¿Porqué algunos de mis hijos se sienten indignos de llamarme
Padre? Venid a Mí, pecadores; dejad vuestro fardo de dolores, levantad vuestra
faz y miradme, mi amor os hace dignos. Si no os perdono yo ¿Quién va a
perdonaros?
Teníais hambre de paz, porque vuestra conciencia os
reprochaba vuestros errores hasta que llegasteis ante la manifestación de mi
palabra y vuestro llanto os ha lavado. Sólo Yo sé a quién o a quiénes les hablo
en esta forma y sólo ellos saben a quiénes están dirigidas estas palabras.
Hace tiempo que no bendecíais mi nombre; vuestras torturas y
sufrimientos os hacían creer que os hallabais en un infierno sin fin. Es que
vuestros ojos se habían cerrado a la verdad, a esa luz que os muestra mi
presencia en todas partes. No os bastaba el esplendor de la Naturaleza que os
envuelve, ni la forma milagrosa en que el pan de cada día llegaba a vuestros
labios para creer en mis bendiciones. Sólo veíais tinieblas en vuestro derredor
y sólo el fuego de vuestros sufrimientos era lo que sentíais; mas cuando
estabais a punto de sucumbir, llegó el Divino Cirineo a levantaros, para
ayudaros a llevar vuestra cruz.
Vuestros ojos van abriéndose a una vida de luz y de fe.
Desde el fondo de vuestro corazón me decís: Señor, cuán ciego estaba, qué
turbado se encontraba mi corazón; hoy veo a cada paso y en todo sitio Tu
presencia y siento tus bendiciones.
En verdad os digo que éstos que sufrieron y me ofendieron
mucho, serán los que más fervientemente me amen; de su corazón brotará
constante la ofrenda a mi Divinidad. No serán ofrendas materiales ni salmos, ni
altares de la tierra; ellos saben que la ofrenda y el culto más agradable para
Mí son las obras de amor que hagan con sus hermanos.
Hijos amados que llegásteis ante Mí como el hijo pródigo, no
olvideis el amor con que os recibí y la humildad con la que llegásteis; sería
triste que cuando os volvieseis a sentir llenos de paz en la vida, os tornaseis
en vanidosos delante de vuestros hermanos o en egoístas delante de los que os
buscarán para pediros algo de lo que hoy poseéis, porque ante Mí seríais los
hijos ingratos. Velad y orad siempre para que no caigáis en tentación.
Comprended, discípulos amados, que esta existencia de la que
hoy disfrutáis es una buena oportunidad para elevar vuestro espíritu. Para
algunos, ésta será la última encarnación, otros tendrán que volver nuevamente a
la Tierra. Este es el tiempo propicio para hablaros en esta forma, nadie se
escandalice o se extrañe por ello.
Jesús en aquel tiempo os reveló muchas lecciones
desconocidas y llevó a cabo muchas obras que en un principio causaron
confusión, pero que más tarde fueron reconocidas como Verdaderas revelaciones
divinas. Tened en cuenta ese antecedente para que no aventuréis en este tiempo
vuestros juicios sin antes haber analizado mis enseñanzas.
Si la humanidad hubiese sabido analizar las profecías de
Primero y del Segundo Tiempo, no se confundiría hoy ante la realización de
ellas; esto fue lo que pasó en el Segundo Tiempo cuando el Mesías nació entre
los hombres, lo mismo que acontece ahora que he venido en Espíritu.
El sentido de mi enseñanza es el mismo en los dos tiempos;
ella os prepara para hacer de esta vida un hogar amable aunque pasajero, donde
los hombres se miren y se traten como hermanos y brote de unos a los otros el
calor de la verdadera fraternidad. Preparad también al espíritu para penetrar
después de esta vida en aquellos mundos o moradas que el Señor tiene reservadas
para sus hijos. Mi deseo es que cuando vayáis a ellos no os sintáis extraños,
sino que vuestra espiritualidad e intuición os hagan mirar todo lo que
encontréis como si ya anteriormente hubieses estado ahí. Mucho de verdad habrá
en ello, si desde aquí sabéis estar en contacto con lo espiritual por medio de
la oración.
