sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 91

Vosotros que venís en busca de¡ alimento espiritual, acercaos, y si estáis cansados, deteneos bajo la sombra de este árbol para que os confortéis. Si estáis tristes, oíd el trino del ruiseñor que canta entre el follaje del árbol y, escuchándole sentiréis un, dulce consuelo en vuestro corazón.

Si la incredulidad hace presa de alguno de vosotros, no se lo reprocharé, ni juzgaré la ideología o credo que. me presente en el fondo de su corazón.

Mi voz llega hasta vuestro espíritu para deciros que sigáis hacia adelante, caminando con fe a través del extenso desierto de la vida, alentados siempre por la divina promesa de alcanzar la verdadera Tierra Prometida que es el Reino Espiritual.

Oíd y grabad mi palabra en vuestro corazón, para que su recuerdo sea imborrable. Yo os aseguro que llegada la hora marcada por Mi para que cese de escucharse mi voz bajo esta forma, será la última lección que os dé por medio del portavoz, por lo cual deberéis guardarla como el más preciado tesoro del espíritu. Cuando suene aquella hora, solemne para el Maestro y para los discípulos, vuestro espíritu preparado, permanecerá quieto, absorto en la meditación y en la oración, porque será en aquellos instantes, cuando comprenda la forma en que más tarde habrá de recibir las inspiraciones espirituales.

Quiero que antes de que cese esta comunicación bajo la forma en que me he manifestado a vosotros en este tiempo, comprendáis su sentido profundo y su forma exterior, para que mañana sepáis explicaría a quienes no me escucharon. Vuestro testimonio será tenido por verdadero, si lo confirmáis con vuestras obras de amor hacia vuestros hermanos.

Preparaos, para que al explicar mis manifestaciones, digáis que no fue preciso que mi Espíritu descendiese en toda su plenitud sobre el entendimiento del portavoz porque es infinito, basto un rayo de mi luz para inspirar su mente. Tampoco os olvidaréis de decir que mis portavoces tuvieron el don del desprendimiento espiritual en los instantes de mi comunicación, don que les permitió convertirse en instrumentos e intérpretes de mi palabra.

Esta ha sido, explicada en breves y sencillas palabras, la forma en que mis portavoces han entregado en este tiempo mi mensaje espiritual a la humanidad.

Mas, para que no vayáis a caer en fanatismo, aferrados a la creencia de que sólo por el conducto de los portavoces he hablado a los hombres de este tiempo, quiero que sepáis que toda criatura humana,, que posea la misión de guiar multitudes, pueblos o naciones, es un medio del que me sirvo para hablar a la humanidad.

Mi amor está por sobre las diferencias de religiones, de doctrinas, de idiomas y civilizaciones, bastándome encontrar preparación en el que vaya a dirigir un mensaje a sus hermanos, para que mi caridad lo utilice como medio para dar a conocer mi verdad por su conducto.

Cuando de los labios de un orador escuchéis palabras que contengan profundo sentido o que hagan estremecer las fibras recónditas de sus oyentes, ahí tendréis la prueba de que hubo preparación y buena disposición por parte del que hablé; pero sobre todo, tendréis la prueba de que fue inspirado por Mí. Por el contrario, cuando les oigáis hablar palabras que encierren falsedad, por muy brillantes o floridas que sean en su forma, estad seguros de que allí no hubo preparación espiritual ni vibró mi inspiración.

Estoy terminando de entregaros este mensaje que a su tiempo llevará el despertar espiritual a las naciones, enseñando a los hombres a distinguir lo espiritual de lo simplemente humano, y a separar lo límpido, lo elevado, lo puro y luminoso, de todo lo que sólo encierre imperfección, impureza o mentira.

En todos los tiempos, mi amor de Maestro ha estado pendiente de la lección que los hombres necesitan y he llegado siempre a ellos para hablarles de acuerdo con su elevación de espíritu y su evolución mental.

