sábado, 7 de agosto de 2010

Enseñanza Divina No. 193

Vuestro espíritu viene a recibir mi enseñanza y Yo le doy la bienvenida.

Discípulos: Debéis estar alerta porque los hombres se levantarán a escudriñar mi obra, a la que algunos juzgarán basada en ciencias materiales; entonces vosotros la daréis a conocer como la doctrina espiritual que transformará al mundo.

No es que venga en contra de la ciencia, ya que la ciencia es saber, conocimiento, luz; es que mi enseñanza está sobre todo conocimiento humano. En mi palabra vengo a explicaros el espiritualismo, que quiere decir, conocimiento de lo espiritual, de lo divino, conocimiento de una vida superior, que está más allá de todo lo que es materia. En verdad que Yo bendigo la ciencia que los hombres han desarrollado en beneficio de la humanidad.

Este es el tiempo en que se hablará mucho de espíritu y de ciencia. La ciencia no es sólo privilegio de los que se preparan materialmente para conocerla, porque ella es luz que brota del espíritu, el cual la recibe de Dios.

Mi divina enseñanza es una ciencia superior que os enseña a perfeccionar el espíritu; además os he dado el cerebro y el corazón, para que ahí pulimentéis vuestra inspiración y vuestros sentimientos.

El conocimiento que os estoy dando, no tiene límites, es universal, es infinito, en él encontraréis el verdadero saber de la vida espiritual y de la vida material.

Os encuentro ya capacitados para comprender mi enseñanza y penetrar en sus misterios. Por medio de la ciencia material estáis conociendo las leyes que rigen a toda la creación y que está condensada en vuestro propio cuerpo y cuando habéis estudiado mucho y llegáis a conocer las leyes que antes eran un misterio para vosotros, os encontráis ante los umbrales del más allá, donde os espera el corazón del Padre quien trata a cada instante de comunicarse con vosotros. ¿Qué podéis ignorar conociendo mi doctrina?.

Por eso os digo que mi humilde enseñanza os da el conocimiento superior que impedirá que vuestro corazón flaquee en presencia de los sabios de este mundo.

Para que vosotros reveléis el significado de cualquier acontecimiento de la naturaleza o de vuestra vida, no tendréis que recurrir a los libros de ciencia para consultarlos os bastará preparar vuestro entendimiento y limpiar vuestro corazón, para que de vuestros labios fluya la inspiración.

Si vosotros, estando dentro de mi obra, os sintieseis inferiores y despreciaseis la ayuda que podéis alcanzar con vuestra oración, os llamarán torpes e ignorantes.

Comprended que cuando Yo os he dicho que en este tiempo he venido a comunicarme con vosotros a través del entendimiento de seres ignorantes, he querido manifestaros que para mi comunicación no escogí a los que vosotros llamáis sabios o filósofos; sin embargo, un cerebro que deja pasar mi inspiración, revela luz en el espíritu y la luz es sabiduría.

Nuevamente os digo: Luchad, porque mientras el espíritu se encuentra en camino de evolución, estará expuesto a las tentaciones. Por eso os enseño y os doy fortaleza, para que venzáis vuestras malas inclinaciones. Si vuestro espíritu está fuerte, él dará fuerza a la mente y voluntad firme al corazón para vencer los deseos de la carne. Cuando falta luz al hombre, su espíritu no evoluciona; entonces todas las vicisitudes repercuten con fuerza en su corazón y es como una barquilla que naufraga en medio de la tempestad.

Cuando el hombre está preparado espiritualmente, es como si llevase una coraza invulnerable contra las acechanzas de la tentación.

A vosotros os he revelado estas enseñanzas, para que cuando por un instante caigáis o tropecéis en el camino, reconozcáis vuestra falta y busquéis el camino de la enmienda.

Si os portáis con humildad, vuestro caudal espiritual aumentará en la vida que os espera. Entonces obtendréis la paz, que os dará la sensación más hermosa de vuestra existencia. Nacerá en vuestro espíritu el anhelo de servir al Padre, siendo un fiel guardián de lo creado por Él, siendo un consuelo para el que sufre y la paz para el que no tiene sosiego.

No es sólo mi palabra la que os anuncia mi presencia en estos momentos, es vuestro propio espíritu, el que me siente profundamente.

Os doy la bienvenida. He aquí la esencia de mi palabra que viene a alimentar vuestro corazón para que sus sentimientos armonicen con el espíritu. Sin conocer vuestras ciencias ni filosofías, estáis adquiriendo sabiduría. Sois videntes y tenéis dones de intuición y revelación, por medio de los cuales recibís mi inspiración.

