sábado, 7 de agosto de 2010

Catedra Divina 77

Bienvenidos seáis labriegos amados que os habéis convertido en mis compañeros de lucha y de trabajo.

Gozosos vienen a ofrecerme el fruto de su labor los que han abrazado con amor esta cruz porque son felices sabiendo que sirven a su Padre. Otros llegan tristes y cabizbajos ante Mí; son los que al oír que en la calle les llamaron herejes, traidores o brujos, se sintieron invadidos por el temor y la vergüenza y desde entonces se ocultan a las miradas de sus hermanos; y cuando llegan a hablar de mi Obra lo hacen brevemente con temor y titubeos. ¿Qué fruto podrán levantar estos corazones tímidos, y que paz podrá producirles el saberse discípulos de esta Doctrina?

Yo quiero que mis discípulos se sientan en todas las ocasiones, dueños de sí mismos; que testifiquen con sus obras de amor delante de sus hermanos la verdad de mi Doctrina y lleven su frente alta y la paz en su corazón porque todo ello será una prueba del firme convencimiento de la verdad que han abrazado un testimonio de fe y de dignidad ante sus hermanos.

A los débiles y temerosos vengo a hablarles con palabras que levanten su espíritu decaído y enciendan su fe. Vengo a convencerles de que nadie podrá presentarles en el mundo Doctrina más perfecta y espiritual que la que os he revelado en este tiempo.

Cuando esa certeza penetre en su corazon ya no se ocultarán de las miradas de sus hermanos, ni se avergonzarán, ni se quedarán callados. Levantarán su faz, pondrán en sus actos la luz que irradia mi enseñanza y no temerán al juicio de nadie porque estarán en paz con su conciencia.

Os he traido una lección y os la he explicado con palabras fáciles de comprender para que pronto la practiquéis; os he enseñado máximas que al quedar grabadas indeleblemente en vuestro corazón, podréis tenerlas presentes en cualquier instantes de vuestra vida para que cuando la humanidad llegue a pediros pruebas, vosotros sin titubeos y sin temor deis testimonio de mi verdad.

No he venido a ofreceros tronos, coronas ni tesoros del mundo, sino el conocimiento de los dones para el espíritu; mas en verdad os digo que uno solo de estos dones vale más que todos los reinos de la Tierra.

A vosotros os digo que aunque sepáis que lo que os he entregado es de infinito valor, no os envanezcáis por ello; tened presente que Yo, vuestro Rey, siendo el dueño de todo lo creado, he llegado humildemente y sin alarde ante vosotros.

El que quiera conocer mi Reino, habitar en él y poseer sus riquezas, que lo conquiste con amor y con humildad.

Mi espíritu invita a todos a venir en pos de mi Reino, no sólo a los habitantes de esta nación, sino a los hombres de todos los pueblos. Mi simiente está diseminada por todo el mundo, son los señalados con la sangre del Cordero, los que han llegado y seguirán llegando entre la humanidad dando la Buena Nueva, despertando a los hombres de su letargo y preparándoles el camino. Ellos levantarán tras de sí a las grandes caravanas para orientarlas hacia la espiritualidad; irán delante de los pueblos como aquella estrella que guío a los magos en el Segundo Tiempo indicándoles el lugar del nacimiento del Salvador

Dispuesto está que habré de manifestarme por conducto de cada uno de mis marcados y mis manifestaciones serán de luz, de poder y de consuelo. Serán mis precursores, mis profetas, mis inspirados, serán apóstoles de la espiritualidad doctores, guías y consejeros. Todo esto de que os hablo ya estaba escrito y previsto.

Aquí tuvisteis al enviado del Tercer Tiempo, por cuyos labios habló Elías, quien vino a preparar la Nueva Era; tuvisteis a los portavoces por cuyo conducto vibró mi palabra. En otras partes, bajo diversas formas, tendrán mi mensaje que habrá de ser para su preparación espiritual como la ha sido para vosotros esta comunicación.

Breve será el mensaje y una vez entregado los que lo recibieron tendrán que levantarse a darle cumplimiento con sus obras de amor.

La humanidad se unirá espiritualmente con esos mensajes porque la esencia de todos ellos será una sola: Mi Verdad.

