Sed
fuertes ante las tentaciones del mundo y de la materia. Cuando os encontréis
ante los dolores de una prueba, recordad mis lecciones del Segundo Tiempo y
seguid mi ejemplo.
¿Me
preguntáis cómo fue posible que a Jesús le tocasen las tentaciones del mundo? A
lo que Yo os contesto, que no fueron tentaciones bajas las que tocaron el
corazón de vuestro Maestro.
El
cuerpo que tuve en el mundo fue humano y sensible, era el instrumento que
utilizó mi Espíritu para entregar mis lecciones a la humanidad. Sabía la prueba
que le esperaba porque mi Espíritu se lo revelaba y aquella materia sufrió por
el dolor que lo aguardaba.
Quise que aquel cuerpo os diese aquellas muestras de humanidad para que quedaseis
convencidos de que mi dolor fue real y mi sacrificio en cuanto hombre,
verdadero.
De
no haber sido así, mi sacrificio no hubiese tenido mérito ante los hombres. Por
eso tres veces invocó Jesús la fuerza de mi Espíritu que era quien le animaba,
para vencer en la dura prueba. La primera vez fue en el desierto, la segunda en
el huerto de los olivos, la tercera en la cruz.
Menester fue hacerme hombre y entregaros mi cuerpo y sangre para que en ese
cuerpo hiciese mella el dolor que la humanidad le infiriese. Si hubiese venido
en Espíritu, ¿Qué sacrificio hubiera hecho por vosotros? ¿A qué hubiese
renunciado y qué dolor podríais haberme hecho sentir?
El
Espíritu Divino es inmortal, el dolor no llega a Él, mas la carne es sensible
al dolor, es limitada en sus potencias, es mortal por naturaleza; por eso elegí
ese medio para manifestarme al mundo y ofrecerle mi sacrificio verdadero, para
enseñaros el camino de vuestra salvación.
Mientras seáis pecadores, tenedme presente en aquella pasión y recordad aquella
sangre, para que, arrepintiéndoos de vuestras faltas, os purifiquéis y tratéis
de imitarme en aquel ejemplo de amor infinito que os di.
Mientras seáis hombres, recordadme en aquella cruz, perdonando, bendiciendo y
sanando a mis verdugos, para que vosotros a lo largo de vuestro pesado camino,
también bendigáis a quienes os ofenden y hagáis todo el bien posible a quienes
os hubiesen causado algún mal. Quien obre en esa forma, será mi discípulo y en
verdad os digo, que su dolor será siempre breve, porque Yo le haré sentir mi
fuerza en los instantes de su prueba.
Muy
pocos son los que anhelan enseñar a sus hermanos con los ejemplos del Maestro.
Lo mismo entre este pueblo que en la mayoría de las religiones, se da la
enseñanza con palabras que carecen de fuerza, porque les falta ser confirmadas
con obras y ejemplos de amor.
Ahora tenéis oportunidad de escuchar la explicación de mi doctrina, la que irá
puliendo vuestro corazón hasta dejarlo preparado para desempeñar la misión que
a vuestro espíritu he confiado.
No
temáis seguir mis pasos porque a ninguno le exigiré que me iguale en mi
sacrificio: También debo deciros que sólo aquel cuerpo apuró el cáliz que mi
Espíritu le ofreció; otro hombre no lo hubiese apurado, porque mi cuerpo tomó
vida en la virtud y se fortaleció en la pureza de Aquélla que ofreció su seno
para concebirle: María.
Meditad, pueblo y aprovechad este bendito silencio en que penetráis al escuchar
mis enseñanzas. En verdad os digo, que en estos instantes de recogimiento y
espiritualidad, mi semilla germinará en vuestro corazón.
Alcanzáis en este día la unión y la paz dentro de vuestro corazón, para
presentaros ante Mí como un solo ser consciente del acto que va a presenciar al
oír mi palabra por medio de un portavoz. Y Yo recibo a vuestro espíritu. Todo
lo que me ofrecéis limpio y sencillo en vuestra oración y en vuestras
prácticas, lo tomo como el justo tributo de los hijos hacia su Padre Celestial.
La
más ferviente petición que hacéis, es la de que haya paz en este mundo, que
vuelva a los hombres la vida patriarcal de otros tiempos y Yo os digo que esa
paz volverá cuando vosotros, mis nuevos discípulos, hayáis puesto los cimientos
de un mundo nuevo, para lo cual os estoy preparando.
