Mi palabra se ha manifestado entre vosotros llena de amor; se ha derramado como
bálsamo de consuelo, cuando habéis venido ante Mi llorando y con paternal
consejo os he tenido que corregir. Cuando se acerque el día en que haga cesar
esta palabra en los labios de mis portavoces, la sentiréis que viene de un
juez, aunque ella será siempre la misma en su amor y en su ternura, pero tendrá
tanta luz, que descubriréis hasta los más escondidos errores y las más ocultas
manchas que llevéis.
De Mí nunca diréis que no os señalé vuestras irnperfecciones, o que en mi
Doctrina os enseñó lecciones engañosas Mañana, cuando descubráis vuestros
errores y estiméis la grandeza de esta revelación, sabréis hacer justicia a
vuestro Padre.
Aún no palpáis esta verdad, primero eran las tinieblas las que ponían una venda
de oscuridad en vuestros ojos, después vino la luz de mi palabra, pero os
habéis deslumbrado con ella; es menester que caminéis a tientas unos instantes
para que os acostumbréis a esta luz y podáis mirar cuanto os rodea. Mientras
tanto, tened cuidado con vuestros análisis, con vuestras palabras y
con vuestras prácticas, porque no podríais aún dar pasos firmes en el camino,
ni hablar con la verdad como debéis hacerlo.
La Verdad es una y es eterna, sin embargo, mirad a los hombres pregonando
diferentes verdades. ¡Cuánto se han hollado en la Tierra mis enseñanzas!
Desde que Cristo vino a hablaros de la verdad, cuántos han tratado de hablar de
ella, mas Yo pregunto: ¿También me han imitado en el amor, en la mansedumbre y
en la caridad? Sólo Yo sé quiénes han sido mis verdaderos discípulos y
apóstoles a través de los tiempos.
Si mañana cuando los hombres al juzgar esta comunicación, llegan a dudar de su
verdad por haber sido dada a través de entendimientos pecadores, Yo les haré
comprender que no es el pecado el que me rechaza, por el contrario, él me ha
aproximado más al que se ha extraviado del camino.
Otra prueba de mi poder que los hombres reconocerán, consistirá en que sólo Yo
he podido hacer que las bocas de los pecadores hablen con pureza, que los
labios blasfemos hablen de lecciones divinas, y que las mentes rudas transmitan
enseñanzas y revelaciones llenas de sabiduría
¿Quiénes serán los que en este tiempo se levanten como verdaderos apóstoles de
mi palabra? ¿Quiénes de vosotros haréis contemplar a vuestros hermanos la
hermosura de mi enseñanza?
Son necesarias vuestras obras; es indispensable el testimonio vivo de este
pueblo que oyó mi palabra.
La Doctrina que os he enseñado, es como una inmensa antorcha en torno de la
cual tendrán que reunirse los pueblos, los hombres que tienen hambre de verdad
y sed de justicia y también los espíritus errantes, los investigadores que se
desvelan en busca de la luz.
Preparaos para que el tiempo en que caravanas de vuestros hermanos se levanten
en busca del oasis de paz, pero hacedlo con humildad; atesorad en el espíritu
las virtudes que os he traído en mi palabra. No busquéis la forma de
impresionar a vuestros hermanos con vanidades o con enseñanzas superfluas,
ellos vendrán huyendo precisamente de aquéllo.
No sólo los que escucharon mi palabra a través del entendimiento humano serán
llamados hijos de este pueblo, todo el que abraze su cruz, todo el que ame esta
Ley y propague esta semilla, será llamado labriego de mi campiña, apóstol de mi
Obra e hijo de este pueblo, aun cuando no me haya oído a través de esta
manifestación.
Nuevamente os digo que no busquéis formas exteriores para dar a conocer mi
Obra, porque presentaríais muchos puntos vulnerables por donde seríais
combatidos por las sectas y religiones.
Si buscáis el mejoramiento moral, la limpidez en vuestra vida, la espiritualidad
en vuestro culto, no habrá armas, ideas, ni doctrinas que puedan venceros.
