Treinta y tres años viví entre los hombres toda aquella vida
fue de ejemplos y enseñanzas para la humanidad porque Yo nada vine a aprender
de este mundo. Y cuando sólo faltaban tres años para mi partida, inicié mi
predicación entre el pueblo. Mi palabra se escuchó en los caminos, en las en
las casas y en el pórtico de los palacios del templo; se escuchó en la montaña,
en el desierto, en los valles y en el mar.
Mezclados entre las turbas estaban los que me aborrecían,
los que se sentían juzgados a cada paso por mi doctrina, los que veían
amenazados los puestos que indebidamente ocupaban. Ellos fueron los que
prepararon el juicio, la sentencia y la muerte en la cruz para quien les había
traído la vida eterna.
Hubo amargura y tristeza en el corazón del Maestro, sabiendo
el largo camino que habrían de recorrer aquellos que desconocían la verdad y en
los que había obrado milagros que ni antes ni después había sido capaz de
realizar por si mismo hombre alguno.
Cuando Yo anuncié a mis discípulos que pronto iba a partir,
se apoderó de ellos una infinita tristeza; entonces, para reanimarles, les
dije: "He aquí que Yo volveré y las señales de mi llegada serán éstas:
Cuando la guerra haga llegar rumores a vosotros y la perversidad de los hombres
esté tocando su límite, estará próxima mi llegada; mas antes que Yo, llegará
Elías a preparar el camino". Después de aquellas palabras, transcurrió una
era para que ellas tuviesen cumplimiento. El primero de septiembre de 1866, el
espíritu de Elías se manifestó por medio de un varón justo, destinado y enviado
por Mí, para que anunciase mi presencia y fuese el precursor de mi comunicación
espiritual entre los hombres.
Aquel varón recibió el mandato divino de fundar siete
recintos que fuesen simplemente la representación de los "siete
sellos" y al mismo tiempo, la orden de preparar los entendimientos de los
elegidos para que fueran los portavoces del Divino Maestro.
Desde entonces, todos los que se han acercado a escucharme
bajo esta forma, han tenido el presentimiento de ser siervos, señalados o
marcados, como hijos de aquel pueblo que desde el principio se ha comunicado
con su Señor, y ha recibido de El manifestaciones, prodigios, sus enseñanzas y
su ley.
Grabad esta lección en vuestro corazón y analizadla con
amor.
Apartad todo pensamiento egoísta, y pensad en vuestra
misión. Esta era es trascendente y decisiva para la humanidad. Sólo mi doctrina
que está por sobre las flaquezas humanas, puede revelaros que éste es el tiempo
en que la verdad destruirá toda mentira y tiniebla.
Esta humanidad que hoy duerme olvidada de su Señor y aun de
su propio espíritu, despertará estremecida por la voz de mi llamado. Primero me
he manifestado al pueblo de Israel, no al pueblo israelita por la sangre, sino
a éste, que lo es por el espíritu, y a quien heredé con la luz del Tercer
Testamento.
Vengo a buscaros, pueblo, porque entre vosotros están los que me han sido fieles; no puedo deciros aún que ya cumplisteis vuestra misión, porque todavía os falta un gran trecho de vuestro camino por recorrer. Os he encontrado apegados a los bienes terrenales, materializados en vuestra vida egoísta; mas a pesar de ello, no vengo a reclamaros, sólo a haceros un llamado para que me escuchéis, os llenéis de ni sabiduría y podáis convertiros en los maestros de la espiritualidad, para lo que fuisteis enviados.
