Bienvenidos seais, corazones hambrientos y sedientos de luz. Estad conmigo y
jamás moriréis porque Yo soy la vida.
Ayer os sentíais morir porque habíais perdido la esperanza y la fe; no había en
vuestro corazón una luz que os guiara por el sendero de la vida verdadera, ni
una voz que os dijera con caridad: "Venid, esta es la senda de la
paz", hasta que oíste mi palabra siempre llena de amor y de consuelo, y su
luz os devolvió la calma.
Vuestra ceguedad se ha iluminado con la luz de vuestra conciencia y ésta
siempre os dicta oración, caridad y enmínienda. Así habéis llegado ante mi
presencia y mi palabra ha sido como faro luminoso y salvador que iluminó
vuestra senda. Desde ese instante, habéis comprendido que esta luz sólo de Mí
puede brotar y me habéis dicho: "Señor, eres Tú, a quien tanto esperaba,
hoy sé que te amaba y te necesitaba, Maestro".
Si, discípulos, aquí me tenéis ayudándoos a dar los primeros pasos en el camino
de asención, hasta dejaros preparados como verdaderos discípulos de mi
enseñanza y de mis revelaciones, para enviaros más tarde a comarcas y naciones
a propagar esta fe.
La lucha será en pleno tiempo de pecado, de calamidades y dolores, y no
tendréis más recursos que los de vuestra espiritualidad ni más armas que la
verdad. Os he escogido pobres, torpes y humildes, corno tierra sin cultivo,
pero propicia, para ser fecundada y recibir la simiente espiritual.
No he venido en busca de filósofos, teólogos ni científicos, sino del pueblo
humilde que siempre me ha esperado y acude a mi llamado, para restituir a su
espíritu la heredad olvidada o mal empleada.,
La humanidad no ha logrado penetrar al fondo de las revelaciones de los dos
primeros tiempos, mas en éste, el tercero, mi palabra os hará comprender,
interpretar y practicar mis enseñanzas anteriores uniéndolas a las presentes.
En este tiempo, no he nacido para el mundo en cuanto hombre; he llegado a
vosotros en la luz de mi Espíritu hecha palabra humana, y en ésta os doy mi
esencia, para levantar la fe en vuestro corazón.
Os estoy resucitando y despertando, haciendo que vuestros ojos cegados por las
tinieblas de este mundo, contemplen la verdad eterna.
Vengo a revelaros lo que el hombre de ciencia no puede enseñaros, porque no se
conoce; él ha dormido en su grandeza terrenal y no se ha elevado a Mí en busca
de mi sabiduría.
Se han cerrado los corazones de los pastores que en diferentes, sectas y
religiones debieron enseñar la ciencia espiritual que es grandeza y riqueza
para el espíritu.
He mirado que la ley y doctrinas que legué a la humanidad en tiempos pasados,
se encuentran ocultas y han sido sustituidas por ritos, cultos exteriores y
tradiciones.
Mas vosotros, que reconocéis íntimamente que la esencia de esta palabra es la
misma que recibió Israel en el monte Sinaí y la que escucharon las multitudes
en labios de Jesús en el Segundo Tiempo, seréis los que, con vuestro culto y
vuestros obras, enseñéis que la Ley divina no debe olvidarse por cumplir con
necias tradiciones que no benefician al espíritu.
Aprended de Mí, discípulos, no permanezcáis más en la oscuridad, preparaos de
espíritu y materia para que pronto salgáis a la luz y mi Mensaje sea conocido.
Preparaos para que os dé a conocer mi voluntad a través de vuestra inspiración.
Quiero que la luz de mi Espíritu resplandezca en vuestra mente y que las
palabras que broten de vuestros labios procedan del espíritu. No intentéis hablar
de esta Obra si no estáis preparados
para sentir vuestras palabras. Espíritu, corazón y mente, tendrán que unirse en
vuestro ser, si queréis servir como medio para que pase mi palabra, por vuestro
conducto.
