sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 68

Vengo a doctrinar al rebaño de Elías. Mi palabra es para este pueblo lo que fue en el desierto el maná para el pueblo de Israel. Vuestro espíritu en este tiempo buscaba inútilmente la verdad en los caminos hasta que llegasteis a escuchar la voz de vuestro Señor. Yo soy el Caminante, el Forastero que ha llamado a las puertas de los corazones. Los hombres en vez de sentir mi presencia, han permanecido entregados a sus preocupaciones, a sus ambiciones o a sus sufrimientos. Vosotros, que habéis sentido mi presencia y escuchado mi voz, habéis recibido fortaleza para atravesar las vicisitudes y la luz para comprender que no existe paraíso en las posesiones del mundo; que aquí no se encuentra la Tierra Prometida, que ahora el mundo es triste valle de lágrimas, tierra de exilio y de expiación. Será en el valle espiritual donde encontraréis la paz y la felicidad verdaderas, donde Yo celebre con vosotros las fiestas de vuestra llegada. Todo aquél que aspire a la verdadera paz, tendrá que buscarla en mi verdad, en mi camino. En vano los hombres van tras de una corona o de un trono creyendo que con alcanzarlo han conseguido tener la paz, Yo os digo que el tiempo de los reyes ha tocado a su fin. Mi justicia ha llegado entre los hombres.

Yo, vuestro rey, os enseñé que en la Tierra no hay más corona que la de espinas, ni más trono que la cruz. Y todo cuanto hicisteis con Jesús, lo sufrí por amor a vosotros. Hoy que he vuelto y os encuentro de nuevo en el mundo, no vengo a reclamaros aquella sangre, vengo lleno de amor y de perdón para vosotros a manifestarme entre los humildes, entre estos hijos sencillos que no concebían mi llegada bajo esta forma.

Os he entresacado de la perversidad de vuestra vida, para limpiar vuestras manchas, nombraros discípulos, confiaros una semilla preciosa y llamaros mis labriegos, Yo os he encargado que cuidéis esa semilla celosamente, porque quien la perdiere, se encontrará más menesteroso que antes.

Pueblo, este es el tiempo en que debéis penetrar en el camino de mi Ley, para que no se repita el caso de los tiempos pasados en los que las debilidades y caídas del pueblo de Israel fueron obstáculos que impidieron que los demás pueblos adorasen al verdadero Dios.

La luz del Espíritu Santo es en vuestro cerebro para que analicéis cuanto os estoy manifestando y sepáis contestar satisfactoriamente a vuestros hermanos, No penséis que voy a dejaros entregados a vuestras propias fuerzas, solamente con lo que vuestra memoria haya guardado de lo que os enseñé. ¿Qué podréis entregar a los hombres sin mi intervención? ¿Qué pruebas podréis dar sin mi ayuda? En cambio, si tenéis fe en mi poder y en mi auxilio y estáis preparados, podréis sanar enfermos, convencer a increyentes y resucitar muertos; a unos los buscaréis y a otros les recibiréis y la buena nueva será dada a los hombres de que Yo me he comunicado por el entendimiento humano.

Hasta el último día del año 1950 en el que retiraré mi palabra, seguiré entregando a los hombres mi mensaje de paz y amor, Mi manifestación y mi palabra de este tiempo conmoverán a la humanidad, estremecerán en sus mismas bases a las religiones y hasta la misma ciencia, intrigada, se detendrá a escudriñar.

He aquí la verdad que presentíais palpar en este tiempo, mas no creísteis encontrarla manifestándose con esta humildad y menos bajo esta forma, Mas aquí está, ¡Juzgadla!

He venido a hablaros en un lenguaje humano, a veces en sentido figurado y en parábolas, a veces con toda claridad. Grandes verdades os revelaré aún por conducto de distinos portavoces porque uno solo no bastaría para trasmitir el mensaje de mi Divinidad.