Antes de que en mi ley se unan los hombres, habrá rumores de guerra. La humanidad se depurará y entonces vendrá el reinado del Espíritu Santo.

A vosotros toca interpretar la palabra que el Maestro os dio a través del entendimiento del hombre. No hagáis doctrinas que os dividan de mi divina enseñanza, porque ella es la doctrina universal que os unirá a todos.

Comprended que sois capaces de doblegar la reaciedad de la materia para llevar a la práctica mis lecciones. Haréis bien, sembrando amor y caridad y con ello habréis dado luz y progreso a vuestro espíritu.

Os dejo como responsables de esta palabra que habéis oído, la cual entregaréis con la pureza con que la habéis recibido.

Mi venida en este tiempo es una nueva invitación al camino de la ley y toda la esencia de esta palabra se resume en aquella máxima que ha tiempo os enseñé: "Amaos los unos a los otros".

Sed conformes con las pruebas, mirad que no sois un pueblo desheredado sino aquél que, en una u otra forma siempre ha gozado de mis complacencias.

María, la dulce Madre, también viene a través del entendimiento humano a daros su caricia y a llenaros de fortaleza para que no os sorprenda el cansancio en vuestra vida.

Bienaventurado el espíritu porque él contempla la faz de su Padre. Bienaventurados vosotros que habéis alcanzado libertad de pensamiento y habéis rechazado formas y dogmas para buscarme. Mi enseñanza ha venido a iluminar vuestro entendimiento y ahora sabéis que la obra, los sentimientos y la limpidez de corazón, son la mejor forma de rendir culto al Padre y dar cumplimiento a su Ley. Así llega a la comunicación perfecta del hombre con su Creador, la comunicación espiritual donde el hijo puede decir: Padre, hágase en mí tu voluntad y el Padre pueda contestarle: "Amaos los unos a los otros, como os amo Yo". Esa voz resonará en la conciencia de todo aquel que así se eleve. Esa voz modelará el corazón y el espíritu de quien se acerque a Mí. Esa comunión será como un bálsamo para el espíritu que en esta vida se acrisola y se purifica a través de la materia, para adquirir sabiduría y llegar a conocer a su Creador.

Por eso os he dicho que lo que aprendáis en este mundo, os servirá para el camino que conduce al espíritu a la vida eterna. Si cumplís en esta vida vuestra misión y aprovecháis de ella sus lecciones, cuando dejéis la materia seréis semejantes al rocío que desciende de las flores, porque vendréis a inspirar el bien a los corazones.

Sentid a vuestro Señor en vuestro espíritu y sentid el supremo goce de morar en Él, porque Jehová, el Creador, está en todo y esa alegría debe aumentarse en vosotros al contemplar que he venido nuevamente comunicándome por el entendimiento humano, para seguiros entregando mis lecciones. Unid vuestra alegría a la que se desborda de mi mundo espiritual, esos seres que vienen a deciros en su mensaje, que su mundo con ser infinitamente mayor que el vuestro, es sólo un átomo del mundo de perfección.

Estas horas que pasáis Conmigo, no las habéis perdido, son luz para vuestro espíritu, porque él se ilumina con la sabiduría del Maestro. Si, del fondo de vuestro ser surge una voz que diga: Maestro, creo en vos, porque con vuestra palabra no sólo le dais sabiduría a nuestro espíritu, sino también fortaleza y esperanza para soportar los dolores de esta vida, en verdad, habrá hablado vuestro espíritu.

Hoy estáis aprendiendo a conversar Conmigo, saturándoos del sentido espiritual de mi enseñanza.

En éste, que es el último tiempo de complacencias, os recomiendo que cumpláis con mis mandatos. Os dejaré mi legado de amor por medio del cual los hombres se unirán entre sí y todos con el Señor.

Vuestro corazón me dice: Maestro: ¿Después del año de 1950 a quién nos acogeremos? Yo os contesto: A mi palabra, que cual testamento os dejaré impresa.

Vosotros os quedaréis unos instantes en la tierra para que cumpláis mis órdenes y al anunciaros mi inminente partida os diré como en aquel tiempo a los apóstoles: "A donde Yo voy, vosotros no podéis ir ahora, mas el tiempo llegará en que vosotros iréis a donde Yo voy ahora".

