sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 93

Bienvenidos seais, corazones hambrientos y sedientos de luz. Estad conmigo y jamás moriréis porque Yo soy la vida.

Ayer os sentíais morir porque habíais perdido la esperanza y la fe; no había en vuestro corazón una luz que os guiara por el sendero de la vida verdadera, ni una voz que os dijera con caridad: "Venid, esta es la senda de la paz", hasta que oíste mi palabra siempre llena de amor y de consuelo, y su luz os devolvió la calma.

Vuestra ceguedad se ha iluminado con la luz de vuestra conciencia y ésta siempre os dicta oración, caridad y enmínienda. Así habéis llegado ante mi presencia y mi palabra ha sido como faro luminoso y salvador que iluminó vuestra senda. Desde ese instante, habéis comprendido que esta luz sólo de Mí puede brotar y me habéis dicho: "Señor, eres Tú, a quien tanto esperaba, hoy sé que te amaba y te necesitaba, Maestro".

Si, discípulos, aquí me tenéis ayudándoos a dar los primeros pasos en el camino de asención, hasta dejaros preparados como verdaderos discípulos de mi enseñanza y de mis revelaciones, para enviaros más tarde a comarcas y naciones a propagar esta fe.

La lucha será en pleno tiempo de pecado, de calamidades y dolores, y no tendréis más recursos que los de vuestra espiritualidad ni más armas que la verdad. Os he escogido pobres, torpes y humildes, corno tierra sin cultivo, pero propicia, para ser fecundada y recibir la simiente espiritual.

No he venido en busca de filósofos, teólogos ni científicos, sino del pueblo humilde que siempre me ha esperado y acude a mi llamado, para restituir a su espíritu la heredad olvidada o mal empleada.,

La humanidad no ha logrado penetrar al fondo de las revelaciones de los dos primeros tiempos, mas en éste, el tercero, mi palabra os hará comprender, interpretar y practicar mis enseñanzas anteriores uniéndolas a las presentes.

En este tiempo, no he nacido para el mundo en cuanto hombre; he llegado a vosotros en la luz de mi Espíritu hecha palabra humana, y en ésta os doy mi esencia, para levantar la fe en vuestro corazón.

Os estoy resucitando y despertando, haciendo que vuestros ojos cegados por las tinieblas de este mundo, contemplen la verdad eterna.

Vengo a revelaros lo que el hombre de ciencia no puede enseñaros, porque no se conoce; él ha dormido en su grandeza terrenal y no se ha elevado a Mí en busca de mi sabiduría.

Se han cerrado los corazones de los pastores que en diferentes, sectas y religiones debieron enseñar la ciencia espiritual que es grandeza y riqueza para el espíritu.

He mirado que la ley y doctrinas que legué a la humanidad en tiempos pasados, se encuentran ocultas y han sido sustituidas por ritos, cultos exteriores y tradiciones.

Mas vosotros, que reconocéis íntimamente que la esencia de esta palabra es la misma que recibió Israel en el monte Sinaí y la que escucharon las multitudes en labios de Jesús en el Segundo Tiempo, seréis los que, con vuestro culto y vuestros obras, enseñéis que la Ley divina no debe olvidarse por cumplir con necias tradiciones que no benefician al espíritu.

Aprended de Mí, discípulos, no permanezcáis más en la oscuridad, preparaos de espíritu y materia para que pronto salgáis a la luz y mi Mensaje sea conocido. Preparaos para que os dé a conocer mi voluntad a través de vuestra inspiración.

Quiero que la luz de mi Espíritu resplandezca en vuestra mente y que las palabras que broten de vuestros labios procedan del espíritu. No intentéis hablar de esta Obra si no estáis preparados para sentir vuestras palabras. Espíritu, corazón y mente, tendrán que unirse en vuestro ser, si queréis servir como medio para que pase mi palabra, por vuestro conducto.

