Os
doy la luz para que analicéis mi palabra y comprendáis mi lección, discípulos
amados.
Sigue el labriego cultivando la tierra y abriendo el surco en donde ha de
depositar la semilla con la fe y el anhelo de levantar abundante cosecha, y el
Maestro os dice: Tened cuidado de elegir la tierra que sea propicia, para que
no se malogre la simiente y siempre recogeréis frutos de acuerdo con el amor
con que hayáis cultivado vuestra tierra.
Todos podéis ser labriegos en mis tierras, pero antes es preciso sentir y
comprender esta misión. El objeto de esta lección es apartar la venda de
oscuridad del ignorante y hacer andar al paralítico, mostrándole que Yo soy el
único Dios a quien deben servir. Por eso os digo. Os estoy preparando, para
mostraros a los demás como un ejemplo, ya que supisteis abrir vuestros ojos a
la luz y confesar con humildad que erais ignorantes. Yo, a través de vosotros,
también sembraré y recogeré los frutos de mi caridad.
Os
preguntarán vuestros hermanos, cómo habéis recibido esta enseñanza, cuáles han
sido mis manifestaciones y por qué seguís este camino; a toda pregunta
responderéis con absoluta verdad. Porque si no procedéis con la verdad, no
seréis fuertes y saldréis derrotados; entonces, la semilla no germinará.
No
quiero que miréis vacía vuestra mano, ni que al final de vuestra lucha quedéis
sin levantar cosecha, después de haberos apartado del mundo por seguir mi
camino y de haber sido nombrados mis discípulos. No sería justo que recogieseis
desengaños y amarguras sólo por no haber sabido aprender a defender mi obra,
estudiándola y analizándola para adquirir fuerza, serenidad y conocimientos
suficientes para hacer frente a las pruebas.
Mi
enseñanza es una sola lección dicha en muchas formas, para que podáis comprendedla y a la que nada tengáis que añadir. Y aunque es ley, no vengo a
imponérosla porque caeríais en hipocresía, aparentando exteriormente su
cumplimiento, mientras que vuestro corazón se encontraría infringiendo.
He
puesto a la conciencia en vuestro ser, para que ella esté presente en todos
vuestros pasos, ya que la conciencia sabe distinguir el bien del mal y lo justo
de lo que no lo es. Guiados por esa luz, no podréis ser engañados, ni llamados
ignorantes. ¿Cómo podría el espiritualista engañar a su propio semejante o
tratar de engañarse a sí mismo, si lleva en su propio ser la luz de su Creador?
En
aquel tiempo se acercó un rico mancebo a Jesús y díjole: "Maestro, creo
merecer el reino que prometes, porque practico la enseñanzas" Jesús le
preguntó:
"¿Cumples con la ley?" Y el mancebo contestó: Sí Señor, yo ayuno,
trato bien a mis hermanos, no hago mal a nadie y doy una parte de mi hacienda
para ayuda del templo. Entonces Jesús le dijo: "Si queréis seguirme, dejad
todo lo que poseéis y ven en pos del Maestro"; mas era tanto lo que en el
mundo poseía el mancebo, que no queriendo abandonar sus riquezas, prefirió
apartarse del Señor. Creía estar cumpliendo con mi ley y se engañaba a sí
mismo.
¡Cuántas veces os he dicho: Practicad la caridad, manifestad esta virtud, mas
no hagáis ostentación de ello porque dejará de ser caridad y os engañaréis
Discípulos: Si no queréis sufrir equivocaciones o errores, analizad vuestros
actos a la luz de vuestra conciencia, y si hay algo que la empañe, examinaos a
fondo y encontraréis la mancha, para que podáis corregirla. Dentro de vosotros
existe un espejo donde podréis miraros y ver si estáis limpios o no.
El
espiritualista deberá ser reconocido por sus actos, los cuales para que sean
limpios, tendrán que haber sido dictados por la conciencia. Quien así
practique, se sentirá con derecho a llamarse mi discípulo.
¿Quién podrá engañarme a Mí? Nadie. Yo no vengo a juzgaros por lo que hacéis,
sino por la intención con que lo hacéis. Estoy en vuestra conciencia y más allá
de ella. ¿Cómo podéis pensar que Yo pueda ignorar vuestros actos y el móvil de
ellos?
Preparaos para la lucha, para que mi obra no sea atacada por causa de vuestras
malas obras, porque en muchos casos dependerá de vosotros el reconocimiento o
desconocimiento que de mi obra tenga la humanidad.
