sábado, 7 de agosto de 2010

Enseñanza Divina 183

Guardad mi palabra, discípulos, porque ya se acercan a esta nación hombres de distintas creencias que han de pediros pruebas de que recibisteis mi enseñanza.

Estoy apartando de vosotros penas y enfermedades, para que aprendáis a consolar y hagáis con vuestros hermanos la caridad en la misma forma que Yo la hago con vosotros.

Mi enseñanza llenará de gozo al que la reciba con preparación; será agua cristalina en los labios sedientos, pan para los hambrientos, quietud y paz para el espíritu cansado y para todos fortaleza y luz.

Yo estoy iluminando a este pueblo, desde los gobernantes hasta el más pequeño, para que abran sus brazos a esas porciones que vendrán en busca del Maestro.

Llegarán a Mí contritos unos, temerosos otros, porque el dolor habrá sido muy dentro de ellos y su conciencia hablará diciéndoles que el juicio ha llegado para cada espíritu. Mas para todos tengo una nueva oportunidad de salvación. El espíritu recibirá la confirmación de todos sus dones y si su fe despierta, por ella conocerá por qué ha venido una vez más entre los hombres y cuánto los amo.

No vengo con mi palabra de este tiempo a borrar lo que dije en el Segundo Tiempo; antes bien, os lo vengo a recordar, porque lo habéis olvidado y a explicarlo, porque no lo habéis comprendido. Os estoy revelando lo que entonces no os dije y que tenía reservado para vosotros en el tiempo presente en que vuestro espíritu está más evolucionado.

Los que escribieron mi palabra con amor, con sangre y lágrimas, obedecieron a su memoria y a su inspiración, ellos fielmente interpretaron mi voluntad; mas después vinieron otros y mi palabra fue adulterada, su esencia se ha perdido entre ideas y prácticas que no pertenecen a mi doctrina. Y en este tiempo la luz viene a romper todo velo, para dejar ver la pureza de mi verdad.

Vengo a enseñaros a que no os desconozcáis por causa de mi obra, que no discutáis injustamente. Mas también os prevengo con estas revelaciones: Falsos maestros y profetas aparecerán, aun en el seno del pueblo de Israel.

Muchos que hoy comen el pan en mi mesa, mañana buscarán sólo su bienestar material, su reinado y alabanza y debéis cuidaros de ser confundidos.

Grande se presenta vuestra lucha, fieles discípulos que velaréis por esta causa. Voy a dejar preparados ciento cuarenta y cuatro mil, en quienes descansará esta responsabilidad, y entre ellos están los que han de darme la espalda, los que han de tomar mi nombre para decir: He aquí al Maestro y los que no hayan calmado su sed y los que no quisieron oírme en el tiempo propicio, a ellos se acercarán sedientos de verdad y se confundirán

Practicad la humildad y no aduléis a vuestros hermanos ni permitáis que os adulen; apartaos de aquellos que queriendo haceros bien, provoque vuestra vanidad y os pierdan.

No deis oído a la tentación. La potestad que os he entregado es para que la empleéis en obras espirituales, en obras de amor y caridad.

No lucréis jamás con mi doctrina.

Yo os protejo, pueblo, os estoy ocultando a las miradas de vuestros hermanos, para que escuchéis en paz mi palabra hasta el año de 1950; si por creer en mi venida en este tiempo os desgarran, Yo os defenderé; si fuereis reducidos a prisión, Yo abriré las puertas y seréis salvos. Sólo os digo, cumplid con mi ley, no caigáis en lucro y mistificación. Cuando seáis llamados para curar al enfermo, practicad la caridad y cuidad de que vuestras obras sean espirituales.

En el Segundo Tiempo, después de mi partida, quedó vuestra Madre Celestial fortaleciendo y acompañando a mis discípulos. Ellos, después del dolor y la prueba, encontraron abrigo en el dulce corazón de María, su palabra siguió alimentándolos, y ellos alentados por la que seguía enseñándoles en representación del Divino Maestro, prosiguieron su camino, y cuando Ella partió, comenzó su lucha y cada uno tomó el camino que le estaba señalado. En este Tercer Tiempo tendréis muy cerca de vuestro corazón el amor de María, aliviando y fortaleciendo vuestro ánimo en todas vuestras pruebas.

Vais abriendo vuestro corazón para sentirme y para amarme, mas os digo: Oíd mis órdenes y sabed practicar. No sólo me améis a Mí, amad a vuestros hermanos. No os juzguéis injustamente unos a otros. Toda causa justa o injusta dejadla a mi justicia, porque sólo Yo conozco el por qué de ella y a Mí toca juzgar. A los que no han cumplido con mi ley, les estoy invitando a penetrar en ese camino y pronto llegarán a Mí y les diré: No es una ley nueva la que en este tiempo os presento, es la misma que escribí en la conciencia del primer hombre y que después di a conocer, clara y precisa, por conducto de Moisés.

