Vengo a doctrinar al rebaño de Elías. Mi palabra es para
este pueblo lo que fue en el desierto el maná para el pueblo de Israel. Vuestro
espíritu en este tiempo buscaba inútilmente la verdad en los caminos hasta que
llegasteis a escuchar la voz de vuestro Señor. Yo soy el Caminante, el
Forastero que ha llamado a las puertas de los corazones. Los hombres en vez de
sentir mi presencia, han permanecido entregados a sus preocupaciones, a sus
ambiciones o a sus sufrimientos. Vosotros, que habéis sentido mi presencia y
escuchado mi voz, habéis recibido fortaleza para atravesar las vicisitudes y la
luz para comprender que no existe paraíso en las posesiones del mundo; que aquí
no se encuentra la Tierra Prometida, que ahora el mundo es triste valle de
lágrimas, tierra de exilio y de expiación. Será en el valle espiritual donde
encontraréis la paz y la felicidad verdaderas, donde Yo celebre con vosotros
las fiestas de vuestra llegada. Todo aquél que aspire a la verdadera paz,
tendrá que buscarla en mi verdad, en mi camino. En vano los hombres van tras de
una corona o de un trono creyendo que con alcanzarlo han conseguido tener la
paz, Yo os digo que el tiempo de los reyes ha tocado a su fin. Mi justicia ha
llegado entre los hombres.
Yo, vuestro rey, os enseñé que en la Tierra no hay más
corona que la de espinas, ni más trono que la cruz. Y todo cuanto hicisteis con
Jesús, lo sufrí por amor a vosotros. Hoy que he vuelto y os encuentro de nuevo
en el mundo, no vengo a reclamaros aquella sangre, vengo lleno de amor y de
perdón para vosotros a manifestarme entre los humildes, entre estos hijos
sencillos que no concebían mi llegada bajo esta forma.
Os he entresacado de la perversidad de vuestra vida, para
limpiar vuestras manchas, nombraros discípulos, confiaros una semilla preciosa
y llamaros mis labriegos, Yo os he encargado que cuidéis esa semilla celosamente, porque quien la perdiere, se
encontrará más menesteroso que antes.
Pueblo, este es el tiempo en que debéis penetrar en el
camino de mi Ley, para que no se repita el caso de los tiempos pasados en los
que las debilidades y caídas del pueblo de Israel fueron obstáculos que
impidieron que los demás pueblos adorasen al verdadero Dios.
La luz del Espíritu Santo es en vuestro cerebro para que
analicéis cuanto os estoy manifestando y sepáis contestar satisfactoriamente a
vuestros hermanos, No penséis que voy a dejaros entregados a vuestras propias
fuerzas, solamente con lo que vuestra memoria haya guardado de lo que os
enseñé. ¿Qué podréis entregar a los hombres sin mi intervención? ¿Qué pruebas
podréis dar sin mi ayuda? En cambio, si tenéis fe en mi poder y en mi auxilio y
estáis preparados, podréis sanar enfermos, convencer a increyentes y resucitar
muertos; a unos los buscaréis y a otros les recibiréis y la buena nueva será
dada a los hombres de que Yo me he comunicado por el entendimiento humano.
Hasta el último día del año 1950 en el que retiraré mi
palabra, seguiré entregando a los hombres mi mensaje de paz y amor, Mi
manifestación y mi palabra de este tiempo conmoverán a la humanidad,
estremecerán en sus mismas bases a las religiones y hasta la misma ciencia,
intrigada, se detendrá a escudriñar.
He aquí la verdad que presentíais palpar en este tiempo, mas
no creísteis encontrarla manifestándose con esta humildad y menos bajo esta
forma, Mas aquí está, ¡Juzgadla!
He venido a hablaros en un lenguaje humano, a veces en
sentido figurado y en parábolas, a veces con toda claridad. Grandes verdades os
revelaré aún por conducto de distinos portavoces porque uno solo no bastaría
para trasmitir el mensaje de mi Divinidad.