¿Qué
puede perder mi obra si es la misma verdad, si es pureza impecable? Mas
vosotros sí perderéis ocasiones para hacer méritos y elevar el espíritu.
Si
alguien ignora mi verdad, es porque no ha sabido acercarse a beber de esta
fuente que desborda sus aguas cristalinas para todo labio sediento de amor.
La
verdad que revelé a los patriarcas, a los profetas y a los justos, es la misma
que hoy os estoy mostrando, porque mi doctrina que hoy recibís es la ley de
todos los tiempos, con la que os he señalado el camino de evolución para que continuéis
vuestra jornada hasta el fin. En mi doctrina nunca os he dicho algo que no
tenga una explicación apegada a la verdad; mas si vosotros dieseis
explicaciones distintas y en forma complicada, si modificáis mi enseñanza o
entregáis análisis defectuosos a los que necesitan explicación de ella, mala
cosecha recogeréis.
Mirad cómo entregáis y cómo habláis; comprended que sois responsables de un don
muy grande.
Yo
soy el dueño de la simiente, vosotros los labriegos; si alguno es perezoso y no
cumple con su misión, si hay quien se pierda del sendero, no me culpéis a Mí,
que por doquier os llamo. Reconoced que algún esfuerzo tiene que hacer aquél
que quiere salvarse.
Ved
que vengo a vuestro corazón para que, sintiéndome, podáis decir: Maestro, yo os
seguiré.
Escuchad: En todos los tiempos el Padre ha manifestado su amor a la humanidad
por medio de mensajes a través de sus enviados; ese amor que hasta este
instante estáis tratando de comprender y de sentir es el mismo que os ha
acariciado siempre.
Quiero que os saturéis de esa luz, porque sin amor no llegaréis a Mí; sin esa
virtud no podréis comprender mi grandeza.
Mi
palabra viene a tocar las fibras más sensibles de vuestro corazón para que
despertéis al amor, haciéndoos comprender que si sólo vivís preocupados por
adquirir las riquezas del mundo y no dejáis espacio ni tiempo para que el
corazón y el espíritu desarrollen sus dones éstos no tendrán desenvolvimiento
en su jornada.
No
dejéis engreír vuestro corazón, porque él simboliza el fuego de la eternidad
del que todo brotó y donde todo se vivifica.
El
espíritu se sirve del corazón para amar a través de la materia. Si amáis sólo
por la ley de la materia, vuestro amor será pasajero, porque ella es limitada,
mas cuando amáis espiritualmente, ese sentimiento se asemeja al del Padre, que
es eterno, perfecto e inmutable.
Toda
la vida y todo lo creado están relacionados con el espíritu, porque él posee
vida eterna. No os limitéis, amadme y amaos, ya que poseéis esa chispa del Ser
que no tiene límites para amar, que es Dios mismo.
Comprended que todo lo que existe es para vosotros, así como todo, en su
destino, es un perpetuo tributo y homenaje al Creador.
De
todos los seres recibo su fruto, mas todo recibe de Mí la fuerza vivificadora.
Os
esclarezco todas las lecciones, para que vuestro espíritu deje de ser
prisionero de vuestros sentidos para que cuando vayáis a sembrar mi enseñanza,
deis a conocer que el espíritu, como todo lo creado, está sujeto a la ley de
evolución.
Evolución: palabra que estará en los labios de la humanidad cuando se ocupe de
su espíritu, porque significa progreso, elevación, transformación y perfeccionamiento.
¿Cuándo quedará libre el hombre de prejuicios para que ya no vaya en busca de
formas, ni vea todo lo que le rodea más grande que él? Cuando alcance la
libertad de espíritu.
Ahora podréis comprender que si siempre me he manifestado en sabiduría a los
hombres, ha sido para libertar a los espíritus aprisionados por entendimientos
limitados.
Aún
existe en esta era mentes entorpecidas y faltas de inspiración. Cuando los
hombres ya deberían poseer una mente lúcida y despejada por su evolución,
todavía muchos piensan y viven como en las épocas primitivas. Otros han
alcanzado un gran adelanto en la ciencia, encerrándose en su vanidad y egoísmo,
creyendo haber alcanzado la cima del saber; se han estancado en el camino de su
adelanto espiritual.
A
vosotros que me habéis escuchado en este tiempo y que habéis oído que en mi
enseñanza se repite constantemente la palabra espíritu, os digo que la grandeza
y la luz que encierra esa palabra conmoverá a esta humanidad cuando la
comprenda.
