sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 175

La luz de mi espíritu ha venido a revelaros todos los dones que existen en vuestro ser, todo lo que desde vuestro origen habéis llevado con vosotros sin presentirlo. Os he hecho saber que ya es tiempo de que os conozcáis verdaderamente, de que os encontréis a vosotros mismos y sepáis cuál es vuestra heredad, para que seáis grandes de espíritu.

De tiempo en tiempo os he hecho revelaciones; primero fue la ley, más tarde mi doctrina y finalmente el conocimiento pleno de vuestra misión espiritual.

Decís que Yo he estado tres veces con los hombres, mas lo cierto es que siempre he estado con vosotros; Yo soy aquel Padre que en el Primer Tiempo reveló su ley de justicia a la humanidad, que en el Segundo hizo encarnar su Verbo en Jesús, su Hijo, y que ahora se manifiesta espiritualmente al mundo, y os he dado con ello una parábola divina a través de las eras, cuyo sentido os habla de vuestra evolución espiritual y os hace saber que quien os ha hablado a través de los tiempos ha sido un solo Dios, un solo Espíritu y un solo Padre.

¿Me preguntáis qué pretendo al manifestarme espiritualmente a la humanidad de este tiempo? Yo os contesto, que lo que busco es vuestro despertar a la luz, vuestra espiritualidad y vuestra unificación, ya que en todos los tiempos habéis estado divididos, porque mientras unos han buscado los tesoros del espíritu, otros se han consagrado a amar las riquezas del mundo. Espiritualismo y materialismo en pugna constante, espiritualistas y materialistas que nunca han podido entenderse entre sí.

Recordad que Israel estando en espera del Mesías, cuando lo tuvo frente a sus ojos se dividió en creyentes y en negadores de mi verdad. La explicación es sencilla: creyeron los que me esperaban con el espíritu y me negaron los que me esperaban con los sentidos de la materia.

Nuevamente esas dos fuerzas habrán de enfrentarse, hasta que de esa lucha surja la verdad. La lucha será enconada porque a medida que los tiempos pasan, los hombres aman más lo terrenal, en virtud de que su ciencia y sus descubrimientos los hacen sentirse en un reino propio, en un mundo creado por ellos.

 Los hombres de ahora han extendido sus dominios, señorean y cruzan toda la tierra; ya no hay continentes, tierras, ni mares ignorados; han trazado caminos por tierra, por mar, por aire, y no conformes con lo que en su planeta poseen como heredad, sondean y escrutan el firmamento en busca de mayores dominios.

Yo bendigo en mis hijos el anhelo de saber y me es infinitamente grata su ambición de ser sabios, grandes y fuertes; mas lo que no aprueba mi justicia, es la vanidad en que muchas veces fincan sus ambiciones o la finalidad egoísta que en ocasiones persiguen.

Yo no vengo a impedir que los hombres aumenten sus conocimientos, ni vengo a ocultarles la luz de la ciencia. Cuando deposité en la tierra la semilla humana y le ordené crecer y multiplicarse, también le dije que enseñoreara la tierra, es decir, que el hombre fuera entre todas las criaturas que habían de rodearle, el ser consciente, conocedor de las leyes humanas y de justicia divina y cultivador de virtudes, en torno al cual girasen armoniosamente todos los seres y los elementos.

¡Cuán lejos de la armonía ha vivido el hombre desde que inició su tránsito sobre la tierra! De ello dan prueba sus incesantes tropiezos, el inagotable cáliz de sufrimientos que ha padecido, su falta de paz.