He venido a vosotros porque he visto que la palabra humana y las doctrinas que habéis creado, no calman la sed ardiente de vuestro espíritu; sed de luz, sed de verdad, de eternidad y amor. Por ello me he presentado ante vosotros, sirviéndome de hombres humildes, ignorantes y rudos de entendimiento, haciéndolos penetrar en el éxtasis de la mente y del espíritu, para que de sus bocas brotase el mensaje del Tercer Tiempo. Ellos, para ser dignos de recibir y transmitir mis divinos pensamientos, tuvieron que luchar contra la materialidad y las tentaciones del mundo. Así, renunciando a la propia personalidad y castigando su vanidad, han hecho una entrega total de su ser en los momentos de prestar su entendimiento a la inspiración divina, permitiendo que de sus labios brote una palabra llena de sabiduría, de ternura, de justicia, de bálsamo y de paz.

Siempre habrá quienes no acierten a comprender como es que, sin descender mi Espíritu hasta estos cerebros y tan sólo iluminándolos un rayo de mi luz, puedan expresar tanto saber en la palabra y derramar tanta esencia sobre el espíritu de las multitudes, a lo cual Yo os digo que tampoco el Astro Rey, como llamáis al Sol, precisa de llegar hasta la Tierra para iluminarla, bastándole la luz que desde la distancia envía a vuestro planeta bañarlo de claridad, de calor y de vida.

Así el Espíritu del Padre, como un Sol de infinito poder, todo lo ilumina y vivifica por medio de la luz que envía sobre todas las criaturas, lo mismo espirituales que materiales.

Comprended entonces que donde está mi luz, ahí está presente mi Espíritu.

Conservad estas explicaciones, porque mañana seréis vosotros los que tendréis que emplear estos ejemplos, para hacer comprender a vuestros hermanos la forma de mi comunicación a través del entendimiento del hombre.

De esa manera entenderán con facilidad cómo mi Espíritu, sin descender en plenitud sobre uno de estos cerebros, hace sentir su presencia a través de la vibración espiritual que envío sobre mis portavoces.

Es mi caridad la que llega en este tiempo hasta vosotros, transformándose en palabra humana al tocar la mente del portavoz.

Abrid las puertas del templo que lleváis en lo íntimo de vuestro ser y mirad lo invisible; gozad contemplando cómo lo espiritual, que sentíais tan distante, lo he puesto a vuestro alcance.

¡Oh pueblo, formado por multitudes de discípulos de esta Doctrina espiritual, cuánto os recreáis en las páginas del libre, de mi sabiduría, sin llegar jamás al final!

Precisamente es la sabiduría el don y la mayor heredad del espíritu, lo que constituye su gloria y su felicidad eternas.

Así como para vuestra mente humana formé un mundo de inagotables enseñanzas, para vuestro espíritu hice un Cielo de eterna e infinita sabiduría.

Ante vuestra mirada se presenta una nueva jornada del camino que habréis de recorrer, y os dejo en abundancia mis lecciones, para que penetréis con paso firme en este camino que habrá de conduciros hasta la eternidad.

Bien sé que no todos los hombres van a reconocer al mismo tiempo la verdad de este mensaje, porque mientras unos creerán que están a tiempo de recibirme, otros pondrán en duda mi mensaje cuando conozcan la forma en que fue recibido. Ellos dirán que para ser verdad, es demasiado maravilloso que el Espíritu Divino se haya podido comunicar a través del entendimiento humano, a lo cual les preguntaréis si no les parece que también fue maravilloso que el Verbo de Dios se hiciese hombre en Jesús, hecho que siempre han tenido como una suprema verdad.

Veréis que cuando ellos mediten, comprenderán que al hacerme hombre en el Segundo Tiempo, os di la mayor prueba de mi amor por vosotros, y que al comunicarme ahora por medio del entendimiento humano, ha sido para encaminaros a la comunicación de espíritu a Espíritu, que será la forma perfecta de relacionarse los hijos con su Padre celestial.

Os habla el Verbo, el mismo que habló en Jesús en el Segundo Tiempo, porque el Verbo de Dios es eterno y omnipotente. Lo mismo os habló por labios de Jesús, que lo hizo por boca de profetas y de apóstoles, como también os habla ahora por el conducto de estos portavoces, y como lo hará directamente con vuestro espíritu cuando hayáis penetrado en el tiempo de la elevación.

Cristo, el Verbo de Dios, fue el que habló por boca de Jesús, el hombre limpio y puro.

