Este hijo mío a través de cuyo entendimiento os estoy
entregando este mensaje, no pretende hacerse pasar por Jesús, es uno de los
muchos portavoces que he preparado en este tiempo, para hacer llegar a vosotros
mi palabra divina.
Preparaos para que esa voz llegue a vuestro corazón y os
levantéis a la verdadera vida.
En verdad os digo que mi palabra es el pan del espíritu, por
eso quien de él comiere, hambre no volverá a tener.
Sed delante de Mí semejantes a los niños y entonces os diré
como en el Segundo Tiempo. "Dejad a los niños que vengan a Mí porque de
ellos es el Reino de los Cielos".
Mi Reino es para los limpios de corazón, por eso ahora que
lo sabéis no apartaréis a nadie de mi presencia, ni al adulto que como pecador
llega ante el Maestro, porque él viene a purificarse en mi palabra; ni al niño,
porque aunque lo creáis escaso de comprensión en las enseñanzas de mi Obra,
posee un espíritu muchas veces más evolucionado que el vuestro.
En esta era en la que me manifiesto a través del
entendimiento humano, os estoy esclareciendo mis enseñanzas pasadas. Mi
Espíritu está sobre toda materia y sobre todo espíritu en este tiempo para que
sea sentida por todos mi divina presencia y contempléis el camino que conduce a
la eternidad.
Si a mis enseñanzas de los tiempos pasados la humanidad les
ha dado torcidas interpretaciones, hoy también podéis caer en ese error. He
aquí por que a pesar de venir en espíritu, llego por instantes a materializar
mis enseñanzas para hacerlas comprensibles a vosotros, que no os habéis sabido
preparar, velando y orando.
Sabed que la finalidad de mi Doctrina espiritual, es el
perfeccionamiento de vuestro espíritu, para que llegue a poseer la paz y la
dicha a que todo espíritu aspira con el conocimiento de mi verdad.
Antes de entregaros vuestra cruz os he fortalecido y he
enjugado vuestro llanto. Bienaventurado el que ha sabido llorar en mi regazo,
porque sentirá que desaparece su dolor. Bienaventurado el que después de
obedecer mi Ley logre el gozo en su espíritu, porque será el fruto de sus
méritos.
Si queréis seguirme, llegad siempre limpios delante de Mí.
No os harán falta joyas ni vestidos lujosos, sólo quiero limpidez en vuestro
espíritu y en vuestro cuerpo para que me llevéis en vosotros.
Mi palabra es clara y a pesar de ello, a veces no queréis
entenderla. En el Segundo Tiempo mucho hable en parábola y en sentido figurado,
porque los hombres de aquella época sólo me entendían en esa forma, más a pesar
de ello pretextaban no comprenderme en algunas ocasiones. Y es que la humanidad
quisiera tocar lo divino con sus manos y huye de las renunciaciones materiales
y de la espiritualidad que son los medios por los cuales puede contemplar la
luz de la Divinidad.
Tened espiritualidad, sed limpios de corazón y en el
banquete del Señor nunca estaréis afligidos y entenderéis y sentiréis cuanto El
os hable. No os sentiréis indignos ni tendréis el deseo de marcharos. Por lo
tanto, el que se levantare de mi mesa, será tan sólo para ir a predicar con su
vida y sus obras la verdad de mi enseñanza.
Discípulos, estoy en vuestro corazón, para eso murió Jesús
entre vosotros, para vivir por siempre en vuestro corazón. Escuchando mi
palabra evolucionará vuestro espíritu, ved que por las obras de mis discípulos
seré reconocido en este tiempo.
El dolor ha purificado a vuestra envoltura y a vuestro
espíritu, para que en pensamiento, por medio de la oración, podáis
transportaros aún a lejanas comarcas a cumplir vuestra delicada misión de hacer
paz y llevar luz a vuestros hermanos.