Nadie cambie o altere el sentido de mis revelaciones para que llegada la hora de vuestro encuentro no vayáis a tropezar con diferentes interpretaciones.

Vosotros que estáis recibiendo una revelación clara y amplia, como lo es Mi Rayo de luz hecho palabra, sois en esta era los más responsables ante esta Obra y ante la humanidad. Bienaventurados los discípulos fieles a mi enseñanza, benditos lo que buscan afanosamente mi palabra porque en ellos habrá sabiduría.

Hay quienes asisten a mis manifestaciones por costumbre y mientras mi palabra habla a su corazón, sus pensamientos vagan por diversos sitios, ocupados cuando no en hondas preocupaciones, en aspiraciones superfluas. Yo os digo que no durmáis ante mi cátedra, porque no sabéis el instante en que os llame a cumplir una delicada misión.

Me preguntáis por qué he venido a comunicarme por conducto del ignorante y Yo os digo que su ignorancia estará en su mente inculta, mas no en su espíritu el cual se encuentra evolucionado. Algunos dirán: "Señor, con cuanta precisión se están cumpliendo vuestras profecías". Otros con tristeza me dicen en su corazón que temen imitar al traidor de mis apóstoles obligados por el pesado fardo de preocupaciones y deberes que tienen en la Tierra. Mas Yo os digo: miradme a Mí que teniendo que atender a las necesidades de todos los mundos y de todos los seres que forman el Universo, aún desciendo entre vosotros para traeros una luz, una esperanza o una gota de bálsamo.

Os prometí en aquel tiempo volver a la humanidad y heme aquí para cumplir con aquella promesa aún cuando hayan pasado muchos siglos. Vuestro espíritu anhelaba mi presencia en su deseo de paz, en su hambre de verdad, en su ansia de saber, y mi Espíritu ha descendido para haceros oír una enseñanza de acuerdo con el tiempo en que vivís. ¿Cómo quieren los hombres seguir viviendo como hasta ahora lo han hecho? Ya no es tiempo de que sigan estancados espiritualmente, ni aletargados en la práctica de ritos y tradiciones. 

La humanidad ya debería conocer mejor a su Padre, sentir en su corazón el dolor por sus semejantes y contemplar con los ojos del espíritu a los seres despojados de la luz que vagan por el espacio llenando de dolor y de sombra a sus hermanos encarnados para que les condujesen con sus oraciones al camino del adelanto espiritual.

A vuestra diestra y siniestra están los necesitados, también los muertos a la vida de la gracia y los dejáis pasar porque no sabéis qué hacer con ellos; mas si no sabéis qué hacer con uno de vuestros hermanos cuando miréis que se desatan las guerras mundiales y el dolor se multiplica y se desborda, ¿Qué váis a hacer? Os sentís insignificantes e impotentes para ayudar en algo a los que sufren.

Era menester que viniera Yo en este tiempo de dolor a recordaros enseñanzas olvidadas y a revelaros nuevas lecciones. No será necesario que lleguéis a hacer milagros como vosotros los imagináis. En verdad os digo que muchas veces hacéis milagros verdaderos que sólo Yo conozco, porque ni vosotros os dáis cuenta de ello.

Sólo os pido que vuestra fe sea grande, que practiquéis la oración espiritual y que perseveréis en el bien y vuestros ojos serán testigos de grandes prodigios.

Prometí a la humanidad volver en otro tiempo y aquí me tenéis cumpliendo mi promesa. Tenía que venir nuevamente para concluir una enseñanza que a traves de dos eras os había venido revelando y cuya última parte había sido reservada para este Tercer Tiempo.

No ha sido vuestro corazón el que me ha esperado, ya que carecía de conocimiento sobre la promesa de mi retorno debido a que mi palabra y mis profecías del Segundo Tiempo permanecen casi ocultas; ha sido vuestro espíritu el que me ha recibido porque él conservó mi promesa y supo sentir en el llamado de la conciencia la presencia del Creador apreciando la esencia de la palabra divina, cuando ella tocó las fibras de vuestro corazón.