Venís de lejanas comarcas, con vuestro alfolí vacío y en
cambio traéis el corazón lleno de penas; mas cuando habéis escuchado esta voz
celestial y os he dado la bienvenida, habéis visto cómo vuestro sendero se
ilumina y la paz, la verdadera paz, penetra en vuestro corazón.
Así, oyendo mi palabra a través del entendimiento humano,
habéis llegado a comprender que este es el Tercer Tiempo; que mi comunicación
en esta forma será breve y que por lo tanto, debéis de aprovechar esta lección.
Consultáis con vuestra conciencia y ella os contesta que
andábais por caminos errados; entonces sentís un gozo infinito al comprender
que fue un verdadero milagro haber hallado el camino que habíais mirado tan
distante. Y es que para la fe no existen barreras, para el arrepentimiento
basta un sollozo, para la oración, un instante de elevación y para la
regeneración, siempre encontráis una oportunidad de restituir.
03-068.12 Cuando penetrásteis como postreros en el seno de estos
hermanos vuestros, os sentisteis indignos de estar con ellos, los mirásteis
como seres superiores; mas tarde vuestra perseverancia, vuestra fe y amor, os
hicieron sentaros entre los discípulos. Ya en ese lugar, unos se han sabido
mantener en la humildad; en cambio otros, por su falta de comprensión a mí
Doctrina, se llenaron de vanidad, se sintieron señores y llegaron hasta a mirar
pequeños a quienes antes habían admirado y envidiado. A éstos he tenido que
tocarles y corregirles; mas así como os digo que imitéis tan sólo a los que os
dan buenos ejemplos, ved cómo me sirvo también de los desobedientes y de los
ingratos para daros lecciones de gran sabiduría.
Algunos, al primer toque de mi justicia, saben volver al
camino de la obediencia; mas también hay quienes en su soberbia profanan mis
mandatos y se burlan de la Ley. Mi palabra entonces se hace extensa y clara
para que el hombre comprenda que es la humildad y la obediencia a mis mandatos
lo que os acerca a Mí.
Discípulos: contemplad la luz que llega hasta vosotros; es
el reflejo de las luces de la Nueva Jerusalén que os envía su mensaje desde el
infinito.
Esta nación en donde mi palabra se ha manifestado, no es la
nueva Jerusalén que Juan vio con los ojos del espíritu cuando así profetizó:
"Y yo, Juan, vi a la Santa ciudad, la nueva Jerusalén que descendía del
cielo como una novia ataviada para el esposo"; sin embargo, esta nación
será un símbolo de aquella ciudad espiritual. Sus moradores serán preparados;
de sus corazones brotará la paz y la bienvenida para todo el que a sus puertas
llamare; de su espíritu brotará la luz que resuelva los conflictos que han
envuelto a la humanidad y de su culto saldrá el ejemplo de espiritualidad y
elevación para otros pueblos.
Hoy todavía dudáis de que pueda cumplir tal destino esta
nación y esa duda surge en vuestro corazón, cuando veis que aun escuchando al
Divino Maestro y llamándoos sus discípulos, os encontráis materializados,
ligados a los deleites del mundo.
Comprended que no he querido traeros de prisa por el camino
de mis enseñanzas, pero que también os he dicho que no os estacionéis. ¿Teméis
a los juicios de la humanidad? ¿Teméis a los tormentos que por mi causa podáis
sufrir? De cierto os digo que la corona de espinas no será
ceñida a vuestras sienes, ni llevaréis una pesada cruz bajo el látigo
y los golpes de una multitud sedienta de sangre.
Amad a vuestros hermanos, sembrad mi caridad por doquiera,
pero nunca os amarguéis porque la humanidad pague mal el servicio que le
hacéis, recordad los ejemplos de Jesús.
El camino que ayer os tracé con mi sangre, hoy lo he venido
a marcar con mi luz; mas no imprimáis en él mancha alguna, ni dejéis huellas de
imperfección o de impureza porque mañana los hombres dirán que quien habló en
este tiempo fue un impostor.
No desafiéis mi divina justicia con desobediencias o faltas
a mi Ley; tampoco hagáis caer la justicia de la Tierra sobre vosotros a causa
de prácticas impuras.
