sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 48

Multitudes que buscáis la sombra del árbol corpulento donde poder descansar. Aquí escucháis mi palabra que viene a daros consuelo y fortaleza, para que podáis contemplar con resignación el camino que habréis de recorrer.

Cuando sintáis que vuestro espíritu flaquea, pedid a Elías su báculo para que apoyados en él, podáis llegar hasta la fuente cristalina del Padre, en donde las aguas de su amor y sabiduría se desbordan para aliciente y deleite de los caminantes.

Os estoy enseñando a construir el verdadero templo, porque hay muchos que han formado santuarios, sin haberles puesto los cimientos de la fe. Mi templo ha de ser como un árbol, cuyas ramas se extiendan amorosamente por todo el Universo, a donde vengan a trinar aves de distinto canto, las cuales al unir sus voces, formen un concierto armonioso, dulce y perfecto, para elevarlo al Creador. Ahí se elevará vuestro espíritu para buscar a su Señor, ya como Padre, como Maestro, como Doctor, mas nunca lo busquéis como Juez.

El verdadero Dios será amado en forma verdadera, las falsas deidades serán destruidas y los cultos impuros e imperfectos darán paso al culto del espíritu, que será un canto de amor para el Padre.

En verdad os digo que mucho os he hablado en este tiempo y que a veces no me entendéis, otras me dejáis hablando solo en el desierto; sin embargo, el eco de esta palabra celestial no morirá y será escuchado por los hombres en todo el universo.

Si lo espiritual se convirtiese en objetos materiales, os veríais en este instante sentados en torno a una mesa de enormes dimensiones, delante de cada uno de vosotros miraríais el pan de mi palabra representado por exquisitos manjares.

Los que se van espiritualizando, me dicen que no cambiarían mi palabra por el más rico y tentador manjar. Los que no han logrado aún vencer su materialismo preferirían que su Padre, en vez de traerles dones y bienes espirituales les trajera en abundancia las riquezas del mundo.

Cuántos han dejado en mi mesa el manjar que con tanto amor les ofrecía, sin haberlo tocado siquiera. ¿Cuándo volverán a vivir un tiempo de complacencias como el presente, en el que les tocó venir a la Tierra a escuchar mi palabra? Son rocas endurecidas que necesitan de las tempestades y del tiempo para reblandecerse. Su heredad les será retenida, mientras no sepan cuidarla y estimarla, mas volverá a su poder, porque Yo os he dicho que lo que el Padre da a sus hijos, nunca se los quita, únicamente se los retiene.

Este es el árbol corpulento bajo cuya sombra se van deteniendo los caminantes para descansar de su fatigosa caminata y recobrar sus fuerzas alimentándose con sus frutos.

Bajo este árbol espero a todos, unos retornarán satisfechos por la misión cumplida, otros cabizbajos, con sus manos vacías.

Cuando la paz ha huido de vuestro corazón y las lágrimas han corrido incesantemente por vuestras mejillas, os habéis puesto a meditar para conocer la causa de vuestra aflicción, entonces la conciencia os ha revelado que el motivo de vuestros sinsabores y la falta de paz, se deben a la escasa espiritualidad que habéis tenido, a la falta de cumplimiento de vuestra misión, a que en las obras de vuestra vida no hay amor y caridad hacia vuestros hermanos.

Vuestra vida presente ha sido la expiación, porque no sabéis de cuántos de los pecados, con los que habíais manchado a vuestro espíritu en vidas pasadas, os estáis hoy purificando. He ahí por qué no habéis tenido la paz en vuestro corazón.

Quien ha perdido hasta el último átomo de paz, lucha afanosamente por recobrarla y llega a reconocer que esa gracia sólo existe dentro del camino de la justicia y del bien, que por medio de la conciencia a cada momento le señalo a la humanidad. Por eso es que quienes han escuchado mi palabra, se esfuerzan por seguir mi huella porque saben que en mi camino está la paz y que cuando hay un tropiezo o una prueba, mi cariad está cerca para levantarle.