Venís de lejanas comarcas, con vuestro alfolí vacío y en cambio traéis el corazón lleno de penas; mas cuando habéis escuchado esta voz celestial y os he dado la bienvenida, habéis visto cómo vuestro sendero se ilumina y la paz, la verdadera paz, penetra en vuestro corazón.

Así, oyendo mi palabra a través del entendimiento humano, habéis llegado a comprender que este es el Tercer Tiempo; que mi comunicación en esta forma será breve y que por lo tanto, debéis de aprovechar esta lección.

Consultáis con vuestra conciencia y ella os contesta que andábais por caminos errados; entonces sentís un gozo infinito al comprender que fue un verdadero milagro haber hallado el camino que habíais mirado tan distante. Y es que para la fe no existen barreras, para el arrepentimiento basta un sollozo, para la oración, un instante de elevación y para la regeneración, siempre encontráis una oportunidad de restituir.
03-068.12 Cuando penetrásteis como postreros en el seno de estos hermanos vuestros, os sentisteis indignos de estar con ellos, los mirásteis como seres superiores; mas tarde vuestra perseverancia, vuestra fe y amor, os hicieron sentaros entre los discípulos. Ya en ese lugar, unos se han sabido mantener en la humildad; en cambio otros, por su falta de comprensión a mí Doctrina, se llenaron de vanidad, se sintieron señores y llegaron hasta a mirar pequeños a quienes antes habían admirado y envidiado. A éstos he tenido que tocarles y corregirles; mas así como os digo que imitéis tan sólo a los que os dan buenos ejemplos, ved cómo me sirvo también de los desobedientes y de los ingratos para daros lecciones de gran sabiduría.

Algunos, al primer toque de mi justicia, saben volver al camino de la obediencia; mas también hay quienes en su soberbia profanan mis mandatos y se burlan de la Ley. Mi palabra entonces se hace extensa y clara para que el hombre comprenda que es la humildad y la obediencia a mis mandatos lo que os acerca a Mí.

Discípulos: contemplad la luz que llega hasta vosotros; es el reflejo de las luces de la Nueva Jerusalén que os envía su mensaje desde el infinito.

Esta nación en donde mi palabra se ha manifestado, no es la nueva Jerusalén que Juan vio con los ojos del espíritu cuando así profetizó: "Y yo, Juan, vi a la Santa ciudad, la nueva Jerusalén que descendía del cielo como una novia ataviada para el esposo"; sin embargo, esta nación será un símbolo de aquella ciudad espiritual. Sus moradores serán preparados; de sus corazones brotará la paz y la bienvenida para todo el que a sus puertas llamare; de su espíritu brotará la luz que resuelva los conflictos que han envuelto a la humanidad y de su culto saldrá el ejemplo de espiritualidad y elevación para otros pueblos.

Hoy todavía dudáis de que pueda cumplir tal destino esta nación y esa duda surge en vuestro corazón, cuando veis que aun escuchando al Divino Maestro y llamándoos sus discípulos, os encontráis materializados, ligados a los deleites del mundo.

Comprended que no he querido traeros de prisa por el camino de mis enseñanzas, pero que también os he dicho que no os estacionéis. ¿Teméis a los juicios de la humanidad? ¿Teméis a los tormentos que por mi causa podáis sufrir? De cierto os digo que la corona de espinas no será
ceñida a vuestras sienes, ni llevaréis una pesada cruz bajo el látigo y los golpes de una multitud sedienta de sangre.

Amad a vuestros hermanos, sembrad mi caridad por doquiera, pero nunca os amarguéis porque la humanidad pague mal el servicio que le hacéis, recordad los ejemplos de Jesús.

El camino que ayer os tracé con mi sangre, hoy lo he venido a marcar con mi luz; mas no imprimáis en él mancha alguna, ni dejéis huellas de imperfección o de impureza porque mañana los hombres dirán que quien habló en este tiempo fue un impostor.

No desafiéis mi divina justicia con desobediencias o faltas a mi Ley; tampoco hagáis caer la justicia de la Tierra sobre vosotros a causa de prácticas impuras.

