sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 71

Discípulos amados: En este tiempo habéis recibido la gracia de sentaros a mi mesa; venid y estad en espíritu Conmigo. Guardad mi palabra en vuestro corazón y llegaréis a formar un álbum de maravillosa sabiduría con mis lecciones de amor.

La luz de mi Espíritu Santo iluminará sendas y desiertos para que la humanidad pueda encontrar el verdadero camino, el de su evolución espiritual. Vengo cuando la perversidad y la corrupción se hallan en su mayor altura; mi Doctrina aparece ante vosotros como arca salvadora. El mundo es un océano de dolor; al ver esa arca ¿No deseará la humanidad encontrar en ella la salvación?

Discípulos: Todos vosotros conocéis los desiertos y las encrucijadas de los caminos, por eso sois los indicados para ir en busca de las multitudes ávidas de luz.

Id en pos del leproso cuando en vuestro corazón ya no haya lepra, hablad de amor a los que se encuentren agobiados por el dolor, y cuando mi Doctrina se haya identificado en vuestros sentimientos y sintáis amor y caridad hacia vuestros hermanos, habréis adelantado en vuestra evolución espiritual. Indicad a vuestros hermanos el camino y no os molestéis si al final os dejan solos por su ingratitud. Vuestra satisfacción la tendréis al saber que aquellos que estaban perdidos se están acercando a Mí, y vosotros sentiréis mi compañía en vuestra soledad.

Ahí descenderá el maná a sustentaros y siempre tendréis algo que dar a los necesitados.

Os amo y os quiero perfectos, por eso mi justicia se manifiesta en forma inexorable entre la humanidad. Todas las obras pasadas y aparentemente olvidadas de Dios, serán juzgadas en este tiempo en el cual el espíritu encarnado puede entender, aceptar y comprender mis juicios. Reyes, jueces, señores, todos los que en alguna forma hayan sembrado la semilla del mal entre sus hermanos, estarán presentes en el juicio del Señor; mas os digo que en vez de atarlos con cadenas, de privarles de la luz o de someterlos a tormentos eternos, como pudiera creer la humanidad en su ignorancia, les señalaré una misión en mi Obra de salvación a fin de que purifiquen su espíritu, reparen los yerros que hayan cometido y comprendan que mi justicia procede del amor divino. Si a esos grandes pecadores, de muchos de los cuales ha recogido vuestra historia los nombres, llegado el tiempo los tomo para llevar a cabo obras de fraternidad y de paz entre la humanidad, ¿Cómo es que vosotros llegáis a veces a considerar a algunos de vuestros hermanos como un estorbo en vuestro camino? ¿Cómo es que llegáis hasta a querer apartar de la senda de vuestro destino a esos seres a quienes mi voluntad allí colocó? ¡Ah, si supiéseis que muchas veces ellos son los que mejor me sirven y los que os van a ayudar a llegar a Mí!

Que vuestro corazón sea semejante a estos recintos donde os reunís para escuchar mi palabra; por esas puertas han pasado los que han delinquido en muchas formas, los que han manchado su mano con la sangre de su hermano, los que ocultan hurtos, calumnias y deshonras; y sin embargo, ¿Cuándo han sido rechazados por Mí? o por lo menos ¿Cuándo han sido descubiertos delante de los demás? Un piadoso velo de ternura ha cubierto sus manchas, mientras mi Espíritu ha conversado a solas con aquel pecador. Vedles cómo oyendo mi palalabra aprenden a orar, elevando su pensamiento hacia el infinito, a sentir que quien se acerca a lo espiritual recibe fuerza, luz, inspiración y bálsamo, aliento y paz.

Pueblo bendito: En estos instantes en que la guerra estremece al mundo, os he pedido que veléis y oréis por vuestros hermanos, que sintáis su dolor y les enviéis sentimientos de luz y de paz; mas debo deciros que antes debéis aprender a amar, a servir y a perdonar a los que os rodean, para que sepáis amar y servir a los ausentes. Amad vuestro destino, aceptad vuestro cáliz estrechad con amor vuestra cruz; nadie sabe qué espíritu anima a su ser, ni conoce mientras esté en la Tierra, el porqué de su restitución.

