En las enseñanzas que os estoy entregando os he llamado
pueblo de Israel o Simiente de Jacob, y a medida que vais comprendiendo mis
lecciones, os habéis dado cuenta de que espiritualmente pertenecéis al linaje
de aquel antiguo pueblo, escogido entre las naciones de la Tierra, para cumplir
con la misión de transmitir a la humanidad mis revelaciones.
La simiente que confié a Jacob, está en el espíritu y no en
la materia como los hombres han supuesto falsamente, porque Yo os digo que si
la herencia que los primeros patriarcas legaron a Israel, hubiera sido
material, aún estuviera dando profetas, emisarios e iluminados; en cambio, ved
que aquel pueblo lleva consigo cadenas de miseria espiritual y material,
sabiendo que ya no puede esperar la llegada de un Mesías, porque ha comprendido
que Aquél que le fuera prometido estuvo en el seno de su pueblo y no fue
reconocido.
El espíritu del Israel por la raza está dormido, aletargado
en un sueño que ya dura siglos y no puede mirar la verdad, porque ha vivido
solamente para los goces del mundo, esperando alcanzar aquí su Tierra Prometida
su juicio y su gloria. Mas no pensáis que su sueño será eterno, no, ahora que
la miseria, el dolor y la humillación como un nuevo cáliz de amargura ha sido
bebido por aquel pueblo, comienza su espíritu a despertar, orientándose con la meditación, y en ella va encontrando
que todas las profecías y señales que le anunciaron la llegada del Mesías, se
cumplieron fielmente en Cristo.
No está lejano su despertar en la forma más completa, ya se
acerca su alborada espiritual; pero antes contemplará destruirse el
materialismo de la humanidad a causa de sus ambiciones, de su egoísmo y de sus
bajas pasiones.
Cuando ese pueblo se convenza de que el reino de la
verdadera paz y de la gracia no se encuentra en la Tierra, entonces buscará a
Cristo, al repudiado, al desconocido, para decirle: "Maestro, tenías
razón, la libertad sólo se encuentra en los que aman la espiritualidad, porque
los que hemos ambicionado los bienes materiales, sólo hemos logrado con ello,
ser esclavos".
Cuando de aquellos corazones se eleve hacia Mí esta
confesión, haré que surjan entre ellos mis nuevos profetas, quienes les
ayudarán a prepararse en el camino de la espiritualidad, que será el de su
liberación. No os extrañen que aquellos estacionados en su evolución por
siglos, en corto tiempo logren recorrer el camino que otros que les han
precedido se han tardado tanto en alcanzar y aun logren sobrepasarlos. No
olvidéis que muchos de ellos poseen espíritus que fueron enviados a la Tierra
desde los primeros tiempos, y que una vez concluida su restitución, volverán a
ocupar su lugar entre los elegidos por el Señor, para llevar la luz a sus
hermanos de todas las naciones.
Cuando se encuentren en un mismo camino los que lleven el
nombre de Israel por su raza, con los que lo son por el espíritu, unos y otros
se unirán, reconociendo que ambos forman parte de aquella bendita simiente que
nació con los profetas, con los patriarcas del Primer Tiempo y que fuera regada
con la sangre del Redentor, para llegar a florecer en esta era de luz en la que
me estáis escuchando. Ahora me tenéis en Espíritu, aunque a veces dudáis de
ello diciendo: ¿Cómo puedo creer que el Maestro se comunique con nosotros utilizando
un medio tan imperfecto y tan humilde? Mas no es la primera vez que dudáis de
mi presencia entre vosotros, también en el Segundo Tiempo los hombres dijeron:
¿Cómo puede ser el Mesías esperado el hijo del carpintero?
Hijos míos, en mis altos designios no podéis penetrar, mas
ahora que vengo a esclareceros los misterios que no habéis comprendido, abrid
vuestra mente y vuestro corazón, para que conozcáis él por qué de
muchas manifestaciones divinas, hasta el punto que a bien tenga
revelaros vuestro Señor.