Para ayudaros a escalar, mis palabras consoladoras descienden hasta vosotros. Cada una de ellas es un rayo de luz que viene a iluminar vuestra mente para que conciba sentimientos e ideas dignas de vuestro Padre y de vosotros mismos.

El espiritualista será reconocido por su palabra humilde y sencilla en su forma, pero profunda en su sentido.

El espiritualista no buscará el bien propio, sino sabrá darse enteramente a los demás. Ese discípulo vendrá a llenar un hueco en el corazón de la humanidad; ayudará a sus hermanos a perfeccionar su idea respecto a Dios. En verdad es fácil servir y vivir en armonía con los demás.

Los apóstoles de esta doctrina harán comprender al mundo que no es menester que me ofrezcan recintos o templos llenos de lujos, para desagraviarme por las ofensas que hayan cometido contra su padre o sus hermanos.

Cuando el hombre sepa que él es más esencia que materia, ofrecerá a su Señor las flores de la parte eterna de su ser: su espíritu.

Fuerzas contrarias se opondrán al desarrollo de la espiritualidad, porque lo que se ha creído y practicado y que ha reinado por siglos, algunos no querrán que caiga.

Mi divina enseñanza no viene a imponerse por la fuerza, ni a infundir ningún temor. Ella penetrará dulcemente en el espíritu y en el corazón por la persuasión, por su verdad, por su justicia.

En todas partes del mundo los hombres buscan el porqué de lo que llaman fenómenos y que son las manifestaciones propias de la evolución de todo en la creación.

Mucho ha aprendido la humanidad, es grande la diferencia que existe entre la que hoy habita la tierra y la de los tiempos pasados. También espiritualmente tendréis gran adelanto, que os asombrará cuando lo comparéis con el atraso espiritual en que vivías.

Estad preparados para cuando la lucha venga, fortaleced vuestra fe y templad el espíritu para enfrentaros a los que van a combatir. Aún está mi Verbo con vosotros para daros los toques finales y haceros las últimas recomendaciones.

Quiero que estéis íntimamente convencidos y firmes en seguirme hasta el final. Vuestro corazón me dice: ¿Acaso dudáis de nosotros, Maestro? Y Yo os digo: ¿No habéis hecho muchas veces juramentos de seguirme y en un instante de prueba os ha llegado la duda?

No os impongo condiciones, ni os exijo sacrificios. Sólo os hago saber que el bien que hagáis a vuestros semejantes, es un bien que os haréis a vosotros mismos.

Dad mi enseñanza y haced toda la caridad que podáis sin lucrar con ello. No engañéis a nadie. Si aún falta pureza a vuestros actos, es tiempo de que os corrijáis; confiad en Mí, en vuestro Maestro.

Hay veces en que imploráis mi fuerza para poder servir a vuestro hermano, sabiendo que vosotros también sois pobres en el mundo; os asusta la miseria y flaquea vuestro corazón. En esos momentos no confiáis en Mí.

Cuando el sufrimiento os embarga, pedís que al instante desaparezca porque os parece insoportable. Es que no existe perfección en vosotros porque le falta desarrollo a vuestro espíritu. No creéis merecer la purificación, no alcanzáis a descubrir que el dolor es muchas veces sólo una lección para que después comprendáis mejor al que sufre.

Aprovechad completamente vuestra estancia en la tierra, sufrid con amor, elevación y paciencia, para que aquí mismo os purifiquéis de vuestras manchas, y cuando el dolor pase y en vuestro corazón penetre nuevamente la paz, gozadla y prolongadla. Hasta con vuestra manera de sufrir tendréis que dar ejemplo y enseñanza. No quiero que al espiritualista se le juzgue elocuente en su palabra y reprobable en sus actos. Debéis siempre confirmar vuestra fe y vuestras palabras con obras dignas.

No olvidéis que cuando imploréis mi ayuda, Yo ya me habré anticipado a limpiar vuestro camino.             

Cumplid de acuerdo con vuestra conciencia, para que llegado el instante de vuestro juicio, podáis responder de vuestros actos. De Mí no esperéis castigo; mi justicia jamás ha castigado; no tendría entonces fuerza mi amor. Cada cual es su propio juez, y cuántas veces he tenido que salvaros de vosotros mismos, porque dentro de sí lleváis el enemigo que es la maldad, el egoísmo, la vanidad.

Por todo esto comprenderéis que no basta al espíritu una vida para purificarse.

Llegará el instante en que podáis fungir como maestro; entonces Yo estaré con vosotros para ayudaros en los momentos difíciles.