Las nuevas generaciones ya no me escucharán bajo la forma que ahora
presenciáis, porque el término señalado por Mí en que dejaré de manifestarme
así, se acerca, es 1950. Hasta el último día de ese año postrero os daré mi
palabra, os hablaré incansablemente, os animaré y mi voz dulcísima, de esencia
y de luz, llegará como un torrente sobre mi pueblo.
Los que me escuchen hasta el final, deberán ser fuertes y quedarán como ejemplo
de discípulos obedientes. No debilitarán en las pruebas, no se estacionarán ni
se dividirán.
¿Qué
sería de este pueblo si cuando unos lucharan por la espiritualidad otros se
aletargaran en antiguas y retrasadas prácticas e inútiles tradiciones?
Lucharéis unidos para que no debilitéis en la jornada y velaréis para que
escuchéis con claridad la voz de la conciencia.
Vivid alerta para que no seáis criaturas débiles, sino espíritus fuertes. Guiad
vuestros pasos por la senda de la caridad, del amor y la justicia; no os
privéis de lo que Yo he dispuesto Para vuestro sano recreo corporal; también os
digo que no atormentáis a vuestro espíritu negándole lo que le pertenece, para
que ambos, cuerpo y espíritu, formen una sola voluntad y sobre estos vigile la
conciencia que es mi luz divina.
No quiero que el mundo os envuelva en su materialismo y os arrebate la gracia
que os he confiado, porque volveríais a vuestra vida de miseria y de dolor, de
la cual os he rescatado.
No olvidéis que he venido a salvaros, ayudándoos a sobreponemos a vuestra
debilidad para romper las cadenas que os oprimen y lleguéis a experimentar la
satisfacción de haberos librado de flaquezas, de enfermedades y de miserias.
Todo aquel que se levante en pos de mi huella, encontrará en Mí la fortaleza y
un Cirineo que lo acompañará hasta el final de la jornada. El que tenga hambre
y sed de luz y salvación, hallará en mi Obra el pan y el agua de vida eterna.
Fortaleced vuestro espíritu para los trances difíciles, a tal grado que si
llegaseis a caer en presidio por seguir mi huella, al recordar los
padecimientos de vuestro Maestro, os sintáis confortados, sabiendo que Yo
estaré con vosotros en ese trance. Si contempláis que un ser querido ha caído
en el lecho del dolor y se encuentra a punto de expirar, volved vuestro
pensamiento a Mi y mansamente dejad que se haga mi voluntad; entonces veréis
realizarse un prodigio, como premio a vuestra conformidad y vuestra fe ante mis
designios. Los que en el camino de la vida os vayáis quedando solos, recordad a
Jesús alejado de su Madre y de sus discípulos, caminando mansamente hacia el
Calvario, seguido de una turba, pero solo en su corazón,
Cuando llevéis a vuestra mente ese recuerdo, experimentaréis una dulce
sensación de consuelo, pensando que Yo os prometí acompañamos en vuestras
tristezas y apartar vuestro cáliz de amargura
El dolor os purificará y después, cuando el tiempo de vuestras aflicciones haya
pasado, os consideraréis dichosos por haber todo ocasión de imitar a vuestro
Maestro, y sentiréis que sois poseedores de una heredad espiritual.
Estudiad con atención mi Doctrina y comprobaréis cómo una lección mía, confirma
la anterior, de la misma manera que mi palabra de este tiempo confirma cuanto
os dije en el tiempo pasado.
Pocos son los hombres que conocen las señales de que una nueva era ha comenzado
y de que me estoy manifestando espiritualmente a la humanidad. En su mayoría
consagran su vida y esfuerzos al progreso material y en esa lucha sorda y a
veces sangrienta por alcanzar su objeto, caminan como ciegos, pierden el
derrotero, no saben qué es lo que persiguen, no han logrado ver la claridad de
la nueva aurora, no perciben las señales y están muy lejos de haber alcanzado
el conocimiento de mis revelaciones.