Jesús, el hombre, nació, vivió y murió, mas, por lo que toca a Cristo, El no nació, ni creció en el mundo, ni murió; porque El es la Voz del Amor, el Espíritu del amor, la palabra divina, la expresión de la sabiduría del Creador, que ha estado siempre en el Padre.

Cuando Cristo habló en Jesús, su voz se oía en todas partes, porque era el Verbo eterno el que hablaba, la voz de vuestro Padre. Todo ésto debéis analizarlo y meditarlo, para que siempre que penséis en Cristo, o simplemente mencioneis su nombre, lo hagáis pensando en vuestro Padre celestial, mas nunca corno si se tratase de otro ser distinto a mi Espíritu.

Mi palabra revelada en este tiempo, semejante a una espada, destruirá toda la falsedad con que los hombres han tratado de ocultar mi verdad, mas también será barca salvadora para todos los náufragos que angustiosamente buscan la luz de la espiritualidad.

Discípulos: Cristo es la suprema manifestación del Amor Divino, esa luz que es la vida en las regiones del espíritu; la luz que rasga las tinieblas y descubre la verdad ante toda mirada espiritual, la que destruye los misterios, abre la puerta y muestra el camino hacia la sabiduría, la eternidad y la perfección de los espíritus.

En el Segundo Tiempo, Cristo, el mismo que os está hablando en este instante, se hizo hombre y habitó en la Tierra; mas ahora lo tenéis en espíritu, cumpliendo así una promesa hecha por El a la humanidad, la de venir era un nuevo tiempo a traeros el supremo consuelo y la luz de la verdad, esclareciendo y explicando todo cuanto a los hombres les había sido revelado.

En lo divino, mirad a un solo Espíritu que se ha mostrado ante vosotros a través de fases diferentes, pero siempre manifestando su justicia, poder y perfección.

Jamás intentéis encerrar dentro de los límites de vuestra humana inteligencia, las luces que sólo están reservadas al espíritu, porque entonces veríais delante de vosotros un Dios empequeñecido y despojado de perfección.

Bien está que me concibáis como el Supremo Amor, como el Absoluto, como el Creador, como el Omnipotente; pero comprended que debéis buscar la inspiración espiritual para encontrar expresiones más profundas al hablar de vuestro Señor. En verdad os digo que mi poder, mi sabiduría y amor, sobrepasan todo cuanto la mente humana pueda imaginar, porque todo ello está más allá de lo que conocéis y de lo que habréis de conocer.

Vengo preparando el futuro de vuestros espíritus, por eso la paja está siendo quemada en el fuego de la justicia divina, no habiendo para vosotros, sino dos caminos: uno, el de la espiritualidad, el otro, el de la purificación.

En este tiempo, el que no está dispuesto a renovarse tendrá que conocer las mayores amarguras y ser levantado de la Tierra, perdiendo con ello la preciosa oportunidad de expiar sus faltas y reconciliarse con la ley, con la verdad y la vida.

En cambio, quienes pasen de esta vida material a la mansión espiritual, con la paz y la satisfacción que dan el deber cumplido, se sentirán iluminados por mi luz, y si son de los que tengan que reencarnar nuevamente, Yo les prepararé antes de retornar a la vida humana, para que resuciten a ella limpios, mas espiritualizados y con mayor sabiduría.

Ya no seréis ligeros para olvidar vuestras promesas de permanecer en el camino del bien, llevaréis presente el recuerdo de ese pacto espiritual que habéis hecho conmigo, sin apartaros del buen sendero a pesar de las pruebas y de las tentaciones que encontréis a vuestro paso.

El que quiera seguirme, tome su cruz y venga tras de mi huella. Estoy esperando a los hombres de buena voluntad que anhelen la paz, la salvación y el bienestar de sus semejantes. Tomaré bajo mi manto de amor a los que me busquen con ese noble ideal y les enviaré por todos los caminos del mundo a convertir mis pensamientos en palabras y mis palabras en obras, expresando en esa forma mi Doctrina a través de ellos. Unos, tendrán palabra sencilla, en otros florecerá el verbo y llevarán en sus labios una cascada de agua espiritual para calmar la sed de verdad de los hombres.