Construid en el espíritu y todo se conservará y sobrevivirá á las Vicisitudes y
a los combates, porque el espíritu es indestructible. Si construís sobre bases
materiales, habréis hecho lo que él necio cuando levanta sobre arena un
edificio, que al menor movimiento tendrá que venir por tierra.
Haced de vuestro corazón un depósito para que en él guardéis mis enseñanzas
como el más preciado tesoro que haya alcanzado hasta este tiempo vuestro
espíritu.
Vengo a hacerme presente ante vosotros en este tiempo de lucha espiritual,
porque fuísteis enviados al mundo para hablar de esta Ley. Ya fuísteis
liberados, ya os alejasteis de lo superfluo, avanzad ahora en el sendero como
los verdaderos labriegos amados de Jesús.
Os he enviado al mundo en este tiempo para que habléís de Mí y para que vuestro
espíritu desborde su experiencia en los demás.
Si os he revelado que sois Israel, es para que sepáis que ha mucho tiempo que
en la Tierra venís siguiendo mi camino y también para que meditéis en vuestra
responsabilidad. ¿No creéis que sea justo que a veces os reclame vuestra falta
de fe, de ahínco o de caridad?
Un solo Dios os ha hablado desde el principio de los tiempos; un solo Dios
quiero que reconozcáis y améis, además quiero que sólo me ofrezcáis un solo
culto.
Son los hombres los que han forjado muchos dioses, cada uno lo siente, lo adora
y lo imagina de diferente manera. Estoy apartando a este pueblo de toda
influencia religiosa para que aquí, en su soledad, en su retiro, me escuche y
me comprenda, para que al final me rinda un culto digno de su Creador. Lo
mismo hice en aquel tiempo cuando Israel hacia siglos que se encontraba cautivo
bajo el yugo y el azote de los faraones de Egipto. Fue mi voluntad tornar a
Moisés como enviado y arrancar de la esclavitud al pueblo destinado para
recibir la Ley y la luz que alumbraría a la humanidad. Comparad los
acontecimientos de aquel tiempo con los de ahora y comprenderéis la intención
con la que al Maestro os ha hablado de estos hechos.
Vuestro espíritu me dice que también en esta época la humanidad ha sabido de
esclavitud material, de penalidades y azotes, y que ha pasado por la esclavitud
de] espíritu.
Por ello vengo a vosotros nuevamente para deciros: Amaos como os enseñé en el
Segundo Tiempo, para que vuestro camino sea llevadero. Llevad espiritualidad,
orden, obediencia, fe y caridad, y os sentiréis fuertes en la lucha y seréis el
ejemplo delante de todos los pueblos de la Tierra.
Muchos os preguntarán cuál es el camino que seguís y hacia dónde vais, y cuando
miren vuestro paso humilde pero lleno de seguridad y de firmeza, os seguirán
con el corazón pleno de confianza y de fe.
Hoy vuestro espíritu viene en busca de sustento, el corazón quiere paz, la
mente tiene sed de luz y el Maestro os dice: en los primeros tiempos de vuestra
evolución todo lo teníais, aun sin haber hecho méritos para lograrlo; en cambio,
ahora todo lo tendréis que alcanzar con vuestras obras dentro de la Ley que os
enseña a amaros los unos a los otros.
Nada os costó en aquellos tiempos tener salud, fuerza, paz, abundancia, por éso
todo lo perdisteis fácilmente; ahora os digo, que cuando hayáis recuperado con
esfuerzos, con luchas y sacrificios el desarrollo de aquellos dones que no
supísteis estimar en todo su valor, ya no volveréis a perderlo, porque entonces
aprovecharéis lo que tenéis y nunca olvidaréis lo que os costó alcanzarlo.
