sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 69

En este instante Yo os perdono de toda culpa y os digo también, llegad si queréis hasta el sacrificio, mas no volváis a pecar. He escrito un libro en vuestro corazón; mas si os pidiere la lección, no sabríais explicarme una sola de sus páginas.

A pequeñas pruebas os he sujetado para que practiquéis la caridad poniendo en vuestro camino al necesitado de pan y de consuelo y ¡Cuántas veces me habéis cerrado vuestra puerta! Yo os he dicho muchas veces que me oculto en el corazón de esos hermanos vuestros que imploran vuestra caridad. Discípulos, esas ocasiones que vuestro Señor os brinda, de impartir la caridad espiritual o material, sirven para practicar la caridad perfecta, aquella que no espera recompensa y que en cambio, queda anotada en el libro de vuestras buenas obras. ¿Acaso no os he demostrado mi caridad con lo que he hecho con vosotros? Entonces id en pos de vuestros hermanos. Recordad cuántas veces os he concedido lo que considerabais imposible. Si queréis que el mundo reconozca que este es el tiempo de mi nueva manifestación, dad prueba de ello con vuestras obras de amor y no hagáis lo contrario de lo que en mis lecciones os he enseñado, porque estaréis negando mi presencia.

Si a pesar de vuestra lucha no llegáis a contemplar el fruto de vuestra siembra, no temáis; esta caridad es semejante a la que hacéis con el necesitado que llama a la puerta de vuestro hogar y del cual no esperáis pago; mas Yo concederé a vuestro espíritu que desde la escala en que se encuentre, descienda a regocijarse con la fructificación de la semilla que en la Tierra dejó.

Padres de familia: Sed sensibles a las manifestaciones de adelanto espiritual de vuestros hijos; observad con amor y caridad a la niñez que se os confía para que encaucéis a las nuevas generaciones por la senda trazada por mi luz. No las conduzcáis hacia el abismo, ni cavéis precipicios para ellas. Estos espíritus no deberán penetrar a la Sodoma y Gomorra de este tiempo.

Revestíos de paciencia, porque llegará el tiempo en que muchos os pregunten sobre esta palabra. Entre ellos vendrán los nuevos fariseos y escribas a escudriñaros. No tengáis prejuicios para contestar y dad sincera respuesta a todos, porque hasta de las respuestas y trato que deis a vuestros escudriñadores, tendréis que responderme.

Hoy late vuestro corazón lleno de gozo y la oración que elevéis es semejante al humo del incienso o al perfume de las flores. Cuando vuestros pensamientos alcanzan esa pureza, se unen a los de los espíritus justos que moran cerca de vuestro Señor.

A través de las eras os he dicho: orad. Hoy os digo que por medio de la oración podéis alcanzar la sabiduría. Si todos los hombres orasen, nunca perderían la senda de luz trazada por Mí. Por la oración, sanarían a los enfermos, no habría más incrédulos y volvería la paz a los espíritus.

¿Cómo puede ser feliz el hombre si ha rechazado mi gracia? ¿Acaso piensa que el amor, la caridad y la mansedumbre no son atributos del corazón humano?

La vida espiritual también está regida por leyes y cuando os alejáis de ellas muy pronto sentís el resultado doloroso de aquella desobediencia. Mirad cuán grande es mi anhelo de salvaros; hoy, como en aquel tiempo, cargaré la cruz para elevaros a la vida verdadera. Si mi sangre derramada en el Calvario conmovió al corazón de la humanidad y la convirtió a mi Doctrina, en este tiempo será mi luz divina la que estremezca al espíritu y a la materia para haceros volver al camino verdadero.

Quiero que vivan eternamente los que han muerto a la vida de la gracia; no quiero que vuestro espíritu habite en las tinieblas.

