sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 75

Reconocéis que éste es un tiempo propicio para convertiros en mis discípulos. Comprendéis que este camino os conducirá a la morada perfecta, la cual no conocéis pero sabéis que existe y que os espera. Los ojos de vuestro cuerpo no llegarán a ver jamás lo que sólo debe mirar vuestro espíritu; pero ellos tienen infinitas maravillas con que recrearse, y al admirarlas exclamáis: ¡Señor, cuán grande es vuestro poder, qué maravillosa vuestra Creación, qué inmenso vuestro amor! En verdad os digo: no os detengáis en los límites de lo que alcanzáis a mirar con vuestros ojos mortales, porque más allá de todo ello está una vida perfecta y eterna.

No tratéis de imaginaros cómo será la mansión divina; esperad que vuestro espíritu la conozca cuando llegue a ella elevándose por sus propios méritos. En verdad os digo que no os sentiréis defraudados, porque es la sorpresa divina que como galardón está reservada a todo hijo de Dios.

Esta vida terrestre es pasajera y os sirve de peldaño para escalar y de crisol para alcanzar la verdadera vida. La enseñanza que vengo a revelaros os mostrará el camino para que a través de esta vida lleguéis a la luz y a la paz y os libréis de los lazos materiales que os sujetan al mundo. El que desde aquí prepara su espíritu para ese tránsito con sus obras de amor hacia sus hermanos, al penetrar en el valle espiritual se siente en su verdadero hogar, en su verdadera patria, no es un extraño. En cambio, el que por sorpresa penetra en ese valle infinito tendrá que sentirse como extranjero en un país desconocido. Hay quienes no creen en esa vida, otros que creen en ella pero la temen; mas hay otros que a causa de sus innumerables sufrimientos la desean ardientemente. A éstos últimos les digo: no deseéis penetrar en la vida espíritual creyendo encontrar en ella tan sólo el descanso a vuestras penas, porque algo más que eso os prometo en aquella existencia. Esperad, resistir vuestro dolor, orad y meditad, y la distancia que os separa de Mí se acortara. Vuestro llanto en este mundo no es eterno, no os he creado para imponeros un suplicio. Comprended que todo dolor tiene una causa, que esa causa es alguna imperfección vuestra; por lo tanto apurad el contenido de ese cáliz que muchas enseñanzas os revelará. Pensad en todo esto antes de que mi voz os llame al Más Allá.

Así le hablo a toda la humanidad, mas a mis discípulos les digo: vosotros tenéis que ser mis soldados fuertes, aquellos que dejen una huella de amor tras de sí y lleven por estandarte la paz, la fraternidad y la buena voluntad. Analizad mi enseñanza para que no vayáis a confundiros con tantas teorías y doctrinas que hoy existen en el mundo; mas si alguno llegara a confundirse, es señal de que no ha comprendido mi palabra. Por eso os digo: escudriñad mi palabra si queréis, mas no dejéis que el viento se la lleve. Guardadla en vuestro corazón, recordadla en vuestra soledad y repasadla en la paz de los campos, entonces volveréis a sentir mi presencia, mi amor y mi caridad.

¿Quiénes llegarán a ser maestros en mi enseñanza? Comprended que no sólo tendréis que enseñar con la palabra sino con las obras, porque ellas serán lo primero que mostréis al mundo. La humanidad está cansada de palabras. ¿Es por ventura un sacrificio cumplir con la Ley que vuestro Señor os ha enseñado? En aquel tiempo os dije: "Amaos los unos a los otros, así como Yo os he amado" Y Elías ahora os ha dicho: "Caridad y más caridad con vuestros hermanos y veréis a mi Padre en todo su esplendor".

Formáis un pueblo o más bien un conjunto de espíritus en cuyo seno me he manifestado ahora y en todos los tiempos.

El Mesías que anunciaron los profetas y esperaron los patriarcas, el Maestro que dio su palabra y su vida al mundo prometiendo que volvería, es éste que hoy en la humildad de este pueblo se ha presentado invisible al ojo material, pero lleno de gloria y majestad ante vuestro espíritu. No he venido a lastimaros, reclamándoos la forma en que me tratásteis en aquel tiempo, ¿Acaso Dios podía ignorar la suerte que le esperaba al hacerse hombre? En verdad os digo, que el Padre se impuso voluntariamente ese sacrificio por amor a vosotros, Sabía desde antes de venir, que la cruz le esperaba; también sabía que su sacrificio iba a daros la lección perfecta del amor más puro, y os iba a enseñar el camino por el cual alcanzaréis el perdón de vuestros pecados.