En el Segundo Tiempo, cuando entre mis discípulos o entre
las turbas que me seguían, alguien preguntaba si acaso Yo volvería entre
vosotros, no tuve motivo alguno para ocultárselo y les declaré que mi retorno
sería en un tiempo de grandes pruebas para la humanidad, el cual sería
precedido de grandes acontecimientos y trastornos en los distintos órdenes de
vuestra vida.
Aquella promesa que os hiciera, la he cumplido, porque no
ha faltado ninguna de las señales precursoras, así como tampoco ninguno de los
acontecimientos anunciados; sin embargo, la humanidad entregada a su letargo
espiritual, ha dejado pasar inadvertidas las señales de mi presencia entre los
hombres.
Nadie me esperaba, encontré frío vuestro corazón, apagada la
lámpara del amor, estabais durmiendo el sueño de varios siglos. Sólo unos
cuantos despertaron ante el llamado del emisario del Señor, que se acercó a
vosotros para anunciaros que estaba Yo llamando a las puertas de vuestro
corazón.
Mi primera comunicación se verificó una noche mientras la
humanidad dormía, igual que aquella en la que me hice hombre para habitar entre
vosotros. Si pocos fueron los que en esa ocasión me recibieron, menos aún
fueron los que me acompañaron en mi nueva manifestación. Más no toméis mis
palabras como un reproche, porque no lo es: Yo soy el amor perfecto que
eternamente os vivifica.
He venido a trazaros el camino que ha de conduciros a
vuestra salvación, en medio de esta mar anchurosa de maldad; mas han pasado los
meses y aun los años desde el instante de mi primera comunicación y desde
entonces, uno a uno se han acercado los caminantes en busca de la presencia del
Maestro, y hoy no son unos cuantos los que están presentes en mis
manifestaciones, ahora forman muchedumbres.
No creáis que todos los que vienen a escucharme están
convencidos de esta verdad, no, mientras para algunos esta obra es lo más
grande que alienta a su corazón, para otros es algo que no pueden concebir y
entonces juzgan, analizan, investigan, y al no encontrar la verdad en la forma
en que ellos la desean, me piden pruebas para creer, lo mismo que hiciera
Tomás. Entonces les he dicho: no me probéis, bastantes demostraciones os estoy
dando de mi presencia, de mi verdad y de mi amor; mas ellos insisten en su
petición diciendo: "Si el Maestro en el Segundo Tiempo encontrándose ya en Espíritu se materializó delante
de Tomás, para probar su fe, ¿por qué ahora no nos complace a los incrédulos
materializándose delante de nosotros, aunque sólo sea por un instante?"
Sí, mis hijos, tendríais razón en pedirme pruebas, si
vuestra pequeñez fuese real y vuestra ignorancia cierta; pero lleváis un
espíritu evolucionado que no necesita pruebas materiales para creer: lo que
debéis hacer es desmaterializaros y así os daréis cuenta de que estáis
capacitados para comprender mis nuevas lecciones y de que no es necesario que
Yo materialice mi presencia.
Por la esencia de mi palabra, creed en Mí, ella es clara y
no os llevará la confusión. Recordad que os dije desde aquel tiempo: el árbol
por su fruto es reconocido. Ahora os digo: mi palabra será reconocida por su
esencia.
Muchas veces los hombres se han preguntado por qué Jesús aun
después de haber sido crucificado se dejó ver de Magdalena la pecadora y
después visitó a sus discípulos, y en cambio se ignora que Él hubiese visitado
a su Madre, a lo cual os digo, que no era necesario que me manifestara ante
María, de la misma manera que empleara con aquellos, porque la comunicación
entre Cristo y María fue constante desde antes de que el mundo fuese.
A través de Jesús me manifesté a la humanidad, para salvar
pecadores y me dejé contemplar por ellos después de la crucifixión, para avivar
la fe de los que me necesitaban; mas en verdad os digo que María, mi, dulce
Madre en cuanto hombre, no tuvo mancha que lavar, ni podía carecer de fe,
porque Ella sabía quién era Cristo aun antes de ofrecerle su seno maternal.
