sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 73

Han llegado las multitudes sedientas ante mi presencia y han recibido mi palabra como cascada de aguas cristalinas que ha lavado sus manchas. La gratitud ha hecho que muchos corazones se abran al amor a semejanza de las corolas de las flores.

Este es el tiempo en que os ofrecí volver entre vosotros. Ha sido necesario que vuestro dolor sea muy grande para que vengáis a Mí, mas todo estaba preparado desde el principio de los siglos y todo había sido profetizado. No velabais ni orabais y por eso os perdisteis del sendero; mas de cierto os digo que a pesar de tantos abrojos y pedruzcos que cubren hoy la Tierra, a pesar de tantas encrucijadas, cuestas y abismos que en ella existen, el camino del Señor siempre es perceptible para el que se decide a ir por él. Vine para apartar la cizaña y los obstáculos de vuestro camino, para que contempléis el esplendor de la Tierra Prometida. Mañana llamarán los hombres a esta Era "El tiempo de la luz".

Grande será la trasformación que sufra la humanidad en breve plazo: instituciones, principios, creencias, doctrinas, costumbres, leyes y todos los órdenes de la vida humana serán conmovidos desde sus cimientos.

Sí, este es el tiempo de la luz; Yo os digo que la luz es fuerza, es pureza y es verdad; por lo tanto esa pureza y esa verdad tendrán que brillar en todos los caminos y obras de los hombres. Muchos dirán entonces: Señor, ¡Por cuánto tiempo te ocultaste a nuestras miradas!; mas Yo les diré: No es que Yo me hubiese ocultado, es que vosotros tendísteis un denso velo para no verme.

La humanidad es mi campiña, Yo soy su labriego; pero veo que sobre sus senderos han caído inumerables plagas y eso ha hecho demasiado laboriosa vuestra salvación. El materialismo, la guerra, el pecado, han sido las plagas que han azotado sin cesar las tierras del Señor; mas el poder para exterminarla está en Mí y pronto llegará el instante en que sean exterminadas para siempre. Entonces florecerán los campos, habrá paz en los corazones y pan en abundancia en todos los hogares. La vida humana será como un culto que se eleve hasta Mí al cumplir con el precepto que os dice "Amaos los unos a los otros".

Todo el que quiera convertirse en sembrador que escuche mi lección, la grabe en su espíritu y tome la semilla, la herramienta y el agua para ir en pos de las tierras estériles que hará fructificar con su amor.

¿Qué mejor herencia podréis dejar a vuestros hermanos que la de haber servido al Señor en sus tierras benditas? Vuestra memoria será bendecida algún día y será imitado vuestro ejemplo.

Comprended que éste es el tiempo en que os salvaréis por vuestras propias obras. No todos los méritos los debo hacer Yo en la Tercera Era de la humanidad.

Para ayudaros he venido nuevamente a marcaros con mi luz, en medio de tantas tinieblas, el camino del bien, para que pronto lleguéis al reino de paz que intuitivamente anhela vuestro corazón, aunque no lo conozca.

No conocéis el final del camino, pero tenéis confianza en llegar a él; no conocéis en plenitud al Padre, pero su voz despierta en vuestro corazón una fe y una esperanza absolutas. A los que así creen les diré nuevamente: "Bienaventurados los que sin ver han creído".

Dejad de ser el hombre materializado que a cada instante exija al Padre que descienda a su morada sin antes haberla preparado. Sed ya aquél que sepa y pueda elevarse hasta su Creador; haceos dignos de merecer la comunicación de espíritu a Espíritu.

Si en el camino habéis recibldo pruebas de mi verdad, sean ellas testimonio y estímulo en vuestra jornada. Mas no dejéis que la materia cierre vuestros ojos a las verdades que reciba vuestro espíritu porque ella es sorda, débil e ingrata y podrá interponerse con su reaciedad en vuestro camino de evolución.

Os he dado la fuerza necesaria para desempeñar vuestra misión y con lo que hasta ahora os he hablado os bastaría para salvar a toda la humanidad, mas sois débiles y voy a continuar entregando a mi pueblo mis lecciones hasta que llegue la hora señalada de que cese esta manifestación.