Las nuevas generaciones ya no me escucharán bajo la forma que ahora presenciáis, porque el término señalado por Mí en que dejaré de manifestarme así, se acerca, es 1950. Hasta el último día de ese año postrero os daré mi palabra, os hablaré incansablemente, os animaré y mi voz dulcísima, de esencia y de luz, llegará como un torrente sobre mi pueblo.

Los que me escuchen hasta el final, deberán ser fuertes y quedarán como ejemplo de discípulos obedientes. No debilitarán en las pruebas, no se estacionarán ni se dividirán.

¿Qué sería de este pueblo si cuando unos lucharan por la espiritualidad otros se aletargaran en antiguas y retrasadas prácticas e inútiles tradiciones? Lucharéis unidos para que no debilitéis en la jornada y velaréis para que escuchéis con claridad la voz de la conciencia.

Vivid alerta para que no seáis criaturas débiles, sino espíritus fuertes. Guiad vuestros pasos por la senda de la caridad, del amor y la justicia; no os privéis de lo que Yo he dispuesto Para vuestro sano recreo corporal; también os digo que no atormentáis a vuestro espíritu negándole lo que le pertenece, para que ambos, cuerpo y espíritu, formen una sola voluntad y sobre estos vigile la conciencia que es mi luz divina.

No quiero que el mundo os envuelva en su materialismo y os arrebate la gracia que os he confiado, porque volveríais a vuestra vida de miseria y de dolor, de la cual os he rescatado.

No olvidéis que he venido a salvaros, ayudándoos a sobreponemos a vuestra debilidad para romper las cadenas que os oprimen y lleguéis a experimentar la satisfacción de haberos librado de flaquezas, de enfermedades y de miserias.

Todo aquel que se levante en pos de mi huella, encontrará en Mí la fortaleza y un Cirineo que lo acompañará hasta el final de la jornada. El que tenga hambre y sed de luz y salvación, hallará en mi Obra el pan y el agua de vida eterna.

Fortaleced vuestro espíritu para los trances difíciles, a tal grado que si llegaseis a caer en presidio por seguir mi huella, al recordar los padecimientos de vuestro Maestro, os sintáis confortados, sabiendo que Yo estaré con vosotros en ese trance. Si contempláis que un ser querido ha caído en el lecho del dolor y se encuentra a punto de expirar, volved vuestro pensamiento a Mi y mansamente dejad que se haga mi voluntad; entonces veréis realizarse un prodigio, como premio a vuestra conformidad y vuestra fe ante mis designios. Los que en el camino de la vida os vayáis quedando solos, recordad a Jesús alejado de su Madre y de sus discípulos, caminando mansamente hacia el Calvario, seguido de una turba, pero solo en su corazón,

Cuando llevéis a vuestra mente ese recuerdo, experimentaréis una dulce sensación de consuelo, pensando que Yo os prometí acompañamos en vuestras tristezas y apartar vuestro cáliz de amargura

El dolor os purificará y después, cuando el tiempo de vuestras aflicciones haya pasado, os consideraréis dichosos por haber todo ocasión de imitar a vuestro Maestro, y sentiréis que sois poseedores de una heredad espiritual.

Estudiad con atención mi Doctrina y comprobaréis cómo una lección mía, confirma la anterior, de la misma manera que mi palabra de este tiempo confirma cuanto os dije en el tiempo pasado.

Pocos son los hombres que conocen las señales de que una nueva era ha comenzado y de que me estoy manifestando espiritualmente a la humanidad. En su mayoría consagran su vida y esfuerzos al progreso material y en esa lucha sorda y a veces sangrienta por alcanzar su objeto, caminan como ciegos, pierden el derrotero, no saben qué es lo que persiguen, no han logrado ver la claridad de la nueva aurora, no perciben las señales y están muy lejos de haber alcanzado el conocimiento de mis revelaciones.

