¿Por qué del día en que me comunico con vosotros al otro en
que os doy una nueva lección, encuentro que en tan corto período de tiempo, ya
os habéis despojado de la paz que os di? No perdáis en los caminos las gracias
que os entrego. Venís amedrentados por las pruebas y vicisitudes que encontráis
a vuestro paso, llegáis con el corazón contrito; Así os veo casi siempre,
cuando os he dado mi paz, para que crucéis con serenidad y fe por el camino de
evolución de vuestra vida.
Os he enseñado a orar para que os libréis de riesgos y
tropiezos, de acechanzas y tinieblas; os he dicho que hasta los elementos
escucharán vuestra oración cuando sean desatados por mi justicia; pasarán sobre
vosotros sin tocaros, porque supisteis orar con fe y limpidez.
De la escoria y del abismo levantaré a vuestro espíritu en
este tiempo para que reconozca no sólo a vuestro Dios sino a vosotros mismos
así como vuestros dones espirituales, pero antes tendréis que pasar por el
crisol del dolor que os purificará, porque sin regeneración no podrán brillar
vuestros dones en toda su intensidad.
Las pasiones humanas, son como una tempestad que azota
vuestro santuario interior y sólo el que ora es fuerte para resistir las
pruebas y el que vela está alerta para protegerse.
Cuando os hablo de templos y de santuarios, no me refiero a
los recintos que en lo material levantáis, sino a vuestro corazón, porque donde
quiera que vayáis, ahí estará el templo y presente siempre en él encontraréis
mi amor.
La humanidad ha creado religiones, semejantes a caminos que
conducen hacia Mí, mas os digo: Dejad de caminar bajo la interpretación humana que cada quien da a mi ley; Es tiempo ya de que todos sepáis
recibir mi inspiración, para que esa luz sea la que os guíe.
A veces os preguntáis: ¿por qué es a este pueblo al único
que le he hablado, cuando son tantas las naciones que lo necesitan? A lo cual
os contesto, que en aquel tiempo fue sólo una turba la que presenció mi crucifixión
y mi muerte; sin embargo, la sangre del Cordero cayó sobre de toda la
humanidad, para mostrarle el camino de su restitución; así en este tiempo
hablaré a estas congregaciones, mas la luz de mi Espíritu está derramada en
todo el orbe.
Todos los medios para aprender y practicar os los he
entregado ya, y no quiero que cuando lleguéis en espíritu ante mi presencia, os
presentéis sin cosecha, pretextando que la dureza y la reaciedad de la materia
no os dejaron cumplir vuestra misión, porque el que no venza sobre las
tentaciones del mundo, no tendrá méritos para presentarse ante el Señor. Mucha
fuerza tiene la materia en sus pasiones, inclinaciones y debilidades, pero el
espíritu está dotado de una potestad superior y con ella podrá imponerse al mal.
¿Qué mérito tendría vuestro espíritu, si actuara dentro de
un cuerpo sin voluntad y sin inclinaciones propias? La lucha del espíritu con
su envoltura es de potencia a potencia, ahí encuentra el crisol donde debe
probar su superioridad y su elevación, es la prueba donde muchas veces ha
sucumbido por un instante el espíritu ante las tentaciones que el mundo le
ofrece a través de la carne. Es tanta la fuerza que ejercen sobre el espíritu,
que os llegó a parecer que una potencia sobrenatural y maligna os arrastraba al
abismo y os perdía en las pasiones.
¡Qué grande es la responsabilidad del espíritu ante Dios! La
carne no tiene contraída esa responsabilidad; ved cómo llegando la muerte
descansa para siempre en la tierra. ¿Hasta cuándo haréis méritos para que
vuestro espíritu se haga digno de habitar moradas más perfectas que ésta en que
vivís?
El mundo os ofrece coronas que sólo hablan de vanidad, de
soberbia, de falsa grandeza. Al espíritu que sabe pasar por sobre esas
vanidades, le está reservada en el más allá otra corona, la de mi sabiduría.
