sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 31

Cerrad vuestros ojos materiales ante esta manifestación y elevad vuestro espíritu hacia vuestro Creador, porque es con el que deseo conversar.

Os prometí volver entre vosotros y no podía dejar de asistir a esta cita con vuestro espíritu.

Tened paz, escuchadme con atención y dejad que el cincel de mi palabra, vaya modelando vuestro espíritu.

Caminasteis mucho en busca de un lugar que os brindara la paz y no lo encontrasteis, cuando llegasteis por vez primera a estos humildes lugares para oír mi palabra; no os imaginabais que en ellos, tan pobres y humildes, fueseis a encontrar la paz que tanto anhelabais.

Os conquistaré por medio del amor, para ello, os estoy dando mi enseñanza que es fuente de inagotables bendiciones. Os dejaré esta fuente para que en ella recibáis a vuestros hermanos, los viajeros, los caminantes, con la misma solicitud y caridad con la que Yo os he recibido.

No sólo de pan vive el hombre, sino también de mi palabra. Existe en vosotros hambre y sed que no son materiales, y para reconfortaros buscáis el agua y el pan del espíritu. Ha sido preciso que el dolor os tocara, para que comprendieseis las enseñanzas que os di en el Segundo Tiempo.

Algunos me preguntan confundidos: Señor, ¿por ventura el amor humano es ilícito y abominable ante Ti y sólo apruebas el amor espiritual? Yo os contesto: No os confundáis. Bien está que al espíritu le corresponda lo más elevado y puro del amor: pero también en la materia puse un corazón para que amase en la Tierra y le di al hombre sentidos para que a través de ellos gozara de todo lo que le rodea.

Yo confié la vida humana a los espíritus, para que viniesen a habitar la Tierra, y ya en ella poner a prueba su amor a Dios. Para ello dividí a la naturaleza humana en dos partes, dando la más fuerte a unos y la más frágil a otros: esas partes fueron el hombre y la mujer. Sólo unidos podrán ser fuertes y felices, para ello instituí el matrimonio. El amor humano es bendecido por Mí, cuando está enaltecido por el amor del espíritu.

El amor sentido únicamente por la materia, es propio de los seres irracionales, porque carecen ellos de la conciencia que ilumina la vida de los seres racionales. De las uniones plenas de comprensión espiritual, tienen que brotar buenos frutos y encarnar en ellos espíritus de luz.

Ya es tiempo de que purifiquéis vuestra simiente, para que forméis una familia que sea fuerte en espíritu y en materia.

Comprendedme mis hijos, interpretad bien mi voluntad, ya se acerca el año de 1950; recordad que es el que Yo he señalado para que finalice esta comunicación. Quiero encontraros preparados en ese día, porque sólo los que lo hayan logrado, quedarán firmes en el grado de elevación que hayan alcanzado. Esos serán los que den verdadero testimonio de Mí.

Sólo los que se hayan espiritualizado sabrán manifestar mi obra en su nueva forma de comunicación. ¿Más cómo harán para llegar a tener la inspiración necesaria para recibir mis pensamientos e interpretar mis mensajes espirituales? Velando y orando.

Quiero que todos alcancen el progreso, que no llegue solamente a unos cuantos, para que vuestro testimonio sea en bien de la humanidad. Mirad que si unos pensáis de una manera y otros en forma distinta, sólo llevaréis confusión a vuestros hermanos.

La esencia de esta palabra no ha variado jamás desde el principio de su manifestación por conducto de Damiana Oviedo; ¿Mas, dónde se encuentra el resultado de aquellas palabras? ¿Qué se hizo con ellas? Ocultos se encuentran los escritos de aquellas cátedras divinas que fueron las primeras de este tiempo en el que tanto se ha derramado mi Verbo entre vosotros. Es necesario que esas lecciones salgan a la luz, para que mañana deis testimonio de cómo fue el principio de esta manifestación. Así llegaréis a poseer el libro completo de mi palabra en este Tercer Tiempo. Así conoceréis la fecha de mi primera lección, su contenido y el de la última que os entregaré en el año de 1950, cuando esta etapa finalice.