Seguid haciéndoos dignos de esta gracia por medio de la humildad bien
entendida. Humildad no quiere decir miseria ni pobreza material.
Conservad la fuerza moral, porqué os habéis templado como el acero en el crisol
con los sufrimientos de esta vida.
Os
veo conformes con vuestro destino. Si vuestro fue tormentoso, no volváis los
ojos a él; olvidadlo y vivid en paz el presente. No temáis al porvenir, porque
el mañana soy Yo.
Todas mis profecías se cumplirán y ésta vuestra pequeña nación será vista por
la humanidad como la "tierra de promisión". Yo dejaré que en ella
sientan paz los corazones y se iluminen los espíritus. A ella vendrán altos
mandatarios de otros pueblos y en su seno se inspirarán para gobernar con amor.
Las
tribus perdidas de Israel vendrán a congregarse y a sentir mi paz en esta
tierra preparada por mi caridad.
Vosotros debéis estar preparados porque vuestros hermanos se acercarán, no
sabéis cómo o cuándo, pero mi palabra quedará cumplida.
Por
eso os pido que os unifiquéis, para que aquellos hermanos vuestros sientan que
han llegado al seno del pueblo del Señor, donde recibirán lo que sea mi
voluntad.
Os
estoy previniendo para todos los acontecimientos del futuro y en lo que toca a
esas tribus, os digo que vendrán movidos por mi sabiduría a recibir la heredad
que vosotros habéis recibido. No llegarán por casualidad, pero es menester que
vosotros estéis unidos para que veáis cumplirse mi palabra.
En
el Segundo Tiempo, cuando Cesar gobernaba la Palestina, ésta se encontraba
dividida entre sí. El pueblo de Israel era esclavo de los gentiles y sobre sus
hombros sentía el peso del yugo de la tiranía.
Fue
entonces cuando llegó entre los hombres el Hijo de Dios.
¡Cuánto dolor había en aquel pueblo y qué grande el egoísmo de los hombres!
Pero se escuchó mi palabra y fue como bálsamo en todas las heridas de aquel
pueblo desheredado. Yo mitigué su sed de amor, y por eso, los que creían en Mí
decían: Sólo el Nazareno sabe amar. Y sin embargo fui desconocido. Cuando los
hombres me llevaron a cumplir el sacrificio, me preguntaban: Jesús, ¿En dónde
están los que te seguían? En ese instante contemplé a Jerusalén y dije:
"No es tiempo aún de que la semilla germine, mas el tiempo llegará y la
humanidad conocerá su fruto". Y en verdad, después de mi partida, mis
discípulos se levantaron dando a conocer mi palabra.
Ahora os digo a vosotros: En el año de 1950 se levantarán los que desobedecerán
mi palabra y me llevarán a consumar nuevamente el sacrificio, que será la
desobediencia y desconocimiento entre vosotros mismos. Entonces diré como en
aquel tiempo: "Yo deposité la simiente en estos corazones y ella florecerá
y de sus frutos comerán las naciones, que conocerán mi palabra conservada en
los escritos".
Este
legado es para vosotros. Recordad que siempre tendréis que sembrar en vuestro
camino.
Se
acercan los días en que el mundo cristiano se concentra en su corazón, para
recordar el drama que tuvo lugar en el Gólgota hace cerca de dos mil años. Es
entonces cuando algunos recapacitan, para analizar, si los actos de su vida
están de acuerdo con su conciencia, o si han sido débiles ante la tentación.
Y
este pueblo que ahora me escucha, siente que no le hace falta contemplar la
imagen del Crucificado, porque comprende que aquella sangre derramada en el
calvario vibra aún en el corazón de la humanidad, porque fue regada para
enseñarle cómo se cumple una misión. El pueblo espiritualista no necesita
revivir aquel drama; ha aprendido a elevarse hasta sentir y contemplar las
grandezas que hay en el espíritu. A quien ha dudado cual Tomás, le he permitido
hundir sus dedos en la herida de Jesús y ver mi sangre que aún está fresca y
que como fuente inagotable se sigue derramando en amor y fortaleza sobre todo
espíritu.
Os
he dicho que me encuentro tan cerca de vosotros, que conozco hasta lo más
íntimo de vuestros pensamientos; que doquiera que os encontréis, ahí me
encuentro Yo, porque soy omnipresente. Soy la luz que ilumina vuestra mente con
inspiraciones o ideas de luz.
