sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 90

Soy el caminante que está llamando a las puertas de vuestro corazón. Llamo y no sabéis quién es, abría y no me reconocéis, como el caminante que llega a una aldea y no tiene quien le conozca; como el extranjero que penetra en tierra extraña y no es entendido en su idioma. Así me siento entre vosotros. ¿Hasta cuándo sentiréis mí presencia? ¡oh, humanidad! ¿Hasta cuándo me reconoceréis como en aquellos tiempos fue reconocido José por sus hermanos en Egipto?

José, hijo de Jacob, había sido vendido por sus propios hermanos a unos mercaderes que se dirigían a Egipto. José era aún pequeño y ya había dado pruebas de un gran don de profecía; la envidia se apoderó de sus hermanos, quienes se deshicieron de él creyendo no volver a verle; mas el Señor, que velaba por su siervo, le protegió y le hizo grande ante el Faraón de Egipto. Muchos años después, cuando el mundo fue azotado por la sequía y el hambre, Egipto, guiado por los consejos e inspiraciones de José, almacenó suficientes provisiones para resistir la prueba. Fué entonces, cuando los hijos de Jacob llegaron en busca de alimentos a Egipto. Grande fue su asombro cuando reconocieron a su hermano José convertido en ministro y consejero del Faraón. Al verlo, cayeron de hinojos a sus pies arrepentidos de su falta, y reconocieron que las profecías de su hermano se habían cumplido. Aquel a quien daban por muerto estaba ahí delante de ellos lleno de poder, de virtud y de sabiduría. El profeta a quien habían vendido, les estaba demostrando la verdad de la profecia que el Señor había puesto en sus labios desde niño. El hermano a quien habían vejado, vendiéndolo, les estaba perdonando. ¿Comprendéis, pueblo? Ahora sabéis por qué os he dicho en este día: ¿Cuándo me reconoceréis cómo reconocieron a José sus hermanos?

Yo también os profeticé en aquel tiempo; también fui vendido y dado por muerto; mas recordad que os dije que volvería; entonces, ¿Por qué ahora que llamo a vuestras puertas no me recibis? ¿será menester que aparezca en la Tierra la sequía y el hambre como en aquella ocasión para que al fin me busquéis?

¡Cuánto os he hablado y os he hablado desde el principio de los tiempos para rescataros del mal y llevaros hacia la perfección, mas aun falta tiempo para que podáis llegar a la cúspide del monte donde es espero para guardaros como joyas que han brotado de mi amor y que retornan a Mí!

Todos los hombres saben que soy el Padre de todo lo creado y que el destino de los seres está en Mí; sin embargo, no he recibido de ellos su atención ni su respeto. Ellos también crean, también son señores y creen tener poder sobre el destino de sus semejantes, ¿Para qué inclinarse ante Mí?

De esta manera el hombre ha probado mi paciencia y desafiado mi justicia; Yo le he dado tiempo para encontrar la verdad, pero nada ha querido de Mí. Vine como Padre y no fui amado; después llegué como Maestro y no fui comprendido; mas como es necesario salvar a la humanidad, ahora vengo como Juez. Sé que el hombre renegará contra ni justicia, porque tampoco como Juez va a comprenderme, y va a decir que Dios se ha vengado.

Quisiera que todos comprendieran que Dios no puede alentar sentimientos de venganza, porque su amor es perfecto; tampoco puede enviar el dolor, sois vosotros los que lo atraéis con vuestro pecado. Mi justicia divina está por en- cima de vuestro dolor y aun de vuestra muerte. El dolor, los tropiezos, los fracasos, son las pruebas que el hombre se va creando; y los frutos de su siembra. es lo que va recogiendo. A Mí me basta en cada uno de estos trances, hacer llegar mi luz a vuestro espíritu para que alcance su salvación.

Dicen muchos hombres, que no entienden la Doctrina de Cristo, que no saben de qué deben de apartarse y hacia donde deben conducir sus pasos y Yo les pregunto: ¿Os parecen demasiado elevadas aquellas enseñanzas? Escuchadme ahora y las comprenderéis.

Yo sabía que tenía que volver para explicaros todas aquellas lecciones, por eso os dije que el Espíritu de Verdad vendría a explicaros todos los misterios para, haceros comprender lo que no hubieseis entendido. Este es el tiempo en que el Espíritu de Verdad flota sobre toda carne y sobre todo espíritu, basta que os concentréis en el fondo de vuestra conciencia para que escuchéis mi voz, pero he querido daros como primicias de este tiempo mi comunicación por medio del entendimiento humano, para que este mensaje sea la simiente que os de firmeza y fe en el camino de vuestra evolución.