Cuando vuestro cuerpo cesa en su lucha del día y toma el
descanso en el lecho, el espíritu aprovecha ese tiempo para libertarse y
ocuparse en misiones propias de él, en obras del Señor; pero si vuestro corazón
en vez de descansar de sus preocupaciones y vicisitudes, o de elevarse en
oración se entrega a la amargura, el espíritu tendrá que permanecer ocupado en
sobreponerse a las flaquezas de su cuerpo desatendiendo otras misiones. Así es
como os despojáis de vuestras virtudes, por falta de fe y de espiritualidad,
debiendo pensar que quien abandona sus deberes para con los demás, por ocuparse
solamente de sí mismo, es egoísta con sus semejantes y por lo tanto no tiene
caridad de su espíritu.
Practicad mis enseñanzas para que os fortalezcáis y cuando
lleguen a vuestras puertas los que os nieguen y os calumnien, tengáis serenidad
en vuestro espíritu y dulzura en vuestros labios.
Si con esa preparación obráis, veréis que con vuestra
oración se apartará de aquellos corazones la pena que pudieran esconder, como
prueba de que estuvieron ante mis discípulos.
Si por el contrario, tratáseis de defender mi Doctrina
contestando golpe por golpe y blasfemia por blasfemia, entonces veréis como las
turbas os vencerán y hallarán razones para demostrar que no podéis ser mis
discípulos por vuestra falta de amor y caridad hacia vuestros semejantes.
No permitáis que el santuario que he edificado en vuestro
corazón, sea destruido por ideas profanas; vivid alerta, penetrad en oración
para que las tempestades no os sorprendan.
Cuando escuchéis a los profetas de este tiempo a quienes
llamáis videntes, que en sus mirajes os hablan de peligros y pronostican
pruebas, elevad vuestro pensamiento a Mí, para pedirme fuerzas, para resistir,
o luz para salvar aquel escollo, implorando mi caridad para todos vuestros
hermanos.
Es tiempo de orar. Los hogares que viven en paz, deben orar
por los hogares destrozados. Las viudas que han encontrado la resignación y
consuelo, acompañen en pensamiento a las que van sin rumbo enloquecidas de
dolor.
Madres que os recreais al veros rodeadas de vuestros hijos,
enviad vuestro consuelo a las que los han perdido en la guerra. No importa que
vuestros ojos no vean el resultado, os bastará vuestra fe y que querais
compartir el dolor de vuestros hermanos, para que Yo envíe a aquellos por
quienes oráis, paz, mi consuelo y mi caricia, el pan y el perdón,
Os he donado para que alcancéis por vuestros méritos la
tierra de promisión.
Siempre os ayudaré en vuestra preparación para que podáis
ser fuertes y os levantéis como buenos soldados de esta causa cuando se desate
la confusión y se levánten pueblos contra pueblos y naciones contra naciones.
Hoy os digo, bienvenido sea el caminante que tiempo ha viene
en pos de la luz divina. ¡Oh moradores pasajeros de este mundo, que hoy estáis
aquí y mañana no sabéis a dónde vaya vuestro espíritu! De cierto os digo que no
es la muerte la que os espere, sino la vida eterna, porque Yo no he decretado la muerte para el espíritu; mas quiero que
en el instente de mi llamado os encontréis como las vírgenes fieles de mi
parábola esperando la llegada del casto esposo con su lámpara encendida, para
que en el instante de escuchar mi voz que os llama, podáis dejar el cáliz de
amargura que habéis bebido en este mundo que nadie en esa hora os pueda
arrebatar lo que con tanto dolor estáis a punto de alcanzar.
Aquí se cerrarán los ojos de vuestro cuerpo cansado de
llorar, mientras los ojos de vuestro espíritu se abrirán a la vida verdadera,
al traspasar los umbrales de le eternidad, allá donde vuestro Padre os espera
con el galardón que os tiene prometido.
¡Cuántos muertos a la vida de la gracia han resucitado en
este tiempo escuchando esta palabra! ¡Cuántos débiles se han levantado llenos
de fuerza! ¡Cuántos tímidos y desesperados se han llenado de valor y han
encontrado la paz!
Las multitudes que anuncié en los primeros días de esta
comunicación son éstas: los muertos y necesitados que dije que llegarían, sois
vosotros.
