sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 84

No he venido a contemplar grandes o pequeños, en esta era os he hablado a todos como hijos a quienes amo de la misma manera. Buscad la esencia de mi enseñanza y esparcidla, y mientras más entregares a vuestros hermanos, más os será multiplicada.

Mi caridad es la que os ayuda a soportar el dolor de vuestra expiación, por medio de la cual purificáis vuestro espíritu. Conservad cuanto más podáis el estado de elevación espiritual, para que no os encontréis gimiendo nuevamente ante mi presencia.

De distintas comarcas han venido las multitudes en busca de mi palabra, me hacen presente sus cuitas y visicitudes. Yo, que contemplo las aflicciones y sufrimientos por los cuales atraviesan las naciones, os pido que con vuestra oración, sentida y plena de caridad, les enviéis un mensaje de paz. Rogad por vuestros hermanos; pedid que se os dará.

Si tenéis fe en Mí y confíais en mi palabra, la guerra no penetrará en esta nación y ello será un testimonio más de que sobre vosotros descendió mi divino Espíritu. Los méritos que debéis hacer para que a vuestro paso se obren prodigios, serán: la regeneración, la oración, la caridad, la buena voluntad y el amor hacia vuestros hermanos.

Vosotros que formáis un pueblo destinado a dar pruebas y testimonio de mi manifestación en esta era, no vayáis a flaquear, no queráis ver derramar sangre hermana en vuestra nación, en vuestras plazas y en vuestros campos; no queráis ver luto ni hambre en vuestros hijos. Os estoy dando armas de luz para que podáis defenderos de cualquier acechanza, también os he enseñado cómo podéis conservar la salud del espíritu y la del cuerpo, para que os encontréis fuertes. Sí, pueblo, no busquéis más la enfermedad, no olvidéis que siempre es la desobediencia la que abre las puertas. Orad por vosotros y por toda la humanidad; a los que derraman lágrimas por las naciones que atraviesan la dura prueba, les digo que nuevamente la paz surgirá de ellas. De aquellos que hoy se matan y se hacen la guerra entre hermanos, haré brotar a los que mañana prediquen y practiquen el amor de los unos a los otros. Mi poder es grande, no dudéis de él. Ya veréis cómo sobre la destrucción de esta humanidad edificaré un mundo nuevo, en donde no se encontrará una huella de lo que fue pecado.

Si a muchas naciones y pueblos les he llamado sordos, es que mi voz llamó a las puertas de todos los corazones y no entendieron mi llamado. Los que han caído en el abismo de las pasiones, podrán blasfemar aquí en el mundo en contra mía, mas una vez ante mi presencia tendrán que confesar que Yo, estuve a tiempo con cada hombre y con cada pueblo para amonestarlo y prevenirlo. No os predispongo en contra de nadie, os encargo a cada instante que hagáis pasar vuestro pensamiento como espíritu de paz sobre el mundo, aunque sí os prevengo, para que no os dejéis sorprender por extrañas doctrinas, ni por falsas promesas, para que no dejéis que en vuestro corazón sea sembrada la cizaña, la discordia, el egoísmo. Cumplid vuestra misión y lo demás dejadmelo a Mí.

En verdad os digo que los elementos prestos están a desatarse en obediencia a la justicia divina. Ellos harán obra de purificación y, también os digo: podrá desaparecer la humanidad de la Tierra, pero mi nombre y mi presencia, jamás podrán ser borrados del espíritu.

Discípulos: mientras el mundo reconozca que no estábais equivocados, resisitid las burlas y las mofas; Yo derramaré sobre él la señales y pruebas que lo hagan despertar y abrir sus ojos a la luz, pero trabajad, que no os mandaré a dormir al mundo. Hoy que habéis despertado por el llamado de vuestro Maestro, aprovechad el tiempo para que al final podáis mostrarme abundante cosecha de vuestra siembra.

Venid ante mi cátedra y llenad vuestro espíritu de sabiduría. En medio del caos que reina en vuestro mundo, habéis hallado este rincón de paz, donde podéis escuchar la voz de los ángeles , que os dicen: “Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”.