En vuestro corazón me decís: Padre, bendito seáis porque habéis venido hacia nosotros, ya que nosotros no hemos podido ir a Vos.

De vuestra vista desaparece el hombre por el que me estoy comunicando y sólo queda mi esencia divina que recoge vuestro espíritu en los instantes de mi comunicación.

Bien sabéis que estas materias nada, tienen de divino, que sólo son instrumentos que transmiten mi mensaje; por eso es que dejáis escapar libremente a vuestro espíritu lejos de toda influencia material, para gozar de mi presencia.

Con frecuencia os hablo del verdadero cumplimiento que desempeña el portavoz, para que sepáis hasta qué punto puede él dar perfección a su palabra, hasta qué límite llega su capacidad de entendimiento y entonces podáis analizar con justicia cada una de mis manifestaciones, con pleno conocimiento de lo que debéis atribuirme, como es la sabiduría y la esencia, y lo que debéis conceder al portavoz, que es su buena preparación; de esta manera no podréis caer en errores, atribuyéndome las imperfecciones de aquello por quienes me comunico o por el contrario, atribuyendo al portavoz la sabiduría y el poder que mi Espíritu entregó por su conducto.

Así os hablaré con frecuencia, porque estáis en peligro de fanatizaros con la forma material de esta obra, forma que ha representado el portavoz, por ser el instrumento de mi comunicación.

Si no meditáis a tiempo sobre todo esto, vuestro apego a todas las prácticas materiales va a ser tan grande, que no podréis libraros de vuestra materialidad cuando el instante de la prueba llegue. ¿Cuál es ese momento de prueba de que hablo? Es aquel día en que habré de daros mi última palabra a través de un portavoz.

Yo no he mantenido en secreto la fecha señalada, a fin de que todos os encontréis preparados para ese día.

Es grande este pueblo y muchas son sus ramas; sin embargo, no existe un recinto en donde no hubiese expresado mi voluntad de dar por concluida mi comunicación en el año de 1950.

Todos sabéis que esta comunicación no será eterna, que desde los primeros días de mi manifestación hice saber al pueblo, que sólo por un tiempo me comunicaría en esta forma con los hombres.

Otras revelaciones que he hecho en todos los recintos donde ha vibrado mi palabra es aquella en la que os he dicho, que estáis destinados a comunicaros de espíritu a Espíritu en el futuro, es decir, ya sin mediación de los hombres, de símbolos o cultos externos.

Lo mismo en el recinto que da albergue a grandes multitudes, como en el humilde lugar donde se reúnen unos cuantos discípulos, lo mismo en las grandes ciudades, que en las provincias y en pequeñas aldeas, la esencia de mi obra se ha manifestado; estáis capacitados para dar el paso con firmeza hacia la espiritualidad; os he fortalecido en cada una de mis lecciones para que llegada la hora decisiva en que tengáis que demostrar vuestra obediencia, humildad y amor al Maestro, sepáis imitarle, sacrificándoos si es necesario y renunciando a lo que por mucho tiempo fue vuestro aliciente, con el pleno conocimiento de que esta renunciación significará para todo el pueblo un gran paso de adelanto en el sendero de la espiritualidad.

Si no escucháis estas lecciones de preparación, habrá un despertar muy doloroso para quienes no les dan ahora la importancia que ellas encierran. Ese despertar podrá ser el día de mi partida o tiempo después, pero siempre será doloroso.

Quiero evitaros las pruebas a que puede conduciros una desobediencia, una mala interpretación o una necedad; mas si después de cuanto os he enseñado y prevenido, alguien creyéndose más fuerte que Yo, más sabio y con más derecho que Yo a dictar órdenes, a sabiendas no cumpla con lo que Yo he ordenado, habrá redactado y firmado su sentencia, cuya magnitud estará de acuerdo con las dimensiones de su falta.

Donde más haya florecido mi palabra, será donde haya mayor responsabilidad, porque fue donde más brilló mi enseñanza y se definió más mi obra; por lo tanto, de esos lugares deberá salir el mejor ejemplo hacia los demás hacia los pequeños, para que todos hagan mi voluntad.

Mientras unos llegan de distantes lugares, otros llegan de cercanas comarcas, todos en pos de esta palabra que llena de paz a vuestro corazón. No preguntéis a la humanidad, si es verdad que me he manifestado en este tiempo. ¿Qué podrán deciros los que ignoran mi venida y mis nuevas revelaciones? En el fondo de vuestro corazón está mi palabra y en vosotros mismos hallaréis su sentido.

