sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 38

Recibo a los postreros y derramo en ellos la misma luz que entregué a los primeros para que se levanten y den a conocer mi doctrina.

Corto es el tiempo en que aún escucharéis mi palabra, pues os he anunciado que en 1950 os dejaré de hablar, y después de este tiempo no resonará mi voz a través del entendimiento humano. El que la oyó y creyó, se sentirá satisfecho y fuerte, mas el que habiéndole escuchado la puso en duda, se confundirá. En cambio muchos que nunca me escucharon, buscarán a mis discípulos para preguntarles lo que aprendieron del Maestro.

Buscad la luz y quien la posea, ayude a encontrarla a todos los que en tinieblas caminan, porque quien lleva confusión durante esta vida, al penetrar en el valle espiritual, su turbación es mayor. Por eso en los tres tiempos he estado ayudando a todos mis hijos mostrándoles el sendero por donde deben elevarse por medio de la evolución de su espíritu.

De la vida del espíritu os he revelado todo lo que vais pudiendo comprender, hoy vengo a mostraros una página más profunda de ese conocimiento.

Este es el tiempo en que os profeticé que todo ojo me vería. Todo espíritu me escuchará y cuando esta doctrina haya sido comprendida por la humanidad, no volverán los hombres a caer en idolatría, ni en fanatismo, porque habrán aprendido a elevar su espíritu hacia Mí, con la sencillez y la pureza que da la espiritualidad.

Lentamente va despertando el espíritu de la humanidad al escuchar en la voz de su conciencia el eco de la campana celestial; es el espíritu de Elías, es la voz del que clama en el desierto, enviado invisible de este tiempo, quien como un pastor, llama con amor a sus ovejas para que con mansedumbre penetren en el redil de paz que les espera.

Quien juzgue extraño que Yo deje mi reino por venir en busca de pecadores, de cierto no me conoce. Dejo a los justos, porque ellos están a salvo y todo lo poseen, vengo hacia los desheredados, los perdidos y los manchados porque también son mis hijos, a quienes amo como a los justos y porque quiero llevarles a mi morada para que gocen de su Padre.

Si sólo amase a los justos y a los pecadores los despreciara ¿consideraría vuestra conciencia que el Padre obraba con justicia?

Os estoy enseñando la forma en que debéis lavar vuestras manchas y justificaros ante Mí, haciendo el bien a vuestros hermanos y practicando la caridad en sus diversas formas. Hoy mismo podéis participar de lo que habéis aprendido; también podéis visitar a los enfermos y ungirles con vuestro amor en mi nombre, que en vuestra fe hallaréis la potestad para curar y vuestra caridad será el mejor bálsamo. Nadie dude de sí tendrá don para hacerlo o no.

No temáis hacer la caridad porque os consideréis pobres. En el Segundo Tiempo, estando Jesús con sus discípulos, les mostró este ejemplo. "Un publicano penetró en el templo y dejó una moneda como limosna, después un fariseo bien ataviado, depositó siete monedas, dejándolas caer una a una para que fuese contemplada su obra y todos viesen que su dádiva era grande. Más tarde, una mujer enferma y pobre se postró a orar y luego depositó dos monedas de poco valor que eran todo lo que poseía. Jesús les dijo a sus discípulos: Mirad, quien creyó dar más dio menos y ésta que dio menos ha dado más, porque dio todo lo que tenía y con ello el pan que había de comer ese día".

A vosotros que me escucháis os haré comprender cuánto lleváis con vosotros, para que nunca os sintáis menesterosos ante los verdaderos necesitados.

Vosotros sois de los que en otros tiempos se dijo que viviríais en el tiempo del Espíritu Santo. Esta es la era de la luz en que todo espíritu abrirá los ojos a la verdad. Ya mi hoz comenzó a cortar la cizaña de raíz. No os extrañéis de que Yo haya venido, cuando el mundo está ocupado en guerras; así estaba predicho.

Tanta luz ha contemplado el hombre a través de la ciencia que se ha cegado, mas pasada esa confusión, con mi caridad distinguirán el verdadero camino y en él me encontrarán rescatando y salvando a los Perdidos como hace el pastor con las ovejas descarriadas.