Abrid vuestros ojos y dejad que despierte vuestro espíritu, para que podáis daros cuenta de que en verdad vivís dentro de un nuevo tiempo, y miréis el cumplimiento de mis profecías. Entonces podréis decir, convencidos, que he llegado entre vosotros en el tiempo anunciado. Sólo conociendo la esencia de mi palabra, podréis dar la interpretación justa a los acontecimientos que día tras día surgen en vuestro mundo; mas esta humanidad, que se debate en su ceguera y no ve la luz divina que brilla ante su espíritu, no se da cuenta del tiempo en que vive, porque si lo supiera, ya las manos homicidas se hubieran detenido en su obra, habría vigilia, habría oración y temor, habría perdón entre los hombres y habría arrepentimiento; mas nada de eso existe; cada día se rompen nuevos lazos de amor entre los pueblos de la tierra. La espiritualidad y la moral han sido rechazadas, sólo existe una lucha sorda de odios, egoísmos y ambiciones que ponen de manifiesto la falta de elevación de los hombres. En medio de esa lucha, la muerte recoge una diaria cosecha de vidas, su hoz implacable y justiciera, golpe tras golpe, arranca la cizaña. Mas esa humanidad que peca, que viola y profana, lucha intensamente por sobrevivir aunque egoístamente y sin mirar si los medios que emplea son justos y humanos o si son lo contrario. Ahora os pregunto, ¿qué es lo que hacéis en este tiempo de justicia?
Cierto es que no ha sonado aún la hora de que os levantéis a dar la voz de alerta, mas debéis saber, que estos instantes son precisamente los que debéis aprovechar para vuestra preparación, porque esta palabra es la que os está forjando para la lucha espiritual que se aproxima; que os ha llamado y unido para que seáis un pueblo de paz que sepa abrir las puertas de su corazón para recibir al forastero o al extranjero, y que os ha dado la misión de emisarios de este mensaje, para que lo llevéis por todos los caminos dé la tierra.
Yo os digo que la verdadera paz sólo podrá descender de mi Espíritu al espíritu humano, y que ésta es la que os he traído en esta revelación, para que la llevéis a los pueblos y a las naciones. ¿Esperáis acaso que el mundo forje su propia paz? ¿Con qué simiente podría crearla, si en él no existen los sentimientos de amor, de justicia o de caridad?
Juzgad vuestra responsabilidad, pueblo amado, pensad que un día que perdáis, es un día que retardáis la llegada de esta buena nueva al corazón de vuestros hermanos, que una lección que perdáis, es un pan menos que podréis ofrecer a los necesitados. Trabajad con amor y pronto vendrá la paz entre la humanidad, mas recordad lo que os digo; no vayáis a confundir mi paz con la que van a firmar, las naciones, porque esa no podrá ser duradera; será una falsa paz que se destruirá por si misma, porque no tendrá simiente de amor, que es respeto y que es fraternidad, porque tendrá por base el miedo de unos a otros, el interés o la conveniencia material. la paz verdadera es aquella que desciende de los cielos al corazón de los hombres y de ahí brota y se esparce en obras de justicia y de amor. Yo os anuncio que esta paz que a las naciones se acerca, no es verdadera, y si queréis profetizarlo así, podéis hacerlo, con la certeza de que no engañaréis. Yo os digo que para que la paz de mi reino se establezca entre los hombres, aún falta que se lleve a cabo la guerra de doctrinas, de religiones y de ideas, guerra en la que unos enfrenten mi nombre y mi verdad a las falsas deidades de otros y en la que se levante una doctrina combatiendo a la otra; esa será la nueva lucha, la batalla espiritual en la que caerán de su pedestal los falsos dioses y quedará al descubierto toda la falsedad, que como verdad habéis tenido. Ya veréis cómo de entre aquel. caos de confusión y tiniebla, va a surgir esplendoroso la verdad.
