La
luz de mi espíritu ha venido a revelaros todos los dones que existen en vuestro
ser, todo lo que desde vuestro origen habéis llevado con vosotros sin
presentirlo. Os he hecho saber que ya es tiempo de que os conozcáis
verdaderamente, de que os encontréis a vosotros mismos y sepáis cuál es vuestra
heredad, para que seáis grandes de espíritu.
De
tiempo en tiempo os he hecho revelaciones; primero fue la ley, más tarde mi
doctrina y finalmente el conocimiento pleno de vuestra misión espiritual.
Decís que Yo he estado tres veces con los hombres, mas lo cierto es que siempre
he estado con vosotros; Yo soy aquel Padre que en el Primer Tiempo reveló su
ley de justicia a la humanidad, que en el Segundo hizo encarnar su Verbo en
Jesús, su Hijo, y que ahora se manifiesta espiritualmente al mundo, y os he
dado con ello una parábola divina a través de las eras, cuyo sentido os habla
de vuestra evolución espiritual y os hace saber que quien os ha hablado a
través de los tiempos ha sido un solo Dios, un solo Espíritu y un solo Padre.
¿Me
preguntáis qué pretendo al manifestarme espiritualmente a la humanidad de este
tiempo? Yo os contesto, que lo que busco es vuestro despertar a la luz, vuestra
espiritualidad y vuestra unificación, ya que en todos los tiempos habéis estado
divididos, porque mientras unos han buscado los tesoros del espíritu, otros se
han consagrado a amar las riquezas del mundo. Espiritualismo y materialismo en
pugna constante, espiritualistas y materialistas que nunca han podido
entenderse entre sí.
Recordad que Israel estando en espera del Mesías, cuando lo tuvo frente a sus
ojos se dividió en creyentes y en negadores de mi verdad. La explicación es
sencilla: creyeron los que me esperaban con el espíritu y me negaron los que me
esperaban con los sentidos de la materia.
Nuevamente esas dos fuerzas habrán de enfrentarse, hasta que de esa lucha surja
la verdad. La lucha será enconada porque a medida que los tiempos pasan, los
hombres aman más lo terrenal, en virtud de que su ciencia y sus descubrimientos
los hacen sentirse en un reino propio, en un mundo creado por ellos.
Los
hombres de ahora han extendido sus dominios, señorean y cruzan toda la tierra;
ya no hay continentes, tierras, ni mares ignorados; han trazado caminos por
tierra, por mar, por aire, y no conformes con lo que en su planeta poseen como
heredad, sondean y escrutan el firmamento en busca de mayores dominios.
Yo
bendigo en mis hijos el anhelo de saber y me es infinitamente grata su ambición
de ser sabios, grandes y fuertes; mas lo que no aprueba mi justicia, es la
vanidad en que muchas veces fincan sus ambiciones o la finalidad egoísta que en
ocasiones persiguen.
Yo
no vengo a impedir que los hombres aumenten sus conocimientos, ni vengo a
ocultarles la luz de la ciencia. Cuando deposité en la tierra la semilla humana
y le ordené crecer y multiplicarse, también le dije que enseñoreara la tierra,
es decir, que el hombre fuera entre todas las criaturas que habían de rodearle,
el ser consciente, conocedor de las leyes humanas y de justicia divina y
cultivador de virtudes, en torno al cual girasen armoniosamente todos los seres
y los elementos.
¡Cuán lejos de la armonía ha vivido el hombre desde que inició su tránsito
sobre la tierra! De ello dan prueba sus incesantes tropiezos, el inagotable
cáliz de sufrimientos que ha padecido, su falta de paz.