Mi ley no exige sacrificios sobrehumanos, no significa esclavitud ni ata con cadenas a nadie; ciertamente es una cruz, pero de amor, una cruz cuyo peso en vez de agobiar fortalece.

Recordad que en varias ocasiones de vuestra vida habéis experimentado la verdadera paz y reconoceréis que esto ha sido cuando habéis hecho el bien, cuando habéis perdonado, cuando os habéis reconciliado con alguien, cuando habéis dejado el cómodo lecho, para ir junto al del enfermo a llevarle un consuelo; entonces la paz de mi reino ha estado un instante en vuestro espíritu. Vosotros, a quienes estoy enseñando a conservar la paz durante toda la vida, en verdad os digo, que vuestra misión desde el principio de los tiempos ha sido la de llevar paz a vuestros hermanos, por eso cada vez que me comunico con vosotros, os pido que oréis por la humanidad, porque vuestros espíritus unidos en un solo pensamiento y en una misma intención, llegarán a los corazones como un aliento de bienandanza y de paz. También habéis recibido enseñanza y potestad para darles tranquilidad, luz y sosiego a los seres que invisibles habitan en el valle espiritual.

Llenos de peligros y tentaciones se encuentran los caminos del mundo, es por eso que a pesar de que los espíritus brotaron de Mí llenos de luz, intuición, con armas y medios para defenderse y vencer, caen muchas veces abatidos bajo el imperio del mundo y de la materia.

Os encontré vencidos, mas escuchasteis mi voz que con dulzura vino a vuestro encuentro y os levantasteis llenos de fe y de esperanza. De cierto os digo que no habrá un perdido o vencido que no escuche esta voz, cuando sea llegado el momento.

En este tiempo, los que más se alejaron, los que más se perdieron, serán los más ardientes en amarme y en seguirme.

El cincel de mi amor esculpirá las rocas más endurecidas.

Para alcanzar este fin, es por lo que, he venido a buscar a vuestro espíritu, porque él es quien puede comprender mi doctrina, pero antes he tenido que hablarle a vuestro corazón, limitándome a través del portavoz, humanizando mi palabra. Este es el escalón que os elevará hacia la comunicación de espíritu a Espíritu; entonces será mi voz espiritual la que llegue a vosotros como inspiración que os señale el camino de vuestra restitución; porque vuestra materia a veces es pesada cadena o espeso velo que no os deja mirar más allá de lo que es materia. Para ayudaros a vencer en esta lucha, aquí tenéis mi inspiración divina, que por amor a vosotros se transforma en palabra humana, la cual llega como una caricia para la mente y para el corazón.

Estos días son de recordación, y por ello habéis penetrado en recogimiento y preparación. ¡Ah, si en toda vuestra vida supieseis conservar esa espiritualidad sin caer en fanatismo, cuán grande sería vuestra evolución!

Hay gozo en el corazón de estas multitudes porque saben que frente a su espíritu se encuentra el banquete celestial, en el cual el Maestro, les espera para darles a comer y beber el pan y el vino de la vida verdadera.

La mesa en la cual Jesús se reunió en aquel tiempo con sus apóstoles, fue un símbolo del reino de los cielos. Ahí estaba el Padre rodeado de los hijos, ahí estaban los manjares representando la vida y el amor, vibraba la voz divina y su esencia era el concierto universal, y la paz que allí reinaba era la paz que existe en el Reino de Dios.

Habéis tratado de purificaros en estas albas pensando que el Maestro había de traeros en sus palabras un nuevo testamento y así es: hoy os concedo que, recordéis el pan y el vino con que representé mi cuerpo y mi sangre, mas también he venido a deciros que en este nuevo tiempo sólo hallaréis ese sustento en la esencia divina de mi palabra. Si buscáis mi cuerpo y mi sangre, tendréis que buscarlos en lo divino de la creación, porque Yo soy sólo Espíritu. Comed de ese pan y bebed de ese vino, mas llenad también mi cáliz, quiero beber con vosotros, tengo sed de vuestro amor.

