Soy el caminante que está llamando a las puertas de vuestro corazón. Llamo y no
sabéis quién es, abría y no me reconocéis, como el caminante que llega a una
aldea y no tiene quien le conozca; como el extranjero que penetra en tierra
extraña y no es entendido en su idioma. Así me siento entre vosotros. ¿Hasta
cuándo sentiréis mí presencia? ¡oh, humanidad! ¿Hasta cuándo me reconoceréis
como en aquellos tiempos fue reconocido José por sus hermanos en Egipto?
José, hijo de Jacob, había sido vendido por sus propios hermanos a unos
mercaderes que se dirigían a Egipto. José era aún pequeño y ya había dado
pruebas de un gran don de profecía; la envidia se apoderó de sus hermanos,
quienes se deshicieron de él creyendo no volver a verle; mas el Señor, que
velaba por su siervo, le protegió y le hizo grande ante el Faraón de Egipto.
Muchos años después, cuando el mundo fue azotado por la sequía y el hambre,
Egipto, guiado por los consejos e inspiraciones de José, almacenó suficientes
provisiones para resistir la prueba. Fué entonces, cuando los hijos de Jacob
llegaron en busca de alimentos a Egipto. Grande fue su asombro cuando
reconocieron a su hermano José convertido en ministro y consejero del Faraón.
Al verlo, cayeron de hinojos a sus pies arrepentidos de su falta, y
reconocieron que las profecías de su hermano se habían cumplido. Aquel a quien
daban por muerto estaba ahí delante de ellos lleno de poder, de virtud y de
sabiduría. El profeta a quien habían vendido, les estaba demostrando la verdad
de la profecia que el Señor había puesto en sus labios desde niño. El hermano a
quien habían vejado, vendiéndolo, les estaba perdonando. ¿Comprendéis, pueblo?
Ahora sabéis por qué os he dicho en este día: ¿Cuándo me reconoceréis cómo reconocieron
a José sus hermanos?
Yo también os profeticé en aquel tiempo; también fui vendido y dado por muerto;
mas recordad que os dije que volvería; entonces, ¿Por qué ahora que llamo a
vuestras puertas no me recibis? ¿será menester que aparezca en la Tierra la
sequía y el hambre como en aquella ocasión para que al fin me busquéis?
¡Cuánto os he hablado y os he hablado desde el principio de los tiempos para
rescataros del mal y llevaros hacia la perfección, mas aun falta tiempo para
que podáis llegar a la cúspide del monte donde es espero para guardaros como
joyas que han brotado de mi amor y que retornan a Mí!
Todos los hombres saben que soy el Padre de todo lo creado y que el destino de
los seres está en Mí; sin embargo, no he recibido de ellos su atención ni su
respeto. Ellos también crean, también son señores y creen tener poder sobre el
destino de sus semejantes, ¿Para qué inclinarse ante Mí?
De esta manera el hombre ha probado mi paciencia y desafiado mi justicia; Yo le
he dado tiempo para encontrar la verdad, pero nada ha querido de Mí. Vine como
Padre y no fui amado;
después llegué como Maestro y no fui comprendido; mas como es necesario salvar
a la humanidad, ahora vengo como Juez. Sé que el hombre renegará contra ni
justicia, porque tampoco como Juez va a comprenderme, y va a decir que Dios se
ha vengado.
Quisiera que todos comprendieran que Dios no puede alentar sentimientos de
venganza, porque su amor es perfecto; tampoco puede enviar el dolor, sois
vosotros los que lo atraéis con vuestro pecado. Mi justicia divina está por en-
cima de vuestro dolor y aun de vuestra muerte. El dolor, los tropiezos, los
fracasos, son las pruebas que el hombre se va creando; y los frutos de su
siembra. es lo que va recogiendo. A Mí me basta en cada uno de estos trances,
hacer llegar mi luz a vuestro espíritu para que alcance su salvación.
