Vuestro espíritu viene a recibir mi enseñanza y Yo le doy la bienvenida.
Discípulos: Debéis estar alerta porque los hombres se levantarán a escudriñar
mi obra, a la que algunos juzgarán basada en ciencias materiales; entonces
vosotros la daréis a conocer como la doctrina espiritual que transformará al
mundo.
No
es que venga en contra de la ciencia, ya que la ciencia es saber, conocimiento,
luz; es que mi enseñanza está sobre todo conocimiento humano. En mi palabra
vengo a explicaros el espiritualismo, que quiere decir, conocimiento de lo
espiritual, de lo divino, conocimiento de una vida superior, que está más allá
de todo lo que es materia. En verdad que Yo bendigo la ciencia que los hombres
han desarrollado en beneficio de la humanidad.
Este
es el tiempo en que se hablará mucho de espíritu y de ciencia. La ciencia no es
sólo privilegio de los que se preparan materialmente para conocerla, porque
ella es luz que brota del espíritu, el cual la recibe de Dios.
Mi
divina enseñanza es una ciencia superior que os enseña a perfeccionar el
espíritu; además os he dado el cerebro y el corazón, para que ahí pulimentéis
vuestra inspiración y vuestros sentimientos.
El
conocimiento que os estoy dando, no tiene límites, es universal, es infinito,
en él encontraréis el verdadero saber de la vida espiritual y de la vida
material.
Os
encuentro ya capacitados para comprender mi enseñanza y penetrar en sus
misterios. Por medio de la ciencia material estáis conociendo las leyes que
rigen a toda la creación y que está condensada en vuestro propio cuerpo y
cuando habéis estudiado mucho y llegáis a conocer las leyes que antes eran un
misterio para vosotros, os encontráis ante los umbrales del más allá, donde os
espera el corazón del Padre quien trata a cada instante de comunicarse con
vosotros. ¿Qué podéis ignorar conociendo mi doctrina?.
Por
eso os digo que mi humilde enseñanza os da el conocimiento superior que
impedirá que vuestro corazón flaquee en presencia de los sabios de este mundo.
Para
que vosotros reveléis el significado de cualquier acontecimiento de la
naturaleza o de vuestra vida, no tendréis que recurrir a los libros de ciencia
para consultarlos os bastará preparar vuestro entendimiento y limpiar vuestro
corazón, para que de vuestros labios fluya la inspiración.
Si
vosotros, estando dentro de mi obra, os sintieseis inferiores y despreciaseis
la ayuda que podéis alcanzar con vuestra oración, os llamarán torpes e
ignorantes.
Comprended que cuando Yo os he dicho que en este tiempo he venido a comunicarme
con vosotros a través del entendimiento de seres ignorantes, he querido
manifestaros que para mi comunicación no escogí a los que vosotros llamáis
sabios o filósofos; sin embargo, un cerebro que deja pasar mi inspiración,
revela luz en el espíritu y la luz es sabiduría.
Nuevamente os digo: Luchad, porque mientras el espíritu se encuentra en camino
de evolución, estará expuesto a las tentaciones. Por eso os enseño y os doy
fortaleza, para que venzáis vuestras malas inclinaciones. Si vuestro espíritu
está fuerte, él dará fuerza a la mente y voluntad firme al corazón para vencer
los deseos de la carne. Cuando falta luz al hombre, su espíritu no evoluciona;
entonces todas las vicisitudes repercuten con fuerza en su corazón y es como
una barquilla que naufraga en medio de la tempestad.
Cuando el hombre está preparado espiritualmente, es como si llevase una coraza
invulnerable contra las acechanzas de la tentación.
A
vosotros os he revelado estas enseñanzas, para que cuando por un instante
caigáis o tropecéis en el camino, reconozcáis vuestra falta y busquéis el
camino de la enmienda.
Si
os portáis con humildad, vuestro caudal espiritual aumentará en la vida que os
espera. Entonces obtendréis la paz, que os dará la sensación más hermosa de
vuestra existencia. Nacerá en vuestro espíritu el anhelo de servir al Padre,
siendo un fiel guardián de lo creado por Él, siendo un consuelo para el que
sufre y la paz para el que no tiene sosiego.
No
es sólo mi palabra la que os anuncia mi presencia en estos momentos, es vuestro
propio espíritu, el que me siente profundamente.
Os
doy la bienvenida. He aquí la esencia de mi palabra que viene a alimentar
vuestro corazón para que sus sentimientos armonicen con el espíritu. Sin
conocer vuestras ciencias ni filosofías, estáis adquiriendo sabiduría. Sois
videntes y tenéis dones de intuición y revelación, por medio de los cuales
recibís mi inspiración.