Quiero que vuestro espíritu se manifieste y se desborde en
este tiempo sin que su materia sea una barrera que lo detenga o un velo que lo
oculte y que cada palabra que brote de sus labios sea de vida.
Pueblo amado, para vosotros el Segundo Tiempo pertenece al
pasado. Para Mí está presente. No es hoy la Judea el lugar de mis
manifestaciones; no es Jerusalén la ciudad que recibe a su Salvador con salmos
y ramas de olivo. Es otro sitio del mundo donde hoy me presento, pero es el
mismo pueblo, los mismos espíritus. Ahora la ciudad es vuestro corazón y
vuestros salmos y olivos, son de júbilo interior.
Ahora no me rodean Pedro, Andrés, Juan, Santiago, Bartolomé,
Felipe y los otros discípulos; ellos cumplieron su misión y os legaron su
ejemplo; hoy son muchedumbres de discípulos a los que estoy preparando.
Vosotros estáis palpando vuestros dones espirituales. En unos se manifiesta el
don de la profecía por medio de la videncia y de los sueños, en otros el don de
la palabra y en otros más el don de inspiración, la comunicación espiritual y
el de curación; pero en todos vosotros existen los mismos dones que podéis
desarrollar con vuestras obras de amor hacia vuestros hermanos.
Todos habéis visto o sentido la transfiguración dentro de mi
comunicación, cuando desaparece de vuestra vista el portavoz a través del cual
os doy la palabra y aparece Cristo en espíriru, lleno de amor hacia vosotros.
Discípulos, ya nos acercamos a las puertas de la ciudad;
miradlas, es el corazón de la humanidad. ¿Estará preparada para recibir al
Maestro y a sus discípulos?
Velad y orad, porque mientras unos me reciban con himnos,
los fariseos estarán acechando y habrá quienes también os ofrezcan las monedas
a cambio de vuestro silencio. Velad para que no caigáis en tentación, porque de
esa prueba surgirán los malos discípulos que traicionarán su fe.
Os traigo la paz y una nueva enseñanza. Si mi sacrificio del
Segundo Tiempo abolió el sacrificio de víctimas inocentes que inmolábais en el
altar de Jehová, hoy el sustento de mi palabra divina ha hecho que ceséis de
representar mi cuerpo y mi sangre con el pan y el vino de este mundo. Todo
espíritu que quiera vivir tendrá que alimentarse del Espíritu Divino. Quien
escucha mi palabra y la siente en su corazón, se ha alimentado en verdad; ese
no sólo ha comido mi cuerpo y bebido mi sangre sino que también ha tomado de mi
Espíritu para alimentarse. ¿Quién después de haber probado este alimento
celestial volverá a buscarme en cuerpos y formas hechos por manos de hombres:
De tiempo en tiempo vengo borrando tradiciones, ritos y formas y sólo dejo en
vuestro espíritu la Ley y la esencia de mis enseñanzas.
Este tiempo es de recordación, de meditación y análisis;
dejadme penetrar entre vosotros. Vengo de las ciudades y de los campos de
batalla y he compartido con mis hijos el pan de su amargura, he derramado luz
en todos los caminos, he hecho prodigios y he dado pruebas de mi presencia
entre los hombres y es necesario que vosotros me recibáis para que escuchéis
hasta la última de mis palabras.
Dejad que encuentre la estancia preparada en vuestros
corazones, que allí sea mi mesa y en ella el pan. Quiero sentiros arrullados
por mi amor como lo hice con el dulce Juan. Oh multitudes, sabed prepararos y
penetrad en verdadera vigilia para que no profanéis lo divino y sí lo dejéis
manifestar; ved que recibís mi rayo divino en vuestro entendimiento aún lleno
de pecado y de pasiones. Si en el Segundo Tiempo me hicisteis cargar una cruz
bajo el azote y las burlas, hoy dejadme morar en vuestro corazón.
Os pido preparación que quiere decir regeneración y
espiritualidad, para que al llegar el año 1950 las multitudes sean muy grandes.