Sea la conciencia la que ilumine al espíritu y el espíritu el que guié a la materia.

Dejad vuestra tristeza y vuestra desesperanza, todos podréis llegar a la mansión prometida, para eso vengo a ayudaros. ¿Qué tiempos más propicios que el presente esperáis para levantaros? ¿Acaso esperáis tiempos de paz para hacer méritos? De cierto os digo que éste es el mejor tiempo para alcanzar vuestra restitución y lograr méritos.

A vos pueblo os digo: Aprovechad la divina lección que os he traído, porque en el año 1950 os quedaréis sin ella; antes dejaría de alumbrar el sol, que dejar de cumplirse mi palabra; mas los que no la hayan guardado en su corazón tendrán que llorar por su ingratitud, no siendo esa mi voluntad.

A cada momento os pongo alerta y en cada lección os preparo para que no os perdáis del camino ni manchéis más vuestro espíritu.

No seáis hombres de poca fe; ved que lo que os ofrecí en los tiempos pasados os lo he venido a cumplir en el Tercer Tiempo en cambio, el hombre no ha sabido cumplir sus promesas y deberes.

Por momentos os levantáis a seguirme, cuando sentís que os auxilié en vuestras pruebas y que mi caridad os ayudó a salir ilesos; mas después volvéis a olvidaros por vuestra ingratitud.

Entre vosotros también se encuentran los que me aman, los que sólo esperan el tiempo de las pruebas y la persecución para demostrar su fidelidad y fortaleza. Esos serán los que se levanten en pos de las comarcas azotadas por los elementos a impartir su caridad a los necesitados. Yo haré que ellos reconozcan el instante debido para levantarse al cumplimiento haciendo que en su corazón sientan el mensaje que les dirá que no lleven doble alforja para el viaje y que confíen en mi poder celestial.

Otros labriegos serán enviados a hablar de mi Obra en otras naciones y ahí con sus obras de amor y sus oraciones detendrán la guerra. Cuando llegue el instante de su cumplimiento no se rebelarán a mi mandato por tener que dejar a los suyos y a sus bienes; ellos no imitarán al rico avaro.

El que lamentase tener que dejar lo que tiene por seguirme, hará doloroso su camino y pesada su cruz; en cambio, quien lleno de conformidad y de confianza todo lo abandone a mis ciudados tendrá paz y fortaleza en la lucha y a su retorno encontrará todo tal como lo dejó.

He venido a revelaros los dones espirituales que poseéis y a enseñaros el usó que de ellos debéis hacer, para que nunca los toméis para hacer obras que no estén dentro de mi Ley porque entonces en vez de entregar luz, sembraríais tinieblas y confusión.

No hagáis que por vuestros actos imperfectos, los mismos vuestros os desconozcan y se aparten de vosotros. Ellos llegarán a comprenderos cuando vosotros me hayáis comprendido a Mí.

Yo quiero que mis discípulos se encuentren siempre preparados para acudir al llamado del que sufre y sanarlo con verdadera caridad.

Mirad cuántos enfermos existen cerca de vosotros; contemplad que no hay hogar libre de enfermedades. Ved cuántos poseídos que no reciben caridad de nadie. Ahí están las tierras para sembrar; llevad vuestros dones, llevad la luz y libertadlos de sus cadenas, sin olvidar que también debéis de tratar con amor y caridad a los seres invisibles a fin de que les hagáis penetrar en la luz.

¿Por qué cuando os inundo de paz y bienandanza os tornáis en perezosos? ¿Será menester que el dolor os acompañe siempre para que vuestro corazón se acuerde de Mí y vuestro espíritu se encuentre alerta?

Levantáos y no volváis a pecar; no os debilitéis en los placeres de la Tierra porque tendréis que responderme tanto de vuestro espíritu como de vuestro cuerpo y llegará el instante en que aunque vuestro clamor se eleve hasta los cielos, no se os conceda lo que pidáis, porque por primera, segunda y tercera vez se os entregó, y ya con conocimiento de causa lo desaprovechásteis. Es que habéis visto que ante todo soy amor y perdón, pero no olvidéis que en mi justicia soy inexorable.