En vuestra soledad y en vuestra amargura esperábais día tras
día el momento que os diere le buena nueva de mi llegada. Habéis llegado bajo
la sombra del árbol donde os esperaba atraídos por los rumores de mi presencia
y de mis prodigios, y aquí estáis convirtiéndoos en discípulos del Divino
Maestro.
Por algún tiempo todavía estaré con vosotros, para que
grabéis mis enseñanzas en vuestro espíritu y no caigáis en profanación o en
adulterio. Quiero que cuando vuestros labios se dispongan a hablar de mi
Doctrina, vuestro corazón confirme con obras de amor la palabra que el Maestro
os enseñara.
Tened cuidado de no herir el corazón de vuestros hermanos ni
de apagar su lámpara de fe, porque ahí entre las multitudes están mis nuevos
discípulos, no los apartéis de ese sendero. No creáis que vosotros sois los
únicos de los cuales me serviré en este tiempo. Vosotros seréis llamados
primeros y aquellos postreros. También aquellos llegarán cansados de andar y
sufrir y me dirán: Padre, llego rendido ante vos, quisiera haberos encontrado
ha mucho tiempo en mi camino, me hubiera evitado muchos de mis sufrimientos y
errores. Más os digo, la hoja del árbol no se mueve sin mi voluntad y quienes
así me hablen deben saber que también entre mis labriegos hay quienes en su
corazón me dicen: ¡Cuán feliz sería si aun fuera libre para gozar de cuanto el
mundo me ofrece! Este es el que no supo aprovechar las pruebas que son las
lecciones que da la vida ni ha sabido comprender el sentido de mi enseñanza,
por eso es débil y en su debilidad se tienta a sí mismo.
¿Quién podrá ocultarme alguna intención o alguno de sus
pensamientos, a Mí que habito en el corazón de cada hombre? Por eso no os
extrañe que os diga que de entre vosotros surgirán quienes persigan y traten de
destruir lo hecho por Mí. Algunos de los que hoy se dicen discípulos y
labriegos del Señor, mañana se levantarán en contra de mi Doctrina combatiendo
a los que llamaron sus hermanos. Por eso os digo siempre, velad y orad, para
que no caigáis en tentación.
Sea conforme cada quien con el don y el cargo que se le haya
confiado y no se levante por los caminos y a las comarcas en tanto no se le
marque el instante debido y se le señale su misión. Os digo esto porque hay
quienes sin haberse preparado van doctrinando, y también hay quienes se
convierten en guias sin poseer la debida preparación. En cambio, a otros que
les parece no poder cumplir con las misiones que les estoy confiando, les digo:
¿Cómo consideráis imposible de cumplir lo que os confía Aquel que sabe de lo
que es capaz cada uno de sus hijos? ¿Cómo habéis creído que fuera posible mi comunicación
en este tiempo? ¿No es acaso por el entendimiento del hombre?
Hay quienes han dudado de mi comunicación en esta forma
considerando al portavoz como un impostor, y de ésos que han dudado me he
servido también llamándolos y preparándolos para desempeñar el cargo que en
duda pusieron y dándoles pruebas de mi verdad. Muchos de ellos han sido de mis
mejores portavoces, por la fe y la alegría con que luego han trabajado. Al
saber que por sus labios brotaban palabras divinas, han vuelto sus ojos hacia
Mí para bendecir mi nombre.
Desde entonces hacen mi voluntad y no la suya, reconociendo
que quien hace su propia voluntad en la Tierra, lo hace para glorificarse a sí
mismo y por lo tanto se aparta de Mí.
El Maestro os dice: hoy es mi palabra la que os guía, os
corrige y enseña, después de 1950 os guiará sólo vuestra conciencia. Entregad
mi enseñanza en toda su pureza, mostrad con toda caridad mi Obra.
No os he llamado para que perezcáis en esta lucha; al
contrario, quiero que alcancéis como buenos soldados el triunfo, pero que ese
triunfo sea el de la paz que hayáis sembrado, el de la salud que hayáis dado a
los enfermos, el de la luz que hayáis hecho en las tinieblas.