¿No oís las voces de justicia? ¿No miráis los elementos tocando comarca tras comarca? ¿Creéis que si vosotros vivieseis una vida virtuosa habría necesidad de que mi justicia se hiciera sentir de tal manera: De cierto os digo que no tendría objeto purificaros si os hubiese encontrado limpios.

Doblegad vuestra materia a lo largo de esta jornada, porque no es justo que vuestro espíritu tenga más tarde que desmancharse con dolor a causa de vuestras flaquezas.

Los pecadores lloran al escuchar estas palabras y me preguntan qué deben hacer para lavar sus manchas en esta vida, a lo cual les contesto: Haced obras de caridad entre vuestros hermanos; vuestro mundo es campo propicio para sembrar la caridad, se encuentra poblado por millones de corazones que sufren de distinta manera, de hogares en la miseria, de hombres y mujeres perdidos en el vicio; un mundo donde abundan los lugares de expiación, hospitales, presidios, campos de guerra. Perdonad, perdonad mucho en vuestra vida, comprended que el perdón nace del amor. El que me ame verdaderamente tendrá que amar a su semejante porque es mi hijo y le sabrá perdonar cuando por él fuese ofendido. Recordad que estando Yo en la cruz, mis primeras palabras fueron de intercesión y perdón para los que me sacrificaron.

En cada lugar y en cada familia pondré un hijo de la luz para que ellos preparen el camino de los demás y no sólo en la Tierra, sino en la vida espiritual para que vayan limpiando y preparando el camino delante de sus hermanos.

Muchos vienen a oír mi palabra, mas sólo Yo sé qué espíritu viene oculto en cada cuerpo. Unos me escuchan con frialdad, otros con duda; mas hay muchos que tiemblan de amor y de gozo al sentir mi esencia divina, mientras otros son atormentados por remordimientos que su materia ignora, porque muchos de ellos gritaron en aquel tiempo a Pilatos: ¡Crucificadle! ¡Crucificadle! y hoy sollozan, y en su dolor serían capaces de gritar con lágrimas en sus ojos: ¡No le crucifiquéis, es el Divino Maestro!

Mucho os he dicho que vosotros y aquellos sois los mismos. Venid a saborear de nuevo el vino y a comer el pan de mi mesa, comed del Cordero. El es el germen de la vida. Venid, hambrientos, sedientos, manchados; fortalecéos y hartáos, porque luego os diré: tomad vuestra cruz y seguidme. En mi mesa de este tiempo, lo mismo será apóstol el varón que la mujer; a esta mesa sentaré a vuestro espíritu.

Han sido las mujeres las que en este tiempo han levantado el estandarte espiritualista delante de las muchedumbres; ellas han ido dejando en el camino la huella del apóstol celoso de la Ley del Señor. En mi nuevo apostolado estará la mujer al lado del varón y no habrá edades para servirme; lo mismo lo hará el adulto que el niño o el anciano; lo mismo la doncella que la madre, porque vuelvo a deciros que es a vuestro espíritu al que busco y que él, tiempo ha que ha dejado su infancia. Estos siervos no serán doce como en el Segundo Tiempo; ahora serán ciento cuarenta y cuatro mil, doce mil de cada tribu. Se encuentran diseminados entre la humanidad, mas mi amor los ha marcado, y espiritualmente se encuentran unidos aun cuando unos habiten en este mundo y otros en el valle espiritual. De los que habitan la Tierra, unos hablan una lengua y otros distintos idiomas, mas ninguno se perderá del camino de su destino porque la luz de mi Espíritu Santo los guía. Yo conozco el tronco de ese árbol, sus ramas y sus hojas, y ese árbol tiene por misión dar sombra a la humanidad.

