sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 43

¿Por qué cuando me presento ante vosotros como Jehová sentís temor en vuestro corazón? Si Yo soy vuestro Padre, soy el amor, soy quien os da el pan de cada día, soy quien guía a vuestro espíritu y le ayuda a levantarse de sus caídas.

Vengo a daros fortaleza en estos momentos de prueba, en que los elementos de la Creación se estremecen con el estruendo de la guerra. No temáis, procurad que vuestra elevación y fervor se aviven y os acerquen más y más al dolor de vuestros hermanos, a los que agobian las guerras fratricidas para que compartáis su cáliz de amargura, que la oración que en silencio elevéis sea corno un llamado a la paz, unión y buena voluntad de la humanidad.

Vuestros hijos serán llamados a tomar las armas, dejadles partir, ellos no perecerán; desde hoy les hago portadores de mi gracia y sembrarán la luz de mi doctrina entre sus hermanos.

Yo quiero que a pesar de todos los males que la guerra ha ocasionado, no veáis como enemigos a los habitantes de esos pueblos, para que el mañana podáis verlos como hermanos.

Hoy la humanidad se ha unificado para desatar la guerra, se han lanzado pueblos contra pueblos borrando fronteras y mezclando idiomas. No ha sido el amor de los unos hacia los otros el que ha logrado la unificación, ha sido el odio que provoca la guerra fratricida. Mas Yo que soy poder os demostraré que sirviéndome de vuestros errores puedo uniros, porque al terminar esta contienda, los corazones se encontrarán limpios por el dolor; en las mentes se hará la luz y estarán los hombres a un paso de alcanzar la paz.

Benditos sean los que han luchado y trabajado por la paz. Benditos sean los que creyendo en mi voz se han levantado por los caminos sembrando mi luz y mi verdad.

Conmovido se encuentra mi Espíritu ante el dolor de la humanidad, su llanto se escucha en los cielos y en verdad os digo, Mi dolor de Padre conviértase en rocío de gracia y descienda sobre de mis hijos.

Apurad con paciencia y mansedumbre ese cáliz de amargura, porque vuestro llanto va a tornarse en regocijo.

Si en este instante el Padre os preguntase si habéis cumplido vuestra misión en la Tierra, si traéis en vuestra mano la espiga dorada de vuestro trabajo, si os habéis amado los unos a los otros y si os habéis sabido perdonar, tendríais que decirme que nada de eso; habéis cumplido. ¿Creéis entonces que por méritos propios os habéis hecho dignos de escuchar mi palabra? No, me dice vuestro espíritu.

Pueblo, las eras han pasado y aún os encontráis aletargados; despertad y ved que no habéis aprovechado debidamente la vida de que habéis disfrutado en esta Tierra.

Mi voz ha venido a despertaros con amor, con dulzura, mas no toméis esta palabra como un arrullo para entregaros más al sueño, por que en el sentido de ella está presente el Juez que juzga cada uno de vuestros actos.

No seáis vosotros de los que esperan que mi justicia les toque para creer y despertar.

No digáis todavía que en verdad me amáis; esperad, que cuando esto sea no serán vuestros labios los que lo pregonen, serán vuestras obras. No hagáis alarde de limpidez y al mismo tiempo tratéis de ocultar vuestras manchas, porque con ello imitaréis a los hipócritas fariseos.

Ved que aún vengo como Maestro y como Padre, porque si sólo como Juez viniere, no habría lugar en donde pudieseis ocultaros porque doquiera que fueseis estará presente mi justicia.

Cuando lleguéis ante mi presencia, tendréis que responder de la palabra que escuchasteis, la cual veréis escrita en vuestra conciencia.

¿No sentís cómo el espíritu incansable de Elías ilumina vuestro camino, apartando de él los tropiezos y os ayuda con el báculo de su caridad cuando os sentís cansados? Buscadle, llamadle en vuestra oración y sentiréis muy próxima su presencia, porque él es el pastor de los espíritus en este Tercer Tiempo, quien os guiará hasta las mismas puertas de la tierra prometida que es el aprisco celestial.

Que vuestro espíritu se llene de gozo sabiendo que en tres tiempos habéis escuchado la voz de mi Divinidad, porque una vez más seréis mis testigos. Por eso os preparo y bendigo vuestros labios, para, que de ellos broten mañana palabras de vida para las multitudes que están por llegar.

