para vosotros es día de fiesta aquel en que escucháis mi palabra. Los que
tenéis fe os recreáis, y los que tenéis dudas os atormentáis, porque quisiérais
verme en cuanto hombre para tener absoluta certeza de mi presencia.
No temáis, os dice el Maestro porque aun sin verme ni tocarme, llegaréis a
creer. Mi palabra, a la vez que persuade, sensibiliza todas las fibras
espirituales de vuestro ser y llegaréis a sentir las manifestaciones
espirituales junto a vosotros, cuando la paz llama a vuestras puertas o el amor
se acerca a vuestro corazón, cuando la muerte ronda o la tentación acecha. la
mejor herencia que os dejaré será esta Doctrina porque aquel que sepa
interpretarla y practicarla como ella requiere,
alcanzará la suprema paz de] espíritu; mas quien la altere en la interpretación
o en la práctica, llorará con gran amargura; pero éstos no me podrán culpar a
Mí porque su conciencia les dirá que ese dolor es la prueba de que han estado
fuera de la Ley.
También en la Tierra os heredan vuestros padres con enseñanzas y consejos y
aquellos que los obedecen y respetan, invariablemente recogen buenos frutos en
el camino de su vida. Mas los que desoyen y olvidan sus palabras, dando más
valor a los bienes materiales que reciben como parte de su herencia que a las
lecciones de amor que recibieron, están expuestos a la caída y a las
vicisitudes. Preguntaos: ¿Será justo que esos hijos que han faltado, cuando
sienten los rigores y sufrimientos que son consecuencia de su desobediencia,
digan que es su Padre quien los ha castigado? No, hijos míos, son vuestras
obras las que os traen siempre un premio o un castigo.
Discípulos amados os estoy dando mi lección de amor. En medio de esta humildad
en que se desarrollan mis manifestaciones, está mi santuario, ese templo
espiritual donde no se celebran ritos, ni os deslumbra el falso esplendor de
las liturgias; donde sólo oís una voz que a veces es dulce y consoladora, a
veces profundamente sabia y en ocasiones severa y justiciera.
Esa es la razón por la que nunca os cansáis de escucharla y siempre es sentís
subyugados por ella, porque aunque mis lecciones guarden semejanza exterior
entre unas y otras, habéis llegado a descubrir que son diferentes en su sentido
y os llevan progresivamente al conocimiento espiritual de mi verdad.
De diversos lugares de la Tierra venís a escucharme y os doy el nombre de
representantes. Si sois un padre o una madre de familia, os recibo como
representantes del hogar, si sois un hijo, os recibo en representación de la
familia; a los que venís de una comarca, os tomo como representantes de ésta, y
si llegáis de un país distante, os nombro representante de vuestra nación. Para
Mí, todos sois mis hijos, mis discípulos amados a quienes enseño sin distinción
alguna.
A
los que dudan de mi palabra les digo que esperen, que guarden la duda en su
corazón y cierren, sus labios, en cambio, que abran sus oídos, su entendimiento
y corazón porque es tiempo de sorpresas y maravillas que sólo podrán presenciar
y confirmar los que se encuentren preparados.
Ya se está librando la batalla final y es necesario que tengáis armas para
combatir y escudo para defenderos; mas como este juicio no es como el mundo lo
ha esperado, no se ha dado cuenta de que ya se encuentra dentro de él. Todo
aquel que haya despertado, si tiene caridad de sus hermanos, dé la voz de
alerta y testifique la buena nueva entre la humanidad. Veo entre este pueblo a
muchos que pudiendo hablar para dar testimonio, callan; en cambio otros que sin
haber comprendido mi enseñanza, son incansables hablando de ella sin conocer su
sentido y trascendencia, y por esto caen muchas veces en prevaricación. A éstos
les digo que antes estudien y se preparen para que no haya causa de que alguien
se confunda o juzgue mal mi Obra.
También os advierto que no podrá decirse discípulo mío, aquel que tomare mi
palabra como una espada para herir a su hermano, o como un cetro para
humillarle. Así como aquel que se exaltare al hablar de esta Doctrina y
perdiese la calma, porque no levantará ninguna simiente de fe.