Mi Espíritu viene a daros sus revelaciones en cumplimiento a las profecías de los tiempos pasados. En verdad os digo que ya estáis viviendo los tiempos que os fueron anunciados. Os prometí volver y heme aquí. Os hice conocer las señales que habían de ser antes de mi llegada y lo que había de ser en el tiempo de mi presencia entre vosotros y ved que todo se ha cumplido. No se borró de vuestro espíritu la promesa de mi venida y me esperábais; mas estábais por desfallecer azotados por las vicisitudes y hoy que me tenéis y escucháis os pregunto: ¡Cuándo haréis vuestra mi pasión? ¿Cuándo amaréis en verdad y sufriréis por la causa que abrazó Jesús?

Pueblo: mi palabra estremece vuestro corazón y brotan lágrimas de vuestros ojos cuando pensáis que Aquél que tanto os amó, terminó su vida en una cruz; me recordáis ensangrentado en el madero y entonces vuestro espíritu se conmueve. Mas sabed humanidad, que si los sufrimientos corporales de Jesús fueron cruentos, tan sólo fueron un reflejo del dolor del Espíritu Divino.

Hoy vengo a ofreceros el pan de mi palabra, pan que no está amasado con levadura, ni se gana con el sudor de la frente. Elías ha abierto la puerta de la estancia para que paséis y os sentéis a la mesa del Señor en el Tercer Tiempo y ha bendecido vuestro sendero para que lleguéis a la presencia del Maestro.

Los que se consideraban manchados e indignos de presentarse delante de Mí, hoy se sienten limpios; es que mi sangre no ha cesado de manar, es que mis heridas aún no se han cerrado y cada vez que los hombres se pierden del camino o caen en pecado, el sacrificio de la cruz, la soledad y las tinieblas de la humanidad están presentes sobre mi Espíritu.

De la mesa espiritual de este tiempo también se levantará el mal discípulo para ir a ocultar su traición y su remordimiento y también hoy los discípulos me harán aquella pregunta: ¿Quién es, Maestro?

En aquel tiempo cené por última vez acompañado tan sólo de mis apóstoles y lo que Cristo les dijo sólo ellos lo escucharon. Hoy ceno espiritualmente con mis nuevos apóstoles que forman multitudes y entre ellos descubro al fariseo, al hipócrita, al traidor. De distintas religiones vienen hombres y mujeres mezclados entre la multitud a escudriñar esta palabra y estas manifestaciones, para juzgarlas a través de cuanto saben y poder decir si es verdad. A todos os dejo acercar para que seáis testigos de este mensaje de sabiduría espiritual que os estoy entregando; es el Tercer Testamento el cual sólo el Espíritu de Verdad os lo podía revelar.

Mirad, los Israelitas por la materia guardan la ley de Moisés y la palabra de los profetas; los cristianos unieron la ley de Moisés y la palabra de Cristo en una sola ley. ¿Qué de extraño hay en que este pueblo espiritualista una aquellos dos testamentos a las revelaciones del Espíritu Santo? He ahí el Arca de la Alianza perfecta, ahí están la ley de Moisés, el amor de Cristo y la sabiduría del Consolador prometido para este tiempo.

Hombres que conducís por los senderos de la religión al espíritu de la humanidad; abrid vuestros ojos a esta luz, contemplad a este pueblo que se ha levantado en demanda de amor clamando justicia y pidiendo luz y es sólo una mínima parte de la humanidad la que va a levantarse como un solo hombre en busca de Cristo, en busca de su verdad y de su promesa. Observad la inclinación del hombre hacia lo eterno, hacia lo espiritual ¿O será posible que teniendo ojos no miréis? Yo todo lo sé y todo lo veo, por eso he venido en la noche como un ladrón a sorprenderos en vuestro sueño y a despertaros a la luz del nuevo día.

Tiempo ha que estoy doctrinando a este pueblo, que le he descubierto las enseñanzas que los hombres le habían ocultado; también le he revelado lo que Yo le tenía reservado, pero aún no le he dicho todo, todavía me manifestaré bajo esta forma hasta 1950. Los que no escucharon mis lecciones, recibirán mi mensaje a través del libro escrito por mis plumas de oro.