No fue necesario que humanizara mi Espíritu para visitar a
Aquélla que con la misma pureza y mansedumbre con la que me recibió en su seno,
con esa misma me devolvió al Reino de donde llegué. Más ¿quién podía saber la
forma en la que Yo le hablé en su soledad y la caricia divina con que la
envolvió mi Espíritu?
Así doy contestación a los que me han formulado esta
pregunta, pensando muchas veces que la primera visita de Jesús, debía de haber
sido para su Madre.
Cuán diferente debía de ser la forma en que me manifestara a
María, de la que utilicé para hacerme sentir por Magdalena y mis discípulos.
María me sentía en su espíritu. María no llevaba luto por
Mí, no lloraba la muerte de Jesús, su dolor era por toda la humanidad, a la
que, recibió al pie de la cruz de su Hijo, como un divino presente del Eterno,
y por la cual ofreciera la pureza de su cuerpo y de su sangre, para que el
Verbo se hiciera hombre.
En cambio, cuando alcancé en el camino de Emmaús a algunos
de mis discípulos, viéndome no descubrieron en aquel caminante a su Maestro,
hasta que les hice oír mi divina palabra; y cuando Tomás me vio, hizo que le
mostrara la herida de mi costado para convencerse de que Aquél a quien él creía
muerto, en realidad vivía. Porque Yo para eso he venido, para hacer que unos
nazcan y otros resuciten a la fe.
Hoy no he querido tan solo revelaros mi mensaje, sino
también he venido a enseñaros la mejor forma de darlo a conocer.
Mientras ha durado el tiempo de mi predicación, he ayudado a
vuestro espíritu en su evolución, quitando asperezas, dulcificando caracteres,
despertando a los discípulos para que entreguen su corazón a la caridad, al
cumplimiento de mi mandamiento que tanto os repetía cuando os decía:
"Amaos los unos a los otros". Y aunque el tiempo en que os levantéis
a esparcir mi palabra, aún no ha llegado, porque no habéis alcanzado la debida
preparación, he concedido a todos aquellos que están bebiendo en esta fuente de
salud, de moral y de vida, que comiencen a practicar mis divinas enseñanzas,
para que se preparen, fortaleciéndose para la lucha futura, para que con sus
buenas obras convenzan a nuevos corazones, los que más tarde serán también
labriegos y nuevos sembradores en las tierras del Señor.
Hoy contemplo que mientras unos pecan de temerosos y
discretos, otros en cambio se muestran ostentosos y no quiero que toquéis
ninguno de esos extremos. No quiero que el temor a los juicios de vuestros
semejantes, haga que os ocultéis, porque con ello demostraríais que os falta
confianza en mi enseñanza, y si no tenéis fe en el poder que encierra la
simiente que vais a entregar ¿cuál será la cosecha de vuestra siembra?
Temed sí, que vuestra mala conducta os afecte ante vuestros
hermanos, pero mientras llevéis limpidez en vuestra vida, levantaos con
dignidad y predicad mi palabra, dando a conocer mi enseñanza a vuestros
semejantes.
No hagáis ostentación de vuestros dones y conocimientos de
la verdad que lleváis. Yo os digo, que si eso hicierais, os expondríais a ser
sometidos a grandes pruebas por vuestros hermanos.
No os he entregado mi palabra para que la pregonéis por
calles y plazas; cierto es que Jesús así lo hizo, mas Él sabía responder a
cualquier pregunta y poner a prueba a los que trataban de probarlo.
Vosotros sois pequeños y débiles, no debéis por lo tanto,
desafiar la ira de vuestros hermanos. No tratéis de atraer la atención, pensad
que nada de particular tenéis; tampoco pretendáis demostrar a la humanidad que
todos se encuentran equivocados y que sólo vosotros conocéis la verdad, porque
de esa manera nada bueno lograréis en vuestra siembra.
