sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 82

¿Porqué algunos de mis hijos se sienten indignos de llamarme Padre? Venid a Mí, pecadores; dejad vuestro fardo de dolores, levantad vuestra faz y miradme, mi amor os hace dignos. Si no os perdono yo ¿Quién va a perdonaros?

Teníais hambre de paz, porque vuestra conciencia os reprochaba vuestros errores hasta que llegasteis ante la manifestación de mi palabra y vuestro llanto os ha lavado. Sólo Yo sé a quién o a quiénes les hablo en esta forma y sólo ellos saben a quiénes están dirigidas estas palabras.

Hace tiempo que no bendecíais mi nombre; vuestras torturas y sufrimientos os hacían creer que os hallabais en un infierno sin fin. Es que vuestros ojos se habían cerrado a la verdad, a esa luz que os muestra mi presencia en todas partes. No os bastaba el esplendor de la Naturaleza que os envuelve, ni la forma milagrosa en que el pan de cada día llegaba a vuestros labios para creer en mis bendiciones. Sólo veíais tinieblas en vuestro derredor y sólo el fuego de vuestros sufrimientos era lo que sentíais; mas cuando estabais a punto de sucumbir, llegó el Divino Cirineo a levantaros, para ayudaros a llevar vuestra cruz.

Vuestros ojos van abriéndose a una vida de luz y de fe. Desde el fondo de vuestro corazón me decís: Señor, cuán ciego estaba, qué turbado se encontraba mi corazón; hoy veo a cada paso y en todo sitio Tu presencia y siento tus bendiciones.

En verdad os digo que éstos que sufrieron y me ofendieron mucho, serán los que más fervientemente me amen; de su corazón brotará constante la ofrenda a mi Divinidad. No serán ofrendas materiales ni salmos, ni altares de la tierra; ellos saben que la ofrenda y el culto más agradable para Mí son las obras de amor que hagan con sus hermanos.

Hijos amados que llegásteis ante Mí como el hijo pródigo, no olvideis el amor con que os recibí y la humildad con la que llegásteis; sería triste que cuando os volvieseis a sentir llenos de paz en la vida, os tornaseis en vanidosos delante de vuestros hermanos o en egoístas delante de los que os buscarán para pediros algo de lo que hoy poseéis, porque ante Mí seríais los hijos ingratos. Velad y orad siempre para que no caigáis en tentación.

Comprended, discípulos amados, que esta existencia de la que hoy disfrutáis es una buena oportunidad para elevar vuestro espíritu. Para algunos, ésta será la última encarnación, otros tendrán que volver nuevamente a la Tierra. Este es el tiempo propicio para hablaros en esta forma, nadie se escandalice o se extrañe por ello.

Jesús en aquel tiempo os reveló muchas lecciones desconocidas y llevó a cabo muchas obras que en un principio causaron confusión, pero que más tarde fueron reconocidas como Verdaderas revelaciones divinas. Tened en cuenta ese antecedente para que no aventuréis en este tiempo vuestros juicios sin antes haber analizado mis enseñanzas.

Si la humanidad hubiese sabido analizar las profecías de Primero y del Segundo Tiempo, no se confundiría hoy ante la realización de ellas; esto fue lo que pasó en el Segundo Tiempo cuando el Mesías nació entre los hombres, lo mismo que acontece ahora que he venido en Espíritu.

El sentido de mi enseñanza es el mismo en los dos tiempos; ella os prepara para hacer de esta vida un hogar amable aunque pasajero, donde los hombres se miren y se traten como hermanos y brote de unos a los otros el calor de la verdadera fraternidad. Preparad también al espíritu para penetrar después de esta vida en aquellos mundos o moradas que el Señor tiene reservadas para sus hijos. Mi deseo es que cuando vayáis a ellos no os sintáis extraños, sino que vuestra espiritualidad e intuición os hagan mirar todo lo que encontréis como si ya anteriormente hubieses estado ahí. Mucho de verdad habrá en ello, si desde aquí sabéis estar en contacto con lo espiritual por medio de la oración.