Cuando miréis en cada semejante un hermano, cuando hagáis desaparecer la
diferencia entre unos y otros y me améis en ellos, estaréis mirando los albores
de un nuevo tiempo. Y la vida será risueña para el hombre y Yo seré reconocido
y amado como Padre.
Mi
palabra de este tiempo es la misma que os di en Jesús. Es la misma corriente
cristalina que bañó vuestro espíritu cuando me seguisteis por las tierras de
Palestina. Su esencia os es conocida, su sabor no lo podréis confundir jamás,
porque quedó impreso en vuestro espíritu su sello divino. Y ahora, que he
descendido para comunicarme por medio de estos hombres y mujeres y oís la
palabra que brota por sus labios, reconocéis que sólo puede venir de Mí y me
preguntáis por qué no elegí otra forma para hacer llegar a la humanidad mi
mensaje de este tiempo.
Me
decís que no hay entre vosotros hombres de acrisolada virtud, capaces de
servirme. No está Moisés, ni los profetas del primer Tiempo, tampoco está Pedro
ni Juan, pero en verdad os digo, que en todos los tiempos he enviado espíritus
virtuosos y entre ellos están éstos que me han servido con humildad; amadlos y
ayudadlos, porque su cargo es muy grande. He conservado su mente y corazón como
una fuente limpia, y muchas veces ha sido el dolor el mejor medio para
purificarlos. Su vida es semejante a la de mis enviados de otros tiempos. Yo
los bendigo. ¡Bienaventurados los que así me han seguido y han sentido toda la
importancia del cargo que Yo les he dado!
Os
invito a penetrar a mi reino, oh pueblo amado. Así estoy llamando a todas las
naciones de la tierra sin distinción alguna, mas sé que no todos me escucharán.
La humanidad ha apagado su lámpara y camina entre tinieblas, pero ahí donde
sólo se advierte confusión, surgirá un iluminado mío que hará luz en derredor
suyo, un guardián espiritual que vele y espere mi señal para dar la voz de
alerta que despierte y conmueva a sus hermanos. Dejad que sea el amor de esos
enviados semilla fructífera en vuestro corazón; no los desconozcáis si se
presentan ante vosotros con la pobreza material; oídlos porque van en nombre
mío a entregaros un poder que ahora no conocéis. Os enseñarán la oración
perfecta, os librarán de los lazos de materialismo con que estáis atados, para
daros la libertad espiritual y podáis elevaros a Mí.
Vosotros que me oís, esperáis ansiosamente el cumplimiento de todas mis palabras.
Anheláis ver a la humanidad convertida en mi discípulo, me pedís ser de
aquellos a quienes Yo envié con difíciles misiones a otras tierras y en verdad
os digo que antes debéis prepararos, porque la lucha que os espera será grande.
Mas no todos los enviados de quienes os hablo, están entre vosotros, ni todos
habrán oído mi palabra a través de portavoces; muchos de ellos hablarán
intuitivamente, porque Yo los he preparado espiritualmente, los he distribuido
sabiamente, para hacer llegar mi luz a todos vuestros hermanos.
¿Cómo podéis creer que mientras he descendido a vosotros, pudiese descuidar a
otras naciones, si todos sois mis hijos? ¿Creéis que alguien está lejos o fuera
de Mí, si mi Espíritu es universal y comprende todo lo creado? Todo vive y se
alimenta de Mí. Por eso mi rayo universal ha descendido sobre todo el orbe y el
espíritu ha recibido mi influencia en este y en otros mundos, porque he venido
a salvar a todas mis criaturas.
No
quiero que desperdiciéis este tiempo, que paséis por el mundo sin dejar huella
de vuestro paso, sino que seáis verdaderos cultivadores de la semilla que os
confío y que cuando abandonéis este mundo, sigáis trabajando hasta hacer
florecer vuestra siembra en el espíritu de vuestros hermanos.
No
vengo a ataros a mis mandatos, sólo os inspiro, porque no recibiré otro
cumplimiento que no sea el que haya nacido de vuestro espíritu consciente y
preparado. Sed libres dentro de mis leyes, pero llevad por hábito la
obediencia. Dad cumplimiento a las dos leyes que rigen al hombre, que en
esencia, forman una sola, porque ambas proceden de Mí.