Antes de que en mi ley se unan los hombres, habrá rumores de guerra. La
humanidad se depurará y entonces vendrá el reinado del Espíritu Santo.
A
vosotros toca interpretar la palabra que el Maestro os dio a través del
entendimiento del hombre. No hagáis doctrinas que os dividan de mi divina
enseñanza, porque ella es la doctrina universal que os unirá a todos.
Comprended que sois capaces de doblegar la reaciedad de la materia para llevar
a la práctica mis lecciones. Haréis bien, sembrando amor y caridad y con ello
habréis dado luz y progreso a vuestro espíritu.
Os
dejo como responsables de esta palabra que habéis oído, la cual entregaréis con
la pureza con que la habéis recibido.
Mi
venida en este tiempo es una nueva invitación al camino de la ley y toda la
esencia de esta palabra se resume en aquella máxima que ha tiempo os enseñé:
"Amaos los unos a los otros".
Sed
conformes con las pruebas, mirad que no sois un pueblo desheredado sino aquél
que, en una u otra forma siempre ha gozado de mis complacencias.
María, la dulce Madre, también viene a través del entendimiento humano a daros
su caricia y a llenaros de fortaleza para que no os sorprenda el cansancio en
vuestra vida.
Bienaventurado el espíritu porque él contempla la faz de su Padre.
Bienaventurados vosotros que habéis alcanzado libertad de pensamiento y habéis
rechazado formas y dogmas para buscarme. Mi enseñanza ha venido a iluminar
vuestro entendimiento y ahora sabéis que la obra, los sentimientos y la
limpidez de corazón, son la mejor forma de rendir culto al Padre y dar
cumplimiento a su Ley. Así llega a la comunicación perfecta del hombre con su
Creador, la comunicación espiritual donde el hijo puede decir: Padre, hágase en
mí tu voluntad y el Padre pueda contestarle: "Amaos los unos a los otros,
como os amo Yo". Esa voz resonará en la conciencia de todo aquel que así
se eleve. Esa voz modelará el corazón y el espíritu de quien se acerque a Mí.
Esa comunión será como un bálsamo para el espíritu que en esta vida se acrisola
y se purifica a través de la materia, para adquirir sabiduría y llegar a
conocer a su Creador.
Por
eso os he dicho que lo que aprendáis en este mundo, os servirá para el camino
que conduce al espíritu a la vida eterna. Si cumplís en esta vida vuestra
misión y aprovecháis de ella sus lecciones, cuando dejéis la materia seréis
semejantes al rocío que desciende de las flores, porque vendréis a inspirar el
bien a los corazones.
Sentid a vuestro Señor en vuestro espíritu y sentid el supremo goce de morar en
Él, porque Jehová, el Creador, está en todo y esa alegría debe aumentarse en
vosotros al contemplar que he venido nuevamente comunicándome por el
entendimiento humano, para seguiros entregando mis lecciones. Unid vuestra
alegría a la que se desborda de mi mundo espiritual, esos seres que vienen a
deciros en su mensaje, que su mundo con ser infinitamente mayor que el vuestro,
es sólo un átomo del mundo de perfección.
Estas horas que pasáis Conmigo, no las habéis perdido, son luz para vuestro
espíritu, porque él se ilumina con la sabiduría del Maestro. Si, del fondo de
vuestro ser surge una voz que diga: Maestro, creo en vos, porque con vuestra
palabra no sólo le dais sabiduría a nuestro espíritu, sino también fortaleza y
esperanza para soportar los dolores de esta vida, en verdad, habrá hablado
vuestro espíritu.
Hoy
estáis aprendiendo a conversar Conmigo, saturándoos del sentido espiritual de
mi enseñanza.
En
éste, que es el último tiempo de complacencias, os recomiendo que cumpláis con
mis mandatos. Os dejaré mi legado de amor por medio del cual los hombres se
unirán entre sí y todos con el Señor.
Vuestro
corazón me dice: Maestro: ¿Después del año de 1950 a quién nos acogeremos? Yo
os contesto: A mi palabra, que cual testamento os dejaré impresa.
Vosotros os quedaréis unos instantes en la tierra para que cumpláis mis órdenes
y al anunciaros mi inminente partida os diré como en aquel tiempo a los
apóstoles: "A donde Yo voy, vosotros no podéis ir ahora, mas el tiempo
llegará en que vosotros iréis a donde Yo voy ahora".
