sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 33

Una vez más el Maestro abre el libro de su enseñanza para explicaros sílaba por sílaba su doctrina de amor. Si como Padre queréis escucharme, os digo: He aquí la mesa preparada para que os sentéis a saborear los manjares que con tanto amor os tengo reservados.

Vengo en espíritu a manifestarme entre mis discípulos. Vosotros llamáis a este tiempo el de la luz y es que todo espíritu y toda materia han sentido mi presencia espiritual.

Yo soy la luz y el camino y no todos os dais cuenta de la finalidad de mi manifestación entre vosotros; En vez de regocijaros con mi divina enseñanza y mis revelaciones, creyendo que sólo he venido a remediar vuestras necesidades y aflicciones materiales, permanecéis sordos a mis inspiraciones y os concretáis a pedir pan, trabajo, dinero o salud, sin comprender que todo beneficio material os lo concedo por añadidura.

Algunos venís con el corazón lleno de gratitud y regocijo porque habéis recibido alguna caridad que para vuestra vida terrenal solicitabais y Yo os bendigo: pero en verdad os digo que son mayores los dones espirituales que existen en vuestro ser, los cuales ante el estímulo de mi enseñanza, comienzan a daros sus primeros frutos, y de ello aún no me habéis dado las gracias.

Abrid vuestro corazón para que sintáis dentro de él todo cuanto os estoy concediendo. He aquí por qué muchas veces os he dicho que estando Yo entre vosotros no me habéis sentido.

¿He de volver a hacer las obras que llamáis milagros como en el Segundo Tiempo, para ser creído? ¿Tendré que dar vista al ciego, movimiento al paralítico y la vida a Lázaro, para despertar vuestra fe? En verdad os digo: que en este tiempo, muchos ciegos han visto la luz, muchos tullidos han caminado y muchos muertos se han levantado a la vida de la gracia.

Dos caminos se presentan de nuevo ante vuestra vista, los mismos que conocéis desde el principio de vuestra peregrinación. Ancho y florido el uno, el otro estrecho y sembrado de espinas; vosotros queréis transitar por el camino estrecho, que es el de la virtud sin abandonar el otro, y esto no es posible.

De cierto os digo que no conocéis mi sendero y que a pesar de sus innumerables pruebas, en él está la paz, al contrario del camino anchuroso que brinda placeres dejándoos sólo dolor y hastío en el corazón.

Quiero que vuestro espíritu viva eternamente en mi paz, por eso me manifiesto ante él para doctrinarle en esta forma. No olvidéis que en este tiempo habéis vuelto a pactar con vuestro Padre ante el arca de la nueva alianza.

Es mi voluntad que en los tiempos de dolor que se acerca, permanezcáis firmes y os levantéis a dar mi enseñanza a vuestros semejantes. Cuando extendáis entre la humanidad mi palabra y vuestro testimonio, no os desaniméis ante la duda de vuestros hermanos. ¿Por ventura todos creísteis cuando por primera vez me escuchasteis? Ahora que poseéis ese cuerpo o envoltura aprovechadla para cumplir vuestra misión ante la humanidad. ¡Cuántos de los que habitan en el espacio espiritual quisieran poseer una materia a la que consideran como una joya!

A vuestro espíritu le digo: Dejaos guiar por la conciencia y a vuestra materia. Dejaos conducir por el espíritu y entonces mi paz será con vosotros. Si así lo hacéis vuestro espíritu estará velando como las vírgenes de la parábola, con su lámpara encendida esperando la llegada del esposo. Bienaventurados los que vivan velando, porque estarán atentos para recibirme y cuando llegue para ellos la última hora llamen a la puerta del valle espiritual, Yo les abriré.

Si trabajáis celosamente, mañana estaréis Conmigo. Preparaos con estas enseñanzas para que os levantéis imitando a mis discípulos del Segundo Tiempo y llevéis la luz a vuestros hermanos impartiendo el consuelo a los atribulados. Despertad de vuestro letargo, porque si vosotros que tenéis la ley, no comprendieseis mi palabra, ni dieseis testimonio de Mí, llegarán las pruebas, seréis interrogados, y si no habéis asimilado mi enseñanza, ¿qué responderéis? Entonces seréis juzgados y sentiréis temor y arrepentimiento recordando que el Maestro os habló amorosa e incansablemente. Mas si estudiáis y meditáis mi palabra, estaréis preparados para cuando tengáis que hablar de esta revelación, y los que os comprendan dirán: En verdad el Divino Maestro estuvo con nosotros. Si a pesar de vuestro cumplimiento fueseis desconocidos por vuestros hermanos, no temáis, que Yo reconoceré vuestra labor, y después de que venzáis en las grandes pruebas, os daré el supremo goce de la paz.

En el futuro muchos os consagraréis a impartir esta enseñanza entre la humanidad y veréis fructificar vuestra labor y multiplicarse la simiente divina.

Estoy llamando a todos los caminantes para que oigan mi voz que les invita a la elevación y a poseer la vida eterna. En este día en que el Verbo Divino se hace oír, aprovechad su palabra e iluminaos con ella porque en el saber está la luz y vuestra salvación.

Si mi ley os enseña la moral, la rectitud y el orden en todos los actos de vuestra vida, ¿por qué buscáis caminos adversos labrándoos con ello el dolor, y cuando partís al más allá dejando vuestro cuerpo en la Tierra, lloráis, porque habéis amado mucho esa envoltura? Al sentir que ya no os pertenece la materia y que tenéis que seguir el camino hasta llegar a Mí, os he dicho: Hijo mío, ¿qué me hacéis presente? ¿Habéis vivido en la Tierra cumpliendo mis mandatos? Y vosotros avergonzados y cabizbajos, porque no lleváis un presente de amor para quien tanto os ama y tanto os ha concedido, habéis formado cadenas que abruman a vuestro espíritu, y éste, habiendo perdido la gracia, aparece sin luz, llora y se lamenta, sólo oye la voz del Padre que le llama, mas como no ha evolucionado ni se siente digno de llegar a El, se detiene y espera, pasan los tiempos y el espíritu vuelve a escuchar la voz, y en medio de su pena pregunta quién le habla y esa voz le dice: Despertad, ¿no sabéis de dónde habéis venido, ni a dónde vais? Entonces eleva sus ojos, ve una inmensa luz, ante cuyo esplendor se contempla mezquino, reconoce que antes de haber sido enviado a la Tierra ya existía, ya era amado por el Padre que es de quien provenía la voz y que ahora al verle en doloroso trance, sufre por él, conoce que ha sido enviado a distintas moradas para recorrer el camino de lucha y alcanzar por sus méritos su galardón, y el hijo pregunta: si antes de ser enviado a la Tierra he sido vuestra criatura muy amada, ¿por qué no he permanecido en la virtud y he tenido que descender, que sufrir y trabajar para volver a vos? La voz le ha contestado: Todos los espíritus han sido sometidos a la ley de evolución y en ese camino mi Espíritu de Padre los protege siempre, y se complace en las buenas obras del hijo. Ciertamente os he enviado a la Tierra para que hagáis de ella una mansión de lucha, de perfeccionamiento espiritual, no un valle de guerra y de dolor. Os he dicho que os multipliquéis, que no seáis estériles, y cuando volvéis al valle espiritual no traéis cosecha alguna, sólo lloráis y venís sin la gracia con que Yo os he revestido; por eso os envío una vez más y os digo: limpiaos, buscad lo que habéis perdido y labrad vuestra elevación. El espíritu vuelve a la Tierra, busca un pequeño y tierno cuerpo humano para descansar en él y dar principio a la nueva jornada; Encuentra el pequeño niño que le es señalado y lo toma para restituir sus faltas a mi ley. Con conocimiento de causa viene el espíritu a la Tierra, sabe que es aliento del Padre y conoce el encargo que de Él trae.

En los primeros años es inocente y conserva su pureza, permanece en contacto con la vida espiritual, después empieza a conocer el pecado, mira de cerca el orgullo, la soberbia y la rebeldía de los hombres ante las leyes justas del Padre, y la carne reacia por naturaleza, empieza a contaminarse con el mal. Caído en tentación, olvida la misión que trajo a la Tierra y se levanta haciendo obras adversas a la ley. Espíritu y materia toman los frutos prohibidos, y cuando han caído en el abismo les sorprende la última hora. Vuelve el espíritu a encontrarse en el espacio, cansado y doblegado por el peso de sus culpas. Entonces recuerda la voz que en otro tiempo le habló, que aún le llama, y después de llorar mucho, sintiéndose perdido sin saber quién es, recuerda que ha estado ya en aquel sitio, y el Padre que lo ha creado con tanto amor, aparece en su camino diciéndole ¿Quién sois, de dónde venís y a dónde vais? El hijo reconoce en aquella voz la palabra de quien le ha dado el ser, la inteligencia y los dones, al Padre que siempre le perdona, lo purifica, le aparta de las tinieblas y le conduce a la luz, éste se estremece porque sabe que está ante el Juez y habla diciendo: "Padre, mi desobediencia y mis deudas contigo son muy grandes y no puedo aspirar a vivir en tu morada porque no tengo méritos, hoy que he retornado al valle espiritual veo que sólo he acumulado faltas, las que debo restituir". Mas el Padre cariñoso le señala una vez más el camino y vuelve a encarnar, a formar parte de la humanidad y entonces el espíritu ya experimentado, con mayor fuerza, doblega la envoltura para sobreponerse y obedecer los dictados divinos, se entabla la lucha, combate con los pecados que hacen caer al hombre y quiere aprovechar la oportunidad que le ha sido concedida para su salvación; lucha de principio a fin y cuando las canas brillan en su sien y su cuerpo, antes robusto y fuerte, va doblegándose por el peso de los años y perdiendo energías, el espíritu se siente fuerte, más desarrollado y experimentado; ¡qué grande y repugnante le parece el pecado! Se aleja de él y llega al final; ya sólo espera el momento en que el Padre lo llame, porque ha llegado a la conclusión de que la ley divina es justa y la voluntad de Dios es perfecta. Que ese Padre vive para dar vida y salvación a sus hijos, y cuando llegó el día postrero, palpó en su carne la muerte y no sintió dolor, se apartó callada y respetuosamente, contemplase en espíritu, y como si tuviese delante de él un espejo, se miró hermoso y radiante de luz. Entonces la voz le habló y le dijo: hijo ¿a dónde vais? Y él que sabía quién era, acercose al Padre, dejó que su luz invadiera su ser y habló así: ¡Oh Creador, oh amor Universal, vengo a vos para descansar y entregaros el cumplimiento! La cuenta estaba saldada y el espíritu se encontraba sano, limpio y sin cadenas de pecados, y vio delante de él el galardón que le esperaba. Sintió después que se fundía en la luz de aquel Padre, que su gozo era mayor y contempló una mansión de paz, una tierra santa y un silencio profundo y quedó descansando en el seno de Abraham.

Os hablo de las maravillas que encierra la vida espiritual y os presento mi enseñanza. ¿Queréis cumplir en la Tierra para llegar a Mí, oh pueblo de Israel, oh humanidad, hija mía? Por méritos penetraréis en el Reino Celestial, y con la práctica de las virtudes alcanzaréis la paz en la Tierra.

Habéis encarnado tiempo tras tiempo y en cada reencarnación habéis hecho más grandes vuestra deuda y restitución. No me culpéis de vuestros sufrimientos porque Yo no os castigo, vosotros sois los que dictáis vuestra sentencia.

Aquí tenéis el último tiempo para reparar vuestras faltas.

He retornado entre vosotros en virtud de la promesa que os hice, he hecho pacto con vosotros desde los primeros tiempos y os guiaré hasta el fin. Porque sois el pueblo que se ha preparado para sentarse a mi mesa. Yo soy el manjar y el fruto, el pan y el vino.

Incansablemente venís a escucharme para calmar vuestra hambre y sed de justicia, como en el Segundo Tiempo en que también me siguieron los hombres hambrientos de amor. Entregué mi palabra en los valles, en las montañas, en los mares, y en el desierto me siguieron las multitudes; su fe no conocía el cansancio, su firmeza era inquebrantable, entonces mi piedad se extendía sobre aquellos hombres y los envolvía en la esencia de mi palabra. Las madres llevaban en brazos a sus hijos; los hombres abandonaban sus tareas para escucharme; los ancianos apoyados en su báculo seguían a la multitud.

Fue en una de esas ocasiones, cuando el Maestro realizó el milagro de los panes y de los peces, como una demostración de que cualquier pan alcanzará cuando sea repartido con amor y sin distinciones, porque la conformidad y la fraternidad serán también un sustento.

Los mismos discípulos habían dudado que tan escasas provisiones alcanzaran a alimentar multitud tan grande, mas cuando vieron
realizado el milagro, avergonzados se dijeron para sí: "En verdad, éste es el Mesías".

Aquí me tenéis nuevamente en el Tercer Tiempo, vengo a entregaros el pan de la vida eterna del cual comerá la humanidad.

Vengo a daros esta palabra por medio del entendimiento humano; para comunicarme en esta forma, tuve que esperar la evolución espiritual y mental del hombre para servirme de él en este tiempo. Mi voluntad se ha cumplido y este misterio se convertirá en claridad, para todos aquellos que no acierten por ahora a comprenderlo.

No temáis a los juicios y mofas de las sectas y religiones; ellas son las que teniendo en sus manos los libros de las profecías no las han interpretado y por ello no me han sabido esperar. En cambio, vosotros que no conocíais las profecías que hablaban de mi retorno como Espíritu Santo, me estabais esperando. Ya ha llegado el Tercer Tiempo y la humanidad no ha sabido interpretar el evangelio.

Cuántos pueblos van como ovejas sin pastor, mas Yo estoy con vosotros y para hacerme reconocer, me he manifestado en la pobreza y en la humildad como en el Segundo Tiempo. Si la humanidad quiere identificarme a través de los que me siguen, podrá lograrlo; los enfermos, los tristes, los humillados, los cansados, los hambrientos y sedientos de justicia, los muertos a la fe, son los que vienen en pos de Mí.

A nadie extrañe el que no haya aparecido en este tiempo en el seno de alguna iglesia, tampoco en el Segundo Tiempo surgí de religión alguna.

No me encontraré donde exista vanidad, materialismo e idolatría; quiero manifestarme en el seno de la más grande sencillez y humildad, donde no existan ritos que os hagan olvidar la esencia de mi Ley; por eso no os extrañe verme rodeado de menesterosos de rudos y pecadores, porque he puesto en ellos mi caridad transformándolos en seres útiles, sonándolos para que conviertan a muchos, y por ellos que sois vosotros, he dado pruebas manifiestas de mi poder. Mas si a pesar de ello aún dudáis, no temáis, "que nadie es profeta en su tierra". Mañana vendrán los extranjeros y os creerán, o iréis a tierras desconocidas y os recibirán, porque no todos dudan de vosotros; también hay quienes os siguen y se apoyan en vuestro amor y caridad, sirviéndoos de aliciente y estímulo en la difícil pendiente del camino. ¿Qué será de aquellos que os siguen y encuentran fuerzas en vosotros, si llegaseis a flaquear? Cuando os sintáis débiles, buscadme y os fortaleceré. Si llegáis a encontrar el dolor, no penséis que os he castigado, sacad de aquella prueba el provecho que encierra para vuestra evolución.

Con sólo quererlo ya seréis limpios ¿qué mérito tendría que Yo fuera quien os purificara? Que cada quien restituya sus faltas a mi Ley, eso sí tiene mérito, porque entonces sabréis evitar en lo futuro las caídas y errores, porque el dolor os lo recordará.

Si entre la falta cometida y sus naturales consecuencias, se interpusiese un arrepentimiento sincero, el dolor no os llegará, porque entonces ya seréis fuertes para soportar con resignación la prueba. El mundo apura un cáliz muy amargo y Yo nunca le he castigado, mas después de su dolor vendrá a Mí, que le estoy llamando; para entonces, los que fueron ingratos sabrán dar gracias al que sólo bienes ha derramado en su existencia.

Hasta ahora no ha sido el amor humano el que se Imponga en el mundo; ha sido, como lo fuera desde el principio de la humanidad, la fuerza la que impera y vence. El que ha amado ha sucumbido víctima de la maldad.

El mal ha extendido su reino y se ha hecho fuerte en la Tierra, y es precisamente en este tiempo cuando vengo a oponer mis armas a esas fuerzas, para que el reino del amor y de la justicia se establezca entre los hombres; antes combatiré, porque para daros la paz de mi Espíritu, es menester que haga la guerra y destruya todo mal.

El día de justicia ya es entre vosotros, vivos y muertos escucháis en este tiempo la voz de la conciencia.

Este mundo no es la mansión eterna para vuestro espíritu, si así fuese, no veríais morir vuestro cuerpo que tanto amáis, no veríais extinguirse la vida de vuestros padres, de aquellos que os dieron el ser. Todo es perecedero, nada es estable en este mundo, si aquí todo fuese bienandanza y placeres, jamás os acordaríais de vuestro espíritu, no pensaríais en los demás, ni me recordaríais.

Muy largo ha sido el camino de dolor que ha recorrido vuestro espíritu y no quiero que encontréis dolores más grandes de los que ya habéis conocido; retornad a Mí en busca de la paz, buscad vuestra perfección y os convertiré en maestros que enseñen y rescaten a los perdidos en las tinieblas de la ignorancia.

Hombres que habéis llorado ante mis palabras de perdón, ¿por qué, mostrándome vuestra diestra manchada con la sangre de vuestro
hermano, la justicia aún no ha llegado a vosotros? No temáis, que vuestro arrepentimiento verdadero será como un manto que os defienda y mi perdón como agua cristalina que os fortalezca en vuestra restitución. Mas, ¡ay del que haya matado y no haya saldado su cuenta! ¡Ay del que haya hurtado, causado deshonra, o no haya cumplido para con sus padres! Porque entonces la vida y el dolor, como un sabio juez les juzgará, y como un maestro les enseñará.

Hoy habéis llegado hasta Mí venciendo todos los obstáculos y ansiosos de escuchar de nuevo mi palabra, porque tenéis el anhelo de convertiros en mis discípulos, y por eso venís a escuchar y a estudiar mi lección divina.

Sabéis que para regeneraros y encontrar fuerzas para vencer vuestras pasiones, no hay nada mejor que mi palabra que ilumina vuestro espíritu y despierta en vosotros el verdadero amor por vuestra limpidez espiritual.

Este es el tiempo en que mi palabra es vertida con mayor extensión para que no ignoréis lo que os revelo, mas si a veces os hablo en sentido figurado, es para que grabéis mejor mis lecciones.

Soy la barquilla salvadora que se ha presentado al alcance del náufrago próximo a perecer; quienes han sido puestos a salvo en la orilla donde está la paz, sienten después en su interior, él deber de hacer lo mismo con sus semejantes cuando están en peligro de perderse.

Las naves se han agotado y son muchos los náufragos que piden ayuda. Ved a la humanidad perdiéndose en los vicios, en la perversidad y en el crimen; ved a los hombres consagrados a una vida de materialismo y egoísmo; las mujeres se han familiarizado con el pecado que reina en todas partes, pierden su virtud y su delicadeza, el hogar que es el templo del hombre, es profanado porque de él desaparece la luz, el calor y la paz.

Vengo a este planeta y en él busco al espíritu del hombre que es el templo de Dios, y enciendo en él la fe hablándole de un mundo nuevo, de un mundo de paz, al cual puede llegar con la regeneración y la fraternidad. Unos sienten latir con fuerza su corazón y hacen suyo el ideal divino; otros se quejan de obstáculos y dificultades como pretextos para no seguirme. A éstos les falta la fe y no han comprendido que quien se aparta de su destino, una y otra vez tendrá que llegar al mismo punto hasta que haya recorrido todo el camino.

No os digo que os apartéis de vuestros deberes materiales ni de los sanos goces del corazón y de los sentidos; sólo os pido que renunciéis a lo que envenena a vuestro espíritu y os enferma el cuerpo.

Quien vive dentro de la ley, está cumpliendo con lo que le dicta su conciencia. El que huye de las satisfacciones lícitas para sumergirse en los placeres prohibidos, aún en los instantes de mayor placer se pregunta por qué no es feliz ni encuentra paz. Porque de goce en goce va descendiendo hasta perderse en el abismo, sin encontrar la verdadera satisfacción para su corazón y su espíritu.

Hay quienes necesitan sucumbir apurando hasta la última gota del cáliz donde buscaron el placer sin encontrarlo, para que puedan escuchar la voz de Aquél que eternamente les está invitando al festín de la vida eterna.

Yo recibo la ofrenda de mis discípulos. Elías os ha preparado y ha intercedido ante Mí, para que vosotros seáis dignos de escuchar mi palabra y sepáis aprovechar su esencia. Mi promesa es que todo el que me busque en su tribulación, será consolado.

Es la era del Espíritu Santo en la que estoy comunicándome con el hombre. De los que me han oído, unos empiezan a reconocerme y otros ya me aman. Cuando este tiempo de mi comunicación haya pasado, la humanidad sabrá quién ha venido, reconocerá a Elías como precursor lleno de gracia y potestad, y al Maestro que ha descendido por amor al género humano.

Discípulos amados, imitadme para que lleguéis pronto al final de vuestra restitución, donde Elías el pastor que os ha guiado a través de los tiempos, os presentará ante Mí.

No quiero que los espíritus al desprenderse de esta tierra, se sientan solitarios o perdidos en la inmensidad del valle espiritual que a todos espera; por esto Elías os habla y os prepara para ese paso transitorio, y vosotros debéis dar a conocer a vuestros hermanos a ese Espíritu que es pastor e intermediario entre el hombre y su Creador.

Estáis contemplando una etapa de rigor y de justicia, todos recogéis ahora el fruto de vuestra labranza; este tiempo tenía que llegar, escrito estaba, Yo os previne que oraseis e hicieseis penitencia, y os he encontrado dormidos, sin recordar mis palabras. Mas Yo velo por vosotros y he venido una vez más a traeros mi enseñanza que os muestra muy amplios horizontes; si sabéis comprenderla seréis fuertes y de gran voluntad. Y cuando esta luz haya penetrado en vuestro espíritu, id hacia los demás y ayudadlos a salir de su letargo, tened caridad de los que pecan por ignorancia y señaladles el camino que les conduzca a su salvación.

Los que ayer eran párvulos los estoy convirtiendo en discípulos, y a los discípulos los acerco más a Mí. A todos os he colocado en una sola escala y he participado de vuestras tribulaciones. El dolor de la humanidad llega a Mí, Elías lucha por la unificación de espíritu en los hombres. La nueva torre de Babel ha crecido en soberbia y división, mas frente a ella Yo levanto la torre de Israel con bases de humildad y de amor. La lucha será grande, pero al fin, la virtud abatirá al pecado y la paz se restablecerá. Entonces los que habían sido débiles serán fuertes; los ciegos abrirán sus ojos y será el verdadero despertar del espíritu para penetrar en una vida de evolución.

El oro y el poder que tanto ambiciona el hombre, no le darán la paz a su espíritu, ni consuelo en su lecho de enfermo, sólo endurecerán su corazón. Cuántas veces he presentado ante los ojos de los acaudalados, cuadros de dolor para probar sus sentimientos y han sido indiferentes a la orfandad, a la miseria y al dolor de sus semejantes, sin comprender que sólo los he hecho depositarios de bienes materiales para que los repartan con justicia y caridad.

Hay muchos seres que esperan una mano piadosa que les cure, una palabra de consuelo o un ejemplo que les redima. El espíritu padece hambre de amor, de sinceridad y de justicia, y vos, Israel, podéis dar, porque Yo os he entregado un caudal de bienes espirituales que debéis esparcir.

No todos los tiempos serán de paz para vosotros, por eso, hoy que aún tenéis libertad, debéis trabajar con afán y preparar con la oración a vuestros hermanos de otras naciones, ya sabéis que para el espíritu no hay distancias, y así, el día en que mi doctrina sea llevada por mis mensajeros, éstos no tropiecen, si no que encuentren amigos, hermanos que comprendan su misión y les den apoyo y calor.

Aquél a quien le sea encomendado este mensaje, y viva en comunión Conmigo, le inspiraré obras perfectas y manifestaré mi Espíritu en sus palabras.

Muchos de vosotros, habéis sentido el desprecio de la humanidad por seguir al Maestro, otros habéis sido rechazados en el hogar de vuestros padres y otros habéis sido repudiados por vuestra
esposa o esposo, mas pensad que Yo todo lo contemplo y que vuestro sacrificio lo compensaré con creces.

No miréis enemigos sino hermanos en todos los que os rodean. No pidáis castigo para que deis ejemplo de perdón y no haya remordimiento en vuestro espíritu. Cerrad vuestros labios y dejad que Yo juzgue vuestra causa.

Sanad a los enfermos, volved la razón a los extraviados; apartad a los espíritus que nublan la inteligencia y haced que ambos recobren la luz que han perdido.

Orad por las naciones, que Yo velaré por vosotros. Llevad mi palabra a todos los corazones, después dadme gracias por los beneficios que hayáis recibido, porque habréis reconocido que la hoja del árbol no se mueve sin mi voluntad.

De cierto os digo que los que más se han alejado de Mí, se dan cuenta de que es tiempo de justicia, porque tienen presentimientos e inquietudes.

Mi voz como una trompeta, está llamando y despertando a los espíritus, mas si la humanidad se hubiese preocupado por estudiar y analizar las profecías del Primero y Segundo Tiempos, nada de cuanto ahora acontece le sorprendería, ni le confundiría, porque ya todo estaba pronosticado.

Mi palabra de ayer se cumple hoy, porque antes dejaría de alumbrar el astro rey, que ella dejare de cumplirse.

Soportad la amargura que os ocasiona la guerra de los pueblos, no claméis justicia sobre ellos, que bastante amargo es ya su cáliz. Sed misericordiosos en vuestros juicios, pensamientos y oraciones.

Quienes aún disfruten de alguna paz, tienen el deber de orar para ayudar espiritualmente a los que sufren los rigores y calamidades de la guerra.

Si en vez de piedad, sentís cólera o desprecio hacia quienes causan tantos sufrimientos a la humanidad, en verdad os digo que os despojáis de toda elevación espiritual y de toda comprensión.

Dejad que mi voz encuentre eco en vuestro corazón; llevad a la práctica mi palabra, esa será la forma de que mi doctrina tome fuerza en la Tierra. Ella es la luz que se enfrentará a las ideas que han surgido de una humanidad enferma y decadente.

Toda la justicia, la grandeza y la luz que pueda ambicionar la humanidad para la evolución de su espíritu, podrá encontrarla en mi doctrina; mas para que el hombre se detenga a analizar mi enseñanza y se interese por su contenido, antes tendrá que contemplar el principio de la fructificación de ella, en la regeneración y virtudes de mis discípulos.

Grandes misterios prometo revelaros cuando viváis en paz, porque entonces podrá brillar mi luz en vuestro ser.

Todos quisierais ser de los que testifiquen mi verdad y ser en el camino de la humanidad como un faro para el navegante o una estrella para el peregrino.

Hoy me tenéis entre vosotros por medio de esta comunicación, aprovechad mi estancia, y de párvulos convertíos en discípulos, para que dignamente podáis predicar con mi palabra cuando Yo haya cesado de hablar.

Estudiad, velad y orad, sembrad el amor y la caridad entre vuestros hermanos, para que Yo diga a la humanidad a través de vuestras obras, "Amaos los unos a los otros".


¡Mi paz y mi amor sea con vosotros!

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