sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 92

para vosotros es día de fiesta aquel en que escucháis mi palabra. Los que tenéis fe os recreáis, y los que tenéis dudas os atormentáis, porque quisiérais verme en cuanto hombre para tener absoluta certeza de mi presencia.

No temáis, os dice el Maestro porque aun sin verme ni tocarme, llegaréis a creer. Mi palabra, a la vez que persuade, sensibiliza todas las fibras espirituales de vuestro ser y llegaréis a sentir las manifestaciones espirituales junto a vosotros, cuando la paz llama a vuestras puertas o el amor se acerca a vuestro corazón, cuando la muerte ronda o la tentación acecha. la mejor herencia que os dejaré será esta Doctrina porque aquel que sepa interpretarla y practicarla como ella requiere, alcanzará la suprema paz de] espíritu; mas quien la altere en la interpretación o en la práctica, llorará con gran amargura; pero éstos no me podrán culpar a Mí porque su conciencia les dirá que ese dolor es la prueba de que han estado fuera de la Ley.

También en la Tierra os heredan vuestros padres con enseñanzas y consejos y aquellos que los obedecen y respetan, invariablemente recogen buenos frutos en el camino de su vida. Mas los que desoyen y olvidan sus palabras, dando más valor a los bienes materiales que reciben como parte de su herencia que a las lecciones de amor que recibieron, están expuestos a la caída y a las vicisitudes. Preguntaos: ¿Será justo que esos hijos que han faltado, cuando sienten los rigores y sufrimientos que son consecuencia de su desobediencia, digan que es su Padre quien los ha castigado? No, hijos míos, son vuestras obras las que os traen siempre un premio o un castigo.

Discípulos amados os estoy dando mi lección de amor. En medio de esta humildad en que se desarrollan mis manifestaciones, está mi santuario, ese templo espiritual donde no se celebran ritos, ni os deslumbra el falso esplendor de las liturgias; donde sólo oís una voz que a veces es dulce y consoladora, a veces profundamente sabia y en ocasiones severa y justiciera.

Esa es la razón por la que nunca os cansáis de escucharla y siempre es sentís subyugados por ella, porque aunque mis lecciones guarden semejanza exterior entre unas y otras, habéis llegado a descubrir que son diferentes en su sentido y os llevan progresivamente al conocimiento espiritual de mi verdad.

De diversos lugares de la Tierra venís a escucharme y os doy el nombre de representantes. Si sois un padre o una madre de familia, os recibo como representantes del hogar, si sois un hijo, os recibo en representación de la familia; a los que venís de una comarca, os tomo como representantes de ésta, y si llegáis de un país distante, os nombro representante de vuestra nación. Para Mí, todos sois mis hijos, mis discípulos amados a quienes enseño sin distinción alguna.

A los que dudan de mi palabra les digo que esperen, que guarden la duda en su corazón y cierren, sus labios, en cambio, que abran sus oídos, su entendimiento y corazón porque es tiempo de sorpresas y maravillas que sólo podrán presenciar y confirmar los que se encuentren preparados.

Ya se está librando la batalla final y es necesario que tengáis armas para combatir y escudo para defenderos; mas como este juicio no es como el mundo lo ha esperado, no se ha dado cuenta de que ya se encuentra dentro de él. Todo aquel que haya despertado, si tiene caridad de sus hermanos, dé la voz de alerta y testifique la buena nueva entre la humanidad. Veo entre este pueblo a muchos que pudiendo hablar para dar testimonio, callan; en cambio otros que sin haber comprendido mi enseñanza, son incansables hablando de ella sin conocer su sentido y trascendencia, y por esto caen muchas veces en prevaricación. A éstos les digo que antes estudien y se preparen para que no haya causa de que alguien se confunda o juzgue mal mi Obra.

También os advierto que no podrá decirse discípulo mío, aquel que tomare mi palabra como una espada para herir a su hermano, o como un cetro para humillarle. Así como aquel que se exaltare al hablar de esta Doctrina y perdiese la calma, porque no levantará ninguna simiente de fe.