Podría dividir a mi pueblo en dos grupos: Uno el que me ha comprendido; otro el que no ha llegado a entender mi verdad. Ambos han recibido la misma enseñanza; mas el que no me ha comprendido va llorando, se siente menesteroso y fracasado. A veces se cree perseguido y otras que se encuentra atado y no puede luchar contra las tentaciones. Va en el camino sintiendo que los cardos se clavan a cada paso en su planta y cada día derrama lágrimas de dolor; va dejando en los espinos del sendero jirones de la vestidura de gracia con que lo he engalanado. El otro grupo es el que canta victoria al terminar su diaria tarea, el que sabe elevarse en la lucha para bendecirme, el que no llora, ni pide, ni reniega; es el que cuando me habla es para decirme: "Señor, os doy gracias infinitas porque he visto vuestra caridad en Mí porque os habéis manifestado en mis pruebas que son las que perfeccionan a mi espíritu. Os doy gracias porque en medio de esas pruebas tendré vuestra paz y el sustento".

Así me glorifican quienes me han comprendido; para ellos cada día, cada aurora es una nueva luz de esperanza y un nuevo paso en el sendero de su evolución. Mas Yo no vengo a dividiros, quiero más bien fundiros en una sola familia donde no contemple párvulos y discípulos. No quiero seres superiores junto a seres inferiores. Si a todos les he concedido el mismo don, quiero que todos sepáis apreciarlo de igual manera.

Vosotros que vais llorando escuchadme: Cuando llegasteis a mi presencia ocultos en ese cuerpo humano me lo presentásteis cansado y abatido, enfermo y decaído; mas Yo lo sané, le devolví la fuerza, llené de alegria y esperanza su corazón; en sus manos dejé las llaves para abrir las puertas del trabajo y les dejé el pan, bendije y purifique a los suyos y limpié de obstáculos su camino. Desperté a vuestro espíritu de su profundo letargo y si no le aumenté un solo don más, es porque todo lo poseía desde su formación; pero tuve que apartar de él la fatiga, su enfermedad y le juzgué en ese instante a través de su conciencia. Una vez fortalecidos cuerpo y espíritu, les fundí en un solo ser, en una sola voluntad para que cumpliera con mi Ley. ¿Qué más podíais desear? Yo os dije: Cumplid con esta Ley y tendréis paz en este mundo y después vuestro espíritu será en la gloria. Así os desperté para que sabiendo quiénes sois, llegáseis a comprender lo elevado de vuestro destino y de vuestra misión.

Ahora os digo: No perseveréis tan sólo en escucharme; también debéis practicar, fortaleceos y aprended en las pruebas. Si sólo oís y no analizáis, nada habréis aprendido, ni tampoco podréis practicar. Tomad estos recintos como la escuela donde el Maestro viene a enseñaros la lección y tomad al mundo como un vasto campo en donde podréis poner en práctica lo que hayáis aprendido.

Este mundo es campo propicio para que trabajéis; en él está el dolor, la enfermedad, el pecado en todas sus formas,el vicio, la desunión, la juventud descarriada, la ancianidad sin dignidad, las malas ciencias, el odio, la guerra y la mentira.

Esas son las tierras donde vais a trabajar y a sembrar; mas si os parece gigantesca esa lucha que entre la humanidad os espera, en verdad os digo que con ser grande no se compara con la que tendréis que entablar con vosotros mismos: lucha del espíritu, de la razón y la conciencia, contra las pasiones de la materia, su amor a sí misma, su egoísmo, su materialidad. Y mientras no hayáis triunfado sobre vosotros mismos, ¿Cómo podréis hablar sinceramente de amor, de obediencia, de humildad y espiritualidad a vuestros hermanos?

Ved que el enemígo más poderoso lo lleváis en vosotros mismos. Cuando lo hayáis vencido, veréis bajo vuestros píes al dragón de siete cabezas del que os habló el apóstol Juan. Entonces será cuando en verdad podáis decir: Puedo levantar mi faz hacia mi Señor para decirle: "Señor, os seguiré", porque entonces no serán los labios los que lo digan, sino el espíritu.

Si por un instante los ojos de vuestro cuerpo pudiesen contemplar a vuestro propio espíritu, deslumbrado quedaríais de saber quiénes sois y cómo sois, tendríais respeto y caridad de vosotros mismos y sentiríais un profundo dolor al contemplar por donde habéis llevado esa luz.

Hoy vengo a deciros quiénes sois porque no os conocéis. Vais diciendo que poseéis espíritu sin saber lo que ello significa, sin tener siquiera fe en que tenéis espíritu porque no lo habéis visto como lo hubiérais deseado en vuestro materialismo. Si no lo conocéis, ¿Cómo podréis desarrollarlo: No seáis más la cárcel ni el verdugo del espíritu. No sea la materia su dueña y señora, Dejadle que se liberte, que rechace las inclinaciones inmundas de la materia, como quien ahuyenta al lobo que a cada paso le acecha.