En este tiempo vengo a daros amor, paz y enseñanzaza espiritual, y vuestro corazón, pobre y necesitado de todo ello, se purifica para recibir la dádiva divina.

Lo que los hombres poderosos y de gran ciencia han desechado, los humildes lo reciben, y lo que ha sido despreciado en los palacios suntuosos, llega a las casas menesterosas y es recibido con alegría.

Vosotros, que venís cansados de tanto esperarme y de tanto sufrir, venid a Mí; todo lo he preparado y todo se encuentra dispuesto para este momento. He embalsamado el viento para que aspiréis mi aliento vivificante, porque quiero acercarme a vosotros con infinito amor.

Los hijos de los reyes, cuando escuchan que a su puerta llega mi llamado, me dicen: "Volved mañana porque ahora no hay sitio para vos". Mientras que los hombres de corazón sencillo me dicen: "Venid a nosotros Maestro, venid y honrad nuestra casa con vuestra presencia, no miréis nuestras manchas; Vos, que supisteis visitar la casa de Magdalena la pecadora, concedednos la dicha de contemplaros."

Cuando llega a Mí este llamado impaciente pero humilde, me. acerco y penetro en esos corazones, preparados en esa hora, como si fuera un santuario.

Entre vosotros encuentro a los ungidos con las lágrimas del dolor, a los que han sufrido persecución, a los que han padecido humillaciones.

Vengo porque me habéis llamado en el silencio de vuestras luchas y de vuestra desilusión , mas debéis apreciar que he llegado solícito a vuestro llamado, como un pastor acude presuroso al oir al balido de la oveja que se encuentra perdida o que se halla en peligro.

Me llamasteis con gran fe, me buscasteis incansablemente y de cierto os digo que vuestra fe no podía defraudaros.

Daos cuenta, de que derramo mis bendiciones como si fuera una cascada de amor sobre todos aquellos que supieron creer y esperar; oíd mi voz que llega. a vosotros, como si fuera un canto amoroso que os hace olvidar las penas y que os perdona todo aquello que siendo tan amargo, ha ido recorriendo vuestro corazón por el camino.

Estáis aprendiendo a sentir mi presencia espiritual en vuestro corazón, y este conocimiento ha sido como un remanso para unos, como un oásis para otros. A todos vengo a buscar, mas primero acudí a manifestarme entre los que al oirme, no me negaron, a los que supieron soportar las burlas de sus hermanos por estar conmigo.

Tened paciencia en las pruebas y con ello daréis testimonio de mi Obra; mas Yo también sabré dar testimonio de mis discípulos fieles, para que la humanidad comprenda que ellos están en la verdad.

No sólo vosotros seréis testigos de mi Obra, no sólo los varones y mujeres de mi pueblo testificarán mi llegada; sino que todo hablará de mi venida y dará testimonio de mi verdad, como aconteció en aquel Segundo Tiempo, en el que, en la hora suprema de la crucifixión hasta el sol se ocultó, la tierra se estremeció y toda Jerusalén quedó desolada y triste.

Amados discípulos, no lloréis' más por Mi, vuestra lágrimas se tornarán en gozo, porque llegaréis a llorar de infinita alegría cuando veáis el triunfo de mi Doctrina sobre la Tierra y ese gozo nadie os lo podrá quitar. Por ahora seguid ocupando vuestro lugar en este banquete espiritual y comed el dulce pan de la vida.

Gozad de esta fiesta que vibra en vuestro espíritu, para que en el instante en que lleguéis a estar en comunión conmigo, olvidéis vuestras tribulaciones; vuestras heridas cicatricen y descanseis de vuestras fatigas. Vuestro corazón, cuando esos instantes sean llegados, brillará como una casa cuando está de fiesta y ni los más regios palacios de la Tierra tendrán en esa hora, el esplendor que lucirá en vuestro espíritu.

Benditos sean los mansos de corazón, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados los que sufren intensamente cuando el Pastor es injuriado; mas no temáis por Mí, temed por vosotros, a quienes si puede agobiar el dolor y vencer la tentación.

Os recreáis escuchándome y me preguntáis: Maestro, ¿por qué nos habéis escogido, si somos tan pequeños y tan débiles? Y Yo os contesto: Vuestro Señor nunca se equivoca.

Reconoced que, antes de venir a escucharme por primera vez, cuando no sabíais aún nada de mi venida, ya vuestro corazón os avisaba que el Maestro estaba enviando su luz al mundo, como un faro que guía a los náufragos enmedio de la tempestad.

