sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 62

Discípulos amados: vengo a confirmaros que cuanto os dije en tiempos pasados se está cumpliendo; de la misma manera se cumplirá lo que a través del entendimiento del hombre os he profetizado en esta era. Esta es la razón por la cual se ha avivado la fe en estas multitudes que en un principio vinieron a escudriñar mi palabra para comprobar si era verdad que el Divino Maestro estaba entregando sus lecciones de amor a sus hijos y que después se han dedicado al estudio y al análisis para luego llevar esta Doctrina a la Humanidad.

Comenzáis a amar todo lo que es digno de vuestro corazón limpio de pasiones y de vuestro espíritu, e insensiblemente vais dejando de amar todo lo que antes ambicionasteis en el mundo. Así os habla el Espíritu de Verdad en este tiempo en que manifiesta su palabra a través de criaturas torpes, humildes y pecadoras. Pequeños y pobres recintos habéis levantado en los rincones más apartados de las ciudades y aldeas, y en ellos se han congregado las muchedumbres ávidas de escuchar mi enseñanza.

En aquel tiempo los hombres oyeron hablar a Jesús en las aldeas, en las riberas de los ríos y en los campos hasta que llegó el instante en que debía consumarse mi obra y penetré en Jerusalén, la ciudad cuyo nombre irá siempre unido al del Maestro; mas aquel pueblo no me dejó ya salir, no porque me amara, sino porque había de dar muerte al que le traía el mensaje de mayor enseñanza de los que hasta entonces había recibido de su Señor.

Ahora os dice Cristo: "Yo soy la puerta de la nueva Jerusalén, bendito sea todo aquél que por ella penetre a la blanca y santa ciudad, porque tampoco saldrá de ella, mas no porque vaya a encontrar la muerte; por el contrario, ahí encontrara la vida eterna".

Mientras, vuestros cuerpos bajarán a la tierra, en cuyo seno se confundirán para fecundarla, porque aun después de muertos seguirán siendo savia y vida; vuestra conciencia que está sobre vuestro ser no quedará en la Tierra, sino que vendrá con el espíritu para mostrarse ante él como un libro cuyas lecciones profundas y sabias serán estudiadas por el espíritu. Ahí se abrirán vuestros ojos espirituales a la verdad y en un instante sabréis interpretar lo que en toda una vida no lográsteis comprender; ahí sabréis lo que significa "ser hijos de Dios y hermano de vuestros semejantes"; ahí comprenderéis el valor de todo lo que hayáis poseído, experimentaréis el pesar y el arrepentimiento por los errores cometidos, por el tiempo perdido, y nacerán de vosotros los más bellos propositos de enmienda y de reparación.

Era necesario que viniese Yo en este tiempo, con una enseñanza más amplia y más completa a esclarecer misterios y a destruir tinieblas a fin de que pudiésis conocer todos los dones de que os ha revestido vuestro Padre; sin ese conocimiento y sin ese desarrollo, no hubiérais podido acercaros a Mí y andaríais navegando siempre en vuestro mar de incertidumbres.

Los dones y potencias que poseéis, no los habéis podido aprovechar debido a vuestra ignorancia; mas si en alguno de mis hijos se han manifestado en forma espontánea o natural, no ha faltado quien lo juzgue anormal o le atribuya poderes ocultos y perversos.

Pobre humanidad que teniendo por Dios al Dios verdadero, no lo conoce ni lo comprende, como no ha podido conocerse a sí misma, porque sobre sus ojos lleva una venda de tinieblas por su fanatismo religioso, por ese culto impuro e imperfecto que siempre ha sido un obstáculo para su elevación y evolución; mas Yo, que soy el verdadero y único pastor de los espíritus, para conducirlos a la morada que les tiene señalada mi caridad, vengo en busca de las ovejas descarriadas para llevarlas al camino de luz que conduce al aprisco celestial.

Para ello vengo a mostráros una página nueva del Libro de la Vida Verdadera.

De vosotros nada vengo a llevarme; por el contrario, vengo a dejaros todo. Aún no es el tiempo de que venga por la cosecha.

Os estoy enseñando con mis divinas lecciones a labrar la tierra y cuando hayáis adelantado en el análisis y conocimiento de mi Ley, le daréis a conocer a vuestros hermanos con el testimonio de vuestras obras de amor y caridad. Yo desde la eternidad seguiré vuestros pasos y vigilaré vuestra siembra; cuando el tiempo sea propicio, me presentaréis vuestra cosecha.