Porque entre las muchedumbres mi mirada descubre a aquellos que son de los
144,000 y que he de señalar en su frente y hacerles reconocer su misión. Mas no
temáis si en el último dia no han sido marcados los 12,000 de cada tribu, desde
el infinito les haré sentir mi caricia y les señalaré la misión a ellos
encomendada. No importa el lugar donde se encuentren. Os digo esto porque sólo
Yo puedo señalar el destino y los cargos de cada criatura y no habrá quien
pueda hacerlo después de mi partida.
Os haré presente después de 1950 quiénes son aquellos que
sin haber escuchado mi palabra formarán parte de ese número; ellos también
sabrán dar pruebas. Después de que mi palabra haya cesado, habrá quienes traten
de imitaros para sorprender la buena fe de los hombres; mas vosotros estaréis
preparados para que descubráis toda falsedad.
Conservaréis en vuestro corazón mi adiós en la forma en que
os lo dé; mas haréis llegar este testimonio a otras naciones y diréis a la
humanidad que me encuentro en espíritu muy cerca de todos mis hijos.
Hoy os digo: he aquí al Maestro, aquél a quien llamaron las
multitudes "El Rabí de Galilea". Vengo a daros la Doctrina de
siempre, la enseñanza del amor; el banquete al que hoy os invito es espiritual,
el pan y el vino, también; mas hoy como ayer y como siempre, Soy el Camino, la
Verdad y la Vida.
Vengo a daros mi fortaleza porque este Tercer Tiempo es de
pruebas. Mi calor ha descendido a vuestro corazón que se encontraba frío como
la losa que cubre al muerto, y ya sentís que late de amor hacia vuestro Padre.
Habéis visto cómo de entre las grandes multitudes he ido entresacando a los que
han de llevar en su frente la marca divina, y que mi palabra les dice que esa
gracia de que los he investido, no es para que se levanten sobre los demás,
humillándolos, sino que deben llevarla con la humildad del que está pronto a
servir a sus semejantes porque reconoce que esta lección es para todos.
Está a vuestras puertas una etapa de gracia; en ella deberá
penetrar este pueblo con su mente inspirada y con pleno conocimiento de cuanto
diga y vea; no deberá sorprenderos este tiempo envueltos en rutina y menos
ocupados en lo superfluo.
Esta etapa en la cual he venido a dar testimonios de mi
presencia bajo esta manifestación, derramando prodigos en el camino de cada uno
de vosotros, será el recuerdo que os fortalezca mañana en la lucha para que
podáis caminar con sumisión, espiritualidad y amor. Mi Ley brillará a través de
vuestra conciencia e iluminará vuestro sendero como brillaba el rostro de
Moisés cuando descendió del Sinaí en busca del pueblo que se encontraba en la
falda.
Las doce tribus se reunirán nuevamente en torno de mi Ley.
Al frente se hallarán los doce mil señalados de cada tribu, y cuando ésto sea,
les diré: Id por los caminos como el buen discípulo de Cristo a dar la buena
nueva de mi presencia.
Todas las profecías se cumpliran y la humanidad verá brotar
de sus más oscuros e ignorados rincones a un pueblo humilde, pobre de bienes
materiales, pero fuerte de espíritu, celoso de mi Ley y misericordioso con sus
hermanos. Su santuario será interior, invisible e intangible, por lo tanto
imposible de ser destruido; ahí arderá una lampara inextinguible que le
iluminará el sendero. Sus travesías y pruebas serán penosas y duras, mas nunca
flaqueará por ello, ni llorará de descontento o aflicción, ni me dará la
espalda, porque tendrá la fortaleza del apóstol. Los hombres surgirán de la
escoria, del fango y del pecado a la Ley y a la virtud, y andarán por los
caminos del amor y de la gracia. Doquiera será sentido mi Espíritu, todo ojo me
verá, todo oído me escuchará y todo entendimiento comprenderá mis revelaciones
e inspiraciones. Hombres tenidos por torpes y rudos se verán de pronto
iluminados y convertidos en mis profetas; de sus labios brotarán palabras que
serán como agua cristalina sobre los corazones marchitos.
Esa agua la tomarán los profetas de la fuente de sabiduría y
verdad que soy Yo; en ella encontrarán salud, limpidez y vida eterna.