Labriego que venís a presentarme vuestra labor, Yo os
recibo. Venís de las tierras que Yo os he confiado y me preguntáis: Divino
Maestro, mi trabajo, mi lucha ¿Es agradable ante vos? Y el Maestro os contesta: No son aún perfectas vuestras obras, no habéis
llegado a ser mis discípulos, os miro como tiernos párvulos, a quienes mucho
amo y ese cumplimiento que me presentáis, Yo lo recibo; vuestro espíritu se
levanta dando los primeros pasos, doblegando a la materia y dando oído a mis
nuevas enseñanzas en la presente etapa.
En el Primer Tiempo conocísteis el nombre de Jehová y
mirásteis mis manifestaciones en el seno del pueblo de Israel al cual habéis
pertenecido siempre, y os dije: He aquí el camino, y el camino de que os hablé
era la Ley. Más tarde, mi Verbo encarnado en Jesús os habló y os iluminasteis
con mis parábolas y preceptos, y en ellos os dije: "Todo el que cumpla
amando y perdonando a sus semejantes está dentro del camino de mi Ley", y
en este tiempo volvéis a encontraros en el mismo sendero de vuestra evolución y
tenéis delante de vosotros al mismo Espíritu Divino enseñando y guiando
vuestros pasos; he venido como luz radiante y todo el que se prepare, podrá
contemplarme.
No se ha levantado la humanidad en esta era a cumplir mis
mandatos y la estoy esperando; he cultivado a los espíritus a través de los
tiempos y no me habéis presentado todavía frutos dignos de Mí; he dictado leyes
perfectas sobre todos los seres y el espíritu del hombre, que es la Obra
maestra del Creador, no se ha perfeccionado; después de inspirarle y
aconsejarle incesantemente, no ha sabido oír ni obedecer a su Dios.
No habéis hecho buen uso de los dones que os he concedido y
sólo me mostráis dolor; si hay dolor en vosotros, es que habéis faltado a la
Ley; habiendo sido dotados de fuerza, habéis debilitado.
Quiero que sepáis que sois entre todas las criaturas de este
mundo, el ser predilecto dotado de espíritu y conciencia; os he dado el libre
albedrío para que toméis por vuestra voluntad el camino recto que conduce a Mí;
no es el camino florido el que os ofrezco, sino el de oración, penitencia y
lucha y por ese sendero os guiará vuestra conciencia.
Se acerca el tiempo en que llegaréis en espíritu a Mí;
estáis en el Tercer Tiempo, en la sexta etapa, cerca de los umbrales de esa
vida perfecta que os espera; ¿Queréis llegar a Mí y disfrutar de la paz que os
he prometido desde los primeros tiempos?; Todos me decís: Sí, Maestro, porque
el cáliz que apuramos es amargo y nuestra jornada pesada. Cada día vuestro
trabajo se hace más difícil y tropezáis con la incomprensión de vuestros
semejantes; mas mi palabra que es bálsamo, viene a calmar vuestros dolores; esa
fuente de gracia que habíais dejado secar, hoy se desborda nuevamente para
daros fortaleza.
Mirad que se acerca el año 1950 y el pueblo no está reunido,
aún no están preparados los doce mil espíritus de cada tribu, y si ese año
llega y no me presentáis el número que os he pedido, ¿Quién podrá después de
ese tiempo señalar a los escogidos! ¿Acaso vosotros váis a señalarles y a
marcar su destino!; No, pueblo, sólo Yo escribo con letras imborrables la
misión que a cada espíritu corresponde.
¡Cuánto anhelo hay en Mí de manifestar mi Obra en otras
naciones! Se acerca el tiempo en que esta comunicación ha de cerrarse y estos
labios no hablarán más en esta forma.
Yo soy quien hablo en este tiempo, quien cultivo y preparo a
los espíritus, porque no hay sobre la Tierra maestros del espíritu.
Y así como estas multitudes, ayer pequeñas, hoy se han multiplicado,
así quiero reunir en otras naciones a mis discípulos.