Esta humanidad ha creído más en las doctrinas y las palabras de los hombres,
que en las revelaciones que a través de los tiempos le he concedido. ¿Por
ventura esperáis que el Padre en su justicia os envíe mayores señales de las
que a cada paso contempláis, para sentir y creer que este es el tiempo predicho
para ni manifestación como Espíritu de Verdad? ¡Ah hombres de poca fe! Ahora
comprenderéis discípulos, por qué a veces os digo que mi voz clama en el
desierto, porque no hay quien la escuche y atienda en verdad.
Despertad, pueblo, para que os sintáis estremecidos ante esta voz de justicia,
para que os sintáis movidos a anunciar a vuestros hermanos que la Ley, la luz,
el juicio y con ello la salvación de la humanidad, han llegado al mundo.
No miréis como un imposible vuestro cumplimiento dentro de esta lucha. Desde
ahora me anticipo a deciros que no seréis sólo vosotros quienes redimiréis a
esta humanidad, ni quienes transformaréis la vida de los pueblos; esas obras Yo
las haré, porque son sobrehumanas. Sólo quiero que cumplais con la misión que
os corresponde y dejéis que las nuevas generaciones lleven mi semilla más allá
de donde vosotros hayais logrado llevar.
¿Imagináis el gozo del que retorna a la vida espiritual habiendo cumplido en la
Tierra con el destino Que su Padre le ha trazado? Su satisfacción y su paz son
infinitamente mayores a todas las satisfacciones que en la vida humana puede
recoger el espíritu.
Y
esa oportunidad os la estoy ofreciendo para que seáis de los que gocen cuando
retornéis a vuestro reino y no de aquellos que sufren y lloren enmedio de su
turbación o de su arrepentimiento.
Yo acudo presuroso al escuchar vuestras veces de auxilio, cuando lucháis como
náufragos contra las embravecidas olas de ese mar de pasiones en que navega la
humanidad de este tiempo. Vuestra plegaria llega a Mí, y mi caridad se extiende
a semejanza de un manto de paz, como en otro tiempo en que acompañado de mis
discípulos navegaba en el mar de Galilea, y las olas encrespadas amenazaban
hundir la barca; ellos temerosos me pidieron con angustia que los salvase,
porque se sentían perecer y Yo les demostré que el que está conmigo y confía en
Mí, no perece jamás.
La barca en este tiempo es mi Obra, el mar es la vida, la tempestad son las
pasiones, las vicisitudes, las pruebas.
¡Bienaventurado el que se encuentre dentro de esta barca cuando las tempestades
se desaten, porque él será salvo!
Cruzad ese mar e id con fe absoluta en pos de la ribera, sabiendo que en ella
está la paz perfecta. ¿Quién podrá perderse en esta travesía si navega guiado
por la brújula de su conciencia?
Si alguno se sintiera fatigado, llámeme; si algún otro sintiera que su fe
flaquea, ore y Yo estaré a su lado al instante para darle ayuda; mas ninguno
intente retroceder al punto de partida ni se resigne a perecer envuelto por las
olas de la tempestad.
Perfeccionad vuestra oración, porque es menester que conozcáis la fuerza
espiritual que ella imparte. Es la escala por la cual ascenderéis a Mí en una
verdadero comunión de espíritus.
¡Cómo se ensombrece el camino de aquél que apaga su fe o pierde la confianza en
Mí! Vosotros que estáis velando, orad por el mundo que duerme.
¿Os parece extraño que os procure con tanto afán? Es que no tenéis verdadero
conocimiento de lo que es mi amor por vosotros, o de lo que significáis para
Mí, porque os habéis formado un concepto muy, pobre, respecto de vuestro Padre,
ya que mientras unos os sentís dioses sobre la Tierra, otros por el contrario
os sentís indignos de ni amor. Yo os digo que si la naturaleza material ha sido
asombro y maravilla para los hombres, más grande y maravillosa es la vida
espiritual; y para gloria y goce de vosotros, sabed que pertenecéis a ambas
naturalezas. Así mi palabra viene a enseñaros cuanto necesitáis saber de Mí y
de vosotros para vuestra elevación.