03-068.40 Todo el dolor que en estos instantes se abate sobre la
humanidad es el cáliz de amargura por el cual alcanzarán la purificación. Las
viudas y los huérfanos se multiplican día a día y sobre su desolación y sus
lamentos se ha tendido el manto de María. Mi justicia ha descendido sobre
vuestro mundo y con ella hasta la faz del planeta se trasformará. La Naturaleza
reclama al hombre sus profanaciones, por ello los elementos han sido desatados.
Los hombres de ciencia que dicen creer en Mí se sorprenden y confunden, y
cuando han visto venir mi justicia han exclamado: ¡Padre, Padre!; mas no ha
sido de amor o de arrepentimiento su grito, sino de temor por su vida y por lo
que en el mundo poseen. Yo os digo nuevamente que no todo el que me dice Padre,
me ama.
Si al ver la humanidad todas las señales del juicio, los
ricos se apresurasen a compartir con los pobres lo que tienen, los que han
ofendido pidieran perdón, los que se han manchado con el hurto, el vicio o la
mentira se arrepintieran y se dispusieran a limpiar su manchas, de cierto os
digo, que las aguas volverían mansamente a sus cauces, los vientos huracanados
se tornarían en suave brisa y la guerra, que ha poseído a los hombres, se
convertiría en ángel de paz; pero es duro vuestro corazón, veis pasar a vuestro
lado al desnudo sin que sintáis su frío, y no presentís el hambre o el dolor de
vuestros hermanos, aún cuando estén al alcance de vuestra ayuda.
Nadie quiere meditar en que sólo sois peregrinos en este
mundo, ni queréis hacer algo que pueda seros útil en vuestro viaje a la
eternidad.
Aquí me tenéis humanidad presente espiritualmente, real y
verdadero dentro y fuera de vosotros, para que escuchéis la voz del Verbo y os
levantéis a tomar las sandalias, la alforja y el cayado, y vengáis por el camino de mis enseñanzas hasta la presencia
de quien es vuestro único Dios.
Pueblo de Israel, os encontráis ante mi presencia. Venís
como inocentes niños, sin reconocer que traéis en el espíritu un cúmulo de
deudas que es preciso que saldéis. Habéis sido enviados una vez más en este
tiempo para que tengáis ocasión de reparar vuestras faltas pasadas, y podáis
elevaros hasta ese plano en que quiero contemplaros.
Llegáis a oír mi palabra en este día y con la inseguridad en
el corazón os doblegais ante Mí y me preguntáis si he vuelto entre vosotros y
Yo os digo: Meditad y veréis que os he manifestado mi amor y os he hecho sentir
mi presencia. Os he escogido de entre grandes multitudes de seres para que
recibáis esta herencia y después la trasmitáis a vuestros hermanos.
Me presentáis vuestra lucha, trabajos y desvelos y Yo los
recibo porque me son gratos. Os contemplo cansados, con vuestra planta
sangrante pero con la experiencia que da la vida. Algunos me imitáis y lleváis
vuestra misión con paciencia y elevación. Pensad en los que vendrán después de
vosotros y preparadles su camino; vuestro ejemplo será la mejor herencia.
Mientras vivís humildes y trabajáis obedeciendo mis mandatatos, sentís mi paz;
mas cuando dejáis que vuestro oído se cierre para mis advertencias equivocáis
el camino y no consideráis que la humanidad está pendiente de vuestros actos y
os juzga a cada instante. ¿Cómo podríais hablar de mi poder y de mi sabiduría si
os atribuyeseis mis palabras para ser ensalzados? Sentid la grandeza real que
he concedido a cada uno de mis hijos y que es mayor que esa que vosotros
pretendéis tener. Cuando os conceda un prodigio, alegraos y pensad que en él os
he manifestado mi amor.
Estudiad mi:PARABOLA
"Encontrábase en una comarca un anciano rodeado de
hombres, mujeres y niños, a quienes había invitado a compartir un festín. Todos
llegaban de diferentes caminos obedeciendo el llamado de aquel anciano. Una
campana sonora tocó en lo alto y a su voz habían acudido en caravanas llenas de
sumisión hacia el lugar donde habitaba aquél que los llamaba.