En aquel tiempo busqué los valles, las montañas, el mar y el
desierto para hablaros; hoy también encuentro que hay corazones que por su paz
semejan valles, otros que son como un mar tempestuoso, como aquél que se
encrespó, cuando Jesús con sus discípulos navegaba en la barca. Algunos por su elevación al escucharme, se parecen a la montaña
y otros por su soledad y su aridez, se asemejan al desierto.
Vosotros que escucháis mi palabra, amadla, estudiadla y
ponedla en práctica. ¡Cuántos deseando escucharla no podrán oiría, porque no
les fue dada esa gracia en este tiempo! Mas en verdad os digo que su eco
llegará a todos y con más pureza porque no será la voz del hombre la que a
ellos llegue, sino la esencia de la Divinidad.
Hoy estoy cincelando vuestro corazón con mi palabra, estoy
enseñándole a sentir el dolor de los demás, porque quien no posea caridad, no
podrá ser mi apóstol. No quiero que los menesterosos, después de haber llamado
inútilmente a vuestra puerta, sollozando me pregunten si ésos son mis
escogidos, los que Yo he preparado como depositarios de las cuitas de sus
hermanos, como confidentes y báculos de los necesitados. ¡Velad, oh
discípulos!, Para que podáis percibir aún a mitad de la noche, cuando dormís
profundamente, la mano que llama a vuestra puerta. ¡Ese necesitado que hoy os
busca, puede ser aquél que conmovido por vuestra caridad se convierta también
en mi labriego y mañana os aligere vuestra misión! Cuántos de esos que hoy
llegan pidiendo un poco de amor, de comprensión o de justicia, serán mañana el
escudo que os defienda, o el testigo que os salve, pero ¿qué podéis esperar de
quien llamó a vuestras puertas con todo su dolor y la esperanza puesta en
vuestra caridad y no fue oído? Dejad que llegue a vosotros aquél que se ha
hundido en el cieno del vicio; si sabéis conmoverlo, él se arrepentirá. Dejad
que el harapiento se sienta digno de vuestra casa y de vuestra mesa, pero no
sintáis repugnancia por su pobreza, acaso espiritualmente esté más limpio y
engalanado que vosotros. No reservéis vuestras mejores atenciones y sonrisas,
para aquellos que llevan en sus manos la riqueza material o que se presenten
cubiertos con costosos atavíos; haced que vuestro corazón no contemple esas
diferencias y repartid el beneficio de vuestros dones en todos por igual. El
sufrimiento abunda; ¿cuánto bien podéis hacer en cada día y a cada instante?
02-053.15 Si observáis a la niñez, veréis que hay muchos pequeños sin
amor, sin ley y sin pan. Sí penetráis entre la juventud, encontraréis la lucha
de pasiones, los caminos equivocados; y si miráis entre los hombres y mujeres
que han alcanzado la madurez en la vida, encontraréis entre ellos las
tragedias, el cáliz muy amargo, a veces de viudez, la falta de esperanza y de
fe, así como de un verdadero aliciente espiritual que les conforte y les
sostenga.
Sólo mi palabra puede conmover y hacer sensible al corazón
endurecido por el dolor. Muchos de vosotros habíais sufrido tanto, que no
sentíais ni os importaba el dolor de los demás. Os hablo mucho del dolor y
menciono la caridad que debéis tener hacia vuestros hermanos, porque hay tantos
sufrimientos en el mundo como seres humanos, y apenas en este tiempo principian
los dolores de la humanidad; por eso os estoy preparando para que reconfortéis
con vuestro amor a vuestros hermanos.
Si los grandes pueblos de la Tierra gustan de brindar por el
mundo levantando el cáliz de amargura y vertiéndolo sobre la humanidad, Yo,
desde esta humilde mesa brindo con vosotros con un cáliz espiritual de dulzura
y de vida, para que llevéis este mensaje a los que lleven en su corazón la
muerte y en su paladar la amargura.