¿Tenéis una idea de cuánto tendrá que evolucionar esta humanidad para despertar
de su largo sueño y levantarse con el ideal de recuperación y de evolución? Mas
vosotros iréis delante de ella, enseñándole el camino de su evolución
espiritual. Ahora que estáis escuchando esta palabra y que ya formáis un
pueblo, os digo que tengáis limpidez en vuestro espíritu y perseveréis en
vuestra preparación para que podáis manifestar mí Obra con toda claridad. Yo
quiero que desempeñéis con pureza la parte que os he confiado. Tranquilizaos,
porque no todo lo vais a hacer, mi caridad os ayudará.
De muchos puntos de la Tierra surgirán hombres, grupos y multitudes hablando a
la humanidad del nuevo tiempo, hablando de espiritualidad y trabajando por la
liberación y la fraternidad de los hombres. Por ello os digo que lo demás, lo
haré Yo.
Hay obras que solamente Yo podré llevar a cabo, una de ellas es la de salvar a
esta humanidad de los abismos que ella misma ha creado; pero hay gozo infinito
en el Padre, cuando se ve acompañado en sus divinas tareas y deberes por sus
hijos tan amados, por ello hago el llamado a las grandes multitudes, les
expongo el fin de mi manifestación y luego elijo a los corazones de buena
voluntad para prepararles como soldados y emisarios de mi causa divina.
Ya quisiera ver a este pueblo diseminado en ejércitos por caminos, pueblos y
naciones, llevando la buena nueva y el testimonio de mi palabra, así como la
luz de mis promesas. Si os unís verdaderamente, veréis brotar de vuestra mente
grandes inspiraciones, que serán la llave que abrirá las puertas hoy cerradas a
vuestro llamado.
En este tiempo he venido a deciros: ¿A tal grado ha llegado la influencia del
mundo en vosotros, que habéis borrado toda huella de mis anteriores enseñanzas?
Esta es la razón por la cual he venido. ¿Quién de los moradores de la Tierra,
podría haceros comprender todo el caudal de experiencia y de luz que trae
vuestro espíritu a pesar de que no lo manifiesta, porque las influencias del
mundo se lo impiden? Nadie, sólo Yo puedo salvaros y revelaros los misterios
del espíritu.
Entre la humanidad se encuentran seres que otro tiempo cruzaron el desierto en
pos de una promesa divina, que oyeron la voz del Señor sobre un monte; también
descubro a otros que vivieron en el tiempo de Jesús, vieron sus obras y
escucharon su palabra, que me siguieron al desierto y comieron de los panes y
peces que di a comer a la multitud cuando ascendieron a la montaña para oír
aquella voz, y a los que anduvieron entre las turbas gritando el día de mi
crucifixión. Aquí mismo, entre las multitudes que vienen a oír el mismo
concierto celestial que es ahora nuevo para ellos, descubro a aquellos
espíritus.
Estos que lloran, éstos que se estremecen al oirme y reconocen la voz que les
habla, son aquellos cuyo espíritu conserva aún el eco de mis palabras.
¿Veis cómo muchos de los que llegan ante esta manifestación se quedan para
siempre en el camino consagrados a estas prácticas, sin que haya poder humano
que les impida el venir a escuchar mi palabra? Son los que en otro tiempo
contrajeron deudas de amor con su Dios y que no tuvieron ocasión de entregarse
a El, pero que a sí mismos se prometieron esperarme para seguirme y servirme
hasta el fin.
Hoy vengo a recordarles los acontecimientos que ya han vivido.
En aquel tiempo, cuando mis discípulos supieron que pronto partiría Yo de entre
ellos, me preguntaron: ¿Señor, cuándo te volveremos a ver? Les dije en qué
tiempo volvería y qué señales daría de mi retorno.
Ahora les digo a los nuevos discípulos: éste es el tiempo anunciado, las
señales se han cumplido sin faltar una.
Vosotros sabéis que esta comunicación por medio del entendimiento del hombre,
también va a llegar a su fin y como aquellos, preguntáis: "Señor, cuando
tu palabra haya dejado de escucharse ¿No volveremos a tener la dicha de sentir
tu manifestación en alguna forma? A lo qué Yo os respondo: Después de este
tiempo, vendrá él de vuestra espiritualidad, el de la comunicación directa con
vuestro Señor, en la que me sentiréis eternamente presente. Cuando lleguéis a
ese grado de elevación, nunca más diréis que el Padre va a venir, o que se ha
ido, porque ya habréis comprendido, que Yo siempre estoy con vosotros. Entonces
recordaréis que os dije a través de Jesús: "El Reino de Dios en vosotros
está".
