¿Por qué cuando me presento ante vosotros como Jehová sentís
temor en vuestro corazón? Si Yo soy vuestro Padre, soy el amor, soy quien os da
el pan de cada día, soy quien guía a vuestro espíritu y le ayuda a levantarse
de sus caídas.
Vengo a daros fortaleza en estos momentos de prueba, en que
los elementos de la Creación se estremecen con el estruendo de la guerra. No
temáis, procurad que vuestra elevación y fervor se aviven y os acerquen más y
más al dolor de vuestros hermanos, a los que agobian las guerras fratricidas
para que compartáis su cáliz de amargura, que la oración que en silencio elevéis
sea corno un llamado a la paz, unión y buena voluntad de la humanidad.
Vuestros hijos serán llamados a tomar las armas, dejadles
partir, ellos no perecerán; desde hoy les hago portadores de mi gracia y
sembrarán la luz de mi doctrina entre sus hermanos.
Yo quiero que a pesar de todos los males que la guerra ha
ocasionado, no veáis como enemigos a los habitantes de esos pueblos, para que
el mañana podáis verlos como hermanos.
Hoy la humanidad se ha unificado para desatar la guerra, se
han lanzado pueblos contra pueblos borrando fronteras y mezclando idiomas. No
ha sido el amor de los unos hacia los otros el que ha logrado la unificación,
ha sido el odio que provoca la guerra fratricida. Mas Yo que soy poder os
demostraré que sirviéndome de vuestros errores puedo uniros, porque al terminar
esta contienda, los corazones se encontrarán limpios por el dolor; en las
mentes se hará la luz y estarán los hombres a un paso de alcanzar la paz.
Benditos sean los que han luchado y trabajado por la paz.
Benditos sean los que creyendo en mi voz se han levantado por los caminos
sembrando mi luz y mi verdad.
Conmovido se encuentra mi Espíritu ante el dolor de la
humanidad, su llanto se escucha en los cielos y en verdad os digo, Mi dolor de
Padre conviértase en rocío de gracia y descienda sobre de mis hijos.
Apurad con paciencia y mansedumbre ese cáliz de amargura,
porque vuestro llanto va a tornarse en regocijo.
Si en este instante el Padre os preguntase si habéis
cumplido vuestra misión en la Tierra, si traéis en vuestra mano la espiga
dorada de vuestro trabajo, si os habéis amado los unos a los otros y si os
habéis sabido perdonar, tendríais que decirme que nada de eso; habéis cumplido.
¿Creéis entonces que por méritos propios os habéis hecho dignos de escuchar mi
palabra? No, me dice vuestro espíritu.
Pueblo, las eras han pasado y aún os encontráis aletargados;
despertad y ved que no habéis aprovechado debidamente la vida de que habéis
disfrutado en esta Tierra.
Mi voz ha venido a despertaros con amor, con dulzura, mas no
toméis esta palabra como un arrullo para entregaros más al sueño, por que en el
sentido de ella está presente el Juez que juzga cada uno de vuestros actos.
No seáis vosotros de los que esperan que mi justicia les
toque para creer y despertar.
No digáis todavía que en verdad me amáis; esperad, que
cuando esto sea no serán vuestros labios los que lo pregonen, serán vuestras
obras. No hagáis alarde de limpidez y al mismo tiempo tratéis de ocultar
vuestras manchas, porque con ello imitaréis a los hipócritas fariseos.
Ved que aún vengo como Maestro y como Padre, porque si sólo
como Juez viniere, no habría lugar en donde pudieseis ocultaros porque doquiera
que fueseis estará presente mi justicia.
Cuando lleguéis ante mi presencia, tendréis que responder de
la palabra que escuchasteis, la cual veréis escrita en vuestra conciencia.