Quiero que vuestro espíritu se manifieste y se desborde en este tiempo sin que su materia sea una barrera que lo detenga o un velo que lo oculte y que cada palabra que brote de sus labios sea de vida.

Pueblo amado, para vosotros el Segundo Tiempo pertenece al pasado. Para Mí está presente. No es hoy la Judea el lugar de mis manifestaciones; no es Jerusalén la ciudad que recibe a su Salvador con salmos y ramas de olivo. Es otro sitio del mundo donde hoy me presento, pero es el mismo pueblo, los mismos espíritus. Ahora la ciudad es vuestro corazón y vuestros salmos y olivos, son de júbilo interior.

Ahora no me rodean Pedro, Andrés, Juan, Santiago, Bartolomé, Felipe y los otros discípulos; ellos cumplieron su misión y os legaron su ejemplo; hoy son muchedumbres de discípulos a los que estoy preparando. Vosotros estáis palpando vuestros dones espirituales. En unos se manifiesta el don de la profecía por medio de la videncia y de los sueños, en otros el don de la palabra y en otros más el don de inspiración, la comunicación espiritual y el de curación; pero en todos vosotros existen los mismos dones que podéis desarrollar con vuestras obras de amor hacia vuestros hermanos.

Todos habéis visto o sentido la transfiguración dentro de mi comunicación, cuando desaparece de vuestra vista el portavoz a través del cual os doy la palabra y aparece Cristo en espíriru, lleno de amor hacia vosotros.

Discípulos, ya nos acercamos a las puertas de la ciudad; miradlas, es el corazón de la humanidad. ¿Estará preparada para recibir al Maestro y a sus discípulos?

Velad y orad, porque mientras unos me reciban con himnos, los fariseos estarán acechando y habrá quienes también os ofrezcan las monedas a cambio de vuestro silencio. Velad para que no caigáis en tentación, porque de esa prueba surgirán los malos discípulos que traicionarán su fe.

Os traigo la paz y una nueva enseñanza. Si mi sacrificio del Segundo Tiempo abolió el sacrificio de víctimas inocentes que inmolábais en el altar de Jehová, hoy el sustento de mi palabra divina ha hecho que ceséis de representar mi cuerpo y mi sangre con el pan y el vino de este mundo. Todo espíritu que quiera vivir tendrá que alimentarse del Espíritu Divino. Quien escucha mi palabra y la siente en su corazón, se ha alimentado en verdad; ese no sólo ha comido mi cuerpo y bebido mi sangre sino que también ha tomado de mi Espíritu para alimentarse. ¿Quién después de haber probado este alimento celestial volverá a buscarme en cuerpos y formas hechos por manos de hombres: De tiempo en tiempo vengo borrando tradiciones, ritos y formas y sólo dejo en vuestro espíritu la Ley y la esencia de mis enseñanzas.

Este tiempo es de recordación, de meditación y análisis; dejadme penetrar entre vosotros. Vengo de las ciudades y de los campos de batalla y he compartido con mis hijos el pan de su amargura, he derramado luz en todos los caminos, he hecho prodigios y he dado pruebas de mi presencia entre los hombres y es necesario que vosotros me recibáis para que escuchéis hasta la última de mis palabras.

Dejad que encuentre la estancia preparada en vuestros corazones, que allí sea mi mesa y en ella el pan. Quiero sentiros arrullados por mi amor como lo hice con el dulce Juan. Oh multitudes, sabed prepararos y penetrad en verdadera vigilia para que no profanéis lo divino y sí lo dejéis manifestar; ved que recibís mi rayo divino en vuestro entendimiento aún lleno de pecado y de pasiones. Si en el Segundo Tiempo me hicisteis cargar una cruz bajo el azote y las burlas, hoy dejadme morar en vuestro corazón.