Para
ayudaros a escalar, mis palabras consoladoras descienden hasta vosotros. Cada
una de ellas es un rayo de luz que viene a iluminar vuestra mente para que
conciba sentimientos e ideas dignas de vuestro Padre y de vosotros mismos.
El
espiritualista será reconocido por su palabra humilde y sencilla en su forma,
pero profunda en su sentido.
El
espiritualista no buscará el bien propio, sino sabrá darse enteramente a los
demás. Ese discípulo vendrá a llenar un hueco en el corazón de la humanidad;
ayudará a sus hermanos a perfeccionar su idea respecto a Dios. En verdad es
fácil servir y vivir en armonía con los demás.
Los
apóstoles de esta doctrina harán comprender al mundo que no es menester que me
ofrezcan recintos o templos llenos de lujos, para desagraviarme por las ofensas
que hayan cometido contra su padre o sus hermanos.
Cuando el hombre sepa que él es más esencia que materia, ofrecerá a su Señor
las flores de la parte eterna de su ser: su espíritu.
Fuerzas contrarias se opondrán al desarrollo de la espiritualidad, porque lo
que se ha creído y practicado y que ha reinado por siglos, algunos no querrán
que caiga.
Mi
divina enseñanza no viene a imponerse por la fuerza, ni a infundir ningún
temor. Ella penetrará dulcemente en el espíritu y en el corazón por la
persuasión, por su verdad, por su justicia.
En
todas partes del mundo los hombres buscan el porqué de lo que llaman fenómenos
y que son las manifestaciones propias de la evolución de todo en la creación.
Mucho ha aprendido la humanidad, es grande la diferencia que existe entre la
que hoy habita la tierra y la de los tiempos pasados. También espiritualmente
tendréis gran adelanto, que os asombrará cuando lo comparéis con el atraso
espiritual en que vivías.
Estad preparados para cuando la lucha venga, fortaleced vuestra fe y templad el
espíritu para enfrentaros a los que van a combatir. Aún está mi Verbo con
vosotros para daros los toques finales y haceros las últimas recomendaciones.
Quiero que estéis íntimamente convencidos y firmes en seguirme hasta el final.
Vuestro corazón me dice: ¿Acaso dudáis de nosotros, Maestro? Y Yo os digo: ¿No
habéis hecho muchas veces juramentos de seguirme y en un instante de prueba os
ha llegado la duda?
No
os impongo condiciones, ni os exijo sacrificios. Sólo os hago saber que el bien
que hagáis a vuestros semejantes, es un bien que os haréis a vosotros mismos.
Dad
mi enseñanza y haced toda la caridad que podáis sin lucrar con ello. No
engañéis a nadie. Si aún falta pureza a vuestros actos, es tiempo de que os
corrijáis; confiad en Mí, en vuestro Maestro.
Hay
veces en que imploráis mi fuerza para poder servir a vuestro hermano, sabiendo
que vosotros también sois pobres en el mundo; os asusta la miseria y flaquea
vuestro corazón. En esos momentos no confiáis en Mí.
Cuando el sufrimiento os embarga, pedís que al instante desaparezca porque os
parece insoportable. Es que no existe perfección en vosotros porque le falta
desarrollo a vuestro espíritu. No creéis merecer la purificación, no alcanzáis
a descubrir que el dolor es muchas veces sólo una lección para que después
comprendáis mejor al que sufre.
Aprovechad completamente vuestra estancia en la tierra, sufrid con amor,
elevación y paciencia, para que aquí mismo os purifiquéis de vuestras manchas,
y cuando el dolor pase y en vuestro corazón penetre nuevamente la paz, gozadla
y prolongadla. Hasta con vuestra manera de sufrir tendréis que dar ejemplo y
enseñanza. No quiero que al espiritualista se le juzgue elocuente en su palabra
y reprobable en sus actos. Debéis siempre confirmar vuestra fe y vuestras
palabras con obras dignas.
No
olvidéis que cuando imploréis mi ayuda, Yo ya me habré anticipado a limpiar
vuestro camino.
Cumplid de acuerdo con vuestra conciencia, para que llegado el instante de
vuestro juicio, podáis responder de vuestros actos. De Mí no esperéis castigo;
mi justicia jamás ha castigado; no tendría entonces fuerza mi amor. Cada cual
es su propio juez, y cuántas veces he tenido que salvaros de vosotros mismos,
porque dentro de sí lleváis el enemigo que es la maldad, el egoísmo, la
vanidad.
Por
todo esto comprenderéis que no basta al espíritu una vida para purificarse.
Llegará el instante en que podáis fungir como maestro; entonces Yo estaré con
vosotros para ayudaros en los momentos difíciles.