Si algunos de vuestros hermanos se enteran de estas lecciones, dejadles, entre la humanidad se encuentran diseminados mis nuevos discípulos y si los increyentes se burlan de vosotros y os calumnian, perdonadlos, Yo haré justicia; muchos de los que hoy os desconocen, mañana os bendecirán. En vuestro camino, tened siempre presente el ejemplo que vine a daros en el Segundo Tiempo, él os ayudará a llevar con paciencia vuestra cruz. Recordad que fuí desconocido mientras estuve en la Tierra y sólo fuí reconocido mucho tiempo después de mi paso entre los hombres.

Tened paciencia y comprensión, que no será a vosotros a quienes tenga que reconocer la humanidad, sino a mi obra, a mi Doctrina y ella es eterna. Vuestra misión es la de llevar con vuestras palabras y vuestros hechos, el mensaje que revele a los hombres la forma de dar un paso hacia la perfección.

En verdad, tengo hambre y sed de vuestro amor y de vuestra comprensión. Todos tenéis la intuición de que Yo existo, mas ¿Quién me conoce? Verdaderamente la idea que tenéis de mi Divinidad es vaga, porque a través de vuestros ritos e imágenes me habéis limitado y falseado. Para libraros de ese error, mi palabra, como un torrente inagotable, seguirá cayendo en vuestro espíritu hasta el instante señalado por mi voluntad. Mientras, mis enseñanzas y mis revelaciones os dirán quiénes sois, cuál es vuestro principio y vuestro final y conociéndoos a vosotros mismos, conoceréis mejor a vuestro Padre. Os declaro que lo que en esta palabra os he revelado y lo que estoy por revelaros, ningún maestro del mundo por sabio que fuera os lo hubiera podido enseñar, porque lo impenetrable sólo Yo lo puedo descubrir, cuando es menester que lo sepáis.

Así ha sido mi comunicación en el Tercer Tiempo, algo que no estaba previsto por la humanidad, porque ha olvidado las profecías, y hoy he venido en cumplimiento de ellas. El lenguaje de los portavoces a través de los cuales me he comunicado con los hombres, ha sido humilde, mas en la esencia de esta palabra está mi amor y mi sabiduría.

El que analice mi Doctrina espiritual del Tercer Tiempo y dé testimonio de ella con sus obras, abarcará con su espíritu, su corazón y su mente, todo lo revelado por mi Divinidad en los tiempos anteriores y su interpretación de aquellas lecciones será justa. Nuevamente mi Ley se levantará entre los hombres para destruir cuantas falsedades hayan creado para encubrir y proteger su maldad. El libro de la vida y de la verdad, será abierto delante de todos los pueblos de la Tierra y nadie podrá engañarlos.

De la faz de los fariseos caerá la máscara de hipocresía y sus bocas, que siempre mintieron al ofrecer la salvación a la humanidad, callarán por siempre, mas vosotros no los señaléis ni delatéis.

En el Segundo Tiempo, cuando los escribas llevaron a mi presencia a la mujer adúltera, después de confundirlos con mi fallo, toqué al espíritu de cada uno, sin delatarlos públicamente; mi índice fue escribiendo en el polvo de la tierra, las faltas de cuantos se acercaban a ver lo que escribía Jesus. Os digo hoy a los que escuchan sin fe: mientras estáis oyendo esta palabra. callad y meditad para que después podáis juzgar, comprenderéis que en esta era he venido a daros mi amor para que bebáis gota a gota de esta virtud que entre vosotros no habéis sabido encontrar. Pocos son los que me van siguiendo y de ellos me serviré para esparcir mi semilla.

Soy el Dios de todos los hombres, de todas las religiones y de todas las las sectas, el único, y si abro mi arcano y lo derramo para todos, ¿Por qué no han de reconocerme? Nadie puede vivir sin la idea de Dios, aun cuando sea imperfecta la forma en que lo concibe e imperfecto su culto. Yo recibo la ofrenda de todos mis hijos, mas el Padre ya quiere recibir el tributo justo y digno.

