sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 32

Preparaos, porque quiero que analicéis la esencia de mi Verbo que he venido a derramar entre vosotros en este Tercer Tiempo.

Sois todavía los pequeños párvulos, debiendo ser ya los grandes discípulos, porque habéis vivido en varias encarnaciones. Debisteis ser niños sólo en el Primer Tiempo, para convertiros en mancebos en el Segundo y llegar a la madurez en el Tercer Tiempo.

Siempre os he contemplado como a pequeños niños, en vuestra infancia espiritual caminasteis inocentes, faltos de desarrollo en vuestras facultades y sentidos, ignorando vuestro principio, después recibisteis mis primeras lecciones y revelaciones. En el Segundo Tiempo debisteis ser ya los mancebos, que en plena juventud espiritual vivieran en forma elevada, mas os encontré agobiados, esclavizados, atados a ritos y tradiciones, y contemplando que no habíais aprovechado mis lecciones, vine a trazaros con mis ejemplos de caridad y amor el camino que os llevará a la tierra prometida, preparándoos para esta etapa de nuevas enseñanzas que prometí venir a daros. Os dije que fueseis fuertes, que luchaseis para no caer en una nueva esclavitud. ¿Y qué es lo que hicisteis con mi Doctrina? ¿Por qué habéis olvidado la promesa que os hice de volver entre vosotros espiritualmente? Estoy en Espíritu como os lo había ofrecido y no me reconocéis, preguntáis por qué os llamo Israel, y me pedís pruebas para creer. ¿Por qué habéis caído en idolatría y en misticismo, confundiendo las prácticas materiales con el culto espiritual? Os encuentro confundidos por las falsas doctrinas con las que vuestros hermanos os han apartado del sendero de vuestra evolución, os quejáis porque os falta la libertad; contemplo lo que habéis sufrido por el cáliz tan amargo que habéis apurado mas no penséis que Yo os haya castigado, no. Siempre he querido guiar vuestros pasos para que me améis como Padre y sintáis mi divina protección.

Han pasado muchos siglos desde el día en que os di mi palabra y mis últimas recomendaciones a través de Jesús, y hoy aparezco ante vosotros como Espíritu Santo cumpliéndoos mi promesa. No he venido a humanizarme, vengo en Espíritu y sólo me contemplarán los que se encuentren preparados. Mientras vosotros creéis en mi palabra y me seguís, otros no aceptan mi manifestación y la niegan. He tenido que darles grandes pruebas y gracias a ellas he ido venciendo su incredulidad. El amor y la paciencia que siempre os he manifestado, os hacen comprender que sólo vuestro Padre puede amaros y enseñaros en esta forma. Yo velo por vosotros y hago ligera vuestra cruz, para que no tropecéis. Os hago sentir mi paz para que caminéis llenos de confianza en Mí.

Siempre habéis sufrido porque no habéis tomado en cuenta mis ejemplos de humildad, no habéis mirado cuánto es lo que he descendido para hacerme oír y comprender de vosotros; mas Yo os perdono, porque pertenecéis al primer pueblo, al primogénito. Vivid mis ejemplos y haced que la humanidad me ame, que se acerque a Mí, porque los hombres ya no saben buscarme, no sienten mi presencia, no reconocen mis beneficios y atribuyen a la casualidad mis prodigios, no confían en Mí y viven tranquilos en medio de su confusión. Os he dicho que la hoja del árbol no se mueve sin mi voluntad; sabéis que gobierno al Universo con mis leyes de amor y que todos los seres me son obedientes. Sólo el hombre trata de burlar esas leyes sin querer hacer buen uso de su libre albedrío.

Descansad de vuestras vicisitudes. Hoy estáis agobiados bajo el peso de vuestros sufrimientos, en vuestro espíritu hay dolor y brota el llanto de vuestros ojos por el arrepentimiento de vuestras faltas. Habéis sido desconocidos por seguir mi causa, mas os he dicho, que si os preparáis, podréis vencer y soportar los juicios de vuestros hermanos con la fortaleza que os dará la práctica de la caridad.