Discípulo preparado será aquel que al verse atacado en su fe, en lo más
sagrado de sus creencias, sepa permanecer sereno, porque será como un faro
en medio de una tempestad.
Oídme incansablemente, para que vuestra fe se acreciente y dejéis satisfecho el
anhelo de elevación de vuestro espíritu.
La lección que os di en el Segundo Tiempo, lección que muchos no han entendido
y otros han olvidado, en este tiempo haré que sea comprendida por todos y que
además se le dé cumplimiento mediante mis nuevas enseñanzas.
Vosotros, que habéis recibido estas revelaciones, sois los indicados para
anunciar a la humanidad mi nueva manifestación a través del entendimiento
humano. ¿Quién queréis que dé este testimonio, si no sois vosotros? Si esperáis
que los príncipes o ministros de las religiones lleven a la humanidad esta
buena nueva, estáis en un error; porque en verdad os digo que ellos, aunque me
mirasen, no abrirían sus labios para decir a la humanidad: ¡He ahí a Cristo, id
a El! No. discípulos, no serán ellos los que me anuncien ni los que abran
nuevas sendas a los hombres de este, tiempo. En cambio, mi palabra os prepara
sin cesar, para que habléis fielmente de lo que vísteis y oísteis de Mí, y
sobre todo para que lo confirméis con vuestro culto y vuestras obras de amor
hacia vuestros hermanos.
Dejad que mi palabra os llene de fortaleza, para que no seáis débiles en las pruebas,
recordad que la senda de la virtud está a veces sembrado de espinas y
tentaciones.
Comprended cuán delicada es esta Obra, discípulos amados, y todo lo que tenéis
que analizar y velar para no caer en errores ni sembrar la división entre vuestros
hermanos.
Guardad mi palabra y seréis fuertes, porque Yo vengo a edificar templos que
resistan los mas fuertes vendavales.
Nadie me diga que se siente fatigado para emprender esta jornada, porque no
será el espíritu el que así hable, sino la materia. Yo os digo que os basta
desprenderos un poco del mundo material en que vivís para que os sintáis libres
de fardos fatigosos. El espíritu elevado no experimenta cansancio, es el cuerpo
el que se fatiga en la lucha material. Esta misión espiritual, llevada con
amor, no abruma ni cansa, en cambio sí aligera las penas de vuestra vida y
fortalece al cuerpo y al espíritu.
Debo deciros, discípulos, que el que siente amor por sus semejantes, no
experimenta cansancio. ¿Creéis que si Yo no os amase como os amo, habría
aceptado el juicio y el sacrificio a que me sometisteis en aquel tiempo? Pero
mi amor hacía la humanidad dio fuerzas a Jesús y en él llevé a cabo mi obra
redentora. Comprended que según sea vuestro amor por vuestros semejantes, así
será la fuerza con que podréis soportar sus ofensas y el cansancio que vuestra
misión os haga experimentar.
Orad, fortaleceos en el bien, para que borréis vuestras imperfecciones y os
sintáis más dignos de mi amor cada día.
En
esta hora bendita, mi rayo divino ha tocado la mente de mis portavoces en los
diferentes recintos consagrados a esta comunicación, y esa luz se ha
transformado en palabra de vida para el espíritu de mi pueblo. Esta
manifestación es semejante a aquella en que el maná descendió sobre el pueblo
hambriento y lo alimentó en los días de escasez en el desierto. Nadie tema
encontrarse solo, porque habéis visto que en todos los tiempos os he dado
pruebas de mi presencia.
¿No sentís cómo mi caridad os va apartando poco a poco de todo lo que es
superfluo y nocivo? Es que me place que os purifiquéis en el manantial de aguas
puras que os ofrecen mis enseñanzas, para que limpios, seáis dignos de mis
revelaciones.
Oíd, discípulos: El tiempo anunciado, en el que mi Espíritu se derramaría sobre
todo espíritu y sobre toda carne, en el que la humanidad tendría visiones
espirituales y sueños simbólicos y proféticos, es éste. Observad cómo se hacen
sentir los dones espirituales entre los hombres de diferentes pueblos. Mas
entre todos existe uno, ignorado y humilde, en el que las manifestaciones
espirituales se han hecho claras, precisas y justas. En él he venido a hacer
oír mi voz de Maestro, revelándole la finalidad de esos dones, señalándole el
camino certero para el desempeño de su misión.
