sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 49

Vuestra oración se eleva hacia Mí como el perfume de las flores y Yo la recibo.

Dejad que vuestro espíritu saboree el pan de vida eterna. No es esta la primera lección que mi Divino Espíritu os da; ya en otro tiempo me manifesté en cuanto hombre, para enseñaros a nacer en la humildad, a vivir haciendo el bien a los demás y a morir en la cruz del amor. Cuando escucháis mi palabra, os parece que es la primera enseñanza que recibe vuestro espíritu, y es que la lección anterior no la comprendisteis. Hoy vengo nuevamente en busca de los enfermos que son todos mis hijos, porque todos gemís en este valle de expiación y vuestros lamentos llegan hasta Mí.

Cuando el dolor llega a ser muy intenso entonces el hombre por más indiferente y frío que se haya mostrado ante mi doctrina, se acuerda de Dios, vuelve sus ojos a Mí en busca de mi caridad y en su desesperación eleva esta oración: "Señor, ¿por qué no me concedéis lo que tanto os pido? Si no habéis de atender mi súplica, entonces acortad mis días en la Tierra, ya que no tiene objeto estar en ella sólo para sufrir". ¡Cuánta ignorancia mostráis al hablar así a vuestro Padre que es todo amor para sus hijos!

Por eso con mi enseñanza en este tiempo vengo a sacaros de las tinieblas de la incomprensión, para que no os extraviéis del sendero de luz, aun en medio del dolor. Pronto sabréis que no os he creado para el dolor, porque el sufrimiento no nació de Mí, sino de vosotros; ahora es menester que recorráis todo el camino para que recobréis la luz y la pureza, que en jirones fuisteis dejando en los abrojos del camino.

Cierto es que vuestra, vida es como un mar tempestuoso en el que por instantes teméis perecer, mas ya que habéis descendido tanto por causa de vuestras imperfecciones, cuando vuestras pruebas sean muy duras, siquiera en esos momentos creed en mi presencia y en mi poder, no hagáis que os diga como a mis discípulos del Segundo Tiempo que conmigo iban en una barca, los cuales al ver que el mar se encrespaba y Jesús dormía le dijeron llenos de temor y angustia: "Maestro, salvadnos que perecemos". Entonces mi respuesta llena de reconvención fue ésta: ¡"Ah, hombres de poca fe!”

Pueblo amado, analizad mi enseñanza, normad vuestra vida con los ejemplos de aquellos discípulos, porque vosotros también seréis discípulos. Recordad, hijos míos, que en el año de 1950 dejaréis de escuchar esta palabra, aprovechadla ahora para que ella os purifique y no seáis más en el camino del pecado.

Mi sacrificio de amor en el Segundo Tiempo os enseñó cómo lavar las manchas que en la materia y en el espíritu lleváis, aun aquellas que os legaron Sodoma y Gomorra. Me inmolé para enseñanza de la humanidad, para mostrarle el camino de obediencia y de amor en donde puede alcanzar su redención.

Ahora después de haberos dado infinitas lecciones, estáis preparados para salvaros y purificaros por vosotros mismos. Os profeticé en aquel tiempo que volvería entre los hombres y aquí me tenéis cumpliendo mi promesa.

Si no sienten mi presencia todos los que escuchan esta palabra, se debe a que su materialismo, su pecado y las ideas que en su mente llevan arraigadas, los separa del Maestro, pero bastará qué tengan un momento de arrepentimiento para que me sientan en su espíritu, los iluminará la luz de mi amor como a Pedro, cuándo a pregunta del Maestro confesó la Divinidad de Jesús, pondrán un hasta aquí a sus maldades, mirarán con horror su pasado, e iniciarán una nueva vida pura, útil y digna. Por eso os digo que no juzguéis a vuestros hermanos, cuando penetren entre vosotros con su fardo de pecados y de vicios, no los rechacéis, porque esa intención será semejante a la de aquella turba que sorprendió a una mujer en adulterio, y para poner a prueba mi justicia la llevaron ante Jesús. Cuán severa lección di a los que se creían limpios de pecado al compararse con la adúltera cuando les dije: "al que se crea limpio de pecado que arroje sobre esta mujer la primera piedra", y avergonzados se retiraron.