Después de mi partida muchos se levantarán en contra de este pueblo, en contra de mi Doctrina. Los mares serán cruzados por los que vengan a combatir y a perseguir a mis siervos, ¿Más quién podrá ocultar la luz del Divino Maestro? ¿Quién podrá detener la evolución del espíritu o hacer retroceder al tiempo? Si en la Segunda Era la humanidad creyó que dando muerte a Cristo sobre de una cruz, su Doctrina iba a morir, con su propia mano firmaron su sentencia, porque Cristo desde la cruz con su amor infinito todo lo venció; la verdad, como la luz, siempre triunfa sobre las tinieblas por densas que éstas sean.

Mi Espíritu os entrega la simiente para que la sembréis en las tierras que son el espíritu de la humanidad, las que se encuentran fertilizadas con el dolor y la lucha y sólo esperan la llegada del sembrador. Pronto mi nombre y mi Doctrina andarán de nuevo en todos los labios.

Para daros una lección de amor, voy a lavar vuestros pies, discípulos muy amados, para que unáis las enseñanzas que os di en este tiempo a las que os revelé en tiempos pasados. Quiero que cuando llegue 1950, último año de mi palabra entre vosotros, los que hoy sois párvulos, seáis entonces discípulos; hoy aún me escucháis con regocijo, mas ¿Qué será cuando me estéis escuchando y sepáis que es por última vez? Os recuerdo las pruebas del Segundo Tiempo, pero os hablo con nuevas palabras, por medio del entendimiento del hombre, porque si os hablara directamente no resistiríais la fuerza de mi palabra, ni la intensidad de su luz, ni la majestad de mi presencia.

Por eso vine como hombre a vosotros en aquel tiempo, y ante el mismo Juan, después de mi crucifixión, me presenté bajo algunas figuras simbólicas para que comprendiera mis revelaciones. En verdad os digo que os estoy preparando para que recibáis de espíritu a Espíritu la comunicación directa con mi Divinidad. Después de 1950 no me escucharéis más bajo esta forma, pero sentiréis mi presencia porque vuestra elevación será mayor y entraréis de lleno al tiempo de la comunicación espiritual. Y cuando la unión y la fraternidad hayan penetrado entre vosotros, será el tiempo de los grandes prodigios, el tiempo en que mi voz sea escuchada por la humanidad; entonces vendrá la lucha y la persecución, las puertas de estas casas serán cerradas, vuestros hogares calumniados, seréis llamados hechiceros, vuestros parientes os desconocerán y algunos de vosotros, por defender mi causa, hasta el presidio llegaréis; mas Yo estaré con vosotros para no dejaros desfallecer porque Yo soy la vida y estando en vosotros ¿Quién podrá luchar contra la Vida Eterna?

Alerta discípulos, porque cuando vuestra voz despierte a los que hoy están durmiendo, vendrán de sectas y religiones a deciros que es falso lo que poseéis, que ellos poseen el Arca y el cumplimiento de las profecías así como el contenido de los Siete Sellos y entonces si no sabéis luchar con las armas que os he concedido que son armas de amor y de sabiduría, habrá muchas confusiones entre la humanidad, y los hombres ansiosos de verdad y necesitados de luz, irán a donde los llamen y podrán equivocar el sendero.

Vosotros que habéis recibido la misión de guiar y conducir a este pueblo dad el ejemplo de fraternidad uniéndoos en espíritu bajo el ejemplo de Jesús, Moisés y Elías, quienes aparecieron unidos en espíritu en la transfiguracion del Monte Tabor.

Discípulos, no ha sido solamente con la palabra con lo que os he doctrinado en este Tiempo, también con mi caridad que he derramado constantemente en vosotros. Los tiempos de los símbolos han pasado; hoy seré creído, amado y comprendido sin símbolos y aún mi palabra irá perdiendo su sentido figurado porque ya estáis capacitados para comprender mi enseñanza, analizarla y ponerla en práctica en vuestras obras de amor.