Los que interiormente sientan haberme comprendido y crean estar cumpliendo con su misión, ayudad a quienes vengan detrás; mas no me ofrezcáis todavía vuestro fruto porque la obra que habéis forjado, no sólo en este tiempo, sino a través de las eras, aún no es digna de Mí.

No sintáis dolor por ello ni os desaniméis, Si Yo os dijese que ya habíais alcanzado la perfección y que vuestras obras no tienen defecto alguno, ¿Os esforzaríais en continuar adelantando en el camino de vuestra evolución espiritual?

No os detengáis más, No volváis vuestros ojos al pasado; lo que atrás dejasteis fue dolor, lágrimas y pecados, Dejasteis la ciudad de Sodoma; no volváis vuestro rostro a ella. Era la ciudad del pecado. Id en pos de una nueva tierra cuyos manantiales de aguas cristalinas y sus fértiles campiñas hagan amable y feliz vuestra existencia.

Ved que son muchos los caminos que se abren ante el espíritu de la humanidad; sin embargo, os digo que no contemplo una sola religión perfecta en este mundo, aun cuando algunas están basadas en mi Doctrina. Yo no vengo en contra de la palabra que os diera en el Segundo Tiempo, no puedo desconocerme a Mí mismo; mas os pregunto: ¿En dónde está aquella palabra, aquella enseñanza? La busco en el corazón de la humanidad y no la encuentro. Se ha quedado guardada en los libros envejecidos y polvorientos y aun hay entre la humanidad algunos que han osado adulterarla; por eso os digo que no encuentro entre vosotros la religión perfecta, porque en vez de amor y caridad, de humildad y justicia, sólo encuentro ritos, tradiciones y vanidades, muchos sufrimientos e ignorancia; pero estos son errores que no llegan a Mí. A Mí sólo llega el amor, la mansedumbre, la justicia y la paciencia.

Quien ama, practica mi Doctrina; quien siente el dolor de sus semejantes, sufre por ellos y les procura consuelo; ése es mi discípulo. El que enseña la virtud con obras, con su propia vida, ese es el Maestro. El que ama en verdad a su propio hermano, ese es mi dígno hijo.

El que conocíendo mi Ley la oculta, no puede llamarse mi discípulo; el que entrega mi verdad sólo con los labios y no con el corazón, no me está imitando. Aquél que habla de amor y con sus obras demuestra lo contrario, ese es traidor a mis lecciones.

El que se levanta desconociendo la pureza y perfección de María es torpe, porque en su ignorancia desafía a Dios negando su poder. Quien desconoce mi verdad en el Tercer Tiempo y niega la inmortalidad del espíritu, está durmiendo y no recuerda las profecías de los tiempos pasados que anunciaron las revelaciones que en este tiempo está viviendo la humanidad.

Aquí tenéis el por qué en mi tercera manifestación no he aparecido en el seno de sinagogas ni de iglesias, porque esas no son mi casa. Los templos de cantera hechos por la mano de los hombres no pueden ser mi templo, sino el propio corazón del hombre donde está el altar de su amor, la luz de su fe y la ofrenda de su méritos.

Yo busco corazones y espíritus para manifestarme en ellos.

Si queréis que en vosotros exista la verdad, practicad el amor, haced luz con palabras, obras y pensamientos, sanad a los enfermos del espíritu y del cuerpo.

Si hay quienes se levantan como enemigos míos, no les contemplo como tales sólo como menesterosos. A los mismos que se tienen por sabios y niegan mi existencia, les miro con piedad. A quienes tratan de destruirme en el corazón de la humanidad, les juzgo ignorantes ya que creen tener el poder o las armas para destuir a quien es el Autor de la vida.

Sólo un ser que fuera omnipotente como Yo podría luchar conmigo; más ¿Creéis que si de Mí brotara un dios estaría en contra mía? o bien ¿Creéis que de la nada pueda surgir? De la nada, nada puede brotar. Yo soy el Todo y nunca he nacido. Yo soy el Principio y el Fin, el Alfa y la Omega de todo lo creado.

¿Podéis concebir que alguno de los seres creados por Mi pueda erigirse en Dios? Todas las criaturas tienen límite y para ser Dios es menester no tener límites. Quien haya abrigado esos sueños de poder y grandeza ha caído en las tinieblas de su propio orgullo.