Os he llamado para haceros mis labriegos y enviaros a los caminos, predicando esta buena nueva, mas antes espero que aprendáis a perdonar a vuestros enemigos, a todos aquellos que os hayan puesto coronas de espinas, a todos los que os hayan dado a beber hiel y vinagre, para que podáis decir que ya estáis fuertes para salir a esparcir la simiente de la espiritualidad.

Cuando eso sea, debéis levantaros a sembrar, y aunque encontréis penas y amarguras en vuestro sendero de misioneros espirituales, también tendréis grandes alegrías que os recompensarán. Cuando salgáis a sembrar mi semilla de amor, orad y tened confianza; lloraréis a veces, pero en cambio será mucho lo que llegaréis a gozar cumpliendo con mi Ley.

Encontraréis lágrimas y alegrías en vuestra jornada, hasta alcanzar el fin de vuestra restitución y llegar a la Tierra Prometida, donde todo es paz, armonía y dicha perfecta.

A veces vuestro cáliz estará lleno de miel, otras de amargura, pero vuelvo a deciros que, al que ore, vele y confíe en Mi, no sucumbirá a la flaqueza, porque llevará su corazón lleno de fe y nunca será capaz de negarme, porque sus labios serán firmes para proclamar mi verdad sobre la Tierra.

Es penoso y largo el camino, pero mi amor mitigará la sed de vuestro corazón. Recordad que siempre he venido a los hombres, cuando los he mirado a punto de perecer de hambre o de sed.

Os habla en este instante, Aquel que siempre ha venido a salvaros. Cristo, la promesa divina humanizada en Jesús en el Segundo Tiempo, El Verbo Divino hecho palabra humana, el Espíritu del Amor, de la Luz, de la Sabiduría, limitado en un rayo que a través de la conciencia toca al espíritu y la mente del hombre para enseñarle a transmitir mi pensamiento.

Algunos me dicen en su corazón: Señor, ¿Cómo pudisteis descender así hasta nuestro corazón? ¡Ah, hijos míos! ¿No habéis visto alguna vez a una madre descender al sórdido suburbio donde algún hijo suyo gime y la implora, perdido en el cieno o en la miseria?

Sólo esas madres podrían deciros cómo sintieron que los latidos del corazón del hijo extraviado les llamaba, implorando su presencia y su ternura, confiando en que alcanzarían su perdón.

Y Yo que soy Aquel en quien se resumen todos los amores, en quien está el amor de todos los padres y de todas las madres. ¿Podría permanecer insensible al llamado de vuestro espíritu? ¿Dejaría de acudir al sitio, sea el que fuere, en donde uno de mis hijos se encontrara perdido y me llamara? ¡Cuán poco es lo que sabéis de Mi, a pesar de que os he manifestado mi amor en tantas y tan infinitas formas!

¿No recordáis en cuantas ocasiones manifesté mi amor, no sólo en los que en Mí creyeron, sino también en aquél que me traicionó y en quienes me persiguieron y juzgaron? Ahora me podéis preguntar cuál fue la causa que me movió para permitir todos aquellos escarnios y Yo os contesto: Era menester que les dejara completa libertad de pensamiento y de obras, para que hubiera ocasiones propicias para manifestarme y que todos palparan la misericordia y amor con que vine a doctrinar al mundo.

Yo no moví el corazón de Judas para que me traicionara, él sirvió de instrumento a un mal pensamiento cuando su corazón se llenó de tinieblas; y ante la infidelidad de aquel discípulo, le manifesté mi perdón.

No hubiere sido preciso que uno de los míos me traicionara para daros aquella muestra de humildad, el Maestro la hubiera demostrado en cualquiera ocasión que los hombres le hubiesen presentado. A aquel discípulo le correspondió ser el instrumento por el cual el Maestro mostró al mundo su divina humildad, y aunque habéis pensado que la flaqueza de aquel hombre fue la que ocasionó la muerte de Jesús, Yo os digo que estáis en un error, porque Yo vine a darme todo a vosotros, y si no hubiese sido en esa forma, estad seguros de que hubiese sido en otra. Por lo tanto no tenéis derecho a maldecir o a juzgar a aquel que es vuestro hermano, al que en un instante de ofuscación faltó al amor y a la fidelidad que debía a su Maestro. Si vosotros le culpáis de mi muerte, ¿Por qué no le bendecís, sabiendo que mi sangre fue derramada para la salvación de todos los hombres? Más os valdría orar para pedir que ninguno de vosotros caiga en tentación, porque la hipocresía de los escribas y fariseos aún existe en este mundo.

