Vosotros que venís en busca de¡ alimento espiritual, acercaos, y si estáis
cansados, deteneos bajo la sombra de este árbol para que os confortéis. Si
estáis tristes, oíd el trino del ruiseñor que canta entre el follaje del árbol y,
escuchándole sentiréis un, dulce consuelo en vuestro corazón.
Si la incredulidad hace presa de alguno de vosotros, no se lo reprocharé, ni
juzgaré la ideología o credo que. me presente en el fondo de su corazón.
Mi voz llega hasta vuestro espíritu para deciros que sigáis hacia adelante,
caminando con fe a través del extenso desierto de la vida, alentados siempre
por la divina promesa de alcanzar la verdadera Tierra Prometida que es el Reino
Espiritual.
Oíd y grabad mi palabra en vuestro corazón, para que su recuerdo sea
imborrable. Yo os aseguro que llegada la hora marcada por Mi para que cese de
escucharse mi voz bajo esta forma, será la última lección que os dé por medio
del portavoz, por lo cual deberéis guardarla como el más preciado tesoro del
espíritu. Cuando suene aquella hora, solemne para el Maestro y para los
discípulos, vuestro espíritu preparado, permanecerá quieto, absorto en la
meditación y en la oración, porque será en aquellos instantes, cuando comprenda
la forma en que más tarde habrá de recibir las inspiraciones espirituales.
Quiero que antes de que cese esta comunicación bajo la forma en que me he
manifestado a vosotros en este tiempo, comprendáis su sentido profundo y su
forma exterior, para que mañana
sepáis explicaría a quienes no me escucharon. Vuestro testimonio será tenido
por verdadero, si lo confirmáis con vuestras obras de amor hacia vuestros
hermanos.
Preparaos, para que al explicar mis manifestaciones, digáis que no fue preciso
que mi Espíritu descendiese en toda su plenitud sobre el entendimiento del
portavoz porque es infinito, basto un rayo de mi luz para inspirar su mente.
Tampoco os olvidaréis de decir que mis portavoces tuvieron el don del
desprendimiento espiritual en los instantes de mi comunicación, don que les
permitió convertirse en instrumentos e intérpretes de mi palabra.
Esta ha sido, explicada en breves y sencillas palabras, la forma en que mis
portavoces han entregado en este tiempo mi mensaje espiritual a la humanidad.
Mas, para que no vayáis a caer en fanatismo, aferrados a la creencia de que
sólo por el conducto de los portavoces he hablado a los hombres de este tiempo,
quiero que sepáis que toda criatura humana,, que posea la misión de guiar multitudes,
pueblos o naciones, es un medio del que me sirvo para hablar a la humanidad.
Mi amor está por sobre las diferencias de religiones, de doctrinas, de idiomas
y civilizaciones, bastándome encontrar preparación en el que vaya a dirigir un mensaje
a sus hermanos, para que mi caridad lo utilice como medio para dar a conocer mi
verdad por su conducto.
Cuando de los labios de un orador escuchéis palabras que contengan profundo
sentido o que hagan estremecer las fibras recónditas de sus oyentes, ahí
tendréis la prueba de que hubo preparación y buena disposición por parte del
que hablé; pero sobre todo, tendréis la prueba de que fue inspirado por Mí. Por
el contrario, cuando les oigáis hablar palabras que encierren falsedad, por muy
brillantes o floridas que sean en su forma, estad seguros de que allí no hubo
preparación espiritual ni vibró mi inspiración.
Estoy terminando de entregaros este mensaje que a su tiempo llevará el
despertar espiritual a las naciones, enseñando a los hombres a distinguir lo
espiritual de lo simplemente humano, y a separar lo límpido, lo elevado, lo
puro y luminoso, de todo lo que sólo encierre imperfección, impureza o mentira.
En todos los tiempos, mi amor de Maestro ha estado pendiente de la lección que
los hombres necesitan y he llegado siempre a ellos para hablarles de acuerdo
con su elevación de espíritu y su evolución mental.