Hoy no presentís el caos que habrá en la humanidad después de que mi palabra haya cesado. ¿Podéis imaginaros el torbellino que tal hecho desencadenará entre las naciones? Habrá descontrol en los espíritus y vosotros debéis estar preparados para contrarrestarlo. Pensad que en cada Era es mayor vuestra responsabilidad, porque en cada nuevo tiempo, ¡Oh pueblo! Vais teniendo mayor conocimiento de mi Ley. Es muy grande vuestra heredad y es indispensable que la dejéis en vuestros hermanos, los necesitados, antes de que abandonéis esta Tierra.

Sensibilizad vuestro corazón para que entendáis mi palabra, porque aún no la habéis comprendido. Si no os preparáis, ¿Cómo vais a poder recibir y entender mi enseñanza, cuando mañana os la confíe por inspiración?

Uníos en verdad y en espíritu y así ya no os dividiréis, ni siquiera en las más grandes pruebas. Un solo Dios, una sola voluntad y una sola palabra han sido con vosotros, por lo tanto, no podrá surgir en el futuro distinta ley de la que ahora os he dado.

No debilitéis, pueblo; recordad en todo instante que os he llamado fuerte. Si Yo no he defraudado vuestra fe y os he probado que la esencia de mi palabra no es variable, ¿Por qué vosotros habíais de defraudar a vuestros hermanos dándoles un mal ejemplo? Tiempo es de que vayáis preparando lo que dejaréis a las generaciones venideras como herencia.

Muchos en el interior de su corazón me dicen: Maestro, ¿Acaso estáis mirando que vamos a ser infieles? ¿Sería eso posible? Y Yo os contesto lo mismo que dije a mis apóstoles en el Segundo Tiempo: Velad y orad, para que no caigáis en tentación. Porque si ahora sólo sois los párvulos que anhelan convertirse en mis discípulos, vuestra perseverancia os hará alcanzar una noble expiación. No me ausentaré sino hasta haberos dado mi última lección al finalizar 1950.

Sentid mi amor cerca de vosotros, confiadme vuestras cuitas, conversad en paz Conmigo y de cierto os digo, que después os sentiréis confortados. ¿Por qué llegáis ante Mí temerosos, acaso creéis que he venido a delataros ante vuestros hermanos?

Escucho que en lo íntimo de vuestro corazón me decís: Maestro, ¿Cómo hemos de ser recibidos por Vos, si nos encontramos tan manchados por nuestros pecados y Vos sois la misma perfección?

Os contesto, humanidad: ¿Creéis que al venir a buscaros ignoraba que estabais manchados? Todo lo sabía, nada ignoro, por eso me he acercado a vosotros, para entregaros mi lección de amor la cual os salva de toda acechanza y os ayuda a limpiaros de todo pecado.

¿Por qué los pobres, los parias del mundo, se sienten los más indignos de mi amor? ¿Acaso porque han oído que soy Rey? Qué lentos sois para entender las lecciones divinas. ¿No habéis comprendido que si me hice hombre en el Segundo Tiempo, fue para enseñaros la más grande lección de humildad? Recordad que vine en Jesús a nacer y a vivir entre los pobres, que con ellos anduve en los caminos, que visité sus casas y me senté a su mesa, que curé sus cuerpos enfermos, acaricié a sus hijos, sufrí y lloré con todos.

He aquí al mismo Señor, pero hoy viene en Espíritu. Este Rey no tiene corona, manto ni cetro, simplemente habito en la perfección y gobierno con el amor.

¿Para qué había de manifestarme en regios palacios, entre pompas y ceremonias, si eso no es para Mí? De cierto os digo, que quienes me conciban entre lujos y esplendores superfluos, tienen su concepto errado de lo que es mi Divinidad.

Habrá quien se extrañe de que Yo como Cristo, me haya atribuido ahora la Divinidad y diga ¿Cómo es que Tú, el que dijo en aquel tiempo que venía tan sólo a ejecutar la voluntad de su Padre, ahora nos hablas como si fueras el Padre mismo? Y Yo os contesto, comprended que Cristo habló como Divinidad, puesto que es el Verbo de Dios y hoy os habla nuevamente el Verbo en Espíritu. Por lo tanto os digo que el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, son un solo Dios.

Vosotros estáis hechos de materia, en la que he puesto un espíritu y a éste lo he dotado de una conciencia. ¿Y acaso por ello vais a decir que son tres personas las que habitan en cada hombre?