Al mirar mi lucha constante, me decís: "Maestro, ¡Qué
grande es tu Obra, que abundante tu palabra y cuánto amor y poder derramas en
ella! Los corazones se convierten y los enfermos sanan sintiendo tu
presencia". Oídme hasta el fin para que aprendáis de Mí.
Me he manifestado espiritualmente en todas las naciones como
estaba escrito, Los profetas dijeron: en el tiempo de guerra y tribulaciones
vendrá el Espíritu Santo a comunicarse con los hombres. La humanidad me busca,
suspira por mi palabra y es tanta su angustia y su confusión, que no acierta a
encontrarme estando tan cerca de ella. En algunas ciudades han sido destruídos
los templos, los libros han sido arrojados al fuego, atacada la fe y
desconocidas las leyes sagradas, y en algunas naciones han borrado mi nombre
del corazón de sus moradores y sin embargo Yo os he anunciado que el reino
celestial encontrará asiento en el corazón de los hombres. ¿Quién podrá
destruir el templo interior si sabéis edificarlo en vuestro espíritu! ¡Cuán
grande es la lucha que os espera, pueblo!
Pronto llegará al mundo el conocimiento de que el pueblo de
Israel ha vuelto a la Tierra encarnado en distintas naciones y de él voy a
servirme; sabrán que no sois descendientes de aquel pueblo por la sangre, sino
por el espíritu, y como en los tiempos pasados, testigo de mi venida y de mis
manifestaciones.
Vosotros que me representáis, llevaréis mi mensaje a la
humanidad; os he enviado a iluminar la Tierra, a predicar el bien y a dar
testimonio de la verdad. Pondréis a la conciencia antes que al espíritu y que a la materia y enseñaréis que aquélla es vuestra
guía, y todo materialismo caerá y el espíritu volverá a elevarse convirtiéndose
en mi discípulo.
Os olvidáis en este instante de vuestras penas para pensar
en las de los demás porque sabéis que en otras tierras el dolor ha llenado el
cáliz de sus moradores y este dolor llega hasta Mí, porque ¿Qué aflicción
siente el hijo que no llegue al Padre? Mas ese dolor está purificando e
iluminando al hombre, le está haciendo sentir el toque de justicia y le hará
volver al camino; sólo el dolor lo hará meditar y recobrar la salud y la paz
que ha perdido.
Mi presencia y mi amor acompaña a todos mis hijos en esta
hora de prueba.
Entre los llamados de este tiempo se encuentran los que han
pedido al Padre un tiempo más de libertad que Yo les he concedido, pero cuando
ha llegado el instante de pedirles cuentas, les he preguntado: ¿Qué habéis
hecho de aquella libertad que me pedísteis? Y sólo han podido contestar: Hemos
hecho nuestra voluntad y el fruto que hemos recogido es muy amargo.
Estos han retornado a Mí cansados, amargados y hastiados de
los frutos que tanto desearon, frutos venenosos y mortales.
El Señor les esperaba, sabía que habían de volver y cuando
han regresado les he preguntado si aún quieren seguir el camino del placer
terrestre o cargar la cruz de amor del Maestro y seguirlo, y me han dicho con
el corazón que me seguirán hasta el fin.
A todos os digo: Orad para que seáis fuertes sobre vuestra
materia.
Mientras gran parte de la humanidad se encuentra sufriendo,
porque la ley de la fuerza es aún la que impera entre los hombres y la
injusticia reina, desciendo y me presento espiritualmente entre vosotros a
alimentaros, para que os regeneréis, comprendáis mi divina enseñanza y después
podáis hacer obras perfectas entre la humanidad. Para esto he plantado mis
árboles que son las grandes o pequeñas congregaciones en diferentes ciudades,
provincias y aldeas; árboles que den sombra al caminante que viene por largos
senderos y desiertos y que den sus frutos de vida a los hambrientos. Amad a
estos árboles, cultivadles con vuestro cariño y vuestro celo, no porque miréis
desnudos de hojas a algunos y a otros envejecidos les azotéis cual si fuéseis
torbellino porque sus ramas serán nuevos árboles. No olvidéis el día en que
recibísteis la primera sombra y comísteis el primer fruto.