07-175.11 Os
estoy dando la nueva lección, que será para todos los hombres. No todos han
orado esperando mi llegada, pero el dolor les ha mantenido alerta y les ha
preparado para recibirme. La humanidad ya tiene la experiencia que desde el
Segundo Tiempo le dejó el pueblo de Israel, para que nadie intente desafiar a
la divina justicia. ¿Acaso no sabéis que a los pobres de espíritu que anhelaban
la venida del Señor para recibir de Él la luz de la esperanza y del saber, les
fueron dados los dones de la profecía, de la ciencia divina y del poder
espiritual? Si me preguntáis por el paradero de aquellos espíritus, os diré que
están habitando moradas donde todo lo que existe de grande en este planeta, es
ante ellos como simple polvo de la tierra. Mas si me preguntáis qué fue de los
que nada aceptaron de mi reino porque les pareció pobre mi palabra y mis promesas,
os diré que ellos son de los que encarnan y reencarnarán hasta la completa
evolución de su espíritu, porque pidieron oro, poder y en justicia y para su
restitución espiritual, les fue concedido el mundo con sus mezquinas riquezas y
su falso poder. Han sido tocados por la justicia divina, pero nunca desechados
del camino de salvación que lleva al reino de verdad; por eso, ahora que os
envío a raudales la luz de mi Espíritu, a ellos les buscaré afanosamente para
hacerles comprender que ya es suficiente el tiempo de prueba que les fue
asignado, haciéndoles comprender que éste es el Tercer Tiempo, precisamente
aquél en el que se consuman los tiempos, de los que hablé al referirme al
juicio del pueblo judío.
Todos tenéis una cita Conmigo y os habréis de reunir para escucharme, porque
todos tendréis que oírme.
Todo
será puesto en la balanza de mi justicia, donde serán pesadas todas las obras
que estén sin juzgar. Mi presencia y mi poder se harán sentir cual nunca se
habían manifestado, porque después del caos, todo tenderá a volver a su cauce.
¡Orad y velad continuamente para que no seáis sorprendidos, oh pueblo; mas de
cierto os digo, que si velaseis y oraseis por el mundo, habrá un manto
invisible que os protegerá, porque supisteis amar a vuestros hermanos y sentir
como propio su dolor!
Os
repito que voy a hacer sentir mi presencia, mi poder y mi justicia. Si he
permitido que el hombre en su maldad profane cuanto de sagrado existe en la
vida, voy a ponerle límite a su maldad; si lo he dejado caminar por la senda de
su libre albedrío, voy a probarle que todo en él tiene un hasta aquí; si lo he
dejado colmar sus ambiciones de poderío y de grandeza en el mundo, voy a
detenerle en el camino, a hacerle mirar su obra a través de su conciencia, para
que pueda responder a mis preguntas.
He
permitido que el dolor, la destrucción y la muerte se dejen sentir en vuestra
vida, para que esos frutos tan amargos os hagan comprender la clase de árbol
que cultivasteis; mas también Yo haré que el dolor desaparezca y deje que el
espíritu descanse y medite, porque de él tendrá que surgir el himno de amor a
su Creador. Dicho está y también escrito, que ese día llegará, cuando los
hombres hayan ataviado su espíritu con la vestidura blanca de la elevación,
cuando se amen los unos a los otros.
Todos serán salvos, todos serán perdonados, todos serán consolados. ¿Dónde está
la muerte, dónde la condena eterna y el infierno sin fin?
Yo
no creé la muerte ni el infierno, porque al concebir mi Espíritu la idea de la
creación, sólo sentía amor y de mi seno sólo brotó vida; si la muerte y el
infierno existiesen, entonces tendrían que ser obras humanas, por pequeñas; y
ya sabéis que nada de lo humano es eterno.
En
verdad os digo, que en los instantes en que mi palabra se escucha a través del
portavoz, no sólo el espíritu de este pueblo se estremece, sino todos aquellos
seres que en el valle espiritual también necesitan de la luz divina.
No
llega a ellos el sonido de la palabra humana, pero sí la esencia y la inspiración
de mis mensajes, porque mi voz es universal y su eco alcanza a todos los mundos
y moradas donde habite un hijo de Dios.
Yo
envío a cada mundo un rayo de mi luz; a vosotros os he hecho llegar esta luz en
forma de palabra humana, a otras mansiones les llega por medio de inspiración.
En
la luz de ese rayo divino se irán uniendo todos los espíritus, haciendo de él
una escala que les conduzca hacia el reino espiritual prometido a todos los que
sois partícula espiritual de mi Divinidad.
Imaginaos el regocijo de todos aquellos seres que en la tierra tuvieron
vínculos materiales con vosotros y que hoy habitan el más allá de vuestro
mundo, cuando saben que la voz que ellos escuchan, también la oyen en la
tierra. Ellos no se han alejado de vosotros, no os olvidan, ni dejan de rogar
por los que se quedaron unos instantes más en el valle terrenal. Su caricia y
sus bendiciones son continuamente sobre vosotros.