Yo
estoy en vosotros, porque soy el Espíritu que os anima, la conciencia que os
juzga. Estoy en vuestros sentidos y en vuestra materia, porque Yo soy toda la
creación.
Sentidme más y más en vosotros y en todo cuanto os rodea, para que llegado el
momento de abandonar este mundo, penetréis de lleno en la vida espiritual, y
que no haya perturbaciones en vuestro espíritu por las impresiones que os
pudiera dejar la materia y os acerquéis un paso más a Mí, que es la fuente de
pureza infinita en la que beberéis eternamente.
¡No
sabéis cuánto tiempo os falta para dar ese paso! Por eso velad, porque la
tentación intentará haceros flaquear. Yo os preparo, y os prometo que mi
caridad estará dispuesta para libraros del huracán. Os ofreceré mi ayuda cuando
estéis a punto de caer, porque para Mí no existe uno que sea más, ni otro que
sea menos. Soy el Padre y siempre que ante Mí lleguéis arrepentidos, os
recibiré y os entregaré vuestro galardón de acuerdo con vuestros méritos.
Meditad. Y haced un examen de vuestra vida, iluminaos por la luz de vuestra
conciencia; Yo os haré conocer vuestro progreso espiritual.
Interpretad debidamente mi palabra, sabiendo que no es la forma de ella la que
debe de analizarse, sino la esencia que va en ella y el fin que os señala. Mis
portavoces son susceptibles de errores, mas lo que viene de Dios, puro es y no
puede ser manchado.
Os
he entregado una simiente de la que debéis recoger abundante cosecha. Id a
imitación mía derramando en el camino el amor y la caridad entre vuestros
hermanos, y la humanidad reconocerá la fe y la fortaleza que habéis adquirido.
Tratad de comprender el significado de mi obra, como la comprendieron e
interpretaron los que me siguieron hasta el fin.
Si
habéis preparado vuestro corazón como un santuario en el cual esperáis la
visita de vuestro Padre, para que en él sienta el calor de vuestro amor, de
cierto podréis decir que la alondra ha estado con vosotros. Me circundan los
hombres, mujeres y niños y todos son como polluelos en el árbol de la vida.
Habéis caminado incesantemente buscando en las entrañas de la tierra las raíces
de ciertos árboles para juzgar sus frutos, y muchas veces encontrasteis en
aquellas raíces el gusano roedor. Después me buscasteis por montes y valles con
la esperanza de escuchar una voz paternal, o al menos una voz amiga que os
librase de la incredulidad y os condujese hacia el camino de la verdad. Ahora
que estáis ante mi palabra, me dais gracias por haberos concedido oír mi
enseñanza que viene a prepararos para una comunicación espiritual más perfecta
que la que ahora tenéis. Hoy tengo que limitar mi luz para ser comprendido por
vosotros, mas llegará el instante en que vuestro espíritu y vuestra mente
puedan soportar directamente mi sabiduría. Hoy les basta a muchos un poco de
luz y de paz en su corazón, a los niños una caricia, a los ancianos cansados la
dulce mirada de sus hijos porque con ello sienten un rayo de luz en su corazón
fatigado y triste, mas luego todos se levantarán anhelando una luz que ilumine
el sendero de su vida.
Si
ahora les preguntasen a muchos de mis hijos si desearían oír mis enseñanzas,
contestarían que son indignos, y Yo os digo que ninguno de mis hijos es indigno
de escucharme. Todos necesitan de mi palabra; los justos para recrearse con
ella, escuchando a su Dios; los ignorantes para aprender y alcanzar la
elevación de su espíritu con las lecciones del Maestro; los pecadores para
regenerarse con su arrepentimiento escuchando al Padre.
Una
voz llega a Mí y me dice: "Venid, mirad cuán débil soy en la tierra, cuán
manchado se halla mi espíritu. Yo sé que vos me amáis y podéis perdonarme, que
sois guía en mis tinieblas al amparo en mi soledad, Socorredme, porque en las
pruebas de esta hora siento el dolor de la agonía".
¿Quién me habla así? ¿Quién hace llegar de está manera sus voces hasta Mí en
demanda de clemencia? ¿Acaso un corazón? No, pueblo, es la humanidad, que no ha
olvidado que soy amor, reconoce su mancha y pide redención.