Esta humanidad ha creído más en las doctrinas y las palabras de los hombres, que en las revelaciones que a través de los tiempos le he concedido. ¿Por ventura esperáis que el Padre en su justicia os envíe mayores señales de las que a cada paso contempláis, para sentir y creer que este es el tiempo predicho para ni manifestación como Espíritu de Verdad? ¡Ah hombres de poca fe! Ahora comprenderéis discípulos, por qué a veces os digo que mi voz clama en el desierto, porque no hay quien la escuche y atienda en verdad.

Despertad, pueblo, para que os sintáis estremecidos ante esta voz de justicia, para que os sintáis movidos a anunciar a vuestros hermanos que la Ley, la luz, el juicio y con ello la salvación de la humanidad, han llegado al mundo.

No miréis como un imposible vuestro cumplimiento dentro de esta lucha. Desde ahora me anticipo a deciros que no seréis sólo vosotros quienes redimiréis a esta humanidad, ni quienes transformaréis la vida de los pueblos; esas obras Yo las haré, porque son sobrehumanas. Sólo quiero que cumplais con la misión que os corresponde y dejéis que las nuevas generaciones lleven mi semilla más allá de donde vosotros hayais logrado llevar.

¿Imagináis el gozo del que retorna a la vida espiritual habiendo cumplido en la Tierra con el destino Que su Padre le ha trazado? Su satisfacción y su paz son infinitamente mayores a todas las satisfacciones que en la vida humana puede recoger el espíritu.

Y esa oportunidad os la estoy ofreciendo para que seáis de los que gocen cuando retornéis a vuestro reino y no de aquellos que sufren y lloren enmedio de su turbación o de su arrepentimiento.

Yo acudo presuroso al escuchar vuestras veces de auxilio, cuando lucháis como náufragos contra las embravecidas olas de ese mar de pasiones en que navega la humanidad de este tiempo. Vuestra plegaria llega a Mí, y mi caridad se extiende a semejanza de un manto de paz, como en otro tiempo en que acompañado de mis discípulos navegaba en el mar de Galilea, y las olas encrespadas amenazaban hundir la barca; ellos temerosos me pidieron con angustia que los salvase, porque se sentían perecer y Yo les demostré que el que está conmigo y confía en Mí, no perece jamás.

La barca en este tiempo es mi Obra, el mar es la vida, la tempestad son las pasiones, las vicisitudes, las pruebas.

¡Bienaventurado el que se encuentre dentro de esta barca cuando las tempestades se desaten, porque él será salvo!

Cruzad ese mar e id con fe absoluta en pos de la ribera, sabiendo que en ella está la paz perfecta. ¿Quién podrá perderse en esta travesía si navega guiado por la brújula de su conciencia?

Si alguno se sintiera fatigado, llámeme; si algún otro sintiera que su fe flaquea, ore y Yo estaré a su lado al instante para darle ayuda; mas ninguno intente retroceder al punto de partida ni se resigne a perecer envuelto por las olas de la tempestad.

Perfeccionad vuestra oración, porque es menester que conozcáis la fuerza espiritual que ella imparte. Es la escala por la cual ascenderéis a Mí en una verdadero comunión de espíritus.

¡Cómo se ensombrece el camino de aquél que apaga su fe o pierde la confianza en Mí! Vosotros que estáis velando, orad por el mundo que duerme.

¿Os parece extraño que os procure con tanto afán? Es que no tenéis verdadero conocimiento de lo que es mi amor por vosotros, o de lo que significáis para Mí, porque os habéis formado un concepto muy, pobre, respecto de vuestro Padre, ya que mientras unos os sentís dioses sobre la Tierra, otros por el contrario os sentís indignos de ni amor. Yo os digo que si la naturaleza material ha sido asombro y maravilla para los hombres, más grande y maravillosa es la vida espiritual; y para gloria y goce de vosotros, sabed que pertenecéis a ambas naturalezas. Así mi palabra viene a enseñaros cuanto necesitáis saber de Mí y de vosotros para vuestra elevación.