Os pido preparación que quiere decir regeneración y espiritualidad, para que al llegar el año 1950 las multitudes sean muy grandes. Porque entre las muchedumbres mi mirada descubre a aquellos que son de los 144,000 y que he de señalar en su frente y hacerles reconocer su misión. Mas no temáis si en el último dia no han sido marcados los 12,000 de cada tribu, desde el infinito les haré sentir mi caricia y les señalaré la misión a ellos encomendada. No importa el lugar donde se encuentren. Os digo esto porque sólo Yo puedo señalar el destino y los cargos de cada criatura y no habrá quien pueda hacerlo después de mi partida.

Os haré presente después de 1950 quiénes son aquellos que sin haber escuchado mi palabra formarán parte de ese número; ellos también sabrán dar pruebas. Después de que mi palabra haya cesado, habrá quienes traten de imitaros para sorprender la buena fe de los hombres; mas vosotros estaréis preparados para que descubráis toda falsedad.

Conservaréis en vuestro corazón mi adiós en la forma en que os lo dé; mas haréis llegar este testimonio a otras naciones y diréis a la humanidad que me encuentro en espíritu muy cerca de todos mis hijos.

Hoy os digo: he aquí al Maestro, aquél a quien llamaron las multitudes "El Rabí de Galilea". Vengo a daros la Doctrina de siempre, la enseñanza del amor; el banquete al que hoy os invito es espiritual, el pan y el vino, también; mas hoy como ayer y como siempre, Soy el Camino, la Verdad y la Vida.

Vengo a daros mi fortaleza porque este Tercer Tiempo es de pruebas. Mi calor ha descendido a vuestro corazón que se encontraba frío como la losa que cubre al muerto, y ya sentís que late de amor hacia vuestro Padre. Habéis visto cómo de entre las grandes multitudes he ido entresacando a los que han de llevar en su frente la marca divina, y que mi palabra les dice que esa gracia de que los he investido, no es para que se levanten sobre los demás, humillándolos, sino que deben llevarla con la humildad del que está pronto a servir a sus semejantes porque reconoce que esta lección es para todos.

Está a vuestras puertas una etapa de gracia; en ella deberá penetrar este pueblo con su mente inspirada y con pleno conocimiento de cuanto diga y vea; no deberá sorprenderos este tiempo envueltos en rutina y menos ocupados en lo superfluo.

Esta etapa en la cual he venido a dar testimonios de mi presencia bajo esta manifestación, derramando prodigos en el camino de cada uno de vosotros, será el recuerdo que os fortalezca mañana en la lucha para que podáis caminar con sumisión, espiritualidad y amor. Mi Ley brillará a través de vuestra conciencia e iluminará vuestro sendero como brillaba el rostro de Moisés cuando descendió del Sinaí en busca del pueblo que se encontraba en la falda.

Las doce tribus se reunirán nuevamente en torno de mi Ley. Al frente se hallarán los doce mil señalados de cada tribu, y cuando ésto sea, les diré: Id por los caminos como el buen discípulo de Cristo a dar la buena nueva de mi presencia.

Todas las profecías se cumpliran y la humanidad verá brotar de sus más oscuros e ignorados rincones a un pueblo humilde, pobre de bienes materiales, pero fuerte de espíritu, celoso de mi Ley y misericordioso con sus hermanos. Su santuario será interior, invisible e intangible, por lo tanto imposible de ser destruido; ahí arderá una lampara inextinguible que le iluminará el sendero. Sus travesías y pruebas serán penosas y duras, mas nunca flaqueará por ello, ni llorará de descontento o aflicción, ni me dará la espalda, porque tendrá la fortaleza del apóstol. Los hombres surgirán de la escoria, del fango y del pecado a la Ley y a la virtud, y andarán por los caminos del amor y de la gracia. Doquiera será sentido mi Espíritu, todo ojo me verá, todo oído me escuchará y todo entendimiento comprenderá mis revelaciones e inspiraciones. Hombres tenidos por torpes y rudos se verán de pronto iluminados y convertidos en mis profetas; de sus labios brotarán palabras que serán como agua cristalina sobre los corazones marchitos.