Llevad este mensaje a vuestros hermanos y aprended que la sangre siendo vida, es tan sólo un símbolo de la vida eterna que es el amor verdadero. Por vosotros estoy comenzando a iluminar a la humanidad con mis nuevas revelaciones.

Varones y mujeres, niños, jóvenes y ancianos formarán el apostolado de Cristo en este Tercer Tiempo, mas de cierto os digo que más que corazones, son espíritus a los que vengo buscando. Aunque no toda la humanidad esté escuchando mi palabra, quiero que sienta mi presencia en esta hora bendita. Los padres de familia en su hogar, los enfermos en su lecho, los hambrientos de justicia, los castigados por los hombres, los que no llevan paz en su corazón, los ofendidos, los pobres, penetrad todos en silencio en mi santuario para que escuchéis la voz de vuestro Señor que os dirá: La paz sea con vosotros.

Pueblo, en este instante en lo invisible rodeándome como en aquel tiempo, se encuentran en espíritu mis apóstoles Pedro, Juan, Santiago el mayor y el menor, Tadeo, Tomás, Mateo, Bartolomé, Simón, Felipe, Andrés y aun el mismo Judas, lleno de dolor, todos me acompañan en este nuevo Cenáculo. ¿En qué otro sitio de la Tierra podrían presentaros el cuadro que Yo os muestro? Os enseñarán imágenes sin vida, mientras que Yo puedo hacer que aquellos seres se manifiesten en plenitud de vida y de luz.

Hay gozo y a la vez dolor en mi Espíritu como en aquel tiempo, porque aún no son salvos todos mis hijos.

Mientras escucháis mi palabra que os dice que os encontráis en torno a mi mesa, vuestro pensamiento no se aparta de aquel discípulo que en un instante de turbación traicionó a su Maestro y a sus hermanos, y entonces os preguntáis si en este tiempo también habrá un traidor y vuestro espíritu me pregunta: ¿Por ventura seré yo? El llanto acude a vuestros ojos y me pedís fortaleza para no caer nunca en tentación. De cierto os digo que también en este tiempo habrá quienes me entreguen, mas no será a mi cuerpo como en el Segundo Tiempo, sino que ellos con sus obras tratarán de ocultar la verdad de mi doctrina, haciendo que la humanidad tome por impostura lo que ha sido una lección de la sabiduría divina.

Todos juráis amarme y seguirme hasta la muerte, mas Yo os digo que debéis velar y orar, porque Judas también había jurado dar su vida por Mí.

Si en aquel tiempo mi tormento físico duró una noche y un día, y la muerte hizo cesar los padecimientos de la envoltura, ahora en Espíritu padezco en todos los que sufren; en cada reo soy juzgado por los jueces de la Tierra, y en cada celda me encuentro preso en el corazón de los que llevan aquella expiación; no lloréis al recordar tan sólo aquellas horas de dolor que vivió Jesús en el mundo sabiendo que aún no ha terminado mi pasión.

Ya vuestro espíritu comienza a compartir mis tristezas, al comprender que todavía le falta hacer méritos con sus obras de amor y caridad, para alcanzar el goce y la paz que mi palabra promete al que me siga hasta el fin.

Elevad vuestro espíritu con la oración sencilla, porque la oración es comunicación y acercamiento con el Señor.