Esas tres potencias forman un solo ser, aunque cada una de sus partes se manifieste de distinta manera.

Cuando en el ser humano haya perfecta armonía entre las tres naturalezas de que está formado, habrá semejanza con la armonía que existe en Dios, porque en él existirá una sola voluntad, la de alcanzar la cumbre de su perfección espiritual.

Pueblo, ha mucho tiempo que os vengo doctrinando para vuestra lucha, mas sólo van quedando Conmigo los que despojados de ambiciones materiales, han cifrado su ideal en conocer las enseñanzas espirituales. También entre los que ya han partido al más allá, hay muchos que me escuchan desde su escala de evolución. ¡Cuántos de los primeros no han sabido perseverar ni serme fieles! No quisieron esperar la fructificación de las primeras semillas. Flaquearon en su fe, dudaron, no presintieron la grandeza que estaba por desbordarse en los postreros, mas cuando retornen, atraídos por el clamor y el regocijo de este pueblo, tendrán que venir a ocupar el último lugar.

Que sirva esta lección a los que hoy, viendo la multiplicación de la simiente, aún dudan del florecimiento de esta Doctrina.

Desmaterializaos, desde hoy llevad vuestro culto a la máxima sencillez, preparándoos y disponiéndoos para la comunicación de espíritu a Espíritu, que tendréis con vuestro Señor. Hoy todavía es necesario que os hable por conducto de estas materias, para que os afirméis en vuestra fe, y sintáis que me encuentro cerca de vosotros, en lo más íntimo de vuestro corazón.

Cumplidme pueblo, y Yo os cumpliré. Dad testimonio de Mí y Yo lo daré de vosotros. Despojaos de todo egoísmo, si es que en verdad queréis formar parte de mis labriegos que darán a conocer mi palabra entre la humanidad. Dejad de preocuparos tan sólo de vosotros y comenzad a preocuparos por vuestros semejantes. Quiero que descubráis el supremo deleite que se alcanza aliviando el dolor ajeno.

Llevad a vuestros hermanos, en mi palabra de consuelo de luz y amor, el bálsamo que os he confiado.

Algún día llegaréis a comprender que la sabiduría del espíritu es superior a la ciencia de la mente, porque la inteligencia humana sólo descubre lo que su espíritu le revela. Os hago esta advertencia, porque muchos de vosotros diréis: "¿Cómo voy a curar a los enfermos, si ignoro la ciencia de curar?"

Tened caridad de vuestros hermanos, tened fe, sabed orar y con esos méritos haceos dignos de mi gracia y en verdad os digo, que entonces veréis cómo es posible hacer prodigios.

Si a pesar de mi enseñanza, hay quien dude que esta palabra procede del Padre, que pregunte a mis labriegos, a este pueblo que me viene siguiendo, y obtendréis millares de testimonios que le hablen de verdaderos prodigios, los cuales asombrarían a los hombres de ciencia que los conocieran.

Escuchad: cuando haya dejado de daros mi palabra, este pueblo será sembrador de mi simiente espiritual, mas Yo os pregunto: ¿Cuál será vuestra determinación ante los mandatos que de Mí habéis recibido? ¿Estaréis dispuestos a interpretar fielmente mis inspiraciones? No me prometáis nada de lo que vais a hacer en aquellos días, mejor
seguid escuchando esta Doctrina y meditad en ella. Hoy estáis unidos en torno al Maestro, mañana, no sabéis cuántos de vosotros me daréis la espalda, al desobedecer mis mandatos.

No dejéis que los años pasen inútilmente sobre vosotros, procurad en cada día dar un paso más hacia adelante, en el sendero espiritual. Caminad con paso firme, nadie vaya deprisa sólo por sentirse adelante de los demás, porque su tropiezo sería muy doloroso.

Quiero que lleguéis a ser fuertes por el pensamiento, por la intuición, por la espiritualidad de vuestras obras, para que en vuestra vida no causéis el menor dolor y sí os preparéis para aliviar cuantos sufrimientos se presenten a vuestro paso.

Os he entregado muchas lecciones, ¡oh pueblo! unas más profundas que otras. Yo hablo a todos mis hijos, a los que van delante y a los postreros. Es que siempre están llegando nuevos párvulos en busca de esta palabra y como hice con vosotros, principiaré por entregarles las enseñanzas más sencillas.