He venido a vosotros porque he visto que la palabra humana y las doctrinas que
habéis creado, no calman la sed ardiente de vuestro espíritu; sed de luz, sed
de verdad, de eternidad y amor. Por ello me he presentado ante vosotros,
sirviéndome de hombres humildes, ignorantes y rudos de entendimiento,
haciéndolos penetrar en el éxtasis de la mente y del espíritu, para que de sus
bocas brotase el mensaje del Tercer Tiempo. Ellos, para ser dignos de recibir y
transmitir mis divinos pensamientos, tuvieron que luchar contra la materialidad
y las tentaciones del mundo. Así, renunciando a la propia personalidad y castigando
su vanidad, han hecho una entrega total de su ser en los momentos de prestar su
entendimiento a la inspiración divina, permitiendo que de sus labios brote una
palabra llena de sabiduría, de ternura, de justicia, de bálsamo y de paz.
Siempre habrá quienes no acierten a comprender como es que, sin descender mi
Espíritu hasta estos cerebros y tan sólo iluminándolos un rayo de mi luz,
puedan expresar tanto saber en la palabra y derramar tanta esencia sobre el
espíritu de las multitudes, a lo cual Yo os digo que
tampoco el Astro Rey, como llamáis al Sol, precisa de llegar hasta la Tierra
para iluminarla, bastándole la luz que desde la distancia envía a vuestro
planeta bañarlo de claridad, de calor y de vida.
Así el Espíritu del Padre, como un Sol de infinito poder, todo lo ilumina y
vivifica por medio de la luz que envía sobre todas las criaturas, lo mismo
espirituales que materiales.
Comprended entonces que donde está mi luz, ahí está presente mi Espíritu.
Conservad estas explicaciones, porque mañana seréis vosotros los que tendréis
que emplear estos ejemplos, para hacer comprender a vuestros hermanos la forma
de mi comunicación a través del entendimiento del hombre.
De esa manera entenderán con facilidad cómo mi Espíritu, sin descender en
plenitud sobre uno de estos cerebros, hace sentir su presencia a través de la
vibración espiritual que envío sobre mis portavoces.
Es mi caridad la que llega en este tiempo hasta vosotros, transformándose en palabra
humana al tocar la mente del portavoz.
Abrid las puertas del templo que lleváis en lo íntimo de vuestro ser y mirad lo
invisible; gozad contemplando cómo lo espiritual, que sentíais tan distante, lo
he puesto a vuestro alcance.
¡Oh pueblo, formado por multitudes de discípulos de esta Doctrina espiritual,
cuánto os recreáis en las páginas del libre, de mi sabiduría, sin llegar jamás
al final!
Precisamente es la sabiduría el don y la mayor heredad del espíritu, lo que
constituye su gloria y su felicidad eternas.
Así como para vuestra mente humana formé un mundo de inagotables enseñanzas,
para vuestro espíritu hice un Cielo de eterna e infinita sabiduría.
Ante vuestra mirada se presenta una nueva jornada del camino que habréis de
recorrer, y os dejo en abundancia mis lecciones, para que penetréis con paso
firme en este camino que habrá de conduciros hasta la eternidad.
Bien sé que no todos los hombres van a reconocer al mismo tiempo la verdad de este
mensaje, porque mientras unos creerán que están a tiempo de recibirme, otros
pondrán en duda mi mensaje cuando conozcan la forma en que fue recibido. Ellos
dirán que para ser verdad, es demasiado maravilloso que el Espíritu Divino se
haya podido comunicar a través del entendimiento humano, a lo cual les
preguntaréis si no les parece que también fue maravilloso que el Verbo de Dios
se hiciese hombre en Jesús, hecho que siempre han tenido como una suprema
verdad.
Veréis que cuando ellos mediten, comprenderán que al hacerme hombre en el
Segundo Tiempo, os di la mayor prueba de mi amor por vosotros, y que al
comunicarme ahora por medio del entendimiento humano, ha sido para encaminaros
a la comunicación de espíritu a Espíritu, que será la forma perfecta de
relacionarse los hijos con su Padre celestial.
Os habla el Verbo, el mismo que habló en Jesús en el Segundo Tiempo, porque el
Verbo de Dios es eterno y omnipotente. Lo mismo os habló por labios de Jesús,
que lo hizo por boca de profetas y de apóstoles, como también os habla ahora
por el conducto de estos portavoces,
y como lo hará directamente con vuestro espíritu cuando hayáis penetrado en el
tiempo de la elevación.
Cristo, el Verbo de Dios, fue el que habló por boca de Jesús, el hombre limpio
y puro.