Abrid vuestros ojos espirituales hasta que miréis el
esplendor de la luz que irradia mi verdad, para que cuando penetréis en otra
morada no os sintáis en tinieblas.
No existe entre tantas moradas como tiene la casa del Padre,
un solo mundo de tinieblas, en todas está su luz; mas si en ellas penetran los
espíritus con una venda en los ojos debido a su ignorancia, ¿Cómo podrán
contemplar aquel esplendor?
Si aquí en el mundo preguntáis a un ciego qué contempla, él
os contestará que sólo tinieblas. No es que la luz del sol no exista, sino que
él no puede contemplarla.
Ved que aunque sea corto el número de los que se reunen para
escucharme, el amor con que vengo a daros mi lección es muy grande.
Entre vosotros se encuentran aquellos que darán testimonio
de que éste es el Tercer Tiempo en el cual el Espíritu Santo habla a través de
la conciencia a todos los hombres.
Dentro de estas multitudes se encuentran los espíritus que
en otros tiempos formaron parte de las tribus de Israel, llamado el pueblo de
Dios, porque a ellos les fueron confiadas la Ley y las revelaciones para que
las extendieran por el mundo. Algunos de esos seres vienen por última vez a la
Tierra a concluir una misión y a terminar una restitución espiritual. Ellos al
ascender, formarán los peldaños por donde puedan escalar sus hermanos que aún
quedan en el valle terrenal.
La luz y el amor que tiene mi palabra ha hecho el milagro de
hacer brotar del fango, flores puras y bellas; procurad que cuando vuestro
cuerpo quede convertido en despojo humano, se desprenda de él vuestro espíritu
lleno de blancura y de luz.
¡Oh espíritus que estáis recibiendo mi Doctrina, cuando
lleguéis a mi presencia, sed humildes y sumisos, dejando que en vosotros se
haga sólo mi voluntad! Muchas veces habéis venido a encarnar en la Tierra
porque insistentemente lo pedisteis al Padre; ahora os digo que no me lo
volváis a pedir, dejad que se haga en vosotros mi voluntad.
Cuando habéis venido al mundo porque Yo os lo ordené, a
vuestro retorno os he pedido rigurosamente cuenta de vuestras obras. ¿Qué será
cuando regreséis después de haber venido por que vosotros lo pedisteis al
Señor? ¿Cómo será vuestro juicio y cómo responderéis?
Os maravilláis escuchando mis enseñanzas y decís en vuestro
corazón: Cuán perfectas son las lecciones del Maestro, a lo cual os digo, que
aún son pequeñas éstas, pues todas ellas tienden a corregir y a modelar a seres
imperfectos: cuando hayáis alcanzado la perfección espiritual, entonces
escucharéis al Verbo de Dios en su plenitud.
Ahora vuestro espíritu ha sentido el tiempo de mi nueva
manifestación a través del entendimiento humano y por ella sentís mi divina
presencia. Mi manifestación ha sido una vez más de Maestro; Yo soy quien os da
la lección, mas a mi vez, tengo siervos que vienen a explicaros después la
enseñanza que recibisteis; no son seres humanos, porque de cierto os digo que
no hay en la Tierra nadie que pueda explicar mis nuevas revelaciones; es el
mundo espiritual de luz el que viene en vuestra ayuda para que no caigáis en
confusiones ni hagáis nuevos misterios de enseñanzas que son tan diáfanas como
la luz de día.
Todo ha sido dispuesto para la realización de esta Obra
espiritual; no sólo vuestro espíritu fue preparado para entrar en esta senda,
también vuestra carne, la tierra que pisáis, el ambiente que os rodea, todo fue
dispuesto para que mi luz brillara en lo más profundo de vuestro ser.
El espíritu se purificó en el Más Allá, de las manchas
contraídas en anteriores encaranaciones; la materia se lavó con dolor y
lágrimas; la Tierra reclamó a los hombres su primitiva pureza y el ambiente se
saturó de plegarias y oraciones. Por la escala de perfección descendió el Señor
hacia su pueblo, llego hasta el peldaño en que os encontrabais y desde ahí os
hizo escuchar su voz a través de sus mensajeros o portavoces.