No os dejéis llevar por la palabra de vuestros hermanos si ella no está basada en mi ley y creyendo estar en el camino de la luz, estéis pisando el de tinieblas. El lenguaje florido no es el que me agrada. Yo os he hablado siempre con sencillez; mas si en aquellas palabras encontráis verdad, extraed la esencia, lo que haya de amor, de caridad y paz, que pertenece a Mí, y podéis tomarlo e interpretarlo debidamente. Os he dado un juez que no miente jamás y está dentro de vosotros; es la conciencia; para oír su voz necesitáis penetrar en vuestro interior, orar y meditar y ella hablará con verdadera sabiduría y elevación.

El mundo os ha desengañado y hoy que oís mi palabra manifestarse por criaturas tan humildes, en sencillos recintos, reconocéis que no necesitáis levantar palacios para ofrecerlos al culto espiritual, que no debéis limitar mi doctrina, ni representarla con imágenes materiales.      

Para traer esta misión al mundo en el Tercer Tiempo, os fue ordenado encarnar nuevamente como espíritus de luz llenos de potestad, y por estas gracias vuestros hermanos os han desconocido; han mirado mal vuestra fe y confianza en Mí, sin saber que a nadie he distinguido y que a todos atiendo y protejo. Y vosotros que habéis llegado a Mí llenos de contrición, cuán cerca me tenéis y por vuestro arrepentimiento os hacéis dignos de llevar mi presente de amor y caridad a los enfermos, a los pobres de espíritu. Vuestra fe hablará y llenará de energías a los que se han debilitado y su espíritu se levantará a una nueva vida. Muchos "hijos pródigos" llegarán a mi regazo en este tiempo y Yo haré fiesta por su retorno, y la oración de la familia israelita se elevará para seguir atrayendo corazones.

Cuando viereis que uno de mis discípulos por su consagración a Mí se eleva en sabiduría, no lo envidiéis, ayudadlo aún más, porque por él manifestaré prodigios y el beneficio será para todos vosotros.

La envidia mancha el corazón y enferma el espíritu. Es mi voluntad que todos os elevéis y hagáis comunión perfecta Conmigo y viváis en armonía.

Haced uso de vuestra razón para que comprendáis cuánta justicia hay en el destino de todas las criaturas.

No viváis inútilmente; aun las más pequeñas y extrañas pruebas encierran una finalidad que Yo he determinado.

Deliberad y estudiad mi ley. Dejad que vuestro espíritu por medio de la oración llegue a Mí para que sea lleno de mi unción al escuchar mi palabra y reciba el bálsamo para sanar vuestro cuerpo enfermo.

Si os preparáis, el mundo tomará nuevos derroteros. La guerra amenazadora huirá y habrá paz; mas si hacéis mal, ese mal repercutirá en vosotros mismos. Una vez más os digo: "Con la vara que midiereis, seréis medidos”.

Venid y alimentaos con el manjar de mi palabra y cuando hayáis comido, no olvidéis a los hambrientos y llevadles el sustento. Aprended a extraer de mi palabra la esencia y de ella tomad, fortificaos y compartid con vuestros hermanos.

Presentís desde vuestra morada la mansión de paz que os he prometido. A cada momento me pedís que os deje mirar las luces de esa "tierra bendita" y Yo os digo que no estáis lejos, que estáis en el camino que conduce a ella y que no pasará mucho tiempo para que os encontréis llamando a sus puertas

El camino es mi ley; si la observáis podéis estar seguro de que llegaréis a la ciudad prometida y allí encontraréis todo lo que os he ofrecido. Sed fuertes y virtuosos en esta travesía, iluminaos con la fe para que hagáis dulce y llevadera vuestra jornada.

Habéis conocido las vicisitudes; a veces tiritáis de frío sintiendo el egoísmo y la falta de amor de la humanidad y me mostráis desnudo vuestro espíritu; mas no habéis desesperado, sino que confiáis sabiendo que Yo velo por vosotros y que María vuestra Madre es estrella en la noche que atravesáis y así os sentís fortalecidos.

En este instante de comunión me presentáis en silencio el corazón de vuestros hijos afligidos y necesitados de paz y Yo quiero haceros depositarios de mis beneficios para que los llevéis a los vuestros a todos vuestros hermanos, para que aprendáis a dar siendo mensajeros míos e intercesores de vuestros semejantes.

