sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 81

Venís en este día a conmemorar el nuevo pacto que habéis hecho con vuestro Padre. En este Tiempo de juicio mi Espíritu se presenta entre vosotros para pediros las primeras cuentas de vuestro trabajo, de vuestras obras y preguntaros que habéis hecho desde el instante en que me prometísteis cumplir con mi Ley, amándoos los unos a los otros.

Entre esta multitud se encuentran los primeros a quienes confié la responsabilidad de las tierras y de los labriegos, a quienes entregué el agua cristalina de la fraternidad, para que con ella dieran riego a los árboles.

¿Nada os reclama vuestra conciencia?, ¿Se ha abierto vuestra boca tan sólo para aconsejar, enseñar y guiar? ¿O se ha desatado como espada de dos filos para herir a diestra y siniestra? ¿Habéis ido por el sendero espiritual dejando huellas de unión, de paz, de buena voluntad o habéis dejado impresos en él malos ejemplos?

Si mi palabra en ocasiones se torna severa, es porque no quiero que en el seno de mi pueblo exista la mentira, el vicio o el adulterio; si el que va guiando una congregación presenta malos ejemplos, los que le siguen tendrán que encontrar el tropiezo. En este tiempo de juicio, a cada instante os presentaré el fruto de vuestra siembra. No desafiéis mi justicia, recordad antes que nada que soy fuente inagotable de bondad.

No puedo contemplaros como a pequeños niños a quienes se dispensan todas sus imperfecciones, porque vuestro espíritu, al haber pactado con mi Divinidad en este tiempo, antes ya había recorrido gran parte del camino. Quien fue párvulo de mi Ley en el Primer Tiempo, discípulo en la cátedra de Jesús en el Segundo, en esta etapa tendrá que llegar a ser semejante al Maestro.

Vengo a confiaros, para que lo cultivéis, el fruto bueno agradable y dulce que da vida, para que él os haga notar el contraste del sabor amargo y los estragos que ha causado entre la humanidad el fruto del árbol del mal.

Veo la tierra y las aguas manchadas con la sangre humana, a los hombres desconociéndose como si fueran seres de distintas especies, dandose muerte sin compasión ni piedad. Ese árbol de ambiciones y de odio ha sido cultivado por los hombres y sus frutos han envenenado a los pueblos de la Tierra. No dejéis que esa simiente penetre en vuestro seno.

Hoy no podría elevarse la voz de Jesús diciendo "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen", porque vuestro espíritu lleva en sí el conocimiento de mi Doctrina de amor.

Elías abrió la puerta de una nueva era, ha aparejado los caminos del Señor, os ha preparado para que recibáis las primicias de mi revelación y de mi enseñanza; analizad mis lecciones y testificad con vuestras obras.

En este tiempo el Sexto Sello está desatado, su luz se derrama sobre el orbe para que estos hombres y mujeres que oyen mi voz despierten y se levanten a luchar; es tiempo propicio.

Uno sólo es el camino, ya lo conocéis, debéis seguirlo, para que nunca os perdáis de él. Es el mismo camino que os tracé desde que brotásteis de Mí. En el mismo tiempo os he concedido que os reunáis en recintos para escuchar mis lecciones de amor y para que en ellos recibáis a la multitud de necesitados que día a día llamarán a vuestra puerta, que es la mía.

¿Cómo debéis de disponeros en cada alba para recibir a los necesitados? Con absoluta humildad, no con corona ni cetro de vanidad.

Cuando este pueblo se haya unido espiritualmente, Yo daré señales de ello en todo el orbe.

Os confío parte de mi Obra, que es más blanca que el copo de la nieve y más pura que el agua de vuestros manantiales; así quiero que la conservéis hasta el final de la jornada.

Hoy, como si una campana resonara en el interior de vuestro corazón, recordasteis que es día de gracia, día en que el Maestro desciende a conversar con sus discípulos. Mi Espíritu se presenta entre vosotros y se abre como un libro de sabiduría, vuestra conciencia se presenta ante Mí como una blanca página y en ella escribo mi lección.

La luz de mi Espíritu derramada en toda materia y en todo espíritu, en cumplimiento de una profecía de los primeros tiempos, toca el entendimiento de estos escogidos llamados portavoces para haceros escuchar la lección divina.

Unos reciben mi manifestación llenos de fe, otros me escuchan sintiendo que la duda se ha apoderado de su corazón; mas no les censuro porque la duda les hara profundizarse en el estudio de mi Doctrina y a través de él también alcanzarán a poseer la fe.