Abrid vuestros ojos espirituales hasta que miréis el esplendor de la luz que irradia mi verdad, para que cuando penetréis en otra morada no os sintáis en tinieblas.

No existe entre tantas moradas como tiene la casa del Padre, un solo mundo de tinieblas, en todas está su luz; mas si en ellas penetran los espíritus con una venda en los ojos debido a su ignorancia, ¿Cómo podrán contemplar aquel esplendor?

Si aquí en el mundo preguntáis a un ciego qué contempla, él os contestará que sólo tinieblas. No es que la luz del sol no exista, sino que él no puede contemplarla.

Ved que aunque sea corto el número de los que se reunen para escucharme, el amor con que vengo a daros mi lección es muy grande.

Entre vosotros se encuentran aquellos que darán testimonio de que éste es el Tercer Tiempo en el cual el Espíritu Santo habla a través de la conciencia a todos los hombres.

Dentro de estas multitudes se encuentran los espíritus que en otros tiempos formaron parte de las tribus de Israel, llamado el pueblo de Dios, porque a ellos les fueron confiadas la Ley y las revelaciones para que las extendieran por el mundo. Algunos de esos seres vienen por última vez a la Tierra a concluir una misión y a terminar una restitución espiritual. Ellos al ascender, formarán los peldaños por donde puedan escalar sus hermanos que aún quedan en el valle terrenal.

La luz y el amor que tiene mi palabra ha hecho el milagro de hacer brotar del fango, flores puras y bellas; procurad que cuando vuestro cuerpo quede convertido en despojo humano, se desprenda de él vuestro espíritu lleno de blancura y de luz.

¡Oh espíritus que estáis recibiendo mi Doctrina, cuando lleguéis a mi presencia, sed humildes y sumisos, dejando que en vosotros se haga sólo mi voluntad! Muchas veces habéis venido a encarnar en la Tierra porque insistentemente lo pedisteis al Padre; ahora os digo que no me lo volváis a pedir, dejad que se haga en vosotros mi voluntad.

Cuando habéis venido al mundo porque Yo os lo ordené, a vuestro retorno os he pedido rigurosamente cuenta de vuestras obras. ¿Qué será cuando regreséis después de haber venido por que vosotros lo pedisteis al Señor? ¿Cómo será vuestro juicio y cómo responderéis?

Os maravilláis escuchando mis enseñanzas y decís en vuestro corazón: Cuán perfectas son las lecciones del Maestro, a lo cual os digo, que aún son pequeñas éstas, pues todas ellas tienden a corregir y a modelar a seres imperfectos: cuando hayáis alcanzado la perfección espiritual, entonces escucharéis al Verbo de Dios en su plenitud.

Ahora vuestro espíritu ha sentido el tiempo de mi nueva manifestación a través del entendimiento humano y por ella sentís mi divina presencia. Mi manifestación ha sido una vez más de Maestro; Yo soy quien os da la lección, mas a mi vez, tengo siervos que vienen a explicaros después la enseñanza que recibisteis; no son seres humanos, porque de cierto os digo que no hay en la Tierra nadie que pueda explicar mis nuevas revelaciones; es el mundo espiritual de luz el que viene en vuestra ayuda para que no caigáis en confusiones ni hagáis nuevos misterios de enseñanzas que son tan diáfanas como la luz de día.

Todo ha sido dispuesto para la realización de esta Obra espiritual; no sólo vuestro espíritu fue preparado para entrar en esta senda, también vuestra carne, la tierra que pisáis, el ambiente que os rodea, todo fue dispuesto para que mi luz brillara en lo más profundo de vuestro ser.

El espíritu se purificó en el Más Allá, de las manchas contraídas en anteriores encaranaciones; la materia se lavó con dolor y lágrimas; la Tierra reclamó a los hombres su primitiva pureza y el ambiente se saturó de plegarias y oraciones. Por la escala de perfección descendió el Señor hacia su pueblo, llego hasta el peldaño en que os encontrabais y desde ahí os hizo escuchar su voz a través de sus mensajeros o portavoces.

