sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 25

El espíritu de Elías, como campana celestial, os ha despertado para que vinieseis a escuchar mi palabra.

Vuestro corazón se pregunta ansiosamente. ¿Cuál será el manjar que el Padre nos dé a saborear en este día? ¿Cuál será la lección de hoy?

De cierto os digo: Una mujer dejó en su hogar un enfermo grave por venir a escucharme, a ella le digo: Cuando volváis a vuestra casa, el enfermo dejará el lecho y él mismo os abrirá la puerta para daros la buena nueva de que ha sanado, porque todo aquel que dejare los bienes de la Tierra por estar conmigo, tendrá quien vele por lo que ha dejado, y ése soy Yo.

Contemplo a los que sufriendo una gran pena han vertido lágrimas en el rincón de su alcoba, sin desesperarse ni renegar contra Mí, aceptando su prueba humildemente, sabiendo que para alcanzar mi Reino es necesario hacer méritos.

A todos os veo ir por los distintos caminos de la lucha humana y entonces me he convertido en el peregrino que cruza vuestro sendero para preguntaros: ¿A dónde vais? Y mientras unos me responden: En busca de tranquilidad, otros me dicen: Vamos en busca de pan. Entonces el Maestro se adelanta a llamar a las puertas que vais a tocar para que vuestros hermanos os reciban con caridad y buena voluntad. Es por eso
que cuando habéis llamado encontráis conmovidos a los corazones que eran de roca, reconocéis mi presencia y me decís: "¿Señor, tanta es la caridad que tenéis con nosotros?".

Las pruebas que encontráis en vuestro paso, no las ha puesto la casualidad, os las he enviado para que hagáis méritos. La hoja del árbol no se mueve sin mi voluntad y lo mismo estoy en las grandes que en las pequeñas obras de la creación, velad y orad para que lleguéis a comprender cuál es el fruto que debéis recoger de cada prueba para que sea más breve vuestra expiación. Tomad con amor vuestra cruz y haré que llevéis con paciencia vuestra restitución.

Este es el Tercer Tiempo en el que vengo nuevamente a deciros: "Amaos los unos a los otros", mas no solamente entre humanos, sino de un mundo a otro; debéis amar y tener caridad de los que están en espíritu porque también son vuestros hermanos.

Cuán lejos está el tiempo en que se os dijo: "El que a hierro mata a hierro muere". "Con la vara que midas serás medido". Hoy os digo: Arrepentíos, en verdad, lavad con obras de caridad, de perdón y amor, vuestras manchas.

De todos los caminos os he llamado para entregaros una sola enseñanza. En mi mesa nunca ha habido manjares que fueran unos mejores que otros, un solo pan y un mismo vino he ofrecido a todos. A mi mesa se han sentado, lo mismo los grandes que los parias; los acaudalados que los pobres; los pecadores que los mansos. Lo mismo he recibido a los que han vivido con limpidez que a los que llegan con su espíritu manchado. Esto os enseño para que en el camino de vuestra vida no distingáis jamás a ninguno de vuestros hermanos.

Sed humildes delante de los que se sienten superiores y aquél que delante de vosotros se humillase considerándose más pequeño, hacedlo comprender que no es menos que vos.

Es necesario practicar mi Doctrina para comprender la potestad infinita del amor. El amor es la virtud que convierte al hombre pecador en mi discípulo. Amor es la esencia de la vida eterna.

Hay quienes me preguntan ¿Por qué necesitáis hablarnos en esta forma para conducirnos al camino de la evolución del espíritu? De cierto os digo: esta palabra que oís, es el libro que encierra mi sabiduría.

¿Por qué he abierto ante vosotros este libro? Para revelar muchos misterios al hombre; para hacer luz en sus tinieblas de ignorancia.

En verdad os digo, que los hombres del poder no todo lo pueden, ni los sabios todo lo saben, ni los teólogos me conocen en verdad.