No temeréis hablar cuando os encontréis en las filas de mis emisarios y apóstoles, ni daréis albergue al pensamiento de que este mensaje no ya a ser comprendido por la humanidad.

Vengo a iluminar a vuestro espíritu, a libertaras del materialismo, a enseñaros el camino de la felicidad verdadera, esa es la buena nueva que llevaréis por todos los senderos.

Disponeos a la lucha todos los de buena voluntad, para que lleguéis oportunamente ante vuestros hermanos. De esa oportunidad os doy el ejemplo, llegando en el instante preciso en que necesitáis de Mí. ¿Sería justo que el Redentor, viendo a la humanidad hundirse, llegase después de tiempo?

Oídme, pueblo, y penetrad al fondo de esta palabra, reconociendo que habéis aprovechado poco, porque habéis creído poco y la duda ha penetrado muchas veces en vuestro corazón. Sin embargo, tiempo vendrá en que los hombres de Poca fe, verán madurar el fruto que he sembrado, y por todo el mundo surgirán iniciados en la espiritualidad.

Entonces oiréis mi voz que les dice: "Discípulos amados, vamos a sembrar amor por el mundo, Yo haré llegar mi semilla a los corazones a través de vuestras obras; sembrad con ejemplos y pronto veréis fructificar mi Doctrina".

Así como Juan, el precursor de mi venida en el Segundo Tiempo, decía a las multitudes: "'Jerusalén, Jerusalén, prepárate para conocer a tu Rey", vosotros, mis nuevos precursores, diréis al mundo: "Preparaos para recibir en vuestro espíritu la presencia del Espíritu Divino, quien viene a haceros sentir la gloria de su Reino". A veces decís: ¡Quién fuese teólogo para penetrar al fondo de está sabiduría que nos revela el Señor! ¡Quien fuera científico para comprender las maravillas que la vida encierra! A lo cual Yo os contesto, que si aprendieseis esas ciencias, no entenderíais mi revelación.

He dispuesto vuestro entendimiento de tal manera, que dentro de su humildad pueda comprenderme, porque así, despejado y libre de toda influencia ajena a mi Doctrina, puede con más facilidad penetrar en mis enseñanzas. Yo os confiaré un libro, en el cual vuestro espíritu aprenda a leer y llegue a conocer la sabiduría espiritual. Es en vano que busquéis esa sabiduría en los libros de la Tierra, porque la simiente que contienen los libros de los humanos, ya no germinaría en vosotros. Vuestra misión es distinta a la de los que vienen a la Tierra a escudriñar los misterios de la Naturaleza; vosotros sois aquel pueblo cuyo destino es el de llevar al mundo la luz del espíritu.

¿No habéis oído hablar de los SIETE SELLOS? Para que podáis comprender, imaginad un libro formado por siete capítulos, un libro que encierra el conocimiento de la vida y de la sabiduría espiritual, el cual ha sido abierto delante de la humanidad. Seis de esos siete sellos han sido desatados, por lo que os encontráis ante el Sexto Sello recibiendo de él su luz y sus revelaciones.

Bienaventurado el que penetre con amor, humildad y respeto a la comprensión de este símbolo de mi sabiduría, porque en su entendimiento se hará la claridad. Es el Libro de los Siete Sellos como un santuario, donde vuestro espíritu encontrará la escala que conduce a la mansión de la paz Y de la perfección. Es el libro de mi sabiduría entregado a los hombres en siete etapas.

El idioma en que está escrito ese libro, es divino, porque ha sido el Espíritu de vuestro Eterno Padre quien lo escribió para sus hijos. Mi Verbo os lo ha traducido al lenguaje humano, para que el hombre pudiese conocerlo y vivirlo desde sus primeras páginas.

Os estoy iniciando en el estudio de esta revelación, mañana, cuando el portavoz calle, empezará a prepararse vuestro espíritu para recibir directamente del Padre la continuación de sus divinas lecciones.

Es mi voluntad que cuando el Séptimo Sello sea desatado, la comunicación de espíritu a Espíritu sea practicada por la humanidad, para que está en comunión con su Señor.

Meditad en estas lecciones, discípulos, y presentiréis la grandeza de esta revelación.