Si creéis que Jesús por ser Hijo de Dios, no experimentó dolor, os equivocáis; si creéis que por venir hoy en Espíritu soy ajeno al dolor, también estáis en error; si pensáis que porque sé que al final todos estaréis Conmigo hoy no sufro, tampoco estaréis en los justo: en verdad os digo que no existe otro ser más sensible que el Espíritu Divino, Yo os pregunto: ¿Quién dio sensibilidad a todos los seres? ¿Qué podéis hacer de bueno que no me haga gozar? ¿Y qué podéis hacer de malo que no sea como una herida en mi sensibilidad? He aquí por qué os digo que la humanidad nuevamente me ha crucificado. ¿Hasta cuándo bajaré de mi cruz y me será arrancada la corona de espinas?

Hoy debéis recordar el Cenáculo de Jesús con el pan espiritual que he venido dándoos a través de los tiempos. Os he entregado grandes enseñanzas: el maná del desierto en el Primer Tiempo, el milagro de los peces en el Segundo. El pan que bendije y repartí en mi mesa en representación de lo divino, fue una lección que entregué a vuestro espíritu para que comprendiera mi amor. Hoy no traigo el pan material que os habla de enseñanzas celestiales; el tiempo de los símbolos ha pasado; hoy solamente os doy mi palabra en la que os digo que esta comunicación no es la más elevada que conoceréis, ni lo que por este medio os diga será todo lo que tenga que deciros.

Pueblo amado recordad y meditad en estas horas, sobre todo lo que hice en aquella noche, que fue la última que en cuanto hombre pasé entre vosotros, y meditad también sobre todo cuanto os he dicho en estos momentos en que al daros mi lección os he dicho: Bienvenidos seáis, discípulos del Tercer Tiempo, a quienes he reunido haciéndoos llegar de diversos puntos de la Tierra. Os he reunido para que forméis las nuevas caravanas de Israel que crucen el desierto que se extiende ante vuestra mirada y ahí recibáis la nueva lección del Señor.

Contemplo que de algunos no se ha podido apartar la idolatría, a pesar de las enseñanzas y pruebas por las que han pasado. Ved cómo he limpiado el sendero de vuestra evolución para que vengáis por él; mas no dejéis que la duda se interponga cual nube que impida a vuestro espíritu contemplar mi luz.

Habéis encontrado que os halláis en este tiempo más libre de las tentaciones humanas y que sólo os he concedido lo indispensable y os digo: no vayáis tras de lo superfluo.

Habéis encontrado una palmera en el desierto y una fuente de aguas cristalinas; no ha sido un espejismo, no ha sido una ilusión, ha sido una realidad. El ramaje y la sombra de la palmera son mi presencia espiritual; sus frutos, mi palabra; la fuente es el amor y la sabiduría que he derramado en vuestro corazón.

El que me ha escuchado con atención ha aprendido esta vez a oír la voz de su conciencia, a juzgarse a sí mismo, a ver su propia obra y aceptar para sí el dolor que se ha labrado. Entonces el espíritu revela lecciones profundas a la materia para convencerla de que debe ser mansa y conforme con las pruebas. Quien llegue a estas profundas reflexiones no podrá oponerse a mis mandatos divinos.

Mi palabra no se oculta a nadie, como en el segundo Tiempo; la dejo llegar al ignorante, al entendido, al limpio de corazón y al pecador, al sincero y al hipócrita. La campana celestial ha tocado a vuelo para todos. Si esta humanidad que en su mayoría ha bebido en la fuente de la Doctrína que en Cristo os enseñé, hubiese estado velando y orando cuando le di las señales de mi nueva venida, cuán grande hubiese sido su gozo sintiendo mi presencia. Fue necesario que os enviara un varón para que en 1866 os entregara mi mensaje y que por sus labios Elías os anunciara el nuevo tiempo. Desde entonces esta palmera ha extendido más y más su follaje llegando mi palabra a nuevas comarcas, haciendo surgir a los señalados y doctrinando a las multitudes. Los que me han escuchado con mansedumbre y me han seguido por el sendero de su evolución espiritual, no han vuelto a sentir fatiga, ni hambre ni sed en su camino. A su paso han encontrado la ingratitud, la burla, el desprecio y la indiferencia; mas nada los ha detenido porque su ideal está fijo en el punto de llegada y saben que esa meta no está en la Tierra.