Vuestra fe ha sido encendida y alentada con los prodigios que os he concedido y que juzgabais como imposibles. Porque Yo soy el camino, el buen sendero que siempre he venido a señalaros. Al ir por él, se sufren peligros, tentaciones acechanzas; para ayudaros os he dado la luz de la conciencia como un faro que os guíe y os oriente, además de haberos concedido un ser espiritual como guardián y protector por toda vuestra vida. ¿Creéis que si aprovecháis debidamente esta gracia, podríais perderos en el camino? ¿Habrá alguno de mis hijos que al escuchar esta palabra no sientan gozo en su espíritu? De cierto os digo, que Yo sí me recreo cuando escucho vuestra voz espiritual, cuando os eleváis en oración.

Despertad vuestra sensibilidad espiritual, para que gocéis con el esplendor de mi manifestación, la cual pasa desapercibida a vuestro espíritu, por falta de elevación. Recreaos ante la visión del más allá, como a veces os maravilláis ante la contemplación de la Naturaleza, admirando su armonía, su belleza y perfección; descubriendo que un ser no podría vivir sin el otro, sino que todos viven porque les une la ley de armonía. Así es también el más allá. Os he dicho que mientras existan espíritus que estén fuera del camino de evolución: no habrá paz ni armonía perfecta, porque es como si en el cosmos se salieran de sus órbitas algunos astros. ¿Qué pasaría con los demás? ¿No perdería el conjunto su equilibrio?
02-043.20 Si la humanidad cumpliese con los preceptos de mi ley y armonizara su naturaleza material con la espiritual, su existencia sería más plácida, el camino sin tropiezos y el trabajo sería ligero. No la azotarían las enfermedades ni envejecería prematuramente.

Antes de la creación de la materia, ya eran los espíritus. Brotaron de Mí inocentes, mas para que supieran de quien habían nacido, cuál era su destino y quiénes eran ellos mismos, les hice oír mi voz diciéndoles: he aquí a vuestro Dios; Yo soy vuestro Padre, soy el Espíritu de amor, mas si vosotros habéis brotado de Mí, tendréis que desarrollar y comprender esta esencia. Vivid, caminad, conoced y perseverad en el bien, que esta voz que habéis oído sea eternamente luz sobre vuestro espíritu, ella es vuestra conciencia, la cual os hará retornar a Mí, ya no como niños recién nacidos, sino como seres desarrollados en la virtud, en la experiencia y en todas las potencias que os he dado. Entonces me amaréis, me conoceréis verdaderamente y estaréis en armonía con todo lo existente.

Hay seres que nunca han habitado en la Tierra, mas si los que han errado y llevado mucho dolor en este mundo juzgan que es injusto, que unos vengan a habitar, el valle de lágrimas mientras otros, cerca del Padre nunca han conocido el dolor, Yo os digo, que aun cuando algunos no hayan venido a la Tierra, en el más allá han ayudado con su amor a la restitución de sus hermanos.

Hoy viven distanciados espiritualmente los seres que habitan los distintos valles, Mas Yo no he puesto distancias entre el amor de los hermanos. ¡Si supieseis cuán cerca estáis unos de otros! Ha sido el hombre el que con su materialismo, rompió los lazos que le unían a todos sus hermanos y mientras más ha descendido la humanidad, mayor ha sido su división y falta de armonía. No solamente se ha distanciado de lo espiritual, aun en su propio mundo se ha dividido en reinos, en pueblos y naciones, encerrándose más y más en el egoísmo.

Así, la luz de vuestra fe se ha apagado y la intuición de la vida eterna se ha turbado.

Hoy, cuando un ser querido os da el adiós para marchar a lejana comarca, le despedís con lágrimas, porque sabéis que si se va niño, tal vez volverá adolescente, y si es joven, volverá anciano; pero siempre abrigáis la esperanza de verle retornar para estrecharlo nuevamente, porque sabéis que aunque distantes, se encuentran en el mundo. Mas cuando esos seres parten al más allá y veis que su cuerpo inerte y frío queda bajo la tierra, entonces vuestro corazón se siente desgarrado porque habéis perdido la esperanza de volverlo a ver, olvidando que el espíritu sobrevive a la materia y a la cual volveréis a estrechar cuando ambos en su elevación vuelvan a encontrarse en el sendero de su evolución.

Fue necesario que Dios se humanizara en Jesús y habitara entre la humanidad, para que recordaseis enseñanzas olvidadas, os enseñó lecciones nuevas y os anunció que os haría nuevas revelaciones llegado el tiempo.

Fue menester que Cristo, el Divino Maestro, viniera a enseñaros la verdad, porqué ya la humanidad estaba perdiendo su simiente de espiritualidad, buscando en esta vida su gloria, su eternidad, su felicidad, olvidada de aquella existencia que inexorablemente la esperaba.

