Han llegado las multitudes sedientas ante mi presencia y han
recibido mi palabra como cascada de aguas cristalinas que ha lavado sus
manchas. La gratitud ha hecho que muchos corazones se abran al amor a semejanza
de las corolas de las flores.
Este es el tiempo en que os ofrecí volver entre vosotros. Ha
sido necesario que vuestro dolor sea muy grande para que vengáis a Mí, mas todo
estaba preparado desde el principio de los siglos y todo había sido
profetizado. No velabais ni orabais y por eso os perdisteis del sendero; mas de
cierto os digo que a pesar de tantos abrojos y pedruzcos que cubren hoy la
Tierra, a pesar de tantas encrucijadas, cuestas y abismos que en ella existen,
el camino del Señor siempre es perceptible para el que se decide a ir por él.
Vine para apartar la cizaña y los obstáculos de vuestro camino, para que
contempléis el esplendor de la Tierra Prometida. Mañana llamarán los hombres a
esta Era "El tiempo de la luz".
Grande será la trasformación que sufra la humanidad en breve
plazo: instituciones, principios, creencias, doctrinas, costumbres, leyes y
todos los órdenes de la vida humana serán conmovidos desde sus cimientos.
Sí, este es el tiempo de la luz; Yo os digo que la luz es
fuerza, es pureza y es verdad; por lo tanto esa pureza y esa verdad tendrán que
brillar en todos los caminos y obras de los hombres. Muchos dirán entonces:
Señor, ¡Por cuánto tiempo te ocultaste a nuestras miradas!; mas Yo les diré: No
es que Yo me hubiese ocultado, es que vosotros tendísteis un denso velo para no
verme.
La humanidad es mi campiña, Yo soy su labriego; pero veo que
sobre sus senderos han caído inumerables plagas y eso ha hecho demasiado
laboriosa vuestra salvación. El materialismo, la guerra, el pecado, han sido las plagas que han azotado sin cesar
las tierras del Señor; mas el poder para exterminarla está en Mí y pronto
llegará el instante en que sean exterminadas para siempre. Entonces florecerán
los campos, habrá paz en los corazones y pan en abundancia en todos los
hogares. La vida humana será como un culto que se eleve hasta Mí al cumplir con
el precepto que os dice "Amaos los unos a los otros".
Todo el que quiera convertirse en sembrador que escuche mi
lección, la grabe en su espíritu y tome la semilla, la herramienta y el agua
para ir en pos de las tierras estériles que hará fructificar con su amor.
¿Qué mejor herencia podréis dejar a vuestros hermanos que la
de haber servido al Señor en sus tierras benditas? Vuestra memoria será
bendecida algún día y será imitado vuestro ejemplo.
Comprended que éste es el tiempo en que os salvaréis por
vuestras propias obras. No todos los méritos los debo hacer Yo en la Tercera
Era de la humanidad.
Para ayudaros he venido nuevamente a marcaros con mi luz, en
medio de tantas tinieblas, el camino del bien, para que pronto lleguéis al
reino de paz que intuitivamente anhela vuestro corazón, aunque no lo conozca.
No conocéis el final del camino, pero tenéis confianza en
llegar a él; no conocéis en plenitud al Padre, pero su voz despierta en vuestro
corazón una fe y una esperanza absolutas. A los que así creen les diré
nuevamente: "Bienaventurados los que sin ver han creído".
Dejad de ser el hombre materializado que a cada instante
exija al Padre que descienda a su morada sin antes haberla preparado. Sed ya
aquél que sepa y pueda elevarse hasta su Creador; haceos dignos de merecer la
comunicación de espíritu a Espíritu.
Si en el camino habéis recibldo pruebas de mi verdad, sean
ellas testimonio y estímulo en vuestra jornada. Mas no dejéis que la materia
cierre vuestros ojos a las verdades que reciba vuestro espíritu porque ella es
sorda, débil e ingrata y podrá interponerse con su reaciedad en vuestro camino
de evolución.
Os he dado la fuerza necesaria para desempeñar vuestra
misión y con lo que hasta ahora os he hablado os bastaría para salvar a toda la
humanidad, mas sois débiles y voy a continuar entregando a mi pueblo mis lecciones hasta que llegue la
hora señalada de que cese esta manifestación.