Cuántas lecciones, cuántas enseñanzas os he dado desde el
instante en que os di mi primera comunicación; por medio de ellas quiero que
lleguéis a comprender que no he venido a dividir a los hombres, sino a unirlos.
A vosotros, a quienes encontré profesando una religión, vine a deciros que
leáis mi libro de amor y de sabiduría divina, para que aprendáis a estar en
espíritu con todos vuestros hermanos, sin distinción de credos, religiones o
ideologías.
Esto se os hará difícil en un principio, más cuando
comprendaís esta lección, os sentiréis verdaderamente identificados con todos
los seres humanos, porque sentiréis vibrar en el fondo de cada uno de vuestros
semejantes a un espíritu, que siendo hijo de Dios tiene que ser hermano
vuestro.
Estudiad pueblo amado, para que seáis el discípulo del
Tercer Tiempo que se distinga por su espiritualidad.
Analizad y comprenderéis que estáis viviendo el tiempo
propicio para que estudiéis mi Doctrina. Venid discípulos, venid a Mí, que Yo
aliviaré el peso de vuestra cruz. Os ayudaré a conquistar el lugar que en la
Tierra Prometida está reservado para cada uno de vosotros.
Sentid mi amor en vuestro ser para que comprendáis que
existo y sintáis el anhelo divino de salvaros. Mi luz está derramada sobre toda
la humanidad porque ninguna criatura podría escapar a mi mirada.
¿Qué sería de la humanidad si por un momento le negara mi
luz espiritual en estos instantes de prueba y de dolor? Las tinieblas
invadirían su razón, se ofuscaría, y ya sin esperanza correría trás de la
muerte y se perdería en el abismo; mas si los hombres, a pesar del caos en que
se debaten, alimentan recónditamente una esperanza de salvación, es porque mi
luz divina les alienta a través de su conciencia y les enseña a esperarlo todo
del poder infinito del Dios Omnipotente.
De cierto os digo que mi palabra hará cambiar la faz de
vuestro mundo actual y de toda vuestra vida. Para los hombres de este tiempo,
el mundo y sus placeres son la razón de su vida, más pronto sabrán anteponer el
espíritu al cuerpo, y el cuerpo al vestido, y en vez de ir tras las glorias
mundanas, buscarán la inmortalidad del espíritu.
Habrá al principio fanatismo por lo espiritual, el
cumplimiento será llevado al extremo; mas luego se serenarán los corazones y la
espiritualidad surgirá llena de verdad y de pureza.
Cuando miráis al mundo debatiéndose en guerras, pereciendo
de hambre o azotado por la fuerza de los elementos, no falta quienes digan que
es mi justicia la que viene a destruir a la humanidad; mas de cierto os digo
que Yo no he venido a destruiros sino a salvaros. Los que creen que su vida
radica tan sólo en su materia y no piensan en la supervivencia del espíritu,
miran su paso al Más Allá como el fin de su existencia y me juzgan entonces
inexorable y cruel.
Si supieseis que muchas veces es necesario morir para el
mundo para poder sobrevivir en espíritu, y que a veces sólo un dolor acerbo o
una muerte cruenta son capaces de despertar y estremecer a un espíritu
aletargado en el materialismo.
¿Qué sabéis de la vida y de la muerte? ¿Qué sabéis del
espíritu? Muy poco; precisamente es de lo que vengo a instruiros para que seáis
los que sepáis vivir de acuerdo con la grandeza de la vida que os rodea.
En este tiempo hay hambre en el mundo, hambre del cuerpo y
del espíritu; os aflige más la del cuerpo y ésta es la que os hace decirme:
"Señor, en los tiempos pasados enviaste sobre tu pueblo el maná del
desierto para no dejarlo perecer; luego le confiaste una tierra pródiga en
bendiciones, de las aguas del pozo de Jacob bebieron sus hijos y los hijos de
sus hijos y muchas generaciones más, y cuando viniste al mundo a enseñar con tu
palabra, llevabas a la multitud al desierto, te condolías de su fatiga y de su
hambre y obrabas milagros para que ellos comieran panes y peces. ¿Porqué ahora
que nos miras padecer tanto por alcanzar el pan, no te conmueve nuestra hambre
y nuestra miseria?"