Comprended que soy el fiel guardián que vela por todos, lo mismo por los justos que por los pecadores. Como el ladrón que espera la noche para sorprender a los que duermen, así penetro en vuestro corazón, de ahí sólo me llevo dolor y en cambio os dejo mi paz como prueba de mi presencia. Sabed sentirme en los actos de vuestra vida material. Sentidme cuando os sentéis en torno de la mesa a comer vuestro pan. En verdad os digo que en ese instante estoy presente. Comed en paz y Yo seré quien reparta vuestro pan, pan de concordia, de paz y de bendición.

¡Cuánto padece el Espíritu Divino cuando encuentra en los hogares, la desunión, la mala voluntad y la falta de caridad! Si volvéis al camino del amor, al instante sentiréis la paz de mi presencia.

Mis lecciones son muy extensas para que algo de ellas asimiléis. Cuando vengan a esta nación aquellos que llamáis extranjeros y sepan de esta revelación, intrigados me preguntarán: Señor, ¿Porqué amaste tanto a este pueblo y le favorecisteis con tus lecciones? A lo cual les contestaré: Le amo igual que a vosotros y a toda la humanidad, mas no todos me hubiesen comprendido en la forma en que me manifesté. Vosotros no les miraréis como extranjeros, los sentaréis a vuestra mesa y conversaréis con ellos, porque entre aquellos corazones se encuentran los que llevarán mi palabra a otros pueblos. Ellos sembrarán en su camino y lucharán como buenos soldados y cuando haya pasado la lucha y la paz, como un iris divino, aparezca en el firmamento, brotará un himno espiritual de todos mis hijos que en distintos puntos de la Tierra estuvieron unidos en la oración y en la lucha. Este himno será aquel que dice: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad".

Hoy sois aún como niños que necesitan del amor de su padre; por eso vengo a prodigaros mis caricias, porque Yo soy vuestro Padre, penetro en vuestro corazón y sé todo lo que guardáis en él. Ninguno puede tener secretos para Mí, porque Yo habito en vosotros mismos.

Cuando apenas principiabais a escuchar esta palabra, la flama de vuestra fe era débil, su luz tenue; mas a medida que fuisteis comprendiendo mi enseñanza, la lámpara de vuestra fe se fue convirtiendo en antorcha luminosa.

En verdad os digo que sólo con fe y con un deseo inquebrantable de cumplir con mi Ley, podréis atravesar este desierto, como el fuerte Israel del Primer Tiempo.

No rehuyáis las pruebas de la vida, ni desoigáis mis enseñanzas, porque ellas están forjando a vuestro espíritu.

Los fuertes serán los que den el mejor testimonio de mi manifestación y de mi verdad; los débiles andarán buscando cómo simulan que cumplen con su misión, cuando en realidad no testifican con sus obras el amor y la caridad de mi Doctrina.

Aún restan unos años en los que podréis seguir escuchando estas lecciones para que quedéis debidamente preparados para transmitir mis enseñanzas, una vez que mi palabra haya cesado.

Desde ahora os digo que no sois más que nadie, que la creencia que habéis alimentado de que sois un pueblo de seres privilegiados, es un error, porque el Creador en su amor perfecto por todas sus criaturas, a ninguna distingue. Os digo esto, porque mañana tendréis que enseñar a vuestros hermanos la Doctrina que os traigo en este tiempo y no quiero que aparezcáis ante los postreros como seres superiores, ni que los méritos os hicieron dignos de ser los únicos en escuchar mi palabra.

Seréis hermanos comprensivos, humildes, sencillos, nobles y caritativos.

Seréis fuertes pero no arrogantes, para que no humilléis a los débiles. Si poseéis grandes conocimientos sobre mi Doctrina, jamás haréis alarde de vuestro saber para que vuestros hermanos no se sientan empequeñecidos junto a vosotros.

Llevaréis presente que todo cuanto acumulásteis en vuestro corazón, no os fue dado para que lo atesoraseis, sino para que hicieséis conocer mi verdad a vuestros hermanos, una porción de los cuales está asignada por Mí para cada labriego.

¿Para qué repetiros a cada paso que todo cuanto de bueno hagáis será en provecho de vuestro espíritu?

No alimentéis intereses egoístas pensando tan sólo en vuestra salvación y en vuestro galardón, porque vuestro desengaño será muy doloroso cuando os presentéis en espíritu, porque encontraréis que en realidad no supisteis labraros ningún galardón.