Velad, porque pronto vendré como Juez sobre toda secta y religión, y a cada guía, a cada pastor o ministro le preguntaré qué ha hecho de los espíritus que se le han confiado. A todos les preguntaré qué han hecho de mi Ley y de mi Doctrina y toda mala hierba será exterminada.

Velad también por la paz de esta nación a la que he señalado para que en ella sea escuchada y estudiada mi palabra. La guerra, la codicia, las ambiciones y las falsas doctrinas acechan a vuestro pueblo. Mas Yo os libraré de las garras del Faraón que quisiera convertiros en sus vasallos porque ahora estáis sirviendo a mi causa.

Mas si vosotros quisiéseis nuevamente la esclavitud, ella os será dada; pero no olvidéis que estáis destinados a velar por la paz del mundo e impedir que la guerra arrebate a los hijos de los brazos de sus padres. Orad para que con vuestra oración se disipen las tinieblas.

Madres, orad por la humanidad. Doncellas, perseverad en la oración y en la virtud; sois vosotras la fuente de donde brotarán las generaciones del mañana que deberán dar testimonio de mi verdad.

Pueblo, no han sido las palabras que habéis pronunciado en vuestra oración las que han abierto mi arcano; ha sido la voz de vuestro espíritu y el latir de vuestro corazón. Recibid cuanto os entrego porque no quiero percibir tristeza ni menesterosidad entre este pueblo que tanto amo. No perdáis la vestidura de paz con que vengo a cubriros.

El altar espiritual, invisible a vuestros ojos materiales, os invita a cada instante a depositar en él vuestra ofrenda, que también deberá ser espiritual.

Oíd mi palabra, ella es la semilla que debéis sembrar,tiene por esencia el amor. Os la doy sin precio alguno, es el regalo reservado para vosotros en este tiempo. Yo no me canso de derramar amor en mis hijos, tampoco me canso de esperar su retorno a la buena senda; mas la humanidad sí tendrá que cansarse de seguir sembrando odio, violencia y egoísmo. Cada semilla de odio que siembre se le multiplicará en tal forma,que no le bastarán sus fuerzas para recoger su cosecha; este resultado imprevisto y superior a su poder humano,le detendrá su vertiginosa e insensata carrera. Después, Yo haré un milagro en cada corazón al hacer brotar la caridad, en donde sólo había egoísmo. Volverán los hombres a atribuirse toda perfección, saber y justicia. Recordarán que Jesús dijo: "No se mueve la hoja del árbol sin la voluntad del Padre"; porque hoy, según el sentir del mundo, la hoja del árbol, los seres y los astros se mueven por el acaso.

En verdad os digo que os tocaré con mi vara de amor y haré brotar agua de las rocas. Las culpas y las deudas que por siglos ha venido cargando la humanidad, le serán perdonadas y la paz será en los espíritus. ¡Venid a Mí, oh enfermos, oh ciegos del espíritu, mi bálsamo presto está a derramarse en cada uno de vosotros! ¡Venid a Mí los que ayer fuisteis señores y hoy sufrís privaciones, humillaciones y miserias; vosotros, que ayer supísteis de galas y honores y que hoy escondéis vuestras lágrimas en el rincón de vuestra alcoba! ¡Acercaos a Mí, varones que ocultáis el llanto a vuestra mujer y a vuestros hijos, para que no se acobarden ante la vida; abridme vuestro corazón y decidme todas vuestras cuitas. Yo os daré una llave, un pan y una moneda para que vuestra amargura se convierta en alegría! Hoy nada poseéis; el nido en el que vivís y en el que nacieron vuestros hijos, no es vuestro; sois como las aves que no sabéis cómo, pero vivís.

Es tiempo de justicia y de pruebas. El tiempo de complacencias en el que todo lo teníais ha pasado. Haced méritos en las pruebas y en justicia os concederé la luz y la paz para vuestro espíritu y lo que hayáis de menester en la Tierra os será dado por añadidura.

¡Cuánto dolor contemplo en vuestro mundo! La niñez ya conoce el cáliz de la amargura y pronto se le endurece su corazón. Las flores se marchitan en plena juventud, las canas comienzan a brillar prematuramente. Yo recibo vuestras lágrimas como un presente; ellas llaman a las puertas de mi caridad y Yo las abro para llenaros de esperanza y de paz.