Cuán comprensivos, sinceros y humildes tendréis que ser, si no queréis que os llame hipócritas como a los fariseos a quienes llamé sepulcros blanqueados, hermoseados por fuera e inmundos en su interior.

Mi mirada es escrutadora y penetra en lo más profundo de vuestro ser y en lo más íntimo de vuestro corazón, mi caridad está dispuesta a anotar vuestras obras en el libro de vuestra vida que será el de vuestro juicio. Haced que ella anote sólo obras buenas y la paz que con ello alcance vuestro espíritu será el presagio de grandes galardones en la vida espiritual.

Hoy recordáis aquel día en el que Jesús fue reo de los hombres y en el que hasta los niños tomando el ejemplo de los mayores en su inocencia también gritaron: ¡Crucificadle!

Me vi delante de los jueces y grande fue la alegría entre los que deseaban mi muerte cuando fui sentenciado a ser crucificado. Como el cordero que va al sacrificio, así incliné mansamente la cerviz y acepté el martirio como escrito estaba.

Hoy estoy nuevamente ante mis jueces. Os muestro mi verdad para que la escudriñéis y la juzguéis, y sé que vais a hallarle manchas que no tiene, para condenarla después. Juzgad mi obra, mas a todos aquellos por quienes os he dado mi palabra, dejadlos en paz.
02-049.15 Hay entre vosotros espíritus que ya desde los tiempos pasados y en el seno de Israel hasta vuestros días, han venido purificándose de sus grandes faltas en la Tierra, para que cuando habiten el espacio espiritual se encuentren puros. Estos son los que han creído en mi presencia en este tiempo y serán los que pregunten a los que persigan mi obra. ¿De qué imperfección tacháis a esta doctrina? Como en aquel tiempo preguntó Pilatos a las multitudes: ¿De qué acusáis a este hombre? Mi voz callará, como en aquella ocasión callaron los labios de Jesús, y dejaré que mientras unos juzguen mi palabra, otros la defiendan porque de esa lucha surgirá la luz. Mi mirada amorosa a todos envolverá, y mi perdón será también para todos.

Ante Anás y Caifás fui presentado y acusado, luego ante Pilatos y Herodes para ser juzgado. De cierto os digo que en este tiempo mi obra, mi palabra, irá ante el sanedrín y después ante el nuevo Pilatos para ser juzgada. Habrá funcionarios que crean en mi nueva manifestación y en este mensaje, mas por temor al mundo callarán y dejarán que mi doctrina y mis seguidores sean perseguidos mientras ellos se lavan las manos, pero no las manchas que han arrojado sobre su espíritu.

Nueva cruz me será dada en el Tercer Tiempo, ésta no será visible a los ojos mortales, mas desde su altura enviaré mi mensaje de amor a la humanidad y mi sangre, que es la esencia de mi palabra, será convertida en luz para el espíritu.

Los que en aquel tiempo me juzgaron, hoy arrepentidos dan luz con su espíritu, al corazón de la humanidad para reparar sus faltas.

Para que mi doctrina triunfe sobre la maldad de los hombres, antes tendrá que, ser azotada y burlada como Cristo en la columna. Es menester que de cada herida brote mí luz para iluminar las tinieblas de este mundo falto de amor; es necesario que mi sangre invisible caiga sobre de la humanidad para enseñarle nuevamente el sendero de su redención.

La cruz que ahora me ofrecéis es más pesada que aquella del Segundo Tiempo. Entonces no habíais conocido a Cristo, ahora todos los conocéis, y sin embargo, le vais a condenar. No veréis ahora a Jesús pasar jadeante bajo el peso de su cruz por frente a vuestra casa. Mi espíritu no se verá abatido por el peso de vuestro pecado, sin embargo, oiréis mi voz que os dice: "Sed tengo, humanidad", y mi sed será de amor.

María, la dulce Madre de Jesús no unirá sus lágrimas a la huella de sangre de su amado hijo, pero Ella desde los cielos os enviará su ternura de Madre Universal a cambio de vuestra ingratitud.

No caeré camino de mi nuevo Calvario, por lo tanto, no habrá necesidad de que el Cirineo venga en mi ayuda, porque Yo soy el fuerte entre los fuertes, mas sí buscará mi mirada a mis discípulos, en espera de que sean fieles como lo fue mi apóstol Juan.