Tiempo de complacencias ha sido éste, en el cual he querido que sintáis muy próxima la presencia de lo espiritual humanizando mi palabra, permitiendo hasta cierto límite la materialización del Mundo Espiritual y dejando que por medio del don de videncia contempláseis algo del Más Allá y algo del futuro también.

Todas estas manifestaciones han deslumbrado momentáneamente a vuestra mente porque os encuentro desorientados. Oís mi palabra y aunque es clara no alcanzáis a comprender su significado; sabéis que esta Doctrina ha descendido de Mí, libre de toda influencia humana y sin embargo, le estáis mezclado cultos y prácticas propias de idólatras y de fanáticos; sabéis de sobra que esta enseñanza es espiritual y quisiérais que fuese algo tangible o visible a los ojos materiales.

Os ha deslumbrado el torrente de luz que se ha desbordado sobre vuestro espíritu, no acertáis aún a encontrar la esencia de esta revelación; mas en verdad os digo que esta confusión será pasajera y que a medida que vayáis penetrando al fondo de mi palabra, iréis adquiriendo conocimiento de la verdad y espiritualidad de ella, tanto al interpretar la Doctrina como al practicarla.

No todo ha sido imperfecto e impuro; en vosotros ha habido algo que os ha permitido sentir el mensaje del Tercer Tiempo y ese algo ha sido vuestra sensibilidad a lo espiritual, por lo cual os he nombrado precursores del Espiritualisimo entre los pueblos de la Tierra.

Este mensaje que estáis recibiendo de vuestro Maestro a través del portavoz ha sido la lección preparatoria porque mi comunicación bajo esta forma pronto cesará y entonces principiaréis a comunicaros de espíritu a Espíritu y os levantaréis en pos de pueblos y naciones a entregar el mensaje de espiritualidad que anuncie a la humanidad que el Tercer Tiempo está presente, que la era espiritual ha llegado.

Mientras no analicéis ni comprendáis la Doctrina del Espiritualismo., Yo no permitiré que os levantéis a predicar, porque mi palabra es trigo divino al cual no deberá mezclarse nunca otra simiente, ni deberá confundirse con la paja.

Antes de que se haga la luz en vuestra mente, habrá pugna en el seno de vosotros; mas es necesario que surja esa lucha para que os obligue a meditar y a profundizaros en mi Obra hasta lograr verla definida y clara, hasta encontrarle su verdad y su esencia. Cuando cese esa pugna, los ánimos se serenen y el torbellino se calme, el pueblo saldrá de la tiniebla a la luz a convertirse en el propagador de una doctrina de paz, de una enseñanza de moral divina y de una sabiduría profunda y verdadera que revelará a los hombres los más inesperados secretos que les ayuden a ser grandes, sabios fuertes y elevados espiritualmente.

Buscad la inmortalidad del espíritu practicando mi Doctrina de amor. Las tierras son propicias para sembrar mi simiente, ved la confusión por doquiera, los hombres son como los vientos que no saben de dónde vienen ni a dónde van. Era menester que apareciera mi luz en el camino de la humanidad. La luz ya se ha hecho, Yo la he enviado, falta que los hombres abran sus ojos a ella. En estos instantes os preparo para que enseñéis a vuestros hermanos a elevar sus ojos al infinito donde podrán contemplar la luz divina.

Mas de cierto os digo, cuán duro y frío encuentro a vuestro corazón; a pesar de estar escuchando hora tras hora esta enseñanza celestial las puertas de vuestra caridad no se abren aún. Os he enseñado a visitar al enfermo en su lecho, a visitar presidios y hospitales para llevar un rayo de luz a esos lugares de expiación; os he enseñado a dar un consejo sabio o una frase de verdadero consuelo. ¿Sabéis a qué os envío a todos vosotros a visitar aquellos lugares? Para que los que saben sentir el dolor de sus semejantes practiquen la caridad y a los fríos de corazón para que al encontrarse frente a esos cuadros de dolor, se conmuevan y comience a germinar en su corazon la simiente de piedad y caridad.

Haced que vuestra existencia en la Tierra sea fecunda para cuando lleguéis ante mi presencia no tengáis que confesar llenos de remordimientos, que no supisteis aprovechar el tiempo y que vuestra vida fue estéril espiritualmente.