Los que no gozaban en esta vida de satisfacciones y riquezas, los que sólo lágrimas iban derramando, la maldecían y la llamaban injusta; éstos en sus confusas meditaciones han llamado ingrato y equivocado a su destino. Mas Cristo vino de nuevo a traeros la luz. Al muerto le devolvió el espíritu, cuando éste habitaba ya en otro mundo; al poseído le libertó y con todas estas manifestaciones dio pruebas al mundo de que la vida espiritual existe y de que ella es la vida verdadera. Todavía el Señor, después de su crucifixión mostrase en Espíritu ante creyentes e increyentes como una prueba de la verdad que su palabra predicó.

¿Por qué olvidáis y dais por muertos a aquellos que de vuestro mundo partieron, si ellos sienten, luchan y viven? He ahí por qué os digo que ellos son los vivos y vosotros sois los muertos. Pronto lloraréis vuestra falta de fe como en el Segundo Tiempo, cuando después de muerto Jesús decíais: fue Cristo a quien dimos muerte, fue el enviado de Jehová que vino a redimirnos de nuestros pecados, fue la vida verdadera que resucitaba a los muertos y que se elevó a los Cielos al tercer día.

Ahora que en Espíritu he vuelto a vosotros, me contempláis envuelto en misterio cuando vengo a mostrarme con toda sencillez, y para ser creído he tenido que materializar mi manifestación y concederos cuanto pedís; entonces el pueblo ha creído, porque me han contemplado, unos con la mirada espiritual, otros por medio de la fe, otros en la luz de su conciencia.

Mi luz os ilumina en este tiempo para que escuchéis la voz que os llama desde la eternidad.

Los lazos que os unen a vuestro Padre y al mundo espiritual y que habíais roto, los vengo a atar nuevamente para que sintáis que todos vivís en armonía, que las distancias no existen. ¿Mas cuándo atarán los hombres su vida con lazos de amor? Cuando hayan retornado al camino de mi ley en donde existe la justicia. Cuando cumplan con mi precepto que os dice: "Amaos los unos a los otros".

Ved, discípulos, cómo no son muertos los que han dejado este mundo. Bienaventurados los que dan el adiós al cuerpo que depositan en la tierra y no lo vuelven a visitar para contarle sus cuitas, porque ese ya dejó de ser y no escucha.

Él cuerpo cuando muere es como la flor cuando se corta que luego se marchita, mas su perfume es como el espíritu que se desprende e inunda de esencia el ambiente.

En aquel tiempo os dije: "Dejad que los muertos entierren a sus muertos". Hoy os digo: resucitad a los unos y a los otros.

Decidles que mientras el cuerpo se pudre en la tierra, en el más allá se purifica el espíritu. La muerte es descanso para la carne y liberación para el espíritu; mas nadie intente librarse por su propia voluntad o sea fuera de la hora marcada por Mí. No porque en el último instante tengáis junto a vuestro lecho a un confesor que os auxilie espiritualmente, creáis que estáis a salvo, ni por vuestro arrepentimiento en esa hora creáis llegar a Mí, creyendo haber alcanzado el final de vuestra evolución. Aprended a amar, a perdonar y bendecir en vuestra vida y labrad con vuestras obras de amor y caridad hacia vuestros hermanos, la purificación de vuestro espíritu.

Cumplid sobre la Tierra con mi ley como hombres de buena voluntad y la paz llegará a vuestro corazón. Cuando vuestro espíritu se desprenda de este mundo y penetre al espiritual, abrirá sus ojos para extasiarse en la contemplación de aquella vida que es el retorno de todos los espíritus para redimirlos y estrecharlos en su amor y en su luz.

Mas para alcanzar la redención debéis levantaros con el propósito de cumplir vuestra misión. Os traigo riquezas espirituales de valor incalculable, porque sois los herederos de mi gracia. Si tomáis con amor vuestra cruz y camináis pacientemente, en el día final estaréis conmigo y penetraréis en la verdadera vida, en donde encontraréis el consuelo y la paz que tanto habéis buscado.

He tomado como siervos en este tiempo a los humildes, para daros prueba que esta palabra que escucháis, no viene de un teósofo o de un científico, pues sois incrédulos por naturaleza; Por eso ante vosotros he escogido a vuestros hermanos, padres o hijos, para hacer de ellos mis portavoces poseedores de mi inspiración; mas os digo, que es necesario que estudiéis mi palabra en su esencia, porque llegará el día en que se levantarán hombres y mujeres que tomando mi nombre os hablen palabras de aparente luz y entonces no debéis dejaros sorprender por ellos.