No me he humanizado entre vosotros en este tiempo, sólo he venido como luz que desde mi reino envío a vuestro espíritu. Desde el infinito os estoy inspirando, para que el mañana vuestro espíritu pueda elevarse hasta Mí en su oración.

Hoy debéis hacer que con vuestra preparación vuestro espíritu se purifique y sienta mi presencia entre vosotros Espiritualmente para que sepáis recibir lo que pidáis, que nunca será demasiado para Mí. No olvidéis las necesidades de vuestro espíritu abrumado por las exigencias de vuestra materia. Ved que lo que más falta os hace, es la enseñanza divina y ahora que ella se está desbordando en esta forma, buscadla, analizadla y ponedla en práctica con obras de amor hacia vuestros hermanos.

Quiero contemplar en vosotros comprensión para mi doctrina y enmienda en vuestra vida, que esta obra que he venido a revelaros la guardéis cual joya de infinito valor, que no os envanezcáis de poseer esta gracia, ni la neguéis a ningún necesitado y mucho menos que lucréis con ella.

En verdad os digo que el templo del Sexto Sello no será jamás mercado ni cueva de ladrones. Este santuario que está en lo espiritual, tiene abiertas sus puertas para que en él penetren todos mis hijos. Ahí, el pecador encontrará salvación, desaparecerán los odios, la sed de venganza y las malas inclinaciones.

Estáis siendo preparados para que prediquéis esta buena nueva con verdadera fe y valor. Quiero también que la interpretación que deis de mi palabra sea justa, para que vuestra práctica sea limpia. No quiero que entre mis discípulos haya fanáticos, puritanos ni místicos, sino que la elevación de vuestro espíritu sea interior y todos vuestros actos exteriores sean sencillos y naturales. Que cuando este pueblo se multiplique como las estrellas del cielo y como las arenas del mar, sea de verdaderos discípulos de mi enseñanza espiritual, para que sean los explicadores de la palabra que escucharon, y los que con sus obras testifiquen la verdad de mi doctrina.

No temáis al tiempo en el que tendréis que hablar; no desconfiéis de Mí ni aun de vosotros, os he dicho: Que en la hora de la prueba no vais a pensar lo que vais a decir, que os bastará vuestra fe y elevación, para que mi luz divina hable por vuestros labios. Si los hombres os piden explicación o análisis de la inspiración que habéis tenido, también Yo os haré comprender la verdad de mis revelaciones, para que la podáis explicar a vuestros hermanos. Entre los emisarios irán mis profetas con la misión de despertar a los pueblos, mas no harán lo que el profeta Jonás, que habiendo ido a amonestar a un pueblo pagano y pecador, anunciándoles calamidades, sufrimientos, plagas y enfermedades si no se regeneraban. Cuando llegó el tiempo del cumplimiento de su profecía, con gran sorpresa contempló que sus palabras no se habían realizado, porque en lugar de calamidades como él había anunciado, aquel pueblo gozaba de paz, de salud y bienandanza. Entonces el profeta avergonzado, retirose a la soledad y ahí, hablando a su Señor le dijo: ¿Por qué la palabra que en mi boca pusisteis no se ha cumplido? He aquí, que ante aquellos hombres en vez de pasar por vuestro profeta, pasó por un impostor. Mas entonces escuchó la voz del Padre que le respondía así: Yo os envié a que anunciarais las pruebas que habrían de acontecer si aquellas multitudes eran sordas a mi palabra, mas os escucharon y se arrepintieron; derrumbaron sus falsos dioses y se postraron para adorarme, lloraron reconociendo sus faltas y con temor esperaron mi justicia.

Yo les contemplé preparados y en vez de aflicciones les envié alegría y paz. ¿Creéis que Yo sólo por cumplir vuestra palabra, según vos la entendéis, había de herir a miles? Si vos no sentís a uno, Yo siento a todos. La palabra que disteis, fue para que se regeneraran y con ello evitaran vicisitudes, ellos se arrepintieron y por eso helos ahí llenos de júbilo y de fe en el Dios verdadero.