Si Yo os dijese que la respuesta a todas estas preguntas la
lleváis en vuestra conciencia, no lo creeríais; tengo entonces que hablaros
para deciros que cuanto os di en el mundo para vuestro sustento y conservación,
no os lo he quitado, todo está allí; mas si no llega a todos es porque en vez
de cultivar vosotros esa simiente con el riego de la fraternidad, la regáis con
el egoísmo y la perversidad.
Por eso es menester que a los espiritus descienda una luz de
justicia y esa es mi inspiración que se derrama en este tiempo sobre todo ser.
Cuando los hombres se hastíen de los frutos amargos que han
cultivado y vuelvan sus ojos a Mí, hallarán que la vida espiritual y la
naturaleza material jamás han negado sus frutos a los hijos de Señor; ellas
existen en el interior de cada criatura, y ha sido el hombre el que cerró sus ojos
a la razón y su intuición a la vida eterna. Entonces confesarán los que antes
blasfemaban que en el desierto de esta vida jamás faltó el maná, que el pozo de
Jacob aún vierte aguas cristalinas y que el Señor hace en cada día un milagro
para que la humanidad no perezca de hambre o de sed.
Cuando el espíritu de la humanidad abra sus ojos a la luz,
contemplará una vida nueva dentro de la misma vida que hasta ahora creía
conocer demasiado y que en realidad nunca habia sabido apreciar.
Vengo a vosotros como el doctor divino que se acerca a los
enfermos del cuerpo y del espíritu para devolverles la salud perdida. Soy el
que viene a resucitar a aquellos que han muerto a la verdad y a la vida verdadera. Mi caridad está dispuesta a enjugar
las lágrimas de los que mucho han llorado, a todos los ungiré con su solo
bálsamo, que es el del amor.
Bienvenidos los pobres, los que lloran y los que padecen
hambre y sed de justicia en la Tierra y que todo lo sufren con paciencia,
porque a ellos vengo buscando para premiarles su sumisión y su fe.
Esta era es una nueva oportunidad para alcanzar la elevación
del espíritu. Todo, hasta el dolor, influye para que la humanidad se aleje del
materialismo que la ha esclavizado.
Los hombres escalarán el monte santo en cuya cumbre me
encontrarán pero, antes que ellos, Yo habré ya recorrido un nuevo Calvario en
el corazón de la humanidad y habré sido enclavado una vez más en la cruz de mi
misión.
No levantaré un mundo nuevo sobre los pecados, odios y
vicios; lo levantaré sobre firmes cimientos de regeneración, de experiencia, de
arrepentimiento; Yo todo lo transformaré en vosotros. De las mismas tinieblas
surgirá la luz, y de la muerte haré brotar la vida.
Si los hombres han manchado y profanado la Tierra, mañana
con sus buenas obras dignificarán esta morada, la cual será vista como tierra
de promisión para venir a ella a desempeñar nobles misiones. ¿Quién podrá dudar
entonces de la conversión del mundo?
Yo os digo que cuando esta humanidad esté más en contra mía
por su impiedad, por su alejamiento de la justicia y del bien, Yo me presentaré
en su camino lleno de esplendor, como fui delante de Saulo y le haré escuchar
mi voz; entonces veréis cómo muchos de los que sin darse cuenta me han
perseguido, se levantarán transformados e iluminados para seguirme por las
sendas del bien, del amor y de la justicia. A ellos diré: detened vuestra
planta caminantes y bebed de esta fuente de aguas cristalinas. Descansad de la dura
jornada a la que os he sometido. Confiadme vuestras cuitas y dejad que mi
mirada penetre muy adentro de vuestro espíritu porque quiero llenaros de gracia
y consolaros.