Sólo los que se preparen con esta mansedumbre y espiritualidad, alcanzarán la potestad de apartar el dolor del que sufre, porque el que se llena de vanidad o hace mal uso de sus dones se despoja de esa gracia.

A nadie impongáis mi Doctrina bajo determinado nombre; mas levantad al que estuviere caído y decidle que tenga fe en Mí. ¿Quién podrá ímpediros que hagas el bien a vuestro semejante?

Dejad de pensar en las comodidades terrestres para que os preparéis a cumplír vuestra misión pensando en esas caravanas que se levantarán en busca del arca de amor que es mi Doctrina y que por el camino tendrán que encontrar a vuestros corazones.

¿Cuándo surgirán nuevamente apóstoles de mi causa como aquellos que me siguieron en el Segundo Tiempo? ¡Con cuánta fe, amor y firmeza defendieron mi verdad! ¡Vosotros desearíais hacer aquellas obras y aquellos milagros; mas de cierto os digo que podréis hacerlo si vuestra fe es tan grande como la de ellos. Sed hombres de fe y realizaréis milagros, aun cuando en lo material seáis los necesitados. Oídme y analizad mi palabra, de otra manera me habréis dejado hablar solitario en el desierto.

Sed humildes, ved que Jesús se inclinó ante sus discípulos para lavarles sus pies. Haced con vuestros hermanos obras semejantes a ésta y podréis llamaros dignamente mis discípulos.

¡Cuán pocos son los que han velado y meditado en el día en que Jesús expiró en la cruz!; mas en verdad os dígo que cuando meditéis sobre la muerte del Maestro, debéis pensar en que ese instante ha de llegar para cada uno de vosotros. Yo no podía temer a la muerte porque Soy la Vida; mas vosotros sí tenéis que preocuparos por llegar dispuestos y preparados al cumplimiento de vuestra misión.

Ninguno se sienta insignificante y mezquino porque no conocéis el don que traéis para hablar ni la abundancia de vuestro corazón para amar a vuestros hermanos.

Lloráis por la muerte afrentosa que disteis a vuestro Señor en el Calvario y no presentís que en este tiempo vais a herirme de nuevo y a burlaros de mi palabra; pero he prometido salvar a todos mis hijos y mi voluntad habrá de cumplirse. Si no le ha bastado a esta humanidad mí sangre derramada en aquel tiempo, tomaré una cruz espiritual para crucificarme en ella y derramar destellos de luz que lleguen a los espíritus a través de la conciencia de los hombres.

¡Ay de los que en este tiempo con sus profanaciones y desobediencia den mal ejemplo delante de los niños a quienes he enviado con una misión espiritual! ¿Queréis imitar a las turbas que entre gritos y burlas condujeron a Jesús al Gólgota, sembrando el terror en el corazón de los niños que no acertaban a explicarse por qué se martirizaba y se daba muerte a un hombre que sólo repartía bendiciones?

Cada vez que Jesús caía, lloraban aquellos inocentes; mas en verdad os digo que su llanto provenía más del espíritu que de la carne. ¡Cuántos de ellos me siguieron después y me amaron sin que de sus corazones se pudiera borrar el recuerdo de lo que sus ojos inocentes presenciaron!