En este día es mí voluntad revelaros que para el año de 1950 estarán reunidos
los 144,000 espíritus señalados y destinados por Mí para llevar al mundo mi
semilla de amor. Unos estarán encarnados y otros en el valle espiritual. Todos
permanecerán despiertos bajo la luz de mí inspiración y cada uno será una
antorcha que iluminará el camino de grandes multitudes Y las conducirá al Reino
espiritual
En el tiempo en que Israel cruzaba el desierto en busca de la Tierra Prometida,
fue la tribu de Leví la que ensenó al pueblo el culto y le recordó y ayudó a
comprender la Ley divina. Ya establecidas las tribus en la tierra que habían
conquistado con su fe y perseverancia, siguió siendo la tribu de Leví la que
veló por la Ley. Mas han pasado los tiempos, el espiritu del hombre ha
evolucionado y la semilla divina que a Israel se le confió llegó a muchos
pueblos y ahora se encuentra diseminada en toda la humanidad.
Ese pueblo ha resurgido pleno de luz sobre la Tierra, para recibir en su
espíritu las nuevas revelaciones que habrá de llevar a las naciones. Ved como
ahora ya no es tan sólo la tribu de Leví la encargada de velar por la Ley
divina, sino una multitud de espíritus a los que se unirán todos los que
despierten con el anhelo de formar parte del Pueblo de Dios.
Aquí están, conmovidos ante mi palabra, muchos de los que en aquel tiempo
cayeron llenos de temor al escuchar la voz omnipotente de Jehová en el Sinaí;
de los que habían dejado el cautiverio, las lágrimas y la humillación para
levantarse en busca de la tierra de bendición y paz. Sus ojos se han abierto a
una nueva luz que los hace mirar con claridad el camino recorrido por su espíritu
hasta este tiempo.
Este pueblo también luchará por libertarse del nuevo Faraón representado por el
mundo que alimenta su idolatría, sus miserias y tentaciones. También cruzará un
desierto en el que se sentirá sólo y aislado de los demás, combatido por muchos
de sus hermanos que tratarán de impedirle el paso; pero una vez que alcance la
espiritualidad necesaria, oirá en lo mas profundo de su ser la voz divina
hablándole de la Ley de justicia y de amor; mas no será al corazón donde
descienda esa luz sino directamente al espíritu.
Cuando el pueblo esté practicando esta Doctriina, cada una de sus obras servirá
para la edificación del templo espiritual en el interior del hombre.
Todos los que anheléis formar parte de ese pueblo, penetrad en vuestro
interior, saturaos de fe para que seáis fuertes en la lucha y os hagáis dignos
de que os llame "Israel", como en el Primer Tiempo nombré a Jacob
fuerte para el bien, para el amor, para el perdón; fuerte en el celo y en la virtud,
fuerte contra el pecado, el dolor, la calumnia o la miseria.
Después de daros esta lección, mi mirada seguirá vuestros pasos para contemplar
la forma en que practicáis núa enseñanzas para juzgar de vuestras obras de
verdadero amor.
Yo os daré ocasión de trabajar acercando al huérfano, a la viuda, al que ha
caído en la lucha, al vencido por el vicio, al hambriento de luz, al sediento
de verdad. No atribuyáis a la casualidad los casos que encontraréis a cada
paso; pensad que es vuestro Maestro el que llama a las puertas de vuestro
corazón. De cierto es digo que estáis en el tiempo en que vuestro espíritu
justifique por media de la caridad su existencia en la Tiera.
Mi voz llegará a cada instante hasta vuestro espíritu para preguntaros qué
estáis haciendo, en qué invertís vuestra vida y si vais cumpliendo vuestra
misión.
Comprended que tenéis una gran obra que llevar a cabo, es el trabajo acumulado
en mucho tiempo de abandono. No penséis que sea Yo quien os abrume con pesados fardos,
quiero que saldéis vuestra deuda y cumpláis vuestra misión en la Tierra, misión
que no, se reduce al cumplimiento de vuestros deberes para con vuestra familia;
tenéis además de éstos, el de amaros todos sin distinción y serviros, sin
deteneros por diferencias de credos, lenguas o clases.