Bienaventurado el que sepa interpretar lo que el Maestro os ha dicho en esta conmemoración. Bienaventurados seáis los que en este tiempo escuchéis al Divino Maestro en sus enseñanzas de recordación. Las densas tinieblas que forman el pecado de la humanidad, hacen que el Maestro abrace la cruz del martirio y vuelva a transitar el camino del Calvario. Estáis viviendo en el Tercer Tiempo, y aún le ofrecéis el cáliz de amargura a vuestro Señor, y Yo, humilde, lo acepto para daros una vez más una lección de amor. Surcando mi rostro sangre y lágrimas que derramo por amor a vosotros, y al oír mis palabras también de vosotros se desprenden lágrimas que arranca el recuerdo y el arrepentimiento; ese llanto os lava y os acerca a Mí.

Mujeres que habéis expiado vuestras faltas, consolaos, porque vuestro mal os será apartado para que os levantéis fuertes en el camino. Habéis imitado a Magdalena, y después de vuestra caída os habéis arrepentido, sed fuertes, sanad de espíritu y de cuerpo y sed salvas.

He venido a los pecadores, no a los justos, por lo tanto no os escandalicéis. Amo a todos mis hijos, sanos y enfermos, limpios y manchados y a todos atiendo. Un corazón me pide luz para sus hijos, otro me presenta a su madre enferma, y Yo a todos les concedo mi caridad.

Si habéis llorado mucho, consolaos, si otros me pedís sensibilidad para llorar por vuestros pecados, tomadla y descansad, que el llanto es también alivió y paz para el corazón cargado de remordimientos y pesares.

Recordad: cuando el sacrificio fue consumado y los que me habían perseguido creyeron que se había apagado para siempre la lámpara que había iluminado el sendero de mis discípulos, y que al cesar mi voz todo habría acabado, miraron en el corazón de los que me seguían un rayo de luz inextinguible, de aquella luz de eternidad que nunca muere, porque si unos me desconocieron, otros me amaron, y como supieron seguirme, al prometerles volver, esperaron mi retorno velando y orando y en todas mis manifestaciones sentían mi presencia.

Así será en este tiempo; los que han penetrado en la esencia de mi doctrina seguirán velando y esperarán respetuosos el cumplimiento de mis palabras, mientras otros olvidarán el amor que les he manifestado y mi afán de salvarlos.

Yo contemplo el dolor que hay en cada corazón, y mientras los labios callan porque no saben expresar con palabras lo que sienten, el espíritu se eleva y hace comunión conmigo. Muy cerca de vuestro corazón palpita el Espíritu del Padre, os vigila y os bendice. Además conforto vuestro ánimo, seco vuestras lágrimas y bendigo a todos los que os habéis reunido en este día para escuchar la voz del Padre, que os ha dicho que en el año de 1950 dejaréis de escuchar su palabra a través del entendimiento humano. Os asemejáis a mis apóstoles del Segundo Tiempo, porque ellos también mucho me escucharon. Llevad mi palabra en vuestro corazón, para que podáis transmitirla a los que no me escucharon a través del portavoz.

Vosotros en la Tierra, conmemoráis fechas y días que os recuerdan los grandes hechos de vuestro Maestro en su paso por el mundo y Yo soy en esencia y presencia con vosotros en los instantes en que recordáis mis obras. Sólo los hombres tienen sus días determinados para celebrar con fiestas el recuerdo de mi pasión, en lo espiritual no se celebran estos sucesos, porque en la eternidad no hay fechas, ni días; un solo día existe, el cual se prolonga y nunca termina; mas mis obras divinas están presentes en el espíritu de los justos que habitan cerca de su Creador y el culto que rinden a su Padre, no lo hacen tan sólo en determinados instantes, sino que lo hacen siempre.

¡Oh, discípulos que habéis tomado parte en mi banquete y habéis comido el pan de vida eterna que anhelaba vuestro espíritu! Creéis que cada año muero y resucito de entre los muertos, y eso sólo acontece en vuestra mente, porque Yo vivo en la eternidad. Creéis que mi Espíritu desciende a los antros y a los mundos de expiación para dar luz a los que perdidos se encuentran, y Yo os digo: si vosotros lo deseáis, si me lo pedís lo haré, porque siempre me encuentro entregando mi caridad para que los perdidos encuentren el sendero de su salvación, mi mirada siempre se posa en el que lleva consigo su cadena de expiación y eternamente mi Espíritu está presente en todos los mundos y en todos los valles, sin distinguir a ninguno por su mayor o menor luz o elevación espiritual.