Llevad la buena nueva a las naciones; extended este mensaje por doquiera, mirad
que muchos de los que esperándome están, creen que Yo he de aparecer en cuanto
hombre en la Tierra, y eso nunca os lo dije, en cambio, os dí a comprender
que mi venida sería espiritual, que vendría sobre la nube.
Ya os he dicho que tocaré a religiones y sectas para despertarlas de su
letargo, ellas reconocerán la luz de este tiempo y alimentarán el ideal de la
espiritualidad; pero es menester que desempeñéis la parte que os estoy
confiando, porque esta semilla tan sólo espera caer en la tierra para germinar
y dar frutos de sabiduría y progreso espiritual entre la humanidad.
El ejemplo de este pueblo humilde que conduce sus pasos sin ministros que lo
guíen y que me rinde culto sin cereemonias ni símbolos, será un llamado que
despierte a los que duermen su noche de siglos, y será un estímulo para la regeneración
y depuración de muchos de mis hijos.
No tratéis de ignorar vuestra responsabilidad en esta Obra; no olvidéis que os
he enviado a la Tierra como precursores y profetas del Tercer Tiempo.
De cierto es digo, que si en esta hora me presentase con el mismo cuerpo con el
que me mirasteis en aquel tiempo, contemplaríais frescas mis heridas, y en mi
rostro impresa aún la huella del sacrificio, pero ello sería un constante reproche para la humanidad y prefiero ocultaros mis heridas para mostraros tan
sólo mi luz. ¿Por qué muchos desean contemplarme humanizado en la forma de
Jesús? ¿No comprendéis que soy más que forma'? Cierto es que en aquel tiempo lo
mismo que en éste, me he dejado contemplar en la forma de Jesús; mas esta
gracia no ha sido para todos, no es menester que todos me miren así. Nuevamente
os digo. "Bienaventurados los que sin ver han creído".
Cuando los hombres hayan salido del materialismo de sus prácticas religiosas y
en lugar de buscarme en imágenes que son obra humana, se espiritualicen, me
concebirán tan grande y omnipotente, que no aceptarán el verme limitado y no
desearán, ni siquiera espiritualmente, verme en la figura de Jesús.
Cuán delicada es la misión del vidente en este tiempo, no le bastará tener el
don de la mirada espiritual si no tiene elevación. ¿Quién podrá guiarle si no
es su conciencia, y quien podrá librarlo de una confusión, si no es la oración
y la vigilia?
Siete grandes profetas tuvo Israel en el Primer Tiempo, ellos hablaron y
escribieron sobre el futuro de la humanidad, sobre las pruebas que vendrían a
los pueblos y también anunciaron las revelaciones divinas que el Señor haría a
los hombres. No fueron grandes por haber hablado mucho, sino por haberse
elevado en busca de mi luz.
Lo mismo quiere ahora el Padre de los nuevos profetas, que ofrezcan a la
humanidad un solo miraje, pero lleno de verdad, que es lo que he dicho a mis
labriegos: ofrecedme como cosecha de vuestra siembra aunque sean tres granitos,
pero que sean fecundos y no una fanega, en la que abunde la paja y el tamo. No
olvidéis que son vuestras obras las que están preparando vuestro paso a la
eternidad.
Ahora que mi Espíritu Divino se comunica con vosotros, os envío un rayo de luz
que toca la mente del portavoz y él os transmite mi luz hecha palabra.