¿No sentís cómo el espíritu incansable de Elías ilumina
vuestro camino, apartando de él los tropiezos y os ayuda con el báculo de su
caridad cuando os sentís cansados? Buscadle, llamadle en vuestra oración y
sentiréis muy próxima su presencia, porque él es el pastor de los espíritus en
este Tercer Tiempo, quien os guiará hasta las mismas puertas de la tierra
prometida que es el aprisco celestial.
Que vuestro espíritu se llene de gozo sabiendo que en tres
tiempos habéis escuchado la voz de mi Divinidad, porque una vez más seréis mis
testigos. Por eso os preparo y bendigo vuestros labios, para, que de ellos
broten mañana palabras de vida para las multitudes que están por llegar.
Vuestra fe ha sido encendida y alentada con los prodigios
que os he concedido y que juzgabais como imposibles. Porque Yo soy el camino,
el buen sendero que siempre he venido a señalaros. Al ir por él, se sufren
peligros, tentaciones acechanzas; para ayudaros os he dado la luz de la
conciencia como un faro que os guíe y os oriente, además de haberos concedido
un ser espiritual como guardián y protector por toda vuestra vida. ¿Creéis que
si aprovecháis debidamente esta gracia, podríais perderos en el camino? ¿Habrá
alguno de mis hijos que al escuchar esta palabra no sientan gozo en su
espíritu? De cierto os digo, que Yo sí me recreo cuando escucho vuestra voz
espiritual, cuando os eleváis en oración.
Despertad vuestra sensibilidad espiritual, para que gocéis
con el esplendor de mi manifestación, la cual pasa desapercibida a vuestro
espíritu, por falta de elevación. Recreaos ante la visión del más allá, como a
veces os maravilláis ante la contemplación de la Naturaleza, admirando su
armonía, su belleza y perfección; descubriendo que un ser no podría vivir sin
el otro, sino que todos viven porque les une la ley de armonía. Así es también
el más allá. Os he dicho que mientras existan espíritus que estén fuera del
camino de evolución: no habrá paz ni armonía perfecta, porque es como si en el
cosmos se salieran de sus órbitas algunos astros. ¿Qué pasaría con los demás?
¿No perdería el conjunto su equilibrio?
02-043.20 Si la humanidad cumpliese con los preceptos de mi ley y
armonizara su naturaleza material con la espiritual, su existencia sería más
plácida, el camino sin tropiezos y el trabajo sería ligero. No la azotarían las
enfermedades ni envejecería prematuramente.
Antes de la creación de la materia, ya eran los espíritus.
Brotaron de Mí inocentes, mas para que supieran de quien habían nacido, cuál
era su destino y quiénes eran ellos mismos, les hice oír mi voz diciéndoles: he
aquí a vuestro Dios; Yo soy vuestro Padre, soy el Espíritu de amor, mas si
vosotros habéis brotado de Mí, tendréis que desarrollar y comprender esta
esencia. Vivid, caminad, conoced y perseverad en el bien, que esta voz que habéis
oído sea eternamente luz sobre vuestro espíritu, ella es vuestra conciencia, la
cual os hará retornar a Mí, ya no como niños recién nacidos, sino como seres
desarrollados en la virtud, en la experiencia y en todas las potencias que os he dado. Entonces me
amaréis, me conoceréis verdaderamente y estaréis en armonía con todo lo
existente.
Hay seres que nunca han habitado en la Tierra, mas si los
que han errado y llevado mucho dolor en este mundo juzgan que es injusto, que
unos vengan a habitar, el valle de lágrimas mientras otros, cerca del Padre
nunca han conocido el dolor, Yo os digo, que aun cuando algunos no hayan venido
a la Tierra, en el más allá han ayudado con su amor a la restitución de sus
hermanos.
Hoy viven distanciados espiritualmente los seres que habitan
los distintos valles, Mas Yo no he puesto distancias entre el amor de los
hermanos. ¡Si supieseis cuán cerca estáis unos de otros! Ha sido el hombre el
que con su materialismo, rompió los lazos que le unían a todos sus hermanos y
mientras más ha descendido la humanidad, mayor ha sido su división y falta de
armonía. No solamente se ha distanciado de lo espiritual, aun en su propio
mundo se ha dividido en reinos, en pueblos y naciones, encerrándose más y más
en el egoísmo.