Si queréis evolucionar espiritual y moralmente, no juzguéis
los defectos de vuestros hermanos, para no caer en el mismo error, corregid
vuestras imperfecciones; orad humildemente ante vuestro Maestro para que os
inspiréis en su mansedumbre y recordéis su consejo de que jamás publicaseis
vuestras buenas obras, que vuestra mano izquierda no se entere jamás de lo que
hubiere hecho la derecha.
También os digo, que no hace falta salir a buscar multitudes
para hablarles de mi doctrina, porque mi caridad pondrá a vuestro paso a los
necesitados de vuestra ayuda; mas si hubiere momentos en que cumpliendo con mi
ley, sintieseis la necesidad de hacer una obra de caridad y no tuvieseis cerca
de vosotros a ningún necesitado, no por eso os desesperéis ni dudéis de mi
palabra, ésa será la hora precisa en que deberéis orar por vuestros hermanos
ausentes, los que recibirán mi caridad si verdaderamente tenéis fe.
No ambicionéis saber más que vuestros hermanos, sabed que
todos adquirís el conocimiento según vuestra evolución, si Yo os concediera mi
luz sin que tuvieseis méritos, os engrandeceríais y os perderíais en vuestra
vanidad, y vuestra sabiduría sería falsa.
Os quiero humildes, mas para serlo ante Mí, también lo
debéis manifestar delante de vuestros semejantes.
Discípulos: el amor y la sabiduría nunca están separados, el
uno es parte del otro. ¿Cómo es que hay quienes pretenden separar estas dos
virtudes? Ambas son la llave que abre las puertas del santuario que os
permitirá llegar al conocimiento completo de mi doctrina.
Os he dicho: ¿Queréis tener muchos amigos? Pues usad de la
bondad, de la ternura, de la tolerancia y de la misericordia, porque sólo con
la ayuda de estas virtudes, podrá brillar vuestro espíritu en el sendero de sus
semejantes, dado que todas son expresiones directas del amor. Porque, el
espíritu lleva en su esencia más íntima el amor, puesto que es chispa divina y
Dios es amor.
Con mi enseñanza vengo a modelaros espiritualmente, con el
fin de que asistáis al banquete espiritual en donde podréis saborear los
manjares de la sabiduría y del amor perfecto.
Sabed que vuestro destino es vivir como Yo os lo enseñé, es
decir, en la humildad, en el amor, en la espiritualidad, dejando que pase por
vuestro ser un torrente inagotable de caridad.
En mi enseñanza os muestro un horizonte amplio y si vosotros
hacéis de vuestra vida una semejanza de lo que fue la mía, tened por seguro que
llegaréis a mi Reino, al descanso verdadero.
Mi obra os asegura la dicha eterna en vuestro espíritu. ¿No
habéis escuchado en vuestro corazón una voz dulce y armoniosa que os habla cada
vez que hacéis un bien, que proporcionáis un consuelo o que otorgáis
generosamente el perdón? ¿Quién es Aquél que así os habla en vuestro interior
premiando vuestra bondad? Es vuestro Maestro que no se aparta de sus
discípulos.
Con estas lecciones os hago comprender que las virtudes son
las únicas que pueden engalanar a vuestro espíritu; también os digo que los
errores, las faltas y los malos sentimientos, podréis compararlos a los
andrajos con que a veces cubrís a vuestro espíritu. Os quiero limpios y
engalanados, porque con harapos de miseria no podréis brillar en el palacio
universal de vuestro Padre.
Las buenas obras son el agua cristalina con las que se
limpian los espíritus, utilizadla.
Os, hablo así para que comprendáis que estáis fuera de
vuestro reino, y que necesitáis volver a él, porque Dios os está esperando.
Quiero hacer de cada hombre un apóstol y de cada apóstol un
maestro, porque os amo con amor infinito y antes de que se pierda uno solo de
vosotros, preferiría sentir sobre mi Espíritu todo el dolor que existe y que ha
existido entre la humanidad.