Este es mí pueblo, sobre el que descenderán mis revelaciones, el sucesor de
aquel pueblo antiguo que fue llamado Israel en los primeros tiempos y que ahora
resurge en el mundo, llevando en su espíritu la misión de dar a conocer mi
verdad a la humanidad.
Este pueblo oye mi voz en este tiempo y se alimenta de Mí, como sarmiento de la
vid eterna. Cada uno de sus hijos deberá dar al mundo los frutos del árbol del
cual tomaron vida. Mi palabra como riego de aguas purísimas les fecundará y
preparará a fin de que nunca reciban el riego de aguas contaminadas, porque
entonces el sabor y la savia del fruto espiritual de este pueblo no sería ya el
del árbol divino.
En estos tiempos de materialismo, mis lecciones de amor han sido olvidadas
debido a las tinieblas que envuelven a la humanidad; Mas Yo os digo que las
busquéis en vuestro espíritu, de donde no podrán ser borradas, porque ahí
permanecen latentes todos vuestros dones como una lámpara inextinguible que
ilumina el sendero que debéis seguir hasta alcanzar el galardón que os tengo
prometido.
He venido a reunir a mi pueblo para derramar en él mi sabiduría. Sólo Yo puedo
descubrir a los que han de servirme. En tres eras he buscado discípulos para
darles mi lección y prepararlos como emisarios míos; en cada una de esas eras
me he manifestado en diferente forma y mi presencia ha sorprendido a los
hombres, porque no han sabido prepararse para escucharme, aun sabiendo que es
llegado el tiempo de que estos sucesos se verifiquen. Y cuando he estado frente
a ellos, no me han reconocido, a pesar de que mi palabra les ha ofrecido la
misma esencia, porque la finalidad de mis enseñanzas ha sido la misma en todos
los tiempos. Yo os digo que cualquiera que sea la forma en que ante vosotros me
manifieste, podréis reconocerme, ya que siempre os muestro mi amor. Las formas
de que me he servido para hacerme presente ante la humanidad, no han sido un
disfraz para ocultarme a sus miradas, si no un medio de limitarme para ser
comprendido, para probar su fe y darle confianza en Mí.
Vosotros, los que no estáis seguros de esta comunicación, callad hasta en tanto
llegue a vosotros el convencimiento.
Muchas de vuestras dudas han nacido de que miráis en estos portavoces a seres
imperfectos y eso os hace pensar si será posible que el Espíritu Divino os
hable por este medio. Mas Yo os pregunto. ¿En dónde están los limpios de
corazón y los justos para manifestarme en ellos? Yo no los encuentro en la
Tierra, ni entre los ancianos, ni entre las doncellas, ni siquiera en los
niños, menos entre los filósofos o en los hombres de ciencia, tampoco en los
ministros de las diversas religiones. Entonces, he buscado entre los humildes a
los que además de tener virgen la mente, poseen suficiente evolución espiritual
y ellos me han servido con verdadero amor.
Si os hago oír mi palabra por conducto de labios humanos sin dejarrne mirar, es
para daros ocasión de hacer méritos y repetir aquella frase que os dí en el Segundo
Tiempo cuando os dije: "Bienaventurados los que sin ver han creido".
Cuando hayan pasado estos tiempos de mi comunicación, comprenderéis que os
busqué como el medio más digno, por ser mis hijos, para expresar a través de
vuestro entendimiento mi amor y mi anhelo de elevaros hasta Mí.
No dudéis del valor que para MI representáis. Os ha probado mi amor desde el
instante en que os envié al paraíso de mi Creación. Allí os he dado cuanto
necesitáis para vuestro recreo y subsistencia, mas también para vuestra
elevación espiritual. En ese ameno jardín podeis conocer y amar a vuestro
Creador, descubriendo en vuestro propio espíritu los dones y atributos de quien
es ha dado la existencia.
El hombre en la Tierra es un príncipe a quien mi amor y mi justicia dieron ese
título y la orden que recibió desde el principio fue la de señorear la Tierra.