Velad y orad, Yo soy la mirada que escudriña y conoce los sufrimientos que hay en cada corazón.

Estáis oprimidos y temerosos, porque las religiones os señalan y censuran vuestros actos. No temáis, enjugad vuestro llanto, tomad el consuelo.

Bienaventurados los que afligidos buscan en silencio la comunicación conmigo, porque Yo les conforto. No están abandonados por Mí, antes bien, les he buscado, para darles una gracia divina. Elías os conduce en el Tercer Tiempo, y a medida que penetréis en el camino os sentiréis más cerca de Mí.

Escuchad mi parábola de este día.

PARÁBOLA

"Econtrábase en un camino, un anciano de aspecto humilde y venerable, que no llevaba báculo ni alforja. A su paso encontró a tres caminantes jóvenes, que llevaban en su corazón la alegría y sus gargantas entonaban dulces cantos. El anciano se acercó al primero de ellos y le dijo: Caminante, tengo hambre, tengo sed y estoy desnudo, bríndame de lo que llevas en tu alforja y dame un jirón de tus vestiduras. El mancebo buscó en su alforja y no encontró pan ni agua y de sus vestiduras no quiso despojarse. Ve a mi hermano le dijo, él podrá darte lo que necesitas yo no tengo nada que ofrecerte.

Se acercó, el anciano al segundo y de igual manera le pide, éste busca en su alforja y en ella no hay alimento, ni agua que calme su sed. Ve al tercero le dice, él te dará lo que yo no he podido darte. El tercero ante la misma súplica, busca y su respuesta es la misma, no tengo nada que darte. Entonces el anciano se siente angustiado, la sed y el hambre le han agobiado mas al ver que las alforjas de los jóvenes se encuentran vacías les dice: ¿Cómo vais a proseguir por ese camino que yo he pasado sin saber lo que os espera? El camino es largo y está sembrado de espinos y abrojos; las tierras son áridas, no hay árboles donde sombrearse, no hay frutos, el sol es ardiente y no hay ríos, ni manantiales que den frescura al peregrino.

Los caminantes escucharon al anciano y dijeron: No importa, seguiremos adelante, somos jóvenes, y fuertes, nos sentimos llenos de energías y capacitados para recibir las vicisitudes de la vida. Con irónica sonrisa iban a abandonar al anciano, mas éste les dice: Esperad, os aconsejo que busquéis antes con qué alimentaros, reunid en vuestra alforja lo necesario para el viaje, para que podáis ir por ese camino sin perecer. Después de escuchar al anciano replicaron: Si tú te encuentras cansado, desnudo u hambriento es porque estás anciano, el trabajo te ha cansado, has visto aparecer muchas auroras y las nieves han blanqueado tu cabeza, por eso estás abatido. Nosotros somos jóvenes y no tememos a la vida.

Entonces el anciano les contestó: Yo también fui joven y fuerte, también canté en los caminos, tuve energías en mi cuerpo y el tiempo me enseñó y dio experiencia. Voy a mostraros lo que tenéis que recorrer; y llevándoles a la cumbre de un monte les enseñó el mundo. Desde allí vieron cómo se desataban vendavales a diestra y siniestra azotando a las naciones causando en ellas la destrucción, las aguas del mar invadían las tierras y los hombres perecían bajo la fuerza de los elementos desencadenados. Los jóvenes dijeron al anciano: ¿Qué tenemos que ver nosotros con estos acontecimientos? Y el anciano les respondió: Esto que ahora veis y os sorprende, tendréis que vivirlo al cruzar por esos caminos, mas aquellos dudaron. Una vez más les dijo: ¡Mirad! Y les mostró hacia el oriente; ahí contemplaron a las naciones debatiéndose en medio de una guerra cruel. Vieron a las madres y a los niños llorando, éstos dejando su vida en el campo de batalla, clamando a los suyos en la última hora. Vieron a las mujeres enlutadas, lamentando la pérdida del esposo o del hijo. Contemplaron a los niños hambrientos y desnudos, después ante sus ojos, un espíritu blanco extendió su manto como la nieve sobre la tierra devastada y de ella salía un lamento desgarrador y en donde ese espíritu aparecía, la vida de los hombres era segada como la hierba en los campos cuando es tiempo de recoger la cosecha. Y los jóvenes dijeron: ¿Qué significa todo esto? Os muestro los tiempos venideros, contestó el anciano, tiempos que vosotros viviréis.