Id paso a paso por este camino de amor; Dejad que soplen los
vientos huracanados sobre vosotros sin debilitaros. Vuestros oídos escucharán
que os dicen que vais por el camino de perdición, mas fortaleceos con el
recuerdo de mis palabras, cuando os digo que mi manto cubrirá a todo el que
transite en el mundo por el camino que Yo le he trazado con la huella
sangrienta de mi pasión.
Quiero que vuestro rostro refleje la mansedumbre de vuestro
espíritu mas no la hipocresía, porque lo que vuestros hermanos no ven, Yo lo
estaré juzgando. Después de las tempestades que han de azotar a este pueblo,
corto será el número de los que queden circundándome, porque muchos flaquearán
por las pruebas, mas los que queden serán los que hagan florecer mi obra. Todo
será limpio así en lo material como en lo espiritual, porque con mi palabra he
venido a abriros el camino que cerrado estaba por la maldad y desobediencia de
los hombres. Los ojos de vuestro espíritu también se abrieron para que
contempléis la verdad; vuelvo a deciros que todo ojo me verá. La penitencia
bien entendida que os he pedido, es para que pongáis en vuestra vida un
principio de regeneración; por ello os digo que no os quiero vistiendo hábitos
de hipocresía, os quiero buenos y sinceros, testificando con vuestras obras la
verdad de mi doctrina.
Llegaréis a adquirir un caudal de sabiduría sin necesitar de
los libros de los hombres, siendo vuestro único libro esta palabra en la que no
tendréis influencia de doctrinas extrañas ni de malas interpretaciones, ni
teorías de hombres, sólo mi ley que os traza el sendero de vuestra evolución.
El denso velo de vuestro materialismo os había aletargado en
una ignorancia que os hacía sentiros lejos de lo divino y os ocultaba la luz
que debe iluminar la vida del espíritu. En este tiempo mi voz rasgó ese velo y
os mostró mi santuario revelándoos nuevas lecciones de mi arcano. Ante mi
manifestación espiritual, unos han encendido su lámpara de fe, mientras otros
han preferido seguir mirando la vida con la luz que su débil conocimiento
espiritual les ha dado. ¿Cuándo comprenderéis todo lo que debéis atesorar para
el espíritu?
Yo no os prohíbo que escudriñéis la naturaleza ni que
acumuléis conocimientos, si estos son para bienestar y adelanto de vuestra vida
humana, mas también quiero que os intereséis por alcanzar luz para vuestro
espíritu, porque será lo único que de aquí os llevéis al más allá y que en la
senda espiritual os sirva para vuestro progreso. Estoy tan cerca de cada uno de
vosotros, que basta que con vuestro pensamiento me preguntéis algo, para que al
instante recibáis mi respuesta. Nadie podrá reprochar al Padre que se ha
alejado de sus hijos, porque como un pastor amoroso he velado siempre por todas
mis ovejas y puedo deciros en verdad que ninguna se ha perdido ni se perderá,
porque doquiera estoy Yo; en todo sitio existe mi luz y la vida y el amor de
vuestro Padre palpita en toda la creación.
El hombre se ha alejado del cumplimiento de mi ley y hoy
puedo deciros que con mis lecciones de amor estoy trayendo al sendero de su evolución
a muchas ovejas descarriadas, mas cuando éstas vuelvan al redil traeré a otras,
hasta guardarlas a todas en el aprisco de mi amor.
Hoy sabéis que el dolor purifica al espíritu y al corazón, y
que no es la primera vez que tenéis que desmanchar a vuestro espíritu de sus
faltas. El vaso de amargura vertió su contenido sobre el mundo y fue como un
nuevo diluvio, pero más doloroso, más amargo y prolongado. Tiempos vendrán en
que no será el dolor el que sujete y detenga a los hombres, sino la luz de su
conciencia. Si todavía necesitáis el dolor como un freno, es la más clara señal
de que espiritualmente no habéis evolucionado.