Es el instante en que la conciencia habla y os dice si habéis trabajado con limpidez o no; si habéis armonizado unos con otros; si habéis sabido recibir con amor y caridad a los necesitados, a los enfermos, a los pobres.

Orad amados discípulos, para que las buenas inspiraciones siempre os acompañen y no caigáis mañana en tentación; quiero veros unidos en mi Obra, amándoos los unos a los otros y viviendo para servir a vuestros hermanos.

Cada recinto en donde me hacéis presente vuestro amor es como una rama; todas unidas forman un árbol corpulento, unas son grandes y fuertes, otras son aún pequeñas y débiles, pero todas son tomadas en cuenta porque de su unión surge la frescura, la sombra y el refugio para los caminantes; que cada quien vele por su rama porque se acercan los torbellinos que sacudirán con violencia y furia el follaje del árbol. Es necesaria esa prueba para que caigan por tierra las hojas secas y los malos frutos a fin de que cuando las caravanas se aproximen encuentren buena sombra para su fatiga y frutos en sazón para calmar su hambre.

Las hojas secas y los malos frutos son todas aquellas prácticas y hábitos que habéis introducido en Mi Obra, no siendo parte de ella, los que a fuerza de practicarles día por día y año por año habéis llegado a mirarles como si fuesen la misma Ley.

Quiero que abráis vuestros ojos a la verdad para que os déis cuenta de la pureza de mi Doctrina y que poco a poco os vayáis eximiendo de todo lo superfluo que hubieseis mezclado en vuestras prácticas.

La tempestad se aproxima, mas no viene a destruiros, sino a dejaros un beneficio muy grande si sabéis permanecer serenos y aprovechar sus lecciones; mas si por vuestro fanatismo os apegaseis a vuestras costumbres y desaprovecháseis la prueba, quedaréis sumidos en un estancamiento profundo que no sabéis cuánto durará; después vendrá un nuevo torbellino, aún más fuerte, para sacaros de vuestro sueño, de vuestros errores y de vuestra desobediencia.

Meditad profundamente sobre la finalidad de mi nueva mianifestación y quedaréis convencidos de que vine a libertados de los señores del mundo, de las cadenas de la ignorancia y del fanatismo,libertando a vuestro espíritu para ayudarlo a elevarse hacia Mí y para servir a sus semejantes haciendo uso de sus dones espirituales. Mas después de haberos dado esta libertad ¿Queréis caer nuevamente en tinieblas y en un yugo mas doloroso? Reflexionad con la madurez de un espíritu evolucionadado y doctrinado para que midáis las consecuencias que podría ocasionaros una nueva desobediencia.

Convencéos desde ahora que no os llamé para que vinieseis a adorar nuevos símbolos, sino para que aprendieseis una lección de amor; comprended que ni siquiera es mi voluntad que permanezcáis siempre unidos al calor de estos recintos, sino que una vez que estéis fuertes tendréis que levantaros a practicar la lección aprendida, no importa que os alejéis de aquellos que junto con vosotros escucharon al Maestro, si al fin en lo espiritual váis a estar siempre unidos.

Pensad que os he dicho que llegarán ante vosotros los científicos, los teólogos y los filósofos a interrogaros, y que no váis a ocultar con prácticas indignas y palabras confusas el esplendor de la luz que Yo encendí en vuestro espíritu, ni a empañar la pureza de una Obra sin mácula como es la que vine a confiaros, sino a mostrarles la sabiduría de la que os he hecho poseedores.

Pensad en vuestros hijos, en esas generaciones del mañana, las cuales os verán como a seres privilegiados por haber tenido la dicha incomparable de haber escuchado al Espíritu Santo por medio de sus portavoces y que desde luego, van a querer ver en vuestras obras la virtud y la pureza, la espiritualidad y la sabiduría que heredasteis de Mí. ¿Habéis pensado alguna vez en todo esto? Sin embargo, si os preparáis todos podréis servirme, todos podréis ser buenos y elevaros a Mí; si así no fuese, no hubiese Yo venido a llamaros en el Tercer Tiempo.