Por eso he venido nuevamente como maestro entre la humanidad a iluminar vuestro entendimiento para que comprendáis las grandes revelaciones, siempre que no pretendáis llegar a la altura de mi sabiduría, sino penetrando en mi santuario con respeto y humildad. Quien así penetre, será conducido por Mí hasta donde sea mi voluntad y jamás encontrará el dolor.

Analizad a la ciencia de estos tiempos, sus frutos son amargos porque los hombres han querido penetrar sin respeto en mis arcanos, y cuántos al descubrir en mínima parte las maravillas del Universo han dudado que existe una Omnipotencia que lo haya creado todo. Son los que sólo creen en lo que ven y en lo que palpan, mas todo lo que está más allá de su comprensión, es negado por ellos.

El conocimiento que está más allá de vuestra comprensión y del materialismo, es el que vengo a enseñaros, para que alcancéis vuestro perfeccionamiento espiritual.

Preparaos humanidad, para que os libréis de comer los frutos amargos que la ciencia os prepara. Yo siempre he venido a revelaros el secreto de la vida verdadera.

En el Segundo Tiempo me escucharon grandes multitudes, millares de enfermos sanaron con sólo ser tocados por Mi o con escuchar mi palabra de ternura, o siendo contemplados por mi amorosa mirada. Muchos de ellos me amaron y reconocieron aunque no todos me siguieron, porque sólo doce fueron los que me acompañaron hasta el fin. Sus nombres son inmortales por el ejemplo de perfección, de virtud y sacrificio que os legaron, mas no eran perfectos cuando les llamé, si lo hubieran sido no les hubiera llamado para enseñarles.

Entre vosotros tampoco encuentro justos o perfectos, mas os transformaréis a través de mi enseñanza y grandes obras podréis hacer. Duro es el corazón de la humanidad, pero os iluminaré en el camino para que salgáis avantes.

En el Segundo Tiempo, cuando mis apóstoles se diseminaron por el mundo. Pedro tuvo instantes de flaqueza ante las persecuciones, la crueldad y la dureza de los hombres, y queriendo huir de Roma para salvar su vida, contempló la silueta de Jesús que llevando a cuestas la cruz avanzaba hacia la ciudad pagana, Pedro preguntó a su Maestro: "¿A dónde vas, Señor"? A lo cual contestó Jesús: "A morir nuevamente por
vosotros". Pedro sollozando ofreció a su Señor volver al seno de los pecadores para salvarlos, aún a costa de su sangre y de su vida, para morir imitando a su Maestro.

Por eso os digo a vosotros: No esperéis que 1950, el año de mi partida, os sorprenda impreparados y débiles, porque si así queréis levantaros a esparcir mi enseñanza tendréis que flaquear.

Entonces buscaréis mi palabra para fortaleceros y no la encontraréis. Hoy que aún me encuentro doctrinándoos, levantaos a practicar mis lecciones, regeneraos, dad un paso hacia la espiritualidad, Yo os alentaré con obras y prodigios y os maravillaréis ante las grandes revelaciones que os daré de Espíritu a espíritu. Sorprenderé a los científicos materializados, manifestándoles la existencia de lo espiritual. Todo lo que han negado y que existe, será contemplado por ellos. Entonces se despertará la curiosidad, la ambición por sondear el más allá y ese será el momento en que mis emisarios y discípulos se presenten para explicar todo cuanto os he revelado e impidan que la humanidad forje sectas y teorías en torno a mis nuevas revelaciones.

Hoy es tiempo de oír, de meditar y si llegado el momento de ir en pos de los pueblos y naciones algunos de vosotros no pudieseis hacerlo, no temáis, que allí donde habitáis mucho podréis hacer, dejad que sean vuestro hijos los que lleven a lejanos lugares la buena nueva. Recordad que os he dicho que los primeros serán postreros y los postreros primeros.

Hoy llegan las multitudes ante mi enseñanza; los que más sufren, los que han tenido hambre y sed de justicia, los que sueñan con una vida de paz se quedan para seguir escuchando mi palabra.

Entre estos pobres, rudos y sencillos, voy entresacando a aquellos por quienes os doy mi palabra.

El Divino Maestro de todos los tiempos, vuelve entre vosotros para comunicarse con la humanidad, conduciendo en esta forma al espíritu hacia el nuevo día.

Preparad vuestro entendimiento para que analicéis con rectitud mi palabra, ya os he dicho que los espiritualistas serán los que den una justa interpretación a las lecciones que en esta era y en los tiempos pasados os ha revelado vuestro Señor. El que lea en mi libro y al analizar lo que haga en el sentido espiritual, ese será el que se acerque a la verdad.

Para que lleguéis a definir verdaderamente esta Doctrina, antes tendréis que luchar entre vosotros mismos y llegaréis a veces aun a la confusión, más aquel que en medio de su tempestad vele y ore confiando en Mí, ese sentirá que en su espíritu penetra la calma y la paz.

Los vientos desencadenados harán que los árboles se desprendan de sus frutos vanos y de sus hojas secas, hasta quedar libres de impurezas. ¿No os dais cuenta de que mañana, cuando ya no escuchéis esta palabra, vais a quedar solos en el camino, enseñando a vuestros hermanos lo que de Mí aprendisteis? Yo estaré siempre en cada uno de vosotros, el Maestro preparará el camino y el discípulo cumplirá su misión.

Os prometí hacer la luz en los hombres para que todos conociesen y comprendiesen las revelaciones de mi Doctrina y este es el tiempo en que aquella promesa ha sido cumplida, esta era que no supo esperar el hombre, porque se ha perdido en una vida de ciencia de la que ha hecho un nuevo mundo y en la que los espíritus estaban ansiosos de mi vuelta, porque sabían que para ellos mi enseñanza es su libertad, su elevación y por lo que alcanzarán la paz.

Unos han esperado esta era, morando en el valle espiritual, otros han esperado el milagro siendo moradores de esta Tierra. Bienaventurados los que supieron esperar con su lámpara encendida como las vírgenes prudentes de la parábola.

También en el Segundo Tiempo los espíritus esperaban ansiosamente la llegada del Mesías; unos en el mundo material, otros desde las moradas espirituales; es que Cristo es la puerta, es la llave, es el camino y los espíritus lo saben.

En Mí, está el poder para despertar al espíritu de la humanidad y de cierto os digo, que esa hora se acerca y no habrá uno que no se estremezca a mi llamado. Unos despertarán del materialismo que los tenía aletargados; otros de su embriaguez de sangre y de placeres, otros lo harán del sueño de su ignorancia, cuya noche de tiniebla y fanatismo ha sido muy grande.

En el instante en que se haga la luz espiritual en la humanidad, de los espíritus brotarán oraciones y preguntarán a su Señor qué deberán hacer para agradarle y así poder acercarse a su presencia.

Analizad mi palabra, discípulos, y encontraréis en su esencia la sabiduría, para que vuestro espíritu se instruya en la Doctrina de amor del
Padre, porque es a vuestro espíritu a quien le he venido a hablar, a instruir, preparándole para una vida más elevada.

Ya sabéis que el cuerpo sólo es instrumento para el espíritu, prueba de ello es que es mortal y pasajero, en cambio el espíritu está destinado para la eternidad.

Cuán ignorante de las enseñanzas espirituales encuentro a esta humanidad, y es porque se le ha enseñado mi Ley y mi Doctrina sólo como una moral que le sirva de ayuda y no como el sendero que conduce a su espíritu a la mansión perfecta.

Las distintas religiones han venido sembrando en el corazón del hombre un falso temor hacia el conocimiento espiritual, lo que ha ocasionado que huyan de mis revelaciones y que se vayan hundiendo en las tinieblas de la ignorancia, argumentando que la vida espiritual es un misterio impenetrable.