Mi Doctrina no viene a esclavizar a nadie, viene sólo a elevar vuestra vida dentro de lo humano y de lo espiritual. El que aspire a ser por sus obras verdadero hijo de Dios, no podrá reservar para sí, todo cuanto de mí ha recibido ¡Cuántos hay que teniendo muchos conocimientos parecen ser pozos de sabiduría y en realidad sólo son por su egoísmo, pozos de tiniebla!

Sed discípulos de Jesús y seréis hermanos de la humanidad. Sentid lo que hagáis y lo que habláis. Quien no siente mi amor en su corazón, prívese de hablar de amor, porque caerá en prevaricación. Para hablar de amor deberá esperar a que mi semilla germine en su corazón. Yo os daré tiempo para que logréis vuestra preparación, vuestra conversión y vuestra transformación. Recordad que muchos de vosotros cuando llegásteis a escuchar esta palabra, érais incrédulos. Ante mi manifestación, algunos hasta se mofaron de ella y otros se burlaron de los portavoces por los que os hablaba en esos momentos, mas Yo esperé, os hablé a través de vuestra conciencia y luego con lágrimas de arrepentimiento me pedísteis perdón por vuestra duda. Ahora, a pesar de las pruebas y obstáculos que se acumulan a vuestro paso, me vais siguiendo con fe inquebrantable. Soy el sembrador, el luchador que no reposa jamás.

Para daros pruebas palpables de mi verdad, os he profetizado muchos acontecimientos de cumplimiento cercano. Así visteis que cuando os anuncié una próxima guerra cuando todo era paz, la guerra fue. Cuando os dije que los elementos serían desatados y que para unos serían como amigos, en cambio para otros se mostrarían como enemigos, cuán pronto visteis su cumplimiento; mas a cada uno de vosotros en el silencio de su vida le he cumplido también una promesa. Y si muchas de mis profecías no las viéreis cumplirse, es porque están dadas para muchas generaciones después de la vuestra; mas ya sabéis lo que será de este mundo, del hombre y de su espíritu, en tiempos venideros. Desde los tiempos pasados, os predije las señales que anunciarían esta Era y mi nueva manifestación; las señales, grandes y claras se mostraron para confirmar mi verdad. Desde ahora os estoy anunciando las que precederán a la batalla espiritual y depués al tiempo de paz. La luz de la profecía vuelve a estar entre la humanidad. Mi palabra está llena de profecías, los hombres ven el mañana, a través de sueños, de mirajes o por presentimiento. Antiguos profetas anunciaron a los profetas de este tiempo. No son alucinaciones las que estáis contemplando, pero es menester que encaucéis bien vuestros dones para que la luz del Espíritu Santo se refleje en vosotros. Tendréis que dar pruebas verdaderas a la humanidad y por esas pruebas muchos creerán. Llegarán ante este pueblo, hombres y mujeres en caravanas, hombres de otras razas y hablando otras lenguas, a todos los recibiréis. En verdad os digo: que si en la casa del Señor no hay extranjeros ni extraños en su mesa, tampoco vosotros, que sois hijos del Señor, debéis distinguir por esta causa a quienes son vuestros hermanos.

Os señalo vuestra misión, tomad la vida como Yo os la doy, caminad serenamente paso a paso. Así, aun cuando viviéseis poco tiempo en este mundo, habréis recogido abundante cosecha en él. Entonces no seréis como aquellos, que habiendo vivido mucho en la Tierra, llegan a mi presencia tan mezquinos y desnudos como cuando iniciaron la jornada.

Haced obras buenas en vuestra vida, que tengan una esencia o una finalidad espiritual. Haced muchas obras de esas que no se publican ni se ven, porque se hacen con el corazón.

Tened ante vuestros ojos el libro de mi enseñanza, no dejéis pasar inadvertidas sus lecciones; de cierto os digo que llegará el instante en que os pida el resumen y el análisis de cuanto os ha sido revelado. La vida también os pedirá la lección a través de las pruebas que os vaya poniendo en el camino, mas ¿Quién es la vida sino Yo que he dado luz a vuestro entendimiento, sensibilidad a vuestro corazón y dones y potencias a todo vuestro ser, para que entendáis el idioma profundo y eterno de vuestra existencia?