Sobre el divino don de su libre albedrío puse un faro de luz que lluminra la
senda de su vida: la conciencia.
Libertad para obrar y la luz de la conciencia para distinguir el bien del mal,
son dos de los mayores dones con que mi amor de Padre heredó a vuestro
espíritu. Están en el hombre antes de que nazca y después de que muere. La
conciencia lo guía y no se aparta de él en la desesperación, ni en la pérdida
de la razón ni en la agonía, porque está íntimamente unida al espíritu.
Si comprendéis todo ésto que os enseño, ¿Seguiréis pensando que no sea digno
que mi Espíritu se comunique con la humanidad a través de mis propios hijos?
¡Qué mal conocéis a vuestro Padre y cuán poco os conocéis a vosotros mismos!
Este es tiempo de sorpresas, de señales y prodigios y debéis estar alerta para
que mis revelaciones no vayan a pasar inadvertidas por vosotros. Observad,
sentid, meditad. No sólo la palabra divina os habla, la Creación entera también
os habla sin cesar en su lenguaje y os señala el camino de vuestros deberes.
Os encuentro en este tiempo capacitados para entender el libro de la sabiduría
espiritual, y alcanzar gran progreso si sabéis concentraros en el fondo de
vuestro ser, permitiendo que vuestro espíritu encienda la luz de su fe y con
ella ilumine el sendero de su evolución.
Si os he dicho alguna vez que escuchéis y calléis mi enseñanza, es porque ayer
la humanidad dio muerte a mis profetas y aun a jesús, vuestro Maestro; mas no
pasó mucho tiempo para que los hombres comprobasen que todas aquellas
revelaciones y profecías que ellos les legaron, se cumplieron. Vosotros, ya con
esa experiencia ¿Osaríais volver a negar mi palabra profética, dando con ello
muerte espiritual a mis nuevos intérpretes?
Buscad en el testimonio de mis profetas de los primeros tiempos, el anuncio de
esta comunicación a través del entendimiento humano y de cierto os digo que ahí
lo encontraréis. Si hasta ahora los hombres no han descubierto esa profecía, es
porque leyendo, no han sabido entender ni interpretar la palabra divina.
Yo recibo a todos los que deseen oír mi enseñanza, lo mismo al que esconde la
duda y hasta la mofa, como a aquellos que darían su vida afirmando que esta
comunicación es una verdad. Mas
Yo no he pedido a mis discípulos ese sacrificio, sólo el de su perseverancia,
al hecho de amar y perseverar en el bien, lo llamáis sacrificio.
04
Ya se acerca el día de mi partida y debéis preparamos. Pensad que no os dejaré
bienes materiales, mi herencia es de sabiduría, de amor y fortaleza. Os dejo el
libro de mi palabra, que contiene todas las enseñanzas que necesitáis para
guiaros con acierto en vuestra vida.
La fe os acompañará doquiera que vayáis; si ayer me olvidábais en vuestras
horas de alegría, ahora, cuando la alegría y la paz sean en vuestro corazón, me
recordaréis dándome gracias; también. en las horas de dolor sabréis buscarme en
la soledad, en la intimidad de vuestro ser para confiarme todas vuestras quejas
buscando la fortaleza que necesitáis.
Respetaréis siempre la fe o las creencias de vuestros hermanos, considerando
que el corazón del hombre es mi teimplo. Cuando queráis penetrar en su interior
lo haréis con amor, orando antes de descorrer el velo de ese santuario.
No imitéis a quienes sin temor y sin respeto traspasan los umbrales de ese
recinto sagrado que es el espíritu, apagan su lámpara, destrozan las ofrendas y
destruyen el altar porque os convertiréis en violadores Y profanadores de mi
templo.
En muchos corazones encontraréis altares de fanatismo sobre los cuales se
levanta un ídolo; eso no os importe, sabréis que la ofrenda es buena, que es
sincera y que viene de un corazón inocente que se dirige a Mí. Así os enseño el
respeto y la caridad, única llave con que podréis abrir los corazones.