Jesús, el hombre, nació, vivió y murió, mas, por lo que toca a Cristo, El no
nació, ni creció en el mundo, ni murió; porque El es la Voz del Amor, el
Espíritu del amor, la palabra divina, la expresión de la sabiduría del Creador,
que ha estado siempre en el Padre.
Cuando Cristo habló en Jesús, su voz se oía en todas partes, porque era el
Verbo eterno el que hablaba, la voz de vuestro Padre. Todo ésto debéis
analizarlo y meditarlo, para que siempre que penséis en Cristo, o simplemente
mencioneis su nombre, lo hagáis pensando en vuestro Padre celestial, mas nunca
corno si se tratase de otro ser distinto a mi Espíritu.
Mi palabra revelada en este tiempo, semejante a una espada, destruirá toda la
falsedad con que los hombres han tratado de ocultar mi verdad, mas también será
barca salvadora para todos los náufragos que angustiosamente buscan la luz de
la espiritualidad.
Discípulos: Cristo es la suprema manifestación del Amor Divino, esa luz que es
la vida en las regiones del espíritu; la luz que rasga las tinieblas y descubre
la verdad ante toda mirada espiritual, la que destruye los misterios, abre la
puerta y muestra el camino hacia la sabiduría, la eternidad y la perfección de
los espíritus.
En el Segundo Tiempo, Cristo, el mismo que os está hablando en este instante,
se hizo hombre y habitó en la Tierra; mas ahora lo tenéis en espíritu,
cumpliendo así una promesa hecha por El a la humanidad, la de venir era un
nuevo tiempo a traeros el supremo consuelo y la luz de la verdad, esclareciendo
y explicando todo cuanto a los hombres les había sido revelado.
En lo divino, mirad a un solo Espíritu que se ha mostrado ante vosotros a
través de fases diferentes, pero siempre manifestando su justicia, poder y
perfección.
Jamás intentéis encerrar dentro de los límites de vuestra humana inteligencia,
las luces que sólo están reservadas al espíritu, porque entonces veríais
delante de vosotros un Dios empequeñecido y despojado de perfección.
Bien está que me concibáis como el Supremo Amor, como el Absoluto, como el
Creador, como el Omnipotente; pero comprended que debéis buscar la inspiración
espiritual para encontrar expresiones más profundas al hablar de vuestro Señor.
En verdad os digo que mi poder, mi sabiduría y amor, sobrepasan todo cuanto la
mente humana pueda imaginar, porque todo ello está más allá de lo que conocéis
y de lo que habréis de conocer.
Vengo preparando el futuro de vuestros espíritus, por eso la paja está siendo
quemada en el fuego de la justicia divina, no habiendo para vosotros, sino dos
caminos: uno, el de la espiritualidad, el otro, el de la purificación.
En este tiempo, el que no está dispuesto a renovarse tendrá que conocer las mayores
amarguras y ser levantado de la Tierra, perdiendo con ello la preciosa
oportunidad de expiar sus faltas y reconciliarse con la ley, con la verdad y la
vida.
En cambio, quienes pasen de esta vida material a la mansión espiritual, con la
paz y la satisfacción que dan el deber cumplido, se sentirán iluminados por mi
luz, y si son de los que tengan que reencarnar nuevamente, Yo les prepararé
antes de retornar a la vida humana, para que resuciten a ella limpios, mas
espiritualizados y con mayor sabiduría.
Ya no seréis ligeros para olvidar vuestras promesas de permanecer en el camino
del bien, llevaréis presente el recuerdo de ese pacto espiritual que habéis
hecho conmigo, sin apartaros del buen sendero a pesar de las pruebas y de las
tentaciones que encontréis a vuestro paso.
El que quiera seguirme, tome su cruz y venga tras de mi huella. Estoy esperando
a los hombres de buena voluntad que anhelen la paz, la salvación y el bienestar
de sus semejantes. Tomaré bajo mi manto de amor a los que me busquen con ese
noble ideal y les enviaré por todos los caminos del mundo a convertir mis
pensamientos en palabras y mis palabras en obras, expresando en esa forma mi
Doctrina a través de ellos. Unos, tendrán palabra sencilla, en otros florecerá
el verbo y llevarán en sus labios una cascada de agua espiritual para calmar la
sed de verdad de los hombres.