Ahora sois humanos; mas de vosotros Yo haré ángeles que vengan a morar en mi Reino de luz. Hoy estáis a prueba, estáis purificándoos en este crisol de vicisitudes del cual saldréis limpios y fuertes.

Así como señalo vuestras imperfecciones para que las corrijáis, también bendigo y alabo vuestras cualidades y buenas obras. ¿Creéis que no os he visto orar por los enfermos? ¿Creéis que no he contemplado vuestra lucha por extender el conocimiento de mi Doctrina y que no me he dado cuenta de vuestro esfuerzo por regeneraros, así como de vuestra renunciaciones y sacrificios por merecer mi caridad? Todo lo se y todo lo veo y prueba de ello es que en cada obra buena que realizáis os hago sentir mi paz y una honda satisfacción por haber hecho el bien.

En estos instantes escucho que me decís: "Padre cuánto dolor deja la guerra a su paso entre la humanidad" Podemos ungir a los enfermos que están a nuestro alcance, pero ¿Qué podemos hacer entre aquellos que sufren en lejanas naciones? El Maestro os dice a todos los que sabéis llorar por vuestros hermanos: Seguid visitando y ungiendo a los que están a vuestro alcance y orad por los distantes que Yo haré lo que vosotros no podáis hacer. Ya vendrá el tiempo en que tengáis que esparciros por el mundo llevando a las naciones mi mensaje de libertad espiritual, de paz y salvación; ya llegará el momento en que mis emisarios hagan sentir a la humanidad la dulzura de mi bálsamo en la esencia de mi palabra.

Comed ahora todos del pan de mi palabra y sentíos perdonados por vuestro Padre; sentaos todos a la mesa. No vengo a preguntaros quién lavó sus manos para tomar el pan y quién no. Quiero que tanto el que sabe preparar su corazón para oír mi palabra como aquel que llega sin esa preparación, se deleiten comiendo el pan divino porque todos sois mis hijos y a todos los convertiré en apóstoles de la verdad. El árbol, la fuente y el camino son para todos.

He aquí al Espíritu de Verdad en el siglo veinte explicando lo que en el Segundo Tiempo os dijo y que no supísteis interpretar. Mis apóstoles de entonces al oírme llegaban hasta confundirse y al deliberar entre ellos decían: tal parece que a veces el Maestro se contradice; mas llegó el tiempo en que fueron llenos del Espíritu Santo y reconociendo la grandeza de mi palabra comprendieron que el idioma humano es pobre para expresar lo divino y por ello a veces creyeron que el Maestro había cometido algún error al doctrinarles.

Ellos continuaron mi Obra de salvación escribiendo sus nombres junto al de su Maestro con obras de amor y de humildad y así testificaron mi verdad.

Ved cuánto tiempo ha pasado desde entonces sobre esta humanidad que llamándose creyente de Cristo y reconociendo a mis apóstoles como seguidores del Maestro, ha ido apartando más y más de su corazón aquella esencia y aquella simiente, dejando tan sólo mi nombre, el cual no saben pronunciar con respeto ni honrar con sus obras.

Buscad mi nombre en la Tierra y lo encontraréis en los labios de la mayoría de los hombres; buscad mi presencia y sólo la encontraréis representada en imágenes hechas por manos humanas; buscad mi huella y no la encontraréis en el corazón de la humanidad porque de ahí se ha borrado.

Este pueblo me ha escuchado en este tiempo y ha oído aquella frase reveladora que os ha dicho: "Vosotros y aquéllos sois los mismos". El que comprende el sentido de esa frase dice entonces: ¿Cómo es posible que permanezca yo en la ingratitud y me encierre por siempre en mi egoísmo? Y ante esa reflexión despierta y se levanta al cumplimiento de su misión.

Yo os digo que es menester que la humanidad sepa que su espíritu ha venido muchas veces a la Tierra y que aún no ha sabido levantarse en el camino de mi Ley para alcanzar la cumbre de la montaña.

A la mitad del presente siglo levantaré esta palabra que ha sido hoy en vosotros y que mañana será en todos mis hijos simiente fértil.

Estudiad mi palabra buscando en su fondo la esencia divina y viviréis el supremo goce de ser sembradores en las tierras del Señor.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros! 

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