07-175.11 Os estoy dando la nueva lección, que será para todos los hombres. No todos han orado esperando mi llegada, pero el dolor les ha mantenido alerta y les ha preparado para recibirme. La humanidad ya tiene la experiencia que desde el Segundo Tiempo le dejó el pueblo de Israel, para que nadie intente desafiar a la divina justicia. ¿Acaso no sabéis que a los pobres de espíritu que anhelaban la venida del Señor para recibir de Él la luz de la esperanza y del saber, les fueron dados los dones de la profecía, de la ciencia divina y del poder espiritual? Si me preguntáis por el paradero de aquellos espíritus, os diré que están habitando moradas donde todo lo que existe de grande en este planeta, es ante ellos como simple polvo de la tierra. Mas si me preguntáis qué fue de los que nada aceptaron de mi reino porque les pareció pobre mi palabra y mis promesas, os diré que ellos son de los que encarnan y reencarnarán hasta la completa evolución de su espíritu, porque pidieron oro, poder y en justicia y para su restitución espiritual, les fue concedido el mundo con sus mezquinas riquezas y su falso poder. Han sido tocados por la justicia divina, pero nunca desechados del camino de salvación que lleva al reino de verdad; por eso, ahora que os envío a raudales la luz de mi Espíritu, a ellos les buscaré afanosamente para hacerles comprender que ya es suficiente el tiempo de prueba que les fue asignado, haciéndoles comprender que éste es el Tercer Tiempo, precisamente aquél en el que se consuman los tiempos, de los que hablé al referirme al juicio del pueblo judío.

Todos tenéis una cita Conmigo y os habréis de reunir para escucharme, porque todos tendréis que oírme.

Todo será puesto en la balanza de mi justicia, donde serán pesadas todas las obras que estén sin juzgar. Mi presencia y mi poder se harán sentir cual nunca se habían manifestado, porque después del caos, todo tenderá a volver a su cauce.

¡Orad y velad continuamente para que no seáis sorprendidos, oh pueblo; mas de cierto os digo, que si velaseis y oraseis por el mundo, habrá un manto invisible que os protegerá, porque supisteis amar a vuestros hermanos y sentir como propio su dolor!

Os repito que voy a hacer sentir mi presencia, mi poder y mi justicia. Si he permitido que el hombre en su maldad profane cuanto de sagrado existe en la vida, voy a ponerle límite a su maldad; si lo he dejado caminar por la senda de su libre albedrío, voy a probarle que todo en él tiene un hasta aquí; si lo he dejado colmar sus ambiciones de poderío y de grandeza en el mundo, voy a detenerle en el camino, a hacerle mirar su obra a través de su conciencia, para que pueda responder a mis preguntas.

He permitido que el dolor, la destrucción y la muerte se dejen sentir en vuestra vida, para que esos frutos tan amargos os hagan comprender la clase de árbol que cultivasteis; mas también Yo haré que el dolor desaparezca y deje que el espíritu descanse y medite, porque de él tendrá que surgir el himno de amor a su Creador. Dicho está y también escrito, que ese día llegará, cuando los hombres hayan ataviado su espíritu con la vestidura blanca de la elevación, cuando se amen los unos a los otros.

Todos serán salvos, todos serán perdonados, todos serán consolados. ¿Dónde está la muerte, dónde la condena eterna y el infierno sin fin?

Yo no creé la muerte ni el infierno, porque al concebir mi Espíritu la idea de la creación, sólo sentía amor y de mi seno sólo brotó vida; si la muerte y el infierno existiesen, entonces tendrían que ser obras humanas, por pequeñas; y ya sabéis que nada de lo humano es eterno.

En verdad os digo, que en los instantes en que mi palabra se escucha a través del portavoz, no sólo el espíritu de este pueblo se estremece, sino todos aquellos seres que en el valle espiritual también necesitan de la luz divina.

No llega a ellos el sonido de la palabra humana, pero sí la esencia y la inspiración de mis mensajes, porque mi voz es universal y su eco alcanza a todos los mundos y moradas donde habite un hijo de Dios.

Yo envío a cada mundo un rayo de mi luz; a vosotros os he hecho llegar esta luz en forma de palabra humana, a otras mansiones les llega por medio de inspiración.

En la luz de ese rayo divino se irán uniendo todos los espíritus, haciendo de él una escala que les conduzca hacia el reino espiritual prometido a todos los que sois partícula espiritual de mi Divinidad.

Imaginaos el regocijo de todos aquellos seres que en la tierra tuvieron vínculos materiales con vosotros y que hoy habitan el más allá de vuestro mundo, cuando saben que la voz que ellos escuchan, también la oyen en la tierra. Ellos no se han alejado de vosotros, no os olvidan, ni dejan de rogar por los que se quedaron unos instantes más en el valle terrenal. Su caricia y sus bendiciones son continuamente sobre vosotros.