Yo os he tomado como pequeños niños. Cuando comenzáis a dar
vuestros primeros pasos como labriegos, os voy confiando pequeñas tierras para
que aprendáis a sembrar. Esas primeras tierras son el corazón de los vuestros,
son vuestros amigos y también vuestros enemigos. Para cada caso os inspiro.
Así, cuando la tormenta se ha acercado a vuestras tierras os
han encontrado con temple en el espíritu, y llegado el tiempo de segar y
cosechar, con regocijo en el corazón podréis llevar a los graneros del Padre la
semilla recogida, misma que será en el futuro vuestro alimento en la eternidad.
Tiempo ha os invitaba el Maestro a sembrar en sus tierras,
pero algunos fueron sordos e ingratos a la primera voz; mas el Padre seguía
esperándoles porque sabía que al segundo llamado llegarían llenos de
arrepentimiento solicitando su perdón.
Algunos para creerme y seguirme me pidieron como prueba la
salud y la tranquilidad que no encontraban en la Tierra y cuando éstos sanaron
y vieron la paz reinar en sus hogares y en su vida, me dijeron: "Eres Tú,
Padre".
Bendito aquél que reconoce las obras que a cada instante
manifiesto en su camino, porque él le da un goce a su Padre. ¡Ay del que duda o
desconfía porque se sienta solo, perdido y débil!
Escuchad discípulos: En el Segundo Tiempo, cierto día
navegaba Jesús en una barca acompañado de sus discípulos; las aguas eran
tranquilas y aquellos hombres se extasiaban con la palabra del Maestro. Mas
Jesús se quedó dormido a tiempo que las aguas comenzaron a encresparse
amenazando tempestad. Durante unos instantes la barca fue juguete de las olas y
el temor embargó a aquellos corazones, al grado de que despertaron con voz
angustiada al Maestro diciéndole: ¡Señor, sálvanos que perecemos! A lo que
Jesús, mirándoles dulcemente extendió su mano hacia las aguas, que al instante
fueron tranquilas y volviéndose hacia sus discípulos, les reprochó su duda
diciéndoles así: ¡Ah hombres de poca fe!
A veces os contemplo así, débiles en la fe. Basta muchas
veces que el pan sea escaso en vuestra mesa o que las puertas del trabajo por
momentos se cierren, para que la duda se apodere de vosotros, olvidando que
váis en la barca con Jesús, quien os dice también: ¡Ah hombres de poca fe!
Cuando me desbordo en complacencias me creéis. pero cuando
os pruebo, entonces dudáis.
No penséis que Yo pueda enviaros el dolor, porque él no
existe en Mí. Es semilla que nació del corazón del hombre de la cual me sirvo
para que sus frutos le despierten y le iluminen, porque Yo soy aquél que de la
misma tiniebla hace brotar la luz.
¡Cuántos hay que bajo el dolor de sus pruebas me han llamado
el Dios imperfecto e injusto, sin reconocer que el dolor que van recogiendo lo
sembraron ellos mismos y que sólo por él serán limpios y libres de su fardo!
¿Cuándo la humanidad le dará muerte al dolor? ¿Cuándo
cesarán sus guerras y sus pecados? Mi voz, como una campana, dice a los
espíritus en este tiempo. ¡Despertad! ¡Levantáos! Escuchad a vuestra conciencia
para que penetréis con sumisión y mansedumbre por el camino de la Ley; os está
prometido el tiempo de la paz y de la gracia en que desaparecerán el dolor y
las lágrimas pero antes tendréis que luchar y perseverar en el bien.
Cuando todos los hombres se levanten alentando este ideal,
la confusión de Babel que perdura en estos tiempos desaparecerá, para que todas
las razas se estrechen en un abrazo de fraternidad.
¡Toma de mi amor y mi bendición en Mi nombre que Soy el Padre, el Hijo el Espíritu Santo, la paz de mi Divinidad nunca se aparte de Vosotros!
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