En
vuestro corazón me decís: Padre, bendito seáis porque habéis venido hacia
nosotros, ya que nosotros no hemos podido ir a Vos.
De
vuestra vista desaparece el hombre por el que me estoy comunicando y sólo queda
mi esencia divina que recoge vuestro espíritu en los instantes de mi
comunicación.
Bien
sabéis que estas materias nada, tienen de divino, que sólo son instrumentos que
transmiten mi mensaje; por eso es que dejáis escapar libremente a vuestro
espíritu lejos de toda influencia material, para gozar de mi presencia.
Con
frecuencia os hablo del verdadero cumplimiento que desempeña el portavoz, para
que sepáis hasta qué punto puede él dar perfección a su palabra, hasta qué
límite llega su capacidad de entendimiento y entonces podáis analizar con
justicia cada una de mis manifestaciones, con pleno conocimiento de lo que
debéis atribuirme, como es la sabiduría y la esencia, y lo que debéis conceder
al portavoz, que es su buena preparación; de esta manera no podréis caer en errores,
atribuyéndome las imperfecciones de aquello por quienes me comunico o por el
contrario, atribuyendo al portavoz la sabiduría y el poder que mi Espíritu
entregó por su conducto.
Así
os hablaré con frecuencia, porque estáis en peligro de fanatizaros con la forma
material de esta obra, forma que ha representado el portavoz, por ser el
instrumento de mi comunicación.
Si
no meditáis a tiempo sobre todo esto, vuestro apego a todas las prácticas
materiales va a ser tan grande, que no podréis libraros de vuestra materialidad
cuando el instante de la prueba llegue. ¿Cuál es ese momento de prueba de que
hablo? Es aquel día en que habré de daros mi última palabra a través de un
portavoz.
Yo
no he mantenido en secreto la fecha señalada, a fin de que todos os encontréis
preparados para ese día.
Es
grande este pueblo y muchas son sus ramas; sin embargo, no existe un recinto en
donde no hubiese expresado mi voluntad de dar por concluida mi comunicación en
el año de 1950.
Todos sabéis que esta comunicación no será eterna, que desde los primeros días
de mi manifestación hice saber al pueblo, que sólo por un tiempo me comunicaría
en esta forma con los hombres.
Otras revelaciones que he hecho en todos los recintos donde ha vibrado mi
palabra es aquella en la que os he dicho, que estáis destinados a comunicaros
de espíritu a Espíritu en el futuro, es decir, ya sin mediación de los hombres,
de símbolos o cultos externos.
Lo
mismo en el recinto que da albergue a grandes multitudes, como en el humilde
lugar donde se reúnen unos cuantos discípulos, lo mismo en las grandes
ciudades, que en las provincias y en pequeñas aldeas, la esencia de mi obra se
ha manifestado; estáis capacitados para dar el paso con firmeza hacia la
espiritualidad; os he fortalecido en cada una de mis lecciones para que llegada
la hora decisiva en que tengáis que demostrar vuestra obediencia, humildad y
amor al Maestro, sepáis imitarle, sacrificándoos si es necesario y renunciando
a lo que por mucho tiempo fue vuestro aliciente, con el pleno conocimiento de
que esta renunciación significará para todo el pueblo un gran paso de adelanto
en el sendero de la espiritualidad.
Si
no escucháis estas lecciones de preparación, habrá un despertar muy doloroso
para quienes no les dan ahora la importancia que ellas encierran. Ese despertar
podrá ser el día de mi partida o tiempo después, pero siempre será doloroso.
Quiero evitaros las pruebas a que puede conduciros una desobediencia, una mala
interpretación o una necedad; mas si después de cuanto os he enseñado y
prevenido, alguien creyéndose más fuerte que Yo, más sabio y con más derecho
que Yo a dictar órdenes, a sabiendas no cumpla con lo que Yo he ordenado, habrá
redactado y firmado su sentencia, cuya magnitud estará de acuerdo con las
dimensiones de su falta.
Donde más haya florecido mi palabra, será donde haya mayor responsabilidad,
porque fue donde más brilló mi enseñanza y se definió más mi obra; por lo
tanto, de esos lugares deberá salir el mejor ejemplo hacia los demás hacia los
pequeños, para que todos hagan mi voluntad.
Mientras unos llegan de distantes lugares, otros llegan de cercanas comarcas,
todos en pos de esta palabra que llena de paz a vuestro corazón. No preguntéis
a la humanidad, si es verdad que me he manifestado en este tiempo. ¿Qué podrán
deciros los que ignoran mi venida y mis nuevas revelaciones? En el fondo de
vuestro corazón está mi palabra y en vosotros mismos hallaréis su sentido.