Allí habitan los que fueron vuestros padres, hijos, hermanos, esposos, amigos o benefactores, los que en espíritu son simplemente hermanos vuestros, pero su amor por vosotros es el mismo o aún mayor, así como su potestad para ayudaros y protegeros.

Orad por ellos, pueblo, no vayáis, a dejar de amarles y recordadles, porque vuestro recuerdo y vuestras oraciones son un dulce consuelo en su lucha. Nunca los imaginéis turbados o habitando entre tinieblas, porque sería tanto como si vosotros os sintieseis capacitados para dictaminar un juicio y una sentencia sobre ellos; y si aquí en la tierra los humanos suelen ser tan imperfectos e injustos para juzgar las causas de sus semejantes, ¿Qué será tratándose de juicios sobre algún espíritu?

Os digo nuevamente, que a vosotros sólo os toca ayudarles con vuestra oración y con vuestras buenas obras en el mundo.

No sintáis la necesidad de que ellos se manifiesten en alguna forma material en vuestra vida, ya sea tomando un cerebro o de alguna otra manera, porque negaríais la espiritualidad, que, os he enseñado. Tampoco tengáis determinado día del año para invocarles, no; meditad en que lo espiritual vive, fuera del tiempo material y por lo tanto, todo instante podrá ser propicio para aproximaros a ellos a través de la oración espiritual.

Cuántos de esos seres a quienes muchas veces habéis imaginado sufriendo turbaciones, son precisamente los que han luchado por acercaros a este camino de luz que ellos no pudieron encontrar cuando estuvieron en la tierra. No lloréis entonces por ellos y mucho menos tengáis luto porque partieron al valle espiritual; no han muerto, simplemente se adelantaron unos instantes al momento en que vosotros habréis de partir; así fue dispuesto por Mí, para que os preparasen el camino.

¿Creéis que sea necesario que os diga, que nada tenéis que hacer en los cementerios y que las lágrimas que sobre las tumbas derraméis, son las lágrimas de la ignorancia, de la materialidad y el fanatismo?

El espíritu del que lloráis, vive y os obstináis en darle por muerto en aquel cuerpo que desapareció bajo la tierra. Les dais por perdidos, mientras que ellos, llenos de amor os están esperando para daros testimonio de la verdad y de la vida. Les creéis lejanos o insensibles y sordos ante vuestras luchas y penalidades y no sabéis cuántos pedruscos van apartando de vuestro paso y de cuántos riesgos os van librando.

La ignorancia os obliga a ser ingratos y hasta crueles con vosotros mismos y con los demás, aunque debo deciros: ¿Quién puede ser ignorante después de haber escuchado alguna de mis cátedras?

Mi palabra es el rayo de luz que ha de envolveros a todos para que quedéis fundidos en el fuego de mi amor; si después de oírla, la creéis y la ponéis en práctica, quedaréis desde ese instante unidos a todos los que me aman, me creen y glorifican.

Os he dicho en mis enseñanzas, que la vida es la vía dolorosa del espíritu y el término de su existencia en la tierra es su calvario, para que procuréis imitarme, poniendo, en práctica mis ejemplos.

Dichosos los espíritus que saben llegar con fe y virtud hasta la cima, porque en el instante de desprenderse de la materia, experimentan la caricia del Padre como premio a su fortaleza y a su amor. Esos son los que penetran sin tropiezo en la eternidad.

Mi palabra en este tiempo ayudará a los hombres a comprender el sentido de mi ley y mi doctrina. El cumplimiento que a ellos dé la humanidad, le proporcionará la felicidad, felicidad del corazón y paz del espíritu, porque la dicha perfecta sólo la encontrará el espíritu en la morada a que él pertenece. ¡Cuántas oportunidades tenéis de ser buenos y útiles a Vuestros semejantes! Cada hogar es un campo propicio para sembrar mi semilla; cada ciudad y cada pueblo son como tierra sedienta de caridad y amor y Yo vengo a convertiros en sembradores para que reguéis de amor y consuelo el mundo y lo sembréis de paz.

Obras, palabras, oraciones, son los medios que debéis y podréis emplear para cumplir con la misión de servir y amar a Vuestros hermanos.

Os he enseñado la oración perfecta, la que es verdadero idioma del espíritu, la que pone al hombre en comunicación directa conmigo.