No temeréis hablar cuando os encontréis en las filas de mis emisarios y
apóstoles, ni daréis albergue al pensamiento de que este mensaje no ya a ser
comprendido por la humanidad.
Vengo a iluminar a vuestro espíritu, a libertaras del materialismo, a enseñaros
el camino de la felicidad verdadera, esa es la buena nueva que llevaréis por
todos los senderos.
Disponeos a la lucha todos los de buena voluntad, para que lleguéis
oportunamente ante vuestros hermanos. De esa oportunidad os doy el ejemplo,
llegando en el instante preciso en que necesitáis de Mí. ¿Sería justo que el
Redentor, viendo a la humanidad hundirse, llegase después de tiempo?
Oídme, pueblo, y penetrad al fondo de esta palabra, reconociendo que habéis
aprovechado poco, porque habéis creído poco y la duda ha penetrado muchas veces
en vuestro corazón. Sin embargo, tiempo vendrá en que los hombres de Poca fe,
verán madurar el fruto que he sembrado, y por todo el mundo surgirán iniciados
en la espiritualidad.
Entonces oiréis mi voz que les dice: "Discípulos amados, vamos a sembrar
amor por el mundo, Yo haré llegar mi semilla a los corazones a través de
vuestras obras; sembrad con ejemplos y pronto veréis fructificar mi
Doctrina".
Así como Juan, el precursor de mi venida en el Segundo Tiempo, decía a las
multitudes: "'Jerusalén, Jerusalén, prepárate para conocer a tu Rey",
vosotros, mis nuevos precursores, diréis al mundo: "Preparaos para recibir
en vuestro espíritu la presencia del Espíritu Divino, quien viene a haceros
sentir la gloria de su Reino". A veces decís: ¡Quién fuese teólogo para
penetrar al fondo de está sabiduría que nos revela el Señor! ¡Quien fuera
científico para comprender las maravillas que la vida encierra! A lo cual Yo os
contesto, que si aprendieseis esas ciencias, no entenderíais mi revelación.
He dispuesto vuestro entendimiento de tal manera, que dentro de su humildad
pueda comprenderme, porque así, despejado y libre de toda influencia ajena a mi
Doctrina, puede con más facilidad penetrar en mis enseñanzas. Yo os confiaré un
libro, en el cual vuestro espíritu aprenda a leer y llegue a conocer la sabiduría
espiritual. Es en vano que busquéis esa sabiduría en los libros de la Tierra,
porque la simiente que contienen los libros de los humanos, ya no germinaría en
vosotros. Vuestra misión es distinta a la de los que vienen a la Tierra a
escudriñar los misterios de la Naturaleza; vosotros sois aquel pueblo cuyo
destino es el de llevar al mundo la luz del espíritu.
¿No habéis oído hablar de los SIETE SELLOS? Para que podáis comprender,
imaginad un libro formado por siete capítulos, un libro que encierra el
conocimiento de la vida y de la
sabiduría espiritual, el cual ha sido abierto delante de la humanidad. Seis de
esos siete sellos han sido desatados, por lo que os encontráis ante el Sexto
Sello recibiendo de él su luz y sus revelaciones.
Bienaventurado el que penetre con amor, humildad y respeto a la comprensión de
este símbolo de mi sabiduría, porque en su entendimiento se hará la claridad.
Es el Libro de los Siete Sellos como un santuario, donde vuestro espíritu
encontrará la escala que conduce a la mansión de la paz Y de la perfección. Es
el libro de mi sabiduría entregado a los hombres en siete etapas.
El idioma en que está escrito ese libro, es divino, porque ha sido el Espíritu
de vuestro Eterno Padre quien lo escribió para sus hijos. Mi Verbo os lo ha
traducido al lenguaje humano, para que el hombre pudiese conocerlo y vivirlo
desde sus primeras páginas.
Os estoy iniciando en el estudio de esta revelación, mañana, cuando el portavoz
calle, empezará a prepararse vuestro espíritu para recibir directamente del
Padre la continuación de sus divinas lecciones.
Es mi voluntad que cuando el Séptimo Sello sea desatado, la comunicación de
espíritu a Espíritu sea practicada por la humanidad, para que está en comunión
con su Señor.
Meditad en estas lecciones, discípulos, y presentiréis la grandeza de esta
revelación.