Esta cena es de amor, no la olvidéis, tomad de la mesa el pan y compartidlo con vuestros hermanos, y cuando ya os halléis todos en la eternidad comprenderéis que esta manifestación que ahora os doy, fue un símbolo de la vida eterna. Acercaos multitudes, porque si en el Segundo Tiempo fueron tan sólo doce los que a mi mesa se sentaron, hoy serán 144,000; mas mi llamado de amor es para toda la humanidad. Quiero que todos me acompañéis en este tiempo; hay quienes se estremecen ante mi palabra, algunos lloran y otros se sienten indignos de oírla. Yo que sé quién es cada uno de vosotros, os digo que entre este pueblo que en turbas viene ahora a escuchar mis enseñanzas, llegan los que recibieron en aquel tiempo prodigios para creer en Mí, están los que dudaron de Jesús y también los que gritaron ante Pilatos: "Crucificadle, crucificadle".

Muchos me vieron ir hacia el Calvario con la cruz a cuestas, sin saber a quién iban acompañando y vieron las lágrimas de María sin darse cuenta de quién era la que lloraba; vedme ahora nuevamente doctrinando y convirtiendo en mis discípulos a los que en otro tiempo no supieron reconocerme.

En la cruz pedí perdón por vosotros, porque no sabíais lo que hacíais, ese perdón se tradujo en una nueva oportunidad que el Padre os brinda, para que abráis vuestros ojos a la verdad, os salvéis y os acerquéis a Mí. Y a pesar de mi caridad para vosotros, todavía hay algunos que vienen buscando imperfecciones en mi palabra y así tener motivo para no creer, para no seguirme; mas de cierto os digo, que en la esencia de mi palabra no existe mancha alguna, en cambio, con esta palabra humilde y sencilla, he venido a borrar muchas manchas de vuestro corazón.

Bajo mi juicio os encontráis todos, no habrá nada que os emocione con más intensidad que la caridad de mi amor hacia vosotros, porqué mi juicio es de amor.

En aquel tiempo, José de Arimatea abrió las puertas de su casa, para que en ella el Maestro, en unión de sus discípulos, celebrase la Pascua, cuando no sabían aún que el Cordero que sería inmolado en esa fiesta iba a ser Jesús.

Ahora vengo a pediros que preparéis en vuestro corazón la estancia en donde penetre Yo a recordaros con mi palabra, las obras y la enseñanza que sellé con mi sangre en aquel tiempo; mas no os concretéis a conmemorar mi pasión solamente durante estos días de recordación, es menester que construyáis en vuestro ser el santuario donde recordéis eternamente la lección de amor que os trajo Cristo a la Tierra; ese santuario será indestructible ante las tempestades que tiendan a destruir la fe de la humanidad.

Hoy estoy haciendo que en muchas comarcas, ciudades y aldeas, se escuche mi voz para que sean muchos los llamados; a mi paso voy sembrando bálsamo, consuelo y paz en los corazones, alentando la esperanza en los que se creían perdidos a la vida de la gracia, y voy dándoles vida a los que muertos en el vicio y en el pecado se encontraban.

También en aquel tiempo fui de comarca en comarca, y mi presencia causaba alborozo entre los menesterosos, los enfermos y los pobres de espíritu; no todos siguieron mis pasos, mas ellos quedaron como testimonios vivientes de los prodigios que en ellos hice. Llegaban ante Jesús hombres, mujeres y niños, sus rostros afligidos y sus lamentaciones me hablaban de su miseria y de su padecimiento. Habían oído rumores y noticias de mis milagros y ansiosamente esperaban el paso del Rabí de Galilea para extender sus manos hacia Él y pedirle una prueba de su poder; eran corazones sencillos; mas había otros, los de los escribas, los doctores de la ley y los fariseos quienes en su aversión a Jesús, llegaron a pedirle que les mostrara sus manos para ver si en ellas era visible el poder con el que curaba a los enfermos con sólo tocarlos.

Mi piedad no distinguió a nadie; Yo era el Padre que venía a salvar a todos mis hijos de sus dolores. Jesús, el Doctor, era todo bálsamo y no era necesario que tocara el cuerpo del enfermo para devolverle su salud; a veces para dar a las multitudes una prueba de lo que puede la fe, dejaba que algún enfermo se acercase hasta Mí y tocase mi túnica, para dejarlo sano.