Vivís en un tiempo de pruebas, no hay ni una hora del día en que no estéis bajo alguna prueba. Bajo el peso de ellas el profano blasfema y el discípulo sorprendido se pregunta: ¿Por qué si voy siguiendo la huella del Maestro, siento doblegarme bajo el peso de las pruebas? Y el Maestro os contesta. Aquél que me siga llevará una cruz y mientras más de cerca me acompañe y me imite, más amargo será su cáliz, porque sin pruebas ¿Qué seríais? ¿Cuándo llegaríais a Mí?

La gloria del espíritu es para aquellos que llevan sobre su hombro el peso de su cruz y tienen una mirada de perdón para quienes les ofenden, una palabra de consuelo para los que sufren y una mano que bendice a cuantos cruzan por su camino.

Alcanzarán la gracia los que en la vía dolorosa de su vida, al caer sepan levantarse con resignación y sin arrojar la cruz de su misión, lleguen con ella hasta la cumbre de la montaña; porque éstos habran imitado en su vida a su Maestro, y con El serán en su Reino.

No creáis que Cristo, por haber sido Dios hecho hombre, sangró y murió sin sentir dolor en su agonía; en verdad os digo, que el dolor de Cristo fue real y no ha habido antes ni después dolor que lo iguale; fue tan intenso en su misma carne, que ésta exclamó: Dios mío, Dios mío ¿Por qué me habéis abandonado?

A vosotros también llegarán a ofreceros el cáliz del dolor. ¡No le rechacéis porque nunca os será enviada una prueba superior a vuestras fuerzas!

Os estoy despertando con mi luz y así despertaré a las religiones con la verdad de esta palabra.

Mi caridad ha iluminado a cada espíritu en este tiempo y en ellos ha surgido la interrogación y la inquietud. Hombres y mujeres se levantan en busca de luz porque se sienten como náufragos en medio de la tempestad.

Desde los hombres de ciencia perdidos en el mar de la vida hasta los rudos de entendimiento sienten la llegada del nuevo tiempo. ¡Cuántos de esos hombres al buscarme, tendrán que tropezar con vosotros para preguntaros lo que os enseñó el Maestro! No todos llegarán con mansedumbre, habrá quienes exijan pruebas para creer y otros que os amenacen; ese es el tiempo para el cual debéis estar preparados, esa será la ocasión para hacer méritos ante vuestro Señor.

Hablaréis como os he enseñado, no brotará de vuestros labios el verbo florido sin esencia que usan los hombres; dejad que la palabra humilde, sencilla y sincera, sea la que brote de vuestros labios y ella conmoverá todas las fibras de quien la reciba. Hacéos dignos también de que os revele los misterios que en mi arcano aguardan el instante de salir a la luz. Fortalecéos en Mí, no retrocedáis ante nada. No es mi voluntad que los hombres, por medio del temor, cierren vuestra boca y hagan enmudecer a mi pueblo.

¡Valorizad las pruebas que habéis pasado para que no temáis ante las que están por venir! Vencísteis al Faraón, pasásteis sobre los ídolos que antes adorábais como si fuesen vuestro Dios, olvidásteis las tradiciones para apegaros a la Ley y rechazásteis el fanatismo religioso y en esa lucha se ha templado vuestro espíritu.

No déis a vuestro cuerpo mayor importancia de la que en realidad tiene ni dejéis que ocupe el lugar que sólo a vuestro espíritu corresponde.

Comprended que la envoltura es sólo el instrumento que necesitáis para que en la Tierra se manifieste el espíritu.

Os levantaréis revestidos de humildad al cumplimiento de vuestra misión y os sorprenderá ver cómo una fuerza misteriosa lo va disponiendo y preparando todo en vuestro camino. Así, cuando lleguéis a depositar la semilla de mi Doctrina en algún corazón, descubriréis que antes de que a él llegáseis, ya había sido prevenido y dispuesto y que por eso supo recibir en su seno la simiente.

No os acobardéis ante la esterilidad de los campos en este tiempo. No os desaniméis si al sembrar una semilla descubrís que debajo de la tierra sólo piedras existen. Luchad contra las mismas piedras, Yo os estoy dando las herramientas; tened fe y Yo os prometo manifestarme ahí donde me necesitéis.

Velad, porque los hombres se preparan y se unirán en grupos grandes y fuertes sin saber porqué lo hacen; mas vosotros sabéis que se levantan en busca de la tercera de mis revelaciones, en busca del que les prometió volver. Ellos buscarán luz en los pasados testamentos en espera de encontrar una palabra que les confirme su creencia de que este es el tiempo de mi retorno como Espíritu Santo.