¿No sentís que volvéis a la vida? Habéis depositado vuestra queja y vuestra confesión en Mí sabiendo que sois oídos y consolados porque Yo soy la resurrección y la vida.

Hoy venís bajo la nube de mi promesa a recibir sombra y se ilumina vuestro espíritu con el resplandor que mis lecciones os entregan.

Estáis viviendo el tiempo anunciado por profetas y videntes de los tiempos pasados cuyos espíritus contemplan ahora el cumplimiento de la divina palabra.

Si estuviéséis preparados espiritualmente, podríais contemplar en el infinito a las multitudes de seres espirituales que ante vuestra vista semejarían una inmensa nube blanca y al desprenderse de ella los mensajeros o enviados, les veríais aproximarse como destellos de luz hacia vosotros.

Vuestra mirada espiritual no es penetrante aún, y por eso tengo que hablaros del más allá, de todo aquello que no podéis alcanzar a contemplar todavía; mas os digo que tiempo llegará en que todos seais videntes y os deleitéis ante aquella vida maravillosa que ahora sentís distante, pero que en realidad vibra cerca de vosotros, os envuelve e ilumina, os inspira y llama incesantemente a vuestras puertas.

Esta Doctrina trae la misión de sensibilizar todas las fibras dormidas en vuestro ser para que el hombre desde esta morada vislumbre la luz del Reino que le espera.

Muchos siglos de materialismo pesan sobre la humanidad, pero no es ese su destino; el hombre no está condenado a ignorar eternamente la vida superior; si aún ignora muchas de las grandezas de la Creación no es porque Dios se las haya ocultado, sino porque su amor al mundo ha cegado los ojos del espíritu; Pero ya los abrirá a la luz y entonces reconocerá que su Padre siempre le ha buscado para revelarle el contenido del Libro de la Vida Verdadera.

¡Qué fuertes serán los hombres cuando se unan a sus hermanos que habitan en el Reino de la luz; mas para que ese tiempo llegue, aún deberá beber la humanidad mucha amargura!

El dolor será el cáliz que devuelva a los hombres la sensibilidad, la nobleza, la limpidez y la espiritualidad; mas en verdad os digo que no será vuestro Padre quien os ofrezca ese cáliz, sois vosotros los que lo habéis llenado y quienes lo habréis de beber para que lleguéis a conocer el sabor del fruto de todas vuestras obras, y después de ese juicio podáis levantaros a la vida verdadera, cuya senda estará iluminada por la luz de la conciencia.

Labriegos amados, ¿Habéis hecho un examen de conciencia antes de ofrecerme vuestro fruto?

¿Por qué veo llanto en vosotros? ¿Por qué las lágrimas asoman a vuestros ojos? Es porque no estáis conformes con lo que habéis hecho.

No temáis discípulos, Yo estoy recibiendo vuestro tributo de amor, cada una de vuestras obras de caridad y hasta esas lágrimas que habéis vertido, Reclinad vuestra sien en Mí, descansad escuchando mi dulce palabra, y sanaréis de todas vuestras heridas.

Delicada es la tarea que os he encomendado y es precisamente al escuchar mi voz, cuando mejor lo comprendéis; es que comparáis la perfección de mis enseñanzas con la humildad de vuestras obras y es entonces cuando las encontráis pequeñas e indignas de Mí; más Yo os digo que de la pureza o de la falta de ella en vuestras obras, sólo vuestro Padre puede juzgar.

Estáis frente a un pueblo que día a día os busca en demanda de bálsamo, de consejos, de luz y de consuelo y teméis a veces no estarle ofreciendo lo que Yo os he confiado.

Me agrada vuestro temor y celo, porque ello os hará adelantar en vuestra evolución, con lo que llegaréis a desarrollar y manifestar todos los dones que os he dado.

¿Anheláis perfeccionaros? Oíd con atención mis lecciones; nadie podrá corregiros con el amor, la sabiduría y la ternura con que lo hago Yo.

¿Queréis lavar vuestras manchas? Dejad que mi caridad os toque con su justicia sabia y perfecta.

No os reprendo ni os delato delante de vuestros hermanos; Yo sé llegar con mi luz a cada espíritu y sé hablarle de cerca en voz baja pero profunda a cada corazón.