Para que mejor comprendáis lo que quiero deciros, os doy el siguiente ejemplo: Existen y han existido siempre hombres y mujeres que han procurado hacer obras de caridad entre sus hermanos y que, sin embargo, cuando llegan ante Mí, no me han hecho presente méritos para su felicidad espiritual: ¿A qué se debió esto? ¿Podéis concebir que ellos hayan sido víctimas de una injusticia por parte de su Padre? La respuesta es sencilla, discípulos: No pudieron recoger un bien para sí, porque sus obras no fueron sinceras, porque cuando extendieron su mano para dar algo, nunca lo hicieron movidos por un verdadero sentimiento de caridad hacia el que sufre, sino pensando en sí mismos, en su salvación, en su premio. A unos les movió el interés, a otros la vanidad, y esa no es caridad verdadera porque no fue sentida ni desínteresada y Yo os digo que el que no lleva sinceridad y amor, no está sembrando la verdad ni está labrándose un galardón,

La caridad aparente podrá proporcionaros en la Tierra algunas satisfacciones que provengan de la admiración que despertéis y de la adulación que recibáis, pero lo aparente no llega a mí Reino, ahí solo llega lo verdadero. Allí todos llegaréis sin poder ocultar la menor mancha o impureza; porque antes de presentaros ante Dios os habréis despojado de mantos, coronas, insignias, títulos, y todo cuanto al mundo pertenezca, para presentaros delante del Supremo Juez como simples espíritus que van a responder ante el Creador de la misión a ellos encomendada.

Comprended que sois el pueblo que viene caminando desde el Primer Tiempo; uníos ahora en una sola voluntad y así podréis ver mis prodigios y decir Dios nos ha perdonado, el Señor derrama su amor sobre nosotros.

Unos venís en la envoltura de un niño, otros en la de un mancebo o en la de una doncella y otros en un anciano; ahí sólo mi mirada puede descubriros, sólo Yo sé la carga que cada uno trae y la expiación que está cumpliendo. Los cardos que se han clavado en vuestros pies sólo Yo los veo y es mi amor quien los aparta, para sanar luego vuestras heridas.

Quiero que sea mi palabra que recibiréis hasta 1950, la que os una a todos, que no sea el dolor; pero mientras digáis: "En tal lugar no es verdad lo que se entrega", estaréis cultivando en vuestro corazón la semilla de la división y de la discordia. Vuestro orgullo y vuestra vanidad os hace sentiros superiores y primeros entre los demás y de esa manera no estáis imitando al Divino Maestro. El Verbo, siendo uno con el Padre, se hizo hombre por amor a los pecadores y vosotros no sabéis renunciar a vuestro orgullo, a vuestra falsa personalidad para amar a vuestros hermanos, como Yo os lo he enseñado.

Para comunicarme con este pueblo, he tenido que humanizar mi voz haciendo uso de un portavoz humano, el cual ni siquiera es limpio de entendimiento y corazón. Vosotros juzgáis los actos de vuestros hermanos y si los encontráis imperfectos, les desconocéis y os alejáis de ellos, y Yo os pregunto: ¿Esa es la enseñanza que os he dado? Como a un nuevo Lázaro he dicho a este pueblo: "Levántate y anda", mas la vida que le he entregado ha sido para que la consagre a amar y servir a sus semejantes, pero no habéis tratado de imitar la mansedumbre del Cordero, sóis reacios de cerviz, duros de corazón y por eso hay guerras y division en vuestro seno, imitando con ello a los pueblos que en guerra se encuentran. Recordad que os he dicho: "No juzguéis a vuestro hermano, porque a su tiempo vendrá vuestro Dios y Señor a juzgaros". No imitéis los malos ejemplos de los hombres, imitad a vuestro Maestro. Tenéis un ejemplo perfecto que os sirve de lección en vuestra marcha de evolución hacia la Ciudad Prometida en donde os espera el amor de vuestro Padre.

¿Queréis que surjan entre vosotros aquellos profetas del Primer Tiempo, que entre lamentaciones por calles y plazas os amonestaban, para que hicieseis penitencia y os arrepintieseis de vuestras faltas? De cierto os digo que les juzgaríais extraviados de la mente y no les creeríais. Mas algunos se levantarán hablando a las multitudes en los pórticos de los templos y recintos, en donde los hombres se congregan a elevarme culto, descubriendo la falsedad de los ídolos y proclamando el culto que Dios quiere de sus hijos.

Aquí entre vosotros, cada portavoz, facultad o vidente, ha sido un profeta; sus voces unidas en una sola se han elevado para enseñar a este pueblo el camino por medio de la oración, la práctica de la caridad y el culto a través de vuestras obras de amor hacia vuestros hermanos. ¿Cómo es que perdéis a veces el camino cuando éste está trazado con sangre de amor divino? ¿Es posible que los confundáis con los caminos que con sangre de homicidios han trazado los hombres?