Allí
habitan los que fueron vuestros padres, hijos, hermanos, esposos, amigos o
benefactores, los que en espíritu son simplemente hermanos vuestros, pero su
amor por vosotros es el mismo o aún mayor, así como su potestad para ayudaros y
protegeros.
Orad
por ellos, pueblo, no vayáis, a dejar de amarles y recordadles, porque vuestro
recuerdo y vuestras oraciones son un dulce consuelo en su lucha. Nunca los
imaginéis turbados o habitando entre tinieblas, porque sería tanto como si
vosotros os sintieseis capacitados para dictaminar un juicio y una sentencia sobre
ellos; y si aquí en la tierra los humanos suelen ser tan imperfectos e injustos
para juzgar las causas de sus semejantes, ¿Qué será tratándose de juicios sobre
algún espíritu?
Os
digo nuevamente, que a vosotros sólo os toca ayudarles con vuestra oración y
con vuestras buenas obras en el mundo.
No
sintáis la necesidad de que ellos se manifiesten en alguna forma material en
vuestra vida, ya sea tomando un cerebro o de alguna otra manera, porque
negaríais la espiritualidad, que, os he enseñado. Tampoco tengáis determinado
día del año para invocarles, no; meditad en que lo espiritual vive, fuera del
tiempo material y por lo tanto, todo instante podrá ser propicio para
aproximaros a ellos a través de la oración espiritual.
Cuántos de esos seres a quienes muchas veces habéis imaginado sufriendo
turbaciones, son precisamente los que han luchado por acercaros a este camino
de luz que ellos no pudieron encontrar cuando estuvieron en la tierra. No
lloréis entonces por ellos y mucho menos tengáis luto porque partieron al valle
espiritual; no han muerto, simplemente se adelantaron unos instantes al momento
en que vosotros habréis de partir; así fue dispuesto por Mí, para que os
preparasen el camino.
¿Creéis que sea necesario que os diga, que nada tenéis que hacer en los
cementerios y que las lágrimas que sobre las tumbas derraméis, son las lágrimas
de la ignorancia, de la materialidad y el fanatismo?
El
espíritu del que lloráis, vive y os obstináis en darle por muerto en aquel
cuerpo que desapareció bajo la tierra. Les dais por perdidos, mientras que
ellos, llenos de amor os están esperando para daros testimonio de la verdad y
de la vida. Les creéis lejanos o insensibles y sordos ante vuestras luchas y
penalidades y no sabéis cuántos pedruscos van apartando de vuestro paso y de
cuántos riesgos os van librando.
La
ignorancia os obliga a ser ingratos y hasta crueles con vosotros mismos y con
los demás, aunque debo deciros: ¿Quién puede ser ignorante después de haber
escuchado alguna de mis cátedras?
Mi
palabra es el rayo de luz que ha de envolveros a todos para que quedéis
fundidos en el fuego de mi amor; si después de oírla, la creéis y la ponéis en
práctica, quedaréis desde ese instante unidos a todos los que me aman, me creen
y glorifican.
Os
he dicho en mis enseñanzas, que la vida es la vía dolorosa del espíritu y el
término de su existencia en la tierra es su calvario, para que procuréis
imitarme, poniendo, en práctica mis ejemplos.
Dichosos los espíritus que saben llegar con fe y virtud hasta la cima, porque
en el instante de desprenderse de la materia, experimentan la caricia del Padre
como premio a su fortaleza y a su amor. Esos son los que penetran sin tropiezo
en la eternidad.
Mi
palabra en este tiempo ayudará a los hombres a comprender el sentido de mi ley
y mi doctrina. El cumplimiento que a ellos dé la humanidad, le proporcionará la
felicidad, felicidad del corazón y paz del espíritu, porque la dicha perfecta
sólo la encontrará el espíritu en la morada a que él pertenece. ¡Cuántas
oportunidades tenéis de ser buenos y útiles a Vuestros semejantes! Cada hogar
es un campo propicio para sembrar mi semilla; cada ciudad y cada pueblo son
como tierra sedienta de caridad y amor y Yo vengo a convertiros en sembradores
para que reguéis de amor y consuelo el mundo y lo sembréis de paz.
Obras, palabras, oraciones, son los medios que debéis y podréis emplear para
cumplir con la misión de servir y amar a Vuestros hermanos.