Sabed, mis nuevos discípulos, que vuestro homenaje y vuestro tributo al Señor deben de ser constantes, sin esperar fechas o días determinados para ofrecerlos, como constante es el amor de vuestro Padre para vosotros; mas si queréis saber cómo debéis recordar cada día mis obras de amor, sin caer en fanatismo, Yo os lo diré: vuestra vida debe ser un continuo homenaje a quien lo ha creado todo, amándoos los unos a los otros.

Hacedlo así y Yo os concederé lo que me pedís humildemente, que vuestras faltas os sean perdonadas. Yo os conforto y os alivio, mas os digo: cuando descubráis vuestros errores y vuestra conciencia os juzgue, orad, enmendad vuestro error, revestíos de fortaleza para que no volváis a caer en la misma falta y no tengáis que pedirme repetidas veces que os perdone; mi palabra os enseña para que escaléis y deis paso a la luz y a la espiritualidad.

Esta doctrina es el camino que os conduce a Mí. ¿Queréis disfrutar del reino prometido? Os recuerdo y revivo el pacto que habéis hecho conmigo a través de los tiempos, para que esa alianza no sea rota. Yo os pregunto, varones de Israel: ¿Queréis penetrar en la vida eterna y estar cerca de Mí? Sentidme ahora que vengo a confirmar y cumplir las profecías y a enseñaros con paciencia, para que en el futuro, toda palabra que brote de vuestra boca, nazca de vuestro espíritu preparado antes por mi amor y se traduzca en obras de caridad hacia vuestros hermanos.

Empezad a tener caridad, llevad con conformidad vuestras penas, labrad vuestro pan con el sudor de vuestra frente. Amaos como Yo os amo y velad por esta nación a la que he escogido entre todas y a la que he nombrado la perla, en la que he puesto mis complacencias.

No imitéis a Tomás cuando os pruebe, no me pidáis que os permita hundir vuestros dedos en la herida de mi costado para creer. Cuando tenga que daros una lección que haga estremecer a vuestro espíritu, no me desconozcáis, no dudéis para después llorar de arrepentimiento, porque vuestra vida es un camino de pruebas y prodigios, de dolores y después de alegrías, en las que se forja el espíritu en la escala de perfección.

No seáis como Pedro, no neguéis a quien os ha entregado sus lecciones con tanto amor, ni os avergoncéis de pertenecer a este pueblo y de llevar los dones espirituales que os he confiado, porque me negaréis, no tres veces como aquel discípulo, sino mil y mil veces, porque os habéis multiplicado en número, y vuestra falta de fe repercutirá en otras naciones.

Velad porque mi causa no sea traicionada y vaya a germinar la simiente de Judas en los corazones, y cuando llegue a ellos la hora de despertar, en su extravío crean como aquel discípulo, que la muerte material los librará de los remordimientos que les origine la falta cometida, para después llegar al valle espiritual sin encontrar la paz para su espíritu que no muere jamás.

Mirad cómo al acercarme a vosotros haciéndoos sentir mi presencia, os muestro la vida verdadera, pero sois pocos los que os interesáis en conocerla; los demás vais muriendo por falta de fe, porque no creísteis en Mí cuando me hice hombre en el Segundo Tiempo. Hoy volvéis a poner en duda mi palabra y mis manifestaciones, y me probáis cuando sólo he venido a resucitaros a la vida espiritual y a daros a conocer la verdad.

Mi Espíritu vive una pasión que no termina; a cada instante es elevado a la cruz y ciñe mis sienes la corona de espinas, mis heridas se abren y vuelvo a ser inmolado para que encontréis en mi ejemplo la lección de amor hacia vuestros hermanos y viváis por siempre.

Hoy vengo a vosotros en Espíritu, para deciros que vivo eternamente, mientras que vosotros habéis sucumbido muchas veces, porque teniéndome cerca y habiendo escuchado mi palabra, no sabéis recibirla en vuestro corazón como hace la tierra cuando es abierta por el sembrador y ayuda a la germinación de la semilla, por eso no ha fructificado ni se ha multiplicado mi simiente de amor al ciento por uno como es mi voluntad.