Discípulo preparado será aquel que al verse atacado en su fe, en lo más sagrado de sus creencias, sepa permanecer sereno, porque será como un faro en medio de una tempestad.

Oídme incansablemente, para que vuestra fe se acreciente y dejéis satisfecho el anhelo de elevación de vuestro espíritu.

La lección que os di en el Segundo Tiempo, lección que muchos no han entendido y otros han olvidado, en este tiempo haré que sea comprendida por todos y que además se le dé cumplimiento mediante mis nuevas enseñanzas.

Vosotros, que habéis recibido estas revelaciones, sois los indicados para anunciar a la humanidad mi nueva manifestación a través del entendimiento humano. ¿Quién queréis que dé este testimonio, si no sois vosotros? Si esperáis que los príncipes o ministros de las religiones lleven a la humanidad esta buena nueva, estáis en un error; porque en verdad os digo que ellos, aunque me mirasen, no abrirían sus labios para decir a la humanidad: ¡He ahí a Cristo, id a El! No. discípulos, no serán ellos los que me anuncien ni los que abran nuevas sendas a los hombres de este, tiempo. En cambio, mi palabra os prepara sin cesar, para que habléis fielmente de lo que vísteis y oísteis de Mí, y sobre todo para que lo confirméis con vuestro culto y vuestras obras de amor hacia vuestros hermanos.

Dejad que mi palabra os llene de fortaleza, para que no seáis débiles en las pruebas, recordad que la senda de la virtud está a veces sembrado de espinas y tentaciones.

Comprended cuán delicada es esta Obra, discípulos amados, y todo lo que tenéis que analizar y velar para no caer en errores ni sembrar la división entre vuestros hermanos.

Guardad mi palabra y seréis fuertes, porque Yo vengo a edificar templos que resistan los mas fuertes vendavales.

Nadie me diga que se siente fatigado para emprender esta jornada, porque no será el espíritu el que así hable, sino la materia. Yo os digo que os basta desprenderos un poco del mundo material en que vivís para que os sintáis libres de fardos fatigosos. El espíritu elevado no experimenta cansancio, es el cuerpo el que se fatiga en la lucha material. Esta misión espiritual, llevada con amor, no abruma ni cansa, en cambio sí aligera las penas de vuestra vida y fortalece al cuerpo y al espíritu.

Debo deciros, discípulos, que el que siente amor por sus semejantes, no experimenta cansancio. ¿Creéis que si Yo no os amase como os amo, habría aceptado el juicio y el sacrificio a que me sometisteis en aquel tiempo? Pero mi amor hacía la humanidad dio fuerzas a Jesús y en él llevé a cabo mi obra redentora. Comprended que según sea vuestro amor por vuestros semejantes, así será la fuerza con que podréis soportar sus ofensas y el cansancio que vuestra misión os haga experimentar.

Orad, fortaleceos en el bien, para que borréis vuestras imperfecciones y os sintáis más dignos de mi amor cada día.

En esta hora bendita, mi rayo divino ha tocado la mente de mis portavoces en los diferentes recintos consagrados a esta comunicación, y esa luz se ha transformado en palabra de vida para el espíritu de mi pueblo. Esta manifestación es semejante a aquella en que el maná descendió sobre el pueblo hambriento y lo alimentó en los días de escasez en el desierto. Nadie tema encontrarse solo, porque habéis visto que en todos los tiempos os he dado pruebas de mi presencia.

¿No sentís cómo mi caridad os va apartando poco a poco de todo lo que es superfluo y nocivo? Es que me place que os purifiquéis en el manantial de aguas puras que os ofrecen mis enseñanzas, para que limpios, seáis dignos de mis revelaciones.

Oíd, discípulos: El tiempo anunciado, en el que mi Espíritu se derramaría sobre todo espíritu y sobre toda carne, en el que la humanidad tendría visiones espirituales y sueños simbólicos y proféticos, es éste. Observad cómo se hacen sentir los dones espirituales entre los hombres de diferentes pueblos. Mas entre todos existe uno, ignorado y humilde, en el que las manifestaciones espirituales se han hecho claras, precisas y justas. En él he venido a hacer oír mi voz de Maestro, revelándole la finalidad de esos dones, señalándole el camino certero para el desempeño de su misión.