Cuántas lecciones, cuántas enseñanzas os he dado desde el instante en que os di mi primera comunicación; por medio de ellas quiero que lleguéis a comprender que no he venido a dividir a los hombres, sino a unirlos. A vosotros, a quienes encontré profesando una religión, vine a deciros que leáis mi libro de amor y de sabiduría divina, para que aprendáis a estar en espíritu con todos vuestros hermanos, sin distinción de credos, religiones o ideologías.

Esto se os hará difícil en un principio, más cuando comprendaís esta lección, os sentiréis verdaderamente identificados con todos los seres humanos, porque sentiréis vibrar en el fondo de cada uno de vuestros semejantes a un espíritu, que siendo hijo de Dios tiene que ser hermano vuestro.

Estudiad pueblo amado, para que seáis el discípulo del Tercer Tiempo que se distinga por su espiritualidad.

Analizad y comprenderéis que estáis viviendo el tiempo propicio para que estudiéis mi Doctrina. Venid discípulos, venid a Mí, que Yo aliviaré el peso de vuestra cruz. Os ayudaré a conquistar el lugar que en la Tierra Prometida está reservado para cada uno de vosotros.

Sentid mi amor en vuestro ser para que comprendáis que existo y sintáis el anhelo divino de salvaros. Mi luz está derramada sobre toda la humanidad porque ninguna criatura podría escapar a mi mirada.

¿Qué sería de la humanidad si por un momento le negara mi luz espiritual en estos instantes de prueba y de dolor? Las tinieblas invadirían su razón, se ofuscaría, y ya sin esperanza correría trás de la muerte y se perdería en el abismo; mas si los hombres, a pesar del caos en que se debaten, alimentan recónditamente una esperanza de salvación, es porque mi luz divina les alienta a través de su conciencia y les enseña a esperarlo todo del poder infinito del Dios Omnipotente.

De cierto os digo que mi palabra hará cambiar la faz de vuestro mundo actual y de toda vuestra vida. Para los hombres de este tiempo, el mundo y sus placeres son la razón de su vida, más pronto sabrán anteponer el espíritu al cuerpo, y el cuerpo al vestido, y en vez de ir tras las glorias mundanas, buscarán la inmortalidad del espíritu.

Habrá al principio fanatismo por lo espiritual, el cumplimiento será llevado al extremo; mas luego se serenarán los corazones y la espiritualidad surgirá llena de verdad y de pureza.

Cuando miráis al mundo debatiéndose en guerras, pereciendo de hambre o azotado por la fuerza de los elementos, no falta quienes digan que es mi justicia la que viene a destruir a la humanidad; mas de cierto os digo que Yo no he venido a destruiros sino a salvaros. Los que creen que su vida radica tan sólo en su materia y no piensan en la supervivencia del espíritu, miran su paso al Más Allá como el fin de su existencia y me juzgan entonces inexorable y cruel.

Si supieseis que muchas veces es necesario morir para el mundo para poder sobrevivir en espíritu, y que a veces sólo un dolor acerbo o una muerte cruenta son capaces de despertar y estremecer a un espíritu aletargado en el materialismo.

¿Qué sabéis de la vida y de la muerte? ¿Qué sabéis del espíritu? Muy poco; precisamente es de lo que vengo a instruiros para que seáis los que sepáis vivir de acuerdo con la grandeza de la vida que os rodea.

En este tiempo hay hambre en el mundo, hambre del cuerpo y del espíritu; os aflige más la del cuerpo y ésta es la que os hace decirme: "Señor, en los tiempos pasados enviaste sobre tu pueblo el maná del desierto para no dejarlo perecer; luego le confiaste una tierra pródiga en bendiciones, de las aguas del pozo de Jacob bebieron sus hijos y los hijos de sus hijos y muchas generaciones más, y cuando viniste al mundo a enseñar con tu palabra, llevabas a la multitud al desierto, te condolías de su fatiga y de su hambre y obrabas milagros para que ellos comieran panes y peces. ¿Porqué ahora que nos miras padecer tanto por alcanzar el pan, no te conmueve nuestra hambre y nuestra miseria?"