Os
he llamado, os he escogido; no han sido órdenes de los hombres, ha sido mi
voluntad la que os ha acercado a estos humildes lugares donde escucháis mi
palabra. Ha tiempo que os estaba llamando para que escuchaseis mis enseñanzas,
porque esta manifestación está próxima a terminar. Unos llegaron a temprana
hora y muchos se recrearon, otros llegaron tardíamente, pero sabrán
aprovecharlas.
No
fue la casualidad la que os trajo a este camino. Sois el pueblo de ayer, de hoy
y de siempre, el pueblo a quien se le han dado vestiduras a través de las
cuales sólo Yo os he podido reconocer. Yo que soy el Padre que vigila los días
y las noches del hijo amado, he llegado a vosotros para haceros un nuevo llamado
y revelaros que sois espiritualmente los mismos a quienes en tiempos pasados se
les trazó el camino de la vida y la verdad.
Esta
existencia es una oportunidad más que se os ha confiado para que la aprovechéis
cumpliendo mis leyes y mandatos. Los tiempos han pasado, hoy he venido a
haceros el llamado a través de los entendimientos preparados por mi Divinidad.
Elías se manifestó espiritualmente por los cerebros, de los cuales después Yo
me serví, y por esos conductos recibisteis la explicación de las revelaciones
pasadas. Por el entendimiento de los primeros fueron preparados los que habían
de seguirles en la senda, los que más tarde se multiplicaron, dejando escuchar
mi voz en muchas comarcas. A éstos los he llamado portavoces.
Hoy
que faltan tres años para que mi palabra cese, vengo a pedir de esos corazones
que transmitan la inspiración pura del Altísimo y que penetrando en su propia
conciencia, reconozcan que tanto su labor como mi palabra habrán de alcanzar su
culminación en estos últimos instantes. Para ello es menester llegar al
sacrificio, para conservarse dispuestos y preparados cual nunca lo estuvieron
antes.
Les
acecharán las tentaciones, pero no estarán solos, porque a su diestra y
siniestra posaré ángeles o espíritus de luz que velen por sus pasos.
Hasta hoy la humanidad no ha sabido comunicarse espiritual y directamente
Conmigo. Es por ello que siempre he enviado a los seres de luz por quienes he
hablado al mundo. ¿De qué os sorprendéis ahora, si Yo hablé por la boca de
Moisés y de los profetas a la humanidad? Muchos seres en el más allá me piden,
les envíe al mundo a encarnar para prestarle ayuda a esta humanidad que
sucumbe; mas Yo les he dicho: Los mensajeros ya están en la tierra; ya se
encuentran designados y diseminados por el mundo mis emisarios. Todos ellos
forman parte de mi pueblo y tendrán que dar pruebas de su fortaleza y
elevación.
A Mí
no llegaréis con vuestras manos vacías ni con el trigo vano, porque no os
sentiréis dignos ni de pensar en Mí.
Mirad a los hombres en diferentes lugares del mundo y a través de diversas
religiones esperando el rayo de mi luz y esperando que mi voz les hable. Oíd
sus plegarias y sus súplicas, oíd como imploran mi venida diciéndome: Padre, ha
mucho tiempo estamos esperándoos y no habéis aparecido ya hemos sufrido mucho y
vos, nuestro Salvador, no habéis venido en nuestro auxilio.
Despertad de vuestro sueño, discípulos, para que dejéis que la humanidad
conozca mi obra espiritual; entonces diré a aquellos que me aman: Esperad un
poco más, que pronto llegará el instante en que me sintáis aproximar a vuestro
corazón.
Discípulos: Fortaleceos en mi palabra, y si por momentos debilitáis después de
mucho luchar en tierras estériles, Yo os daré una tregua y después os
levantareis con grande ánimo. Tened serenidad y vivid alerta.
Haced que la humanidad, crea en mi venida por vuestros propios actos. Consagrad
vuestro hogar al bien, a la caridad, al amor, pero no sólo para los que dentro
de él moren, abrid sus puertas y dejad que por ellas penetren los menesterosos,
los enfermos, los tristes. Con la caridad con que os he recibido en estos
recintos, recibid en vuestros hogares a vuestros hermanos.
Estudiad mi palabra, analizad cuanto os he dicho; no es menester que busquéis
los libros de la tierra para instruiros en lo espiritual Yo he sido vuestro
libro y mi mundo espiritual una de sus páginas; acudid a él.
¡MI PAZ SEA
CON VOSOTROS!
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