En esta era ya no es Jesús hombre, el que viene hasta vuestro mundo en pos de los pecadores y necesitados, ahora es Jesús Espíritu, el que se manifiesta a la humanidad, para descubrir entre las multitudes de este tiempo a los nuevos discípulos que le han de ser fieles hasta el fin. En una mesa espiritual, les ha ofrecido pan y vino, invisibles a los ojos humanos, pero reales ante el espíritu. Muchos de los que hoy escuchan fervientemente mi palabra, en aquel tiempo no me creyeron, y Yo os pregunto: ¿Qué milagros y qué tiempos esperan los que escuchándose ahora no creen en mi comunicación? Dudan porque me comunico a través de hombres rudos y sencillos, y no por medio de sabios o de teólogos, mas Yo os digo que en todos los tiempos me encontraréis siempre entre humildes.

Los que han llegado a comprender el valor de esta palabra y la han analizado hasta encontrar su esencia divina, son los que la guardarán como la semilla de la espiritualidad que mañana habrán de extender entre la humanidad.

En el Primer Tiempo la voz del Señor se escuchó en el Tabernáculo, en el Segundo Tiempo os di mis lecciones de amor en el verbo de Jesús, ahora escucháis mi palabra a través del portavoz humano, y mañana será mi inspiración la que ilumine a cada espíritu en una comunicación íntima entre el Padre y sus hijos.

En el Segundo Tiempo os dije. "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que viene de Dios". Por lo tanto, el pan con que representé mi cuerpo, fue tan sólo un símbolo. Hoy os digo, tomad el pan de mi palabra, bebed el vino de su esencia y os sustentaréis eternamente.

Comprended que del reino de la paz vengo al valle de lágrimas, de la mansión de los justos desciendo a conversar con los pecadores. No traigo corona ni cetro de rey, vengo lleno de humildad a comunicarme con vosotros, a través de una torpe materia a la que transforma con mi luz y os sorprendo con la infinita verdad de mi enseñanza.

No me avergüenzo de vosotros, y a pesar de vuestros pecados e imperfecciones, jamás negaré que sois mis hijos, porque os amo. Mas bien han sido los hombres los que han llegado a avergonzarse de Mí negándome en múltiples ocasiones.

Hoy vengo a derramar mi Espíritu entre vosotros, para que aprendáis a rendirme culto espiritual y sencillo, libre de materialismo de tradiciones y fanatismo.

Vosotros, que habéis derribado los falsos dioses que en tiempos pasados adorasteis, sabréis penetrar en este santuario que ahora estoy cincelando con mi palabra en Nuestro espíritu.

Veo en vuestro corazón el deseo de que Yo permanezca entre vosotros doctrinándoos por siempre bajo esta forma, mas esto no debe ser, porque si accediera a vuestro ruego, entonces no haríais ningún esfuerzo para buscarme con vuestras obras de amor, y os conformaríais con escuchar mis lecciones.

Desde tiempos pasados os he dicho que mi reino no es de este mundo y de cierto os digo que espiritualmente tampoco es la Tierra vuestra morada. El Reino del Padre está en su luz, en su perfección, en su santidad; ésa es vuestra verdadera morada, ésa es vuestra heredad. Recordad que os he dicho que sois los herederos del reino de los cielos. Este planeta es como una morada que pasajeramente os alberga, en la cual vuestro espíritu está sometido a las pruebas de su purificación, con el fin de que al retornar a la morada espiritual, lleve en sí adelanto y progreso, por eso no debéis preguntaros, ¿por qué no he hallado paz y dicha perfectas en este mundo? De cierto os digo, que ni los que han sido puros, han encontrado en este valle la verdadera paz.