Podría dividir a mi pueblo en dos grupos: Uno el que me ha
comprendido; otro el que no ha llegado a entender mi verdad. Ambos han recibido
la misma enseñanza; mas el que no me ha comprendido va llorando, se siente
menesteroso y fracasado. A veces se cree perseguido y otras que se encuentra
atado y no puede luchar contra las tentaciones. Va en el camino sintiendo que
los cardos se clavan a cada paso en su planta y cada día derrama lágrimas de
dolor; va dejando en los espinos del sendero jirones de la vestidura de gracia
con que lo he engalanado. El otro grupo es el que canta victoria al terminar su
diaria tarea, el que sabe elevarse en la lucha para bendecirme, el que no
llora, ni pide, ni reniega; es el que cuando me habla es para decirme:
"Señor, os doy gracias infinitas porque he visto vuestra caridad en Mí
porque os habéis manifestado en mis pruebas que son las que perfeccionan a mi
espíritu. Os doy gracias porque en medio de esas pruebas tendré vuestra paz y
el sustento".
Así me glorifican quienes me han comprendido; para ellos
cada día, cada aurora es una nueva luz de esperanza y un nuevo paso en el
sendero de su evolución. Mas Yo no vengo a dividiros, quiero más bien fundiros
en una sola familia donde no contemple párvulos y discípulos. No quiero seres
superiores junto a seres inferiores. Si a todos les he concedido el mismo don,
quiero que todos sepáis apreciarlo de igual manera.
Vosotros que vais llorando escuchadme: Cuando llegasteis a
mi presencia ocultos en ese cuerpo humano me lo presentásteis cansado y
abatido, enfermo y decaído; mas Yo lo sané, le devolví la fuerza, llené de
alegria y esperanza su corazón; en sus manos dejé las llaves para abrir las
puertas del trabajo y les dejé el pan, bendije y purifique a los suyos y limpié
de obstáculos su camino. Desperté a vuestro espíritu de su profundo letargo y
si no le aumenté un solo don más, es porque todo lo poseía desde su formación;
pero tuve que apartar de él la fatiga, su enfermedad y le juzgué en ese
instante a través de su conciencia. Una vez fortalecidos cuerpo y espíritu, les
fundí en un solo ser, en una sola voluntad para que cumpliera con mi Ley. ¿Qué
más podíais desear? Yo os dije: Cumplid con esta Ley y tendréis paz en este
mundo y después vuestro espíritu será en la gloria. Así os desperté para que
sabiendo quiénes sois, llegáseis a comprender lo elevado de vuestro destino y
de vuestra misión.
Ahora os digo: No perseveréis tan sólo en escucharme;
también debéis practicar, fortaleceos y aprended en las pruebas. Si sólo oís y
no analizáis, nada habréis aprendido, ni tampoco podréis practicar. Tomad estos
recintos como la escuela donde el Maestro viene a enseñaros la lección y tomad
al mundo como un vasto campo en donde podréis poner en práctica lo que hayáis
aprendido.
Este mundo es campo propicio para que trabajéis; en él está
el dolor, la enfermedad, el pecado en todas sus formas,el vicio, la desunión,
la juventud descarriada, la ancianidad sin dignidad, las malas ciencias, el
odio, la guerra y la mentira.
Esas son las tierras donde vais a trabajar y a sembrar; mas
si os parece gigantesca esa lucha que entre la humanidad os espera, en verdad
os digo que con ser grande no se compara con la que tendréis que entablar con
vosotros mismos: lucha del espíritu, de la razón y la conciencia, contra las
pasiones de la materia, su amor a sí misma, su egoísmo, su materialidad. Y
mientras no hayáis triunfado sobre vosotros mismos, ¿Cómo podréis hablar
sinceramente de amor, de obediencia, de humildad y espiritualidad a vuestros
hermanos?
Ved que el enemígo más poderoso lo lleváis en vosotros
mismos. Cuando lo hayáis vencido, veréis bajo vuestros píes al dragón de siete
cabezas del que os habló el apóstol Juan. Entonces será cuando en verdad podáis
decir: Puedo levantar mi faz hacia mi Señor para decirle: "Señor, os
seguiré", porque entonces no serán los labios los que lo digan, sino el
espíritu.
Si por un instante los ojos de vuestro cuerpo pudiesen
contemplar a vuestro propio espíritu, deslumbrado quedaríais de saber quiénes
sois y cómo sois, tendríais respeto y caridad de vosotros mismos y sentiríais
un profundo dolor al contemplar por donde habéis llevado esa luz.
Hoy vengo a deciros quiénes sois porque no os conocéis. Vais
diciendo que poseéis espíritu sin saber lo que ello significa, sin tener
siquiera fe en que tenéis espíritu porque no lo habéis visto como lo hubiérais
deseado en vuestro materialismo. Si no lo conocéis, ¿Cómo podréis
desarrollarlo: No seáis más la cárcel ni el verdugo del espíritu. No sea la
materia su dueña y señora, Dejadle que se liberte, que rechace las
inclinaciones inmundas de la materia, como quien ahuyenta al lobo que a cada
paso le acecha.