Los hombres me interrogan y me dicen: "Señor, si vos existís ¿Por qué no os manifestáis entre nosotros si en otros tiempos habéis descendído hasta nuestra morada? ¿Por qué hoy no venís? ¿Es ahora tan grande nuestra iniquidad que os impide venir a salvarnos? Siempre buscásteis al perdido, al ciego, al leproso, de ésos ahora esta lleno el mundo, ¿Acaso ya no os inspiramos piedad? Vos dijísteis a vuestros apóstoles que volveríais entre los hombres y que daríais señales de vuestra llegada las cuales creemos estar contemplando. ¿Por qué no nos mostráis vuestra faz?

He ahí a los hombres esperándome sin sentir que estoy entre ellos. Estoy delante de sus ojos y no me ven, les hablo y no oyen mi voz, y cuando por un instante llegan a mirarme, me niegan, mas Yo sigo dando testimonio de Mí, y a los que me esperan les sigo esperando.

Y en verdad que las señales de mi manifestación en esta era han sido grandes; la misma sangre de los hombres derramada a torrentes, empapando la tierra, ha marcado el tiempo de mi presencia entre vosotros como Espíritu Santo.

Todo estaba escrito en el libro de los Siete Sellos que se encuentra en Dios y cuya existencia fue revelada a la humanidad por medio de Juan, el Apóstol y profeta; el contenido de ese libro sólo el Cordero Divino os lo ha revelado, porque no ha existido en la Tierra ni en los cielos un espíritu justo que os pudiera esclarecer los profundos misterios del amor, de la vida y de la justicia de Dios; mas el Cordero Divino, que es Cristo, desató los sellos que cerraban el Libro de la vida para revelar su contenido a sus hijos. Y ahora Elías fue enviado como representante de la Tercera Era y como precursor de mi comunicación entre los hombres para preparar a vuestro espíritu para comprender esta revelación. El fue quien puso la primera piedra del templo del Espíritu Santo y quien os reveló que os encontrábais en la época del Sexto Sello y que todos los que escucharen y contemplaren estas manifestaciones, quedarían como testigos ante la humanidad, a la que deberían entregar mi verdad testificando con sus obras la realidad de mi manifestación.

Los primeros cerebros por los que se manifestó esta luz estaban preparados por mi caridad; mas para ser dignos de mi manifestación, oraron y perseveráron en la fe, en el respeto y en la elevación; entre ellos está mi hijo Roque y mi sierva Damiana, portavoces en los cuales, primero Elías en él y después el Verbo Divino en ella, anunciaron a la humanidad la llegada del Tercer Tiempo. Por su conducto comencé a llamar a los hijos de Israel y a señalar a los escogidos de cada tribu.

Desde entonces algunos de mis hijos han tratado de apagar esta luz; mas en verdad os digo que nadie podra hacerlo, porque la luz del Sexto candelero viene de Dios; antes bien, los que han querido luchar contra esa luz han avivado su flama.

Ahora bien, estudiad mi lección y decidme si todas estas profecías podrían haber tenido cumplimiento en el seno de alguna religión.

Con palabra de amor y de vida he venido a enseñaros un culto más perfecto y habéis conocido una nueva comunicación con vuestro Padre que os prepara para la comunicación perfecta de Espíritu a espíritu.

Os fueron descubiertos los dones que posee el espíritu y comprendisteis que poseyendo una heredad, no la conocíais. Os persuadí de mi presencia concediéndoos los beneficios que sólo mi caridad puede hacer, tanto en vuestra salud corporal como en vuestra moral, en el camino de vuestra vida, porque sólo la luz de la fe os podrá hacer llegar hasta el final del camino de vuestra restitución espiritual.

Hoy recibo de cada uno de mis hijos su ofrenda y su petición.

Apartad de vuestro espíritu y de vuestro cuerpo el cansancio, porque aún tenéis que caminar y que trabajar. Ha coincidido el tiempo del dolor con el de mi llegada, así que no estáis sólos. ¡Cuánto gozo experimentarán los que contrarresten los sufrimientos de la vida con la práctica de mi Doctrina!

En este tiempo vuestro corazón aprenderá a latir de amor por los demás, porque llegaréis a reconoceros en verdad como hermanos en Dios. La mano del que ame será fuerte para levantar al caído. La roca que sienta el toque de mi caridad, manará agua inagotable.