Os he dado el don de la palabra que es expresión de la luz que hay en el espíritu y del amor que atesora el corazón.

Pueblo que me escucháis: No digáis que os estoy pidiendo demasiado, cuando Yo sé mejor que vosotros mismos de lo que sois capaces. Hoy os sentís débiles, torpes, impotentes e indignos, porque examináis vuestro interior y descubrís muchas flaquezas, muchas necesidades que no os dejan sentir el dolor ajeno, pero primero os voy a sanar, a haceros sentir mi paz, a fortalecer vuestro corazón, a limpiar vuestro camino, y entonces no sentiréis timidez ni tendréis dudas, ni os sentiréis incapaces.

Por eso os he dejado un tiempo escuchándome, fortaleciéndoos poco a poco en mi palabra, sin enviaros aún a las comarcas a cumplir vuestra misión; mas cuando vuestro espíritu se encuentre saturado de mi esencia, no esperará pruebas ni señales para levantarse, porque sabrá recibir por inspiración cuanto deba hacer.

Orad, pueblo y mientras oráis, Yo derramaré mi paz en todos los pueblos de la tierra, bendeciré Vuestros hogares e iluminaré Vuestros caminos.

Os daré una prueba de que es verdad cuanto os he prometido. ¿Qué prueba será esa? La que veáis realizarse en vuestra vida algo que hace tiempo estáis esperando, algo que para algunos es imposible obtener. A unos les llegará pronto lo ofrecido por Mí; a otros les haré esperar; mas en verdad os digo, que no habrá uno que no reciba mi prueba de amor. Cuando esa, gracia llegue a cada uno de vosotros, recordaréis mi palabra y aumentará vuestra fe.

No desesperéis, no derraméis vuestro llanto, sabed esperar esa hora practicando mi enseñanza, orando y velando.

¿Veis cómo en estos instantes en que eleváis vuestro espíritu, os olvidáis de vuestras penas y os llenáis de mi paz? Procurad estar siempre delante de Mí, practicad mí doctrina y veréis prevalecer mi paz y mi luz sobre vuestras vicisitudes y trabajos.

Comprended que vuestras penas no son inútiles, que tenéis la misión de templaros espiritual y corporalmente para que podáis formar parte del número de mis sembradores.

Los que van a llevar consuelo a los hombres, los que van a levantar a los que han caído, los que van a dar fuerzas a los débiles, tienen que estar iluminados por la luz de la experiencia y tienen que estar fortalecidos en la lucha y en las pruebas. Que no les amedrente ningún cuadro de dolor, que no tiemblen ante la desgracia de un semejante, que no huyan del dolor cuando las manos de sus hermanos se tiendan hacia ellos en demanda de caridad.

Allí, entre los que se han endurecido en el vicio y en el dolor, vais a ver surgir a muchos hacia la luz, buscando la regeneración y la espiritualidad; mas para que esa inspiración llegue a ellos, tenéis que depositar en su corazón una verdadera prueba de fraternidad, una acción que sea el rayo de luz que ilumine las tinieblas de aquel ser.

Comprended entonces, que el dolor que os ha acompañado en muchas formas, ha sido el cincel que interiormente ha estado modelando a vuestro espíritu para el desempeño de una delicada misión.

La lección que en este Tercer Tiempo he venido a daros, es un nuevo testamento que quedará unido a los de los tiempos pasados, porque los tres forman una sola revelación.

Mi luz iluminará el entendimiento de los hombres destinados a unir en un solo libro todas mis enseñanzas.

Mis siervos espirituales guiarán la mano de mis elegidos para que en ese libro no exista mancha alguna.

Las diferencias que entre este pueblo han existido, sus discusiones y su desunión, desaparecerán cuando os profundicéis en el análisis de ese libro y lleguéis a comprender la verdad de mi obra.

07-175.53 Hoy no os dais cuenta aún de las consecuencias que vuestra desunión, va a ocasionaros, pero en verdad os digo que mañana vais a llorar a causa de ello. ¡Cuántas veces os he pedido la unificación de pensamientos, de prácticas, de espíritus; otras tantas han sido las que habéis desoído mi divino consejo!