Orad
por todos los seres, anhelad la armonía y comprensión de todos hacia Mí y que
vuestra oración se eleve como un canto, como un himno ferviente que levante a
los espíritus y les señale el camino por el cual llegarán al final de su
destino.
Mi
doctrina desarrolla al hombre en todas sus fases, sensibiliza y ennoblece al
corazón, despierta y profundiza a la mente y perfecciona y eleva al espíritu.
Haced de mi doctrina un profundo estudio que os permita comprender la forma
justa, de practicar mis enseñanzas, con el fin de que vuestro desarrollo sea
armonioso; que no sólo deis desenvolvimiento a la mente sin preocuparos por los
ideales del espíritu que debéis alentar.
Todas las potencias de vuestro ser, pueden encontrar en mi palabra la senda
luminosa por donde podrán crecer y perfeccionarse hasta lo infinito.
Os
he dado tiempo suficiente para asimilar y comprender mis enseñanzas; tan ha
sido así, que muchos de vosotros que llegasteis niños, sois ahora jóvenes, así
como otros que llegaron jóvenes, sois ahora ancianos. Unos han nacido en este
camino y forman parte del número de mis labriegos y otros han exhalado el
último suspiro ocupando su lugar entre mis escogidos.
He
concedido tiempo suficiente a este pueblo para que en él nazca una fe firme y
verdadera y para que en su espíritu llegue a tener un profundo conocimiento de
mi obra. Mi palabra os prepara para cuando dejéis de escuchar esta voz y
tengáis que concentraros en el fondo de vuestro corazón para, sentir mi
presencia y recibir mi inspiración.
Mi
lección está escrita en vuestra conciencia; ahí está el arca que mejor guarda
mi ley, para que cuando los tiempos pasen y estas horas de recreo espiritual
que tuvisteis con vuestro Maestro queden distantes, la esencia de mi palabra
vibre llena de vida en vuestro espíritu, palpitante de amor y de sabiduría.
En
todas mis lecciones encontraréis que a cada paso os digo que alcancéis la
espiritualidad, porque será lo que os haga distinguiros en la tierra. Sin
espiritualidad no daréis a vuestros hermanos el testimonio que les debéis dar.
No
temáis al día en que Yo haga cesar mi palabra entre vosotros; mi obra no
decaerá, ni vuestro espíritu desmayará. Tengo dispuestos en el valle espiritual
algunos seres que habrán de llegar a la tierra a encarnar para ser guías y
profetas de los pueblos, seres de luz, que os enseñarán a dar un paso hacia
adelante en la senda trazada por mi palabra.
Hoy
quiero deciros que así como aquí necesitáis que vengan del valle espiritual los
seres de luz que os ayuden en la jornada, también hay moradas espirituales que
están necesitando que algunos de vosotros lleguéis a ellas con el mensaje de mi
enseñanza. No sabéis quiénes de los que en estos instantes me escuchan, tendrán
que partir presto en cumplimiento de una misión espiritual. Esa es la razón por
la que hace tiempo se están purificando muchos corazones y por la que a cada
día que pasa, sienten su espíritu más iluminado por la luz de mi doctrina.
Quiero que os unifiquéis con mis huestes espirituales para que con vuestro amor
hacia todos vuestros hermanos, trabajéis por la salvación de todos los seres
que caminan fuera del sendero de la vida y la verdad.
Guardad en vuestro espíritu esta palabra, que podrá serviros de preparación en
el instante supremo de abandonar esta existencia para liberaros
espiritualmente.
¡Comprended cuán hermoso tiempo de revelaciones ha sido éste, pueblo amado!
¡Tiempo de luz que eleva a los espíritus! Bienaventurados los que se preparan,
porque ellos reciben mi luz en plenitud.
Mas
pensad que son apenas los principios de una era, que no os ha sido revelado
todo cuanto este tiempo reserva a los hombres, ni todo lo que habéis recibido
ha sido comprendido por vosotros.
Días, años y siglos transcurrirán, en los que esta humanidad será testigo de
maravillosas luces y de revelaciones espirituales jamás conocidas por su
espíritu.
Esos
tiempos ya se acercan y por eso vosotros debéis preparar el camino a quienes
vendrán a ocupar vuestros lugares; debéis bendecir la senda con vuestras buenas
obras; entonces habréis iniciado la construcción del templo verdadero, que
otros se encargarán de continuar y más tarde otros vendrán a concluir.