Así, la luz de vuestra fe se ha apagado y la intuición de la
vida eterna se ha turbado.
Hoy, cuando un ser querido os da el adiós para marchar a
lejana comarca, le despedís con lágrimas, porque sabéis que si se va niño, tal
vez volverá adolescente, y si es joven, volverá anciano; pero siempre abrigáis
la esperanza de verle retornar para estrecharlo nuevamente, porque sabéis que
aunque distantes, se encuentran en el mundo. Mas cuando esos seres parten al
más allá y veis que su cuerpo inerte y frío queda bajo la tierra, entonces
vuestro corazón se siente desgarrado porque habéis perdido la esperanza de
volverlo a ver, olvidando que el espíritu sobrevive a la materia y a la cual
volveréis a estrechar cuando ambos en su elevación vuelvan a encontrarse en el
sendero de su evolución.
Fue necesario que Dios se humanizara en Jesús y habitara
entre la humanidad, para que recordaseis enseñanzas olvidadas, os enseñó
lecciones nuevas y os anunció que os haría nuevas revelaciones llegado el tiempo.
Fue menester que Cristo, el Divino Maestro, viniera a
enseñaros la verdad, porqué ya la humanidad estaba perdiendo su simiente de
espiritualidad, buscando en esta vida su gloria, su eternidad, su felicidad,
olvidada de aquella existencia que inexorablemente la esperaba.
Los que no gozaban en esta vida de satisfacciones y
riquezas, los que sólo lágrimas iban derramando, la maldecían y la llamaban
injusta; éstos en sus confusas meditaciones han llamado ingrato y equivocado a
su destino. Mas Cristo vino de nuevo a traeros la luz. Al muerto le devolvió el
espíritu, cuando éste habitaba ya en otro mundo; al poseído le libertó y con
todas estas manifestaciones dio pruebas al mundo de que la vida espiritual
existe y de que ella es la vida verdadera. Todavía el Señor, después de su
crucifixión mostrase en Espíritu ante creyentes e increyentes como una prueba
de la verdad que su palabra predicó.
¿Por qué olvidáis y dais por muertos a aquellos que de
vuestro mundo partieron, si ellos sienten, luchan y viven? He ahí por qué os
digo que ellos son los vivos y vosotros sois los muertos. Pronto lloraréis
vuestra falta de fe como en el Segundo Tiempo, cuando después de muerto Jesús
decíais: fue Cristo a quien dimos muerte, fue el enviado de Jehová que vino a
redimirnos de nuestros pecados, fue la vida verdadera que resucitaba a los
muertos y que se elevó a los Cielos al tercer día.
Ahora que en Espíritu he vuelto a vosotros, me contempláis
envuelto en misterio cuando vengo a mostrarme con toda sencillez, y para ser
creído he tenido que materializar mi manifestación y concederos cuanto pedís;
entonces el pueblo ha creído, porque me han contemplado, unos con la mirada
espiritual, otros por medio de la fe, otros en la luz de su conciencia.
Mi luz os ilumina en este tiempo para que escuchéis la voz
que os llama desde la eternidad.
Los lazos que os unen a vuestro Padre y al mundo espiritual
y que habíais roto, los vengo a atar nuevamente para que sintáis que todos
vivís en armonía, que las distancias no existen. ¿Mas cuándo atarán los hombres
su vida con lazos de amor? Cuando hayan retornado al camino de mi ley en donde
existe la justicia. Cuando cumplan con mi precepto que os dice: "Amaos los
unos a los otros".
Ved, discípulos, cómo no son muertos los que han dejado este
mundo. Bienaventurados los que dan el adiós al cuerpo que depositan en la
tierra y no lo vuelven a visitar para contarle sus cuitas, porque ese ya dejó
de ser y no escucha.