Si esta Tierra os brindase todo cuanto deseáis, si en ella no existiesen las grandes pruebas espirituales, ¿quién de vosotros desearía llegar a mi Reino? Tampoco blasfeméis o maldigáis en contra del dolor; ya que vosotros lo habéis creado con vuestras faltas. Apuradlo con paciencia y él os purificará y os ayudará a acercaros a Mí.

¿Veis cuán grande es vuestro arraigo hacia las grandezas y satisfacciones de este mundo? Pues llegará el instante en que sea muy ardiente en vosotros el anhelo de ausentaros de él.

Quien logra cumplir sus pruebas con elevación, experimenta paz en ese cumplimiento. Aquel que camina en la Tierra con la vista puesta en el cielo no tropieza, ni se lastima sus plantas con los cardos del sendero de su restitución. Vosotros que me oís, resistid con amor vuestras pruebas, para que seáis imitados, ved que vais adelantando en vuestro perfeccionamiento, pues si no fuera así, ¿a qué habéis venido en este día? ¿Por qué habéis dejado vuestro trabajo para sentaros en estos humildes banquillos? Porque venís en busca de paz, de luz, de fortaleza y de bálsamo. Entre estas multitudes están los que buscan mi sabiduría y mis revelaciones, para llevar mañana este mensaje a las comarcas. También se encuentran los que mucho han pecado, los que con su rostro bañado en lágrimas me han dicho: Padre, somos indignos de escuchar vuestra palabra. Mas Yo os digo, que es por vosotros por los que he venido, por aquellos que se han extraviado del sendero de evolución. Nunca he venido a buscar justos a la Tierra, ellos ya están a salvo; busco a los que ya no encuentran fuerzas en sí mismos para salvarse, a los que doy mi bendición y mi caricia.

Si a alguno de vosotros le han dicho que su espíritu está perdido debido a sus faltas, y él quisiera aún reparar sus errores y salvarse, que venga a Mí, que Yo le daré mi perdón y le levantaré a una nueva vida. Ese será como Lázaro, que se levantó al escuchar la voz de Jesús cuando le dijo: "Levántate y anda".

Busco asimismo al ignorante, para abrir delante de sus ojos el libro de la verdad, el "Libro de la Vida Verdadera". Quiero que los que ayer me negaron y blasfemaron en contra mía, hoy se levanten entre la humanidad formando un pueblo que sea espejo de espiritualidad, humildad y caridad que dé testimonio de mi enseñanza con las obras de amor hacia sus hermanos.

Veo que aprovecháis mis lecciones, mas todavía estáis distantes de la perfección. Sois débiles aún, pues no dais tres pasos cuando ya la tentación os hizo caer.

Sed fuertes, y si por causa de mi doctrina os desconociesen vuestros padres o vuestros hijos, dad pruebas de firmeza y de fe y no temáis, que mi poder y vuestro ejemplo les convencerán de esta verdad. Si algunos de los que os desconocieron se fueran de este mundo sin que les hubieseis convertido, no os desaniméis, que la semilla que en ellos sembrasteis, la llevaron en su espíritu y ella florecerá en otros mundos.

Analizad las lecciones que con mi pasión os di en el Segundo Tiempo, Yo os invito a recordar y a meditar conmigo en aquellas enseñanzas. Ved que son de las últimas veces que sobre ellas os hablaré. No sabéis lo que venga después y es menester que penetréis en preparación, para que recibáis las nuevas revelaciones que voy a daros. Si al llegar a vosotros esos días de recordación, queréis tener paz en vuestro espíritu y agradar a vuestro Señor, haced obras de caridad en los necesitados, perdonad a vuestros enemigos, no tengáis cuentas pendientes con nadie, porque si tuvieseis remordimiento en vuestro espíritu en los instantes en que pronuncie mis siete palabras, ¡cuán amargas y dolorosas caerán esas palabras en vuestro corazón!, Porque vuestra conciencia os dirá que cuando os pedí agua para calmar mi sed, vosotros me disteis a beber hiel y vinagre.