Dicen muchos hombres, que no entienden la Doctrina de Cristo, que no saben de
qué deben de apartarse y hacia donde deben conducir sus pasos y Yo les
pregunto: ¿Os parecen demasiado elevadas aquellas enseñanzas? Escuchadme ahora
y las comprenderéis.
Yo sabía que tenía que volver para explicaros todas aquellas lecciones, por eso
os dije que el Espíritu de Verdad vendría a explicaros todos los misterios
para, haceros comprender lo que no hubieseis entendido. Este es el tiempo en
que el Espíritu de Verdad flota sobre toda carne y sobre todo espíritu, basta
que os concentréis en el fondo de vuestra conciencia para que escuchéis mi voz,
pero he querido daros como primicias de este tiempo mi comunicación por medio
del entendimiento humano, para que este mensaje sea la simiente que os de
firmeza y fe en el camino de vuestra evolución.
En este tiempo vengo a daros amor, paz y enseñanzaza espiritual, y vuestro
corazón, pobre y necesitado de todo ello, se purifica para recibir la dádiva
divina.
Lo que los hombres poderosos y de gran ciencia han desechado, los humildes lo
reciben, y lo que ha sido despreciado en los palacios suntuosos, llega a las
casas menesterosas y es recibido con alegría.
Vosotros, que venís cansados de tanto esperarme y de tanto sufrir, venid a Mí;
todo lo he preparado y todo se encuentra dispuesto para este momento. He
embalsamado el viento para que aspiréis mi aliento vivificante, porque quiero
acercarme a vosotros con infinito amor.
Los hijos de los reyes, cuando escuchan que a su puerta llega mi llamado, me
dicen: "Volved mañana porque ahora no hay sitio para vos". Mientras
que los hombres de corazón sencillo me dicen: "Venid a nosotros Maestro,
venid y honrad nuestra casa con vuestra presencia, no miréis nuestras manchas;
Vos, que supisteis visitar la casa de Magdalena la pecadora, concedednos la
dicha de contemplaros."
Cuando llega a Mí este llamado impaciente pero humilde, me. acerco y penetro en
esos corazones, preparados en esa hora, como si fuera un santuario.
Entre vosotros encuentro a los ungidos con las lágrimas del dolor, a los que
han sufrido persecución, a los que han padecido humillaciones.
Vengo porque me habéis llamado en el silencio de vuestras luchas y de vuestra
desilusión , mas debéis apreciar que he llegado solícito a vuestro llamado,
como un pastor acude presuroso al oir al balido de la oveja que se encuentra
perdida o que se halla en peligro.
Me llamasteis con gran fe, me buscasteis incansablemente y de cierto os digo
que vuestra fe no podía defraudaros.
Daos cuenta, de que derramo mis bendiciones como si fuera una cascada de amor
sobre todos aquellos que supieron creer y esperar; oíd mi voz que llega. a
vosotros, como si fuera un canto amoroso que os hace olvidar las penas y que os
perdona todo aquello que siendo tan amargo, ha ido recorriendo vuestro corazón
por el camino.
Estáis aprendiendo a sentir mi presencia espiritual en vuestro corazón, y este
conocimiento ha sido como un remanso para unos, como un oásis para otros. A
todos vengo a buscar, mas primero acudí a manifestarme entre los que al oirme,
no me negaron, a los que supieron soportar las burlas de sus hermanos por estar
conmigo.
Tened paciencia en las pruebas y con ello daréis testimonio de mi Obra; mas Yo
también sabré dar testimonio de mis discípulos fieles, para que la humanidad
comprenda que ellos están en la verdad.
No sólo vosotros seréis testigos de mi Obra, no sólo los varones y mujeres de
mi pueblo testificarán mi llegada; sino que todo hablará de mi venida y dará
testimonio de mi verdad, como aconteció en aquel Segundo Tiempo, en el que, en
la hora suprema de la crucifixión hasta el sol se ocultó, la tierra se
estremeció y toda Jerusalén quedó desolada y triste.