En vuestro corazón me estáis diciendo: Maestro, ¿tanto nos
amáis? Y Yo os digo que vosotros aún no podéis comprender mi amor, pero que debe bastaros saber que cada hijo que vuelve a Dios, es un
tesoro que vuelve al Padre. Debo advertiros que todo volverá al seno de Dios.
Todos los frutos que de la semilla creadora han brotado, retornarán a su
granero.
¡Oh, discípulos amados!, Preparaos para que con intensa fe
anheléis llegar al verdadero templo construido por mi caridad en vuestro
interior, porque ahí me encontraréis para acompañaros en vuestro camino de
evolución hacia Mí.
Yo soy quien os guía porque soy perfecto, sé siempre a dónde
voy y a dónde os llevo. Soy el buen Pastor que os cuida, os acaricia y os ama
en tal forma que no titubeé un solo instante para daros con mi sacrificio en la
cruz la enseñanza que os conducirá a la Vida Verdadera.
Los hombres creyeron que al quitarle la vida a Jesús
destruirían mi doctrina, sin saber que con ello, cooperarían a mi
glorificación.
He vuelto a la humanidad y me manifestaré en estos recintos
hasta 1950, a través de entendimientos humildes, destinados por Mí para esta
misión; comunicado en esta forma esperaré la llegada de los sabios que vendrán
a interrogarme y a negarme.
Esta palabra sencilla y humilde en su forma, pero profunda
en su sentido, volverá a confundir a los sabios en su soberbia y en su vanidad,
y les demostrará que a la doctrina de Cristo, y del Salvador, nadie podrá
extinguirla, porque Él es la Vida.
Nadie podrá acabar Conmigo, Yo renazco como surgí, en aquel
tiempo, después de que un pueblo me arrojó de su seno, condenándome a una
muerte ignominiosa. Mas si ahora aparezco de nuevo en este mundo, es porque os
amo a todos.
¡Oh, sabios, filósofos y doctores! Vosotros sabréis que Yo
soy vuestro Señor cuando lleguéis a escudriñarme, porque me veréis contestando
a vuestras malas y mal intencionadas preguntas y enmudeceréis ante mis
interrogaciones; y cuando os encontréis arrepentidos y cabizbajos, sin que me
pidáis pruebas, Yo os las daré, y esas pruebas serán de amor y de perdón.
Soy el único que puede solucionar vuestros conflictos, el
que verdaderamente cura vuestros males, acaricia a los niños y bendice a los
ancianos; el que al hablar al hombre, acaricia e ilumina su espíritu. Los
hombres y los siglos pasarán, más no mi obra Espiritualista Trinitaria. De
cierto os digo que esta obra que es mi Ley y mi doctrina, iluminará a la humanidad. No dudéis de mi sabiduría, ni desafiéis mas mi justicia; si
Yo aceptase vuestro desafío, me bastaría un débil soplo de mis elementos, para
convertir en polvo o en nada vuestra ciencia y vuestras teorías. No me busquéis
como Juez, buscadme como Padre, porque Yo soy amor.
¡Oh, pueblo amado! Que tenéis la misión de difundir mi
palabra entre la humanidad hoy petrificada por su materialismo. Aprended a
amarla y tened siempre piedad de aquellos que no comprenden mis lecciones de
infinito amor.
Cerrad vuestros labios a la murmuración, la mofa, el juicio
o la crítica. Envainad esa espada de dos filos que hiere a diestra y siniestra
cuando la esgrimís; si queréis luchar en mi nombre, empuñad la espada del amor.
Cerrad vuestros labios, para que no vuelvan a proferir
blasfemias ni a causar deshonras; en cambio, abrid vuestros ojos para que
descubráis el mal y os apartéis de él; mas no juzguéis a vuestra hermana
humanidad, porque formáis parte de ella y adolecéis de sus mismos defectos.
Cuando vuestros labios y vuestro corazón se laven en las aguas del
arrepentimiento y de las buenas obras, comenzarán a hablar con la verdad de mi
palabra, la cual Yo os la inspiraré.