Os
he mirado luchar con vuestra materia para doblegar su reaciedad; habéis tenido
que sostener grandes batallas con vuestro corazón para imponerle obediencia y
sumisión. Su naturaleza se rebela a los dictados de la conciencia, pero si
perseveráis en la oración, si veláis, haréis de ella la mejor colaboradora en
el cumplimiento espiritual. Esa lucha forma parte de vuestra restitución en
este tiempo.
Todos vuestros atributos han estado en vosotros desde el momento en que
fuisteis creados; la inteligencia, la sensibilidad, la razón han iluminado a
vuestro espíritu para que pudieseis librar la batalla final. Cuando hayáis
vencido sobre el mal y vuestro espíritu sea el piloto que guíe a la materia,
estaréis en condiciones de ir en busca de vuestros hermanos, llevando un
ejemplo claro, de cómo lograr la evolución del espíritu; sin hacer alarde de
fortaleza y de dominio, mostraréis vuestras obras y ellas revelarán obediencia
y acatamiento a mi ley.
Cuando no oigáis ya mi palabra a través de los portavoces y vuestro espíritu se
sienta ansioso de practicar lo que Yo os enseñé en este tiempo, cada uno de mis
discípulos deberá tomar el grupo que se le sea señalado, como a su propia
familia, para enseñarle y guiarle. Emplead siempre la caridad, corregid con amor
y sabiduría, haced sentir un ambiente de paz como el que habéis formado hoy y
mi Espíritu se hará presente para inspirar y bendecir a todos.
No
preguntéis a nadie de dónde viene ni por que me busca; Elías los conducirá y su
hora habrá sido llegada. Desde hoy preparo a los que han de llegar y llamo
bienaventurados a los que creen en esta palabra que os he dado por el
entendimiento humano.
Os
estoy enseñando para que seáis el buen sabor de la tierra, para que vayáis a
endulzar la vida de los hombres con la buena nueva de que el Maestro ha tomado
a ellos en este tiempo de dolores y ha dejado su palabra como una herencia para
que todos se sustenten y vivan eternamente.
No
os encargo a vosotros la transformación completa de esta humanidad; llevad con
celo mi palabra a los corazones y ella hará prodigios entre vuestros hermanos.
¡Cuánto consuelo recibirán en sus días de prueba si saben oír e interpretar mi
enseñanza, y vosotros cómo adoraréis estas horas que vivisteis cerca de Mí,
bebiendo esta esencia divina, sintiéndoos niños para recibir de vuestro Padre
toda su ternura y su amor!
La
humanidad es hoy como campo fecundo para trabajar. Son muy extensas las tierras
y escasos los labriegos. ¿Cómo vais a presentarme esta generación convertida a
mi enseñanza, si no trabajáis? ¡Tenéis un tiempo limitado y es mucho lo que
debéis trabajar! ¡La hora es propicia! ¡Reedificar los templos que se han
derrumbado en el interior de los corazones! ¡Ayudad a reconstruir hogares,
predicad espiritualmente a vuestro paso con pensamientos, palabras y obras!
Velad para que la virtud torne a los seres, y los niños sean fuerte lazo entre
el padre y la madre y los jóvenes, cimiento fuerte de nuevas generaciones, el
esposo y la esposa, imagen de Dios y su creación, y todos unidos a los ángeles
guardianes que os acompañan, formen Conmigo la armonía perfecta.
Vuestras peticiones llegan a Mí, la luz que he derramado ilumina vuestro ser.
Todas vuestras obras están presentes y podéis juzgar vuestros méritos. Los
dolores que vivís ahora pasarán y la paz brillará en el universo.
Orad
por las naciones que se debaten en guerra, Compartid vuestro pan y vuestro
vestido con aquellos que han caído en desgracia. Abrid vuestros graneros y
dadles de comer. Demostrad vuestra fraternidad en esta hora de angustia para el
mundo. Practicad la caridad con los enfermos, preparad al espíritu que ha de
partir al mas allá, levantad la fe de los tristes, llevad la paz a todos
vuestros hermanos. Pedid y Yo haré prodigios entre la humanidad.
Vuestro mundo está lleno de esclavos, esa es la causa de que en cada hombre
aliente un profundo anhelo de libertad; pero no debéis culpar de ello a las
leyes del espíritu, ni a las humanas, sino a vosotros mismos, porque la
verdadera ley, ya sea divina o humana, debe conducir, guiar, enseñar y
proteger, pero nunca encadenar.