Hoy aún permanecen cerrados los labios de los hijos de este pueblo para anunciar al mundo que Cristo, el Rabí ha vuelto; pero vuestro mutismo no debe prolongarse porque mañana lloraréis vuestra desobediencia.

Creed en verdad que vuestras obras quedarán como simiente para las generaciones futuras y que por ello habéis tenido que pasar por el crisól del dolor para purificaros y para que pudiéseis comprender los dones que os he entregado. Muchos tuvisteis que lavaros en las aguas de la purificación. Se limpió el entendimiento del portavoz, el corazón del que tuvo que conducir multitudes, la mano del que tuvo que ungir enfermos, la mirada espiritual de los que habían de penetrar en el más allá para profetizar.

El dolor, el cáliz de amargura y las pruebas de vuestra vida, os han dado temple para resistir la lucha que se aproxima, porque de cierto os digo que vuestra fe, vuestra espiritualidad y vuestra paciencia, serán puestas a prueba por la humanidad. Esto no sólo lo digo a quien me esté
escuchando, sino a todo aquél que aún después del tiempo de esta manifestación, se levantase tomando su cruz para seguirme.

Revestíos de mansedumbre, de piedad, de humildad, para que podáis ser reconocidos como mis discípulos. Si os comportáis verdaderamente como discípulos de Jesús, los mismos fariseos, cuando se acerquen a vosotros ocultos bajo un disfraz para sorprenderos, serán los lobos que se conviertan en mansas ovejas ante vuestro ejemplo.

Vengo a salvaros con mi luz; no hay uno que pueda decir hoy que está a salvo. En verdad os digo que si en este tiempo os ofreciese la salvación a cambio de un justo, estaríais perdidos, porque ningún justo me podríais presentar.

La humanidad naufraga en medio de una tempestad de pecados y de vicios. No sólo el hombre cuando llega a ser adulto contamina a su espíritu al permitir el desarrollo de sus pasiones; también el niño en su tierna infancia, ve zozobrar la barquilla donde navega. Mi palabra llena de revelaciones se levanta en medio de esta humanidad, como un inmenso faro que descubre a los náufragos la verdadera ruta y alienta la esperanza en los que estaban perdiendo la fe.

Escrito está que todo ojo me verá, porque, espiritualmente todos conocerán mi verdad; los ciegos abriran sus ojos a la luz y contemplarán a Elías que conduce muchedumbres ante mi presencia. El mundo increyente se verá abrumado por esta clase de testimonios, de sorpresas y pruebas, y mientras unos me nieguen esgrimiendo como pruebas las escrituras, otros se regocijarán porque verán llegada la hora del cumplimiento de muchas profecías que anuncié por boca de mis profetas y por labios de Jesús.

Los que en el seno de sus iglesias esperan mi llegada, ni siquiera presienten en qué forma y en dónde me estoy comunicando, a pesar de que mi manifestación se hizo sentir por medio de numerosos acontecimientos. Como el relámpago que nace en el Oriente y se pierde en el Occidente, así ha sido mi llegada; mas la vibración y el reflejo de mi espíritu han quedado entre vosotros transformados en palabra humana para que podáis entender quién fue el que llamó a la puerta del corazón de los hombres y por qué fueron dadas las señales.

He querido comunicarme por medio de cerebros humildes, porque ellos, estando libres de prejuicios, limpios de torcidas interpretaciones a mi Ley, eran los indicados para trasmitir con mayor pureza mi palabra. Esta palabra será discutida con calor por la humanidad, aún cuando se quisiese correr sobre ella un velo de indiferencia, porque será en este tiempo, la única que dé luz sobre muchos misterios y sobre muchas confusiones.

De cierto os digo que después de 1950, tocaré con mi poder y mi justicia a todos los ritos que en el mundo se celebran, y si sus ministros y pastores no despertasen ante este toque, Yo, sirviéndome de los niños, les hablaré. Así como han sido tocadas por mi justicia las naciones, así serán tocadas las distintas religiones. Toda corona, todo cetro, todo título y jerarquía juzgados serán.

Pueblo: ¿En dónde guardáis las palabras y las enseñanzas que con tanto amor os he traído? Mirad que esta palabra ha sido la caricia divina con la cual ha venido vuestro Padre a despertaros en este tiempo, ¡O acaso váis a esperar que sean los elementos desatados los que vengan a despertaros de vuestro sueño?

No quisiera el Padre presentarse ante su pueblo con reclamos, sino bendiciendo sus obras; pero no surge aún el propósito de regeneración entre vosotros, y es que no habéis alcanzado a comprender todo el amor que vuestro Maestro os ha demostrado, entresacándoos de la escoria para revestiros de su gracia.