En mi Doctrina os enseño a vivir de tal manera, que aun en los trances más amargos, debéis sentiros dichosos de existir, sabiéndoos hijos de Dios, y os enseño también a estimar cuanto os rodea para que vuestros goces sean sanos y verdaderos.

El mundo es un gran huerto donde cultivo corazones, pero en este tiempo encontraréis marchitas todas sus flores. Vengo a darles un nuevo riego y no cesaré en mi empeño de prodigarles mis cuidados hasta no aspirar la fragancia de este jardín espiritual. Cuando las corolas de las flores se abran, habrá señales y manifestaciones maravillosas entre los hombres.

Estos portavoces por quienes brota mi palabra en este tiempo, eran plantas marchitas por el sol ardiente del dolor, mas descendió a ellos el riego divino y florecieron. La belleza y el néctar de las frases que vierten sus labios, tienen la semejanza de las flores.

Este pueblo, que ha sabido aspirar ese perfume y guardar esa simiente, también ha florecido y ha fructificado. Es un pequeño huerto del cual mi caridad va entresacando las plantas más fecundas para sustentar la fe de las multitudes, porque en verdad os digo: Yo soy la semilla de la eternidad. María es el riego divino. He ahí en lo divino al Creador y a la Madre velando por su Obra.

Mis palabras del Segundo Tiempo han sido el camino de salvación para los que han perseverado en él. Bienaventurados sean los que han puesto su confianza en mi enseñanza. Mas no penséis que todos los que dicen creer en Mí, confían en mi palabra o practican mi Doctrina. Veo en los hombres en el momento de la prueba, dudar entre perdonar como enseña Jesús o defenderse como su instinto les aconseja. En su corazón sienten que es difícil llevar a la práctica las lecciones del Maestro. A éstos les digo: que mientras no tengan fe y amor para sus semejantes, no será posible que mi Doctrina sea la que guíe a los corazones; mas Yo enviaré a los pueblos de la Tierra hombres virtuosos que os probarán la fuerza de la fe y los milagros que hacen el perdón, la caridad y el amor.

Sin fe y sin cumplir con la Ley, mi palabra es tan sólo como semilla vana que, sembrada, no nace porque quien fertiliza esa semilla es la virtud. Cuando esta palabra llegue a todos los corazones, habrá muchos que juzguen demasiado severo el juicio del Señor, por eso os digo que sois un mundo que necesita la fe, para poderme sentir y comprender.

Yo digo a todos los que os llamáis pertenecientes al mundo cristiano, que mi juicio es benévolo si tomáis en cuenta que hace veinte siglos que os traje un mensaje divino para que con él vencierais al mundo, a la carne, a las pasiones, a la muerte, y todavía os veo confiándolo todo a vuestras propias fuerzas, a vuestra manera de sentir y de pensar. Y si los instintos de la carne aún prevalecen sobre las virtudes del espíritu, es que todavía sois más materia que espíritu.

La contienda se aproxima, lucharán la fe de unos contra el escepticismo de otros; la moral de unos contra la maldad de otros. Y como en los tiempos pasados, mi caridad estará con los hijos que confíen en Mí, para ayudarles a realizar obras prodigiosas, como sólo se pueden hacer cuando se tiene verdadera fe en mi Divinidad.

Debéis comprender que no sólo vengo en busca de los que creen en Mí, mas bien vengo por los que dudan de mi existencia. En el Segundo Tiempo en que vine como el Mesías prometido, surgí entre el pueblo que creía en el Dios invisible, mas mi mensaje no fue tan sólo para Israel, sino para todos los pueblos gentiles que no me conocían. No venía a salvar a unos y dejar que se perdieran otros.

El árbol corpulento tiende sus ramas para proteger a todos y ofrece sus frutos sin distinción alguna. ¿Acaso recordáis que alguna vez os haya señalado pueblos a los que no debíais llevar mi palabra? Jamás os he enseñado a buscar motivos para negarle a alguien mi luz. ¿Por ventura erais vosotros justos cuando os hice dignos de oír mi palabra y de recibir mis complacencias? En verdad os digo que no.