Al penetrar en la estancia aquellas multitudes, no vieron en
la mesa el pan, los manjares y el agua que alimentan al cuerpo, y la
desconfianza en unos y la mofa en otros empezó a invadir los corazones.
Inclinaban su cerviz aparentemente humildes, mas en el fondo hacían juicio en
contra del anciano; mas él, que sabía lo que pasaba en el interior de aquéllos,
les dijo: Venid a Mí y escuchad: Os habéis encontrado perdidos como náufragos
en el camino de la vida, sin un faro que os salve; habéis muerto al amor y a la
alegría y desconocéis el fin para el que habéis venido a este mundo. También os
habéis dejado vencer por las vicisitudes de la vida, por el mundo y sus
pasiones, y por eso os he llamado. Voy a trazaros la senda que os hará
felices y a daros la luz. Pedidme y os daré. Ellos, temerosos, sintiendo que el
anciano leía en su corazón y conocía su pensamiento, le mostraron su cuerpo
enfermo, su cansancio y su sed de espiritualidad.
Bienaventurados seáis, les dijo el anciano. Voy a concederos
los bienes que necesitáis, voy a calmar vuestra hambre y vuestra sed.
Entre esas multitudes se encontraban lo mismo los hipócritas
que los hombres de corazón limpio y todos escucharon la lección. Abrió el libro
de su enseñanza perfecta y les dio por alimento su palabra y cuando hubo
concluido les preguntó: ¿Habéis calmado vuestra hambre? ¿Estáis satisfechos? Ellos
dieron gracias por el prodigio que habían recibido, pues nunca imaginaron que
el amor fuera tan poderoso. El anciano siguió diciéndoles: Bienaventurados
seráis porque habéis sabido recibirme. Este es el pan que sustenta al espíritu
y el agua que apaga la sed de amor y de perfección.
Después dio leyes y mandatos a aquel pueblo para que por
ellos se rigiera y se mantuviera digno de recibir siempre ese manjar. Los que
comprendieron ese mensaje prometieron obedecer y vivir siempre en el ejercicio
de las virtudes que aquel anciano enseñaba. El les dijo que cuando se sintieran
fuertes llevaran a otras comarcas su enseñanza, que los primeros tomaran este
cargo mientras que los demás se quedaran para recibir a los nuevos caminantes.
Partieron los señalados a cumplir esta misión llevando la
fortaleza del anciano. Velaron, oraron y dieron principio a su trabajo. Todos
se encontraban unidos por el mismo ideal, un sólo pensamiento les dominaba;
llevar aquel pan a los hambrientos. Encontraron a su paso tropiezos y su
espíritu luchaba por vencerlos; pronto empezaron a debilitar y a juzgar al
anciano preguntándose si su protección los seguiría por doquier. Ellos sabían
que de tiempo en tiempo debían de tornar a aquella casa en donde el anciano les
había reunido. Llegó el tiempo en que aquel pueblo celebró la conmemoración del
día en que había oído por primera vez la voz del anciano y acudieron grandes
multitudes; mas aquellos discípulos que habían partido no retornaron, habían
equivocado el camino y adulterado la Ley. El anciano sintió dolor por la
ausencia de aquellos discípulos, preparó nuevos mensajeros y les envió a
trabajar. Mientras los primeros prevaricaban y olvidaban la esencia de aquella
doctrina, los segundos hablaban en nombre de la virtud que aquel anciano
enseñaba y convertían corazones con la verdad de sus palabras".
Analizad mi parábola y no olvidéis que debéis velar
celosamente si queréis cumplir mis mandatos. Reunid a los enfermos, a los
sedientos y hambrientos y dadles el pan del espíritu. Derramad amor en los
corazones y no desconozcáis que sois mensajeros en mi Obra de luz y de restauración. No deis cabida a la soberbia ni a la vanidad para que no
os desheredéis. No os alejéis del cumplimiento de mi Ley; amaos los unos a los
otros y viviréis en paz.
¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!
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