Si hablaseis de mi doctrina sin antes haberos regenerado y
preparado, en vez de despertar la fe en los corazones, sólo recibiríais las
burlas de quienes están enterados de vuestras faltas. En cambio, si las burlas,
las críticas llegan a vuestro corazón, después de que hayáis velado y orado, no
lograrán heriros, por que ya os protegisteis con las armas que os di, que son:
paciencia, caridad, mansedumbre y amor.
Sed humildes y quienes os amen, lo harán de verdad. Si no
habéis alcanzado esa preparación de espíritu y de materia, más os valdría no
levantaros a predicar mi palabra, porque no llegaréis a sembrar mi simiente con
la limpidez con que Yo os la he entregado y siempre irá mezclada con vuestras
imperfecciones. Debéis antes de sembrar, analizar y estudiar mi doctrina para
que lleguéis a comprender y a obedecer mi enseñanza.
Cuando sepáis recibir el golpe en la mejilla derecha y en
señal de perdón, de amor y de humildad, presentéis la izquierda a vuestro
ofensor, ya podéis confiar en que comenzáis a ser mis discípulos. Hasta que
surja el perdón entre los hombres, cesarán sus guerras fratricidas y surgirá la
unión de todas las naciones.
Con estas enseñanzas quiero evitar que algún día os
convirtáis en prevaricadores, que hablando de amor, caridad y espiritualidad,
con vuestras obras sembréis todo lo contrario. Os digo esto, porque entre
vosotros hay quienes van pregonando que me aman y en su corazón no existe el
amor hacia sus hermanos.
Os quiero sinceros espiritual y materialmente para llamaros
dignos hijos míos, porque de lo contrario, a vuestro espíritu llegará
implacable mi voz llamándoos hipócritas, como llamé en el Segundo Tiempo a la
secta de los fariseos que eran la imagen viva de un sepulcro blanqueado por
fuera, pulido y cubierto de flores, pero guardando en su interior sólo
podredumbre y muerte.
Estoy escuchando a los que me dicen: "Maestro,
consideramos que es muy dura la prueba de tener que mostrar la mejilla
izquierda a aquél que nos hirió la derecha, mas sin embargo, quisiéramos ser de
vuestros discípulos".
¡Oh pueblo! Que oyendo mi palabra la tomáis siempre en su
sentido material, sin deteneros a comprenderla en su significado espiritual. Yo
os digo que así como podéis ser tocados en la mejilla, lo podréis ser en el
corazón, en vuestra parte moral o también podréis ser tocados en vuestro espíritu.
Mas no debéis de creer que esa prueba que os pido sea la más grande que podáis
soportar; en este Tercer Tiempo he venido a pediros un poco más, cuando os
pregunto en mis cátedras, ¿si el asesino de vuestro padre se viera perseguido
por la justicia humana y llamara a vuestras puertas pidiéndoos protección, le
concederíais albergue, sin delatarle, en señal de perdón?
Esa es la prueba que ahora pido a todos aquellos que quieran
ser los discípulos del Espíritu Santo en este Tercer Tiempo.
Si ponéis en práctica estas enseñanzas, de cierto os digo
que os estaréis labrando un galardón, mas no debéis de esperar la recompensa
mientras estéis en este mundo; y vuelvo a recomendaros que no juzguéis los
actos de vuestros hermanos, porque según fuere vuestro juicio, así será vuestra
sentencia. Dejadme la causa a Mí, justa o injusta, conocida o desconocida, que
Yo daré a vuestros hermanos lo que a ellos pertenece y a vosotros lo que os
corresponda.
Sed humildes en todos los actos de vuestra vida, sentíos
ignorantes ante la sabiduría de vuestros semejantes.
Bienaventurado el que se prepare, porque él verdaderamente
me escuchará. Bienaventurado el que se purifique y obedezca los mandamientos de su Señor, Porque él me verá. Bienaventurados los
pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
¡Mi paz sea con vosotros!
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