Os
he enseñado la oración perfecta, la que es verdadero idioma del espíritu, la
que pone al hombre en comunicación directa conmigo.
Os
he dado el don de la palabra que es expresión de la luz que hay en el espíritu
y del amor que atesora el corazón.
Pueblo que me escucháis: No digáis que os estoy pidiendo demasiado, cuando Yo
sé mejor que vosotros mismos de lo que sois capaces. Hoy os sentís débiles,
torpes, impotentes e indignos, porque examináis vuestro interior y descubrís
muchas flaquezas, muchas necesidades que no os dejan sentir el dolor ajeno,
pero primero os voy a sanar, a haceros sentir mi paz, a fortalecer vuestro
corazón, a limpiar vuestro camino, y entonces no sentiréis timidez ni tendréis
dudas, ni os sentiréis incapaces.
Por
eso os he dejado un tiempo escuchándome, fortaleciéndoos poco a poco en mi
palabra, sin enviaros aún a las comarcas a cumplir vuestra misión; mas cuando
vuestro espíritu se encuentre saturado de mi esencia, no esperará pruebas ni
señales para levantarse, porque sabrá recibir por inspiración cuanto deba
hacer.
Orad, pueblo y mientras oráis, Yo derramaré mi paz en todos los pueblos de la tierra,
bendeciré Vuestros hogares e iluminaré Vuestros caminos.
Os
daré una prueba de que es verdad cuanto os he prometido. ¿Qué prueba será esa?
La que veáis realizarse en vuestra vida algo que hace tiempo estáis esperando,
algo que para algunos es imposible obtener. A unos les llegará pronto lo
ofrecido por Mí; a otros les haré esperar; mas en verdad os digo, que no habrá
uno que no reciba mi prueba de amor. Cuando esa, gracia llegue a cada uno de
vosotros, recordaréis mi palabra y aumentará vuestra fe.
No
desesperéis, no derraméis vuestro llanto, sabed esperar esa hora practicando mi
enseñanza, orando y velando.
¿Veis cómo en estos instantes en que eleváis vuestro espíritu, os olvidáis de
vuestras penas y os llenáis de mi paz? Procurad estar siempre delante de Mí,
practicad mí doctrina y veréis prevalecer mi paz y mi luz sobre vuestras
vicisitudes y trabajos.
Comprended que vuestras penas no son inútiles, que tenéis la misión de
templaros espiritual y corporalmente para que podáis formar parte del número de
mis sembradores.
Los
que van a llevar consuelo a los hombres, los que van a levantar a los que han
caído, los que van a dar fuerzas a los débiles, tienen que estar iluminados por
la luz de la experiencia y tienen que estar fortalecidos en la lucha y en las
pruebas. Que no les amedrente ningún cuadro de dolor, que no tiemblen ante la
desgracia de un semejante, que no huyan del dolor cuando las manos de sus
hermanos se tiendan hacia ellos en demanda de caridad.
Allí, entre los que se han endurecido en el vicio y en el dolor, vais a ver
surgir a muchos hacia la luz, buscando la regeneración y la espiritualidad; mas
para que esa inspiración llegue a ellos, tenéis que depositar en su corazón una
verdadera prueba de fraternidad, una acción que sea el rayo de luz que ilumine
las tinieblas de aquel ser.
Comprended entonces, que el dolor que os ha acompañado en muchas formas, ha
sido el cincel que interiormente ha estado modelando a vuestro espíritu para el
desempeño de una delicada misión.
La
lección que en este Tercer Tiempo he venido a daros, es un nuevo testamento que
quedará unido a los de los tiempos pasados, porque los tres forman una sola
revelación.
Mi
luz iluminará el entendimiento de los hombres destinados a unir en un solo
libro todas mis enseñanzas.
Mis
siervos espirituales guiarán la mano de mis elegidos para que en ese libro no
exista mancha alguna.
Las
diferencias que entre este pueblo han existido, sus discusiones y su desunión,
desaparecerán cuando os profundicéis en el análisis de ese libro y lleguéis a
comprender la verdad de mi obra.
07-175.53 Hoy
no os dais cuenta aún de las consecuencias que vuestra desunión, va a
ocasionaros, pero en verdad os digo que mañana vais a llorar a causa de ello.
¡Cuántas veces os he pedido la unificación de pensamientos, de prácticas, de
espíritus; otras tantas han sido las que habéis desoído mi divino consejo!