 Os he inspirado para que forméis un pueblo, dándoos el nombre de el nuevo Israel; os he dado misiones y cargos diversos, para que en vuestra jornada y en vuestras luchas contéis con todos los elementos necesarios, como aconteció en Israel en el Primer Tiempo, cuando cruzó por el desierto en pos de la "tierra prometida" mas no habéis tratado de comprender hasta ahora mis mandatos, ni habéis querido observar el ejemplo de unión que aquel pueblo dejó escrito, ejemplo imborrable porque fueron su armonía y su unión las que lo hicieron vencer las vicisitudes que en su camino encontró.

Una nueva "tierra de promisión" os espera a vosotros, pero aún os encontráis distantes de ella. Vais cruzando ya el extenso desierto, dejasteis atrás la esclavitud del Faraón y ya recibisteis la ley; sin embargo no habéis abandonado por completo la idolatría y sin daros cuenta adoráis al "becerro de oro".

Tendrán que llegar hasta vosotros las pruebas, los obstáculos y las persecuciones para que despertéis de vuestro sueño. Entonces si estaréis dispuestos para cumplir mis mandatos y seréis celosos para velar por la obra que os he revelado, como en aquel tiempo los israelitas construyeron el tabernáculo y el arca para guardar la ley, porque las pruebas les habían despertado a la luz.

Ahora vuestro espíritu será vuestro tabernáculo y vuestra arca la conciencia. Allí estará mi ley iluminando la senda del pueblo del Señor.

No ha surgido en este tiempo un hombre que, imitando a Moisés, camine delante de este pueblo, alentando con prodigios su fe, pero con un poco de preparación podríais sentir la presencia espiritual de Elías, que es quien os guía, os alienta e inspira en esta jornada.

Están llorando las multitudes que me escuchan. Sólo Yo sé el porqué de sus quejas, sólo Yo conozco todos los obstáculos y dificultades que a su paso han encontrado y que les van deteniendo.


Perseverad, multitudes, sedme fieles y veréis abatidos los obstáculos. Orad y trabajad cada vez con mayor verdad, pureza y perfección, para que en el desempeño de vuestra misión encontréis el consuelo y la fuerza necesaria para sobrellevar las vicisitudes de la vida. Sí así camináis, cuando menos penséis miraréis despejado el sendero y desaparecidos los tropiezos.

Vosotros sois mis campos donde por ahora crece juntamente el trigo y la cizaña. No es aún la hora de segar; pero cuando llegue, serán juzgadas las obras de cada uno de vosotros; entonces dejaré en la tierra a los buenos discípulos y levantaré de este mundo a quienes no hayan dado frutos de unificación y espiritualidad.

Velad y tened en cuenta mi palabra; no por haber recibido de Mí cargos y misiones muy grandes, os confiéis, creyendo que mi justicia nunca puede llegar hasta vosotros. Recordad a David y a Salomón, quienes habiendo sido grandes delante de su pueblo; se durmieron en su grandeza, faltaron a la ley y vieron llegar sobre ellos mi divina justicia, inexorable y sabia, cuando creían que por ser tan amados del Padre, jamás serían tocados por Él.

Pensad, oh pueblo, en las generaciones nuevas. Pensad en Vuestros hijos como lo hicieron los patriarcas, quienes prepararon a sus pueblos para que supiesen recibir la llegada del Mesías.

Orad por los que vienen, Preparadles con caridad y amor el camino, comprended que ellos tendrán que cumplir misiones aún más elevadas que las vuestras y que será bueno que encuentren una huella de espiritualidad por donde caminar.

¿Cuál será esa huella? La de vuestra vida, la de vuestras obras.

Todo espíritu tiene una gran deuda con su Padre. Mi amor por vosotros y mi justicia, os han ofrecido en la tierra esta nueva oportunidad de justificaros delante de Mí, de restituir espiritualmente y de purificaros para que podáis pasar a la siguiente morada.

¡Oh bendito Tercer Tiempo, eres el portador de todo cuanto el mundo necesita para salvarse de su esclavitud! ¡Bienaventurados quienes aprovechen tu luz porque ellos serán salvos!.