Orad porque vivís en tiempos de tentaciones y acechanzas y no sabéis si quienes en estos momentos están en paz, dentro de unos instantes estén riñendo o blasfemando, recordad siempre lo que hoy os digo para que estéis alerta, velando y orando.

Contemplad cómo mi esencia divina es capaz de llegar a vosotros a través de los labios de un pecador. ¿No es éste un prodigio de poder y de amor? Es que Yo soy Aquél que hace brotar agua de la roca y luz de las tinieblas.

Por conductos humildes he venido a hablar a los humildes, porque si los señores de la Tierra hubiesen transmitido este mensaje a la humanidad, de cierto os digo que os hubierais quedado sin el conocimiento de vuestros dones y sin cargos que cumplir, no habríais comido en este banquete y tendríais que haberos conformado con mirar el festín desde lejos; en cambio, por medio de estos entendimientos, vírgenes de teorías, de ciencias y preocupaciones religiosas, he hecho un llamado a toda la humanidad sin distinguir a nadie por su clase, su nacionalidad, su religión o su idioma.

Mi voz viene desde el Reino del Espíritu, donde Yo soy el Rey, aquel paraíso donde todos seréis con vuestro Señor, cuando humildes y llenos de fe, desde vuestra cruz me digáis como Dimas: "Señor, cuando seáis en vuestro reino, acordaos de mí". Vuestra cruz es la que os he confiado al entregaros esta misión de doctrinar, de sanar enfermos, de consolar, de revelar mis divinos mensajes a la humanidad; pesa esta misión, porque encierra responsabilidad, porque es delicada, porque es limpia, y sobre el cumplimiento de ella caen las burlas que os dirigen los incrédulos, la calumnia, la burla de quienes no han querido encontrar la verdad en mi doctrina.

Así iba Jesús por la vía dolorosa soportando el peso de la cruz, que era incomparablemente menor que el de la ingratitud de aquellas turbas.

He aquí al Maestro recordando a sus hijos, hechos de otros tiempos, relacionándolos con obras del tiempo presente, para que comprendáis mejor mis enseñanzas. Quiero que esta doctrina se extienda por el mundo, que ilumine a la humanidad para que despierte ante una vida que ignoraba, y se levante a formar en el mundo un solo hogar, una sola familia. Ese será el verdadero pueblo de Israel, el pueblo de Dios en el que desaparecerán diferencias de linajes, castas y tribus, porque serán todos, ramas que proceden de un solo tronco, donde todos cumplan con mi ley que os dice: "Amaos los unos a los otros”.

Vosotros que habéis tomado sobre vuestros hombros esta cruz, reconoced la responsabilidad que tenéis de mostrar a la humanidad la verdad de mi manifestación y de mis prodigios; Por eso os pido nobleza de sentimientos, conocimientos perfectos de quiénes sois respecto de Dios y de la humanidad. Y para eso os entrego mi enseñanza de espiritualidad.

Preparaos así y seréis los buenos soldados de esta lucha, los verdaderos israelitas por el espíritu, los fieles discípulos; no escatiméis nada por probar la verdad de esta palabra. No olvidéis que Cristo por dar testimonio de la verdad que predicaba, dejó que su cuerpo fuese destrozado. ¿Por qué había de defender la vida de aquel cuerpo, cuando antes había dicho que su reino no era de este mundo? Así vosotros, pensad que para alcanzar la vida eterna que a vuestro espíritu le aguarda, puede sacrificarle muchas ambiciones.

Si queréis apartar de vuestro hermano las manchas que lleva en su espíritu, antes tenéis que desmancharos; si queréis ser perdonados, antes tenéis que perdonar.

Qué hermoso será para vuestro espíritu, si al llegar su último instante en la Tierra, su conciencia, llena de paz, pueda hablarle así al Padre: "Señor, todo está consumado"


¡Mi paz sea con vosotros!

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