Tened presente estas lecciones, discípulos, que son ejemplos que os serán útiles en vuestro camino. En vosotros existen los dones de videncia, sueños proféticos e intuición para que miréis iluminado siempre vuestro sendero y pongáis alerta a vuestros hermanos.

Vuestra misión es prevenir, despertar, anunciar, mas tened en cuenta, que si vuestros hermanos oran, entonces podrán variar los acontecimientos, mas no por ello os vais a sentir defraudados, ni vais a perder la fe. Vuestro destino se reduce a evitar penas y a proporcionar paz, si con vuestros dones lográis este resultado, debéis estar satisfechos.
Velad por la paz de la humanidad, formad entre todos un santuario en cuyo interior puedan vuestros hermanos encontrar salvación, paz e inspiración.

Venid y comed de este pan que es mi palabra, para que mientras alimentáis con mi gracia a vuestro espíritu, Yo calme mi sed de amor entre vosotros. Cuando habéis amado a vuestros hermanos, me habéis amado a Mí. Cuando habéis perdonado a vuestros enemigos, os habéis reconciliado conmigo y venís a depositar en el altar de vuestra fe, la ofrenda de vuestros méritos, ofrenda siempre grata a mi Divinidad.

Oíd: Yo soy quien os formó a mi imagen y semejanza. Yo soy el único Dios, nadie ha existido antes que Yo, mi Espíritu no fue creado, soy eterno, siempre he sido y siempre seré.

Os he revelado mi existencia y la Trinidad que existe en Mí. Esa Trinidad que reconocéis en el Padre que es Jehová, quien os entregó la ley en el Primer Tiempo; en el Verbo que, a través de Jesús, os enseñó el amor en el Segundo Tiempo y en el Espíritu Santo que os llena de luz y sabiduría, y os explica todas las revelaciones en este Tercer Tiempo, en que vibra en todo espíritu y se comunica entre vosotros a través del entendimiento humano.

El Padre anunció por boca de sus profetas la llegada de Cristo, y Jesús anunció la manifestación del Espíritu Santo, del Espíritu de Verdad. Son las tres fases con las cuales me he mostrado a la humanidad, la ley, el amor y la sabiduría. Tres potencias y un solo Dios, tres potencias y una sola voluntad, un solo amor.

Si el Padre es eterno, el Hijo lo es también porque el Verbo Divino que habló en Jesús siempre ha sido en el Padre, es eterno el Espíritu Santo porque es la sabiduría de Dios que siempre ha estado en Él. Pues bien, si al hombre lo formé a mi imagen y semejanza, quiere decir que en él existe la imagen de esa Trinidad, en él puse las tres potencias, o sean: carne, espíritu y conciencia. Un solo ser formado de tres naturalezas: La material, el cuerpo; La espiritual, el espíritu y la divina, la conciencia.

En lo más elevado de vuestro espíritu brilla una chispa de mi inteligencia divina que es vuestra conciencia, por lo que sois, en verdad, hijos de mi Espíritu.

De la dicha de ser padre, quise que participaras y os hice padres de los hombres para que forjaseis seres semejantes a vosotros en los que encarnarían los espíritus que Yo os enviara. Si en lo divino y eterno existe
el amor maternal, quise que en la vida humana existiese un ser que lo representara y ese ser es la mujer.

En un principio el ser humano fue dividido en dos partes, creando así los dos sexos, el uno, el hombre, el otro, la mujer; en él fuerza, inteligencia, majestad; en la otra ternura, gracia, belleza. El uno, la simiente, la otra, la tierra fecunda. He ahí dos seres que sólo unidos podrán sentirse completos, perfectos y felices, porque con su armonía formarán una sola carne, una sola voluntad y un solo ideal.

A esa unión, cuando es inspirada por la conciencia y por el amor, se le llama matrimonio.

La ley del matrimonio descendió como una luz que habló a través de la conciencia de los primeros, para que reconociesen que la unión del uno con la otra, significaba un pacto con el Creador. El fruto de esa unión fue el hijo, en el que se fundieron la sangre de sus padres como una prueba de que lo que atareis ante Dios, en la Tierra no podrá ser desatado.