Pensad mis hijos, que tendréis que escalar la montaña
llevando a cuestas una cruz de dolor, pero entended que la cruz que os ha de
elevar, no será la de la restitución de vuestros pecados, sino la de vuestros
sacrificios por los demás. A los hombres les digo que deben ser guías,
defensores y guardianes de la humanidad, a las mujeres, a las madres les digo:
orad por las grandes multitudes de niños sin padres, sin hogar y sin pan.
Vuestras oraciones serán como las alas de la alondra que se abren para cobijar
a los polluelos; mas en este instante, no sólo penséis en los vuestros, porque ellos tienen vuestra ternura, sino en aquellos que en
la Tierra no tienen más que soledad y hambre de cariño. Orad por ellos. ¿Quién
mejor que vosotras para comprender el frío, el vacío y la sed de esos tiernos
corazones? Orad y pronto vendrá a ellos el pan, el albergue y el amor. Este es
el tiempo propicio para hacer la caridad.
Habéis sido confinados a la Tierra, a este planeta que
siendo huerto maravilloso, donde el Creador se desbordó en bendiciones, el
hombre vino a transformarlo en valle de lágrimas, mas la humanidad llegará a
comprender que por restitución se le ha dado venir al mundo en este tiempo para
transformar este desierto de tristezas y dolor en un edén de luz, en una morada
de fraternidad y paz en donde se cumpla con mi precepto que os dice:
"Amaos los unos a los otros".
Entre los que me escuchan se encuentran los incrédulos, que
quisieran tocar como lo hizo Tomás para poder creer, los que llegarán a
comunicarse Conmigo de espíritu a Espíritu. Les digo primero lavarán su vaso
por dentro y por fuera, para que en él caiga mi palabra como rocío de gracia y
de vida para el espíritu.
Los enfermos desearían tocar mi túnica como en el Segundo
Tiempo, para que su fe los sanara. Y Yo os digo: ¿Por qué no tocáis mi Espíritu
Divino con vuestro pensamiento limpio, con vuestra oración fervorosa?
Obtendríais todo lo que vuestro espíritu y materia necesitaran.
Esta es la lección que os doy, dejando que miréis este libro
que he abierto ante vosotros a través de los tiempos. Es el libro de mi
sabiduría eterna, que hoy os muestro abierto en el Sexto Sello tomando como mi
intérprete al portavoz que Yo he preparado.
A través de los tiempos habéis querido estudiar mis
manifestaciones para conocer mi voluntad y mis mandatos, y Yo he respondido a
vuestras preguntas, porque todo el que me busca por amor, deseoso de encontrar
la verdad, me encuentra, me mira delante de sí, me siente y se alienta con mi
amor como Yo me lleno de gozo cuando mis hijos me presentan el fruto que han
alcanzado con sus obras de amor y caridad, con las cuales han aliviado el dolor
de sus hermanos.
En ese libro que he venido a abrir una vez más ante vosotros,
están contenidas todas mis enseñanzas, y lo que en él está escrito lo
conoceréis y será para vuestra dicha, porque os guiará en el camino de vuestra
evolución.
Os encontráis ansiosos de recibir mis inspiraciones, que he
derramado abundantemente en todos los tiempos y no las habéis aprovechado ¿hoy que me comunico con vosotros a través del
entendimiento humano continuaréis dudando de mis lecciones y de mi presencia
entre vosotros? No he venido a hablar a los muertos ni a seres sin razón, sino
a vosotros que sois humanos, que tenéis conciencia y me conocéis. Si hablara a
los muertos; si hablara a las piedras o a los elementos de la naturaleza ya
estarían dando testimonio de Mí, mas la incredulidad de mis hijos no hará
detener mi enseñanza, y este libro seguirá hablando de la verdad, de la vida de
gracia y del más allá.