El astro rey con su luz os da una idea de lo que es la verdad. Su luz alumbra durante el día y al desaparecer principia la noche. Entonces el hombre, por medio de su ciencia, tornando de los elementos de la misma naturaleza, descubre una luz con la cual puede alumbrar las tinieblas de la noche, mas es tan débil, que desaparece y se pierde en cuanto los rayos del astro rey aparecen nuevamente. Habéis logrado hacer luz en la noche, mas ¿quién por medio de su ciencia podrá ocultar la luz del sol y hacer tiniebla en el día? Sólo Yo puedo hacerlo para daros muestra de mi poder, así como Yo soy el único que puede hacer verdadera luz u ocultarla cuando sea mi voluntad. También en lo espiritual soy el único que puede hacer brillar la luz de la verdad, ahí, donde la impostura y la falsedad existen, hacer que de la muerte brote la vida, que del odio, de la maldad o del rencor, brote la caridad, el arrepentimiento o el perdón, o que del desquiciamiento de la mente, surja la razón. En una palabra, que sobre las tinieblas, se haga la luz. Sí, pueblo, la luz de mi verdad alumbrará vuestro mundo, y esa larga noche espiritual que habéis vivido, se disipará. Ya ha empezado a aparecer como una nueva aurora; es la luz que os ha despertado en este tiempo, diciéndoos: Velad y orad, despertad a vuestros hermanos, sanadles, para que puedan levantarse a la lucha y buscad al que se ha perdido. Sed discípulos de la luz para que mañana, convertidos en maestros, deis enseñanzas de luz. Ser discípulo mío requiere a veces llegar hasta el sacrificio; mas os digo que vale más la paz del espíritu, que las comodidades de la tierra. Sed los hijos verdaderos de la luz, para que cada una de vuestras oraciones sea como una estrella en el cielo de vuestra vida y para que la oración de todos, formada por la unión de vuestros pensamientos, se asemeje a la luz de una aurora.
Elías va regando de luz los caminos, y las ovejas van retornando hacia el aprisco; cuándo Yo llegue a cada corazón, a cada pueblo, ya todos habrán sido tocados por Elías.
Preparaos, discípulos, no quiero que cuando el dolor alcance su mayor grado sobre la humanidad, sea como un manto de tinieblas que nuble vuestros pensamientos y vuestra razón; Yo quiero que mis discípulos, en esa hora de prueba, sepan levantarse fuertes y que, en medio de la tempestad, sepan oír la voz de la conciencia.
Hijos míos, que en vuestra ignorancia o en vuestro temor me decís: Señor, si queréis que lleguemos hasta vos, ¿por qué dejáis que las tentaciones y las vicisitudes se crucen a nuestro paso?; y el Maestro os contesta: Porque las pruebas hacen luz en vuestro espíritu, única forma de que podáis ver; y es necesario que miréis, para que adquiráis conocimientos. Comprended que es mucho lo que tendréis que ver en vuestra vida espiritual, porque siendo los hijos de la luz, sois los herederos de mi sabiduría.
Vosotros seréis los precursores del tiempo de la gracia, por lo que es muy grande vuestra responsabilidad; los cimientos de obra tan grande tendrán que ser fuertes, para que sobre ellos pueda levantarse el santuario a mi Divinidad. Os estoy revelando mucho de lo que reserva el futuro a este pueblo. Así no me miraréis eternamente oculto en el misterio.
Analizad mi palabra, a fin de que podáis espiritualizaros, porque si no penetráis al fondo de esta doctrina, podréis caer en un nuevo fanatismo. Comprended, discípulos, que en la espiritualidad no tiene cabida el fanatismo, ni el prejuicio, la idolatría o la superstición. Espiritualismo quiere decir elevación; espiritualidad significa libertad del espíritu, porque quien la alcanza, se ha desmaterializado, se ha emancipado de las pasiones de la carne, ha pasado por el sacrificio y por la renunciación bien entendida. Oh pueblo, que mucho me habéis escuchado, ya está cerca el instante de la ausencia de mi palabra y no contemplo en vosotros la comprensión hacia mi doctrina, mucho menos la preparación y la interpretación justa de las lecciones que os he dado.