Si sois recibidos por vuestros hermanos y aceptan vuestro presente, bendecidlos. Si no saben tomar lo que Yo les envío, bendecidlos también y dejad que Yo, con paciencia infinita, siga puliendo y despertando su espíritu hasta convertirlos en corazones ardientes y crédulos. Esta es mi voluntad.

Bienvenidos los que creen en mi presencia, bienvenidos también los que dudan porque han venido atraídos por su propio espíritu, porque también en ellos será la fe.

¡Ay de los que en este tiempo no luchan por encender su lámpara, porque se perderán! He aquí que siendo este tiempo el de la luz, imperan las sombras por doquiera. Vosotros sabéis por mi palabra, que escogí esta nación, para manifestarme en mi tercera venida, mas el por qué, lo ignoráis; ha sido un misterio para vosotros, el Maestro, que no quiere tener, secretos para sus discípulos; viene a revelaros todo lo que debéis saber, para que contestéis con certeza a quienes os interroguen. He visto que los moradores de este rincón de la tierra siempre me han buscado y amado y aun cuando su culto no ha sido siempre perfecto, su intención y su amor los he recibido como una flor de inocencia, de sacrificio y de dolor. Sobre el altar de mi Divinidad siempre ha estado presente esa flor llena de fragancia. Fuisteis preparados para cumplir en el Tercer Tiempo esta gran misión. Hoy sabéis que en vuestro seno he hecho reencarnar al pueblo de Israel, porque Yo os lo he revelado. Sabéis que la simiente que alienta en vuestro ser y la luz interior que os guía es la misma que derramé desde el Primer Tiempo sobre la casa de Jacob.

Sois israelitas por el espíritu, poseéis espiritualmente la simiente de Abraham, de Isaac y de Jacob. Sois ramas de aquel árbol bendito que darán sombra y fruto a la humanidad.

He aquí por qué os nombro primogénitos y porque os he buscado en este tiempo para manifestar en vosotros mi tercera revelación al mundo. Es mi voluntad que el pueblo de Israel resurja espiritualmente entre la humanidad, para que ella contemple la verdadera resurrección de la carne

Sí, discípulos, el espíritu no muere, sólo vuela al más allá, al espacio, cuando ha llegado el término a su cuerpo. La carne tampoco muere, se desintegra y se confunde en los elementos de la naturaleza, de donde la hago brotar nuevamente para dotarla de espíritu.

Así resurge o resucita la carne, así vuelven a aparecer en la tierra los espíritus encarnados convertidos en hombres; así haré surgir a Israel sobre el haz de la tierra, mas no le ofreceré tierras en este mundo, ni le dividiré en tribus; por el contrario, haré de todos sus miembros una sola familia para borrar el cisma tradicional en él. Formaré matrimonios y familias con hijos de Rubén, con los de Judá, los de Aser y Zabulón, con los de Neftalí o Benjamín. Así hago desaparecer toda división, porque ésa no es semilla de Dios.

¿Quién podría llevar a cabo estas obras, sino Yo? ¿A quién se le podía confiar la misión de persuadir al pueblo escogido del Señor, de que Canaán no era la patria eterna sino sólo un símbolo? A Mí, que fui quien ocultó a vuestro espíritu en otra raza o en otra tierra, que fui quien os dijo: Vosotros sois aquellos; mas si os he enviado nuevamente, es para que concluyáis en la tierra, la grande y delicada misión que desde el principio os fue confiada. Esa es vuestra cruz.

También habéis vuelto para lavar manchas, reparar yertos y saldar deudas ya no volveréis a caer en flaquezas ni en idolatría como en los tiempos pasados, siendo el pueblo que conocía al Dios verdadero y tenía la ley. Mas el dolor os ha hecho buscar la luz y la paz. Así en aquel Primer Tiempo cuando escaseó el trigo y por lo mismo el pan en vuestra tierra, emigrasteis hacia el poderoso Egipto; más tarde, esclavo del Faraón, os levantasteis desafiando las penalidades del desierto, buscando la "tierra de promisión", porque ansiabais libertad. En este tiempo habéis desafiado la burla y la ira de vuestros hermanos, porque me estáis buscando bajo esta forma, porque vuestro espíritu está sediento de elevación y espiritualidad.

Sois el "hijo pródigo" que siempre que vuelve a la casa de vuestro Padre, halla sus brazos abiertos para estrecharlo y la mesa servida para sentarlo al festín.