¿Qué buscáis en mi doctrina, qué queréis conocer, hijos
míos? La luz, me dicen unos; ansiamos encontrar la paz, escucho que me dicen
otros. Os digo que si os preparáis, encontraréis en mi palabra todo lo que
anhela vuestro espíritu. He preparado a esta nación como a una tierra próspera
y bendita desde donde podréis mirar el monte de la nueva Sión, la tierra que os
espera, y mañana, después de haber pasado por el mundo cumpliendo con vuestra
misión, os encontraréis en espíritu en los caminos del más allá, y estaréis
reunidos todos en un solo valle formando conmigo un solo Espíritu.
Es menester que estudiéis para que sepáis el porqué de los
acontecimientos de esta Era, por qué Elías ha venido en este tiempo y por qué
os doy mi palabra. En todos los tiempos ha venido Elías como precursor mío para
preparar al espíritu de todos los hombres. En el Primer Tiempo vino Elías a la
Tierra, llegó al corazón de la humanidad, y la encontró caída en paganismo e
idolatría. El mundo se encontraba gobernado por reyes y sacerdotes, y ambos se
habían apartado del cumplimiento de las leyes divinas y guiaban a sus pueblos
por caminos de confusión y falsedad. Habían erigido altares a distintos dioses,
a los que rendían culto. Elías apareció en ese tiempo y habló a aquellos con
palabra justiciera: "Abrid vuestros ojos y mirad que habéis profanado la
ley del Señor, habéis olvidado el ejemplo de sus enviados y habéis caído en
cultos indignos del Dios viviente y poderoso, es menester que despertéis, le
miréis y le reconozcáis, derrumbad vuestra idolatría y elevad vuestros ojos
sobre toda figura con que le hayáis representado”.
Elías oyó mi voz que le decía: "Alejaos de ese pueblo inicuo,
decidle que por mucho tiempo la lluvia no caerá, hasta que vos lo ordenéis en
nombre mío", y Elías habló: "No lloverá hasta que mi Señor señale la
hora y mi voz lo ordene"; y diciendo esto se alejó. Desde ese día la
tierra fue seca, pasaron las estaciones propicias para la lluvia, sin que ésta
acudiera. En el cielo no se veían señales de agua, los campos sintieron la
sequía, los ganados comenzaron a perecer, los hombres cavaban la tierra buscando agua para calmar su sed, sin encontrarla; los ríos se secaron,
la hierba se marchitó sucumbiendo bajo los rayos de un sol candente y los
hombres clamaban a sus dioses, pidiendo que aquel elemento tornara a ellos para
sembrar y recoger simiente que los alimentara.
Elías se había alejado por mandato divino, oraba y esperaba
la voluntad de su Señor. Los hombres y las mujeres empezaban a salir de sus
tierras en busca de nuevos pueblos en donde no carecieran de agua; por doquier
se miraban caravanas y en todos los lugares la tierra era seca.
Pasaron los años y un día en que Elías elevaba su Espíritu
al Padre, oyó su voz que le decía: "Buscad al rey, y cuando Yo os dé la
señal, las aguas volverán a caer sobre esta tierra."
Elías, humilde y lleno de obediencia, fue delante del rey de
aquel pueblo y mostró su poder delante de los adoradores del falso dios;
después habló del Padre y de su poder y entonces aparecieron las señales,
rayos, truenos y fuego se vieron en el cielo, después el agua vivificadora cayó
a torrentes; de nuevo los campos se vistieron de verdor y los árboles se
llenaron de frutos y hubo bonanza.
El pueblo ante esta prueba despertó y recordó a su Padre que
le llamaba y amonestaba por conducto de Elías.
Muchos y muy grandes fueron en aquel tiempo los prodigios de
Elías para conmover a la humanidad.