Si Yo os dijese que la respuesta a todas estas preguntas la lleváis en vuestra conciencia, no lo creeríais; tengo entonces que hablaros para deciros que cuanto os di en el mundo para vuestro sustento y conservación, no os lo he quitado, todo está allí; mas si no llega a todos es porque en vez de cultivar vosotros esa simiente con el riego de la fraternidad, la regáis con el egoísmo y la perversidad.

Por eso es menester que a los espiritus descienda una luz de justicia y esa es mi inspiración que se derrama en este tiempo sobre todo ser.

Cuando los hombres se hastíen de los frutos amargos que han cultivado y vuelvan sus ojos a Mí, hallarán que la vida espiritual y la naturaleza material jamás han negado sus frutos a los hijos de Señor; ellas existen en el interior de cada criatura, y ha sido el hombre el que cerró sus ojos a la razón y su intuición a la vida eterna. Entonces confesarán los que antes blasfemaban que en el desierto de esta vida jamás faltó el maná, que el pozo de Jacob aún vierte aguas cristalinas y que el Señor hace en cada día un milagro para que la humanidad no perezca de hambre o de sed.

Cuando el espíritu de la humanidad abra sus ojos a la luz, contemplará una vida nueva dentro de la misma vida que hasta ahora creía conocer demasiado y que en realidad nunca habia sabido apreciar.

Vengo a vosotros como el doctor divino que se acerca a los enfermos del cuerpo y del espíritu para devolverles la salud perdida. Soy el que viene a resucitar a aquellos que han muerto a la verdad y a la vida verdadera. Mi caridad está dispuesta a enjugar las lágrimas de los que mucho han llorado, a todos los ungiré con su solo bálsamo, que es el del amor.

Bienvenidos los pobres, los que lloran y los que padecen hambre y sed de justicia en la Tierra y que todo lo sufren con paciencia, porque a ellos vengo buscando para premiarles su sumisión y su fe.

Esta era es una nueva oportunidad para alcanzar la elevación del espíritu. Todo, hasta el dolor, influye para que la humanidad se aleje del materialismo que la ha esclavizado.

Los hombres escalarán el monte santo en cuya cumbre me encontrarán pero, antes que ellos, Yo habré ya recorrido un nuevo Calvario en el corazón de la humanidad y habré sido enclavado una vez más en la cruz de mi misión.

No levantaré un mundo nuevo sobre los pecados, odios y vicios; lo levantaré sobre firmes cimientos de regeneración, de experiencia, de arrepentimiento; Yo todo lo transformaré en vosotros. De las mismas tinieblas surgirá la luz, y de la muerte haré brotar la vida.

Si los hombres han manchado y profanado la Tierra, mañana con sus buenas obras dignificarán esta morada, la cual será vista como tierra de promisión para venir a ella a desempeñar nobles misiones. ¿Quién podrá dudar entonces de la conversión del mundo?

Yo os digo que cuando esta humanidad esté más en contra mía por su impiedad, por su alejamiento de la justicia y del bien, Yo me presentaré en su camino lleno de esplendor, como fui delante de Saulo y le haré escuchar mi voz; entonces veréis cómo muchos de los que sin darse cuenta me han perseguido, se levantarán transformados e iluminados para seguirme por las sendas del bien, del amor y de la justicia. A ellos diré: detened vuestra planta caminantes y bebed de esta fuente de aguas cristalinas. Descansad de la dura jornada a la que os he sometido. Confiadme vuestras cuitas y dejad que mi mirada penetre muy adentro de vuestro espíritu porque quiero llenaros de gracia y consolaros.