Él cuerpo cuando muere es como la flor cuando se corta que
luego se marchita, mas su perfume es como el espíritu que se desprende e inunda
de esencia el ambiente.
En aquel tiempo os dije: "Dejad que los muertos
entierren a sus muertos". Hoy os digo: resucitad a los unos y a los otros.
Decidles que mientras el cuerpo se pudre en la tierra, en el
más allá se purifica el espíritu. La muerte es descanso para la carne y
liberación para el espíritu; mas nadie intente librarse por su propia voluntad
o sea fuera de la hora marcada por Mí. No porque en el último instante tengáis
junto a vuestro lecho a un confesor que os auxilie espiritualmente, creáis que
estáis a salvo, ni por vuestro arrepentimiento en esa hora creáis llegar a Mí,
creyendo haber alcanzado el final de vuestra evolución. Aprended a amar, a
perdonar y bendecir en vuestra vida y labrad con vuestras obras de amor y
caridad hacia vuestros hermanos, la purificación de vuestro espíritu.
Cumplid sobre la Tierra con mi ley como hombres de buena
voluntad y la paz llegará a vuestro corazón. Cuando vuestro espíritu se
desprenda de este mundo y penetre al espiritual, abrirá sus ojos para
extasiarse en la contemplación de aquella vida que es el retorno de todos los
espíritus para redimirlos y estrecharlos en su amor y en su luz.
Mas para alcanzar la redención debéis levantaros con el
propósito de cumplir vuestra misión. Os traigo riquezas espirituales de valor
incalculable, porque sois los herederos de mi gracia. Si tomáis con amor vuestra
cruz y camináis pacientemente, en el día final estaréis conmigo y penetraréis
en la verdadera vida, en donde encontraréis el consuelo y la paz que tanto
habéis buscado.
He tomado como siervos en este tiempo a los humildes, para
daros prueba que esta palabra que escucháis, no viene de un teósofo o de un
científico, pues sois incrédulos por naturaleza; Por eso ante vosotros he
escogido a vuestros hermanos, padres o hijos, para hacer de ellos mis
portavoces poseedores de mi inspiración; mas os digo, que es necesario que
estudiéis mi palabra en su esencia, porque llegará el día en que se levantarán
hombres y mujeres que tomando mi nombre os hablen palabras de aparente luz y
entonces no debéis dejaros sorprender por ellos.
Velad y orad, Yo soy la mirada que escudriña y conoce los
sufrimientos que hay en cada corazón.
Estáis oprimidos y temerosos, porque las religiones os
señalan y censuran vuestros actos. No temáis, enjugad vuestro llanto, tomad el
consuelo.
Bienaventurados los que afligidos buscan en silencio la
comunicación conmigo, porque Yo les conforto. No están abandonados por Mí, antes bien, les he buscado, para darles una gracia divina.
Elías os conduce en el Tercer Tiempo, y a medida que penetréis en el camino os sentiréis
más cerca de Mí.
Escuchad mi parábola de este día.
PARÁBOLA
"Econtrábase en un camino, un anciano de aspecto
humilde y venerable, que no llevaba báculo ni alforja. A su paso encontró a
tres caminantes jóvenes, que llevaban en su corazón la alegría y sus gargantas
entonaban dulces cantos. El anciano se acercó al primero de ellos y le dijo:
Caminante, tengo hambre, tengo sed y estoy desnudo, bríndame de lo que llevas
en tu alforja y dame un jirón de tus vestiduras. El mancebo buscó en su alforja
y no encontró pan ni agua y de sus vestiduras no quiso despojarse. Ve a mi
hermano le dijo, él podrá darte lo que necesitas yo no tengo nada que
ofrecerte.
Se acercó, el anciano al segundo y de igual manera le pide,
éste busca en su alforja y en ella no hay alimento, ni agua que calme su sed.