Esa dicha que el padre y la madre sienten cuando han dado un hijo al mundo, es semejante a la que el Creador experimentó cuando se hizo Padre dando vida a sus hijos muy amados. Si después, por conducto de Moisés os entregué leyes para que supieseis elegir la compañera y no codiciaseis la mujer de vuestro prójimo, fue porque la humanidad, en virtud de su libre albedrío, se había perdido en las veredas del adulterio y de las pasiones.

Pasados los tiempos, vine en Cristo al mundo y con mi dulce enseñanza que es siempre ley de amor, elevé al matrimonio y con ello la moral y la virtud humana. Hablé en parábolas para hacer inolvidable mi palabra, e hice del matrimonio una institución sagrada.

Ahora que me encuentro nuevamente entre vosotros, os pregunto, hombres y mujeres: ¿Qué habéis hecho del matrimonio? ¡Cuán pocos podrán contestar satisfactoriamente! Mi institución sagrada ha sido profanada, de aquella fuente de vida, brota muerte y dolor. Sobre la blancura de la hoja de esa ley, están las manchas y las huellas del hombre y la mujer. El fruto que debiera ser dulce, es amargo, y el cáliz que beben los hombres es de hiel.

Os apartáis de mis leyes y cuando tropezáis, os preguntáis angustiados. ¿Por qué será tanto dolor? Porque siempre los instintos de la carne han desoído la voz de la conciencia. Ahora Yo os pregunto: ¿Por qué no tenéis paz, si os he entregado todo lo necesario para que fueseis felices?

Yo he puesto en el firmamento un manto azul para que bajo él construyeseis vuestros nidos de amor, para que ahí, alejados de las tentaciones y complicaciones del mundo vivieseis con la sencillez de las aves, porque en la sencillez y en la limpia oración, pueden sentirse la paz de mi reino y la revelación de muchos misterios.

Varones, cuando la compañera que habéis elegido es como tierra estéril que no os ha dado frutos, habéis ido en busca de nueva tierra, olvidando que debéis ser conformes con vuestro destino y vuestra restitución. ¿Por qué culpáis al destino de vuestras pruebas y sufrimientos que encontráis en vuestro matrimonio, si vosotros mismos elegisteis ese camino?

Todo el que se une en matrimonio ante mi Divinidad, aun cuando su unión no esté sancionada por ningún ministro, hace un pacto conmigo, pacto que queda anotado en el libro de Dios, en donde están anotados todos los destinos.

¿Quién podrá borrar de ahí esos dos nombres entrelazados? ¿Quién podrá en el mundo desatar lo que en mi ley ha sido unido?

Si Yo os desuniere, estaría destruyendo mi propia obra. Cuándo me habéis pedido ser unidos en la Tierra y os lo he concedido, ¿por qué faltáis después a vuestras promesas y desmentís vuestros juramentos? ¿Por ventura no es una burla a mi ley y a mi nombre?

A vosotras, mujeres estériles, el Maestro os dice: mucho habéis deseado y pedido que vuestro vientre se convierta en fuente de vida y habéis esperado que al anochecer o al amanecer, se escuchara en vuestras entrañas el latir de un tierno corazón; pero los días y las noches han pasado y sólo sollozos han brotado de vuestro pecho porque el hijo no ha llegado a llamar a vuestras puertas.

¡Cuántas de vosotras que me estáis oyendo y que habéis sido desahuciadas por la ciencia, tendréis que dar fruto para que creáis en mi poder!, Y por ese prodigio muchos me reconozcan; velad y aguardad. No olvidéis mis palabras.

Padres de familia, evitad errores y malos ejemplos; No os exijo perfección, solamente amor y caridad para con vuestros hijos. Preparaos de espíritu y materia, porque en el más allá, las grandes legiones de espíritus esperan el instante para encarnar entre vosotros.

Quiero una nueva humanidad que crezca y se multiplique no sólo en número sino en virtud, para que contemplen cercana la ciudad prometida y sus hijos alcancen a morar en la nueva Jerusalén.

Quiero que se llene la Tierra de hombres de buena voluntad, que sean frutos de amor.

Destruid la Sodoma y Gomorra de este tiempo, no dejéis que vuestro corazón se familiarice con sus pecados, ni imitéis a sus moradores.