Bienvenido sea el Pueblo que viene a recibir a su Señor. Bienvenido sea porque
ha sabido comprender que está en el tiempo del cumplimiento de las profecías y
de las promesas que en otro tiempo hice a la humanidad.
Mi nueva manifestación ha sorprendido sin paz al mundo; hoy las naciones se
destruyen sin querer entender que todos sois hermanos.
Los cristianos fervientes de aquellos tiempos, cuando supieron que su Señor
habría de volver al mundo en un tiempo de guerras y de odios, no acertaban a
comprender cómo después de ir de boca en boca y de corazón en corazón aquella
sublime Doctrina, no pudieran Ilegar los hombres a amarse los unos a los otros.
¡Ah, si ellos hubiesen sabido que los pueblos que eran cristianos se iban a
levantar unos contra otros para destruirse entre sí; y que el corazón de los
hombres habría de convertirse en una inmensa tumba donde serían enterradas
todas las virtudes que mi Doctrina les enseñó! Es la humanidad como un espíritu
al cual rodean tinieblas, podredumbre y soledad, como el muerto dentro de su
sepulcro; pero viene mi voz a despertar en su tumba a ese muerto a la verdad,
al amor, a la luz. Mi voz, resonando en su espíritu, le está diciendo: no
durmáis, éste es el tercer día, en el que debéis resucitar, el Tercer Tiempo
destinado al espíritu para su restitución y elevación, con lo cual dejará toda
deuda saldada y concluido su misión sobre la Tierra.
He visto que vuestras religiones no tienen la fuerza necesaria para contener
tanta maldad, ni bastante luz para iluminar vuestra razón, y es que se han
alejado de la esencia de mi Doctrina, que ante todo es para el espíritu.
Para muchos hombres, Jesús es el personaje de una hermosa y antigua leyenda;
cuyos ejemplos no pueden imitarse y ser llevados a la práctica en estos tiempos
de materialismo; a lo que Yo os digo, que la palabra y las obras de Jesús no
han pasado ni pasarán jamás, porque no pertenecen a una época ni a una nación,
ya que la esencia de su Obra en el mundo fué el amor y la humildad, y sus
enseñanzas, las que necesita la humanidad para su adelanto espiritual.
Cuando los muertos al amor resuciten a la vida verdadera, veréis surgir de
nuevo mi nombre y mi palabra en el mundo y oiréis a muchos labios decir:
"¡Cristo ha resucitado de entre los muertos!" mas entonces, Yo les
diré que siempre he estado presente y que nunca he muerto, siendo el
alejamiento espiritual de la humanidad lo que no le permitía sentirme.
Discípulos: Hoy encuentro fatiga en vuestro cuerpo e inquietud en vuestro
espíritu; es que os hieren vuestros hermanos porque habéis abrazado esta cruz,
pero buscáis mi palabra y en ella encontráis la paz y el consuelo.
En el Primer Tiempo, el pueblo oró en el desierto para que le fuese enviado el
maná, hoy eleváis vuestro espíritu para escuchar la voz del Señor, que es
sustento y vida eterna.
Muchas veces habéis deseado que esta palabra fuese escuchada en todo el mundo,
a lo que el Maestro os dice: Sólo una corta porción me escuchará a través del
entendimiento humano, mas después todos recibirán este mensaje. Mi luz está
derramado en todo espíritu y en toda carne, o lo que es lo mismo, está
preparada la tierra para que en ella penetre la semilla y fructifique.
Sólo quienes permanecen empedernidos en el pecado no sentirán mi presencia, mas
Yo haré comprender al mundo que vine por todos y que a todos me mostré.
La luz de un nuevo día ha surgido en el horizonte y un libro se ha abierto ante
vuestros ojos. Mi Doctrina espiritual luchará para disipar las sombras, y al
final su verdad se impondrá.
No seréis pregoneros de los dones que os he confiado, ni de la gracia que
habéis tenido al escucharme, vuestras obras habrán de ser las que hablen
testificando las lecciones de amor que habéis recibido.
Los hombres os someterán a prueba, mas entonces os confiaréis a mi voluntad
llenos de fe y Yo os haré salir avante.
Ante vosotros llevarán al enfermo incurable para que lo sanéis, os llevarán
ante el moribundo para que lo volváis a la vida y os presentarán al que ha
perdido la razón o al poseído, para que le deis la luz a su espíritu y la
libertad a su entendimiento.