Os
he inspirado para que forméis un pueblo, dándoos el nombre de el nuevo Israel;
os he dado misiones y cargos diversos, para que en vuestra jornada y en vuestras
luchas contéis con todos los elementos necesarios, como aconteció en Israel en
el Primer Tiempo, cuando cruzó por el desierto en pos de la "tierra
prometida" mas no habéis tratado de comprender hasta ahora mis mandatos,
ni habéis querido observar el ejemplo de unión que aquel pueblo dejó escrito,
ejemplo imborrable porque fueron su armonía y su unión las que lo hicieron
vencer las vicisitudes que en su camino encontró.
Una
nueva "tierra de promisión" os espera a vosotros, pero aún os
encontráis distantes de ella. Vais cruzando ya el extenso desierto, dejasteis
atrás la esclavitud del Faraón y ya recibisteis la ley; sin embargo no habéis
abandonado por completo la idolatría y sin daros cuenta adoráis al
"becerro de oro".
Tendrán que llegar hasta vosotros las pruebas, los obstáculos y las
persecuciones para que despertéis de vuestro sueño. Entonces si estaréis
dispuestos para cumplir mis mandatos y seréis celosos para velar por la obra
que os he revelado, como en aquel tiempo los israelitas construyeron el
tabernáculo y el arca para guardar la ley, porque las pruebas les habían
despertado a la luz.
Ahora vuestro espíritu será vuestro tabernáculo y vuestra arca la conciencia.
Allí estará mi ley iluminando la senda del pueblo del Señor.
No
ha surgido en este tiempo un hombre que, imitando a Moisés, camine delante de
este pueblo, alentando con prodigios su fe, pero con un poco de preparación
podríais sentir la presencia espiritual de Elías, que es quien os guía, os
alienta e inspira en esta jornada.
Están llorando las multitudes que me escuchan. Sólo Yo sé el porqué de sus
quejas, sólo Yo conozco todos los obstáculos y dificultades que a su paso han
encontrado y que les van deteniendo.
Perseverad, multitudes, sedme fieles y veréis abatidos los obstáculos. Orad y
trabajad cada vez con mayor verdad, pureza y perfección, para que en el
desempeño de vuestra misión encontréis el consuelo y la fuerza necesaria para
sobrellevar las vicisitudes de la vida. Sí así camináis, cuando menos penséis
miraréis despejado el sendero y desaparecidos los tropiezos.
Vosotros sois mis campos donde por ahora crece juntamente el trigo y la cizaña.
No es aún la hora de segar; pero cuando llegue, serán juzgadas las obras de
cada uno de vosotros; entonces dejaré en la tierra a los buenos discípulos y
levantaré de este mundo a quienes no hayan dado frutos de unificación y
espiritualidad.
Velad y tened en cuenta mi palabra; no por haber recibido de Mí cargos y
misiones muy grandes, os confiéis, creyendo que mi justicia nunca puede llegar
hasta vosotros. Recordad a David y a Salomón, quienes habiendo sido grandes
delante de su pueblo; se durmieron en su grandeza, faltaron a la ley y vieron
llegar sobre ellos mi divina justicia, inexorable y sabia, cuando creían que
por ser tan amados del Padre, jamás serían tocados por Él.
Pensad, oh pueblo, en las generaciones nuevas. Pensad en Vuestros hijos como lo
hicieron los patriarcas, quienes prepararon a sus pueblos para que supiesen
recibir la llegada del Mesías.
Orad
por los que vienen, Preparadles con caridad y amor el camino, comprended que
ellos tendrán que cumplir misiones aún más elevadas que las vuestras y que será
bueno que encuentren una huella de espiritualidad por donde caminar.
¿Cuál será esa huella? La de vuestra vida, la de vuestras obras.
Todo
espíritu tiene una gran deuda con su Padre. Mi amor por vosotros y mi justicia,
os han ofrecido en la tierra esta nueva oportunidad de justificaros delante de
Mí, de restituir espiritualmente y de purificaros para que podáis pasar a la
siguiente morada.
¡Oh
bendito Tercer Tiempo, eres el portador de todo cuanto el mundo necesita para
salvarse de su esclavitud! ¡Bienaventurados quienes aprovechen tu luz porque
ellos serán salvos!.