De esta manera os estoy preparando en el Tercer Tiempo, porque las muchedumbres que os he anunciado llegarán.

Tomad cada quién la parte que os corresponda y oíd mi enseñanza en una parábola.

"Encontrábase delante de Dios un espíritu lleno de luz, pureza e inocencia que dijo a su Señor: Padre, decidme cuál es mi misión, porque deseo serviros. Y el Señor con dulzura le respondió: Esperad, voy a unir en el mundo a un hombre y a una mujer y de su unión nacerá un hijo en el cual encarnaréis, para que siendo hijo del hombre recojáis experiencia en las pruebas del mundo y sintáis de cerca la ternura de una madre y la caricia de un padre.

Regocijose el espíritu y esperó. Entre tanto el Señor unió un varón a una mujer con lazos de amor y así les envío por el camino de la vida.

Un nuevo ser germinó en el seno de la mujer y entonces Dios envió a aquel espíritu a encarnar en aquel cuerpo y al noveno mes contempló la luz del mundo. La madre sonreía de felicidad y el padre le contemplaba con orgullo. Aquel hijo era la obra de ambos, era el fruto de su amor. La mujer se sintió fuerte y el hombre se sintió semejante en algo a su Creador. Los dos se dedicaron a cultivar a aquel tierno corazón.

El espíritu que animaba al hijo sonreía al contemplar la dulce mirada de su madre y la faz severa y a la vez cariñosa del padre.

Pasó el tiempo y el padre en su lucha alejose del nido de amor y tomando caminos torcidos se internó hasta perderse, dejando en los zarzales jirones de su vestidura, comiendo frutos venenosos y deshojando las flores que a su paso hallaba. Al sentirse enfermo y abatido recordó a los seres que había abandonado, intentó retornar en busca de ellos, mas las fuerzas le faltaron. Entonces, sacando fuerzas de flaqueza, arrastrándose y tropezando por el largo camino, llegó a las puertas del hogar, la esposa le recibió en sus brazos con lágrimas en sus ojos, el hijo estaba enfermo y agonizaba.

Al contemplar el padre a su hijo agonizante imploró a la caridad divina su alivio, mesó desesperado sus cabellos y blasfemó. Mas aquel espíritu desprendiese de su cuerpo y se fue al más allá. Los padres quedaron desolados haciéndose mutuamente responsables de la desgracia que los afligía, él por haberse alejado, ella por no haberlo sabido retener.

Cuando aquel espíritu llegó a la presencia del Creador, le dijo: "Padre, ¿por qué me habéis apartado de los brazos de aquella dulce madre a quien mi ausencia ha dejado sollozante y desesperada?" A lo que el Señor le respondió: esperad, aguardad, que nuevamente volveréis al mismo seno cuando aquellos hayan reconocido sus faltas y comprendido mi Ley.

El hombre y la mujer continuaban unidos, solitarios, interiormente arrepentidos de sus faltas, cuando nuevamente fueron sorprendidos por el anuncio de un nuevo hijo. Dios hizo retornar al espíritu nuevamente en aquel seno diciéndole: sed en aquel cuerpo que se prepara para la vida y recreaos de nuevo en aquel regazo.

Los padres que daban por perdido al primogénito, no sabían que había vuelto a su seno; mas el vacío que el primero dejó, lo llenó el segundo, volvió la alegría y la paz al seno de aquel hogar, volvió a sonreír la madre y a recrearse el padre.

Ahora el varón temía apartarse de los suyos y procuraba rodearles de amor, permaneciendo cerca de ellos. Pero el tiempo le hizo olvidar su pasada experiencia e inducido por los malos amigos, cayó en el vicio y en la tentación. La mujer le reclamaba y comenzó a repudiarle; el hogar fue convertido en un campo de batalla. Pronto el varón cayó vencido, enfermo y debilitado, mientras la mujer dejando al hijo en la cuna, se levantaba en busca del pan para el inocente y del sustento para aquel compañero que no sabía amarla ni cuidarla. Ella sufría humillaciones y blasfemias, atravesaba por peligros y desafiaba los instintos de los hombres de mala fe. Y en esa forma llevaba el pan de cada día a los labios de los suyos.

Dios tuvo caridad del espíritu inocente y antes de que abriera sus ojos a la razón, volvió a llamarle. Y cuando el espíritu fue ante su Señor, le dijo lleno de dolor. Padre, nuevamente me habéis arrancado de los brazos de aquellos a quienes amo, mirad cuán duro es mi destino, hoy os pido me dejéis ya sea en el seno de ellos o en el vuestro por siempre, mas no me hagáis ya caminar, estoy cansado.

Cuando el varón volvió de su letargo, contempló un nuevo cuadro de dolor, la esposa lloraba sin consuelo a la cabecera del lecho donde yacía muerto el segundo hijo. Quiso el hombre arrancarse la existencia mas la esposa le detuvo diciéndole: no atentéis contra vuestra vida, detened vuestra mano, mirad que nosotros mismos somos la causa de que Dios se lleve a nuestros hijos. El varón se serenó reconociendo que había luz en aquellas palabras. Un día y otro fueron trayendo la calma a aquellos corazones, que recordaban con dolor a los hijos que partieron, que habían sido la alegría de aquel hogar que después se hundió en la desolación.

El espíritu preguntó entonces a su Señor: "Padre, ¿nuevamente vais a enviarme a la Tierra?" "Nuevamente, le dijo el Señor, y cuantas veces sea necesario, hasta pulimentar aquellos corazones". Cuando volvió a encarnar, su cuerpo estaba enfermo porque su madre se encontraba enferma y su padre también. Desde su lecho de dolor, aquel espíritu se elevaba al Padre en demanda de alivio. Esta vez no había contemplado la luz del mundo, no había sonrisas en los labios de sus padres, solamente llanto. La madre lloraba desde el amanecer hasta el anochecer junto a la cuna del infante mientras el padre arrepentido, sentía que a su corazón lo taladraba el dolor al ver que el hijo había heredado sus propias lacras.

Breve fue la estancia del espíritu en aquella carne enferma, retornando nuevamente a la presencia del Señor.

Volvió la soledad entre los esposos, pero el dolor les había unido como nunca, sus corazones se amaban y se prometieron caminar unidos hasta el fin de la jornada. El varón cumplía con sus deberes, ella cuidaba a su esposo, y ambos se sanaban de sus males.

Creían difícil que Dios volviera a concederles un hijo más, y he ahí, que cuando el Señor contempló que la salud corporal y espiritual florecía en aquellos seres, les envío a aquel espíritu, como un premio a la abnegación de la una y a la enmienda del otro, y del seno de la mujer brotó un cuerpecito fragante como un capullo, que inundó de felicidad y de paz a aquel hogar.

El varón y la mujer postrados llorando de dicha, dieron gracias a su Señor, mientras aquel espíritu sufrido y obediente sonreía a través del hijo diciendo a Dios: Señor, no me apartéis más de mis padres, hay paz en mi hogar, hay amor en sus corazones, hay calor en mi cuna, hay leche y miel en el seno de mi madre, hay pan en la mesa, y en mi padre hay caricias y en sus manos herramientas de trabajo. Bendícenos. Y el Señor con regocijo en su Espíritu, les bendijo y los dejó unidos en un solo cuerpo, en un solo corazón y en una sola voluntad.

Hoy os digo: bebed de este vino, de mi enseñanza y brindad, porque cuando os reunís con vuestro Padre hay fiesta en la casa del Señor.

Cuántos de vosotros resucitáis al escuchar mi palabra en este tiempo. Estabais muertos a la fe, pues mientras a unos les habían desahuciado los doctores del mundo, a otros les habían negado la comunión los sacerdotes.

Abristeis vuestro corazón al sentir que mi palabra sanaba al enfermo, perdonaba con dulzura al pecador, y el Maestro a todos ofrecía el pan de vida eterna.

Ríos de maldad habéis contemplado a vuestro paso; Pantanos de fango y tierras estériles que nadie ha sabido fertilizar.

Habéis visto cómo los campos que ayer fueron fecundos y ofrecieron al mundo sus abundantes frutos de paz y felicidad, hoy están convertidos en campos de sangre, de destrucción y de muerte.