¿No oís la voz de la conciencia que os dice que sois los discípulos del Tercer Tiempo? Oíd esa voz y levantáos. Ya vuestro Maestro escribió con su pasión, su doctrina y su ejemplo en el corazón de la humanidad, la Ley que debéis seguir. Los apóstoles, aquellos mártires lucharon por la preparación de la siminte de mi Doctrina; ahora luchad vosotros en beneficio de las generaciones del mañana porque de ella recogeréis el fruto maduro que dará paz y felicidad a vuestro espíritu.

Que sea el amor a vuestro Dios, la caridad hacia vuestros hermanos y el anhelo de perfeccionamiento lo que os conduzca a la práctica de mis enseñanzas. Que no sea el dolor o el temor a mi justicia lo que necesitéis para sentiros impulsados a trabajar, porque entonces vuestros méritos no seran verdaderos delante de Mí.

Dejad que otros pueblos despierten para el nuevo tiempo al contemplar las comarcas arrasadas por las aguas, las naciones destrozadas por la guerra y la peste aniquilando vidas. Esos pueblos ensorberbecidos en sus ciencias y aletargados en el esplendor de sus religiones, no reconocerán mi palabra bajo esta humilde forma, ni sentirán mi manifestación en espíritu; por lo tanto, antes tendrá que conmoverse la Tierra, y la Naturaleza dirá a los hombres: "El tiempo es llegado y el Señor ha venido entre vosotros". Para que la humanidad despierte, abra sus ojos y acepte que Yo soy quien ha llegado, antes será tocado el poder y el orgullo del hombre; mas vosotros tenéis por misión velar, orar y prepararos.

Alguien me dice en su corazón: ¿Señor, cómo es posible que amándonos tanto hagáis sentir vuestra justicia en esa forma? A lo cual os digo: si mi justicia no respondiese a vuestros actos en esa forma, os perderíais irremisiblemente. Si Yo permito que el dolor pase por vosotros y también la muerte, es porque el dolor purifica y la muerte renueva al espíritu. ¿Cómo es que no habíais de apurar un cáliz de dolor y de muerte si vosotros mismos lo habéis creado? En verdad os digo que el dolor y la muerte en la carne son menos terribles que lo que siente el espíritu por el remordimiento o por el pesar de haber ofendido con sus faltas a su Creador.

Estáis escuchando sin comprender. No dejéis todo el peso de la comprensión de mi palabra, bien al espíritu, bien a la materia, sino que cada uno tome la parte que verdaderamente le corresponda; debe ser la conciencia la que diga lo que toca a uno y a otra.

Cuando veáis que he venido lleno de paz a vosotros, ¿No os movéis a compasión pensando en aquellos de vuestros hermanos que no tienen un instante de paz? ¿No causaría gozo a vuestro corazón, si os dijese que por vuestras oraciones y pensamientos envueltos en caridad, pueden despertar a la luz vuestros hermanos?

El Padre vino en aquel tiempo a salvar a sus hijos; en este tiempo, serán los humanos los que se salven los unos a los otros con el amor que les enseñó su Padre.

Ha tendido mi caridad un puente entre mi Reino y la Tierra; ese puente es mi pueblo, a través de él llegarán las multitudes a la Tierra Prometida.

He derramado mi sabiduría entre mi pueblo; María ha derramado su amor en vuestro corazón y ¿Dónde está ese amor y esa sabiduría que aún no me presentáis? ¿Qué hacéis con lo que recibís de la misericordia divina? Dudáis por momentos porque vengo en espíritu. Sentidme de esta manera porque en verdad os digo que jamás me tendréis ya en cuanto hombre.

Por los labios del portavoz escucháis mi palabra y esta voz ha hecho el llamado a los que se habían perdido del camino, a los que creyendo encontrar mejores lugares que los que el Padre tiene asignados para cada uno de sus hijos, han ido en pos de los hombres, placeres y riquezas del mundo. Estos hijos han llegado ante mi presencia con la vestidura hecha jirones, con el corazón hastiado y con las huellas que la embriaguez del materialismo ha dejado en todo su ser. Cuando el Padre os pregunte por vuestra vestidura, entended que es la de la dignidad, la cual es blanca y pura y así debéis de presentármela siempre.