Los que interiormente sientan haberme comprendido y crean
estar cumpliendo con su misión, ayudad a quienes vengan detrás; mas no me
ofrezcáis todavía vuestro fruto porque la obra que habéis forjado, no sólo en
este tiempo, sino a través de las eras, aún no es digna de Mí.
No sintáis dolor por ello ni os desaniméis, Si Yo os dijese
que ya habíais alcanzado la perfección y que vuestras obras no tienen defecto
alguno, ¿Os esforzaríais en continuar adelantando en el camino de vuestra
evolución espiritual?
No os detengáis más, No volváis vuestros ojos al pasado; lo
que atrás dejasteis fue dolor, lágrimas y pecados, Dejasteis la ciudad de
Sodoma; no volváis vuestro rostro a ella. Era la ciudad del pecado. Id en pos de una nueva tierra cuyos manantiales de
aguas cristalinas y sus fértiles campiñas hagan amable y feliz vuestra
existencia.
Ved que son muchos los caminos que se abren ante el espíritu
de la humanidad; sin embargo, os digo que no contemplo una sola religión
perfecta en este mundo, aun cuando algunas están basadas en mi Doctrina. Yo no
vengo en contra de la palabra que os diera en el Segundo Tiempo, no puedo
desconocerme a Mí mismo; mas os pregunto: ¿En dónde está aquella palabra,
aquella enseñanza? La busco en el corazón de la humanidad y no la encuentro. Se
ha quedado guardada en los libros envejecidos y polvorientos y aun hay entre la
humanidad algunos que han osado adulterarla; por eso os digo que no encuentro
entre vosotros la religión perfecta, porque en vez de amor y caridad, de
humildad y justicia, sólo encuentro ritos, tradiciones y vanidades, muchos
sufrimientos e ignorancia; pero estos son errores que no llegan a Mí. A Mí sólo
llega el amor, la mansedumbre, la justicia y la paciencia.
Quien ama, practica mi Doctrina; quien siente el dolor de
sus semejantes, sufre por ellos y les procura consuelo; ése es mi discípulo. El
que enseña la virtud con obras, con su propia vida, ese es el Maestro. El que
ama en verdad a su propio hermano, ese es mi dígno hijo.
El que conocíendo mi Ley la oculta, no puede llamarse mi
discípulo; el que entrega mi verdad sólo con los labios y no con el corazón, no
me está imitando. Aquél que habla de amor y con sus obras demuestra lo
contrario, ese es traidor a mis lecciones.
El que se levanta desconociendo la pureza y perfección de
María es torpe, porque en su ignorancia desafía a Dios negando su poder. Quien
desconoce mi verdad en el Tercer Tiempo y niega la inmortalidad del espíritu,
está durmiendo y no recuerda las profecías de los tiempos pasados que
anunciaron las revelaciones que en este tiempo está viviendo la humanidad.
Aquí tenéis el por qué en mi tercera manifestación no he
aparecido en el seno de sinagogas ni de iglesias, porque esas no son mi casa.
Los templos de cantera hechos por la mano de los hombres no pueden ser mi
templo, sino el propio corazón del hombre donde está el altar de su amor, la
luz de su fe y la ofrenda de su méritos.
Yo busco corazones y espíritus para manifestarme en ellos.
Si queréis que en vosotros exista la verdad, practicad el
amor, haced luz con palabras, obras y pensamientos, sanad a los enfermos del
espíritu y del cuerpo.
Si hay quienes se levantan como enemigos míos, no les
contemplo como tales sólo como menesterosos. A los mismos que se tienen por
sabios y niegan mi existencia, les miro con piedad. A quienes tratan de
destruirme en el corazón de la humanidad, les juzgo ignorantes ya que creen
tener el poder o las armas para destuir a quien es el Autor de la vida.
Sólo un ser que fuera omnipotente como Yo podría luchar
conmigo; más ¿Creéis que si de Mí brotara un dios estaría en contra mía? o bien
¿Creéis que de la nada pueda surgir? De la nada, nada puede brotar. Yo soy el
Todo y nunca he nacido. Yo soy el Principio y el Fin, el Alfa y la Omega de
todo lo creado.
¿Podéis concebir que alguno de los seres creados por Mi
pueda erigirse en Dios? Todas las criaturas tienen límite y para ser Dios es
menester no tener límites. Quien haya abrigado esos sueños de poder y grandeza
ha caído en las tinieblas de su propio orgullo.