Días vendrán en los que mi palabra se manifestará más severa, porque mientras más tiempo llevéis escuchando mi Doctrina y recibiendo mis mandatos, mayor será vuestra responsabilidad. Si queréis que el maestro no os hable en tono severo, en vuestro cumplimiento está evitarlo, siendo obedientes a mis órdenes, no familiarizándoos con esta bendita manifestación y siendo incansables sembradores de la caridad, de la luz y de la paz.

Dejad que sea mi palabra la que os despoje de lacras e impurezas y esperad a que no sea el dolor el que os purifique. Allí, en el fondo de mi palabra, podréis encontrar todo lo que necesitáis para comprender la forma perfecta de practicar mi Doctrina y tener fe para cumplir con vuestra restitución.

Pensad que si vosotros dais un paso trascendental en el camino de la espiritualidad, tras de vosotros vendrán las generaciones que alcancen mayor adelanto; vosotros quedaréis como cimientos firmes para que sobre ellos se levanten vuestros hermanos plenos de fe.

Formaréis dentro de mi Obra un nuevo apostolado, inspiraós en los altos ejemplos de aquellos que me siguieron en el Segundo Tiempo; mas si reconocéis que algunos de ellos tuvieron instantes de flaqueza que les hicieron faltar, procurad no caer en aquellos errores. No alberguéis los temores de Pedro para que nunca me neguéis; ni alimentéis sueños de gloria o de grandeza terrestre para que no cambiéis mi Obra por miserables monedas, como Judas Iscariote; ni dudéis jamás de mi presencia, como Tomás, para que no tengáis que arrepentiros dolororosamente.

Sabed que os amo, ya que en cada una de mis palabras os revelo ese amor, pero no olvidéis que también llegaría a tocaros severamente para haceros salir de vuestros errores o de vuestra obstinación en algo que sea impropio de mis discípulos. ¿Qué os falta para poder ser mis buenos discípulos? Todo lo tenéis; abrazad vuestra cruz, llevadla con amor porque en ella os elevaréis hacia la luz que espera a vuestro espíritu cuando vuestra misión haya sido terminada.

Vuestro gozo es muy grande cuando contempláis que mi amor prepara nuevos entendimientos por los cuales os daré mi palabra porque comprendéis que no os faltará el maná en el desierto. Esta palabra será el sustento que os de fuerzas para llegar hasta las puertas de la Tierra Prometida.

Estáis orando pueblo, mi voz os aparta del mundo y os ayuda a elevaros. Cuántas veces tenéis que esperar el instante en que mi rayo desciende entre vosotros para poder orar, porque antes no lo habíais logrado. Mirad cómo a medida que vuestro espíritu se purifica, va sintiendo más próxima mi presencia. Ya ha pasado el tiempo en que me sentíais lejano, en que me teníais como un Rey incapaz de descender hasta vosotros porque os juzgabais indignos y miserables. Por eso he venido en tres tiempos para darme a conocer plenamente por el hombre.

Hoy os he dicho: Preparaos para que sintáis mi amor y podáis llegar a comprenderme. El que se ha sabido espiritualizar, doquiera descubre mi huella y en todo momento siente mi presencia en él.

Venid incansablemente a escucharme; Yo os doy las armas necesarias para que logréis vencer los obstáculos y las malas influencias que puedan obstruir vuestro paso, Venced al mundo, venceos a vosotros mismos y llegaréis a Mí; luchad que Yo no os abandonaré en vuestra lucha.

No ha sido el acaso el que os ha traído a escucharme en este tiempo; ha sido mi caridad la que os entresacó de las muchedumbres porque os reconozco espiritualmente como primogénitos. Sobre vosotros descendió tiempo ha mi Ley y mi justicia. En vosotros fue la ley de los profetas y la sangre del Cordero; sobre vosotros es ahora la luz de mi Espíritu Santo la que os va aclarando los misterios. En los tiempos pasados formé un pueblo con vuestros espíritus, pueblo que en este tiempo, estando encarnado, es invisible entre la humanidad. Hoy no os unirá la raza, la sangre, el nombre, las tribus, ni siquiera sabrá el uno donde se encuentra el otro, y sin embargo, estaréis unidos por el espíritu. Sólo mi mirada perspicaz puede descubriros, mas no la mirada de César. ¿Quien podrá encontraros para reduciros a la esclavitud, al cautiverio?