Por último el anciano les detuvo para que mirasen, y vieron los elementos desatados, el fuego consumiendo bosques y ciudades, la peste como nube cubriendo a los hombres, los volcanes arrojando fuego y sepultando comarcas bajo sus cenizas. Les mostró el mar en el que se desarrollaban grandes catástrofes; mientras unos mares se secaban otros cambiaban de lugar. Por último vieron aparecer en el firmamento cuatro ángeles con trompetas, anunciando la consumación de los tiempos.

Los mancebos quedaron sobrecogidos de terror; entonces el anciano le dijo: He aquí que os he mostrado los acontecimientos que han de suceder y por los que tendréis que atravesar.

Aquellos jóvenes con el rostro demudado, clamaron a la naturaleza y ésta no les oyó, y en el instante en que su corazón lleno de angustia lloraba sin consuelo, la voz del anciano llena de paternal dulzura les dijo: No desesperéis, postrad vuestra rodilla y orad al Todopoderoso. En el silencio extendió su mano y todo fue silencio, calma y paz. La visión desapareció. Vieron la luz de un nuevo día y comprendiendo que el anciano había profetizado esos acontecimientos, cayeron postrados diciendo: Oremos, para que el Padre que es Todopoderoso, prepare nuestro camino y vayamos con su luz hasta el fin de nuestra vida."

Pueblo, analizad y abrid vuestros ojos a la luz. Vosotros sois los tres caminantes que a través de los tiempos he llamado y doctrinado para que seáis llenos de mi sabiduría y encendáis vuestra fe, os preparéis para el camino de la vida y lleguéis al final, penetrando en la vida espiritual, en donde encontraréis mi paz.


En los tiempos pasados no os convencisteis con mi palabra y cuando el Maestro se ausentó, vuestro espíritu no encontraba paz. Yo os he dicho: Bienaventurados los que creen. Bienaventurados los hombres de fe, porque ellos tendrán vida eterna.

A vosotros los preparados de este tiempo, os digo: Tengo hambre y sed de vuestro amor. Hijos míos, no habéis alcanzado a comunicaros con vuestro Dios por falta de espiritualidad. Desechasteis las virtudes que he derramado en vosotros y perdisteis vuestro tesoro.

Ahora os digo: Tomad la enseñanza que vengo a daros en la sexta etapa. No busquéis en los libros del mundo luz para vuestro espíritu, porque no la encontraréis, No busquéis en ellos respuestas a vuestras preguntas ni solución a vuestros problemas. Orad, comunicaos conmigo, que Yo atenderé vuestras peticiones.

Antes de que me presentéis vuestra tribulación, la Madre Divina intercede por vosotros y los bendice y a su vez os pide la intercesión y vuestra oración por los que sufren. Ella ruega a la humanidad que cese en su ambición y en sus guerras, que ya no derrame más sangre inocente. Su Espíritu amoroso os protege y espera humilde que se haga mi voluntad.

Vosotros también la bendecís y veneráis sabiendo que es inseparable compañera vuestra en los días de paz y en los de prueba.

Mi sangre fue derramada para que reinara la paz y la justicia entre los hombres, mas no he sido bien comprendido; si hubieseis aprovechado esa lección habríais alcanzado mayor grado de evolución y la luz que he derramado en el transcurso de los tiempos, iluminaría plenamente a vuestro espíritu.

No me habéis imitado, os he enseñado la humildad y sois soberbios. Os di el secreto de la paz y de la salud y vivís en guerra y enfermáis. Os enseñé a consolar a los que sufren y no sentís el dolor de vuestros hermanos, sois duros de corazón.

Humanidad, cuánto habéis negado mi existencia y vuestros dones. En verdad os digo que no pisáis sobre la roca firme sino sobre de arena movediza, y ese camino no os llevará al fin para el que fuisteis creada.

Leed y aprended en el gran Libro de la Vida Verdadera que os he concedido y si cumplís con su enseñanza, contad con que llegaréis a Mí por ese camino, mas pensad que si no lo hacéis así, os alejaréis de Mí y vuestra restitución será muy grande.

Hombres y mujeres que vagáis sin consuelo, ¿Por qué no os fortalecéis en Mí? No me llaméis Padre injusto si lloráis y padecéis en vuestro destierro, Yo os he anunciado antes de venir a la Tierra, que esta morada es un valle de lágrimas, que no es un valle de paz y recompensa. La Tierra no es vuestra morada eterna. "Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados".


¡Mi paz sea con vosotros!

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