¿Quién de vosotros puede decir a su Maestro que no tiene un sufrimiento, que lleva la paz en su corazón, que ha vencido en esta vida de lucha y vicisitudes? Os contemplo navegar en un mar de pruebas y por eso vengo a daros fortaleza. Aprended a leer en el Libro de la Vida que eternamente os muestro, porque mañana tendréis que ser maestros. Cada uno de vosotros habrá de levantarse imitandome practicando la Ley para ser sanos de espíritu y de cuerpo. Muchas enseñanzas encontraréis a vuestro paso que no os conducirán a Mí; Yo os señalo el camino recto, el más corto, el de la espiritualidad.

En el Segundo Tiempo sólo tres años os di mi palabra, y en ellos preparé a mis discípulos; en esta Tercera Era os he hablado muchos años más y mis discípulos no han adelantado ni mis apóstoles han dejado el mundo por seguirme.

El que quiera seguirme, ponga en sus plantas las humildes sandalias, no lleve doble alforja porque en mi camino no le hará falta.

Preparad vuestras pupilas para que miréis en el Tercer Tiempo lo que acontece en las regiones espirituales y podáis anunciar al mundo que Yo he descendido a iluminar a todo espíritu. Preparaos para que me sintáis y sepáis recibir lo que os entrego. Dejaré a la humanidad un libro y cada una de sus páginas será una prueba de amor; éste lo uniréis a los primeros escritos por Moisés y mis apóstoles, y las obras de mis discípulos de todos los tiempos quedarán escritas también en ese libro que contendrá mi sabiduría.

Si aún no podéis hacerme presente una gran cosecha, orad y pedidme fuerzas; velad para que vuestra lámpara brille con mayor esplendor y sea la que ilumine vuestro sendero. Os he visto llorar cuando contempláis que los obstáculos no os permiten trabajar. Me habéis dicho: "Maestro, limpiad de espinas nuestro camino, para seguir adelante". Doblegad con amor la envoltura que os he dado, y no deis muestras de flaqueza o inconformidad, no me digáis que sois débiles, porque Yo os he hecho fuertes. No digáis que el cumplimiento es un sacrificio; trabajad con amor y vuestras obras quedarán escritas. Escalad la montaña de perfeccionamiento hasta encontrar mi presencia. Apoyaos en el báculo que os ofrece Elías. Mirad su ejemplo. El, representado por un anciano que se apoya en un báculo, no descansa un instante; siempre va en busca de sus ovejas perdidas para rescatarlas y conducirlas a Mi presencia. Su espíritu no desmaya ante la desobediencia y reaciedad; su ahínco y perseverancia, no se agotan; sed vosotros así, id por los caminos y no temáis al mundo ni a la tentación. Sed fuertes por el espíritu que os he dado.

Muchas comarcas se han preparado ya para esperar a los labriegos, y éstos no han llegado aún a cumplir su misión. Cuando vosotros sintáis todo el peso de vuestro cargo, tomaréis sumisos el camino e iréis en busca de vuestro destino. En ese tiempo de entrega no limitéis la caridad, mas tampoco lleguéis al sacrificio; podríais cansaros y abandonar la cruz.

Cuando hayáis sanado a los enfermos y apartado sus tinieblas, despertará su espíriru dormido y resucitará a una nueva vida. Yo siempre os protegeré si estáis dentro de mis leyes porque se acercarán a vosotros los científicos que os reclamarán por haber ungido a los enfermos sin ser doctorados en las escuelas del mundo, y los hombres que rigen los destinos de vuestra nación también os preguntarán cuál es vuestra ley y vosotros hablaréis de mi manfiestación en este tiempo y de mis revelaciones.

Para testificar mi Doctrina, glorificad mi nombre con vuestras obras y vuestra ofrenda llegará a Mí.

Sean Conmigo los enfermos, los leprosos, los afligidos, los que no tienen paz en su corazón y también los que hayan pecado o blasfemado; a todos los sanaré del cuerpo y del espíritu.