Recordad que ahora y en todos los tiempos, os he revelado la forma en que debéis
rendir culto a vuestro Padre; de esto, muchos de vosotros tenéis conocimiento,
mas cuando observáis cómo han complicado el culto las diversas religiones y
sectas, pensáis en la lucha que tendrá que venir entre la humanidad cuando el
ideal por la espiritualidad surja en el mundo, pugnando por la sencillez y la
pureza.
Es cierto que el fanatismo por las tradiciones, la falsa religiosidad e
idolatría, han enraizado profundamente en el corazón de los pueblos, mas no os
aflijáis pensando en la lucha que os espera, porque vuestra fe se resentirá.
Recordad que os he dicho que estoy invitando a todo corazón a la elevación y
acercamiento a MI, y que en esa lucha que espera a mis discípulos de todo el
mundo, estarán protegidos y fortalecidos por mi amor; nadie se sentirá
abandonado a sus propias fuerzas y su fe los llevará al triunfo.
Comprended porqué me manifiesto a vosotros con insistente afán. No quiero que
durmáis o que os llenéis de temor ante imaginarios peligros. Buscad la
elevación espiritual en este mundo y no tengáis más idea que la de que vais en
busca de hermanos y no de enemigos; hermanos a quienes llevaréis mi mensaje de
fraternidad y espiritualidad. Oh discípulos tímidos y débiles en vuestra fe, os
digo que necesitáis comprender mi enseñanza y afirmaros en ella para que os
sintáis fuertes y no experimentéis temor por la lucha que se avecina.
Para ayudaros en vuestra misión, estoy preparando a vuestro espíritu y a
vuestra materia para que sepan cruzar con valor, serenidad y fe, a través de
las confusiones, que encontréis a vuestro paso.
No temáis al desconocimiento de vuestros parientes y amigos, no os acobardéis
si os desprecian por esta causa, templad desde ahora vuestro corazón en mi
Doctrina, que es el mejor yunque.
Sed humildes ante esas pruebas, sabed ser dignos y luchad con humildad para que
sepáis perdonar toda ofensa, si queréis que mi semilla sembrada en vosotros dé
frutos de arnor y gerinine en las tierras hostiles y áridas del corazón humano.
Si queréis tomarme en Jesús como modelo, pensad que Yo, en cuanto hombre, fui
desconocido, perseguido, negado y burlado desde mi nacimiento hasta el final de
mi camino que fue la cruz. Aun en la hora de mi agonía, muchos gozaron en mi
dolor y celebraron mi muerte.
Pero que ese recuerdo no os acobarde, que no os parezca difícil practicar mi
enseñanza; también a mis discípulos de aquel tiempo les pareció difícil y sin
embargo cumplieron su misión. Ellos vieron a su Maestro triunfar sobre el
mundo, vencer la muerte, realizar a su paso su obra redentora; y por eso
después de su partida, supieron seguir sus huellas, hicieron de la caridad su
ley, y del amor a sus hermanos, su vida verdadera.
Ellos son un hermoso ejemplo para vosotros, discípulos del Tercer Tiempo, a
quienes digo: venid a Mí, enfermos del cuerpo y del espíritu, que Yo no os
desecharé por vuestra flaqueza. Oíd mi palabra y sea ella como el bálsamo que
cure vuestras heridas.
¡Cuántos de vosotros os sorprendéis de encontramos con lágrimas de ternura en
vuestros ojos al oír mi palabra, cuando hace apenas unos momentos estábais
entregados a las vanidades del mundo!
Ha tiempo que os vengo dando esta lección y no encuentro aun a los párvulos
convertidos en discípulos; mas Yo seguiré dándoos mi palabra hasta hacer de
vosotros los buenos maestros. Me he complacido escogiendo a los torpes para el
saber de este mundo, porque su entendimiento tiene la sencillez y claridad que
es menester poseer para comprender la sabiduría espiritual. He escogido a los
pobres, porque éstos en su humildad, al sentirse revestidos de mi gracia, han
sabido apreciar el valor de los dones que les he concedido; mas a los ricos,
que sólo ambicionan el poder terrenal, cuán pequeños les parecen estos
atributos divinos y qué pocos han llegado a Mí en demanda de gracia y dones
para su espíritu. Mas Yo estoy siempre presto a derramar mi arcano sobre cada
uno de mis hijos en el momento de su preparación.