En Mí no puede existir el egoísmo, por eso siendo grande en
mi Divinidad he querido que también vosotros seáis grandes. Se que mientras
seáis pequeños, seréis débiles, y no podréis seguirme, comprenderme ni amarme.
Por eso os busco para enseñaros y haceros grandes de espíritu y de
entedimiento; os amo y quiero sentiros cerca. Nunca podrá un Padre ser feliz
sabiendo que sus hijos están ausentes y que además, sufren.
Mi mansión está preparada para vosotros; cuando a ella
lleguéis la disfrutaréis en verdad. ¿Cómo podrá un padre vivir en un regio
aposento, saboreando manjares deliciosos, sabiendo que sus propios hijos están
como pordioseros a las puertas de su propia casa?
Hijos míos, os habéis hecho justicia vosotros mismos por
faltas a mi Ley; habéis tropezado en el camino creyendo que os he castigado y
me habéis llamado ingrato olvidando que ese a quien llamáis injusto e ingrato
es vuestro Padre Celestial.
¿No concebisteis el amor del Padre a través del Juez severo
del Primer Tiempo? Y en el Maestro amoroso del Segundo Tiempo ¿No descubristeis
al Padre? Recordad que os dije: "Quien conoce al Hijo conoce al
Padre".
Hoy que os habla mi Espíritu Santo, os habla en verdad la
sabiduría del Padre y el amor del Hijo.
No vengo a humillaros con mi grandeza, ni a hacer alarde de
ella; pero sí vengo a mostrárosla en mi voluntad para que sintáis el supremo
goce de tener por Padre a un Dios todo poder, sabiduría y perfección.
Recreaos pensando que nunca llegaréis a ver el fin de mi
poder y que mientras más grande sea la elevación de vuestro espíritu mejor me
contemplaréis. ¿Quién podrá mostrarse inconforme al saber que nunca alcanzará
la grandeza de su Señor? ¿Acaso en la Tierra no os habéis conformado con ser
menores en edad en comparación a vuestro padre terrestre? ¿Acaso no les habéis
concedido gustosos, experiencia y autoridad? ¿No os habéis regocijado
contemplando que tenéis por padre a un hombre más fuerte que vosotros,
arrogante, valeroso y lleno de virtudes?.
Discípulos, esta luz que he puesto en vosotros nunca la
apliquéis al mal. Os estoy enseñando así porque pronto cesará esta forma de mi
manifestación y es tanta la gracia que entre vosotros he derramado, que
algunos, cuando me miren partir, en su insensatez se sentirán libres para hacer
uso de su potestad y dones para engrandecerse ante la humanidad.
Entonces: ¡Ay de los que busquen la adulación, las vanidades
y el dinero! Porque el dolor y las pruebas harán que lleguen sus hermanos a
postrarse delante de ellos para alcanzar una gota de bálsamo, pero ¡Ay de
aquellos que se crean dioses, sin saber que su potestad se tornó en maléfica y
su luz en tinieblas! ¡Ay de mis buenos discípulos porque tendrán que sufrir por
causa de aquéllos, porque habrá confusión!
Siempre que queráis saber si el camino que seguís es el de
la evolución, consultaréis a la conciencia y si en ella hay paz y en vuestro
corazón se alberga la caridad y la buena voluntad para vuestros hermanos,
estaréis seguros de que vuestra luz aún ilumina y vuestra palabra consuela y
sana; mas si descubriereis que en vuestro corazón ha germinado la codicia, la
mala voluntad, la materialidad y la lujuria, podréis estar ciertos de que
vuestra luz se ha tornado en tiniebla, en impostura. ¿Queréis que cuando el
Padre os haga el llamado, presentéis en vez de trigo dorado una cosecha
inmunda?
Guardad estas palabras en lo más íntimo de vuestro ser para
que sean inolvidables. Cumplid en vuestra vida con mansedumbre y tendréis paz.
Quiero que el pan sea dulce a vuestros labios, que vuestro hogar no sea una
barquilla frágil, que estéis unidos para que cuando lleguen entre vosotros los
increyentes de esta palabra, el torbellino de sus palabras y de sus malas
intenciones no arrebaten vuestra fe.
En el Segundo Tiempo, muchos se confundieron por causa de mi
presencia en Jesús, porque ella originó la división en el seno de las familias.
De cinco que había en un hogar tres estaban contra dos y dos contra tres. Y mientras tres me seguían dos
me negaban. Lo mismo ocurre en este tiempo. Hay hogares en los cuales el padre
me ha reconocido y la compañera y los hijos se han levantado en contra de él.
Otros en donde la mujer que es madre de familia ha llegado ante Mí y bañada en
lagrimas me ha dicho: Maestro, yo os sigo y quiero que los míos os sigan, mas
ellos, mis propios hijos, me han desconocido.