A vosotros os corresponde estar orando y velando para ser siempre instrumentos de la luz y no servir nunca a las tinieblas; Yo tendré siempre ocasión de manifestar a esta humanidad incrédula y materialista, la verdad de cuanto he venido a revelarle.

Al igual que ayer, ahora dejo al hombre la libertad de su libre albedrío, para que pueda hacer uso del don de su voluntad y sepa venir a Mí por sí mismo.

Os he hecho libres, no para el mal, libres como el correr de las aguas, como el crecer de las plantas, como el cantar de las aves.

No incité en aquel tiempo a los hombres a que me llamaran o me buscaran, ni opuse resistencia cuando me rechazaron; dejé que hicieran su voluntad, para después hacer la mía por sobre todo lo creado. Con ésto quiero deciros que os dejaré llegar a Mí haciendo uso de vuestra voluntad, porque cuando se trata de forzar en otro sentido a esa maravillosa fuerza que mueve a la humanidad, no se alcanza la perfección; por lo tanto hacer que vuestra voluntad sea la mía y llegaréis al final del camino, que es mí corazón de Padre.

Yo os llamaré como siempre he estado haciéndolo, sin cansarme nunca, y mi voz repetirá día tras día "Venid a Mí". Mas para que oigais mi llamado, limpiad vuestro corazón, para que las fuerzas maléficas, contrarias a la virtud, a la pureza y al bien, no encuentren afinidad en vosotros y aunque vengan a tentaros no os hagan caer.

Mi Reino tiene abiertas sus puertas, por ellas se escapan raudales de luz, llegando su claridad hasta este mundo en busca de corazones, entendimientos y espíritus, para posarse sobre ellos.

De todo os prevengo porque ya os he dicho que habrá lucha y que mi Doctrina será combatida en muchas formas. Muchos serán los que luchen por hacerla desaparecer de la Tierra, mas para que mi Doctrina desaparezca antes tendrá que desaparecer el último de los espíritus, o sea el último de los hombres sobre este mundo.

No temáis si os llamasen blasfemos cuando digais que quien os habló en espíritu fue el mismo Cristo; también en el Segundo Tiempo cuando Jesús dijo ser el hijo de Dios, los hombres se escandalizaron. Yo perdonaré su incredulidad y dejaré que me nombren como mejor les plazca.

Muchos negarán que Yo os haya hablado por boca de hombres pecadores, mas entonces les diré: No os fijéis en el vaso, apreciad el contenido, y luego derramaré la blancura de mi enseñanza sobre el corazón de mis negadores. Ellos me reconocerán, porque tengo una señal para llamar a mis ovejas, y éstas conocen la voz de su Pastor.

Vendrán a probanne, queriendo demostramos que estáis en un error; si no les doy mi nombre dirán que no soy Yo, y si contesto a sus mal intencionadas preguntas, con más ahinco me negarán.

Entonces les diré: el que quiera penetrar al Reino de la luz, tendrá que buscarlo con el corazón. Mas aquel que quiera vivir negándome, será a su propio espíritu a quien le ha negado el divino saber, haciendo que todo lo que es revelación clara y luminosa, sea para él secreto y misterio.

Os doy mi paz, no aquella que el mundo promete, por que esa no es verdadera, sino la que Yo os hago sentir. llevad mi paz porque el camino que pisáis está sembrado de espinos, lo sé; en un océano de amargura navega la humanidad. El pecado se ha desatado y no tenéis fuerzas para luchar en contra de todas estas calamidades, para eso he venido, para daros fortaleza y haceros salir de este caos. Cuando habéis perdido el camino y sentís intranquilidad, os preguntáis en medio de vuestra confusión si ese será mi camino y Yo os contesto, que Yo siempre os estoy señalando el camino recto.

Algún corazón incrédulo me pregunta en este día: "¿Sois vos, Maestro, el que nos habla? Y Yo le contesto: Soy Yo, en Espíritu y en verdad que me presento con humildad al alcance de vuestro entendimiento, para que me reconozcáis y os dejéis iluminar por esta luz para que ella os limpie y prepare vuestro corazón lo reanime y le señale la vida espiritual que le espera.

Ahora en este tiempo el libro de mi enseñanza, quiero que permanezca abierto ante vuestro corazón y que seáis incansables repasando sus lecciones. Vengo a instruiros, porque es la hora señalada por mi amor, en la que he de haceros dueños de la sabiduría que os pertenece.