A
esos pobres que he engalanado, les enseño a que no reserven ese tesoro sólo
para ellos, sino que lo deben compartir con sus hermanos.
El espíritu que sabe que lleva en sí los dones que su Señor le dio, goza y
lucha por conservarlos, tiene conocimiento de su evolución y se esfuerza por
hacer brillar esa joya que se le ha encomendado.
Pensad entonces que el que se aleja de mi camino, después de haber sido
heredado, no es tan ingrato con su Señor como consigo mismp, porque cada escala
que ha alcanzado le ha costado un esfuerzo, un sufrimiento o una restitución.
¿No sabéis que el que camina fuera de la Ley, se despoja de sus virtudes y de
sus dones? Por eso he venido en este tiempo a ayudaros a restituir a vuestro
espíritu todo aquello que había perdido, y por lo que se sentía débil y
menesteroso. Todos recibiréis luz; no habrá uno solo que no sienta el despertar
de su espíritu y el anhelo de elevarse por sobre lo humano. Las plantas que
habían sido parásitas, se convertirán en florecientes y fructíferas. Porque os
amo, siempre os daré oportunidad de salvaros; mas vosotros debéis pensar que
cada tiempo que desaprovechéis, hará más doloroso vuestro retorno al camino.
Hoy he venido a apartaros de la maldad reinante para que podáis escuchar en paz
mi palabra y al mismo tiempo meditarla y analizarla. Tened presente que la sed
del espíritu sólo se calma con el agua pura del amor y la caridad.
Si habéis tenido siervos en el mundo y habéis sabido de honores, tendréis que
renunciar a todo ésto para convertiros en siervos útiles, solícitos y humildes
de vuestros hermanos. Habeis servido rnucho al mundo y Y hora debéis servir a
vuestro Dios en obediencia a mis mandatos. El mundo os ha dado goces y ya es
tiempo de que preparéis vuestro espíritu para penetrar en el valle espiritual
en donde tendréis plenas satisfacciones si habéis sabido vivir cumpliendo mi
Iey de amor.
Aprovechad vuestra estancia en la Tierra, para amar y dar dulzura a cambio de
amargura. Observad a estas criaturas por las que os doy mi palabra, y veréis
cómo, a pesar de los sinsabores que recogen en su vida, saben verter dulces
palabras en los momentos de mi comunicación. ¿Imagináis la esencia que tuvieron
las enseñanzas de Jesús en aquel tiempo y el gozo de las multitudes qué lo
escuchaban? Era la voz del Reino de los Cielos, ante la cual se postraba el
espíritu de los discípulos. Cada vez que se abrían los labios del Divino
Maestro, sus palabras caían como bálsamo en los corazones enfermos y
cicatrizaban muchas heridas, y ¿Acaso el camino que recorrió Jesús fue una vía
florida? No, discípulos, su calvario comenzó en el pesebre de Belén. Por eso
esa palabra que fue la voz del que vino a padecer para salvaros, levantó en
muchos corazones firmes propósitos de enmienda, transformando así la existencia
de muchos seres que habían vivido en la oscuridad y que después se sintieron
iluminados por el fuego de amor de su palabra.
Los muertos a la vida de la gracia resucitaban llenos de esperanza y de fe, y
los hombres de corazón egoísta, duro Y cruel, lloraban de arrepentimiento y se
sentían movidos a derramar su caridad, amando a quienes habían mirado con
indiferencia y hasta con desprecio. Muchos de esos milagros de conversión, sólo
Yo los vi realizarse, porque para muchos de mis discípulos pasaron
inadvertidas. Y ahora en este tiempo, este prodigio vuelve a realizarse al
recibir la esencia de esta palabra. Descubro entre las multitudes que me oyen,
a los hombres que se encontraban hundidos en el vicio, que rehacen su vida y se
levantan practicando la virtud que antes desconocían; miro a las familias que
se unen para seguir mi huella y a los matrimonios que han fortalecido sus lazos
en el ideal de espiritualidad que mi Doctrina les ha inspirado.