¡Qué escasas son las familias en donde todos en perfecta
armonía vienen en pos de mi enseñanza.
Así va este pueblo sufriendo el desconocimiento de los
parientes y de los vecinos, negándoseles el pan, cerrándoseles las puertas,
poniéndoles encrucijadas y arrojándoles calumnias y falsos testimonios. No
temáis, sed fuertes, que aquellos que más os desconozcan, serán los que vengan
contritos a buscar la huella que vosotros seguís.
03-073.50 Os amo y os salvaré en todo instante y será mi caridad la
que recibáis a vuestro paso, con lo cual los mismos incrédulos se sorprenderán
al ver que tenéis paz en el corazón, pan en vuestra mesa y fortaleza en vuestro
espíritu.
Para ayudaros os envío mi caricia. ¡Oh discípulos!, al
ascender mi rayo divino quedará mi paz en vosotros; mas hoy os dice el Maestro:
¡Alerta pueblo! No es éste el tiempo de dormir. Los huracanes os azotan a cada
instante y es menester que permanezcáis firmes. Es tiempo de juicio y de
meditación; la peste, el hambre, la guerra, la muerte y todas las calamidades y
plagas visibles e invisbles se hallan desatadas. Orad y trabajad en silencio,
no apagéis vuestra lampara ni escondáis el don que poseis. Estad siempre
dispuestos a recibir al que llame a vuestra puerta y así estareis imitando a
las vírgenes fieles de mi parábola, aquellas que supieron esperar al casto
esposo con su lámpara encendida.
Vuestra espiritualidad llegará a influir en la mente de
todos aquellos a quienes queráis ayudar; así podréis iluminar el camino de
vuestros hermanos que os gobiernan en la Tierra. Ellos deberán tener las
puertas de su corazón abiertas para recibir al extranjero y sabrán trasmitirles
el mensaje de paz que Yo les inspire.
Delicada misión tendrá que cumplir esta nación entre las
demás de la Tierra; mas para ello, antes arrancaré de raíz toda mala hierba,
haré que los hombres se despojen de la máscara de hipocresía y que llenen su
corazón de sinceridad, de fraternidad y de luz. En lo espiritual, también habrá
de dar ejemplo esta nación, pero es preciso que espiritualice su culto dando
muerte al fanatiismo religioso y a la idolatría.
Es menester que mi Doctrina sea vivida por vosotros para que
los demás puedan darle crédito y cuando este pueblo se levante, surgirán de
todos lo puntos de la Tierra hombres iluminados para extender mi Doctrina;
ellos entonces me darán gracias porque no se sentirán solos y reconocerán que
todos poseen dones, porque antes de venir a la Tierra los recibieron de mi caridad
bajo promesa de cumplir con su misión.
Bendito sea el que desarrolle sus dones guiado únicamente
por la voz interior de su conciencia, como Juan el profeta, aquél a quien
llamasteis el Bautista, el cual guiaba sus pasos iluminado por la luz que de su
Señor recibía. ¿Quién más podía enseñarle o hablarle en el desierto?.
Resurgid oh pueblo, no os hundáis en el ocaso, no olvidéis
que os he llamado siempre los hijos de la luz; dejad que al menos en cada día
brille en vuestro espíritu un destello de luz. ¿Cómo poder hacerlo? me pregunta
vuestro corazón. A lo cual Yo contesto que la humanidad se encuentra llena de
necesitados a los que podéis dar algo de lo que poseéis como caudal espiritual.
Tiempo ha que os he señalado para esta misión y lo que en este tiempo he hecho
al marcar vuestro frontal, sólo ha sido la confirmación del destino y de los
dones que de Mí recibisteis desde el principio de vuestro ser. La paz, la
fuerza, la luz perpetua, la potestad sobre espíritus turbados, el don de
curación, la palabra, la oración espiritual y tantos dones que revisten a
vuestro espíritu, son las armas con las que podréis labrar la paz de esta
nación, la cual será tierra fecunda de profetas, emisarios, maestros y
apóstoles del bien.
Cuando todas estas profecías se cumplan y los hombres
busquen en las Escrituras algún indicio de ellas, se sorprenderán al encontrar
a cada paso el indicio claro de todo cuanto vuestros ojos contemplaron en este
tiempo y en los que están por venir. Entonces la humanidad dirá: En verdad ésta
es la Tercera Era, la nueva venida del Señor.
Para algunos parecerá que este pueblo goza de un privilegio,
pero después todo el mundo sentirá que el Espíritu del Señor se encuentra
derramado sin distinción en toda su familia Universal.
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