Esa agua la tomarán los profetas de la fuente de sabiduría y verdad que soy Yo; en ella encontrarán salud, limpidez y vida eterna.
03-068.40 Todo el dolor que en estos instantes se abate sobre la humanidad es el cáliz de amargura por el cual alcanzarán la purificación. Las viudas y los huérfanos se multiplican día a día y sobre su desolación y sus lamentos se ha tendido el manto de María. Mi justicia ha descendido sobre vuestro mundo y con ella hasta la faz del planeta se trasformará. La Naturaleza reclama al hombre sus profanaciones, por ello los elementos han sido desatados. Los hombres de ciencia que dicen creer en Mí se sorprenden y confunden, y cuando han visto venir mi justicia han exclamado: ¡Padre, Padre!; mas no ha sido de amor o de arrepentimiento su grito, sino de temor por su vida y por lo que en el mundo poseen. Yo os digo nuevamente que no todo el que me dice Padre, me ama.

Si al ver la humanidad todas las señales del juicio, los ricos se apresurasen a compartir con los pobres lo que tienen, los que han ofendido pidieran perdón, los que se han manchado con el hurto, el vicio o la mentira se arrepintieran y se dispusieran a limpiar su manchas, de cierto os digo, que las aguas volverían mansamente a sus cauces, los vientos huracanados se tornarían en suave brisa y la guerra, que ha poseído a los hombres, se convertiría en ángel de paz; pero es duro vuestro corazón, veis pasar a vuestro lado al desnudo sin que sintáis su frío, y no presentís el hambre o el dolor de vuestros hermanos, aún cuando estén al alcance de vuestra ayuda.

Nadie quiere meditar en que sólo sois peregrinos en este mundo, ni queréis hacer algo que pueda seros útil en vuestro viaje a la eternidad.

Aquí me tenéis humanidad presente espiritualmente, real y verdadero dentro y fuera de vosotros, para que escuchéis la voz del Verbo y os levantéis a tomar las sandalias, la alforja y el cayado, y vengáis por el camino de mis enseñanzas hasta la presencia de quien es vuestro único Dios.

Pueblo de Israel, os encontráis ante mi presencia. Venís como inocentes niños, sin reconocer que traéis en el espíritu un cúmulo de deudas que es preciso que saldéis. Habéis sido enviados una vez más en este tiempo para que tengáis ocasión de reparar vuestras faltas pasadas, y podáis elevaros hasta ese plano en que quiero contemplaros.

Llegáis a oír mi palabra en este día y con la inseguridad en el corazón os doblegais ante Mí y me preguntáis si he vuelto entre vosotros y Yo os digo: Meditad y veréis que os he manifestado mi amor y os he hecho sentir mi presencia. Os he escogido de entre grandes multitudes de seres para que recibáis esta herencia y después la trasmitáis a vuestros hermanos.

Me presentáis vuestra lucha, trabajos y desvelos y Yo los recibo porque me son gratos. Os contemplo cansados, con vuestra planta sangrante pero con la experiencia que da la vida. Algunos me imitáis y lleváis vuestra misión con paciencia y elevación. Pensad en los que vendrán después de vosotros y preparadles su camino; vuestro ejemplo será la mejor herencia. Mientras vivís humildes y trabajáis obedeciendo mis mandatatos, sentís mi paz; mas cuando dejáis que vuestro oído se cierre para mis advertencias equivocáis el camino y no consideráis que la humanidad está pendiente de vuestros actos y os juzga a cada instante. ¿Cómo podríais hablar de mi poder y de mi sabiduría si os atribuyeseis mis palabras para ser ensalzados? Sentid la grandeza real que he concedido a cada uno de mis hijos y que es mayor que esa que vosotros pretendéis tener. Cuando os conceda un prodigio, alegraos y pensad que en él os he manifestado mi amor.

Estudiad mi:PARABOLA

"Encontrábase en una comarca un anciano rodeado de hombres, mujeres y niños, a quienes había invitado a compartir un festín. Todos llegaban de diferentes caminos obedeciendo el llamado de aquel anciano. Una campana sonora tocó en lo alto y a su voz habían acudido en caravanas llenas de sumisión hacia el lugar donde habitaba aquél que los llamaba.