Este es mí pueblo, sobre el que descenderán mis revelaciones, el sucesor de aquel pueblo antiguo que fue llamado Israel en los primeros tiempos y que ahora resurge en el mundo, llevando en su espíritu la misión de dar a conocer mi verdad a la humanidad.

Este pueblo oye mi voz en este tiempo y se alimenta de Mí, como sarmiento de la vid eterna. Cada uno de sus hijos deberá dar al mundo los frutos del árbol del cual tomaron vida. Mi palabra como riego de aguas purísimas les fecundará y preparará a fin de que nunca reciban el riego de aguas contaminadas, porque entonces el sabor y la savia del fruto espiritual de este pueblo no sería ya el del árbol divino.

En estos tiempos de materialismo, mis lecciones de amor han sido olvidadas debido a las tinieblas que envuelven a la humanidad; Mas Yo os digo que las busquéis en vuestro espíritu, de donde no podrán ser borradas, porque ahí permanecen latentes todos vuestros dones como una lámpara inextinguible que ilumina el sendero que debéis seguir hasta alcanzar el galardón que os tengo prometido.

He venido a reunir a mi pueblo para derramar en él mi sabiduría. Sólo Yo puedo descubrir a los que han de servirme. En tres eras he buscado discípulos para darles mi lección y prepararlos como emisarios míos; en cada una de esas eras me he manifestado en diferente forma y mi presencia ha sorprendido a los hombres, porque no han sabido prepararse para escucharme, aun sabiendo que es llegado el tiempo de que estos sucesos se verifiquen. Y cuando he estado frente a ellos, no me han reconocido, a pesar de que mi palabra les ha ofrecido la misma esencia, porque la finalidad de mis enseñanzas ha sido la misma en todos los tiempos. Yo os digo que cualquiera que sea la forma en que ante vosotros me manifieste, podréis reconocerme, ya que siempre os muestro mi amor. Las formas de que me he servido para hacerme presente ante la humanidad, no han sido un disfraz para ocultarme a sus miradas, si no un medio de limitarme para ser comprendido, para probar su fe y darle confianza en Mí.

Vosotros, los que no estáis seguros de esta comunicación, callad hasta en tanto llegue a vosotros el convencimiento.

Muchas de vuestras dudas han nacido de que miráis en estos portavoces a seres imperfectos y eso os hace pensar si será posible que el Espíritu Divino os hable por este medio. Mas Yo os pregunto. ¿En dónde están los limpios de corazón y los justos para manifestarme en ellos? Yo no los encuentro en la Tierra, ni entre los ancianos, ni entre las doncellas, ni siquiera en los niños, menos entre los filósofos o en los hombres de ciencia, tampoco en los ministros de las diversas religiones. Entonces, he buscado entre los humildes a los que además de tener virgen la mente, poseen suficiente evolución espiritual y ellos me han servido con verdadero amor.

Si os hago oír mi palabra por conducto de labios humanos sin dejarrne mirar, es para daros ocasión de hacer méritos y repetir aquella frase que os dí en el Segundo Tiempo cuando os dije: "Bienaventurados los que sin ver han creido".

Cuando hayan pasado estos tiempos de mi comunicación, comprenderéis que os busqué como el medio más digno, por ser mis hijos, para expresar a través de vuestro entendimiento mi amor y mi anhelo de elevaros hasta Mí.

No dudéis del valor que para MI representáis. Os ha probado mi amor desde el instante en que os envié al paraíso de mi Creación. Allí os he dado cuanto necesitáis para vuestro recreo y subsistencia, mas también para vuestra elevación espiritual. En ese ameno jardín podeis conocer y amar a vuestro Creador, descubriendo en vuestro propio espíritu los dones y atributos de quien es ha dado la existencia.

El hombre en la Tierra es un príncipe a quien mi amor y mi justicia dieron ese título y la orden que recibió desde el principio fue la de señorear la Tierra.