Comprended que no sois libres espiritualmente, porque alejados de la esencia
divina, de la ley de amor a vuestro Dios sobre todo lo creado, y de amaros los
unos a los otros como hermanos en el Creador, os habéis hecho esclavos al
fanatismo religioso, de la idolatría y de la superstición.
Tampoco sois libres dentro de las leyes humanas, porque éstas, que deberían
impartir la justicia entre la humanidad, han sido contaminadas por el egoísmo
de los pueblos, por la injusticia y por la mentira.
Los
que gobiernan y los que están encargados de conducir a los espíritus, son
también hijos de mi Divinidad; las leyes que unos y otros aplican deben ser
hermanas y, sin embargo, cuán distantes caminan y viven unos de otros.
¿Cuándo podrá llegar la humanidad a "dar a Dios lo que es de Dios y al
Cesar, lo que es del Cesar?"
Mientras unos se concretan a cumplir únicamente con las normas del mundo,
desconociendo toda ley divina, otros buscan la elevación del espíritu a través
de los caminos que les marcan las diversas religiones, a pesar de llevar la
rebeldía en su corazón, evitando el someterse a las leyes de la tierra.
En
verdad os digo, que ni uno ni otro están cumpliendo con su deber.
¿Veis el astro rey que aparece por el oriente cada día, cómo alumbra y calienta
a todos por igual, sin distinción de ninguna criatura?
Así
es el amor del Padre para cada uno de sus hijos, y así debería ser vuestro amor
Y vuestra justicia, para que en esa forma fueran aplicadas mis leyes sobre la
humanidad.
¿No
contempláis la perfecta armonía que existe entre lo divino y todo lo que ha
sido creado por vuestro Señor? Entonces, ¿Por qué entre los humanos que son
hijos de Dios, no puede haber armonía perfecta?
Bienaventurado el que escuche este llamado y reconozca la era de luz en que
vive, porque podrá continuar caminando en la senda de evolución espiritual.
Estáis ya en los últimos años en que escucharéis mi palabra, que ha sido en
vuestra vida como un destello de mi sabiduría.
Esta enseñanza quedará grabada en libros y ella y los discípulos que en verdad
se preparen y lleven fe inquebrantable en su corazón, serán el testimonio
viviente que deje, cuando llegue la hora de mi partida, a los que no me oyeron
en este Tercer Tiempo.
Bienaventurados los que permanezcan fieles a pesar de las pruebas porque ellos
alcanzarán sabiduría y paz.
Para
que cada quien pueda cumplir con la misión que ha recibido, debéis uniros en
una sola voluntad, apartar la pereza de vuestra materia para las enseñanzas
espirituales, dejar de concentrar vuestra atención tan sólo en lo que toca a
vuestra vida material, para pensar ya en vuestro espíritu.
Yo
soy la vida eterna; si queréis alcanzarla, sólo tendréis que dar cumplimiento a
mi ley.
Que
este recogimiento que tenéis dentro de mi recinto al escuchar mi palabra, lo
sepáis conservar después, y sea en vuestra vida orden, respeto, disciplina,
humildad.
Estoy iluminando a vuestro espíritu, a vuestra mente y corazón, estoy
encauzando vuestra vida.
Quiero que mi enseñanza eche raíces en vuestro corazón para que no podáis
olvidarla, porque no sabéis cuánta falta os hará en los tiempos de la lucha, ni
conocéis el tiempo que tengáis que permanecer en esta tierra. Por eso haced el
bien a través de mi doctrina, para que cuando el Padre os haga el llamado, ese
llamado no os sorprenda, sino que os encuentre trabajando como el buen
labriego.
De
cierto os digo, que esta enseñanza restablecerá la moral de este mundo, ya que
será un paso hacia la espiritualidad, porque ella despertará los corazones a la
fraternidad.
En
este tiempo aún sigo siendo el incomprendido, porque mientras los humildes, en
su ignorancia me ofrecen cultos fanáticos, los que pasan por sabios o
poderosos, dicen bastarse a sí mismos.
¡Cuán pocos me siguen!
Pueblo amado: Dejad que mi palabra os siga preparando.
Yo
doy paz a vuestro corazón, paz a vuestro hogar y libertad a vuestro espíritu en
los instantes en que la materia se halle entregada al sueño.
Conservad esta gracia y tomad mi bendición.
¡MI PAZ SEA
CON VOSOTROS!
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