Una nueva vida espera a los hombres. No es que la Naturaleza se vaya a transformar, es que cuando la humanidad se espiritualice por medio de esta enseñanza, todo lo verá a través del amor, de la fe y de la caridad, o sea que el hombre verá la vida a través del espíritu. Si lo que os rodea lo miráis, sentís y juzgáis a través de una mente materializada y de un corazón egoísta, esta vida tendrá que pareceros un valle de lágrimas, un mundo de pecados y a veces hasta un lugar de castigo. Vuestros ojos no descubrirán bellezas, el espíritu no encontrará sitio para él, ni sustento, ni aliciente; mas si dejáis elevar el espíritu y desde la altura miráis cuanto os rodea y os envuelve, tendréis que rendiros ante vuestro Padre y confesar que habéis sido sordos, ciegos e insensibles a su divina presencia, manifiesta en todo lo existente espiritual o material.

Entonces huirá de vosotros la amargura y conoceréis la dulzura que brota de todo lo creado porque todo es fruto del árbol divino.

El dolor que hoy padece la humanidad es por haber hecho mal uso de su libre albedrío y por su desobediencia a mi Ley; sus últimos frutos serán tan amargos que los arrojará lejos de sí y eso le abrirá los ojos a la luz y el corazón al arrepentimiento.

Haced dócil y mansa a la materia para que ella no sea una barrera ante vuestro espíritu. Sometedla hasta hacer de ella el mejor instrumento y colaborador de vuestra misión espiritual. Dejad que la luz que el Sexto Sello os envía, la contemple el espíritu y también la materia porque ya sabéis que esa luz se derrama sobre todo ser.

Comprended mis lecciones y seréis mis buenos discípulos, aquellos que, llegada la hora, se levanten en pos de sus hermanos y sepan analizar la revelación de los Siete Sellos. No detengáis vuestros pasos pensando que por las obras de vuestra materia no sois dignos de mi gracia. Ya os he dicho que detengáis la carrera vertiginosa de esa reacia y débil criatura que os ha sido confiada en la Tierra, y que en esa lucha hagáis méritos para alcanzar mi gracia.

No es hora de que os sintáis tristes o avergonzados por vuestro pasado; pensad tan sólo en que debéis purificar a vuestro espíritu. Es el instante en que debéis sentiros los más felices de la Tierra por estar escuchando el concierto divino de mi palabra. Si, pueblo, mi rayo de luz se hace inspiración y palabra humana para que en esa forma tengáis mi presencia. Dejad de pensar en vuestro pasado para pensar en vuestro futuro.

Preparad vuestras armas de amor para contender con las ideas y teorías humanas; forteleced vuestro corazón en la fe para que no os sintáis pequeños, ignorantes o débiles delante de los que llaméis cultos y sabios, por que ellos conocerán de ciencia y de religiones, pero de mis nuevas revelaciones, nada saben.

Si os he pedido vuestra regeneración, es para que estando la mente y el corazón limpios, pueden reflejar mi luz divina.

He visto cómo muchos de vosotros habéis escudriñado y juzgado mi palabra, mas no por ello os he reclamado, porque sé que mañana, de entre los que me juzgáis, surgirán los discípulos fervientes. Más tarde, en vuestro camino andaréis doctrinando y llegaréis e ser burlados; recordad entonces la enseñanza del Maestro y en vez de reclamar a vuestros hermanos su duda y su mofa, les perdonaréis sabiendo que entre ellos se encuentran los que van a arrepentirse de sus juicios para dar paso a la fe.

Nadie se sienta forzado a ser mi soldado, seguidme cuando vuestra voluntad sea firme y vuestro amor os impulse a practicar mis enseñanzas. Pasarán los tiempos y entonces comprenderéis y valorizaréis todo lo que el Señor os concedió en este Tercer Tiempo y sentiréis dolor por no haber sido comprensivos y obedientes cuando estuve dándoos mi palabra; pero Yo os concedo unos instantes más para que reparéis vuestros errores y repongáis el tiempo que hayáis perdido.

Mientras el mundo os atrae a traves de la materia, mi voz os está llamando al valle espiritual donde deberéis penetrar limpios de toda mancha y llenos de luz. Ahí mi voz, resonando en la conciencia, os dirá si cumplisteis vuestra misión en la Tierra y si ya podéis escalar un peldaño más en la escala de perfección espiritual.