De Mi brotásteis limpios y a través de los tiempos habéis manchado vuestro espíritu, y después de purificaciones y trabajos, venís a Mí y Yo os devuelvo el valor y la gracia que habíais perdido. Os estoy marcando con un sello de luz, para que seáis reconocidos por vuestros hermanos. Os he llamado discípulos y quiero que imitéis a aquellos del Segundo Tiempo. ¿No estáis conformes con que os haya escogido? Me decís en silencio: "Hágase tu voluntad". Todavía no puedo dejaros en mi lugar, aun no estáis preparados para enseñar. ¿Que podría entregar un portavoz aun teniendo el don de la palabra, si mi rayo no lo estuviese iluminando? Todavía son torpes y sólo están preparados para recibir mi inspiración y transmitirla, mas su corazón no es aún fuente de caridad y amor porque son pequeños. Bienaventurados los que al oir mi palabra han sentido fe y sin haberles concedido grandes pruebas me presentan su agradecimiento.

Nadie ha venido por casualidad. Yo os he traído; si habéis conversado conmigo, estáis en el deber de reconocerme y amarme. Varones y mujeres que hasta hoy habéis vivido en lujosas mansiones: ¿Queréis seguirme? ¿No sabéis que estáis señalados como mis escogidos y que quiero que sirváis en mi Obra? Si habéis amado mucho al mundo, hoy amaréis la vida espiritual, serviréis a vuestros hermanos y en esto fincaréis vuestro gozo; mas si por causa de este cumplimiento espiritual vuestros parientes y amigos os desconocen, no sintáis dolor, sed fuertes e imitadme.

Cuando habité entre vosotros en el Segundo Tiempo, encontré a mis hijos ensoberbecidos por su ciencia y su poder; quise hacer llegar mi palabra a su corazón y encontré en ellos indiferencia para los dones del espíritu, mas no por eso me aparté de su camino; para ayudarles a convertir su duro corazón, preparé pruebas que lo iluminaran.

En una ocasión llegó un varón de aquellos que habían oído mi palabra sin darle crédito; iba lleno de angustia, con la desesperación reflejada en el rostro, porque no encontraba los medios para devolver la salud a su esposa que agonizaba. Se acercó a Mí, vencido por el dolor, después de haber recurrido inutilmente a su ciencia, sin encontrar remedio al mal que estaba terminando con la vida de su compañera y dijo: ""¿Eres tú el que sanas? Y le contesté: ¿Qué es lo que deseas buen hombre? Entonces él habló implorando el alivio de su esposa. Yo le dije: ¿Acaso mi ciencia es inútil y no vale el poder que me reviste? Y yendo en seguimiento suyo, llegué hasta el lecho de la moribunda y toqué su frente. El esposo miraba incrédulo, mientras ella recobraba la salud. La mujer se levantó y fue sana y llena de reconocimiento, lloró de alegría y arrodillándose me dijo: "Maestro, Tú eres el divino Doctor, nuestro Dios." ¿Por qué haciendo estos prodigios , no te reconocen y te siguen? "Espera mujer, le contesté, es menester que Yo me vaya de entre vosotros, para ser comprendido, mas los que han de conocer ahora mi verdad; están escogidos".

Y así será en el Tercer Tiempo. Muchos que han palpado mis manifestaciones y prodigios, no han creído, mas pasarán los tiempos y los acontecimientos que vendrán, hablarán y darán testimonio de todas estas maravillas, y aun así pedirán nuevas pruebas. Otros me han seguido desde el primer instante y están conmigo, éstos son los que viven más para su espíritu que para su materia y no han esperado que Yo deje de hablar para saber quién les ha doctrinado.

Si vosotros, mis discípulos, os levantáis con un poco de fe, trabajando por la humanidad, haréis prodigios, porque Yo os tomaré para dar pruebas según mi voluntad, a aquellos que la soliciten.

Llegado el tiempo no habrá libros en las manos de mis escogidos, porque su fe y sus buenas obras los llevarán a cumplir su destino.

Todo el que quiera seguirme, no tema al juicio de sus hermanos. Muchos temerosos me dicen: ¿Cómo podré seguirte? Si mis padres, mis parientes, mis amigos, saben que oigo esta palabra, me desconocerán, me arrojarán de su seno. El Maestro habla a esos corazones y les dice: No todos los que están conmigo, están en paz con los suyos; por seguirme han vivido un calvario. Y Yo pregunto a los que les han dado tormento: ¿Qué mal os han hecho estas criaturas? ¿Por qué les habéis hecho llorar?

Va a llegar un tiempo de mayor justicia y rigor, para entonces quiero que hayáis Sembrado bondad y obras de verdad en vuestros semejantes, para que recojáis sus frutos. No esperéis que el mundo pague vuestras obras de caridad, dejad que Yo premie con mi bendición vuestro amor por la humanidad.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros! 

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