Yo pregunto a los postreros: ¿Creéis que no poseéis ninguna misión espiritual? ¿Os sentís irresponsables ante la humanidad? Si así pensáis, estáis en un error, porque tan grandes son vuestros dones y vuestros cargos, como los que veis que poseen éstos de quienes me estoy sirviendo, para daros mi enseñanza. Ellos también pensaron lo mismo que vosotros, cuando me escucharon por primera vez y ahora miradles: ¡Cuán equivocados estaban!

Perseverad en el camino, porque pronto llegaréis a saber todo lo que poseéis y cuál es la misión que debéis de cumplir en la Tierra.

Comprended que Yo vuestro Dios, no he tenido principio ni tendré fin. Soy eterno y vengo a revelaros en este tiempo muchos de los misterios de la vida espiritual. Ese conocimiento os hará que cumpláis con la ley, amando y siendo fieles a vuestro destino.

Ha llegado el tiempo en que os revele nuevas enseñanzas y esto os parece como si el Padre, después de una larga ausencia retornase a sus hijos.

Os di el don del libre albedrío, porque vuestro espíritu fue puesto en el principio de un largo camino, a cuyo final se encuentra la meta de su purificación y perfección; para alcanzar esa dicha, tendréis que llegar por los méritos del amor, de la fe y de la perseverancia.

Cuán hermoso es el don del libre albedrío, y qué mal lo ha utilizado el hombre; mas después de esa larga experiencia, surgirá el espíritu imponiéndose a las pasiones del mundo y tomará esa bendita libertad únicamente para glorificar a su Padre.

Las flores brotan de las plantas y me ofrecen su aroma, ése es su destino del cual no podrían apartarse, porque les falta el espíritu y por lo tanto, el don de la libertad. Las aves me ofrecen sus cantos, mas no podrían hacer algo distinto, porque para eso fueron creadas y no poseen libre albedrío.

Cuán grande será vuestro mérito, el día en que vosotros seáis como las flores o como las aves, a pesar de que el corazón, a causa del libre albedrío, os quisiera desviar con sus pasiones del sendero de vuestro cumplimiento. Ese será el tiempo del espíritu, porque ocupará el lugar que le corresponde y también será el tiempo de la materia cuando ella confiese su inferioridad y ambos se dejen conducir por la conciencia, la armonía que entonces exista en el hombre, será la misma que hay en todo lo creado. Mi presencia no sólo será reconocida, sino aun sentida por la humanidad.

Se acerca el tiempo en que los hombres me ofrezcan el verdadero tributo, en que dejen de quemar el incienso que desde los primeros días me han venido ofreciendo, incienso que no siempre me habla de obras puras sino muchas veces ha venido saturado de la maldad humana. El tributo que sustituirá al incienso, será vuestro amor, el que llegará hasta Mí.

Sabéis que fuisteis creados a mi imagen y semejanza, y cuando lo decís, pensáis en vuestra forma humana, os, digo, que ahí no está mi imagen, sino en vuestro espíritu, el cual para asemejarse a Mí, tiene que perfeccionarse practicando las virtudes.

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, soy la justicia y el bien y todo ello proviene del amor divino. ¿Comprendéis ahora cómo deberíais ser para que fueseis a mi imagen y semejanza?

La razón de haberos creado, fue el amor, el divino anhelo de compartir con alguien mi poder, y la razón de haberos dotado de libre albedrío, fue también el amor, quise sentirme amado por mis hijos, no por ley sino por un sentimiento espontáneo que brotara libremente de su espíritu.

Los hombres, arrastrados por la fuerza de sus pasiones, han descendido tanto en sus pecados, que habían perdido toda esperanza de salvación, mas no hay ninguno que no pueda ser salvo; porque el espíritu, cuando se haya convencido de que las tempestades humanas no cesarán mientras no escuche la voz de la conciencia, se levantará cumpliendo con mi ley hasta llegar al final de su destino que no está en la tierra, sino en la eternidad.

Los que creen que es absurda la existencia y piensan en la inutilidad de la lucha y del dolor, son los que ignoran que la vida es el maestro que modela y el dolor el cincel que perfecciona. No penséis que Yo hice el dolor para ofrecéroslo en un cáliz, no penséis que Yo os haya hecho caer. El hombre cayó en desobediencia por sí mismo, y es por eso que debe levantarse también por su propio esfuerzo. Tampoco penséis que solamente el dolor os perfeccionará, no, también practicando el amor llegaréis a Mí, porque Yo soy amor.