Yo
lloré vuestra partida desde el instante en que dejasteis la morada espiritual
para ir a la tierra. Desde entonces han sido mis lágrimas y mi sangre las que
os han perdonado vuestros pecados, y mi voz dulce y serena no ha dejado de
aconsejaros en vuestra jornada. Mi sombra os ha seguido por todos los caminos.
Yo soy quien en verdad os ha extrañado, vosotros no, porque cuando partisteis
os sentíais fuertes y creíais que ya no necesitaríais de mi apoyo. Vuestro
camino fue el libre albedrío, vuestros sentidos se dilataron para aspirar y
palpar todo cuanto os rodeaba, y fue necesario que cayeseis muy abajo para que
volvierais vuestros ojos nuevamente hacia Mí. Hasta entonces recordasteis que
teníais un Padre a cuya mesa os sentabais. Entonces clamasteis a vuestro Señor,
mas antes ya os había llamado Yo y estaba reclamando en mi mesa vuestra
presencia. Os había buscado, como el padre que vio partir a su hijo llevando la
inocencia en su corazón y desconociendo el camino.
Si
analizáis mi palabra comprenderéis que la intención del Padre al enviaros al
mundo a recorrer sus caminos llenos de peligros y acechanzas, no fue para que
os perdierais en ellos, porque habían sido preparados de antemano para que en
ellos encontraseis las lecciones necesarias para la evolución del espíritu,
para daros la experiencia de que carecíais y finalmente para volveros a Mí
llenos de luz. Vuestro espíritu al brotar de Mí fue como una chispa a la cual
los vientos habían de convertir en flama para que al retornar a Mí, vinieseis a
fundir vuestra luz en la de la Divinidad.
Os
hablo desde la cumbre del nuevo monte, ahí os espero y en verdad os digo: el
día de vuestra llegada habrá fiesta en este reino. Venís por el camino del
dolor lavando vuestras faltas, camino que Yo no tracé y que el hombre ha
labrado por ese sendero me hicisteis caminar; mas desde entonces, el camino del
sacrificio y del dolor fue glorificado por mi sangre.
Oíd
en el infinito el eco de mi voz, como oís el eco de una campana.
Mirad que es tiempo de justicia, porque en verdad os digo, toda falta será expiada.
La misma tierra reclamará el mal uso que de ella y de sus elementos haya hecho
el hombre. Todo lo que haya sido destruido os reclamará, haciendo reconocer a
los hombres que fueron hechos por el Creador con fines de amor, y que esa
voluntad única que podía destruirles es la que les cuida, les protege y les
bendice.
¿Podrá partir tranquilamente de este planeta un espíritu, cuando lo que profanó
y destruyó le está llamando para reclamarle? Esos son los que han tenido que
formar un mundo en el que los remordimientos, el materialismo y el resultado de
una vida de desobediencia a mi ley son como tinieblas entre la luz para que
empiecen a restaurar todo lo que destruyeron.
Para
socorrerlos les digo: He aquí de nuevo al Maestro entre sus discípulos.
Hoy
vengo a encender la fe en quienes por instantes desfallecen.
Si
he venido a vosotros, también vendré a todo aquel que a Mí se eleve. Mi amor,
mi luz, son para todos.
Cuando la comunicación del Señor se establece con sus discípulos, sentís
infinito gozo en vuestro espíritu y aunque mi manifestación sea breve, os dais
por satisfechos.
Quiero que esa paz y esa alegría que experimentáis al escucharme, podáis
sentirla cuando en la oración me busquéis, para que cuando logréis esa
elevación, vuestro pensamiento sea como un fecundo rocío que descienda sobre
campos estériles.
Mientras el mundo se agita, la sombra del caos aparece sobre las naciones y la
guerra estremece a la humanidad; escucho a los que decís: Si para Dios no hay
imposibles ¿Por qué, no detiene la guerra y crea un mundo nuevo lleno de paz? Y
Yo os digo que así como en el hombre está la guerra también está la paz. Cada
hombre posee una conciencia severa y sabia y por ella sabrá escoger el camino
que le conviene.
Ya
se ha desatado en el mundo una nueva contienda. Naciones enteras luchan con el
afán de vencer a sus enemigos, otros buscan la superioridad para avasallar
pueblos y tener esclavos, y otros para que su raza demuestre que es la más
elevada entre todas, y no comprenden en su ceguedad el abismo que a todos
espera.
Dentro de ese ambiente de tinieblas y turbación, haced penetrar vuestro
pensamiento como un rayo de luz; con ello ayudaréis a vuestros hermanos a
pensar con claridad en sus momentos de prueba. De esta manera cumpliréis con la
misión que os he encomendado.