Ve al tercero le dice, él te dará lo que yo no he podido darte. El tercero ante
la misma súplica, busca y su respuesta es la misma, no tengo nada que darte.
Entonces el anciano se siente angustiado, la sed y el hambre le han agobiado
mas al ver que las alforjas de los jóvenes se encuentran vacías les dice: ¿Cómo
vais a proseguir por ese camino que yo he pasado sin saber lo que os espera? El
camino es largo y está sembrado de espinos y abrojos; las tierras son áridas,
no hay árboles donde sombrearse, no hay frutos, el sol es ardiente y no hay
ríos, ni manantiales que den frescura al peregrino.
Los caminantes escucharon al anciano y dijeron: No importa,
seguiremos adelante, somos jóvenes, y fuertes, nos sentimos llenos de energías
y capacitados para recibir las vicisitudes de la vida. Con irónica sonrisa iban
a abandonar al anciano, mas éste les dice: Esperad, os aconsejo que busquéis
antes con qué alimentaros, reunid en vuestra alforja lo necesario para el
viaje, para que podáis ir por ese camino sin perecer. Después de escuchar al
anciano replicaron: Si tú te encuentras cansado, desnudo u hambriento es porque
estás anciano, el trabajo te ha cansado, has visto aparecer muchas auroras y las
nieves han blanqueado tu cabeza, por eso estás abatido. Nosotros somos jóvenes
y no tememos a la vida.
Entonces el anciano les contestó: Yo también fui joven y
fuerte, también canté en los caminos, tuve energías en mi cuerpo y el tiempo me enseñó y dio experiencia. Voy a mostraros lo que tenéis que recorrer;
y llevándoles a la cumbre de un monte les enseñó el mundo. Desde allí vieron
cómo se desataban vendavales a diestra y siniestra azotando a las naciones
causando en ellas la destrucción, las aguas del mar invadían las tierras y los
hombres perecían bajo la fuerza de los elementos desencadenados. Los jóvenes
dijeron al anciano: ¿Qué tenemos que ver nosotros con estos acontecimientos? Y
el anciano les respondió: Esto que ahora veis y os sorprende, tendréis que
vivirlo al cruzar por esos caminos, mas aquellos dudaron. Una vez más les dijo:
¡Mirad! Y les mostró hacia el oriente; ahí contemplaron a las naciones
debatiéndose en medio de una guerra cruel. Vieron a las madres y a los niños
llorando, éstos dejando su vida en el campo de batalla, clamando a los suyos en
la última hora. Vieron a las mujeres enlutadas, lamentando la pérdida del
esposo o del hijo. Contemplaron a los niños hambrientos y desnudos, después
ante sus ojos, un espíritu blanco extendió su manto como la nieve sobre la
tierra devastada y de ella salía un lamento desgarrador y en donde ese espíritu
aparecía, la vida de los hombres era segada como la hierba en los campos cuando
es tiempo de recoger la cosecha. Y los jóvenes dijeron: ¿Qué significa todo
esto? Os muestro los tiempos venideros, contestó el anciano, tiempos que
vosotros viviréis.
Por último el anciano les detuvo para que mirasen, y vieron
los elementos desatados, el fuego consumiendo bosques y ciudades, la peste como
nube cubriendo a los hombres, los volcanes arrojando fuego y sepultando
comarcas bajo sus cenizas. Les mostró el mar en el que se desarrollaban grandes
catástrofes; mientras unos mares se secaban otros cambiaban de lugar. Por
último vieron aparecer en el firmamento cuatro ángeles con trompetas,
anunciando la consumación de los tiempos.
Los mancebos quedaron sobrecogidos de terror; entonces el
anciano le dijo: He aquí que os he mostrado los acontecimientos que han de
suceder y por los que tendréis que atravesar.