No en vano os he escogido como instrumentos para esparcir mi palabra, en vosotros deposito mi confianza, os encargo una delicada misión que es la de llevar la redención a vuestros hermanos con vuestros ejemplos. La simiente está en vosotros, es la misma con la que os he hecho vivir desde el principio. Espero buenos frutos de vuestra siembra como resultado de vuestro trabajo y de vuestros desvelos. Haced liviana la cruz que lleváis, cumpliendo con amor la misión que os he encomendado. Terminad vuestra obra, no temáis a la muerte del cuerpo, pensad que vuestro espíritu no morirá jamás, solamente se despojará de la materia que le fue concedida como un instrumento para vivir en la Tierra y la que, una vez terminada su misión, pagará su tributo a la tierra y vuestro espíritu se libertará para ir en busca de horizontes sin límites empezando para vosotros una nueva vida en la que encontraréis la compensación de vuestro trabajo en este mundo.

Desechad costumbres y tradiciones erróneas. Tomad la luz en mi enseñanza para que vuestra duda se disipe y los misterios se aclaren según sea mi voluntad.

Os estoy demostrando la vida verdadera del espíritu, para que no viváis bajo injustas amenazas, que no cumpláis con mi Ley sólo por el temor al castigo del que os han hablado, los que no han sabido interpretar mi palabra. Tomad mi ley; no es complicada ni difícil de entender. Todo el que la conoce y se rige por ella, no se confunde ni da cabida a palabras o pronósticos falsos, a ideas erróneas ni a malas interpretaciones. Mi ley es sencilla, señala siempre el camino que debéis de seguir confiad en Mí, Yo soy el camino que os conducirá a la ciudad blanca, la tierra prometida, la cual tiene abiertas sus puertas, esperando vuestra llegada.

Me he complacido al entregaros una heredad que no os pertenece solamente a vosotros, sino a toda la humanidad. Habéis recibido tanto, que estáis en el deber de dar a todo el que solicite, parte de ese caudal. Llevad la luz a vuestros hermanos que pagan sus faltas en el cautiverio, consolad a los enfermos, ungidles con vuestro amor como lo hice en el Segundo Tiempo y veréis derramado en ellos el bálsamo de mi caridad. Alentad a los tristes, dadles conformidad y fortaleza. Así practicaréis vuestros dones y os sentiréis confortados.

Tenéis cerca al mundo de los espíritus virtuosos que vienen en vuestra ayuda. Pedid con fe y respeto, y recibiréis sus beneficios. Llamadlos sin distinción ninguna, porque todos han sido preparados por Mí en igual forma, todos se han hecho dignos de venir en este tiempo en ayuda de la humanidad. Imitad su ejemplo y estad unidos a ellos en el ideal de progreso. He permitido a ese mundo espiritual que os enseñe y en la lucha que se aproxima, serán soldados invencibles y vuestro baluarte.

Ley no es reducida, es infinita y podéis cumplirla en muchas formas. No os exijo que hagáis obras perfectas, pero debéis de estudiar y profundizaros en ella para que lleguéis a practicarla.

No quiero que después de escuchar mi palabra durante tanto tiempo, consideréis perdidos o mal empleados estos momentos. Si perseveráis, llegaréis a espiritualizaros y entonces seréis como un libro abierto ante vuestros hermanos. Después de 1950 alcanzaréis mayor grado de elevación. Yo seguiré comunicándome con vosotros por inspiración y el pueblo recibirá vuestras palabras como mensajes que Yo le envío. En este tiempo reconoceréis cuán sabia y profunda fue mi enseñanza.

Después de 1950, año en que terminará mi comunicación bajo esta forma, grandes pruebas tendrá la humanidad. La naturaleza sufrirá trastornos, todo se conmoverá, habrá desorganización en todos los órdenes. Preparaos y en ese tiempo ayudad a los débiles, porque muchos sucumbirán en esas pruebas.

1950, temido por unos y ansiado por otros, está próximo a llegar; muchas sectas y religiones piensan en esa fecha y esperan los acontecimientos que aparecerán en torno de ella, para juzgar mi obra. Otros se preguntarán el porqué del caos mundial y vosotros hablaréis en mi nombre, anunciando que después de ese caos la humanidad alcanzará la paz anhelada.

Porque Yo no soy insensible a vuestras penas, ellas llegan hasta Mí, y me hacen padecer.

¿Por qué os miráis como extraños, viviendo en el mismo hogar, que es este mundo y distinguiéndoos por razas, clases y creencias? Yo os prometo que borraré las fronteras y acercaré los unos a los otros. Las coronas y los cetros caerán, el poderío desaparecerá y la riqueza también, porque ya es tiempo que dejen de existir esas diferencias. Llegará el día en que todos poseeréis por igual la Tierra. Iréis de un polo al otro, sin que nadie os lo impida. Desaparecerá la hipocresía, la mala voluntad, la vanidad, para dar lugar al amor y a la concordia. Y ese lamento que se eleva hasta Mí, por la viudez, la orfandad, la escasez de pan, la ausencia de paz y la alegría, se cambiará por un himno de amor y de reconocimiento que brotará de todos mis hijos.

Vosotros os sentís tranquilos en vuestra nación, porque disfrutáis de paz y de bienestar; mas os digo que no confiéis demasiado, que no durmáis, sino que veléis y hagáis méritos, si queréis conservar esa paz.

Labriegos, os estoy tocando en las pruebas como en otro tiempo lo hice con el paciente Job, mas no penséis que lo hago con el deseo de haceros sufrir, no, es con el fin de que vuestro espíritu se fortalezca en ese crisol.

No tratéis de mostraros limpios ante Mí, si vuestra conciencia os reclama vuestras faltas y pecados, es mejor que os confeséis ante vuestro Padre y dejéis que su palabra, cual río purificador, os limpie de toda mancha. Entonces os sentiréis dignos de presentaros ante vuestros hermanos para enseñarles la verdad que contiene mi enseñanza.

Mi paz es en vuestra nación, velad y orad, para que no perdáis esta gracia por vuestras malas obras. Retened mi paz, atesorad mi sabiduría. ¿No os habéis dado cuenta de cómo os está acechando la guerra, llamando a vuestras puertas y tendiéndoos lazos para haceros caer? Mas si sabéis velar, no temáis, porque Yo os ayudaré para que alcancéis el triunfo en vuestra lucha.

Yo soy Jehová, el que en todos los tiempos os ha librado de la muerte; Yo soy el Dios único que os ha hablado a través de todos los tiempos. Cristo fue mi Verbo que os habló a través de Jesús, El os dijo: "Quien conoce al Hijo conoce al Padre". Y el Espíritu Santo que hoy os habla también soy Yo, porque un solo Espíritu Santo es el que existe, un solo Verbo y ése es el Mío.

Escuchad, discípulos: en el Primer Tiempo os di la Ley, en el Segundo os enseñé el amor con el cual deberíais interpretar, aquellos mandamientos, y ahora en esta Tercera Era os envío la luz, para que penetréis en el sentido de cuanto os fue revelado.

¿Entonces, por qué os empeñáis en encontrar tres dioses en donde sólo existe un Espíritu Divino, que es el Mío?

Yo di la ley a los primeros hombres y sin embargo, a Moisés le anuncié que enviaría al Mesías. Cristo en quien os di mi palabra, os dijo cuando ya su misión estaba concluyendo: "Yo me vuelvo al Padre de donde vine"; también os dijo: "El Padre y Yo, somos uno solo". Y luego prometió enviaros al Espíritu de Verdad, el cual vendría a esclarecer según mi voluntad y vuestra evolución, el misterio de mis revelaciones.

Más ¿quién podrá hacer luz en mis arcanos y explicar esos misterios? ¿Quién podrá desatar el libro de mi sabiduría, si no soy Yo?

En verdad os digo que el Espíritu Santo, al cual ahora encontráis distinto a Jehová y a Cristo, no es sino la sabiduría que manifiesto a vuestro espíritu para haceros entender, contemplar y sentir la verdad.

Hoy os preparo para recibir mi palabra y que ella descienda como el rocío sobre las plantas sedientas, como agua cristalina que apague la sed de vuestro espíritu. Yo os recibo como tiernos niños en mi amor de Padre.

Empezáis a dar los primeros pasos en tierra firme, mas si os estacionáis y más tarde desoís mis mandatos, no cerréis el camino a vuestros hermanos, a los que vendrán después de vosotros llenos de anhelo de servirme, a los que se han preparado y me están esperando. Si no aprendéis mi lección, ¿qué podréis enseñar? Penetrad en mi obra e iluminaos para que podáis comprenderme, Yo soy el alfa y la omega, principio y fin de toda enseñanza.