En este tiempo estoy juzgando a vivos y muertos, la luz de mi amor se derrama en todo espíritu y en toda carne. Bienaventurados los que lloran porque serán consolados. Bienaventurados los humildes porque ellos tendrán gloria y alabanza.

Cuando sea llegado el tiempo os levantaréis, pueblo amado, y haréis sentir a vuestros hermanos mi santa palabra y os dispersaréis por el mundo como buenos discípulos, y este nuevo Evangelio que os dejo, se extenderá. Esta luz salida del Sexto Sello iluminará a la humanidad de este tiempo y con ella se irán esclareciendo los misterios. Mi doctrina se cimentará en distintas naciones y todo lo que los hombres no han descubierto, lo verán a través de la luz que imparten los Siete Sellos y vosotros hablaréis de estas enseñanzas que recibisteis, doctrinando a la humanidad en el cumplimiento de mis preceptos.

Penetrando en la esencia de mis lecciones comprenderán mis hijos que mi voluntad ha sido la de comunicarme de Espíritu a espíritu con la humanidad, que he vuelto entre ella, porque mi pacto es imborrable.

No puede decirse vivo quien ignora mi verdad, ni discípulo quien teniendo esta enseñanza hace actos delictuosos. A los espíritus que habían perdido la ruta, los he venido a rescatar y a librar de la ignorancia y del pecado.

Purificaos como Magdalena y vivid para mi servicio. Ella se convirtió por su amor y por su arrepentimiento. Ya que el mundo no ha despertado para mi amor, vosotros que me habéis oído, honradme cumpliendo con el mandato que os dice: "Amaos los unos a los otros".

Las naciones que hoy viven en guerra, son las vírgenes imprudentes que no quisieron permanecer velando, y cuando apareció el esposo y llamó a su puerta, ellas dormían. Este pueblo me ha sentido y por ello ha logrado conservar la paz.

Yo he sido vuestro siervo para enseñaros la humildad. Siempre que me habéis pedido con justicia, os lo he concedido, vuestra voluntad es la mía. Me pedís que no os falte el sustento, que aparte la escasez de vuestro hogar y os doy lo necesario. Os lo concedo todo sin que lo pidáis porque soy vuestro Padre y os amo. ¿Qué dolor puede aquejar al hijo que no lo sienta el Padre? ¿Quién de vosotros no ha llevado el pan a sus labios, está desnudo o le falta el techo? Yo velo por todos mis hijos. El aire puro os alimenta, los campos os ofrecen sus simientes y sus frutos para que os alimentéis; no ha faltado una fuente que os brinde sus aguas para mitigar vuestra sed. He dado inteligencia al hombre para que busque los medios para vivir y pueda llevar una existencia grata, descubriendo en la naturaleza lo necesario para su bienestar; comprended que no sois vosotros los que creasteis a los seres, ni les conserváis la vida, sino Yo que os amo y señalo a cada criatura su destino.

En esta era en que me he manifestado en Espíritu, para daros mi enseñanza os digo: Cumplid con el Tercer Testamento que os dejo. Dejad que vuestro espíritu llegue presuroso a Mí. Tomad mi gracia para que brille en vosotros mi luz y el Verbo sea en vuestros labios.

Lavaos con vuestro llanto de restitución y arrepentimiento. Elevad vuestro entendimiento por medio de la oración para que vuestros análisis sean justos, entonces sentiréis sobre vosotros la luz de mi inspiración y vuestro gozo será inmenso. Después de recibir esa inspiración divina os levantaréis a hablar de mi obra a vuestros hermanos, y de cierto os digo que vuestra palabra será un testimonio de la verdad.

Os he manifestado mi doctrina con la palabra vertida por los labios de muchos portavoces en el interior de muchos recintos, con una sola esencia, bajo una sola forma, trazando un mismo sendero, señalando una misma meta.

Ninguno de los que me han escuchado en este tiempo podrá decir sin mentir que no me ha entendido, porque todo el que ha sido llamado, antes ha sido preparado, Mi palabra es tesoro divino que no quiero que guardéis sólo para vosotros. No os convirtáis en los ricos avaros porque creyendo tener mucha sabiduría nada tendréis, de cierto os digo que el egoísmo es tiniebla y la tiniebla en el espíritu es ignorancia.