Amados discípulos, no lloréis' más por Mi, vuestra lágrimas se tornarán en
gozo, porque llegaréis a llorar de infinita alegría cuando veáis el triunfo de
mi Doctrina sobre la Tierra y ese gozo nadie os lo podrá quitar. Por ahora
seguid ocupando vuestro lugar en este banquete espiritual y comed el dulce pan
de la vida.
Gozad de esta fiesta que vibra en vuestro espíritu, para que en el instante en
que lleguéis a estar en comunión conmigo, olvidéis vuestras tribulaciones;
vuestras heridas cicatricen y descanseis de vuestras fatigas. Vuestro corazón,
cuando esos instantes sean llegados, brillará como una casa cuando está de
fiesta y ni los más regios palacios de la Tierra tendrán en esa hora, el
esplendor que lucirá en vuestro espíritu.
Benditos sean los mansos de corazón, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los que sufren intensamente cuando el Pastor es injuriado; mas
no temáis por Mí, temed por vosotros, a quienes si puede agobiar el dolor y
vencer la tentación.
Os recreáis escuchándome y me preguntáis: Maestro, ¿por qué nos habéis
escogido, si somos tan pequeños y tan débiles? Y Yo os contesto: Vuestro Señor
nunca se equivoca.
Reconoced que, antes de venir a escucharme por primera vez, cuando no sabíais
aún nada de mi venida, ya vuestro corazón os avisaba que el Maestro estaba
enviando su luz al mundo, como un faro que guía a los náufragos enmedio de la
tempestad.
Os he llamado para haceros mis labriegos y enviaros a los caminos, predicando
esta buena nueva, mas antes espero que aprendáis a perdonar a vuestros
enemigos, a todos aquellos que os hayan puesto coronas de espinas, a todos los
que os hayan dado a beber hiel y vinagre, para que podáis decir que ya estáis
fuertes para salir a esparcir la simiente de la espiritualidad.
Cuando eso sea, debéis levantaros a sembrar, y aunque encontréis penas y
amarguras en vuestro sendero de misioneros espirituales, también tendréis
grandes alegrías que os recompensarán. Cuando salgáis a sembrar mi semilla de
amor, orad y tened confianza; lloraréis a veces, pero en cambio será mucho lo
que llegaréis a gozar cumpliendo con mi Ley.
Encontraréis lágrimas y alegrías en vuestra jornada, hasta alcanzar el fin de
vuestra restitución y llegar a la Tierra Prometida, donde todo es paz, armonía
y dicha perfecta.
A
veces vuestro cáliz estará lleno de miel, otras de amargura, pero vuelvo a
deciros que, al que ore, vele y confíe en Mi, no sucumbirá a la flaqueza,
porque llevará su corazón lleno de fe y nunca será capaz de negarme, porque sus
labios serán firmes para proclamar mi verdad sobre la Tierra.
Es penoso y largo el camino, pero mi amor mitigará la sed de vuestro corazón.
Recordad que siempre he venido a los hombres, cuando los he mirado a punto de
perecer de hambre o de sed.
Os habla en este instante, Aquel que siempre ha venido a salvaros. Cristo, la
promesa divina humanizada en Jesús en el Segundo Tiempo, El Verbo Divino hecho
palabra humana, el Espíritu del Amor, de la Luz, de la Sabiduría, limitado en
un rayo que a través de la conciencia toca al espíritu y la mente del hombre
para enseñarle a transmitir mi pensamiento.
Algunos
me dicen en su corazón: Señor, ¿Cómo pudisteis descender así hasta nuestro
corazón? ¡Ah, hijos míos! ¿No habéis visto alguna vez a una madre descender al
sórdido suburbio donde algún hijo suyo gime y la implora, perdido en el cieno o
en la miseria?
Sólo esas madres podrían deciros cómo sintieron que los latidos del corazón del
hijo extraviado les llamaba, implorando su presencia y su ternura, confiando en
que alcanzarían su perdón.