He aquí al Verbo entre vosotros, el mismo que os habló en el Segundo Tiempo. Es
la misma Doctrina y la misma esencia, mas hoy no vengo revestido de cuerpo
humano. Ayer mis pies tocaron el polvo del mundo, hoy tan sólo mi luz se
manifiesta a vuestro espíritu. Preparad vuestro corazón, para que podáis
sentirme y sustentaos con mi palabra, ya que en verdad sabéis que no sólo de
pan vive el hombre. Os daré mi cuerpo y mi sangre, que representé en aquel
tiempo con pan y vino, ahora en forma espiritual será mi palabra la que
sustituya al pan que es mi cuerpo, y la esencia de mi palabra, será el vino que
beberéis como mi sangre.
El espíritu del pueblo se estremece de gozo con mi presencia. También el
Maestro se recrea con la presencia de los nuevos discípulos. Orad al Maestro
hablar a sus apóstoles del Segundo Tiempo.
"Juan amado: vos que reclinasteis vuestra sien sobre mi corazón,
quisierais que todos los que me escuchan se hicieran dignos de reclinarse en Mí
para sentir mi paz, para estar cerca de la fuente de la vida. Vuestra lucha no
ha terminado, vuestro espíritu incansablemente ora y envía su luz entre la
humanidad del Tercer Tiempo, a la cual profetizasteis muchas maravillas. En
esta era estáis viendo, Juan amado, el cumplimiento de las manifestaciones que
mirasteis en vuestras visiones y éxtasis,y de las cuales no supisteis su
significado, ni cuando habían de cumplirse. Velad por el mundo'.
"Judas Iscaríote, apóstol mío: hoy la humildad es en vuestro espíritu,
porque la expiación ha sido amarga, muy amarga; en cambio hoy se derrama
benéficamente vuestra influencia sobre la humanidad. Invisibiemente os
presentáis como consejero de los hombres. Os he dado mi paz, discípulo, ¿por
qué no la sentís de lleno en vuestro espíritu? Mucho habéis llorado, a pesar de
que nunca os he negado mi consuelo y mi perdón; es que estáis esperando que se
salve el último de mis hijos para poder decirme: Señor, descended de vuestra cruz,
ya estoy en paz, ya soy digno de recibir vuestro perdón".
"Mientras miráis que la humanidad se hunde cada día más en el pecado y con
él blasfema, me traiciona y me crucifica, vuestro espíritu sufre tormentos que
el mundo no podría imaginar y cada pecado que me ofende, lo sentís como si
fuéseis vos el que me está ofendiendo".
"Hijo, discípulo: tomad de mi mesa el pan y el vino que dejasteis aquella
noche, que fue la última que en cuanto hombre pasé con vosotros, Yo os digo:
comed y bebed, hoy os entrego lo que no recibisteis en aquella cena y que todos
los demás recibieron. Aparto vuestra menesterosidad y vuestra miseria y por la
humildad que hoy tenéis, cual fruto de un grande arrepentimiento, tomad mi paz
y hallad en ella mi cuerpo y mi sangre también".
He aquí, pueblo, mis nuevas lecciones de amor, haced con vuestros hermanos lo
que veis que hago con vosotros. ¿Qué vais a hacer en este tiempo con mi Obra?
Delante de Mí contemplo un nuevo calvario y una cruz. Mi vía dolorosa no ha
terminado, mi pasión no concluyó en el Gólgota, mis pasos van dejando aún su
huella ensangrentada.
Pueblo mío, humanidad: venid por mi camino y vuestro sacrificio lo tornaré en
vida eterna, vuestro dolor en alegría y cuando lleguéis a la cima del monte,
veréis mi amor esperándoos. También el mundo me espera, tiene hambre y sed de
mi amor, mas a todos llegaré, porque ésta ha sido mi promesa; cuando las
naciones estén en paz y el pecado haya sido exterminado
y los hombres se amen como hermanos, os mostraré la espada con que os vencí: el
amor.
¡Cuán humilde es esta manifestación para quien la ve con los ojos de la
materia! más, cuán sentida y grande para el que la contempla con el corazón y
con el espíritu!