Os encontré pecando y así os elegí para conduciros a la fuente de regeneración, para que mañana hiciéseis lo mismo con vuestros hermanos. Este es el tiempo en que los pecadores salvarán a los pecadores y en que los muertos resucitarán para levantar a sus muertos. Los corazones endurecidos, aquellos que han visto pasar a la viuda, al huérfano, al hambriento, al enfermo sin que sus fibras se conmuevan, van a despertar al amor, van a estremecerse ante el dolor ajeno y a destruir su egoísmo; van a olvidarse hasta de sí mismos, para compartir el dolor de sus hermanos.

Quien no conozca el dolor, no podrá comprender a los que sufren; ahí tenéis la razón de porqué me sirvo de los que han bebido mucho en el cáliz del dolor, para que estén capacitados para comprender las miserias de la humanidad y sean los que lleven un consuelo verdadero.

El que ha pecado y luego ha vuelto al buen sendero, ese no podrá escandalizarse jamás de las faltas de sus semejantes, en cambio, sabrá ser indulgente y comprensivo.

Todo aquel que despierte sorprendido por la claridad de esta luz, comprenderá que este es el tiempo en el cual debe trabajar por la humanidad separando unos instantes del tiempo que al mundo dedica, para consagrarlos a la práctica espiritual de la caridad, así amaréis a vuestro Señor y serviréis a vuestro hermano.

No seréis de aquellos que viendo cuanto acontece en el mundo, exclamen: “Este es tiempo de juicio y de muerte, tras del cual, tal vez el infierno espera”.

Os digo que es tiempo de reconciliación y de resurrección y que más allá espera la paz de mi gloria a todos los que crean y se levanten en pos de mi palabra.

Hay gozo en mi espíritu, cuando me veo rodeado de aquellos a quienes he llamado en este tiempo mis discípulos. Sois los predestinados para cumplir una misión espiritual, en esta Tercera Era.

Largo ha sido el camino que habéis tenido que recorrer para poder llegar a recibir esta revelación, mas no sentís cansancio, porque el espíritu que sabe elevarse sobre la materia y sobre las pasiones del mundo, jamás se fatiga de buscarme o seguirme. En este tiempo he venido a derramar mi caridad sobre todo espíritu y sobre todo entendimiento para que, abriendo vuestros ojos espirituales, podáis contemplar la verdadera vida en toda su plenitud. “Todo ojo me verá”, os dije refiriéndome a este tiempo, y en verdad que todo ojo está comenzando a verme.

La humanidad está despertando y presintiendo la verdad, muchas enseñanzas le serán reveladas directamente a su espíritu, porque no serán los hombres quienes se las señalen. Cuando esta humanidad llegue a escuchar mi voz en el fondo de su corazón, no volverá a alejarse de Mí, porque habrá sentido mi amor y habrá contemplado la luz de la verdad. Vosotros sois los hijos de la luz, los Espiritualistas Trinitarios Marianos, porque sois los que habéis visto venir al Espíritu Santo y habéis oído su revelación. ¿Sería justo que los hijos de la luz, creasen tinieblas entre la humanidad? No, hijos míos.

Vuestro corazón se sorprende y me dice: Maestro, ¿Por qué desconfiáis de nosotros? A lo cual os respondo: Os hago estas advertencias, porque este tiempo de luz, es también tiempo de mentira, de engaño, de peligros, porque en vuestro ambiente flotan las fuerzas del mal, que hacen caer a los hombres y pueden empañar vuestra luz si no veláis. Es el tiempo de la luz, no porque el hombre la haya encendido, sino porque os he traído mis revelaciones en cumplimiento de las profecías. Es el tiempo de la mentira, mas no por causa de mi llegada entre los hombres, sino por la maldad de ellos, que ha alcanzado mayor altura.

La batalla final se acerca, mas no os hablo de vuestras guerras fratricidas, sino de la lucha de la luz contra todo lo que sea falso, impuro, imperfecto. Reconoced el momento que vivis, para que os apresuréis a hacer acopio de armas de amor y fortaleza espiritual. Comprended desde ahora, que en medio de esa batalla, no vais tan sólo a luchar por vuestra propia fe y salvación, sino que olvidados de vosotros mismos, tendréis que ir en pos de los que están en peligro de perecer.