Vuestra conciencia sabe cuánta razón tengo para hablaros así, más vuestro corazón se resiste y cree que os hablo con excesiva dureza; entonces, llenos de arrepentimiento y de llanto me preguntáis si vosotros seréis de los que vayan a dejar manchado este camino o a llenar de dolor el corazón de vuestros hermanos. Yo os digo que no os confundiréis, porque mi camino es claro y luminoso y quien abre sus ojos y le busca, pronto le encontrará.

Yo levantaré mi palabra y más tarde vendrán hombres de tierras distantes a preguntaros si fue verdad que Dios vino entre vosotros a hablaros como Maestro. ¿Qué contestaréis entonces y cuál será vuestro testimonio?

Tiempo ha que estoy llamando a vuestro corazón y por eso decía que me tenéis cerca, mas no me habeis abierto sus puertas para que Yo pase a morar en vuestro interior. He permanecido fuera llamando pacientemente.

Uno de los defectos más graves es el de la hipocresía; no pregonéis amor mientras no seáis capaces de amarme en vuestros semejantes. ¡Cuántos de los que han juzgado el beso de Judas no quieren ver que ellos han dado el beso de aparente fraternidad a su hermano y por su espalda le han traicionado! Cuántos de los que dicen estar sirviendo a los necesitados los veo entregando a cambio de monedas, la luz, la verdad, la caridad. ¿Porqué cuando alguien os ha atemorizado con sus preguntas, habéis hecho como Pedro en sus momentos de flaqueza: negarme y afirmar que en verdad ni siquiera me habéis conocido? ¿Porqué teméis a la justicia humana y no teméis a la mía? En verdad os digo que entre la justicia divina y vuestros pecados, se interpone la intercesión de María, vuestra Madre Celestial, que siempre ruega por vosotros.

Vengo enseñándoos a guiar a las multitudes, aún cuando ya desde el Segundo Tiempo os había mostrado cómo conducirlas sin que se fatigasen, reanimándolas con la dulzura de mi palabra, sustentándolas en el desierto y haciendo prodigos para encender la fe en sus corazones.

Os he dicho que para el año 1950 terminará mi comunicación que he tenido con vosotros a través del entendimiento del portavoz; mas también os digo que antes de levantarla, habrá portavoces que por su impureza y falta de espiritualidad, Yo cerraré sus cerebros antes del tiempo señalado; mas esto será para que no confundan a nadie con lecciones que no contengan mi verdad.

Mi luz ilumina, mas no ciega ni turba; Yo soy la Verdad. Analizad esta palabra y esta manifestación y vuestra conciencia os dirá si ella os enseña la verdadera vida.

Recordad que son dos las eras que con anterioridad ha vivido esta humanidad. La primera iluminada por la luz del conocimiento sobre la Ley Divina; la segunda fortalecida con las lecciones de amor divino que os diera en Jesús. Ya comienza un nuevo tiempo a enviar sus luces sobre los hombres y sin embargo, éstos aún siembran y cosechan la semilla del mal, se destruyen unos a otros, se causan daños y luchan a muerte hermano con hermano.

Siglos y más siglos han transcurrido y aún no se cansan los hombres de sembrar y recoger tanto mal, ni se han cansado de hacer que se derrame tanto llanto, ni de regar la Tierra con la sangre humana, ¿Hasta qué grado de amargura querrán beber el cáliz del dolor que los detenga en su incesante carrera y vuelvan al camino verdadero? No quiere vuestro Padre que bebáis los residuos que quedan en el fondo de ese cáliz; sin embargo, eso es lo que vais buscando con vuestra soberbia y vuestros odios.

Pueblo amado, mirad que la humanidad se encuentra hambrienta de paz. ¿Porqué no os preparáis para que con vuestras obras de amor le llevéis la buena nueva, levantándola a la fe y a la vida verdadera? ¿Porqué no tenderle una mano fraternal, noble y sincera, invitándola a la reflexión y a la oración?

Cierto es que tropezaréis con el orgullo de los científicos que creen saberlo y dominarlo todo, que creen haber descubierto el secreto de lo infinito; pero con cuánta sabiduría y justicia voy a tocarles y ese será el instante en que este pueblo, que ya sabrá testificar de mi Doctrina, hablará del espíritu, de la vida eterna y del conocimiento de la comunicación espiritual con Dios; hará llegar su voz a las naciones, y ese testimonio será como semilla fecunda que caiga en tierra fértil.