Bienvenido sea el Pueblo que viene a recibir a su Señor. Bienvenido sea porque ha sabido comprender que está en el tiempo del cumplimiento de las profecías y de las promesas que en otro tiempo hice a la humanidad.

Mi nueva manifestación ha sorprendido sin paz al mundo; hoy las naciones se destruyen sin querer entender que todos sois hermanos.

Los cristianos fervientes de aquellos tiempos, cuando supieron que su Señor habría de volver al mundo en un tiempo de guerras y de odios, no acertaban a comprender cómo después de ir de boca en boca y de corazón en corazón aquella sublime Doctrina, no pudieran Ilegar los hombres a amarse los unos a los otros.

¡Ah, si ellos hubiesen sabido que los pueblos que eran cristianos se iban a levantar unos contra otros para destruirse entre sí; y que el corazón de los hombres habría de convertirse en una inmensa tumba donde serían enterradas todas las virtudes que mi Doctrina les enseñó! Es la humanidad como un espíritu al cual rodean tinieblas, podredumbre y soledad, como el muerto dentro de su sepulcro; pero viene mi voz a despertar en su tumba a ese muerto a la verdad, al amor, a la luz. Mi voz, resonando en su espíritu, le está diciendo: no durmáis, éste es el tercer día, en el que debéis resucitar, el Tercer Tiempo destinado al espíritu para su restitución y elevación, con lo cual dejará toda deuda saldada y concluido su misión sobre la Tierra.

He visto que vuestras religiones no tienen la fuerza necesaria para contener tanta maldad, ni bastante luz para iluminar vuestra razón, y es que se han alejado de la esencia de mi Doctrina, que ante todo es para el espíritu.

Para muchos hombres, Jesús es el personaje de una hermosa y antigua leyenda; cuyos ejemplos no pueden imitarse y ser llevados a la práctica en estos tiempos de materialismo; a lo que Yo os digo, que la palabra y las obras de Jesús no han pasado ni pasarán jamás, porque no pertenecen a una época ni a una nación, ya que la esencia de su Obra en el mundo fué el amor y la humildad, y sus enseñanzas, las que necesita la humanidad para su adelanto espiritual.

Cuando los muertos al amor resuciten a la vida verdadera, veréis surgir de nuevo mi nombre y mi palabra en el mundo y oiréis a muchos labios decir: "¡Cristo ha resucitado de entre los muertos!" mas entonces, Yo les diré que siempre he estado presente y que nunca he muerto, siendo el alejamiento espiritual de la humanidad lo que no le permitía sentirme.

Discípulos: Hoy encuentro fatiga en vuestro cuerpo e inquietud en vuestro espíritu; es que os hieren vuestros hermanos porque habéis abrazado esta cruz, pero buscáis mi palabra y en ella encontráis la paz y el consuelo.

En el Primer Tiempo, el pueblo oró en el desierto para que le fuese enviado el maná, hoy eleváis vuestro espíritu para escuchar la voz del Señor, que es sustento y vida eterna.

Muchas veces habéis deseado que esta palabra fuese escuchada en todo el mundo, a lo que el Maestro os dice: Sólo una corta porción me escuchará a través del entendimiento humano, mas después todos recibirán este mensaje. Mi luz está derramado en todo espíritu y en toda carne, o lo que es lo mismo, está preparada la tierra para que en ella penetre la semilla y fructifique.

Sólo quienes permanecen empedernidos en el pecado no sentirán mi presencia, mas Yo haré comprender al mundo que vine por todos y que a todos me mostré.

La luz de un nuevo día ha surgido en el horizonte y un libro se ha abierto ante vuestros ojos. Mi Doctrina espiritual luchará para disipar las sombras, y al final su verdad se impondrá.

No seréis pregoneros de los dones que os he confiado, ni de la gracia que habéis tenido al escucharme, vuestras obras habrán de ser las que hablen testificando las lecciones de amor que habéis recibido.

Los hombres os someterán a prueba, mas entonces os confiaréis a mi voluntad llenos de fe y Yo os haré salir avante.

Ante vosotros llevarán al enfermo incurable para que lo sanéis, os llevarán ante el moribundo para que lo volváis a la vida y os presentarán al que ha perdido la razón o al poseído, para que le deis la luz a su espíritu y la libertad a su entendimiento.