Y
Yo que soy Aquel en quien se resumen todos los amores, en quien está el amor de
todos los padres y de todas las madres. ¿Podría permanecer insensible al
llamado de vuestro espíritu? ¿Dejaría de acudir al sitio, sea el que fuere, en
donde uno de mis hijos se encontrara perdido y me llamara? ¡Cuán poco es lo que
sabéis de Mi, a pesar de que os he manifestado mi amor en tantas y tan
infinitas formas!
¿No recordáis en cuantas ocasiones manifesté mi amor, no sólo en los que en Mí
creyeron, sino también en aquél que me traicionó y en quienes me persiguieron y
juzgaron? Ahora me podéis preguntar cuál fue la causa que me movió para
permitir todos aquellos escarnios y Yo os contesto: Era menester que les dejara
completa libertad de pensamiento y de obras, para que hubiera ocasiones
propicias para manifestarme y que todos palparan la misericordia y amor con que
vine a doctrinar al mundo.
Yo no moví el corazón de Judas para que me traicionara, él sirvió de
instrumento a un mal pensamiento cuando su corazón se llenó de tinieblas; y
ante la infidelidad de aquel discípulo, le manifesté mi perdón.
No hubiere sido preciso que uno de los míos me traicionara para daros aquella
muestra de humildad, el Maestro la hubiera demostrado en cualquiera ocasión que
los hombres le hubiesen presentado. A aquel discípulo le correspondió ser el
instrumento por el cual el Maestro mostró al mundo su divina humildad, y aunque
habéis pensado que la flaqueza de aquel hombre fue la que ocasionó la muerte de
Jesús, Yo os digo que estáis en un error, porque Yo vine a darme todo a
vosotros, y si no hubiese sido en esa forma, estad seguros de que hubiese sido
en otra. Por lo tanto no tenéis derecho a maldecir o a juzgar a aquel que es
vuestro hermano, al que en un instante de ofuscación faltó al amor y a la
fidelidad que debía a su Maestro. Si vosotros le culpáis de mi muerte, ¿Por qué
no le bendecís, sabiendo que mi sangre fue derramada para la salvación de todos
los hombres? Más os valdría orar para pedir que ninguno de vosotros caiga en
tentación, porque la hipocresía de los escribas y fariseos aún existe en este
mundo.
A
vosotros os corresponde estar orando y velando para ser siempre instrumentos de
la luz y no servir nunca a las tinieblas; Yo tendré siempre ocasión de
manifestar a esta humanidad incrédula y materialista, la verdad de cuanto he
venido a revelarle.
Al igual que ayer, ahora dejo al hombre la libertad de su libre albedrío, para
que pueda hacer uso del don de su voluntad y sepa venir a Mí por sí mismo.
Os he hecho libres, no para el mal, libres como el correr de las aguas, como
el crecer de las plantas, como el cantar de las aves.
No incité en aquel tiempo a los hombres a que me llamaran o me buscaran, ni
opuse resistencia cuando me rechazaron; dejé que hicieran su voluntad, para
después hacer la mía por sobre todo lo creado. Con ésto quiero deciros que os
dejaré llegar a Mí haciendo uso de vuestra voluntad, porque cuando se trata de
forzar en otro sentido a esa maravillosa fuerza que mueve a la humanidad, no se
alcanza la perfección; por lo tanto hacer que vuestra voluntad sea la mía y
llegaréis al final del camino, que es mí corazón de Padre.
Yo os llamaré como siempre he estado haciéndolo, sin cansarme nunca, y mi voz
repetirá día tras día "Venid a Mí". Mas para que oigais mi llamado,
limpiad vuestro corazón, para que las fuerzas maléficas, contrarias a la
virtud, a la pureza y al bien, no encuentren afinidad en vosotros y aunque
vengan a tentaros no os hagan caer.
Mi Reino tiene abiertas sus puertas, por ellas se escapan raudales de luz,
llegando su claridad hasta este mundo en busca de corazones, entendimientos y
espíritus, para posarse sobre ellos.