Así como ahora estáis a mi alrededor, así me encontraba en el Segundo Tiempo
aquella última noche. El sol se hallaba en el ocaso, cuando Jesús conversaba con
sus apóstoles en aquella estancia por última vez. Eran las palabras de un Padre
en agonía a sus hijos muy amados. Había tristeza en Jesús y también en los
discípulos que ignoraban todavía lo que unas horas más tarde esperaba a Aquel
que había venido adoctrinarles y les había amado tanto. Su Señor iba a partir,
mas no sabían aún cómo. Pedro lloraba estrechando el cáliz contra su corazón.
Juan humedecía con sus lágrimas el pecho del Maestro. Mateo y Bartolomé se
hallaban extasiados ante mi enseñanza. Felipe y Tomás ocultaban su amargura
mientras cenaban. Santiago el Menor y el Mayor, Tadeo, Andrés y Simón, estaban
mudos de dolor, sin embargo era mucho lo que me hablaban con el corazón. Judas
Iscariote también llevaba dolor en su corazón, angustia y remordimiento, mas ya
no podía retroceder porque la tiniebla lo había poseído.
Se acercaba el martirio de la cruz, desde la cual Jesús dejaría a su Madre,
como a una alondra que daría calor a aquellos pequeños, mientras la luz del
Espíritu Santo descendía a iluminar a aquellos hombres. Pronto se sentirían
fuertes después de los instantes de flaqueza, para diseminarse por el mundo
predicando la buena nueva y anunciando el Reino de los Cielos a los pueblos
gentiles e idólatras.
Cuando Jesús terminó de decir sus últimas palabras y recomendaciones, aquellos
discípulos se encontraban bañados en llanto, mas uno dé ellos ya no estaba, su
espíritu no pudo recibir tanto amor ni contemplar tanta luz y se apartó porque
aquella palabra le quemaba su corazón.
Pueblo de este tiempo, nuevos discípulos. Yo perimtí en mi apostolado del
Segundo Tiempo la traición de un discípulo, para daros en ella una gran
lección. No os convirtáis en jueces de aquel a quien Yo he juzgado y perdonado
con amor, tomadle mas bien como un libro abierto y como un símbolo. ¿Cuántos de
los que le estáis juzgando ahora, llevaréis un Judas en vuestro corazón?
En estos instantes en que os hablo y recuerdo aquellos sucesos, también el
astro rey se está ocultando, es el mismo sol que alumbró a aquella humanidad.
Mas ahora, mientras os hablo así, sube hasta la altura de los cielos el clamor
de los pueblos y el estruendo de vuestras guerras.
¡Cuánta miseria contemplo en vuestro mundo y cuánta tristeza hay en mi
Espíritu!
Benditos sean los que con dolor en el corazón recuerden el día en que Jesús
estuvo en el cadalso, del cual salió seguido de las turbas hacia el Calvario.
Hoy mi Espíritu se siente entre vosotros en una nueva cárcel, pero es de amor,
la de vuestro corazón, en el cual quisieseis aprisionarme porque me empezáis a
amar. También veo la nueva cruz donde vais a elevarme, mas no es aquella donde
me hicísteis morir; hoy es la de vuestra espiritualidad, que busca mis brazos
abiertos y que anhela el torrente de mi sangre divina que es vida. No me
acusáis ahora, por el contrario sois mís defensores, porque ya sabéis de
inocencia.
No puedo decir de todos lo mismo, porque los hombres han acumulado tantas
imperfecciones y tantos pecados en el mundo, que también son para Mi como una
nueva cruz de dolor que me han preparado, para este tiempo.
Todos fuisteis rescatados por mi ejemplo y no podréis morir; sin embargo, es
menester que venga a rescataros de las tinieblas que os envuelven y que no os
dejan conocer la verdadera vida.
¡Cuántos sentimientos encontrados agitan a vuestro corazón al escuchar mi
palabra, pueblo amado! Este acento doloroso con el que os hablo de aquellas
horas de amargura, conmueve más a los que han llorado muchas porque esta vida
es calle de amargura y es calvario.