Veo también entre mis labriegos que ayer fueron parias en la Tierra y esclavos
del pecado, que hoy se han libertado y a los que llegaban un fardo de
sufrimientos, que ahora tienen paz en su corazón y saben compartirla con sus
hermanos.
Es que mi palabra a través del entendimiento humano tiene la fuerza, esencia y
persuasión que tuvo aquella que derramé en Jesús, a pesar de brotar la lección
que hoy os entrego por labios que pecan y profanan. ¿Cómo será mi comunición
con vuestro espíritu, cuando hayáis alcanzado mayor pureza? ¡Oh discípulos,
esforzaos, desarrollad los dones de humildad y de caridad y en esa forma daréis
ocasión a vuestro espíritu de que se purifique y se eleve. Estad conmigo para
que viváis eternamente.
Miré vagar a muchos de vosotros llevando la muerte en el corazón, sin que
encontraseis una mano que os señalara la senda de la virtud y de la paz; hasta
que llegó a vosotros el eco de mi palabra y su voz que os llamaba, os hizo
despertar a una nueva vida y experimentar la alegría de retornar a Mí.
Vuestro
espíritu había permanecido ciego, mudo y sordo para toda práctica espiritual,
mas en su fondo anhelaba llegar a poseer este conocimiento, y esperaba. Esa
lucha interior no la comprendía vuestra mente y por eso no encontrábais
justificación a la falta de paz y de alegría en que vivíais.
Fue entonces cuando mi presencia brilló como un faro en las tinieblas de
vuestro espíritu y al instante me reconocisteis, diciéndome: Señor, eres Tú
aquel a quien tanto esperaba. Y desde entonces os tomé como mis párvulos,
enseñándoos a deletrear las primeras sílabas de este Libro que día tras día os
ha ido revelando el contenido de sus páginas.
Os escogí por la humildad de vuestro corazón, para que sumisos a Mí llevaseis
mi Doctrina por doquiera y en este tiempo de maldad y de miseria sembraseis mi
simiente de amor en el corazón de vuestros hermanos, que es campo propicio a la
conversión y a la virtud.
He venido a resucitar a todos los espíritus que habían muerto a la gracia y a
enseñaros lo qué no podríais encontrar en las ciencias ni en la filosofía: la
espiritualidad.
Las religiones duermen un sueño de siglos de rutina y estancamiento, mientras
la verdad ha permanecido oculta. Mas aquellos que conozcan los mandamientos de
Jehová y la palabra del Divino Maestro, tendrán que reconocer en esta voz que
os habla ahora, a la voz del Espíritu de Verdad, prometido para estos
tiempos.
La humanidad pide pruebas sobrenaturales para creer en mi existencia y en la
inmortalidad del espíritu y en verdad os digo que le dará esas pruebas en este
tiempo de grandes realizaciones y cumplimiento.
las nuevas generaciones no oirán mi palabra en esta forma, porque a ellas les
he reservado la comunicación de espíritu a Espíritu.
Espero de vosotros el cumplimiento a mis mandatos, Yo os hablaré por conducto
de los portavoces hasta el año de 1950, fecha en que dará por terminada esta
etapa. Mas no quiero que debilitéis en ese día de justicia, porque os
dividiréis y caeréis en errores. Estad preparados para que oigáis la voz de la
conciencia y seáis responsables de todos vuestros cargos.
Velad por la salud de vuestro cuerpo, buscad su conservación y fortaleza. Mi
Doctrina os aconseja que tengáis caridad de vuestro espíritu y de vuestro
cuerpo, porque ambos se complementan y se necesitan para el delicado
cumplimiento espiritual que les está encomendado.
Mi camino es estrecho, pero es seguro. No hagáis más penitencias vanas o
estériles sacrificios. Tomad de la Naturaleza lo necesario para vuestra vida
material y elevaos a Mí, en busca del sustento espiritual.
Pueblo amado. llevad la paz para que así como habéis sido consolados en este
tiempo de dolor, sepáis consolar a los que debilitan en la vida, bajo el peso
de las grandes pruebas.
Vosotros que habéis sido sanados y que habéis recibido dones y gracias del
Padre, mañana seréis llamados por los hombres, los ricos de espíritu.
¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!
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