En este día es mí voluntad revelaros que para el año de 1950 estarán reunidos los 144,000 espíritus señalados y destinados por Mí para llevar al mundo mi semilla de amor. Unos estarán encarnados y otros en el valle espiritual. Todos permanecerán despiertos bajo la luz de mí inspiración y cada uno será una antorcha que iluminará el camino de grandes multitudes Y las conducirá al Reino espiritual

En el tiempo en que Israel cruzaba el desierto en busca de la Tierra Prometida, fue la tribu de Leví la que ensenó al pueblo el culto y le recordó y ayudó a comprender la Ley divina. Ya establecidas las tribus en la tierra que habían conquistado con su fe y perseverancia, siguió siendo la tribu de Leví la que veló por la Ley. Mas han pasado los tiempos, el espiritu del hombre ha evolucionado y la semilla divina que a Israel se le confió llegó a muchos pueblos y ahora se encuentra diseminada en toda la humanidad.

Ese pueblo ha resurgido pleno de luz sobre la Tierra, para recibir en su espíritu las nuevas revelaciones que habrá de llevar a las naciones. Ved como ahora ya no es tan sólo la tribu de Leví la encargada de velar por la Ley divina, sino una multitud de espíritus a los que se unirán todos los que despierten con el anhelo de formar parte del Pueblo de Dios.

Aquí están, conmovidos ante mi palabra, muchos de los que en aquel tiempo cayeron llenos de temor al escuchar la voz omnipotente de Jehová en el Sinaí; de los que habían dejado el cautiverio, las lágrimas y la humillación para levantarse en busca de la tierra de bendición y paz. Sus ojos se han abierto a una nueva luz que los hace mirar con claridad el camino recorrido por su espíritu hasta este tiempo.

Este pueblo también luchará por libertarse del nuevo Faraón representado por el mundo que alimenta su idolatría, sus miserias y tentaciones. También cruzará un desierto en el que se sentirá sólo y aislado de los demás, combatido por muchos de sus hermanos que tratarán de impedirle el paso; pero una vez que alcance la espiritualidad necesaria, oirá en lo mas profundo de su ser la voz divina hablándole de la Ley de justicia y de amor; mas no será al corazón donde descienda esa luz sino directamente al espíritu.

Cuando el pueblo esté practicando esta Doctriina, cada una de sus obras servirá para la edificación del templo espiritual en el interior del hombre.

Todos los que anheléis formar parte de ese pueblo, penetrad en vuestro interior, saturaos de fe para que seáis fuertes en la lucha y os hagáis dignos de que os llame "Israel", como en el Primer Tiempo nombré a Jacob fuerte para el bien, para el amor, para el perdón; fuerte en el celo y en la virtud, fuerte contra el pecado, el dolor, la calumnia o la miseria.

Después de daros esta lección, mi mirada seguirá vuestros pasos para contemplar la forma en que practicáis núa enseñanzas para juzgar de vuestras obras de verdadero amor.

Yo os daré ocasión de trabajar acercando al huérfano, a la viuda, al que ha caído en la lucha, al vencido por el vicio, al hambriento de luz, al sediento de verdad. No atribuyáis a la casualidad los casos que encontraréis a cada paso; pensad que es vuestro Maestro el que llama a las puertas de vuestro corazón. De cierto es digo que estáis en el tiempo en que vuestro espíritu justifique por media de la caridad su existencia en la Tiera.

Mi voz llegará a cada instante hasta vuestro espíritu para preguntaros qué estáis haciendo, en qué invertís vuestra vida y si vais cumpliendo vuestra misión.

Comprended que tenéis una gran obra que llevar a cabo, es el trabajo acumulado en mucho tiempo de abandono. No penséis que sea Yo quien os abrume con pesados fardos, quiero que saldéis vuestra deuda y cumpláis vuestra misión en la Tierra, misión que no, se reduce al cumplimiento de vuestros deberes para con vuestra familia; tenéis además de éstos, el de amaros todos sin distinción y serviros, sin deteneros por diferencias de credos, lenguas o clases.