A lo largo de vuestra jornada espiritual Yo os he guiado, os he probado y preparado para la revelación de este tiempo. No serán los hombres quienes organicen al nuevo pueblo de Israel; seré Yo quien lo forme, lo depure, lo eleve y lo envíe al mundo a cumplir su misión. Mientras este pueblo va creciendo y se va preparando. Yo le voy limpiando los caminos, abriendo las puertas y derribando los obstáculos para que pase. Así lo hice con Israel cuando lo saqué de Egipto y lo llevé por el mar y por el desierto.

Este pueblo trae la misión de despertar espiritualmente a la humanidad; mas cuando haya cumplido y los hombres se den cuenta del tiempo en que viven, veréis surgir de su corazón un anhelo de luz y de su espíritu un ideal de elevación, que conmoverá la vida humana hasta sus raíces y transformará al mundo.

La conciencia será escuchada y obedecida; los llamados del espíritu serán entendidos; los anhelos espirituales serán tomados en cuenta y respetados y en todas partes brillará el deseo ferviente de conocer a Dios, de sentirlo, de acercarse a EI de sembrar su verdad.

Estas profecías habrán de cumplirse entre los hombres, cuando el hambre y la sed espiritual les hayan llevado hasta los límites de su resistencia, cuando, abatida su soberbia, se confiesen delante de su Señor; cuando desciendan de sus tronos, de sus tribunas y de sus sítiales, desde donde han tratado de ignorarme, desde dónde me han juzgado y negado y arrepentidos de sus errores vuelvan sus ojos hacia Mí y me hablen como hijos a un Padre que les ha estado esperando por siglos y siglos.

¡Hasta dónde se ha hundido el hombre en su materialismo, llegando a negar a quien todo lo ha creado! ¿Cómo ha podido la mente humana ofuscarse a tal grado? ¿Cómo ha podido vuestra ciencia negarme y profanar la vida y la naturaleza, como lo ha hecho?

En cada obra que vuestra ciencia descubre, está mi presencia; en cada obra se manifiesta mi ley y se deja escuchar mi voz. ¿Cómo es que estos hombres no sienten, ni ven, ni escuchan? ¿Por Ventura es una prueba de adelanto y de civilización el negar mi existencia, mi amor y mí justicia? No estáis entonces más adelantados que los hombres primitivos, que supieron descubrir en cada elemento y en cada maravilla de la naturaleza la obra de un ser divino, superior, sabio, justo y poderoso, al que atribuyeron todo bien en todo lo existente y por eso lo adoraron.

A través de una inteligencia naciente, trataban de comprender lo que sus sentidos corporales recibían; ¿Qué culto perfecto podían ofrecerme? ¿Qué comprensión podían tener de la verdad? Sin embargo, su asombro, su fe y su culto eran recibidos por Mí como las primicias de un extenso campo que mi Espíritu habría de cultivar a través de las eras.

Desde entonces hasta ahora, ¡Cuántas lecciones he dado a la humanidad! ¡Y cuántas revelaciones le he hecho! Sin embargo, cuando esta humanidad ya debiera haber alcanzado la cumbre de la comprensión y cuando su culto debiera ser perfecto, es cuando su ciencia egoísta, soberbia e inhumana se ha levantado para negarme y cuando los cultos que existen viven en el letargo de la rutina y de las tradiciones.

Yo os di el don del libre albedrío y he respetado esa bendita libertad concedida a mis hijos; pero también puse en vuestro ser la luz divina de la conciencia, para que guiados por ella encaucéis Vuestros dones; y Yo os digo que en la lucha del espíritu y la materia, ha sufrido el espíritu una derrota, una caída dolorosa, que poco a poco lo ha ido alejando más y más de la fuente de la verdad.

Mas su derrota no es definitiva, es pasajera, porque del fondo del abismo se levantará cuando ya no pueda soportar su hambre, su sed, su desnudez y sus tinieblas. Mas el dolor será su salvación, y oyendo la voz de su conciencia se levantará fuerte y luminoso, ferviente e inspirado, tomando nuevamente sus dones, pero ya no con aquella libertad de aplicarlos al bien o al mal, sino consagrándolos tan sólo al cumplimiento de las leyes divinas, que es el mejor culto que podéis ofrecer a vuestro Padre que tanto os ama.


¡Te perdono y te bendigo en mi nombre que Soy el Padre, El Hijo, el Espíritu Santo, Mi paz sea con vosotros Pueblo Bendito de Israel.!

No hay comentarios: