En todos los tiempos han existido entre la humanidad,
hombres de gran luz espiritual, hombres que han venido a iluminar el camino de
evolución de sus semejantes.
¿De dónde han venido a la Tierra esos seres? ¿Acaso de mundo
inmediato en el cual habitan los que han de volver a este planeta? No, pueblo,
Yo os digo que por el saber y la bondad de los seres podréis deducir el mundo
del cual han venido.
Los grados de elevación espiritual son una escala infinita
en la eternidad, pero ese recorrido hacia la perfección está formado por siete
etapas, de las cuales tenéis un reflejo en la vida humana, la que también está
dividida en siete grados de evolución.
Todas las partes del hombre deberán desarrollarse y
evolucionar para alcanzar la luz que deben tener y lograr la verdadera
espiritualidad.
Su materia, su mente, su moral, su espíritu y todo su ser,
deben pasar por esas siete grandes lecciones, por esas siete pruebas, de las
cuales saldrá purificado, lleno de luz, de serenidad, de fortaleza, de conocimiento
y de experiencia. Entonces estará en condiciones de comprender que en su
espíritu existe el reino de Dios.
La obediencia a la voluntad divina, la sensibilidad para
saber interpretar la inspiración espiritual, la comunicación con el Padre y con
el mundo espiritual a través del pensamiento, son los adelantos en vuestra
evolución que os tiene reservados el nuevo tiempo.
Ya tuvo la humanidad épocas en las cuales vivió para el
placer material, otras en las que fue tras el poder, el dominio y las riquezas
temporales; otras en que desarrolló algunos sentidos buscando la belleza de todo lo que le rodeaba; otras en que buscando la paz del espíritu,
penetró por la senda de la religión, y otras en que ha querido hacer de esta
Tierra su reinado, de esta vida su eternidad y de la materia su dios.
Este es un tiempo decisivo para la vida del hombre, y si
observaseis con detenimiento, descubriríais en todos los órdenes, en todos los
elementos y fuerzas, una lucha gigantesca, una gran batalla.
Es el fin de una etapa, humanidad; mas no sabéis en qué
instante se inicie el nuevo tiempo, eso sólo yo os lo diré, Yo, el Cordero que
desata los Sellos. Aún vivís el tiempo de la sexta revelación, en el que los,
acontecimientos se suceden en cumplimiento de las profecías.
Cuántas religiones, cuántas sectas y doctrinas van a caer
bajo la espada de luz de mi verdad y cuántas ciencias y teorías van a quedar
sepultadas en el olvido, cuando el nuevo día asome y se haga el silencio y la
paz en los corazones y haya verdadera oración y espiritualidad en los hombres.
No serán las religiones las que se unan, porque sus
diferencias no se lo permiten; serán los hombros los que se unan en la ley de
amor, de justicia y de verdad que solamente procede de Dios.
Esta humanidad indiferente a toda inspiración divina, no se
da cuenta de que está en los umbrales del tiempo más trascendental para su
espíritu, mas ya despertará de su letargo cuando contemple los anuncios que aún
faltan de mi presencia entre los hombres, porque todos tendréis que estar
velando cuando el Séptimo Sello se abra para entregaros su luz.
Por ahora con mi palabra estoy preparando a este pueblo para
que se levante inspirado en la verdad, enseñando a sus hermanos las lecciones
de amor de mi doctrina.
Alimentaos sólo de verdad y rechazad todo lo que no encierra
pureza y de vosotros brotarán los hijos de la luz.
Dejad que la niñez vea en vosotros elevación espiritual para
que tenga en esta vida una senda segura que seguir.
Velad por todos los niños a quienes pueda vuestro corazón
brindar un latido de amor, un pensamiento de ternura y habréis hecho con ellos
caridad con vuestras obras enseñad el amor a toda la humanidad.
Yo velaré por todos aquellos por quienes no podáis velar y
no permitiré que la mala simiente que los hombres cultivan en este tiempo
contamine y confunda a aquellos espíritus.
Yo soy quien envía a los espíritus a encarnar de acuerdo con
la ley de evolución y en verdad os digo, que no serán las influencias de este
mundo las que hagan variar mis planes divinos, porque por sobre todas las
ambiciones de poder se hará mi voluntad.
Cada ser humano trae una misión a la Tierra, su destinó está
trazado por el Padre y su espíritu ungido por mi caridad. En vano los hombres
hacen ceremonias y ungen a los pequeños; de cierto os digo, que en ninguna edad
material, serán las aguas las que purifiquen al espíritu de sus faltas a mi
ley. Y si Yo envío a un espíritu limpio de todo pecado, ¿de qué mancha le
purifican los ministros de las religiones con el bautizo?
Tiempo es de que comprendáis que el origen del hombre no es
un pecado, sino que su nacimiento es el resultado del cumplimiento de una ley
natural, ley que no sólo el hombre cumple, sino todas las criaturas que forman
la naturaleza. Comprended que os he dicho el hombre y no su espíritu; el hombre
tiene mi potestad para crear seres semejantes a él, mas, los espíritus solo
brotan de Mí.
Crecer y multiplicarse es ley universal; lo mismo brotaron
los astros de otros astros mayores, que la semilla se multiplicó y jamás he
dicho que en ese hecho hayan pecado u ofendido al Creador. ¿Por qué vosotros al
cumplir con ese divino mandato, habíais de ser después juzgados como pecadores?
Comprended que el cumplimiento de la ley jamás podrá manchar al hombre.
Lo que mancha al hombre y aparta el espíritu del camino de
evolución, son las bajas pasiones, el libertinaje, el vicio, la lujuria, porque
todas ellas van en contra de la ley.
Estudiad y escudriñad hasta que encontréis la verdad, y así
dejaréis de llamar pecado a los mandatos del Creador de la vida y podréis
santificar la existencia de vuestros hijos con el ejemplo de vuestras buenas
obras.
Cuando recordáis que os he dicho que Yo vengo de lo
infinito, vuestro pecho suspira tristemente pensando en la distancia que os
separa de vuestro Padre, entonces esforzáis vuestra mente para elevarla hacia
Mí, y a través de ella, a vuestro espíritu, hasta donde imagináis que existe la
morada divina. A veces quedáis satisfechos con vuestra oración, pero hay
ocasiones en que no quedáis conformes porque os ha quedado la impresión de que
no lograsteis llegar al sitio donde habita el Espíritu Divino.
Escuchad, discípulos: Ese infinito de que os hablo, nunca lo
podréis medir con vuestra mente. Ese infinito os habla de ternura, de luz, de
pureza, de sabiduría, de amor, de perfección, porque todo ello no tiene
principio ni fin, ya que son atributos de Dios.
Dicho esto, comprended cuándo en mi palabra os hablo de mi
amor hecho hombre y mi ternura hecha mujer.
Yo no tengo un sitio determinado o limitado para habitar en
el infinito, porque mi presencia está en todo lo que existe, lo mismo en lo
divino, que en lo espiritual o en lo material. De Mí no podréis decir en qué
dirección está mi reino, y cuando elevéis vuestra mirada a las alturas,
señalando hacia los cielos, hacedlo sólo como algo simbólico, porque vuestro
planeta gira sin cesar y en cada movimiento os presenta nuevos cielos y nuevas
alturas.
Con todo esto quiero deciros que entre vosotros y Yo, no
existe ninguna distancia y que lo único que os separa de Mí son vuestras obras
ilícitas que ponéis entre mi Ley perfecta y vuestro espíritu.
Mientras mayor sea vuestra limpidez, más elevadas vuestras
obras y más constante vuestra fe, me sentiréis más próximo, más íntimo, más
accesible a vuestra oración.
Así como también cuando más os apartéis de lo bueno, de lo
justo, de lo licito y os entreguéis al materialismo de una vida obscura y
egoísta, tendréis que sentirme cada vez más distante de vosotros; conforme
vuestro corazón se vaya apartando del cumplimiento de mi Ley, más insensible
será a Mí divina presencia.
Comprended por qué he venido en este tiempo a manifestar mi
palabra en esta forma y a prepararos para la comunicación de espíritu a
Espíritu.
Vosotros, creyéndome infinitamente distante, no supisteis
venir a Mí, Yo os he buscado para haceros sentir mi divina presencia y
demostraros que entre el Padre y sus hijos no hay espacios, ni distancias que
les separen.
Comprended también que si me he comunicado a través de
vuestro entendimiento, acortando aquella distancia espiritual que os separa de
Mí, ha sido una gracia que os ha concedido vuestro Padre, una prueba más de su
misericordia, en atención a vuestra pequeñez y a vuestra falta de
espiritualidad.
Por esa razón, este tiempo de gracia de mi comunicación por
el entendimiento de estos portavoces, será breve, porque no es un don que
hayáis logrado por vuestra espiritualidad y méritos para que pueda formar parte
de vuestras conquistas espirituales. Vuelvo a deciros que ha sido una gracia
que os he concedido, y que una vez que haya finalizado 1950, haré cesar esta
forma de comunicación, en espera de que con vuestros méritos volváis a sentirme
más próximo a vosotros en la comunicación de espíritu a Espíritu.
Esa nueva comunicación será profundamente espiritual,
sencilla, natural, pura y perfecta. Ella señalará el principio del fin de todo
culto imperfecto, idólatra, fanático, oscuro y abrirá el santuario de vuestro
ser, para que en él more mi Espíritu por la eternidad.
No habrá éxtasis exterior, ni misticismo, ni ostentación de
ninguna especie, sólo habrá limpidez, respeto y verdad, en una palabra:
Espiritualidad.
Pensad en todas las maravillas que puede encerrar para
vosotros el cumplimiento de esta promesa y disponeos a empezar a hacer méritos
para que con ellos lleguéis a conquistar esa gracia que os reservo y que vendrá
a formar parte de vuestra vida misma, por lo que ya no habrá como ahora, una
fecha señalada para su término, porque siendo algo esencialmente divino, tendrá
que ser vuestro eternamente. Entonces comprenderéis cuál es la aproximación del
reino de los cielos entre la humanidad.
Ahora os digo: Trabajad en la Tierra, pero hacedlo con fe
con verdadero amor hacia vuestros hermanos y no os faltará el sustento.
Si las aves que no hilan ni siembran, jamás carecen de
abrigo ni de alimento, ¿por qué vosotros vais a carecer de mi caridad siendo
los bien amados? Sería necesario que vuestra maldad e ingratitud os llevaran a
rechazar mis beneficios para que perecieseis de hambre o de frío.
Yo soy la vida, el calor y la luz. Yo soy el pan y el agua
cristalina y he venido, de nuevo a resucitar muertos y a despertar a los que
viven en tinieblas a una vida de luz.
Ha mucho tiempo que está profetizado que todo ojo me verá, y
Yo estoy presente, dispuesto a dejar contemplar mi verdad por la humanidad.
¿Qué les falta a los hombres para poder verme, sentirme y
comprenderme? Espiritualidad. La espiritualidad sensibiliza al hombre, tanto en su espíritu, como en su materia. Cuando se haya purificado y
de su corazón se eleva la verdadera oración hacia Mí, por vez primera me
sentirá delante de él, percibirá mi ternura, se sentirá bañado en mi amor
infinito y exclamará: "He visto al Señor, le he sentido dentro de mi
corazón".
Si encontrar en la Tierra un justo, le tomaría como
instrumento para daros enseñanzas y ejemplos a través de él, pero de cierto os
digo, que en toda la redondez de la Tierra no he encontrado un justo.
¿En dónde están los justos del Primero y Segundo Tiempos,
para que pudieseis analizar su virtud, su fidelidad y celo en el cumplimiento
de mi Ley su fe y su fortaleza? Ellos viven en el reino espiritual, y aunque
trabajan para vosotros, no les veis ni les sentís, porque vuestra materialidad
es todavía el espeso velo que no os deja contemplar lo espiritual.
Vais como náufragos, azotados, por las furiosas olas de las
pasiones, envueltos en las sombras de una noche muy larga; en medio de esa tempestad
me he presentado y mi caridad ha sido como un faro que ilumina la ruta que os
conduce al puerto salvador
Más ¿acaso pensáis que vengo a dar a vuestro espíritu el don
de poder mirar más allá de esta vida material? No, pueblo, no vengo a concederos
un don nuevo, ni un nuevo atributo, todo lo traéis desde vuestro principio, mas
debéis comprender que sólo ha brillado en vuestro ser aquello que habéis
desarrollado y utilizado, en cambio lo que habéis olvidado, descuidado o
ignorado, ha permanecido oculto, aunque latente, porque lo que doy nunca os lo
quito.
Muchas potencias ocultas, han permanecido dormidas en
vuestro ser, en espera de que mi voz venga a despertarlas. Mas ya llegó el
tiempo de la resurrección, en el que escucharéis todos la misma voz que oyó
Lázaro más allá de esta vida, cuando le dije: "Levántate y anda".
Bienaventurado el que ha sabido esperar mi llegada, porque
su despertar será completo y su espiritualidad le permitirá ver todo lo que
contiene el nuevo mensaje.
Trabajad con amor, lo mismo en lo material que en lo
espiritual y tendréis mi paz. Aprended a ser perseverantes hasta lograr recoger
el fruto de vuestros sacrificios y de vuestras luchas.
Amad para que logréis alcanzar vuestra evolución espiritual,
porque Yo os pregunto, humanidad: ¿Qué habéis hecho de vuestro espíritu? Espíritus: ¿Qué habéis hecho de la materia que os he
confiado? Ni unos ni otros podréis responderme, porque estáis muy lejos de
daros cuenta de la gravedad de vuestras faltas y de vuestras flaquezas. Sólo yo
puedo juzgar vuestras obras y por eso os envío este rayo de luz para que os
miréis en el espejo de mi verdad, iluminados por vuestra conciencia.
¿Habéis olvidado que vuestro espíritu está sujeto a la ley
de evolución de la que no debéis de huir? ¿Qué fue de la esencia primera que
deposité en vuestro corazón, que es la semilla de amor, de vida y elevación? Ya
no entendéis estas palabras, tal parece que os hablo en un idioma desconocido
para vosotros.
Amar fue el fin para el que fuisteis creados. Amar a vuestro
Padre y en Él a todos vuestros hermanos; He ahí la ley, y eso es precisamente
lo que habéis olvidado y borrado de vuestro espíritu.
A cada paso la vida os hace sentir y pagar con intenso dolor
vuestros errores, pero en vez de deteneros a meditar y a reconsiderar vuestros
hechos, dejáis que vuestro corazón se endurezca y se envenene más.
No habéis querido escuchar a las voces que se han acercado a
vosotros para deteneros en vuestra insensata carrera y habéis llegado a la
orilla del abismo en donde estáis próximos a caer arrastrando con vosotros a
vuestros hermanos.
¿Quién de vosotros puede imaginar cómo es el fondo de ese
abismo que con tanto odio y perversidad habéis abierto? Nadie, nadie puede
imaginar las tinieblas ni el dolor acumulado durante siglos, milenios y eras en
ese inmenso cáliz de amargura.
Yo pregunto a los hombres de este tiempo, que se consideran
los más adelantados en toda la historia de este mundo. ¿No habéis encontrado
con todo vuestro talento, una forma de hacer la paz, de alcanzar el poder y de
lograr la riqueza, que no sea matando a vuestros semejantes, destruyendo o
esclavizándolos? ¿Creéis que vuestro adelanto sea verdadero y real, cuando
moralmente os arrastráis por el cieno y espiritualmente vagáis entre sombras?
Yo no combato la ciencia, puesto que Yo mismo la he inspirado al hombre; lo que
censuro es el fin para el que a veces la aplicáis.
Os quiero grandes de entendimiento, sabios en las enseñanzas
de que os he rodeado; pero teniendo siempre por faro a vuestra conciencia en
todos vuestros pasos en la vida. Entonces veréis no sólo desarrollarse
las virtudes en vuestro espíritu, sino que también contemplaréis cómo
llega la salud y la fortaleza a vuestra materia.
Recordad que os dije: "No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra de Dios", queriendo enseñaros con ello que en vuestro
ser existe una naturaleza a la cual no podréis conformar tan sólo con lo que en
este mundo poseéis, sino que tendréis que buscar para satisfacerle, aquello que
existe más allá de lo material, es decir, de lo que sólo se encuentra en la
región perfecta de donde procede el espíritu: Dios.
Mi luz no os ha faltado un instante, pero sois como las
frías losas que cubren los sepulcros, que por momentos se tibian para luego
volver a enfriarse.
Mi poder y mi paciencia son inagotables y si queréis que al
borde del abismo os dé una prueba más de amor, os lo concederé, pero debo
deciros que en ese infinito amor que voy a demostraros una vez más, estará
presente mi justicia sabia e inexorable.
Para ayudaros debéis tener confianza en Mí, mas estad alerta
y prevenidos para la lucha. Sed los guerreros, pero no de los que destruyan la
vida de vuestros semejantes, sino de los que construyan con amor, con moral,
con paz, con buenas obras.
No permitáis que las necesidades o la opresión os hagan
retroceder hacia la materialidad; por el contrario, levantaos llenos de
espiritualidad ante las acechanzas y las pruebas. De cierto os digo que si
sabéis aprovechar esas pruebas y vicisitudes, por medio de ellas podréis
elevaros a una vida superior, haciéndoos fuertes, nobles, fervientes discípulos
del amor de vuestro Padre.
A los hombres y mujeres que como padres de familia se
presentan delante de mi cátedra, les digo que se revistan de fortaleza, de luz
y de paz, porque grandes acontecimientos se aproximan a la Tierra y deben
permanecer serenos en su puesto.
Buscad siempre lo que dé honra y fortaleza a vuestros hijos
y apartad de su camino los errores que pudieran constituir para ellos un
tropiezo.
No he olvidado las promesas que me hicisteis de apartaros de
la materialidad para reintegraros al camino espiritual que es la ley del amor y
de la caridad que siempre está iluminado por la luz de vuestra conciencia.
Es necesario que una vez que hayáis afirmado vuestros pasos
en este sendero, os olvidéis de vosotros mismos, para fijar vuestra atención en
las necesidades de vuestros hermanos.
Entonces veréis que en todos aquellos que dejasteis pasar
con indiferencia, había un cáliz amargo, una herida o una pesada cruz.
¡Cuántos corazones hay que calladamente van llorando sus
penas sin que nadie lo note! ¡Cuántas amarguras se ocultan tras de una sonrisa
que vosotros no sabéis comprender! Pero Yo, que siento cada angustia y cada
dolor, que leo los corazones, os digo: Preparaos para que desarrolléis la
intuición y podáis leer en el interior de vuestros hermanos, porque no siempre
los corazones se abrirán ante vosotros para mostraros su dolor.
Para esas quejas ocultas, para ese llanto interior, para esa
tristeza que no se muestra en la faz de los que sufren, es necesario penetrar
en los corazones, lo que sólo se logra con la espiritualidad que hace que
florezca en vosotros la caridad.
¡Ah, sí supieseis que es mucho lo que podéis dar y hacer en
medio de vuestra pobreza! Pero todavía estáis tan materializados, que muchos
creéis que sólo con dinero podéis hacer buenas obras; por eso he tenido que
venir a vosotros para deciros que no es justo que vayáis llorando de dolor, de
hambre y de miseria, sin daros cuenta de que vais doblegados por el peso del
tesoro que lleváis, sin percataros de ello.
No, no es sólo el fardo de vuestros pecados lo que os
agobia, humanidad; es que vuestra materia, debilitada cada vez más en las
pasiones y luchas de esta vida, es incapaz de resistir la fuerza, la potencia
de su propio espíritu, el cual pugna por liberar a su materia de sus flaquezas.
Recordad la noche en que nací en cuanto hombre; era fría y
obscura, pero no tanto como es el corazón de la humanidad en este tiempo.
Aquella noche, mientras mi Espíritu se llenaba de gozo por haber llegado a
morar entre los hombres, éstos dormían con sueño profundo, insensibles a mi
presencia, ignorando que había llegado el Prometido. Ahí empezó mi calvario.
Fue la paja la que sirvió de cuna al recién nacido y el
calor de las humildes bestias, el único que aquella familia tuvo en el instante
de mi advenimiento.
Vosotros creéis que la Naturaleza es insensible a las
manifestaciones divinas, mas éste es un error humano, porque fuera de vosotros,
todo lo creado, desde lo más grande hasta lo más pequeño, está sujeto a mi ley
de la que no podrán apartarse. Sólo el hombre que ha sido formado distinto a
todas las criaturas, porque tiene espíritu, conciencia y libre albedrío, es
quien permanece insensible a mi Divinidad.
¿Por qué vosotros habéis endurecido a tal grado vuestro
corazón que no sentís la presencia, ni escucháis la voz de vuestro Padre? Por
razón de vuestro libre albedrío. Ahora no vine en cuanto hombre y sin embargo,
he sentido el frío del corazón falto de amor con que me ha recibido la
humanidad.
No penséis que sólo en este punto de la Tierra, en donde se
escucha esta palabra, sea el único lugar en donde me hago presente a mis hijos,
porque en verdad os digo que mi manifestación es universal en diversas formas.
Elías, habiéndose manifestado entre vosotros como Precursor
de mi comunicación por el entendimiento humano, no sólo vino a este país donde
habitáis; él pasó de un lugar a otro de la tierra anunciando el nuevo tiempo,
anunciando la aproximación del Reino de los Cielos.
De todas partes surgieron voces que os anunciaban mi
llegada: la naturaleza, estremecida conmovió la Tierra; la ciencia se abismó
ante nuevas revelaciones; el valle espiritual se precipitó sobre los hombres; y
a pesar de ello, la humanidad permaneció sorda ante aquellas voces, heraldos de
una nueva era.
Un torrente de luz divina descendió para sacar de sus
tinieblas a los hombres, pero éstos, egoístas y materializados, lejos de
aspirar al perfeccionamiento del espíritu, al mejoramiento moral de su vida en
la Tierra, tomaron aquella luz para labrarse tronos y glorias, comodidades y
placeres de la materia y cuando lo creyeron necesario, armas para destruir la
vida de sus semejantes. Sus ojos se cegaron bajo la intensidad de mi luz, y su
vanidad les ha perdido, mas Yo os digo que por la misma luz, encontrarán la
verdad, descubrirán el camino y se pondrán a salvo.
Los que han sabido recibir en su entendimiento esta luz, y
la han tomado como un divino mensaje, han hecho que su conciencia guíe sus
pasos y norme sus obras, porque han tenido el presentimiento de que "El
Señor ha vuelto y de que está con los hombres".
Los representantes de las diversas sectas y religiones no
han querido recibirme, su corazón, su dignidad y su falsa grandeza les impide aceptarme en Espíritu; por eso, en este tiempo se han formado en toda
la Tierra grupos, hermandades y congregaciones de aquellos que sienten la
presencia del nuevo tiempo, de los que buscan la soledad para orar y recibir
las inspiraciones del Señor.
Vosotros, hijos míos, sois de esas multitudes que se han ido
formando bajo la luz de una inspiración divina, aunque debo deciros que por
gracia, vosotros tenéis esa inspiración convertida en palabra humana; por ello
debéis velar, orar y meditar mucho para que no caigáis en confusión o desviéis
la finalidad de esta doctrina espiritual.
¿Qué podría perderos en el camino? La vanidad, pueblo.
En verdad os digo, que esta inspiración triunfará entre los
humildes, entre los caritativos y entre los que anhelan la verdad, la justicia
y la paz.
La paz y la fortaleza que alcancéis en la oración os hará
diligentes e infatigables sembrando el bien, levantando a los caídos,
encendiendo la fe y siendo la bendición y el consuelo entre todos los pueblos
de la Tierra.
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