En Mí no puede existir el egoísmo, por eso siendo grande en mi Divinidad he querido que también vosotros seáis grandes. Se que mientras seáis pequeños, seréis débiles, y no podréis seguirme, comprenderme ni amarme. Por eso os busco para enseñaros y haceros grandes de espíritu y de entedimiento; os amo y quiero sentiros cerca. Nunca podrá un Padre ser feliz sabiendo que sus hijos están ausentes y que además, sufren.

Mi mansión está preparada para vosotros; cuando a ella lleguéis la disfrutaréis en verdad. ¿Cómo podrá un padre vivir en un regio aposento, saboreando manjares deliciosos, sabiendo que sus propios hijos están como pordioseros a las puertas de su propia casa?

Hijos míos, os habéis hecho justicia vosotros mismos por faltas a mi Ley; habéis tropezado en el camino creyendo que os he castigado y me habéis llamado ingrato olvidando que ese a quien llamáis injusto e ingrato es vuestro Padre Celestial.

¿No concebisteis el amor del Padre a través del Juez severo del Primer Tiempo? Y en el Maestro amoroso del Segundo Tiempo ¿No descubristeis al Padre? Recordad que os dije: "Quien conoce al Hijo conoce al Padre".

Hoy que os habla mi Espíritu Santo, os habla en verdad la sabiduría del Padre y el amor del Hijo.

No vengo a humillaros con mi grandeza, ni a hacer alarde de ella; pero sí vengo a mostrárosla en mi voluntad para que sintáis el supremo goce de tener por Padre a un Dios todo poder, sabiduría y perfección.

Recreaos pensando que nunca llegaréis a ver el fin de mi poder y que mientras más grande sea la elevación de vuestro espíritu mejor me contemplaréis. ¿Quién podrá mostrarse inconforme al saber que nunca alcanzará la grandeza de su Señor? ¿Acaso en la Tierra no os habéis conformado con ser menores en edad en comparación a vuestro padre terrestre? ¿Acaso no les habéis concedido gustosos, experiencia y autoridad? ¿No os habéis regocijado contemplando que tenéis por padre a un hombre más fuerte que vosotros, arrogante, valeroso y lleno de virtudes?.

Discípulos, esta luz que he puesto en vosotros nunca la apliquéis al mal. Os estoy enseñando así porque pronto cesará esta forma de mi manifestación y es tanta la gracia que entre vosotros he derramado, que algunos, cuando me miren partir, en su insensatez se sentirán libres para hacer uso de su potestad y dones para engrandecerse ante la humanidad.

Entonces: ¡Ay de los que busquen la adulación, las vanidades y el dinero! Porque el dolor y las pruebas harán que lleguen sus hermanos a postrarse delante de ellos para alcanzar una gota de bálsamo, pero ¡Ay de aquellos que se crean dioses, sin saber que su potestad se tornó en maléfica y su luz en tinieblas! ¡Ay de mis buenos discípulos porque tendrán que sufrir por causa de aquéllos, porque habrá confusión!

Siempre que queráis saber si el camino que seguís es el de la evolución, consultaréis a la conciencia y si en ella hay paz y en vuestro corazón se alberga la caridad y la buena voluntad para vuestros hermanos, estaréis seguros de que vuestra luz aún ilumina y vuestra palabra consuela y sana; mas si descubriereis que en vuestro corazón ha germinado la codicia, la mala voluntad, la materialidad y la lujuria, podréis estar ciertos de que vuestra luz se ha tornado en tiniebla, en impostura. ¿Queréis que cuando el Padre os haga el llamado, presentéis en vez de trigo dorado una cosecha inmunda?

Guardad estas palabras en lo más íntimo de vuestro ser para que sean inolvidables. Cumplid en vuestra vida con mansedumbre y tendréis paz. Quiero que el pan sea dulce a vuestros labios, que vuestro hogar no sea una barquilla frágil, que estéis unidos para que cuando lleguen entre vosotros los increyentes de esta palabra, el torbellino de sus palabras y de sus malas intenciones no arrebaten vuestra fe.

En el Segundo Tiempo, muchos se confundieron por causa de mi presencia en Jesús, porque ella originó la división en el seno de las familias. De cinco que había en un hogar tres estaban contra dos y dos contra tres. Y mientras tres me seguían dos me negaban. Lo mismo ocurre en este tiempo. Hay hogares en los cuales el padre me ha reconocido y la compañera y los hijos se han levantado en contra de él. Otros en donde la mujer que es madre de familia ha llegado ante Mí y bañada en lagrimas me ha dicho: Maestro, yo os sigo y quiero que los míos os sigan, mas ellos, mis propios hijos, me han desconocido.