Muchos están volviendo hacia Mí, ¿Será acaso por que me aman? No, es que llegó el instante en que el mundo no pudo ofrecerles lo que le pedían, entonces se acordaron de que existo; pero Yo les recibo, porque aquí, escuchandome, van a arrepentirse de sus pecados y va a nacer en su corazón el amor hacia el Padre, La luz de mi palabra será en mis hijos como una nueva aurora y su pasado será como la noche cuando se ha desvanecido.

Calmad completamente vuestra sed, pensad que muy pronto vuestra palabra tendrá que mitigar la de vuestro hermano. Si escuchándome y bebiendo de este vino aún sentís sed, es que vuestro corazón está ambicionando las glorias del mundo. Sólo mi palabra pacientísima y amorosa podrá hacer el milagro de vuestra transformación y entonces sí podréis ser dignos de levantaros por los caminos dando mi enseñanza a vuestros hermanos. A nadie humillaréis ni negaréis mi caridad; a ninguno distinguiréis, porque no me imitaríais. ¿Por ventura creéis que mi sangre derramada en la cruz haya dejado de caer en alguno de los pecadores?

Cuando Juan el Bautista anunció la venida inminente del Reino de los Cielos, su profecía fue para todos. Ese profeta y precursor de Cristo ha sido entre vosotros en este tiempo; vino antes de que mi rayo se comunicara por medio del entendimiento humano y también vino a anunciaros que la llegada del Espíritu Santo estaba próxima. Su anuncio, su profecía, fue sin distinción para todos y le conocísteis en este tiempo bajo el nombre de Elías, porque ese espíritu es el de aquel profeta que ha estado en todos los tiempos ante la humanidad, y es el precursór que ha aparejado los caminos del Señor. Por eso os doy la bienvenida a todos, porque vine sin juzgar los pecados ni humillar al que más se haya manchado. Estos serán de los que más ardientemente me amen, porque fueron muchas sus faltas y todas les fueron perdonadas.

La estrella que anuncia mi presencia y mi palabra ha sido contemplada tan sólo por los humildes; los reyes y los hombres de ciencia han dormido en su grandeza y no han sabido descubrir en el firmamento la luz divina para levantarse en pos de ella, como aquellos magos de Oriente que todo lo dejaron por llegar ante aquella luz del cielo que anunciaba al mundo la llegada del Salvador. Si los hombres de ciencia buscasen mi luz y los que viven en la opulencia practicasen algo de mis enseñanzas, sentirían mi presencia dentro de su corazón.

En aquel tiempo os dije que antes pasaría un camello por el ojo de una aguja, que un rico avaro en el Reino de los Cielos. Hoy os digo que es menester que esos corazones se despojen de su egoísmo y practiquen la caridad con sus hermanos, para que su espíritu pueda pasar por la estrecha senda de la salvación. No es necesario despojarse de posesiones y riquezas, tan sólo del egoísmo.

Cuántos de vosotros fuísteis ayer dueños de algún caudal en la Tierra y os olvidásteis de las miserias y necesidades de vuestros semejantes; cuando llegó para vuestro espíritu la hora de su juicio, sentísteis que era tan grande vuestro volumen de pecados y la puerta espiritual tan estrecha, que comprendísteis que no podíais pasar.

Hoy no es un caudal de bienes materiales los que debéis compartir con el necesitado; vuestro caudal en este tiempo es de luz y de saber espiritual, por el cual podéis consideraros ricos de espíritu; mas pensad que si es grave falta ante Dios negar al hermano las riquezas del mundo teniéndolas, ¿Qué será negarle las gracias espirituales que nunca merman por mucho que de ellas se dé? ¿Cuál será la justicia para estos ricos del espíritu que se muestran tan egoístas?

Os tengo destinados para dar por conducto vuestro grandes lecciones a la humanidad, En verdad os digo que este pueblo no se ha formado al azar, ni ha llegado un solo corazón por casualidad; los 144,000 que en espíritu y materia han de levantarse, serán como un libro abierto de luz, experiencia y restitución. Por eso estoy tocando su espíritu a través de la conciencia, y en verdad os digo, que si en el día no se convierten, se convertirán al anochecer; pero ellos levantarán su vista hacia el Padre y luego emprenderán el camino del cumplimiento.

Aún voy a daros un tiempo más para que meditéis en vuestra misión y preparéis vuestro corazón. Os envío en este tiempo para que déis testimonio de mi verdad. El Sexto Sello habla, su luz se extiende, su misterio se aclara. Llamad a los hombres mujeres y niños, para que escuchen mi palabra porque llegará el año 1950 y dejará de escucharse mi voz en esta forma.


¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!

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