En el día que ahora dedicáis al reposo, desciendo a recrearme con vosotros. Es el instante en que mejor reconocéis que no sólo de pan podéis vivir, sino que necesitáis de mi palabra que es vuestro sustento espiritual. Muchos venís a escucharme, mas no todos creéis en mi presencia; hay quienes preferirían verme a escucharme a través de estos entendimientos, o por lo menos escuchar mi voz en el infinito, en el espacio espiritual. Mas ¿Cómo queréis contemplarme y escucharme espiritualmente si os encontráis en plena materialización? Por eso debéis prepararos para que alcancéis esa elevacíón que os hago conocer a través del entendimiento del hombre. Después de este tiempo de mi comunicación en esta forma, estaréis en condiciones de recibir mi intuición o inspiración de Espíritu a espíritu. Esa será la comunicación perfecta.

Os asombran los adelantos de la ciencia; comprended que hace algunos siglos no hubieseis creído en lo que ahora ha realizado el hombre por medio de la evolución del espíritu y la perseverancia de la materia.

¿Porqué no habéis de evolucionar espiritualmente si perseveráis? ¿Cómo pretendéis descubrir nuevas lecciones, si las pasadas no las habéis comprendido aún?

Los creyentes y los incrédulos de mi existencia de todos los tiempos, hubieran deseado contemplarme ahora visible a los ojos humanos, materializado en alguna forma, y ¿Porqué habéis de atribuirme forma si en cuanto a espíritu no la tengo? Soy visible y tangible tanto a los ojos de vuestro cuerpo como a los del espíritu, pero es menester que sepáis mirar. Es injusto que digáis que Dios se oculta a vuestras miradas, que digáis que soy egoísta por no dejarme oír ni mirar de quienes llamo hijos de mi Divinidad. Siempre estoy presto a dejarme mirar, pero vosotros, creyendo ser ciegos ante lo espiritual, teniéndolo todo a vuestro alcance, no lo sabéis ver y muchas veces, palpándome no os dais cuenta de mi presencia.

En cada era ha tenido que venir un enviado de Dios a enseñar a los hombres a buscar a su Señor, a orar, a rendirle culto, a saberle sentir, mirar, oír e interpretar. En este tiempo ha venido Elías a preparar el camino para que el espíritu humano pudiese recibir la presencia y la revelación del Espíritu Santo.

Para que la voz y los pasos de Elías fueran escuchados y sentidos en un mundo sordo por su materialismo a toda manifestación espiritual, preparé un varón, quien al llegar a la madurez de su edad, dejó manifestar la luz de aquel gran espíritu que lo inspiraba, que hacía obras milagrosas por su conducto y preparaba con su luz a la humanidad para el advenimiento de un nuevo tiempo. Elías tuvo que limpiar el camino en el cual había muchos espinos, mucha cizaña y también pedruzcos. Ellos eran el fanatismo religioso, la ignorancia, la persecución de toda inspiración que pareciese nueva. Mas Elías inspiró leyes, preparó corazones y sembró una semilla que favorecíera el desenvolvimiento de una revelación divina y el cumplimiento espiritual de un pueblo que en lo más oculto del mundo esperaba el tiempo señalado para levantarse a desempeñar su misión.

Aquel varón escogido por Mí para que fuese el portavoz de Elías, se llamó Roque Rojas, el que en 1866 dio a conocer al mundo que una nueva era se abría para la humanidad regida por la misma Ley que el Señor ha revelado en los tres tiempos, en los que siempre os he dicho: "Amaos los unos a los otros".

¡Pocos supieron sentir en verdad la presencia del enviado divino! Una vez más fue la voz que clamaba en el desierto y nuevamente preparó el corazón de los hombres para la inminente llegada del Señor, Así se abrió el Sexto Sello, dejando contemplar su contenido y desbordándose como un torrente de justicia y de luz sobre la humanidad. Muchas promesas y profecías quedaron así cumplidas.

Elías, como Jesús y como Moisés, vino a iluminar los ojos de vuestro espíritu para que contemplaseis al Padre, Moisés os enseñó: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Jesús os dijo: "Amaos los unos a los otros". Elías os mandó tener "caridad y más caridad con vuestros hermanos" y luego añadió "y veréis a mi Padre en todo su esplendor".

Es el Verbo el que os habla en esta era, no he venido a hacerme hombre; sin embargo, podréis encontrar semejanza entre mi anterior manifestación y ésta; si la cuna de Cristo fue humilde y su muerte fue sobre la cruz del pecado del mundo, el lugar donde ahora ha nacido la luz del Tercer Tiempo no puede ser más pobre y humilde y la cruz desde donde os daré mi última parabra será el mismo hombre por el cual me comunico.

A través de este medio por el cual os hablo, también he recibido la burla, el escarnio, la duda, la herida. Así me ha placido, porque mi cruz sois ahora vosotros.