No temáis a las pruebas, poned fe en ellas, sed humildes ante vuestros hermanos y lo demás Yo lo haré. Mostraré a los hombres que en verdad os he dado potestad, ellos que darán asombrados y muchos se convertirán, mas quienes pensaban haceros daño, se sentirán vencidos por vuestra caridad.

El tiempo de la lucha y de la verdadera espiritualidad ha llegado. De los templos, iglesias y sinagogas, saldrán aquellos que, entregados a cultos externos, despierten de su sueño y busquen las tierras del Señor, en donde está el trabajo, la siembra y la lucha.

Despojaos del excesivo amor a vuestro cuerpo y tened caridad de vuestro espíritu, ayudándolo a que se purifique y se eleve; cuando lo hayáis logrado, veréis cuán fuerte seréis de espíritu y de cuerpo.

Pensad que si el espíritu se encuentra enfermo, ¿Cómo podrá haber paz en el corazón? y si en el espíritu existen remordimientos, ¿Podriá disfrutar de la paz?

Preparaos, porque de cierto os digo que ya son muchos los que esperan al Espíritu Santo, las escrituras y las Profecías son escudriñadas y estudiadas por los hombres, y en ellas encuentran que los acontecimientos de este tiempo son indicios de que las señales que Yo di para mi venida, se están cumpliendo. Sin embargo, aun duerme la mayor parte de la humanidad; si todos los pueblos me estuviesen esperando y hubiese interpretado bien las profecías, ya se habrían levantado en pos de la estrella que les revelara la comunicación de espíritu a Espíritu.

Vosotros que escucháis mi palabra, habéis sido jueces de éstos por quienes me comunico, mas al que ha sido más severo e injusto, le he llamado y le he entregado el mismo don para que al encontrarse también delante de jueces e increyentes, se diese cuenta de la delicada y grave misión que pesa sobre un portavoz.

Adelantad, discípulos, no esperéis que vengan los postreros a enseñaros lo que es fe, obediencia y celo en mi Obra, porque vosotros estáis obligados a esperarles con las puertas abiertas, la casa preparada y la mesa servida.

Yo recibo a todos los que vienen en pos de mi palabra, lo mismo a los que se preparan desde hora temprana, alejando su espíritu de lo superfluo, que a los que vienen a oírme tan sólo por costumbre, ¿Quién creéis que aprovechen mejor mi enseñanza? ¿Quiénes creéis que serán los fuertes cuando llegue la hora de mi partida, aquella en que deje de comunicarme con vosotros por este medio? Es natural que sean los que se preparan verdaderamente para recibir mis lecciones. Entonces, escuchadme con el espíritu, despejando vuestra mente y enterneciendo el corazón, así sentiréis cómo mi palabra penetra hasta lo más profundo de vuestro ser y os llena de nobles sentimientos.

Hay quienes encontrándose distantes de esta palabra, están más cerca de mi presencia que muchos que ocupan un lugar cerca de esta manifestación, y es que la cátedra del Maestro desciende al espíritu y no a la materia. ¡Ah espíritus contaminados por las pasiones del mundo, si supieseis que en los momentos en que estáis escuchando esta palabra, os estoy ofreciendo en ella una barca para que os salvéis y una red para que rescatéis a vuestros hermanos que están en peligro!

Ya estoy entre vosotros como os lo había anunciado, ya he llegado y no habrá día en que no os dé muestras de mi presencia y de mi justicia, en múltiples formas.

El tiempo en que los hombres han tomado el libre albedrío para emplearlo en placeres, bajas pasiones, odios y venganzas, está llegando a su fin. Mi justicia está cerrando las veredas del pecado y abriendo, en cambio, la senda de la reconciliación y de la regeneración, para que puedan encontrar el camino de la paz que en vano han buscado por otros medios.

Hermanos os llamáis unos a otros, sin embargo ¡Sólo en escasa ocasiones habéis sabido serlo! Es por eso que os he dicho en este día, que os preparéis a recibir mi palabra porque en ella escucharéis mi voz tierna y amorosa que os hará sentiros verdaderos hermanos en Dios.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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