No temáis a las pruebas, poned fe en ellas, sed humildes ante vuestros hermanos
y lo demás Yo lo haré. Mostraré a los hombres que en verdad os he dado
potestad, ellos que darán asombrados y muchos se convertirán, mas quienes pensaban haceros daño, se sentirán vencidos por vuestra caridad.
El tiempo de la lucha y de la verdadera espiritualidad ha llegado. De los
templos, iglesias y sinagogas, saldrán aquellos que, entregados a cultos
externos, despierten de su sueño y busquen las tierras del Señor, en donde está
el trabajo, la siembra y la lucha.
Despojaos del excesivo amor a vuestro cuerpo y tened caridad de vuestro
espíritu, ayudándolo a que se purifique y se eleve; cuando lo hayáis logrado,
veréis cuán fuerte seréis de espíritu y de cuerpo.
Pensad que si el espíritu se encuentra enfermo, ¿Cómo podrá haber paz en el
corazón? y si en el espíritu existen remordimientos, ¿Podriá disfrutar de la
paz?
Preparaos, porque de cierto os digo que ya son muchos los que esperan al
Espíritu Santo, las escrituras y las Profecías son escudriñadas y estudiadas
por los hombres, y en ellas encuentran que los acontecimientos de este tiempo
son indicios de que las señales que Yo di para mi venida, se están cumpliendo.
Sin embargo, aun duerme la mayor parte de la humanidad; si todos
los pueblos me estuviesen esperando y hubiese interpretado bien las profecías,
ya se habrían levantado en pos de la estrella que les revelara la comunicación
de espíritu a Espíritu.
Vosotros que escucháis mi palabra, habéis sido jueces de éstos por quienes me
comunico, mas al que ha sido más severo e injusto, le he llamado y le he
entregado el mismo don para que al encontrarse también delante de jueces e
increyentes, se diese cuenta de la delicada y grave misión que pesa sobre un
portavoz.
Adelantad, discípulos, no esperéis que vengan los postreros a enseñaros lo que
es fe, obediencia y celo en mi Obra, porque vosotros estáis obligados a
esperarles con las puertas abiertas, la casa preparada y la mesa servida.
Yo recibo a todos los que vienen en pos de mi palabra, lo mismo a los que se
preparan desde hora temprana, alejando su espíritu de lo superfluo, que a los
que vienen a oírme tan sólo por costumbre, ¿Quién creéis que aprovechen mejor
mi enseñanza? ¿Quiénes creéis que serán los fuertes cuando llegue la hora de mi
partida, aquella en que deje de comunicarme con vosotros por este medio? Es
natural que sean los que se preparan verdaderamente para recibir mis lecciones.
Entonces, escuchadme con el espíritu, despejando vuestra mente y enterneciendo
el corazón, así sentiréis cómo mi palabra penetra hasta lo más profundo de
vuestro ser y os llena de nobles sentimientos.
Hay quienes encontrándose distantes de esta palabra, están más cerca de mi
presencia que muchos que ocupan un lugar cerca de esta manifestación, y es que
la cátedra del Maestro desciende al espíritu y no a la materia. ¡Ah espíritus
contaminados por las pasiones del mundo, si supieseis que en los momentos en
que estáis escuchando esta palabra, os estoy ofreciendo en ella una barca para
que os salvéis y una red para que rescatéis a vuestros hermanos que están en
peligro!
Ya estoy entre vosotros como os lo había anunciado, ya he llegado y no habrá
día en que no os dé muestras de mi presencia y de mi justicia, en múltiples
formas.
El tiempo en que los hombres han tomado el libre albedrío para emplearlo en
placeres, bajas pasiones, odios y venganzas, está llegando a su fin. Mi
justicia está cerrando las veredas del pecado y abriendo, en cambio, la senda
de la reconciliación y de la regeneración, para que puedan encontrar el camino
de la paz que en vano han buscado por otros medios.
Hermanos os llamáis unos a otros, sin embargo ¡Sólo en escasa ocasiones habéis
sabido serlo! Es por eso que os he dicho en este día, que os preparéis a
recibir mi palabra porque en ella escucharéis mi voz tierna y amorosa que os
hará sentiros verdaderos hermanos en Dios.
¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!
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