De cierto os digo que aquel enfermo que supiera guardar, analizar y poner en práctica una de mis palabras de vida, sanaría, porque llevaría guardada en su corazón una gota de mi bálsamo divino.

Os he dado pruebas de mi poder y de mi caridad para que toméis el camino con plena confianza. Recibid este mensaje de esperanza para que seáis fuertes en este tiempo en que el pecado ha cundido como el más contagioso de los males.

Una lepra inmaterial se ha extendido por la Tierra, carcome corazones y destruye la fe y la virtud. Van los hombres cubiertos de harapos espirituales, saben que nadie podrá descubrir esas miserias porque los humanos no ven más allá de lo que es materia, mas la hora de la conciencia se acerca; es lo mismo que si dijeseis el día de Señor o su juicio está por llegar. Entonces surgirá la vergüenza en unos y el remordimiento en otros.

Los que escuchen esa voz interna, quemante e inflexible, sentirán en su interior el fuego que devora, que extermina y que purifica. A ese fuego de justicia no puede resistir el pecador ni nada que no sea puro. Sólo el espíritu lo puede resistir porque está dotado dc fuerza divina; así, cuando haya pasado por el fuego de su conciencia, tendrá que salir limpio de sus errores.

Mucho os hablé en tiempos pasados de ese fuego, de ese juicio, de esa expiación; mas las figuras con las que eran representadas estas enseñanzas las tomasteis en sentido material y vuestra imaginación desvirtuó la realidad de esas revelaciones.

Cuántas torcidas interpretaciones dieron los hombres a estás lecciones divinas. Me hacen aparecer como un juez de monstruosa crueldad. Cuántos absurdos ha creado la mente humana y luego los ha impuesto como la suprema verdad.

Hoy vengo en espíritu para haceros comprender y vivir mis divinas enseñanzas.

La oración de las aves es su canto; la oración de los hombres son sus pensamientos puros que elevan a Mí. Todo lo creado tiene una ofrenda para su Creador. También el Padre tiene un presente para cada una de sus criaturas. Sin embargo, en la especie humana existe menesterosidad, miseria, dolor; es el resultado de haber hecho uso del libre albedrío sin escuchar la voz de la conciencia; es la falta de armonía en la vida de los hombres, entre lo divino y lo material; pero todo este dolor que hoy pesa sobre el mundo servirá para despertarle de su profundo sueño. Cuando la humanidad conozca la verdad y ajuste a ella su vida, encontrará la armonía de lo espiritual con la Naturaleza material que lo rodea.

Mi nueva palabra llegará a la humanidad como un mensaje de luz que disipará las tinieblas de la ignorancia.

Yo preparo en este tiempo a los nuevos pescadores de espíritus que rescatarán de las olas embravecidas a los náufragos. Entre estos pescadores estarán los que escuchan mi palabra en este tiempo, también estarán los que sin haberme oído tengan despiertos los dones de intuición e inspiración para recibir mis revelaciones; surgirán en distintos puntos del orbe y sabrán comunicarse y unirse para ser fuertes en la lucha.

Muchos medios tendrán mis nuevos discípulos para la propagación de esta bendita simiente; pero no olvidéis nunca la humildad y la sencillez porque así he llegado a vosotros y de esta misma manera os acercaréis a los corazones, a los hogares y a los pueblos. Si así llegaseis, seréis reconocidos como emisarios de un mensaje espiritual y vuestra lucha dará frutos de verdadera espiritualidad, de regeneración y de fraternidad.

En el Segundo Tiempo cuando Jesús hubo concluido su divina misión en la cruz, elevando sus ojos hacia el infinito dijo así: "Todo está consumado".

En este Tercer Tiempo cuando os entregue mi postrer palabra a través del entendimiento humano, repetiré aquellas mismas palabras, así como volveré a pronunciarlas por ultima vez, cuando todos en espíritu os encontréis en la tierra de promisión en donde me veréis descender de mi cruz de redención para deciros nuevamente: "Todo está consumado".


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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