Sobre el divino don de su libre albedrío puse un faro de luz que lluminra la senda de su vida: la conciencia.

Libertad para obrar y la luz de la conciencia para distinguir el bien del mal, son dos de los mayores dones con que mi amor de Padre heredó a vuestro espíritu. Están en el hombre antes de que nazca y después de que muere. La conciencia lo guía y no se aparta de él en la desesperación, ni en la pérdida de la razón ni en la agonía, porque está íntimamente unida al espíritu.

Si comprendéis todo ésto que os enseño, ¿Seguiréis pensando que no sea digno que mi Espíritu se comunique con la humanidad a través de mis propios hijos? ¡Qué mal conocéis a vuestro Padre y cuán poco os conocéis a vosotros mismos!

Este es tiempo de sorpresas, de señales y prodigios y debéis estar alerta para que mis revelaciones no vayan a pasar inadvertidas por vosotros. Observad, sentid, meditad. No sólo la palabra divina os habla, la Creación entera también os habla sin cesar en su lenguaje y os señala el camino de vuestros deberes.

Os encuentro en este tiempo capacitados para entender el libro de la sabiduría espiritual, y alcanzar gran progreso si sabéis concentraros en el fondo de vuestro ser, permitiendo que vuestro espíritu encienda la luz de su fe y con ella ilumine el sendero de su evolución.

Si os he dicho alguna vez que escuchéis y calléis mi enseñanza, es porque ayer la humanidad dio muerte a mis profetas y aun a jesús, vuestro Maestro; mas no pasó mucho tiempo para que los hombres comprobasen que todas aquellas revelaciones y profecías que ellos les legaron, se cumplieron. Vosotros, ya con esa experiencia ¿Osaríais volver a negar mi palabra profética, dando con ello muerte espiritual a mis nuevos intérpretes?

Buscad en el testimonio de mis profetas de los primeros tiempos, el anuncio de esta comunicación a través del entendimiento humano y de cierto os digo que ahí lo encontraréis. Si hasta ahora los hombres no han descubierto esa profecía, es porque leyendo, no han sabido entender ni interpretar la palabra divina.

Yo recibo a todos los que deseen oír mi enseñanza, lo mismo al que esconde la duda y hasta la mofa, como a aquellos que darían su vida afirmando que esta comunicación es una verdad. Mas Yo no he pedido a mis discípulos ese sacrificio, sólo el de su perseverancia, al hecho de amar y perseverar en el bien, lo llamáis sacrificio.
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Ya se acerca el día de mi partida y debéis preparamos. Pensad que no os dejaré bienes materiales, mi herencia es de sabiduría, de amor y fortaleza. Os dejo el libro de mi palabra, que contiene todas las enseñanzas que necesitáis para guiaros con acierto en vuestra vida.

La fe os acompañará doquiera que vayáis; si ayer me olvidábais en vuestras horas de alegría, ahora, cuando la alegría y la paz sean en vuestro corazón, me recordaréis dándome gracias; también. en las horas de dolor sabréis buscarme en la soledad, en la intimidad de vuestro ser para confiarme todas vuestras quejas buscando la fortaleza que necesitáis.

Respetaréis siempre la fe o las creencias de vuestros hermanos, considerando que el corazón del hombre es mi teimplo. Cuando queráis penetrar en su interior lo haréis con amor, orando antes de descorrer el velo de ese santuario.

No imitéis a quienes sin temor y sin respeto traspasan los umbrales de ese recinto sagrado que es el espíritu, apagan su lámpara, destrozan las ofrendas y destruyen el altar porque os convertiréis en violadores Y profanadores de mi templo.

En muchos corazones encontraréis altares de fanatismo sobre los cuales se levanta un ídolo; eso no os importe, sabréis que la ofrenda es buena, que es sincera y que viene de un corazón inocente que se dirige a Mí. Así os enseño el respeto y la caridad, única llave con que podréis abrir los corazones.