Hoy os digo: ya que vuestros ojos se han abierto a la luz, ved cómo vuestro mundo, su ciencia, su moral y sus religiones, se acercan al fin de su existencia; de todo ello sólo sobrevivirá el espíritu, el cual se levantará sobre los escombros de su vida pasada a una nueva era espiritual.

Todas las señales que estaban predichas como anuncio de mi nueva manifestación entre vosotros, ya han sido cumplidas. ¿Esperará el mundo nuevas manifestaciones para continuar aguardando mi llegada? ¿Hará lo que el pueblo judío que tuvo las profecías de la venida del Mesías, vio el cumplimiento de ellas, recibió en su seno al Salvador, no lo reconoció y aún continúa esperándolo? La experiencia es muy grande y dolorosa para esta humanidad, para que aún se obstine en el materialismo. Si las señales y las pruebas se han cumplido y no he aparecido en la sinagoga, ni surgido en iglesia alguna, ¿No presiente el mundo que en algún sitio he de estar manifestándome, puesto que no puedo faltar a mi palabra?

Discípulos: perseverad en mi enseñanza, para que mañana deis testimonio de Mí.

No temáis a la miseria. La miseria es pasajera y en ella debéis orar imitando en la paciencia a Job. Volverá la abundancia y no tendréis palabras con que darme gracias.

Cuando la enfermedad os agobie, oh enfermos benditos, no desesperéis; no está enfermo vuestro espíritu, eleváos en oración a Mí y vuestra fe y espiritualidad os devolverán la salud del cuerpo. Orad en la forma en que Yo os he enseñado: espiritualmente.

Comprended que tenéis la luz de vuestro Maestro. Jesús sigue siendo el modelo perfecto que debéis imitar; ni antes ni después de El, podréis encontrar en el mundo un ejemplo igual.

Jesús, el Cristo, ha sido la enseñanza mas clara que en el mundo os di para enseñaros cuán grande es el amor y la sabiduría del Padre. Jesús fue el mensaje viviente que el Creador envió a la Tierra para que conociéseis las virtudes del que os creó. La humanidad veía en Jehová a un Dios colérico e implacable, a un juez terrible y vengativo, y a través de Jesús vino a sacaros de vuestro error.

Ved en el Maestro al amor divino hecho carne; vino a juzgar todas vuestras obras con su vida de humildad, sacrificio y caridad, y antes de castigaros con la muerte, ofreció su sangre para daros a conocer la vida verdadera, la del amor. Aquel mensaje divino iluminó la vida de la humanidad y la palabra que entregó el Divino Maestro a los hombres dio origen a religiones y sectas, a través de las cuáles me han buscado y todavía me buscan; mas de cierto os digo que ellos no han entendido aún el contenido de ese mensaje. La humanidad llega a pensar que el amor de Dios para sus hijos es infinito, ya que El, en Jesús, murió por amor a los hombres. Llega a conmoverse con los padecimientos de Jesús ante sus jueces y verdugos, llega a ver en el Hijo al Padre, pero el contenido, el alcance de cuanto el Señor quiso decir a la humanidad a través de aquella revelación que empezó en una virgen y concluyó en la nube de Betania, no ha sido interpretado hasta hoy.

He tenido que volver sobre la misma nube en la que el Verbo ascendió hacia el Padre para daros la explicación y mostraros el verdadero contenido de todo cuanto os fue revelado en el nacimiento, vida, obras y muerte de Jesús.

El Espíritu de Verdad, el prometido por Cristo en aquel tiempo, es esta manifestación divina que ha venido a iluminar las tinieblas y a aclarar los misterios que la mente o el corazón del hombre no alcanzaba a penetrar.

Mi Ley siempre es la misma, no es menos profunda unas veces que otras. Es vuestro espíritu el que refleja unas veces mejor que otras la luz del Señor. Esto es según la evolución que vuestro espíritu haya alcanzado.

Hoy os digo: el banquete espiritual se encuentra esperándoos; sentaos a la mesa y comed del manjar. La multiplicación del pan también os la he concedido en este tiempo porque millares y millares de hermanos vuestros están escuchando mi palabra en muchas comarcas.

Os estoy heredando sin que vuestro pecado sea un motivo para consideraros indignos. Las puertas de mi Reino permanecen abiertas en espera de los que después llegarán. He aquí demostrada mi caridad, la cual no esperábais que llegara al grado de comunicarme con vosotros.

Ahora que en el mundo hay escasez de amor, venid a sentir el amor puro de vuestro Maestro para que sanéis de todas vuestras heridas.