Si os he llamado primogénitos, no esperéis que nadie se postre ante vosotros, a nadie humillaréis. Sólo Yo se quien es primero y quien postrero en este camino; mas como Yo os he heredado, heredad también a vuestros hermanos. Uníos en espíritu, en intuición, en pensamiento; tended lazos de amor y buena voluntad entre unos y otros, entonces seréis fuertes y nadie volverá a humillaros. Faraones, reyes, Césares y verdugos fueron sobre vosotros en tiempos pasados en los instantes de debilidad de mi pueblo. ¿Quién os oprimirá en este tiempo si no llegáis a debilitar? No tenéis necesidad de desconocer a nadie para cumplir con mi Ley. No rechazaréis a los hombres de ciencia, ni a los ministros de ninguna secta o religión. Vuestra misión se reduce a dar a conocer la revelación que os he traído. Os hablo de esta manera porque al crearos deposité en vuestro ser mi simiente de perfección. Quiero que por vuestras obras seáis semejantes a Mí. No os conforméis con asemejaros a mi Divinidad por poseer espíritu, inteligencia, conciencia y demás atributos, porque todo ello es obra mía.

No seré Yo quien venga a ofreceros un fruto y a deciros: Comedlo y seréis como dioses. Yo os he dicho: Comed este pan para que viváis en mi gracia, ¿Mas porqué el hombre no ha alcanzado a asemejarse a su Maestro con sus obras? Porque espiritual y moralmente se ha deformado en el materialismo y mientras tenga el anhelo de las grandezas de la Tierra, no podrá poseer la Tierra Prometida.

Yo dije que primero pasaría un camello por el ojo de una aguja, que un rico avaro penetrase en los cielos, y si alguien me pregunta si el que fue rico está condenado a no gozar jamás de las delicias de mi Reino, le digo que cuando aquel corazón se haya despojado de su avaricia, de su egoísmo y de su materialidad, habrá dejado de ser el rico avaro y entonces podrá penetrar en mi Reino. Mi justicia a nadie condena y menos eternamente. El fuego de que os hablan las Escrituras, es la conciencia inexorable que quemará como el fuego hasta purificar de toda mancha al espíritu y ese fuego cesa cuando ha desaparecido la huella del pecado. Entended que no soy Yo quien dicta vuestra sentencia, sois vosotros mismos.

El tiempo en que estáis penetrando es aquél en el que habéis de descubrir el tesoro del que dotó mi caridad a cada ser y que nadie en la Tierra os ha enseñado a descubrir; más bien estas lecciones os fueron prohibidas y ocultadas por los hombres temerosos de que llegarais a conoceros; pero he llegado Yo que sé que por el camino del espíritu y de la conciencia, nadie se perderá, para animaros y continuar buscando, estudiando y conociendo a vuestro ser, que es un principio para encontrarme y conocerme. ¿Quién podrá impediros que miréis hacia dentro de vosotros mismos? ¿Quién podría saber el instante de vuestra comunión espiritual Conmigo? ¿Quién podrá cerrar vuestros ojos a la luz de la Verdad?

Os estáis encontrando a vosotros mismos y a través del espíritu estáis recibiendo la revelación de la vida espiritual. ¿Quién de los que hayan despertado y contemplado esa luz podrá atentar contra su propio espíritu? ¿Quién se atrevería a privar de su existencia a su cuerpo, teniendo la intuición de lo que es el más allá? Sabed que no ha sido el azar el que os ha enviado a la Tierra. Nada se hace sin mi voluntad. Os he enviado para que seáis guardianes de la paz, la que compartiréis con vuestros hermanos por medio de la oración, de la palabra y del pensamiento, cuando os comuniquéis de espíritu a Espíritu con mi Divinidad.

Mirad la guerra, el hambre, la peste y la muerte como un tétrico cortejo que va de pueblo en pueblo sembrando el luto, la desolación y el exterminio. Luchad contra la guerra, tenéis las armas del amor y de la caridad. Vosotros, desde este mundo, podéis ser súbditos de mi Reino de paz al amaros los unos a los otros.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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