Llegasteis cansados por la larga jornada, manchado vuestro espíritu y débil vuestro cuerpo; pero sorprendidos contemplasteis desde lejos que las puertas de la ciudad se encontraban abiertas, esperando que llegaseis para daros mi amor, mis enseñanzas y la caridad de mi nuevo advenimiento.

No fue mi voluntad manifestarme ahora en Canaán, que fue vuestra patria en los tiempos pasados, porque ya no es el tiempo de Moisés ni el de Cristo, es la Era del Espíritu Santo. Estáis escuchando mi divina palabra y en verdad os digo: Aquel maná del Primer Tiempo que encendió vuestra fe en Mí y aquel pan que os ofrecí en la mesa del Segundo Tiempo con el cual os enseñé el camino de vuestra redención, es el sustento que ofrezco en este tiempo para que vuestro espíritu alcance la paz y la luz eternas y hambre no vuelva a sentir jamás.

Aprovechando esta sencillez espiritual que conserváis, vengo a entresacar de entre vosotros a mis portavoces, a mis nuevos profetas y a mis discípulos, como en otro tiempo hice surgir de entre este pueblo a patriarcas, profetas, enviados y apóstoles. Ahora os explico mi Ley por medio de mi doctrina, os enseño cómo debéis orar en este tiempo, cómo me serviréis y cómo viviréis para ser verdaderos hermanos de la humanidad e hijos de Dios.

Cuando mis nuevos discípulos se encuentren fuertes, la segunda Jerusalén descenderá de mi reino, sobre los hombres y en sus muros invulnerables se estrellará la maldad, la idolatría, la mentira y todas las tinieblas que de la mente y del corazón humano han brotado.

Recordad que vuestro Padre, por medio de un sueño, prometió a Jacob bendecir en sus hijos a todas las naciones, Reconoced que si procedéis de aquel tronco, vuestro destino es el de atraer mi paz y llevarla al corazón de vuestros hermanos.

Pueblo: En este tiempo hay quienes aún practican la ley de Moisés, otros que viven la era cristiana; no todos presienten o desean la presencia de una nueva era. Es que no todos avanzan ni evolucionan en la misma forma. Por eso os digo: Conoced estas lecciones para que seáis los buenos labriegos que imiten al buen pastor y buen sembrador, mirad a los que cultivan la tierra; ellos siembran en mi nombre; si la época fue buena y su siembra fructificó, elevan sus preces y acciones de gracias al Creador; si el tiempo fue inclemente y la siembra se malogra, esperan con ilusión el siguiente año, para volver a sembrar con el mismo ahínco hasta reponer y multiplicar la primera simiente. Si vosotros aprovecháis este tiempo y os levantáis llenos de esperanza y de fe a sembrar en el corazón de la humanidad, el rocío de mi gracia fertilizará los Campos, las tierras fértiles con mi poder, y vuestra semilla sembrada con cariño y buena voluntad germinará; Yo protegeré vuestra siembra y el sol radiante de mi Espíritu dorará las espigas para que vuestra cosecha sea recogida entre himnos de gloria y alabanzas a vuestro Señor.

Daos cuenta de que Yo soy quien vela por esta nación para protegerla de las tempestades. Yo la conservo en paz, porque en mis altos designios la tengo destinada para que cumpla en este tiempo una gran misión en lo humano y en lo espiritual.

El caos vendrá, porque mientras existan poderes y reinos en la tierra, existirán ambiciones, odios y guerras y no habrá paz.

No existe caridad entre los hombres, mi ley no es practicada. No existen verdaderos hermanos, ni padres, ni hijos y por eso el caos amenaza a la humanidad.

Yo sólo os anuncio esto, porque de Mí no puede brotar el mal; el caos sólo está en la impreparación del hombre, cuya conciencia ha desoído y se ha dejado conducir por las malas inspiraciones, mas vosotros, ¿Esperáis que sucedan todas estas pruebas para que se conmueva vuestro duro corazón? No, mis hijos, desde ahora orad, trabajad incansablemente, haced méritos y regeneraos. Esa es vuestra misión. Velad por la paz del mundo, atraed con vuestras oraciones mis bendiciones y conservaos fieles a mi ley para ejemplo de vuestros hermanos.

Todo el que esté dispuesto a seguirme participará de mis enseñanzas y será llamado párvulo o discípulo.

El conjunto de espíritus que me rodean forma parte del pueblo de Israel. De su obediencia depende el resurgimiento de las virtudes en la humanidad. Hoy he tomado a este pueblo como mi intérprete para hablar con los hombres, y he recibido de él los primeros frutos de su cumplimiento.