Este es tiempo de luz, porque el espíritu humano a través de su evolución y experiencia ha recogido luz en la vida. No lloréis ya vuestro pasado, pero sí debéis aprovechar todas sus lecciones, para que en adelante miréis vuestra senda iluminada y ya no tengáis tropiezos ni incertidumbre en las encrucijadas.

Vuestro pasado espiritual es desconocido para vuestra materia, Yo lo dejo impreso en vuestro espíritu, para que sea como un libro abierto y os sea revelado por la conciencia y la intuición. Esa es mi justicia, que antes de sentenciaros, os doy la ocasión de reparar la falta o de rectificar el error. Si de vuestro espíritu se borrase el pasado, tendríais que recorrer nuevamente las pruebas ya pasadas, mas si oís la voz de vuestra experiencia y os dejáis iluminar por esa luz, veréis más limpio vuestro camino y más brillante el horizonte.

El mundo os brinda muchos placeres, unos concedidos por Mí y otros creados por el hombre, ahora habéis visto que no los habéis podido alcanzar, lo cual ha causado inconformidad a unos y tristeza a otros. Debo deciros que a muchos no les está concedido en este tiempo dormirse o perderse en los deleites y satisfacciones de la materia, porque su misión es otra muy diferente. En verdad os digo que no existe un solo espíritu en la humanidad que no haya conocido todos los deleites y haya comido todos los frutos. Hoy vino vuestro espíritu a gozar la libertad de amarme y no a ser de nuevo esclavo del mundo, del oro, de la lujuria o de la idolatría.

La escala del sueño de Jacob se presenta ante vuestros ojos para que ascendáis por ella en busca de vuestra mayor dignidad y de vuestra perfección. Mi Ley espiritual no os exime de vuestros deberes terrestres, tenéis que buscar la forma de armonizar ambas leyes para que vuestro cumplimiento sea perfecto ante mi Divinida y ante el mundo.

El buen soldado no debe huir de la batalla, no debe amedrentarse por los rumores de guerra. En esa contienda universal que se aproxima, seréis soldados, vuestra causa será la justicia y vuestras armas el amor, la buena voluntad y la caridad. Hace tiempo que sin daros cuenta de ello, estáis luchando contra el adversario que es el mal, aquel que inspira guerra y odios. Vuestras armas no solamente están luchando contra elementos visibles, sino también contra elementos invisibles: para ayudaros en esa lucha os he dado los dones de videncia y de revelación, para que descubráis al lobo cuando os acecha.

Quiero que mis discípulos aprendan a vivir en armonia con toda la creación, que marchen al compás de los tiempos, para que lleguen hasta el final en la hora propicia, en la hora señalada por Mí, para que al haceros el llamado ya estéis presentes y podáis responderme.

En este instante se elevará vuestro espíritu hacia Mí para pedir mi ayuda, él sabe que Yo le he entregado dones que son eternos e innatos a él, mas la materia cual débil criatura también eleva sus ojos al Creador para pedirle y lo que ella pide, son sólo satisfacciones para el mundo y muchas de ellas superfluas.

Dejad que el postrero me pida, mas vosotros, ¿Qué podéis pedirme que no poseáis? ¿Por qué me pedís lo que ya lleváis en vuestro ser? Si pronunciáis la oración del Padre Nuestro que os enseñé, hacedlo sintiendo y comprendiendo su esencia y entonces dejad mansamente que se haga la voluntad del Padre, “Así en la Tierra como en el Cielo”. Penetrad en mi Doctrina y encontraréis en vosotros tesoros y dones que hoy no creéis, poseer.

Es menester que aprendáis a pedir, a esperar y a recibir y que nunca os olvidéis de dar lo que os concedo, que es lo que encierra mayor mérito. Orad por los que mueren día tras día en la guerra. Yo concederé a los que oren de limpio corazón, que antes de 1950, todo aquel que haya muerto en la guerra, resucite espiritualmente a la luz.