Mi Doctrina destruirá la semilla de egoísmo, dando así a vuestro espíritu un
campo sin fin en el que podáis cumplir con vuestra misión de amar.
Día tras día daré señales a la humanidad para que despierte: A unos les hablaré
en su oración, o otros los prepararé con la intuición para que perciban mi voz.
A los eue viven alejados de la espiritualidad, les daré sueños reveladores,
proféticos; y a los materializados les hablaré por medio de los elementos de la
Naturaleza, ya que éstos sólo creen en lo que miran o en lo que pueden probar
con su ciencia.
Mas si ellos a pesar de esas voces, pennanecen dormidos o sordos, les haré
sentir mi poder y mi justicia a la que tanto han, desafiado.
Os hablo de justicia, porque es llegado el tiempo en que mi hoz venga a segar
la mies en sazón. Yo recogeré los frutos que haya dado el bien, el trigo dorado
que haya sido el amor. Todo lo demás será exterminado. Los frutos del pecado y
la mala yerba del egoísmo, del odio y del orgullo, caerán abatidos bajo el filo
inexorable de la hoz de mi justicia.
Vengo a tiempo para segar, recordad que en aquel tiempo os dije que la mies no
debe segarse antes de tiempo, sino que deben dejarse crecer el trigo y la
cizaña juntos, llegar a su madurez y segar después.
¿No es ésto lo que estoy haciendo ahora? Ved como mis obras de hoy confirman mi
enseñanza del Segundo Tiempo.
Os estoy hablando a través de la mente de un portavoz, cuyo entendimiento he
iluminado y he puesto en sus labios palabras de sabiduría, para que el pueblo
reciba este mensaje como sustento para su espíritu.
Os veo maravillados ante esta manifestación por lo que me apresuro a deciros,
que siendo ésta admirable, no es todavía la última lección que he de daros, ni
tampoco la expresión más elevada de mi comunicación con las hombres. Tornad
esta manifestación tan sólo como una página del libro de la sabiduría
espiritual que es promesa de las nuevas revelaciones que habré de daros. El
libro está delante de vuestra conciencia, es mi Sabiduría, y de ese libro se
desprenden torrentes de luz que bañan vuestro ser.
No podréis levantaros a luchar con verdadera fortaleza, mientras no estéis
convencidos del fondo y trascendencia de esta Obra; es por eso que en cada una
de mis manifestaciones desbordo mis complacencias sobre vosotros para que haya
convencimiento en mi pueblo de que avanza por un camino seguro.
Tomad con amor este libro en el que está escrita vuestra misión, mas no vayáis
a dormir en este tiempo de luz, ¿qué galardón podríais recibir el mañana si no
tenéis méritos? No olvidéis que toda vuestra lucha tiene como finalidad la
conquista de la luz, de la paz y de la perfección espiritual. Nadie ignora que
para llegar a esa perfección os fue señalado el camino recto, el que os trazó
la conciencia, desde que surgisteis a la vida; y para que no os desviaseis del
sendero al encarnar en la Tierra, dejé impresa en ella mi huella.
Buscad esa huella en cualquier instante pasado o presente y pronto la
encontraréis.
Siempre he venido a buscaros porque vuestro espíritu una vez encarnado se ha
internado por diversos senderos, en los que la mayor parte de las veces se ha
perdido. ¡Ah criaturas débiles que habéis caído por vuestra causa y después me
habéis culpado diciendo que el camino de los hijos de Dios está lleno de
tentaciones! Yo os digo que ahí donde creísteis ver muchos senderos, sólo
debisteis tomar uno: el que conduce a MI; que donde mirásteis tentaciones, sólo
eran frutos que había que tomar con conocimiento y respeto. ¿Podéis concebir
que vuestro Padre haya creado algo que tuviera como fin el de tentaros a pecar?