Mientras los que esto afirman. Todas las revelaciones que Dios hizo al hombre desde el principio de la humanidad, le han venido hablando de la vida espiritual. Cierto es que no os había dado toda mi enseñanza, porque no estabais capacitados para saberlo todo, sino hasta que fuera llegado el tiempo, pero lo revelado por el Padre hasta hoy, os basta para tener un conocimiento completo de la vida espiritual.

Pueblo amado: Llamad venturoso a este tiempo, porque en él habéis tenido la visita de vuestro Señor y si queréis señalar con fecha este gran acontecimiento, marcadlo con el año de 1866, que fue cuando Elías os afirmó que se acercaba la hora de mi presencia entre este pueblo. Desde entonces vengo entresacando a mis discípulos para que me sigan fielmente por este camino.

¿Queréis seguirme, queréis ser de mis discípulos? Venid en pos de Mí con la mansedumbre y la confianza con que Pedro, Andrés, Santiago y Juan me siguieron, dejando detrás de sí a los seres amados, sus barcas y sus redes para convertirse según les dije en pescadores de hombres.

Hoy vengo a preparar un pueblo, que dé testimonio de mi verdad. ¿Por quiénes voy a manifestarme en el mundo, si no es por medio de mis discípulos?

Quiero que meditéis profundamente en mi palabra antes de lanzaros al camino del cumplimiento, preparaos porque los hombres están fuertes en sus convicciones. Desarrollaos lo mismo en pensamiento, que en palabras y obras, así nada tendréis que temer.

Sí, pueblo, ya veo que estáis tratando de practicar mis enseñanzas, de vivir cumpliendo con mi Ley para agradarme con vuestros actos. El Maestro os bendice y os anima a perseverar en la regeneración para que alcancéis la espiritualidad.

Después de la partida de mi palabra, haréis lo que hicieron mis apóstoles del Segundo Tiempo: Ellos se reunían para orar y de esta manera recibirán la luz divina que los guiaba en cada uno de sus pasos. Por medio de la oración espiritual que es la que he venido a enseñaros, se comunicaban con su Señor, se animaban con su presencia y llegaban a comprender cuál era la voluntad de su Maestro. Ahora comprenderéis por qué les tomé como base o cimiento de mi Iglesia. ¿Sabéis que quiero formar un nuevo templo? ¿Quiénes formarán los cimientos de este santuario? Yo escogeré a los fuertes, a los fieles en la virtud, a los comprensivos y a los caritativos porque sus ejemplos serán dignos de imitarse.

El arcano de vuestro Padre se encuentra presto a desbordar su herencia en el espíritu de la humanidad.

En vuestra Nación he cumplido mi promesa de volver entre los hombres, mas no por ello vayan a sentirse privilegiados entre el resto de la humanidad, quienes hayan tenido la gracia de escuchar mis enseñanzas, porque la esencia de mi palabra llegará a todo corazón a su debido tiempo, diciéndoles: Bienvenidos seáis, mis hijos, que sin cansancio llegáis hasta mi presencia para escuchar mi palabra. Sois los discípulos entresacados de las grandes turbas que a Mí han venido y vuestro corazón lleno de fe, creyendo firmemente en esta manifestación, recibe mi palabra y mis máximas como simiente de verdad.

Llegasteis con un fardo de sufrimiento e imperfecciones, hambrientos y sedientos de paz y de ternura, y el Maestro no se detuvo a contemplar vuestras manchas para sentaros a su mesa y serviros el mejor manjar. Hicisteis al Padre un relato de toda vuestra vida y las vicisitudes del camino, mostrasteis la desnudez de vuestro espíritu, cuya vestidura se llevaron en jirones los aires huracanados. Conmovido el Padre os llevó a la fuente donde lavasteis vuestras manchas, os dio nuevas y limpias vestiduras y sentándoos en torno a Él, os dio la primera lección que fue para vosotros como un ósculo, como una caricia y como una gota de bálsamo.