Sed
fuertes para dominar vuestras pasiones y así no os inclinéis hacia un bando u
otro. Es menester que vuestro corazón se inflame de caridad y fraternidad por
todos, participando interiormente de las penas y miserias que afligen a esta
humanidad. Así vuestro corazón latirá al compás del mío. Todo el bien que
hagáis tendrá su recompensa, ¿No consideráis que será una compensación para vuestras
oraciones la llegada de la paz entre los hombres?
Ved
que no es un sacrificio el que os pido. No os estoy enviando a predicar entre
aquellas turbas desenfrenadas, ahora sólo basta que limpiéis vuestro
pensamiento para qué iluminéis con él la senda de vuestros hermanos.
Luchad, orad, velad, para que la tentación que tiene poder para presentarse a
vuestro paso, revestida de las formas más atractivas, no vaya a desviaros de
vuestras buenas intenciones y os aparte del cumplimiento. Aprended a luchar con
ella y a vencerla; no durmáis porque ella luchará hasta el fin.
Vuestra lucha es más grande de lo que podáis imaginar, porque ese adversario es
invisible, porque muchas veces buscándolo en muchas partes lo lleváis en vosotros
mismos, oculto en vuestros sentimientos y en vuestras pasiones. Para esa lucha
no existe mejor arma que la oración.
Os
ha dado el Padre sus consejos. Si cada cátedra es diferente su esencia, su
propósito, son los mismos: entregaros mi amor y enseñaros el camino de
perfección que os dará la salvación.
En
los días de recordación, hasta el corazón más duró siente mi presencia. En el
infinito vibra incesantemente el eco de la campana divina que anuncia la
manifestación de este nuevo tiempo; pero, ¡Cuán sordo es el corazón de esta
humanidad!
Cuando despierten los hombres y vengan en busca de mi palabra, ya será tarde,
porque habré partido; entonces tendrán que recibir tan sólo testimonio de mi
manifestación. Muchos se lamentarán de no haberme buscado en los lugares en
donde me manifesté y no haber oído su voz.
En
este tiempo, grandes pruebas afligen a la humanidad. De todos los lugares del
mundo se eleva el llanto; es que han venido los espíritus a la tierra a recoger
el fruto de lo que en otro tiempo sembraron, porque nadie escapa a mi justicia.
Dejaría de ser perfecto, si no os la mostrara, si no os dejase cosechar el
fruto de vuestras obras; mas también me encuentro preparando a los hombres con
la luz de este mensaje. A todo oído llegará el rumor de mi venida, de las
lecciones que dejé a la humanidad. Irán mis discípulos a llevar el bálsamo a
los enfermos, serán cirineos de aquellos a quienes encuentren agobiados bajo el
peso de su cruz. Os repito mucho estas lecciones, para que no las olvidéis
después de mi partida.
Velad y orad para que estéis fuertes; pero orad con el espíritu, para que lleguéis a alcanzar y a gozar la comunicación perfecta con el Señor. Cuando miréis que se ha realizado lo que recibisteis por inspiración en los instantes en que orabais, esa será la prueba de que tuvisteis un momento, de comunicación espiritual con el Maestro.
Llevad a la perfección vuestra forma de buscarme, de orar. Mirad que cuando mi
palabra ya no se escuche en el interior de vuestros recintos, se levantarán los
hombres de las religiones queriendo reconquístalas, tratando de recóbralas.
¿Seréis entonces capaces de cerrar vuestros ojos a esta luz y hacer a un lado
la misión que habéis recibido, para conformaros con la práctica de un rito?
No
temáis si a veces os hablo de que seréis calumniados y perseguidos; Yo sólo os
digo, que si estáis cumpliendo con mi ley divina y si cumplís con las leyes de
la tierra nada tenéis que temer.
Demostrad
desde ahora que no en vano habéis oído hablar a Jesús en este tiempo; que si Yo
os nombré discípulos, sabréis llevar ese título con dignidad. Ante la verdad y
limpidez de vuestros actos, el más reacio se doblegará. Y cuando sea en el
mundo el tiempo de luchas entre doctrinas e ideas religiosas, cuando los
hombres se opongan más a la propagación de mi doctrina espiritual, mayores
serán los prodigios que os conceda y esas pruebas harán estremecer al mundo.
¡MI PAZ SEA
CON VOSOTROS!
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