Recordad que ahora y en todos los tiempos, os he revelado la forma en que debéis rendir culto a vuestro Padre; de esto, muchos de vosotros tenéis conocimiento, mas cuando observáis cómo han complicado el culto las diversas religiones y sectas, pensáis en la lucha que tendrá que venir entre la humanidad cuando el ideal por la espiritualidad surja en el mundo, pugnando por la sencillez y la pureza.

Es cierto que el fanatismo por las tradiciones, la falsa religiosidad e idolatría, han enraizado profundamente en el corazón de los pueblos, mas no os aflijáis pensando en la lucha que os espera, porque vuestra fe se resentirá. Recordad que os he dicho que estoy invitando a todo corazón a la elevación y acercamiento a MI, y que en esa lucha que espera a mis discípulos de todo el mundo, estarán protegidos y fortalecidos por mi amor; nadie se sentirá abandonado a sus propias fuerzas y su fe los llevará al triunfo.

Comprended porqué me manifiesto a vosotros con insistente afán. No quiero que durmáis o que os llenéis de temor ante imaginarios peligros. Buscad la elevación espiritual en este mundo y no tengáis más idea que la de que vais en busca de hermanos y no de enemigos; hermanos a quienes llevaréis mi mensaje de fraternidad y espiritualidad. Oh discípulos tímidos y débiles en vuestra fe, os digo que necesitáis comprender mi enseñanza y afirmaros en ella para que os sintáis fuertes y no experimentéis temor por la lucha que se avecina.

Para ayudaros en vuestra misión, estoy preparando a vuestro espíritu y a vuestra materia para que sepan cruzar con valor, serenidad y fe, a través de las confusiones, que encontréis a vuestro paso.

No temáis al desconocimiento de vuestros parientes y amigos, no os acobardéis si os desprecian por esta causa, templad desde ahora vuestro corazón en mi Doctrina, que es el mejor yunque.

Sed humildes ante esas pruebas, sabed ser dignos y luchad con humildad para que sepáis perdonar toda ofensa, si queréis que mi semilla sembrada en vosotros dé frutos de arnor y gerinine en las tierras hostiles y áridas del corazón humano. Si queréis tomarme en Jesús como modelo, pensad que Yo, en cuanto hombre, fui desconocido, perseguido, negado y burlado desde mi nacimiento hasta el final de mi camino que fue la cruz. Aun en la hora de mi agonía, muchos gozaron en mi dolor y celebraron mi muerte.

Pero que ese recuerdo no os acobarde, que no os parezca difícil practicar mi enseñanza; también a mis discípulos de aquel tiempo les pareció difícil y sin embargo cumplieron su misión. Ellos vieron a su Maestro triunfar sobre el mundo, vencer la muerte, realizar a su paso su obra redentora; y por eso después de su partida, supieron seguir sus huellas, hicieron de la caridad su ley, y del amor a sus hermanos, su vida verdadera.

Ellos son un hermoso ejemplo para vosotros, discípulos del Tercer Tiempo, a quienes digo: venid a Mí, enfermos del cuerpo y del espíritu, que Yo no os desecharé por vuestra flaqueza. Oíd mi palabra y sea ella como el bálsamo que cure vuestras heridas.

¡Cuántos de vosotros os sorprendéis de encontramos con lágrimas de ternura en vuestros ojos al oír mi palabra, cuando hace apenas unos momentos estábais entregados a las vanidades del mundo!

Ha tiempo que os vengo dando esta lección y no encuentro aun a los párvulos convertidos en discípulos; mas Yo seguiré dándoos mi palabra hasta hacer de vosotros los buenos maestros. Me he complacido escogiendo a los torpes para el saber de este mundo, porque su entendimiento tiene la sencillez y claridad que es menester poseer para comprender la sabiduría espiritual. He escogido a los pobres, porque éstos en su humildad, al sentirse revestidos de mi gracia, han sabido apreciar el valor de los dones que les he concedido; mas a los ricos, que sólo ambicionan el poder terrenal, cuán pequeños les parecen estos atributos divinos y qué pocos han llegado a Mí en demanda de gracia y dones para su espíritu. Mas Yo estoy siempre presto a derramar mi arcano sobre cada uno de mis hijos en el momento de su preparación.