Mi Doctrina destruirá la semilla de egoísmo, dando así a vuestro espíritu un campo sin fin en el que podáis cumplir con vuestra misión de amar.

Día tras día daré señales a la humanidad para que despierte: A unos les hablaré en su oración, o otros los prepararé con la intuición para que perciban mi voz. A los eue viven alejados de la espiritualidad, les daré sueños reveladores, proféticos; y a los materializados les hablaré por medio de los elementos de la Naturaleza, ya que éstos sólo creen en lo que miran o en lo que pueden probar con su ciencia.

Mas si ellos a pesar de esas voces, pennanecen dormidos o sordos, les haré sentir mi poder y mi justicia a la que tanto han, desafiado.

Os hablo de justicia, porque es llegado el tiempo en que mi hoz venga a segar la mies en sazón. Yo recogeré los frutos que haya dado el bien, el trigo dorado que haya sido el amor. Todo lo demás será exterminado. Los frutos del pecado y la mala yerba del egoísmo, del odio y del orgullo, caerán abatidos bajo el filo inexorable de la hoz de mi justicia.

Vengo a tiempo para segar, recordad que en aquel tiempo os dije que la mies no debe segarse antes de tiempo, sino que deben dejarse crecer el trigo y la cizaña juntos, llegar a su madurez y segar después.

¿No es ésto lo que estoy haciendo ahora? Ved como mis obras de hoy confirman mi enseñanza del Segundo Tiempo.

Os estoy hablando a través de la mente de un portavoz, cuyo entendimiento he iluminado y he puesto en sus labios palabras de sabiduría, para que el pueblo reciba este mensaje como sustento para su espíritu.

Os veo maravillados ante esta manifestación por lo que me apresuro a deciros, que siendo ésta admirable, no es todavía la última lección que he de daros, ni tampoco la expresión más elevada de mi comunicación con las hombres. Tornad esta manifestación tan sólo como una página del libro de la sabiduría espiritual que es promesa de las nuevas revelaciones que habré de daros. El libro está delante de vuestra conciencia, es mi Sabiduría, y de ese libro se desprenden torrentes de luz que bañan vuestro ser.

No podréis levantaros a luchar con verdadera fortaleza, mientras no estéis convencidos del fondo y trascendencia de esta Obra; es por eso que en cada una de mis manifestaciones desbordo mis complacencias sobre vosotros para que haya convencimiento en mi pueblo de que avanza por un camino seguro.

Tomad con amor este libro en el que está escrita vuestra misión, mas no vayáis a dormir en este tiempo de luz, ¿qué galardón podríais recibir el mañana si no tenéis méritos? No olvidéis que toda vuestra lucha tiene como finalidad la conquista de la luz, de la paz y de la perfección espiritual. Nadie ignora que para llegar a esa perfección os fue señalado el camino recto, el que os trazó la conciencia, desde que surgisteis a la vida; y para que no os desviaseis del sendero al encarnar en la Tierra, dejé impresa en ella mi huella.

Buscad esa huella en cualquier instante pasado o presente y pronto la encontraréis.

Siempre he venido a buscaros porque vuestro espíritu una vez encarnado se ha internado por diversos senderos, en los que la mayor parte de las veces se ha perdido. ¡Ah criaturas débiles que habéis caído por vuestra causa y después me habéis culpado diciendo que el camino de los hijos de Dios está lleno de tentaciones! Yo os digo que ahí donde creísteis ver muchos senderos, sólo debisteis tomar uno: el que conduce a MI; que donde mirásteis tentaciones, sólo eran frutos que había que tomar con conocimiento y respeto. ¿Podéis concebir que vuestro Padre haya creado algo que tuviera como fin el de tentaros a pecar?