De todo os prevengo porque ya os he dicho que habrá lucha y que mi Doctrina
será combatida en muchas formas. Muchos serán los que luchen por hacerla
desaparecer de la Tierra, mas para que mi Doctrina desaparezca antes tendrá que
desaparecer el último de los espíritus, o sea el último de los hombres sobre
este mundo.
No temáis si os llamasen blasfemos cuando digais que quien os habló en espíritu
fue el mismo Cristo; también en el Segundo Tiempo cuando Jesús dijo ser el hijo
de Dios, los hombres se escandalizaron. Yo perdonaré su incredulidad y dejaré
que me nombren como mejor les plazca.
Muchos negarán que Yo os haya hablado por boca de hombres pecadores, mas
entonces les diré: No os fijéis en el vaso, apreciad el contenido, y luego
derramaré la blancura de mi enseñanza sobre el corazón de mis negadores. Ellos
me reconocerán, porque tengo una señal para llamar a mis ovejas, y éstas
conocen la voz de su Pastor.
Vendrán a probanne, queriendo demostramos que estáis en un error; si no les doy
mi nombre dirán que no soy Yo, y si contesto a sus mal intencionadas preguntas,
con más ahinco me negarán.
Entonces les diré: el que quiera penetrar al Reino de la luz, tendrá que
buscarlo con el corazón. Mas aquel que quiera vivir negándome, será a su propio
espíritu a quien le ha negado el divino saber, haciendo que todo lo que es
revelación clara y luminosa, sea para él secreto y misterio.
Os doy mi paz, no aquella que el mundo promete, por que esa no es verdadera,
sino la que Yo os hago sentir. llevad mi paz porque el camino que pisáis está
sembrado de espinos, lo sé; en un océano de amargura navega la humanidad. El
pecado se ha desatado y no tenéis fuerzas
para luchar en contra de todas estas calamidades, para eso he venido, para
daros fortaleza y haceros salir de este caos. Cuando habéis perdido el camino y
sentís intranquilidad, os preguntáis en medio de vuestra confusión si ese será
mi camino y Yo os contesto, que Yo siempre os estoy señalando el camino recto.
Algún corazón incrédulo me pregunta en este día: "¿Sois vos, Maestro, el
que nos habla? Y Yo le contesto: Soy Yo, en Espíritu y en verdad que me
presento con humildad al alcance de vuestro entendimiento, para que me
reconozcáis y os dejéis iluminar por esta luz para que ella os limpie y prepare
vuestro corazón lo reanime y le señale la vida espiritual que le espera.
Ahora en este tiempo el libro de mi enseñanza, quiero que permanezca abierto
ante vuestro corazón y que seáis incansables repasando sus lecciones. Vengo a
instruiros, porque es la hora señalada por mi amor, en la que he de haceros
dueños de la sabiduría que os pertenece.
De Mi brotásteis limpios y a través de los tiempos habéis manchado vuestro
espíritu, y después de purificaciones y trabajos, venís a Mí y Yo os devuelvo
el valor y la gracia que habíais perdido. Os estoy marcando con un sello de
luz, para que seáis reconocidos por vuestros hermanos. Os he llamado discípulos
y quiero que imitéis a aquellos del Segundo Tiempo. ¿No estáis conformes con
que os haya escogido? Me decís en silencio: "Hágase tu voluntad".
Todavía no puedo dejaros en mi lugar, aun no estáis preparados para enseñar.
¿Que podría entregar un portavoz aun teniendo el don de la palabra, si mi rayo
no lo estuviese iluminando? Todavía son torpes y sólo están preparados para
recibir mi inspiración y transmitirla, mas su corazón no es aún fuente de
caridad y amor porque son pequeños. Bienaventurados los que al oir mi palabra
han sentido fe y sin haberles concedido grandes pruebas me presentan su
agradecimiento.