Extensa y clara es mi lección en el Tercer Tiempo, lección que Elías os aclara con su palabra y que aun vuestros hermanos espirituales simplifican con sus consejos para que no viváis en confusión. ¿Quién de mis discípulos que ha recibido esta enseñanza podrá sentirse débil para cumplir mi mandato de llevar este mensaje a la humanidad?

Quiero que aprendáis todos los medios y las formas de hacer la caridad para que no me digáis: Padre ¿Cómo queréis que comparta con mis semejantes mi pan o mis monedas si son tan escasos? Si no sabéis cómo debéis hacer la caridad, no podréis enseñar estas lecciones a vuestros hermanos.

En verdad os digo, que si en muchas ocasiones vuestras manos se encuentran vacías ante el menesteroso, vuestro espíritu siempre encontrará en sí mismo algo que dar. Cuando no tengáis en lo material nada que compartir con vuestros hermanos, dejad que vuestro espíritu ofrezca de lo mucho que posee; mas reconoced que, cuando es necesario que vuestra caridad sea en lo material, no debéis evadir el cumplimiento de vuestro deber diciendo que con la intención ha sido bastante. Aprended de vuestro Padre que todo os lo da, lo mismo para el espíritu que para la materia. Aprended de Jesús que os enseñó a dar todo por caridad hacia vuestros hermanos.

Llevad vuestra cruz con paciencia y con amor, para que pueda deciros: benditos seáis. Contemplo en el corazón de algunos de mis hijos las tempestades desencadenadas y les digo: velad y orad, que la tempestad pasará y veréis brillar nuevamente el iris de la paz.

Mañana, cuando la tribulación haya envuelto a la humanidad, daréis gracias, porque debido a las pruebas que hoy apuráis, lograsteis fortalecer a vuestro espíritu. Si llegaseis a contemplar los cuadros de dolor, de hambre y de miseria, que por millones hay en las naciones que están en guerra, no os atreveríais a quejaros, y de cierto os digo que muchos de aquellos hermanos vuestros, si no me bendicen, al menos no blasfeman.

Velad y orad, haceos merecedores de mis beneficios, destruid con la oración todo lo que la perversidad humana hiciere.

Después del caos que se aproxima, los hombres buscarán mi amor de Padre y me encontrarán esperando a todos mis hijos, porque en el Tercer Tiempo, toda la humanidad me reconocerá y todos se unirán espiritualmente bajo un mismo culto.

Los hombres han imitado al hijo pródigo, mas cuando hayan derrochado hasta la última parte de su heredad, se acordarán del Padre y a Él volverán.

A todos os prevengo con mi palabra profética, escuchadla y extendedla, para que mañana cuando la veáis cumplida, comprendáis que fue vuestro Padre quien os estuvo doctrinando.

¡Cuán lejos se encuentra la humanidad de la lucha espiritual que se acerca! ¡Cuántos de mis hijos cuyos labios nunca han pronunciado mi nombre, se sorprenderán de oírlo glorificar por todas partes!

Yo os digo que vosotros, sólo pronunciéis mi nombre cuando lo creáis indispensable, para que enseñéis a vuestros hermanos el respeto hacia el Padre.

Cuando miráis que del mundo ha huido toda moral, virtud y justicia, os parece imposible su regeneración, mas en ello será donde se manifieste la grandeza de mi doctrina.

Dejad que mi enseñanza florezca en vuestro corazón. Miraos con amor, ayudaos en vuestra misión espiritual, acompañaos en vuestras pruebas.

Cuando os hayáis preparado cumpliendo con mi ley, Yo daré señales a la humanidad anunciando vuestra unificación.

¿Cuándo estaréis preparados para que vuestros hermanos sientan en su corazón el anhelo de vivir en el seno de este pueblo? Comprended cuán grave es la misión y la responsabilidad de quienes me escucharon en este tiempo de mi comunicación por el entendimiento humano.

"Amaos los unos a los otros", y contemplaréis que grandes multitudes os siguen, porque la humanidad solamente espera un ejemplo de verdadera caridad y amor para levantarse en pos de mi verdad. Cuando cosechéis la fe en el corazón de vuestros hermanos, en vuestro ser sentiréis mi amor, y para vuestro espíritu, no habrá entonces mejor recompensa que la paz.

¡Mi paz sea entre vosotros!

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