A esos pobres que he engalanado, les enseño a que no reserven ese tesoro sólo para ellos, sino que lo deben compartir con sus hermanos.

El espíritu que sabe que lleva en sí los dones que su Señor le dio, goza y lucha por conservarlos, tiene conocimiento de su evolución y se esfuerza por hacer brillar esa joya que se le ha encomendado.

Pensad entonces que el que se aleja de mi camino, después de haber sido heredado, no es tan ingrato con su Señor como consigo mismp, porque cada escala que ha alcanzado le ha costado un esfuerzo, un sufrimiento o una restitución.

¿No sabéis que el que camina fuera de la Ley, se despoja de sus virtudes y de sus dones? Por eso he venido en este tiempo a ayudaros a restituir a vuestro espíritu todo aquello que había perdido, y por lo que se sentía débil y menesteroso. Todos recibiréis luz; no habrá uno solo que no sienta el despertar de su espíritu y el anhelo de elevarse por sobre lo humano. Las plantas que habían sido parásitas, se convertirán en florecientes y fructíferas. Porque os amo, siempre os daré oportunidad de salvaros; mas vosotros debéis pensar que cada tiempo que desaprovechéis, hará más doloroso vuestro retorno al camino.

Hoy he venido a apartaros de la maldad reinante para que podáis escuchar en paz mi palabra y al mismo tiempo meditarla y analizarla. Tened presente que la sed del espíritu sólo se calma con el agua pura del amor y la caridad.

Si habéis tenido siervos en el mundo y habéis sabido de honores, tendréis que renunciar a todo ésto para convertiros en siervos útiles, solícitos y humildes de vuestros hermanos. Habeis servido rnucho al mundo y Y hora debéis servir a vuestro Dios en obediencia a mis mandatos. El mundo os ha dado goces y ya es tiempo de que preparéis vuestro espíritu para penetrar en el valle espiritual en donde tendréis plenas satisfacciones si habéis sabido vivir cumpliendo mi Iey de amor.

Aprovechad vuestra estancia en la Tierra, para amar y dar dulzura a cambio de amargura. Observad a estas criaturas por las que os doy mi palabra, y veréis cómo, a pesar de los sinsabores que recogen en su vida, saben verter dulces palabras en los momentos de mi comunicación. ¿Imagináis la esencia que tuvieron las enseñanzas de Jesús en aquel tiempo y el gozo de las multitudes qué lo escuchaban? Era la voz del Reino de los Cielos, ante la cual se postraba el espíritu de los discípulos. Cada vez que se abrían los labios del Divino Maestro, sus palabras caían como bálsamo en los corazones enfermos y cicatrizaban muchas heridas, y ¿Acaso el camino que recorrió Jesús fue una vía florida? No, discípulos, su calvario comenzó en el pesebre de Belén. Por eso esa palabra que fue la voz del que vino a padecer para salvaros, levantó en muchos corazones firmes propósitos de enmienda, transformando así la existencia de muchos seres que habían vivido en la oscuridad y que después se sintieron iluminados por el fuego de amor de su palabra.

Los muertos a la vida de la gracia resucitaban llenos de esperanza y de fe, y los hombres de corazón egoísta, duro Y cruel, lloraban de arrepentimiento y se sentían movidos a derramar su caridad, amando a quienes habían mirado con indiferencia y hasta con desprecio. Muchos de esos milagros de conversión, sólo Yo los vi realizarse, porque para muchos de mis discípulos pasaron inadvertidas. Y ahora en este tiempo, este prodigio vuelve a realizarse al recibir la esencia de esta palabra. Descubro entre las multitudes que me oyen, a los hombres que se encontraban hundidos en el vicio, que rehacen su vida y se levantan practicando la virtud que antes desconocían; miro a las familias que se unen para seguir mi huella y a los matrimonios que han fortalecido sus lazos en el ideal de espiritualidad que mi Doctrina les ha inspirado.