Ya viene el espíritu de Elías, conduciendo a las ovejas extraviadas hacia la paz del aprisco. Cuando vosotros seáis fuertes de espíritu, no temeréis al lobo que os amenace con sus fauces sedientas de sangre, sabréis descender a los abismos a rescatar a los perdidos, sin temor de quedaros ahí. Podréis cruzar por lagos de fango sin mancharos y también sabréis cruzar por mares tempestuosos sobre una barquilla frágil en apariencia, sin temor de zozobrar. Vuestra fe y virtud os darán esa fuerza. ¿No os creéis capaces de grandes acciones en el mañana? ¿No creéis que las nuevas generaciones den a mi Doctrina mejor interpretación y cumplimiento? Comprended que si no fuese así, no os estuviera hablando, aconsejando y enseñando.

Ved a los hombres, a los pueblos, a las naciones, cómo dan su vida por un ideal; se consumen en la hoguera de sus luchas, soñando con las glorias del mundo, las posesiones, el poder; mueren por la gloria pasajera de la Tierra; y vosotros que empezáis a encender en vuestro espíritu un ideal divino que tiene por meta la conquista de una gloria que será eterna, ¿No ofreceréis, no ya vuestra vida, siquiera parte de ella, por cumplir vuestros deberes de hermanos?

Sobre vosotros se está desatando una batalla invisible, que sólo los preparados pueden ver: Todo el mal que de los hombres brota, en pensamientos, en palabras y en obras; todo el pecado de siglos, todos los seres humanos y los espirituales que se han turbado; todas las confusiones, las injusticias, el fanatismo religioso y la idolatría de los hombres, las necias ambiciones y la falsedad, se han unido en una fuerza que todo lo arrasa, lo invade y penetra, para tornarlo en contra mía. He ahí el poder que se opone a Cristo. Grandes son sus huestes, fuertes sus armas, pero no son fuertes ante Mí, sino ante los hombres. A ellas, les daré la batalla con la espada de mi justicia y estaré en la lucha con mis ejércitos, de los cuales quiero que forméis parte. Mientras esta batalla agita a los hombres que van en pos de los placeres, vosotros, a quienes he confiado la facultad de sentir lo que vibra en el Más allá, velad y orad por vuestros hermanos, porque así estaréis velando por vosotros mismos.

Cristo, el príncipe guerrero, ha levantado ya su espada; es menester que ella como una hoz, arranque de raíz el mal y con sus destellos haga la luz en el Universo. ¡Ay del mundo y de vosotros si vuestro labio calla! Sois simiente espiritual de Jacob y a él le prometí que en vosotros serían salvas y benditas las naciones de la Tierra. Quiero uniros como una sola familia, para que seáis fuertes.

¡Cuán hermoso ejemplo de armonía os ofrece el cosmos! Astros luminosos que vibran en el espacio llenos de vida, alrededor de los cuales giran otros astros. Yo soy el astro luminoso y divino que da vida y calor a los espíritus, mas cuán pocos van por su trayectoria y que númerosos son los que giran fuera de su órbita. Podéis decirme que los astros materiales no gozan de libre albedrío y que, en cambio, a los hombres, esa libertad es la que los ha hecho apartarse del camino. Por eso os digo: ¡Cuán meritoria será la lucha para todo espíritu, ya que teniendo el don del libre albedrío, sepa someterlo a la Ley de la armonía con su Creador!

La lucha que os anuncio no será prolongada, la paz pronto vendrá, porque la luz de mi justicia alumbrará a todos mis hijos.

Yo, en unión del pueblo que estoy formando y al cual saqué de la oscuridad y la ignorancia, daré cumplimiento a las profecías dadas en los tiempos pasados y ante mis pruebas y prodigios se estremecerá el mundo y los teólogos e intérpretes de las profecías quemarán sus libros y se prepararán para estudiar esta revelación. Hombres con título, hombres de ciencia, hombres de cetro y corona, se detendrán a escuchar mi Doctrina y muchos dirán: ¡Cristo, el Salvador, ha vuelto!

Discípulos, esmeraos en vuestra preparación, porque aún no os he dicho cuanto tengo que deciros y ya se acerca 1950.

Orad con verdadera limpieza y que vuestros pensamientos se unan a los de los ángeles para entregar vuestra ofrenda ante mi divinidad.

¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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