Nadie ha venido por casualidad. Yo os he traído; si habéis conversado conmigo,
estáis en el deber de reconocerme y amarme. Varones y mujeres que hasta hoy
habéis vivido en lujosas mansiones: ¿Queréis seguirme? ¿No sabéis que estáis
señalados como mis escogidos y que quiero que sirváis en mi Obra? Si habéis
amado mucho al mundo, hoy amaréis la vida espiritual, serviréis a vuestros
hermanos y en esto fincaréis vuestro gozo; mas si por causa de este
cumplimiento espiritual vuestros parientes y amigos os desconocen, no sintáis
dolor, sed fuertes e imitadme.
Cuando habité entre vosotros en el Segundo Tiempo, encontré a mis hijos
ensoberbecidos por su ciencia y su poder; quise hacer llegar mi palabra a su
corazón y encontré en ellos indiferencia para los dones del espíritu, mas no
por eso me aparté de su camino; para ayudarles a convertir su duro corazón, preparé
pruebas que lo iluminaran.
En una ocasión llegó un varón de aquellos que habían oído mi palabra sin darle
crédito; iba lleno de angustia, con la desesperación reflejada en el rostro,
porque no encontraba los medios para devolver la salud a su esposa que
agonizaba. Se acercó a Mí, vencido por el dolor, después de haber recurrido
inutilmente a su ciencia, sin encontrar remedio al mal que estaba terminando
con la vida de su compañera y dijo: ""¿Eres tú el que sanas? Y le
contesté: ¿Qué es lo que deseas buen hombre? Entonces él habló implorando el
alivio de su esposa. Yo le dije: ¿Acaso mi ciencia es inútil y no vale el poder
que me reviste? Y yendo en seguimiento suyo, llegué hasta el lecho de la
moribunda y toqué su frente. El esposo miraba incrédulo, mientras ella
recobraba la salud. La mujer se levantó y fue sana y llena de reconocimiento,
lloró de alegría y arrodillándose me dijo: "Maestro, Tú eres el divino
Doctor, nuestro Dios." ¿Por qué haciendo estos prodigios , no te reconocen
y te siguen? "Espera mujer, le contesté, es menester que Yo me
vaya de entre vosotros, para ser comprendido, mas los que han de conocer ahora
mi verdad; están escogidos".
Y
así será en el Tercer Tiempo. Muchos que han palpado mis manifestaciones y
prodigios, no han creído, mas pasarán los tiempos y los acontecimientos que
vendrán, hablarán y darán testimonio de todas estas maravillas, y aun así
pedirán nuevas pruebas. Otros me han seguido desde el primer instante y están
conmigo, éstos son los que viven más para su espíritu que para su materia y no
han esperado que Yo deje de hablar para saber quién les ha doctrinado.
Si vosotros, mis discípulos, os levantáis con un poco de fe, trabajando por la
humanidad, haréis prodigios, porque Yo os tomaré para dar pruebas según mi
voluntad, a aquellos que la soliciten.
Llegado el tiempo no habrá libros en las manos de mis escogidos, porque su fe y
sus buenas obras los llevarán a cumplir su destino.
Todo el que quiera seguirme, no tema al juicio de sus hermanos. Muchos
temerosos me dicen: ¿Cómo podré seguirte? Si mis padres, mis parientes, mis
amigos, saben que oigo esta palabra, me desconocerán, me arrojarán de su seno.
El Maestro habla a esos corazones y les dice: No todos los que están conmigo,
están en paz con los suyos; por seguirme han vivido un calvario. Y Yo pregunto
a los que les han dado tormento: ¿Qué mal os han hecho estas criaturas? ¿Por
qué les habéis hecho llorar?
Va a llegar un tiempo de mayor justicia y rigor, para entonces quiero que
hayáis Sembrado bondad y obras de verdad en vuestros semejantes, para que
recojáis sus frutos. No esperéis que el mundo pague vuestras obras de caridad,
dejad que Yo premie con mi bendición vuestro amor por la humanidad.
¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!
No hay comentarios:
Publicar un comentario