Aquellos jóvenes con el rostro demudado, clamaron a la
naturaleza y ésta no les oyó, y en el instante en que su corazón lleno de
angustia lloraba sin consuelo, la voz del anciano llena de paternal dulzura les
dijo: No desesperéis, postrad vuestra rodilla y orad al Todopoderoso. En el
silencio extendió su mano y todo fue silencio, calma y paz. La visión
desapareció. Vieron la luz de un nuevo día y comprendiendo que el anciano había
profetizado esos acontecimientos, cayeron postrados diciendo: Oremos, para que
el Padre que es Todopoderoso, prepare nuestro camino y vayamos con su luz hasta
el fin de nuestra vida."
Pueblo, analizad y abrid vuestros ojos a la luz. Vosotros
sois los tres caminantes que a través de los tiempos he llamado y doctrinado
para que seáis llenos de mi sabiduría y encendáis vuestra fe, os preparéis para
el camino de la vida y lleguéis al final, penetrando en la vida espiritual, en
donde encontraréis mi paz.
En los tiempos pasados no os convencisteis con mi palabra y
cuando el Maestro se ausentó, vuestro espíritu no encontraba paz. Yo os he
dicho: Bienaventurados los que creen. Bienaventurados los hombres de fe, porque
ellos tendrán vida eterna.
A vosotros los preparados de este tiempo, os digo: Tengo
hambre y sed de vuestro amor. Hijos míos, no habéis alcanzado a comunicaros con
vuestro Dios por falta de espiritualidad. Desechasteis las virtudes que he
derramado en vosotros y perdisteis vuestro tesoro.
Ahora os digo: Tomad la enseñanza que vengo a daros en la
sexta etapa. No busquéis en los libros del mundo luz para vuestro espíritu,
porque no la encontraréis, No busquéis en ellos respuestas a vuestras preguntas
ni solución a vuestros problemas. Orad, comunicaos conmigo, que Yo atenderé
vuestras peticiones.
Antes de que me presentéis vuestra tribulación, la Madre
Divina intercede por vosotros y los bendice y a su vez os pide la intercesión y
vuestra oración por los que sufren. Ella ruega a la humanidad que cese en su
ambición y en sus guerras, que ya no derrame más sangre inocente. Su Espíritu
amoroso os protege y espera humilde que se haga mi voluntad.
Vosotros también la bendecís y veneráis sabiendo que es
inseparable compañera vuestra en los días de paz y en los de prueba.
Mi sangre fue derramada para que reinara la paz y la
justicia entre los hombres, mas no he sido bien comprendido; si hubieseis
aprovechado esa lección habríais alcanzado mayor grado de evolución y la luz
que he derramado en el transcurso de los tiempos, iluminaría plenamente a
vuestro espíritu.
No me habéis imitado, os he enseñado la humildad y sois
soberbios. Os di el secreto de la paz y de la salud y vivís en guerra y
enfermáis. Os enseñé a consolar a los que sufren y no sentís el dolor de
vuestros hermanos, sois duros de corazón.
Humanidad, cuánto habéis negado mi existencia y vuestros
dones. En verdad os digo que no pisáis sobre la roca firme sino sobre de arena movediza, y ese camino no os llevará al fin para el que fuisteis
creada.
Leed y aprended en el gran Libro de la Vida Verdadera que os
he concedido y si cumplís con su enseñanza, contad con que llegaréis a Mí por
ese camino, mas pensad que si no lo hacéis así, os alejaréis de Mí y vuestra restitución
será muy grande.
Hombres y mujeres que vagáis sin consuelo, ¿Por qué no os
fortalecéis en Mí? No me llaméis Padre injusto si lloráis y padecéis en vuestro
destierro, Yo os he anunciado antes de venir a la Tierra, que esta morada es un
valle de lágrimas, que no es un valle de paz y recompensa. La Tierra no es
vuestra morada eterna. "Bienaventurados los que lloran porque ellos serán
consolados".
¡Mi paz sea con vosotros!
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