Sois vosotros los primeros que he preparado como luchadores de mi obra, los que tenéis que trabajar con entusiasmo para poner sobre la tierra firme las primeras piedras de la gran ciudad; tenéis que apoyaros en la fe y en la confianza en Mí. Os hablaré incansablemente hasta el último día de 1950 por conducto de mis portavoces y después quedaréis entre la humanidad para dar pruebas de vuestra potestad.

Yo enviaré entre vosotros a aquellos hombres de ciencia que se hayan desvelado queriendo penetrar en los misterios de la vida espiritual sin conseguirlo. Os buscarán sabiendo que os habéis establecido en esta nación, que poseéis mis revelaciones y que habéis sido ungidos por Mí; en vosotros beberán con ansia mi palabra y sabréis por intuición cómo debéis de conduciros ante ellos sin alarde, mansamente, como corresponde a mis discípulos, como predicó Pedro o como habló Juan, así hablaréis si os preparáis, y si os eleváis buscando mi ayuda, Yo hablaré por vosotros y llegaré a su corazón. En su afán de conocer los lugares y las personas que me sirvieron os buscarán, y vosotros sólo les daréis a conocer la esencia de mi doctrina. Muchos de ellos se convertirán y formarán parte de este pueblo por la verdad de vuestras palabras.

El camino de este pueblo ha sido largo; en su seno he enviado siempre espíritus fuertes, celosos, que señalen la meta y sean defensores de la ley. Y este pueblo forjado en tres tiempos, a través de pruebas, vicisitudes y luchas, unas veces fuerte y otras débil, unas veces libre y otras cautivo, ya incomprendido y después amado y reconocido, ha poseído siempre mis privilegios.

Sólo Yo os he hecho justicia; habéis tenido la prueba de amor más sublime en el calvario y también el rigor de mi justicia cuando así lo habéis merecido. Habéis sido predestinado para recibirme en los tres tiempos, Hoy, como en el Segundo Tiempo, he buscado a los humildes, a los desheredados y a los hambrientos de justicia y he elevado a su espíritu haciéndolo ocupar el lugar de discípulo o de apóstol.

07-183.57 Estáis viviendo un tiempo en que la humanidad evolucionada materialmente, se enorgullece con su saber y me desconoce; olvida su misión espiritual y desprecia la naturaleza que he puesto a su servicio, al alcance de su entendimiento para vida y recreo de su cuerpo y elevación de su espíritu. Opaca lo que hay de más valor en ella y por lo que he venido siempre, que es su espíritu el que me pertenece. Mas así como la faz de la tierra ha de cambiar, el hombre también me reconocerá. Sus ideales que hoy todavía son materiales, se tomarán en anhelos espirituales. Todos los seres han sido sometidos a pruebas y en ellas se acrisola y se doblega el espíritu.

Desde el año de 1866 la humanidad ha penetrado en un nuevo tiempo, en el que he ido preparando a los escogidos. Este pueblo ha recibido cargos, le he confirmado sus dones, le he revelado a cada criatura la tribu a que pertenece y cuál es su misión especial. He reunido a mis huestes espirituales, unas en materia y otras en espíritu, como estaba escrito.

Nombré guías para que hubiera un representante delante de cada congregación y les manifesté, que es mi voluntad que todos estén unidos entre sí, para que el pueblo sea fuerte.

Di la misión de portavoces a criaturas preparadas por Mí para manifestarme a la humanidad en palabra humana y multipliqué el número de ellos, para que mi enseñanza se extendiera. Formé el cuerpo de labriegos para que el mundo espiritual viniera a comunicarse con los hombres, manifestando su caridad, curando y aconsejando.

Fue mi voluntad nombrar piedra fundamental a aquél que había de ser en cada recinto el sostén del guía, medianero entre éste y los que llevan cargos y también intermediario del pueblo.

Nombré videntes y los preparé para que recibiesen mirajes que fuesen analizados por el pueblo para que éste viviese alerta.

Di el cargo de pluma de oro a aquellos que habían de escribir, preparé su mente y envié a su custodia seres espirituales que en otros tiempos también han velado por los escritos, para que mi palabra fuese impresa y quedara para todos los tiempos.

Preparé guardianes para que velasen por el orden del pueblo, nombrándoles columnas.

A todas estas criaturas las he iluminado y mi inspiración se derrama en ellas. Ahora pregunto a todos los que han recibido estos cargos, si han comprendido lo que ellos encierran.

Tres años más os concedo para vuestra preparación; después, estos cargos formarán uno solo y todos seréis llamados labriegos, en la campiña divina y os serán confiados todos aquellos que no oyeron mi palabra para que los enseñéis; dejaréis de ser discípulos para convertiros en maestros.


¡MI PAZ SEA CON VOSOTROS!

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