Si vuestro corazón llega a Mí henchido de vana simiente, de cizaña y cardos, Yo le perdonaré, Yo le purificaré y le haré florecer. Sólo espero que os elevéis para revelaros todo cuanto aún reservo para vuestro espíritu y cuando seáis poseedores de lo que os prometo, no buscaréis catacumbas para ocultaros de las miradas de la humanidad; por el contrario, saldréis a la luz del día y bajo esa claridad revelaréis esta verdad. Abrid vuestro corazón, vuestra mente y vuestro oído, para que dejéis llegar mis lecciones hasta vuestro espíritu.

¿Qué tiempos esperáis para aprender de Mí? ¿Estáis esperando que llegue 1950, para despertar de vuestro sueño? No pueblo, porque entonces ya no escucharéis mi palabra. Es menester que lleguéis a tener la convicción absoluta de que habéis venido al mundo a servir a vuestros hermanos.

Os miráis unos a otros y reconocéis que he formado un pueblo con pecadores, con ignorantes y teméis no poder salir avante en las pruebas; mas Yo sé lo que hago, a vosotros sólo os corresponde creer, confiar y cumplir. Llegará el día en que me ofrezcáis la semilla como Yo os la he pedido.

Pueblo: preparaos, dejad que vengan a vosotros nuevas multitudes; entre ellas vendrán aquellos a quienes mi amor ha de entresacar y escoger para que por su conducto entregue mi palabra pues de sobra sabéis que no puede ser vuestra mente quien los escoja. Sólo Yo sé el destino y los dones de cada quien.

Limpiad vuestro pensamiento, elevadlo para que os unáis en este instante a los espíritus puros que habitan cerca de Mí. Elevad una oración inspirada en el amor a Dios, en vuestro propio dolor o en el arrepentimiento por las faltas cometidas, también en acción de gracias por los bienes recibidos, eso acercará vuestro espíritu al Padre.

Todo cuanto os rodea tiende a purificaros, mas no todos lo han entendido así. No dejéis que el dolor que apuráis en vuestro cáliz de amargura sea estéril. Del dolor podéis extraer luz que es sabiduría, mansedumbre, fortaleza y sensibilidad.

No temáis llegar al valle espiritual pensando en todo lo que habéis pecado en la Tierra; si dejáis que el dolor os lave, que el arrepentimiento brote del corazón; si lucháis por reparar vuestras faltas llegaréis dignos y limpios ante mi presencia y nadie, ni vuestra conciencia, se atreverá a mencionar vuestras pasadas imperfecciones.

En la mansión perfecta existe un lugar para cada espíritu el cual aguarda en el tiempo o en la eternidad la llegada de su poseedor. Por la escala del amor, la caridad, la fe y los méritos, llegaréis uno a uno a mi Reino.

Presentad delante de vuestros hijos buenos ejemplos que les sirvan de báculo en su camino para continuar su ascensión hacia Mí. No porque los miréis en la infancia de la materia les concedáis poca importancia espiritual; observadles y veréis cómo sus facultades están más desarrolladas que las vuestras, ellos aprenderán mis enseñanzas por vosotros y luego os enseñarán a analizarlas.

Los que hoy os encontráis jóvenes cuando lleguéis a la ancianidad habréis visto muchos prodigios a través de las nuevas generaciones de espiritualistas.

Yo digo a los padres de familia que así como se preocupa por el futuro material de sus hijos, lo hagan también por su futuro espiritual, por la misión que en ese sentido hayan traído al mundo.

Pensad que esos seres antes de encarnar ya han orado por vosotros, os han protegido y ayudado en vuestra lucha; ahora os corresponde a vosotros sostenerlos en los primeros pasos que, a través de la frágil carne, van dando en la Tierra.

Venid a Mí, discípulos. Aquí esta la paz, no la ficticia que os da el mundo, sino la que procede de mi Espíritu; llenad de ella vuestro corazón para que sepáis escucharme, comprenderme y luego llevéis a la práctica mi enseñanza.

Un determinado número de corazones está destinado para cada uno de mis labriegos; es la tierra que cada uno de ellos tendrá que trabajar para hacerla fructificar y al final presentarme una abundante cosecha.

Nadie sería capaz de edificar un templo como el que Yo estoy levantando en vuestro espíritu. La caridad del Hacedor Universal viene construyendo este santuario con infinita paciencia. Este templo será indestructible y mientras los templos hechos por manos de hombres caigan piedra tras piedra bajo los embates del tiempo y de las tempestades, éste permanecerá inconmovible, porque sus cimientos estarán en vuestro espíritu y sus torres tocarán el Reino de los Cielos.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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