Veo también entre mis labriegos que ayer fueron parias en la Tierra y esclavos del pecado, que hoy se han libertado y a los que llegaban un fardo de sufrimientos, que ahora tienen paz en su corazón y saben compartirla con sus hermanos.

Es que mi palabra a través del entendimiento humano tiene la fuerza, esencia y persuasión que tuvo aquella que derramé en Jesús, a pesar de brotar la lección que hoy os entrego por labios que pecan y profanan. ¿Cómo será mi comunición con vuestro espíritu, cuando hayáis alcanzado mayor pureza? ¡Oh discípulos, esforzaos, desarrollad los dones de humildad y de caridad y en esa forma daréis ocasión a vuestro espíritu de que se purifique y se eleve. Estad conmigo para que viváis eternamente.

Miré vagar a muchos de vosotros llevando la muerte en el corazón, sin que encontraseis una mano que os señalara la senda de la virtud y de la paz; hasta que llegó a vosotros el eco de mi palabra y su voz que os llamaba, os hizo despertar a una nueva vida y experimentar la alegría de retornar a Mí.

Vuestro espíritu había permanecido ciego, mudo y sordo para toda práctica espiritual, mas en su fondo anhelaba llegar a poseer este conocimiento, y esperaba. Esa lucha interior no la comprendía vuestra mente y por eso no encontrábais justificación a la falta de paz y de alegría en que vivíais.

Fue entonces cuando mi presencia brilló como un faro en las tinieblas de vuestro espíritu y al instante me reconocisteis, diciéndome: Señor, eres Tú aquel a quien tanto esperaba. Y desde entonces os tomé como mis párvulos, enseñándoos a deletrear las primeras sílabas de este Libro que día tras día os ha ido revelando el contenido de sus páginas.

Os escogí por la humildad de vuestro corazón, para que sumisos a Mí llevaseis mi Doctrina por doquiera y en este tiempo de maldad y de miseria sembraseis mi simiente de amor en el corazón de vuestros hermanos, que es campo propicio a la conversión y a la virtud.

He venido a resucitar a todos los espíritus que habían muerto a la gracia y a enseñaros lo qué no podríais encontrar en las ciencias ni en la filosofía: la espiritualidad.

Las religiones duermen un sueño de siglos de rutina y estancamiento, mientras la verdad ha permanecido oculta. Mas aquellos que conozcan los mandamientos de Jehová y la palabra del Divino Maestro, tendrán que reconocer en esta voz que os habla ahora, a la voz del Espíritu de Verdad, prometido para estos tiempos.

La humanidad pide pruebas sobrenaturales para creer en mi existencia y en la inmortalidad del espíritu y en verdad os digo que le dará esas pruebas en este tiempo de grandes realizaciones y cumplimiento.

las nuevas generaciones no oirán mi palabra en esta forma, porque a ellas les he reservado la comunicación de espíritu a Espíritu.

Espero de vosotros el cumplimiento a mis mandatos, Yo os hablaré por conducto de los portavoces hasta el año de 1950, fecha en que dará por terminada esta etapa. Mas no quiero que debilitéis en ese día de justicia, porque os dividiréis y caeréis en errores. Estad preparados para que oigáis la voz de la conciencia y seáis responsables de todos vuestros cargos.

Velad por la salud de vuestro cuerpo, buscad su conservación y fortaleza. Mi Doctrina os aconseja que tengáis caridad de vuestro espíritu y de vuestro cuerpo, porque ambos se complementan y se necesitan para el delicado cumplimiento espiritual que les está encomendado.

Mi camino es estrecho, pero es seguro. No hagáis más penitencias vanas o estériles sacrificios. Tomad de la Naturaleza lo necesario para vuestra vida material y elevaos a Mí, en busca del sustento espiritual.

Pueblo amado. llevad la paz para que así como habéis sido consolados en este tiempo de dolor, sepáis consolar a los que debilitan en la vida, bajo el peso de las grandes pruebas.

Vosotros que habéis sido sanados y que habéis recibido dones y gracias del Padre, mañana seréis llamados por los hombres, los ricos de espíritu.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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