Los hombres abrirán sus ojos espirituales a la luz, mas en verdad os digo que antes de que eso sea, habrán de recibir aún muchas pruebas de la Naturaleza con las que se sorprendenderá y se estremecerá la humanidad.

Cuando todo esto haya sido, se presentará la justicia inexorable de Dios poniendo punto final a tanta profanación y a tan desmedido orgullo.

Pasad la dura prueba; muchos de los que me habían olvidado se acordarán de orar y muchos que creyeron que para descubrir y conocer los misterios de la Naturaleza, era indispensable renunciar a toda creencia espiritual y a todo culto hacia Dios, se convencerán de su error, mi luz les estará bañando e inspirando lo que sus pobres inteligencias nunca hubieran encontrado.

Han sido los hombres de ciencia muy ingratos, porque se han olvidado de quién hizo todo lo que hoy les enorgullece, por creer que ellos lo han descubierto.

Necios y torpes han sido también, porque se han llenado de soberbia y superioridad creyendo haber penetrado en el conocimiento de la Creación, cuando en realidad sólo superficialmente la conocen.

En el Arcano de Dios nadie penetra, a menos que El tenga a bien revelar a sus hijos algo de su contenido; esto debe haceros comprender que quien aspire a conocer lo que el Señor guarda en su Arcano, le será menester buscarlo por el camino de la humildad, del amor y de la espiritualidad.

El supremo conocimiento no está reservado a los hombres de mente desarrollada, sino a los hombres de espíritu elevado.

Bastaría que vosotros, testigos y oyentes de esta palabra, dieseis a conocer esta Doctrina sobre la cual los hombres no han reflexionado, para que ellos, iluminados por su conciencia, presintiesen mi verdad en vuestras palabras

Necesito hombres de buena voluntad, hombres fuertes y leales, sensibles al dolor ajeno y celosos del cumplimiento de mi Ley, para que en calidad de mis enviados traspasen fronteras, crucen países y vayan sembrando y extendiendo el conocimiento de este mensaje divino, hombres que vayan a explicar el por que de las pruebas, de mi justicia, de las guerras, de la destrucción y el dolor, que además enseñen la forma segura de encontrar la paz y la salud, ya sea del espíritu o de la materia.

De este pueblo surgirán los heraldos, los profetas de mi Nueva Palabra, los labriegos y sembradores de esta Doctrina de amor y espiritualidad, por lo que entre vosotros deberá haber purificación y justicia.

Aquella manifestacion de mi espíritu prometida por Mí en el Segundo Tiempo, es ésta que estáis presenciando, pueblo, ved que se aproxima ya su final. Aprovechad cada una de mis lecciones porque después de 1950 no volverán a escucharse bajo esta forma. La hora está fijada y mi voluntad es irrevocable. Si Yo no cumpliese mi palabra, dejaría de ser vuestro Padre, porque descendería al plano en que vibran los hombres, que hoy afirman un concepto y mañana se traicionan a ellos mismos.

En los designios de Dios no puede existir variación alguna, porque conociendo el futuro, no puede equivocarse.

Dios todo lo tiene previsto desde el principio, con suma justicia y perfección.

Comprended esto que os digo, para que también vosotros sepáis ser firmes en vuestras obras como os lo ha enseñado vuestro Maestro.

Os estoy hablando desde la nube radiante de luz que contemplaron en Betania mis discípulos del Segundo Tiempo y que ahora han contemplado los videntes. En verdad os digo que ni aquellos que me vieron partir entre nubes, comprendieron el significado de aquella manifestación. Tampoco los que en este tiempo me vieron descender en espíritu entendieron el significado de esa nube, hasta que mi palabra todo os lo vino a explicar y mis enviados espírituales os lo hicieron comprender con su palabra amplia y clara. También los discípulos del Segundo Tiempo en los instantes de contemplar la ascención de su Maestro, sin comprenderla, tuvieron la presencia de un ser espiritual que les explicara que ese Jesús a quien habían visto ascender entre nubes, el mundo lo vería descender de la misma manera, es decir, en Espíritu en un nuevo tiempo.

Esta manifestación es el cumplimíento de aquella promesa, oh pueblo; si a alguno de mis hijos le parece demasiado pobre la forma en que he venido, es porque no ha sabido elevarse espiritualmente para poder contemplar la luz radiante con que mi Espíritu ilumina la Nueva Era.

También en el Segundo Tiempo muchos hombres que soñaban con la venida del Mesías prometido, se sintieron defraudados cuando contemplaron
la humildad de Cristo y por eso me negaron. No pudieron ellos descubrir a través de la pobreza exterior de Jesús la presencia del Reino de los Cielos, del Reino de la Luz y la Verdad.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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