¡Qué escasas son las familias en donde todos en perfecta armonía vienen en pos de mi enseñanza.

Así va este pueblo sufriendo el desconocimiento de los parientes y de los vecinos, negándoseles el pan, cerrándoseles las puertas, poniéndoles encrucijadas y arrojándoles calumnias y falsos testimonios. No temáis, sed fuertes, que aquellos que más os desconozcan, serán los que vengan contritos a buscar la huella que vosotros seguís.
03-073.50 Os amo y os salvaré en todo instante y será mi caridad la que recibáis a vuestro paso, con lo cual los mismos incrédulos se sorprenderán al ver que tenéis paz en el corazón, pan en vuestra mesa y fortaleza en vuestro espíritu.

Para ayudaros os envío mi caricia. ¡Oh discípulos!, al ascender mi rayo divino quedará mi paz en vosotros; mas hoy os dice el Maestro: ¡Alerta pueblo! No es éste el tiempo de dormir. Los huracanes os azotan a cada instante y es menester que permanezcáis firmes. Es tiempo de juicio y de meditación; la peste, el hambre, la guerra, la muerte y todas las calamidades y plagas visibles e invisbles se hallan desatadas. Orad y trabajad en silencio, no apagéis vuestra lampara ni escondáis el don que poseis. Estad siempre dispuestos a recibir al que llame a vuestra puerta y así estareis imitando a las vírgenes fieles de mi parábola, aquellas que supieron esperar al casto esposo con su lámpara encendida.

Vuestra espiritualidad llegará a influir en la mente de todos aquellos a quienes queráis ayudar; así podréis iluminar el camino de vuestros hermanos que os gobiernan en la Tierra. Ellos deberán tener las puertas de su corazón abiertas para recibir al extranjero y sabrán trasmitirles el mensaje de paz que Yo les inspire.

Delicada misión tendrá que cumplir esta nación entre las demás de la Tierra; mas para ello, antes arrancaré de raíz toda mala hierba, haré que los hombres se despojen de la máscara de hipocresía y que llenen su corazón de sinceridad, de fraternidad y de luz. En lo espiritual, también habrá de dar ejemplo esta nación, pero es preciso que espiritualice su culto dando muerte al fanatiismo religioso y a la idolatría.

Es menester que mi Doctrina sea vivida por vosotros para que los demás puedan darle crédito y cuando este pueblo se levante, surgirán de todos lo puntos de la Tierra hombres iluminados para extender mi Doctrina; ellos entonces me darán gracias porque no se sentirán solos y reconocerán que todos poseen dones, porque antes de venir a la Tierra los recibieron de mi caridad bajo promesa de cumplir con su misión.

Bendito sea el que desarrolle sus dones guiado únicamente por la voz interior de su conciencia, como Juan el profeta, aquél a quien llamasteis el Bautista, el cual guiaba sus pasos iluminado por la luz que de su Señor recibía. ¿Quién más podía enseñarle o hablarle en el desierto?.

Resurgid oh pueblo, no os hundáis en el ocaso, no olvidéis que os he llamado siempre los hijos de la luz; dejad que al menos en cada día brille en vuestro espíritu un destello de luz. ¿Cómo poder hacerlo? me pregunta vuestro corazón. A lo cual Yo contesto que la humanidad se encuentra llena de necesitados a los que podéis dar algo de lo que poseéis como caudal espiritual. Tiempo ha que os he señalado para esta misión y lo que en este tiempo he hecho al marcar vuestro frontal, sólo ha sido la confirmación del destino y de los dones que de Mí recibisteis desde el principio de vuestro ser. La paz, la fuerza, la luz perpetua, la potestad sobre espíritus turbados, el don de curación, la palabra, la oración espiritual y tantos dones que revisten a vuestro espíritu, son las armas con las que podréis labrar la paz de esta nación, la cual será tierra fecunda de profetas, emisarios, maestros y apóstoles del bien.

Cuando todas estas profecías se cumplan y los hombres busquen en las Escrituras algún indicio de ellas, se sorprenderán al encontrar a cada paso el indicio claro de todo cuanto vuestros ojos contemplaron en este tiempo y en los que están por venir. Entonces la humanidad dirá: En verdad ésta es la Tercera Era, la nueva venida del Señor.

Para algunos parecerá que este pueblo goza de un privilegio, pero después todo el mundo sentirá que el Espíritu del Señor se encuentra derramado sin distinción en toda su familia Universal.

¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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