Os he llamado, os he escogido; no han sido órdenes de los hombres, ha sido mi voluntad la que os ha acercado a estos humildes lugares donde escucháis mi palabra. Ha tiempo que os estaba llamando para que escuchaseis mis enseñanzas, porque esta manifestación está próxima a terminar. Unos llegaron a temprana hora y muchos se recrearon, otros llegaron tardíamente, pero sabrán aprovecharlas.

No fue la casualidad la que os trajo a este camino. Sois el pueblo de ayer, de hoy y de siempre, el pueblo a quien se le han dado vestiduras a través de las cuales sólo Yo os he podido reconocer. Yo que soy el Padre que vigila los días y las noches del hijo amado, he llegado a vosotros para haceros un nuevo llamado y revelaros que sois espiritualmente los mismos a quienes en tiempos pasados se les trazó el camino de la vida y la verdad.

Esta existencia es una oportunidad más que se os ha confiado para que la aprovechéis cumpliendo mis leyes y mandatos. Los tiempos han pasado, hoy he venido a haceros el llamado a través de los entendimientos preparados por mi Divinidad.

Elías se manifestó espiritualmente por los cerebros, de los cuales después Yo me serví, y por esos conductos recibisteis la explicación de las revelaciones pasadas. Por el entendimiento de los primeros fueron preparados los que habían de seguirles en la senda, los que más tarde se multiplicaron, dejando escuchar mi voz en muchas comarcas. A éstos los he llamado portavoces.

Hoy que faltan tres años para que mi palabra cese, vengo a pedir de esos corazones que transmitan la inspiración pura del Altísimo y que penetrando en su propia conciencia, reconozcan que tanto su labor como mi palabra habrán de alcanzar su culminación en estos últimos instantes. Para ello es menester llegar al sacrificio, para conservarse dispuestos y preparados cual nunca lo estuvieron antes.

Les acecharán las tentaciones, pero no estarán solos, porque a su diestra y siniestra posaré ángeles o espíritus de luz que velen por sus pasos.

Hasta hoy la humanidad no ha sabido comunicarse espiritual y directamente Conmigo. Es por ello que siempre he enviado a los seres de luz por quienes he hablado al mundo. ¿De qué os sorprendéis ahora, si Yo hablé por la boca de Moisés y de los profetas a la humanidad? Muchos seres en el más allá me piden, les envíe al mundo a encarnar para prestarle ayuda a esta humanidad que sucumbe; mas Yo les he dicho: Los mensajeros ya están en la tierra; ya se encuentran designados y diseminados por el mundo mis emisarios. Todos ellos forman parte de mi pueblo y tendrán que dar pruebas de su fortaleza y elevación.

A Mí no llegaréis con vuestras manos vacías ni con el trigo vano, porque no os sentiréis dignos ni de pensar en Mí.

Mirad a los hombres en diferentes lugares del mundo y a través de diversas religiones esperando el rayo de mi luz y esperando que mi voz les hable. Oíd sus plegarias y sus súplicas, oíd como imploran mi venida diciéndome: Padre, ha mucho tiempo estamos esperándoos y no habéis aparecido ya hemos sufrido mucho y vos, nuestro Salvador, no habéis venido en nuestro auxilio.

Despertad de vuestro sueño, discípulos, para que dejéis que la humanidad conozca mi obra espiritual; entonces diré a aquellos que me aman: Esperad un poco más, que pronto llegará el instante en que me sintáis aproximar a vuestro corazón.

Discípulos: Fortaleceos en mi palabra, y si por momentos debilitáis después de mucho luchar en tierras estériles, Yo os daré una tregua y después os levantareis con grande ánimo. Tened serenidad y vivid alerta.

Haced que la humanidad, crea en mi venida por vuestros propios actos. Consagrad vuestro hogar al bien, a la caridad, al amor, pero no sólo para los que dentro de él moren, abrid sus puertas y dejad que por ellas penetren los menesterosos, los enfermos, los tristes. Con la caridad con que os he recibido en estos recintos, recibid en vuestros hogares a vuestros hermanos.

Estudiad mi palabra, analizad cuanto os he dicho; no es menester que busquéis los libros de la tierra para instruiros en lo espiritual Yo he sido vuestro libro y mi mundo espiritual una de sus páginas; acudid a él.


¡MI PAZ SEA CON VOSOTROS!

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