En el Segundo Tiempo apareció Juan el Bautista aconsejando
penitencia, preparando a los corazones para recibir al Mesías. Aquel Precursor
bendito habló a las multitudes, porque se acercaba el tiempo de la predicación
de Jesús, y era menester que le reconociesen. Él bautizó con agua y aun sobre
Jesús la derramó diciéndole: ¡Maestro, cómo he de bautizarte si no hay mancha
en Ti! A lo que Jesús respondió: "Es preciso que así sea para que dé
principio a mi jornada enseñando la sumisión, para que éstos que me siguen,
cuando se dispongan a iniciar su cumplimiento, sepan purificarse y
prepararse".
Elías, Espíritu de gran potestad y que no ha sido reconocido
por la humanidad, siempre ha sido mi precursor. Hoy ha venido una vez más a
preparar a los señalados, a los que me han servido como portavoces y a toda la
humanidad.
Si os preparáis y estudiáis mi enseñanza para llegar a
conocer mi voluntad, Elías vendrá en vuestra ayuda y será vuestro báculo y
amigo.
Elías es rayo divino que ilumina y guía a todos los seres y
los conduce a Mí; amadle y veneradle como precursor e intercesor vuestro.
Discípulos, si queréis penetrar en el Reino de los Cielos,
haced obras lícitas, cumplid con la ley, y mi Obra será conocida de todos,
distinguiéndose entre las religiones y doctrinas como el único camino que he
trazado al hombre.
Para ayudaros en vuestra preparación, venid a Mí, sentaos a
mi mesa, en donde tengo reservado un lugar para cada uno de mis discípulos,
desde el cual asistiréis a mi cátedra. No os preocupéis si la persona por la
que me comunico es hombre o mujer, si es anciano, joven o niño. Analizad mis
lecciones hasta encontrar la esencia divina de esta palabra y sentiréis mi
presencia a través de cualquier de mis elegidos. Aprovechad estos instantes,
porque más tarde podréis llorar si así no lo hiciereis.
Dejad que crezca este pueblo como crecen los árboles
multiplicando sus ramas, como se extienden los ríos formando nuevos ríos y
arroyuelos. Mirad cómo de una congregación brotan nuevas congregaciones en las
comarcas y en las ciudades.
Es mi Espíritu el que les ha enviado a las distintas
comarcas a llevar un mensaje de espiritualidad. ¿Por qué hay quienes
apartándose de los principios de espiritualidad que les he trazado, de dar amor
y caridad sin interés alguno, van vendiendo los servicios que hacen a través de
dones que nada les costaron? ¿No recordáis que os dije desde las primeras
lecciones que escuchasteis, que velaseis y oraseis, porque la tentación
acechaba a vuestro paso? Haced memoria y recordaréis que también os dije, que
más tengo que daros que vosotros que pedirme, para que os concretaseis a
recibir de Mí lo que sea lícito.
Sabed que en el libro de vuestro destino está marcado el día
y la hora en que las puertas del más allá se abrirán para dar pasó a vuestro
espíritu, desde donde veréis toda vuestra obra en la Tierra, todo vuestro
pasado. No queráis entonces oír voces que sean reproches o quejas en contra
vuestra, ni ver a quienes os señalen como causantes de sus males.
¡Qué pena, qué dolor siente un espíritu al llegar a aquella
mansión de luz y de paz y escuchar que hasta ahí llega el clamor de sus
víctimas! Si no queréis atravesar por ese trance, cultivad desde ahora las
tierras que os he confiado, sembrando en ellas la semilla de mi doctrina en
toda su pureza. No os sintáis incapaces de llevar a cabo obras dignas de Mí y abandonéis vuestras herramientas a media faena, para olvidar
esta misión y entregaros de nuevo a las tentaciones del mundo.