En este tiempo os anuncio las pruebas que han de ser; tres cuartas partes de la tierra desaparecerán, el dolor llamará a todos los hombres y el mundo sufrirá grandes rigores. Más si os preparáis, por uno de vosotros se salvará una comarca. La ciencia que el hombre ha alcanzado, no bastará para curar las enfermedades extrañas que han de aparecer; comprenderéis entonces que tenéis que elevaros más allá de lo terrestre para sanar y remediar los males. Israel librará a la humanidad de grandes calamidades, más cuánto es lo que tenéis que prepararos para cumplir con vuestro destino. Los apóstoles de este tiempo irán de comarca en comarca llevando la "buena nueva" y sus dones serán como una fuente inagotable que desborde sus beneficios en todos los hombres.

Con cada prodigio que les conceda levantarán la fe de nuevos apóstoles y su misión será grande. ¡Mas ay de ellos si se envanecieran!, Porque perderán los dones.

Respetad los dones concedidos a vuestros hermanos. Cultivad el árbol que os he confiado, porque todos sois labriegos de una sola campiña. Mi caridad os sigue por doquiera, conozco vuestras obras y pensamientos. Velad y orad, porque la humanidad necesita de vuestra oración para su evolución espiritual.

Muchos de vosotros creéis contradictorios vuestros sufrimientos con la ley de amor del Padre porque pensáis: Si soy hijo de Dios, si el Padre universal y todopoderoso me creó ¿por qué me dejó caer, por qué no me hizo obediente, bueno y perfecto?

En verdad os digo, que no habéis meditado en lo que pensáis. Lo que creéis contrario a mis leyes, es precisamente la confirmación de la ley de amor, y para que mejor lo entendáis, escuchad. En la escala divina hay un número infinito de seres, cuya perfección espiritual les permite ocupar diferentes peldaños según el grado de evolución que han alcanzado. Vuestro espíritu fue creado con atributos adecuados para evolucionar por esa escala de perfección y llegar hasta determinado fin de los altos designios del Creador.

El destino de esos espíritus no lo sabéis, mas Yo os digo que es perfecto como todo lo creado por Mí.

Aún no comprendéis los dones que os dio el Padre, mas no temáis porque más tarde os daréis cuenta de ellos, y les veréis manifestarse en plenitud.

El número infinito de espíritus que como el vuestro habitan diferentes moradas, se encuentran unidos entre sí por una fuerza superior que es la del amor. Fueron creados para la lucha, para su elevación, no para la inmovilidad. Los que han cumplido con mis mandatos han llegado a ser grandes en el amor divino. Sin embargo os recuerdo, que aun habiendo alcanzado vuestro espíritu grandeza, poder y sabiduría, no llegará a ser omnipotente, ya que sus atributos no son infinitos como lo son en Dios. Sin embargo, ellos os bastarán para llevaros a la cumbre de vuestra perfección por el camino recto que os trazó desde el primer instante, el amor de vuestro Creador.

Al crearos os di el don del libre albedrío, para que por vuestra propia voluntad me glorificaseis, con el amor y la caridad que derraméis en vuestros hermanos.

Un espíritu sin libre albedrío, no sería digna creación del Ser Supremo. Sería un ser inerte, sin aspiraciones a su perfeccionamiento.

Hoy vivís todavía dentro de una vida material debido a la falta de fraternidad, porque en los dominios de lo espiritual todo vive en perfecta armonía.

La falta de comprensión con el amor divino provoca el atraso para el espíritu, que sólo puede evitarse volviendo al camino, al arrepentimiento definitivo y a la obediencia.

En vuestro mundo actual vuestros hermanos que cultivan la ciencia no os han conducido a la cumbre de vuestra evolución, os han llevado al dolor, al abismo, a la soberbia; más en ningún instante os he abandonado, sois vosotros los que habéis sido lentos para responder a mi llamado de amor.

Por haber abusado de la amorosa y justa libertad que os dio vuestro Padre, os tenéis que purificar con dolor y lágrimas, de las manchas que imprimisteis en vuestro espíritu. Sin embargo, el que con resignación restituye sus errores, alcanzará su evolución y su ascenso será más rápido que su caída.

Por siglos y siglos os he venido dando ejemplos y pruebas de ternura, de amor divino que a veces han logrado conmover vuestro corazón haciéndoos exclamar: "Yo os amo, Señor, Yo os admiro". Mas Yo os pregunto: Si me amáis ¿por qué no me imitáis, poniendo en práctica mis enseñanzas? ¿Por qué os habéis alejado de la vida espiritual, retrasando con ello vuestra evolución? ¿Cómo os atrevéis a culpar a Dios de vuestras propias caídas, de vuestro dolor y de vuestra imprudencia?

Hoy que os llamo no todos me escucháis, sin embargo, Yo os prometo que todos me escucharán y que ninguno de mis hijos se perderá en la eternidad del espíritu.

Unos me buscarán respondiendo a mi amor, otros agobiados por el dolor, implorarán que mi misericordia detenga su cáliz de amargura.

Os estoy ampliando el mensaje que os di a través de Jesús y aún no queréis abandonar las inciertas veredas en las que os habéis extraviado.

¿Acaso queréis culparme de todo lo que no viene de Mí y que ha sido vuestro? Yo os he dicho que sembréis amor, y en vez de ello habéis sembrado odio. ¿Queréis acaso recoger amor?

Os he enseñado a vivir en paz una vida sencilla, pura y elevada y vosotros insistís en vivir una constante guerra de odios, materialismo e insanas ambiciones.

Pedís a Dios casi siempre sin saber lo que pedís, mas vosotros nunca dais a Dios lo que El os pide para vosotros mismos.

Si os habéis envanecido y extraviado tanto en las enseñanzas divinas, ¿cómo pretendéis que Dios os dé lo que no sabéis pedir o que rija al universo conforme a vuestra idea o voluntad? En verdad os digo que el universo no existiría un segundo si os dejara gobernarlo bajo vuestros caprichos humanos.

Os he dado una gota más de la esencia divina, más os daré en lecciones venideras. Pero no toméis mi enseñanza sin analizarla, ella os llenará de luz para que interpretéis mejor mis revelaciones.

Tomad la esencia de la enseñanza, e interpretadla como os lo dicte vuestra conciencia y vuestro corazón.

La espiritualidad no se encuentra en textos de religiones o ciencias; se encuentra en vuestro espíritu que estaría dignamente ocupado si cumpliera siempre con el precepto que os dice: "Amaos los unos a los otros".

No forméis nuevas filosofías, ni teorías derivadas de esta Doctrina, no levantéis templos materiales, ni hagáis alegorías o símbolos Yo os daré todas las revelaciones que os correspondan en estos tiempos.

En verdad os digo que no sois los únicos que poseeréis la verdad, los ministros de las distintas religiones, los científicos, creyentes e increyentes todos son en su origen criaturas espirituales de Dios, a quienes colmaré de gracia durante su jornada.

Invitad humildemente a vuestros hermanos a que estudien mi doctrina de amor, de caridad y elevación espiritual. No olvidéis que ninguna de vuestras obras será perfecta si no descansa sobre el amor hacia todo lo que veis y aun hacia lo que sólo presentís en los instantes de vuestra meditación.

Hay muchas vidas en lo invisible, presentidlas, bendecidlas y amadlas.

No forméis idolatrías, fanatismo, ni jerarquías materiales. No hay más grandeza que la luz que engalana al espíritu que por su virtud ha alcanzado la perfección.

Quien ama más, es más grande que aquél que se dice serio por su cargo o su vanidad.

Recordad a Jesús.

Vuestro entendimiento es más claro en estos tiempos y mi palabra también se hace más comprensible.

Mi templo es vuestro corazón, su luz es mi amor. La mayor ofrenda que en él podréis depositar, es la paz de vuestro espíritu, si vivís haciendo el bien, bendiciendo y amando a vuestros hermanos.

¿De qué os servirían cánticos, oraciones y ritos, si en vuestro interior sólo ocultaseis bajas pasiones? Tengo sed de vuestro amor, no del incienso. Menos lágrimas y más luz, es lo que deseo que haya en vuestra existencia.

De todo tendréis que responder y conforme sean vuestras malas obras, más enérgicos juicios recibiréis de vosotros mismos; porque Yo no os juzgo, eso es falso, es vuestro propio espíritu en su estado de lucidez vuestro tremendo acusador y terrible juez. Yo soy el que os defiende contra la turbación, el que os absuelve y salva porque soy el amor que purifica y perdona.

Nuevas enseñanzas os daré para que entendáis esta lección que es una página más que os doy para que forméis el "Libro de la Vida Verdadera".

Cumplid con mi ley y por vuestros ejemplos de humildad, de caridad y amor, estas pequeñas multitudes se multiplicarán y serán tan numerosas, como las estrellas del firmamento y como las arenas del mar.


¡Mi paz y mi amor sea con vosotros!

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