Mañana, cuando la humanidad se liberte de su fardo de ignorancia y de materialismo, encontrará que aquello que consideró como un tropiezo, fue tan sólo un peldaño para que su espíritu ascendiera y tuviera experiencia; y lo que creyó que era un abismo, no era sino una prueba para fortalecerle; entonces descubrirá que lo que el hombre ha considerado como motivo de sus caídas y de sus errores, son los medios para ayudarle en su perfeccionamiento. Ante estas enseñanzas desaparecerán del corazón humano todas las supersticiones que ha creado en torno del mal.

¡Cuánta fuerza y cuánta belleza descubrirá cuando abra sus ojos a la luz de esta vida! Todo lo que su ignorancia le hizo interpretar indebidamente, haciéndole caer en errores y culpando de ello a quien creó a todos los seres, desaparecerán de la mente del hombre.

Mientras la humanidad no comprenda la verdadera ley espiritual o sintiéndose atraída hacia ese camino, caigan en fanatismo religioso, tendrá que encontrar su vida llena de tropiezos, de incertidumbre y de sombras.

¿Cuándo penetiréis en el estudio de mi Doctrina, que es como un sol divino que ilumina al espíritu y no se oculta jamás? Según vosotros, ésto es imposible, mas Yo os digo que pronto esta luz iluminará a todos los seres.

La voz de aquél a quien llamasteis "Rabí de Galilea", es la misma que en estos instantes escucháis; y si en aquel tiempo os dije "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra de Dios", ahora me acerco para deciros que no sólo de ciencia o de conocimientos humanos debe sustentarse el hombre, sino de esencia divina, porque en él habita el espíritu que sólo se alimenta de amor, de sabiduría y de paz. ¡Alimentaos y confortaos, oh discípulos míos, para que llevéis la verdadera. vida en vosotros!

Se acercan tiempos de lucha y de amargura, y es menester que estéis preparados para que deis testimonio de mi Doctrina, con vuestra fe y firmeza en el cumplimiento de mis enseñanzas.

A veces mis discípulos incrédulos quisieran que les mostrara el cuerpo que llevé en el Segundo Tiempo, las manos taladradas y sangrantes, para creer que estoy de nuevo entre mi pueblo; Y en su corazón me dicen: ¿Cómo vamos a dar testimonio de Tí, si no te hemos visto? Mas Yo os pregunto: ¿conocéis mis palabras de aquel tiempo en que os anuncié volver? ¿Cuándo os anuncié que vendría en cuanto hombre? Necesitáis ver para creer, porque os habéis materializado; en cambio hay quienes sin saber las profecías, sienten mi presencia y comprenden la verdad; esos son los que llevan limpia la mente y el corazón.

El espíritu está dotado de una mirada superior a la humana, para que sea él quien descubra la verdad y mire en ella la faz de su Padre. ¿Cómo queréis descubrir con vuestros sentidos lo divino, si antes no lo ha presentido vuestro espíritu? No son estas palabras un reproche a vuestra escasa fe, ni os rechazo porque dudáis; por el contrario, son precisamente esas lámparas apagadas las que vengo buscando para encenderlas con el fuego de amor de mi Espíritu.

Hay quienes se estremecen de gozo al escuchar esta palabra, son los que sienten mi presencia. Mañana, cuando haya dejado de comunicarme en esta forma, los que al oírme no hayan podido comprenderme o hayan dudado, al espiritualizarse se lamentarán al recordar que estuvieron presentes ante mi manifestación y no creyeron. A ellos les bañaré con mi luz y escucharán interiormente mi voz que les dice: No temáis, buscadme en el fondo de vuestro corazón y ahí encontraréis muchas de mis palabras guardadas para el instante en que las necesitéis.

Venid a Mí pueblos y naciones del mundo. Venid hombres de todas las razas, mi Ley os espera en el Reino de la paz, para que forméis un solo pueblo: el Pueblo de Dios.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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