Es tiempo de que meditéis en lo que os digo. Dejad que las multitudes me escuchen, dejad que los enfermos sean los primeros en llegar a mi presencia. Orad por los enfermos ausentes y visitad a los que están recluidos; pensad que en aquel Segundo Tiempo muchos de los leprosos vivían en las afueras de las ciudades y sabiendo que Jesús sanaba a los enfermos se resignaban a escuchar desde lejos el eco de su voz, porque decían: ¿Cómo llegar al Maestro si las multitudes nos rechazan? Entonces Jesús ante la indiferencia y el egoísmo humanos, premiaba su fe, limpiándoles su cuerpo del mal que les aquejaba.

No dejéis de escucharme en este tiempo porque aquellos que escucharen mi última palabra en el año 1950 la recibirán en su espíritu en representación de la última gota de sangre que se desprendió de mi cuerpo en la cruz.

Os habéis olvidado de la Ley y habéis esperado que los elementos os recuerden mi justicia: aires huracanados, aguas que se salen de su cauce, terremotos, sequías, inundaciones, son voces que os despiertan y os hablan de mi justicia.

¿Qué otro fruto puede ofrecerme la humanidad en este tiempo que no sea la discordia y el materialismo? Este pueblo que por años ha escuchado mi enseñanza tampoco puede presentarme una cosecha agradable.

Nadie escapa a mi justicia. Estoy juzgando a vivos y a muertos; mas en verdad os digo que si no os levantáis a practicar con verdad y pureza mi Doctrina, la justicia de los hombres os juzgará. ¡Cuánto se ha manchado esta humanidad! La sangre del Cordero enseñó a los hombres el sendero de la evolución del espíritu por el que deberán caminar para restituir las faltas cometidas; mas sobre de aquella sangre divina habéis vuelto a pecar. El mundo os ha cautivado, mas Yo vengo a reclamaros lo que a Mí me pertenece.

Apartaré la mala hierba que es cizaña y volveré a sembrar el grano dorado del trigo y esas tierras que por mucho tiempo han sido estériles, serán fértiles y pródigas.

Desde la antigüedad sabéis por Juan, mi profeta, que había de llegar un tiempo en que todo ojo me vería; ese tiempo lo tenéis a la vista. En esta era el espíritu de la humanidad abrirá sus ojos a la luz de la verdad y me contemplará, comprenderá mi palabra y sentirá mi presencia. De las piedras brotará no sólo agua también flores.

Hoy concebís que mi justicia os castiga desatando los elementos para sembrar la desolación, el luto y el hambre; sin embargo algún día comprenderéis que han sido vuestras obras las que desataron sobre vosotros aquellas calamidades, aquella justicia. También aprenderéis que vuestros méritos, vuestra fe y la oración pueden aquietar las fuerzas de la Naturaleza. ¿No habéis oído que cuando marco espiritualmente a mis hijos les doy potestad sobre los elementos? Esto no debe extrañaros si recordáis que al primer hombre lo autoricé para que se enseñorease sobre la Creación de la Tierra. He aquí por qué a veces os digo que el hombre no se ha encontrado a sí mismo y por lo tanto no se conoce.

Yo soy el Rey Universal, el hombre aquí en la Tierra es el príncipe, puesto que es mi hijo. ¿Acaso ha sabido el hombre hacer buen uso de la potestad de todos sus dones? De cierto os digo que ha desconocido a su Padre y se ha coronado rey para hacer su voluntad en el mundo; mas, quien no une su voluntad a la mía y camina fuera de las leyes divinas se hace acreedor a que éstas le juzguen; a esto le llamáis castigo y llegáis a llamarme Padre injusto.

En este Tercer Tiempo muchos espíritus verán mi luz e iluminando su sendero con ella, no volverán a desviar sus pasos; antes recordarán su pasado para conocer todas sus faltas y arrepentirse de ellas no buscarán más la grandeza humana, sólo la inmortalidad del espíritu.

Los hombres escalarán la cumbre del monte y desde ahí contemplarán la silueta de la Tierra Prometida, la nueva Jerusalém que os espera como supremo galardón en la eternidad.

¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!



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