Mañana, cuando la humanidad se liberte de su fardo de ignorancia y de
materialismo, encontrará que aquello que consideró como un tropiezo, fue tan
sólo un peldaño para que su espíritu ascendiera y tuviera experiencia; y lo que
creyó que era un abismo, no era sino una prueba para fortalecerle; entonces
descubrirá que lo que el hombre ha considerado como motivo de sus caídas y de
sus errores, son los medios para ayudarle en su perfeccionamiento. Ante estas
enseñanzas desaparecerán del corazón humano todas las supersticiones que ha
creado en torno del mal.
¡Cuánta fuerza y cuánta belleza descubrirá cuando abra sus ojos a la luz de
esta vida! Todo lo que su ignorancia le hizo interpretar indebidamente,
haciéndole caer en errores y culpando de ello a quien creó a todos los seres,
desaparecerán de la mente del hombre.
Mientras la humanidad no comprenda la verdadera ley espiritual o sintiéndose
atraída hacia ese camino, caigan en fanatismo religioso, tendrá que encontrar
su vida llena de tropiezos, de incertidumbre y de sombras.
¿Cuándo penetiréis en el estudio de mi Doctrina, que es como un sol divino que
ilumina al espíritu y no se oculta jamás? Según vosotros, ésto es imposible,
mas Yo os digo que pronto esta luz iluminará a todos los seres.
La voz de aquél a quien llamasteis "Rabí de Galilea", es la misma que
en estos instantes escucháis; y si en aquel tiempo os dije "No sólo de pan
vive el hombre, sino de toda palabra de Dios", ahora me acerco para
deciros que no sólo de ciencia o de conocimientos humanos
debe sustentarse el hombre, sino de esencia divina, porque en él habita el
espíritu que sólo se alimenta de amor, de sabiduría y de paz. ¡Alimentaos y
confortaos, oh discípulos míos, para que llevéis la verdadera. vida en
vosotros!
Se acercan tiempos de lucha y de amargura, y es menester que estéis preparados
para que deis testimonio de mi Doctrina, con vuestra fe y firmeza en el
cumplimiento de mis enseñanzas.
A
veces mis discípulos incrédulos quisieran que les mostrara el cuerpo que llevé
en el Segundo Tiempo, las manos taladradas y sangrantes, para creer que estoy
de nuevo entre mi pueblo; Y en su corazón me dicen: ¿Cómo vamos a dar
testimonio de Tí, si no te hemos visto? Mas Yo os pregunto: ¿conocéis mis
palabras de aquel tiempo en que os anuncié volver? ¿Cuándo os anuncié que
vendría en cuanto hombre? Necesitáis ver para creer, porque os habéis
materializado; en cambio hay quienes sin saber las profecías, sienten mi
presencia y comprenden la verdad; esos son los que llevan limpia la mente y el
corazón.
El espíritu está dotado de una mirada superior a la humana, para que sea él
quien descubra la verdad y mire en ella la faz de su Padre. ¿Cómo queréis
descubrir con vuestros sentidos lo divino, si antes no lo ha presentido vuestro
espíritu? No son estas palabras un reproche a vuestra escasa fe, ni os rechazo
porque dudáis; por el contrario, son precisamente esas lámparas apagadas las
que vengo buscando para encenderlas con el fuego de amor de mi Espíritu.
Hay quienes se estremecen de gozo al escuchar esta palabra, son los que sienten
mi presencia. Mañana, cuando haya dejado de comunicarme en esta forma, los que
al oírme no hayan podido comprenderme o hayan dudado, al espiritualizarse se
lamentarán al recordar que estuvieron presentes ante mi manifestación y no
creyeron. A ellos les bañaré con mi luz y escucharán interiormente mi voz que
les dice: No temáis, buscadme en el fondo de vuestro corazón y ahí encontraréis
muchas de mis palabras guardadas para el instante en que las necesitéis.
Venid a Mí pueblos y naciones del mundo. Venid hombres de todas las razas, mi
Ley os espera en el Reino de la paz, para que forméis un solo pueblo: el Pueblo
de Dios.
¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!
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