En aquel tiempo me juzgaron tres jueces: Anás, Pilatos y Herodes, y el pueblo
cumplió en Mí la sentencia,. Ahora os digo que son muchos mis jueces y mayor
número los que me harán sentir el dolor en este tiempo; pero cuando más
abominen los hombres de mi Ley y mi Doctrina, cuando sea más perseguido y
negado, surgirá la voz de los hombres de fe, porque no sucederá lo que en el
Segundo Tiempo, ahora no estaré solo.
El ciego a quien Jesús devolvió la vista, gritará a voz en cuello que ha visto
la luz; los muertos resucitarán y darán testimonio de mi verdad. El sensible
corazón de la mujer me será fiel y los hombres de espíritu fuerte serán los
nuevos ciirineos.
María no estará ausente, ni será ajena a ninguno de mis pasos, y su Espíritu
Celestial me seguirá por doquiera, porque Cristo y María antes de haber venido
a la Tierra, han sido uno con el Padre.
Humanidad, humanidad, hoy no podría decir como en aquel tiempo: "Padre,
perdónales porque no saben lo que hacen", porque no hay uno que no haya
bebido la sangre del Cordero, aquella que es luz, verdad y vida.
Un instante bastó a Dimas para salvarse, y ése fue el último de su vida; él me
habló desde su cruz, y a pesar de ver que Jesús, el que se decía Hijo de Dios,
estaba en agonía, sintió que era el Mesías, el Salvador y a El se entregó con
todo el arrepentimiento de su corazón y con toda la humildad de su espíritu,
por eso le prometí el Paraíso para ese mismo día.
Yo os digo que todo aquel que inconscientemente vaya pecando, pero que al final
de su vida me hable con su corazón lleno de humildad y de fe, le haré sentir la
ternura de mi caridad, que lo elevará de las miserias de la Tierra, para
hacerle conocer los deleites de una vida noble y elevada.
Os dejé a María a los pies de la cruz, sobre el monte que recogió mi sangre y
las lágrimas de la Madre. Ahí quedó ella esperando a sus hijos, porque será
ella quien aparte de sus hombres la cruz y les señale el camino de la gloria.
"Sed tengo", dije a aquella turba que no entendía mis palabras y que
gozaba con mi agonía. ¿Qué podré deciros ahora, cuando veo que no es una turba,
sino que es el mundo entero el que hiere mi Espíritu sin darse cuenta de nú
dolor?
Mi sed es infinita, incomprensible, y sólo vuestro amor podrá apagarla; ¿Por
qué en vez de amor me ofrecéis un culto exterior? ¿No sabéis que al pediros
agua, me estáis ofreciendo hiel y vinagre?
A
pesar de ser tan amargo mi cáliz en este tiempo, tan cruenta mi cruz y tan
grande mi soledad, no me oiréis exclamar: ¡Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has
abandonado? Porque aquella
prueba que Jesús os dio demostrándoos que su dolor era humano y real, hoy no la daré porque vengo en Espíritu.
Cristo es el Maestro y El os dio lecciones hasta el último instante. Cuando ese
momento llegó y vio su obra concluida, la ofreció humildemente a su Padre,
diciéndole: "Todo está consumado".
Si Jesús, que era el Camino, la Verdad y la Vida, terminó su misión con aquella
oración de siete palabras, diciendo al final a su Padre: "En tus manos
encomiendo mi Espíritu", pensad si vosotros que sóis los párvulos y los
discípulos de aquel Maestro, podréis dejar esta vida sin ofrecérsela al Padre
como un tributo de obediencia y de humildad, y Podréis cerrar vuestros ojos a
este mundo sin pedir al Señor su protección, ya que tendréis que abrirlos en
otras regiones.
Toda la vida de Jesús fue una ofrenda de amor al Padre. Las horas que duró su
agonía en la cruz fueron una oración de amor, de intercesión y de perdón.
Ese es el camino que os vine a señalar, humanidad. Vivid imitando a vuestro
Maestro y os prometo llevaros a mi seno, que es el origen de toda felicidad.
¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!
No hay comentarios:
Publicar un comentario