Dormís dulcemente, confiando en mi amor, mas Yo es digo: Velad y orad, para que no sea el dolor el que venga a despertaros, no el dolor que Yo os envíe, porque es algo que no ha brotado de Mí; el dolor brotó del hombre a causa de su desobediencia. Todo os habla de Mi y os habla de mi amor. La naturaleza, la vida exterior, la vida interior, toda la creación, son a semejanza de un índice que os señala el infinito, como una meta hacia dónde debéis conducir vuestros pasos. Meditando en todo esto, ¿no pensáis en vuestra partida? ¿No os dais cuenta de que cada día que vivís, es un paso que es acerca a la morada del espíritu? Oíd y entended, porque ahí, donde muchos miran la muerte, está la vida; donde creen que está la tiniebla, está la luz; donde ven la nada, está el todo y donde ven el fin, está la eternidad. Cuántos hombres, en su inconsciencia, se semejan a los niños que, entregados a sus juegos infantiles, no les preocupa el futuro.
Hombres que lleváis en el corazón la luz de la experiencia de esta vida, y en el espíritu, la luz que deja la evolución de diferentes existencias, ¿por qué ocupáis a vuestro espíritu en lo que es superfluo para él, y por qué lloráis muchas veces por causas que no merecen vuestro dolor?
Buscad en todo la verdad; ella está en todos los caminos es diáfana y clara como la luz del día.
Id y hablad de estas lecciones a vuestros hermanos; ya estoy preparando a las comarcas para que reciban la buena nueva; pero veo que aún tenéis temor a la lucha, a los juicios de los vuestros. Hay quienes temen a sus padres o a sus hermanos antes que al juicio de vuestro Dios ¿Teméis que os juzguen equivocados, que os digan traidores o falsos? De cierto os digo que en vuestro espíritu he depositado una joya de tal grandeza, que una palabra vuestra podrá persuadir a aquellos a quienes tanto teméis.
Veis demasiado grandes a los ricos del mundo, a los sabios, a los poderosos, a los filósofos, a los hombres de ciencia, a los ministros de las religiones y a los hombres del poder, y Yo os digo: No necesitáis de esa grandeza para poder hablar de mi verdad; nada de ello necesitáis para ser grandes, porque la verdadera grandeza, que es la del espíritu, no necesita oro, ni ciencia humana, ni títulos; donde el espíritu no se manifieste por el amor, no existirá verdadera grandeza. ¿No veis monarcas que hoy están en su trono y mañana van arrastrando su miseria? ¿No veis sabios corrigiendo lo que antes proclamaron como verdad? ¿No habéis visto a una mujer hermosa, admirada y deseada, convertida más tarde en un harapo? entonces no confundáis los valores eternos con las fugaces vanidades humanas.
Tornad vuestra cruz y seguidme, llevadla sobre vuestro corazón y no temáis; caminad paso a paso, dejad mi palabra en los corazones, como una huella de luz; perdonad a quienes os hieran; mas si cayeseis y de vuestra caída se burlasen, no temáis, porque ahora Cristo, el que os habla, será el cirineo de los que tomen mi cruz.
Escuchad, pueblo, 1950 ya se acerca y la voluntad del Eterno será cumplida; no debéis para entonces encontraros divididos, porque no sabéis las pruebas que se avecinan. Aquí en donde he preparado un pueblo que recibiera mi palabra en este tiempo, no debe surgir la confusión; es necesario que para entonces se encuentre unificado este pueblo, con sus hombres y sus mujeres disponiendo su espíritu para mi última comunicación, en la que habrán de escuchar mis últimas palabras, que os estarán diciendo: ¡Os aguardo en el cielo!
Si así os preparáis, veréis pronto la luz de mi Espíritu venir sobre vosotros sin intermediarios ni portavoces humanos, a comunicarse con los discípulos de Espíritu a espíritu; para entonces habréis depurado Vuestras prácticas, a tal grado, que se sorprenderán vuestros hermanos al ver la espiritualidad de mis nuevos discípulos, espiritualidad que hablará del culto interior que practicáis.
Entonces la humanidad comprobará, que los tiempos profetizados hace miles de años, aquellos en que había de tener lugar mi nueva venida, son éstos, porque podrán comprobar que la luz divina está derramada sobre toda carne y sobre todo espíritu.
¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!
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