¿Quién de vosotros puede decir a su Maestro que no tiene un
sufrimiento, que lleva la paz en su corazón, que ha vencido en esta vida de
lucha y vicisitudes? Os contemplo navegar en un mar de pruebas y por eso vengo
a daros fortaleza. Aprended a leer en el Libro de la Vida que eternamente os
muestro, porque mañana tendréis que ser maestros. Cada uno de vosotros habrá de
levantarse imitandome practicando la Ley para ser sanos de espíritu y de
cuerpo. Muchas enseñanzas encontraréis a vuestro paso que no os conducirán a Mí; Yo
os señalo el camino recto, el más corto, el de la espiritualidad.
En el Segundo Tiempo sólo tres años os di mi palabra, y en
ellos preparé a mis discípulos; en esta Tercera Era os he hablado muchos años
más y mis discípulos no han adelantado ni mis apóstoles han dejado el mundo por
seguirme.
El que quiera seguirme, ponga en sus plantas las humildes
sandalias, no lleve doble alforja porque en mi camino no le hará falta.
Preparad vuestras pupilas para que miréis en el Tercer
Tiempo lo que acontece en las regiones espirituales y podáis anunciar al mundo
que Yo he descendido a iluminar a todo espíritu. Preparaos para que me sintáis
y sepáis recibir lo que os entrego. Dejaré a la humanidad un libro y cada una
de sus páginas será una prueba de amor; éste lo uniréis a los primeros escritos
por Moisés y mis apóstoles, y las obras de mis discípulos de todos los tiempos
quedarán escritas también en ese libro que contendrá mi sabiduría.
Si aún no podéis hacerme presente una gran cosecha, orad y
pedidme fuerzas; velad para que vuestra lámpara brille con mayor esplendor y
sea la que ilumine vuestro sendero. Os he visto llorar cuando contempláis que
los obstáculos no os permiten trabajar. Me habéis dicho: "Maestro, limpiad
de espinas nuestro camino, para seguir adelante". Doblegad con amor la
envoltura que os he dado, y no deis muestras de flaqueza o inconformidad, no me
digáis que sois débiles, porque Yo os he hecho fuertes. No digáis que el
cumplimiento es un sacrificio; trabajad con amor y vuestras obras quedarán
escritas. Escalad la montaña de perfeccionamiento hasta encontrar mi presencia.
Apoyaos en el báculo que os ofrece Elías. Mirad su ejemplo. El, representado
por un anciano que se apoya en un báculo, no descansa un instante; siempre va
en busca de sus ovejas perdidas para rescatarlas y conducirlas a Mi presencia.
Su espíritu no desmaya ante la desobediencia y reaciedad; su ahínco y
perseverancia, no se agotan; sed vosotros así, id por los caminos y no temáis
al mundo ni a la tentación. Sed fuertes por el espíritu que os he dado.
Muchas comarcas se han preparado ya para esperar a los
labriegos, y éstos no han llegado aún a cumplir su misión. Cuando vosotros
sintáis todo el peso de vuestro cargo, tomaréis sumisos el camino e iréis en
busca de vuestro destino. En ese tiempo de entrega no limitéis la caridad, mas
tampoco lleguéis al sacrificio; podríais cansaros y abandonar la cruz.
Cuando hayáis sanado a los enfermos y apartado sus
tinieblas, despertará su espíriru dormido y resucitará a una nueva vida. Yo
siempre os protegeré si estáis dentro de mis leyes porque se acercarán a
vosotros los científicos que os reclamarán por haber ungido a los enfermos sin ser doctorados en las escuelas del mundo, y los hombres que rigen
los destinos de vuestra nación también os preguntarán cuál es vuestra ley y
vosotros hablaréis de mi manfiestación en este tiempo y de mis revelaciones.
Para testificar mi Doctrina, glorificad mi nombre con
vuestras obras y vuestra ofrenda llegará a Mí.
Sean Conmigo los enfermos, los leprosos, los afligidos, los
que no tienen paz en su corazón y también los que hayan pecado o blasfemado; a
todos los sanaré del cuerpo y del espíritu.