Es menester que el Padre se acerque a sus hijos, Yo soy el rocío que en el silencio de la noche desciende sobre los campos y cae en las corolas de las flores, mas las flores que se han secado, los corazones que han muerto a la esperanza, no saben sentir mi amor.

Discípulos: Ved que con mi enseñanza he despertado en vuestro corazón el sentimiento de caridad para que hagáis vuestras las aflicciones de la humanidad y no seáis indiferentes a sus conflictos, a sus pruebas y tragedias.

Uníos en pensamiento y orad por vuestros hermanos, Yo entenderé vuestras súplicas y premiaré vuestros deseos. Aún sois débiles para olvidar vuestras penas o preocupaciones para pensar en los demás. Yo os digo: Aceptad esas pruebas con valor y confianza en vuestro Señor, ellas no se apartarán de vuestro paso ni se resolverán con vuestra rebeldía o inconformidad. En cambio, con elevación espiritual, con fe, con serenidad, venceréis las más terribles pruebas. Cada abrojo, cada abismo que salvéis, dejará en vuestro espíritu un destello de luz. Quien sabe recibir con preparación sus pruebas, siente que sus momentos de dolor, que para otros parecerían eternos, se acortan.

Esta vida es vuestra calle de amargura, donde a veces caéis y donde también sentís que no vais solos con vuestra cruz, porque un Cirineo invisible y dulce os va levantando cada vez que os doblegáis, vencidos por el peso de vuestro destino. Si el lobo se ha acercado a vosotros. Yo le he apartado. Si los gentiles y los escudriñadores han penetrado en el seno de vuestras reuniones para encontrar faltas y acusaros de ellas, Yo os he cubierto con mi manto de ternura y he cerrado los labios de aquellos. Cuando los hombres os han sometido a prueba con sus preguntas, he puesto prematuramente la voz del Espíritu Santo en vuestros labios, ya que aún no os habéis preparado para convencerles con palabras de luz.

No vengo a reprenderos, mas buscad en la dulzura de mi palabra la esperanza, la corrección y aun el juicio. ¿Qué sería de vosotros si Yo viniese a adularos en vuestra imperfección y a ensalzaros en vuestros pecados? ¿No es eso por ventura lo que hacen con los príncipes del mundo? Siempre os he alentado cuando os veo buscar con ahínco vuestro adelanto espiritual, cuando vais en pos del enfermo, sin consultar la hora, ni fijaros si el tiempo es inclemente, y cuando delante de jueces os habéis encontrado, permanecéis serenos y dais testimonio de Mí con palabras de verdad.

Así habéis aprendido que los corazones son las tierras que tendréis que cultivar y que mientras más extensas sean las campiñas, mayores tendrán que ser vuestros cuidados; y que lo que habéis sembrado, no lo podréis ya abandonar.

Entre vosotros se encuentran los que iréis a otras naciones en busca de nuevas tierras donde sembrar. Yo os he dado el idioma universal con el cual os sabréis entender unos y otros, no el lenguaje florido que pronuncian los labios humanos, sino aquél que expresa el espíritu a través del amor.

Para otros no será necesario emprender estas largas jornadas, les bastará prepararse para entregar la caridad a los más próximos, así como hacer luz en los espíritus desencarnados que turbados se encuentran. ¡Ay del que cerrase sus puertas al llamado de esas legiones de menesterosos porque ellos en su turbación no sabrán perdonar!

El discípulo diligente me bendice a cada paso porque siente ligero el peso de su cruz y se deleita sirviéndome, el perezoso se siente privado de su libertad y agobiado por un fardo muy pesado. A nadie vengo a encadenar ni a convertir en esclavo, por el contrario, he venido a daros la verdadera libertad para que ni el presidio ni la muerte puedan encadenaros, sino que ahí donde muchos se han considerado perdidos, levantéis vuestro espíritu en la escala infinita de evolución.

Discípulos: ¿Estáis dispuestos a perdonar a aquellos que os ofenden? ¿Quiénes son vuestros enemigos? En verdad os digo, que a vuestros hermanos no debéis llamarles enemigos, Yo no os envío en contra de la humanidad, sino en contra de su pecado y de su ignorancia.


¡Mi Paz y amor sea con vosotros!

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