Al penetrar en la estancia aquellas multitudes, no vieron en la mesa el pan, los manjares y el agua que alimentan al cuerpo, y la desconfianza en unos y la mofa en otros empezó a invadir los corazones. Inclinaban su cerviz aparentemente humildes, mas en el fondo hacían juicio en contra del anciano; mas él, que sabía lo que pasaba en el interior de aquéllos, les dijo: Venid a Mí y escuchad: Os habéis encontrado perdidos como náufragos en el camino de la vida, sin un faro que os salve; habéis muerto al amor y a la alegría y desconocéis el fin para el que habéis venido a este mundo. También os habéis dejado vencer por las vicisitudes de la vida, por el mundo y sus
pasiones, y por eso os he llamado. Voy a trazaros la senda que os hará felices y a daros la luz. Pedidme y os daré. Ellos, temerosos, sintiendo que el anciano leía en su corazón y conocía su pensamiento, le mostraron su cuerpo enfermo, su cansancio y su sed de espiritualidad.

Bienaventurados seáis, les dijo el anciano. Voy a concederos los bienes que necesitáis, voy a calmar vuestra hambre y vuestra sed.

Entre esas multitudes se encontraban lo mismo los hipócritas que los hombres de corazón limpio y todos escucharon la lección. Abrió el libro de su enseñanza perfecta y les dio por alimento su palabra y cuando hubo concluido les preguntó: ¿Habéis calmado vuestra hambre? ¿Estáis satisfechos? Ellos dieron gracias por el prodigio que habían recibido, pues nunca imaginaron que el amor fuera tan poderoso. El anciano siguió diciéndoles: Bienaventurados seráis porque habéis sabido recibirme. Este es el pan que sustenta al espíritu y el agua que apaga la sed de amor y de perfección.

Después dio leyes y mandatos a aquel pueblo para que por ellos se rigiera y se mantuviera digno de recibir siempre ese manjar. Los que comprendieron ese mensaje prometieron obedecer y vivir siempre en el ejercicio de las virtudes que aquel anciano enseñaba. El les dijo que cuando se sintieran fuertes llevaran a otras comarcas su enseñanza, que los primeros tomaran este cargo mientras que los demás se quedaran para recibir a los nuevos caminantes.

Partieron los señalados a cumplir esta misión llevando la fortaleza del anciano. Velaron, oraron y dieron principio a su trabajo. Todos se encontraban unidos por el mismo ideal, un sólo pensamiento les dominaba; llevar aquel pan a los hambrientos. Encontraron a su paso tropiezos y su espíritu luchaba por vencerlos; pronto empezaron a debilitar y a juzgar al anciano preguntándose si su protección los seguiría por doquier. Ellos sabían que de tiempo en tiempo debían de tornar a aquella casa en donde el anciano les había reunido. Llegó el tiempo en que aquel pueblo celebró la conmemoración del día en que había oído por primera vez la voz del anciano y acudieron grandes multitudes; mas aquellos discípulos que habían partido no retornaron, habían equivocado el camino y adulterado la Ley. El anciano sintió dolor por la ausencia de aquellos discípulos, preparó nuevos mensajeros y les envió a trabajar. Mientras los primeros prevaricaban y olvidaban la esencia de aquella doctrina, los segundos hablaban en nombre de la virtud que aquel anciano enseñaba y convertían corazones con la verdad de sus palabras".

Analizad mi parábola y no olvidéis que debéis velar celosamente si queréis cumplir mis mandatos. Reunid a los enfermos, a los sedientos y hambrientos y dadles el pan del espíritu. Derramad amor en los corazones y no desconozcáis que sois mensajeros en mi Obra de luz y de restauración. No deis cabida a la soberbia ni a la vanidad para que no os desheredéis. No os alejéis del cumplimiento de mi Ley; amaos los unos a los otros y viviréis en paz.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros! 

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