De cierto os digo que aquel enfermo que supiera guardar,
analizar y poner en práctica una de mis palabras de vida, sanaría, porque
llevaría guardada en su corazón una gota de mi bálsamo divino.
Os he dado pruebas de mi poder y de mi caridad para que
toméis el camino con plena confianza. Recibid este mensaje de esperanza para
que seáis fuertes en este tiempo en que el pecado ha cundido como el más
contagioso de los males.
Una lepra inmaterial se ha extendido por la Tierra, carcome
corazones y destruye la fe y la virtud. Van los hombres cubiertos de harapos
espirituales, saben que nadie podrá descubrir esas miserias porque los humanos
no ven más allá de lo que es materia, mas la hora de la conciencia se acerca;
es lo mismo que si dijeseis el día de Señor o su juicio está por llegar.
Entonces surgirá la vergüenza en unos y el remordimiento en otros.
Los que escuchen esa voz interna, quemante e inflexible,
sentirán en su interior el fuego que devora, que extermina y que purifica. A
ese fuego de justicia no puede resistir el pecador ni nada que no sea puro.
Sólo el espíritu lo puede resistir porque está dotado dc fuerza divina; así,
cuando haya pasado por el fuego de su conciencia, tendrá que salir limpio de
sus errores.
Mucho os hablé en tiempos pasados de ese fuego, de ese
juicio, de esa expiación; mas las figuras con las que eran representadas estas
enseñanzas las tomasteis en sentido material y vuestra imaginación desvirtuó la
realidad de esas revelaciones.
Cuántas torcidas interpretaciones dieron los hombres a estás
lecciones divinas. Me hacen aparecer como un juez de monstruosa crueldad.
Cuántos absurdos ha creado la mente humana y luego los ha impuesto como la
suprema verdad.
Hoy vengo en espíritu para haceros comprender y vivir mis
divinas enseñanzas.
La oración de las aves es su canto; la oración de los
hombres son sus pensamientos puros que elevan a Mí. Todo lo creado tiene una
ofrenda para su Creador. También el Padre tiene un presente para cada una de
sus criaturas. Sin embargo, en la especie humana existe menesterosidad,
miseria, dolor; es el resultado de haber hecho uso del libre albedrío sin
escuchar la voz de la conciencia; es la falta de armonía en la vida de los
hombres, entre lo divino y lo material; pero todo este dolor que hoy pesa sobre
el mundo servirá para despertarle de su profundo sueño. Cuando la humanidad
conozca la verdad y ajuste a ella su vida, encontrará la armonía de lo
espiritual con la Naturaleza material que lo rodea.
Mi nueva palabra llegará a la humanidad como un mensaje de
luz que disipará las tinieblas de la ignorancia.
Yo preparo en este tiempo a los nuevos pescadores de
espíritus que rescatarán de las olas embravecidas a los náufragos. Entre estos
pescadores estarán los que escuchan mi palabra en este tiempo, también estarán
los que sin haberme oído tengan despiertos los dones de intuición e inspiración
para recibir mis revelaciones; surgirán en distintos puntos del orbe y sabrán
comunicarse y unirse para ser fuertes en la lucha.
Muchos medios tendrán mis nuevos discípulos para la
propagación de esta bendita simiente; pero no olvidéis nunca la humildad y la
sencillez porque así he llegado a vosotros y de esta misma manera os acercaréis
a los corazones, a los hogares y a los pueblos. Si así llegaseis, seréis
reconocidos como emisarios de un mensaje espiritual y vuestra lucha dará frutos
de verdadera espiritualidad, de regeneración y de fraternidad.
En el Segundo Tiempo cuando Jesús hubo concluido su divina
misión en la cruz, elevando sus ojos hacia el infinito dijo así: "Todo
está consumado".
En este Tercer Tiempo cuando os entregue mi postrer palabra
a través del entendimiento humano, repetiré aquellas mismas palabras, así como
volveré a pronunciarlas por ultima vez, cuando todos en espíritu os encontréis
en la tierra de promisión en donde me veréis descender de mi cruz de redención
para deciros nuevamente: "Todo está consumado".
¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!
No hay comentarios:
Publicar un comentario