A lo
largo de vuestra jornada espiritual Yo os he guiado, os he probado y preparado
para la revelación de este tiempo. No serán los hombres quienes organicen al
nuevo pueblo de Israel; seré Yo quien lo forme, lo depure, lo eleve y lo envíe
al mundo a cumplir su misión. Mientras este pueblo va creciendo y se va
preparando. Yo le voy limpiando los caminos, abriendo las puertas y derribando
los obstáculos para que pase. Así lo hice con Israel cuando lo saqué de Egipto
y lo llevé por el mar y por el desierto.
Este
pueblo trae la misión de despertar espiritualmente a la humanidad; mas cuando
haya cumplido y los hombres se den cuenta del tiempo en que viven, veréis
surgir de su corazón un anhelo de luz y de su espíritu un ideal de elevación,
que conmoverá la vida humana hasta sus raíces y transformará al mundo.
La
conciencia será escuchada y obedecida; los llamados del espíritu serán
entendidos; los anhelos espirituales serán tomados en cuenta y respetados y en
todas partes brillará el deseo ferviente de conocer a Dios, de sentirlo, de
acercarse a EI de sembrar su verdad.
Estas profecías habrán de cumplirse entre los hombres, cuando el hambre y la
sed espiritual les hayan llevado hasta los límites de su resistencia, cuando,
abatida su soberbia, se confiesen delante de su Señor; cuando desciendan de sus
tronos, de sus tribunas y de sus sítiales, desde donde han tratado de
ignorarme, desde dónde me han juzgado y negado y arrepentidos de sus errores
vuelvan sus ojos hacia Mí y me hablen como hijos a un Padre que les ha estado
esperando por siglos y siglos.
¡Hasta dónde se ha hundido el hombre en su materialismo, llegando a negar a
quien todo lo ha creado! ¿Cómo ha podido la mente humana ofuscarse a tal grado?
¿Cómo ha podido vuestra ciencia negarme y profanar la vida y la naturaleza,
como lo ha hecho?
En
cada obra que vuestra ciencia descubre, está mi presencia; en cada obra se
manifiesta mi ley y se deja escuchar mi voz. ¿Cómo es que estos hombres no
sienten, ni ven, ni escuchan? ¿Por Ventura es una prueba de adelanto y de
civilización el negar mi existencia, mi amor y mí justicia? No estáis entonces
más adelantados que los hombres primitivos, que supieron descubrir en cada
elemento y en cada maravilla de la naturaleza la obra de un ser divino,
superior, sabio, justo y poderoso, al que atribuyeron todo bien en todo lo
existente y por eso lo adoraron.
A
través de una inteligencia naciente, trataban de comprender lo que sus sentidos
corporales recibían; ¿Qué culto perfecto podían ofrecerme? ¿Qué comprensión
podían tener de la verdad? Sin embargo, su asombro, su fe y su culto eran
recibidos por Mí como las primicias de un extenso campo que mi Espíritu habría
de cultivar a través de las eras.
Desde entonces hasta ahora, ¡Cuántas lecciones he dado a la humanidad! ¡Y
cuántas revelaciones le he hecho! Sin embargo, cuando esta humanidad ya debiera
haber alcanzado la cumbre de la comprensión y cuando su culto debiera ser
perfecto, es cuando su ciencia egoísta, soberbia e inhumana se ha levantado
para negarme y cuando los cultos que existen viven en el letargo de la rutina y
de las tradiciones.
Yo
os di el don del libre albedrío y he respetado esa bendita libertad concedida a
mis hijos; pero también puse en vuestro ser la luz divina de la conciencia,
para que guiados por ella encaucéis Vuestros dones; y Yo os digo que en la
lucha del espíritu y la materia, ha sufrido el espíritu una derrota, una caída
dolorosa, que poco a poco lo ha ido alejando más y más de la fuente de la
verdad.
Mas
su derrota no es definitiva, es pasajera, porque del fondo del abismo se
levantará cuando ya no pueda soportar su hambre, su sed, su desnudez y sus
tinieblas. Mas el dolor será su salvación, y oyendo la voz de su conciencia se
levantará fuerte y luminoso, ferviente e inspirado, tomando nuevamente sus
dones, pero ya no con aquella libertad de aplicarlos al bien o al mal, sino
consagrándolos tan sólo al cumplimiento de las leyes divinas, que es el mejor
culto que podéis ofrecer a vuestro Padre que tanto os ama.
¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel.!
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