Llegar presurosos a escuchar mi palabra, recordad que está
próximo el día en que ya no la escucharéis bajo esta forma. Para vosotros ya
pasó el tiempo en que era necesario que se presentasen los profetas delante del
pueblo para exhortarle a que hiciera penitencia y amenazarle con la justicia de
Dios, si no oía aquella voz de alerta. Hoy quiero que seáis los profetas que
despierten a la humanidad y le transmitan este mensaje celestial. Haré
prodigios en vuestro camino y os daré las armas de la verdad con que luchar,
porque seréis combatidos.
Muchas sendas torcidas enderezaré sirviéndome de la rectitud
de mis buenos discípulos. La presencia espiritual del pueblo de Dios, llamado
en la Tierra "Israel", se hará sentir entre la humanidad y muchos
llegarán a comprender que lo que se había interpretado en forma material, tenía
un elevado sentido espiritual.
Si los espíritus que formaron este pueblo, se diseminaron por
el mundo y por el valle espiritual, para cumplir con una restitución, ahora,
unidos por mi amor con la luz del Espíritu Santo, iluminando el sendero de su
evolución, congregarán a su paso a todos los hambrientos de libertad, de paz,
de verdad, de justicia, de amor y de redención.
De cierto os digo que el pueblo de Dios es infinito, que
todos pertenecéis a él espiritualmente, por lo tanto, ese pueblo no podía
limitarse a una nación o a una raza. El pueblo de Israel, llamado por los
profetas y los patriarcas de los primeros tiempos, "el Pueblo de
Dios", es un símbolo de la familia universal, un pueblo formado por seres
sabiamente escogidos para mis designios y al cual he tomado como instrumento
para hacer llegar mis lecciones a la humanidad como un libro abierto ante los
hombres, libro que habla de evolución espiritual y material, de revelaciones
divinas, de profecías, de interpretaciones humanas, de aciertos y de errores de
ese pueblo, de esplendor y de decadencia, de libertad y de esclavitud, de luz y
de tinieblas. Este pueblo no tendrá más Tierra Prometida en el mundo, su misión
es la de ir buscando a los perdidos y reanimando a los débiles para enseñarles
el camino del desierto, detrás del cual están las puertas de la Nueva
Jerusalén, la ciudad espiritual, en donde habitaréis eternamente con vuestro
Maestro.
Los 144,000 señalados tienen la misión de velar celosamente
por la ley, de reanimar al pueblo en la jornada, de defender la fe. Serán soldados de la paz, maestros en mi sabiduría, doctores para todos los
males, consoladores y profetas.
Grandes acontecimientos han contemplado las generaciones de
este tiempo; sin que os deis cuenta, estáis atravesando la gran batalla, la
cual no se libra sólo en vuestros campos o naciones en guerra, sino en muchos
órdenes. La verdadera batalla está en lo espiritual, ahí en donde vuestros ojos
no penetran, en la mente y en el corazón humano, en los hombres de ciencia y de
las religiones y en todas las instituciones humanas. Es que se avecina un nuevo
tiempo, en el que el Séptimo Selló tenga que abrirse y triunfe la Justicia y la
luz en los espíritus. Antes tendré que enviar a la Tierra a espíritus llenos de
mi gracia, los cuales conducirán a la humanidad como a niños para que alcancen
su salvación.
Orad y sentid cómo cruza Elías el espacio desde un confín
hasta el otro, haciendo luz en los senderos oscuros, rescatando a los que se
han perdido, unificando a los manchados, despertando a los que duermen en la
ignorancia y ordenándolo todo, porque éste es su tiempo. No le temáis, amadle,
porque ha venido como Pastor a conduciros hacia el Padre, hacia el aprisco
celestial que os espera.
Mi palabra y todas las profecías se cumplirán.
En el Segundo Tiempo clavasteis mis manos en un madero, las
mismas que sanaron a los enfermos y acariciaron a niños, jóvenes y ancianos.
Hoy he desclavado mi diestra, mas no para rechazar la cruz en la que me habéis
elevado, no hijos amados, hoy la extiendo amorosamente para entregaros mi bendición.
¡Mi paz sea con vosotros!
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