Si os puse en un largo y difícil camino, mirad que en él os voy acompañando; Os sigo enseñando y ayudando con la cruz, y para daros pruebas de que os acompaño, llegué a hacerme hombre, para ser visible y tangible; Pero sois necios en vuestros juicios, dudáis si me contempláis humanizado, diciendo que no es posible que vuestros ojos puedan mirar a Dios; y si os digo que soy Espíritu, entonces decís: ¿Cómo es posible conocer lo que no se ve y creer en ello?

Habéis llegado a un grado de evolución, en el que sabréis comprenderme en mi esencia divina y sentirme como espíritu. La evolución y la reencarnación del espíritu, os han ido preparando para recibir mis nuevas lecciones.

Cuando la oscuridad que ha envuelto a la humanidad se disipe y se haga la luz en los espíritus, sentirán la presencia de una nueva era. Porque Elías ha vuelto entre los hombres, mas como éstos no han sabido mirarle, ha sido necesario que manifestase su espíritu a través del entendimiento humano y de que se mostrase ante los videntes en aquella visión del profeta Elíseo: Sobre las nubes, en su carro de fuego.

Elías ha venido como precursor en este tiempo para preparar mi llegada; ha venido como profeta para anunciaros la nueva Era con sus combates y sus pruebas, pero también con la sabiduría de sus revelaciones. Viene con su carro de luz a invitaros a penetrar en él para levantaros sobre las nubes y llevaros a la mansión espiritual donde reina la paz. Confiad en él como en el buen pastor, seguidle espiritualmente como el pueblo siguió a Moisés en el Primer Tiempo; orad para que él os ayude en vuestro cumplimiento y si lo queréis imitar, hacedlo.

Elíseo, antes de que Elías fuera arrebatado por el carro de fuego y llevado a las alturas, le pidió que su don de profecía y su espíritu, se lo transmitiese para ser como él había sido en la tierra; Y Elías, en prueba de que le concedía a su discípulo sus deseos, le dejó su manto y el espíritu de Elías y su don de profecía fueron en Elíseo como una señal reveladora de la comunicación espiritual con los hombres y de la reencarnación del espíritu.

En cada era y en cada revelación divina aparece Elías ante los hombres.

Aún no había llegado el Mesías a la Tierra, faltaba poco para que naciera en cuanto hombre y el espíritu del profeta ya había encarnado en Juan que luego fue llamado el Bautista, para anunciar la proximidad del Reino de los Cielos, que sería la presencia del Verbo entre los hombres.

Cuando más tarde me transfiguré en el monte Tabor, para mostrarme en Espíritu ante algunos de mis discípulos, Elías vino con Moisés a tomar su lugar junto a su Señor, dando a entender en esta forma, que él tendría encomendado en el futuro un tiempo en el cual habría de hacer sentir su presencia entre la humanidad, despertando al espíritu adormecido de los hombres a la vida luminosa y perfecta.

Este es el tiempo confiado a Elías para que despierte a la humanidad, él es el precursor que llegará de pueblo en pueblo, de nación en nación, de hombre en hombre, para decirles como lo hizo en aquel tiempo Juan en las orillas del Jordán, cuando les hablaba a las multitudes diciéndoles que se prepararan porque el reino de Dios ya estaba cerca. Ahora les dirá con su voz espiritual que penetren en recogimiento, porque la presencia del Señor como Espíritu Santo es con los hombres.

Cuando Elías haya preparado a la humanidad, aparejando los caminos del Señor, volverá al Padre.

Cuando eso sea, no le pidáis que os deje su manto como se lo dejó a Elíseo, porque se ha manifestado espiritualmente, los tiempos han cambiado y debéis olvidar los símbolos, mas él os dejará como un presente de amor y un testimonio de que estuvo entre vosotros, el don de la profecía.

Preparaos discípulos, aprended de Mí, para que Yo os envíe entre la humanidad, a predicar mi manifestación como Espíritu Santo, diciéndoles como Juan: "Arrepentíos, porque el Reino de los Cielos se ha acercado a los hombres".

¡Mi paz sea con vosotros!

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