Así empecé a formar en el corazón de cada discípulo mi libro de sabiduría y amor que no debéis cerrar jamás, porque su contenido no sólo os pertenece a vosotros. En sus páginas existe fortaleza para vuestras pruebas y luz para disipar la ignorancia.

Vengo a vosotros, porque vuestros hermanos que tienen el saber, han ocultado la verdad a la humanidad y han llenado de egoísmo su corazón. Yo no os vengo a vender mi amor, ni mi palabra, ni mis bendiciones. Sólo espero que estéis preparados para enviaros a las comarcas y a las aldeas a llevar a vuestros hermanos la buena nueva de mi Doctrina, porque en todo el mundo hay hombres que esperan mi llegada. Quiero que para 1950, que es el tiempo en que dejaré de comunicarme bajo esta forma, os encontréis fuertes para empezar la lucha.

Os he apartado del fanatismo y de la idolatría para llenar vuestro corazón con la esencia de mi enseñanza para que os elevéis a vuestro Señor, entregándole un culto limpio, espiritual y sencillo. Así como os he enseñado, quiero que enseñéis a vuestros hermanos.

Cuando los elementos se desaten, estad unidos, discípulos, y por vuestras buenas obras, elevación, fe y unificación, derramaré entre vosotros mis prodigios que serán testimonio para los incrédulos de que Yo estoy con vosotros.

Las revelaciones que mi arcano encierra y que están reservadas para vosotros, aún son un misterio porque no os habéis hecho merecedores de ellas.

No está lejos el día en que cese de hablaros en esta forma, quiero que para entonces estéis preparados, que no haya un solo discípulo que ignore cómo orar ante el Señor.

Las pruebas de la vida están dando temple a vuestro espíritu, no os rebeléis ni reneguéis de ellas porque después, cuando el torbellino haya pasado, lloraréis de pesar por haberme ofendido con vuestra desconfianza. Recordad que os he dejado armas para que os sepáis defender, ellas son: la oración y la fe.

Orad y si el vendaval azotando vuestro hogar llegase a derribar su puerta, en verdad os digo que la flama de vuestra lámpara, aparentemente débil, no se apagará.

Cuando miréis que del camino se apartan los que habéis convertido y con desprecio arrojan el pan que les habíais ofrecido, vuestro
corazón se llena de dolor y venís triste ante el Maestro para depositar en El vuestras cuitas, mas el Maestro os dice: Si es la ingratitud la que guía los pasos de aquellos, no temáis, dejadles ir, velad y orad por ellos, mas si os han dejado porque les faltaron vuestros cuidados y ejemplos, de ello tendréis que responderme.

Si unos arrojan el pan y se marchan, otros vendrán, recogerán las migajas y con ellas alcanzarán la paz y la bienandanza. Los que se alejaron retornarán en busca de mis labriegos porque en el desierto les sorprenderá el hambre y la sed. Vosotros que no habéis sido enviados para juzgar las faltas de vuestros hermanos, les recibiréis con buena voluntad. A quien viniere enfermo, le sanaréis y al que llegare hambriento le alimentaréis.

Si a pesar de haberles prestado vuestra ayuda os desconocen, perdonadles. Yo seré quien juzgue su causa.

Vuestro pasado espiritual es un misterio para vosotros, por eso os digo que toméis con mansedumbre vuestras pruebas, porque estáis en un tiempo de juicio y de restitución espiritual.

Los tiempos en que veníais al mundo a recibir honores, goces, placeres, o acumular riquezas, han pasado; hoy venís a vivir en la humildad, a purificaros, a elevaros con las pruebas y a servir a vuestro Señor siendo útiles a vuestros semejantes.

Escribid en vuestro corazón un libro con vuestras buenas obras y él os dará paz en esta vida y dicha infinita en la eternidad.

Si alguien acumulase riquezas a cambio de mi palabra y de mis dones, vuelvo a deciros como en el Segundo Tiempo: "Antes pasaría un camello por el ojo de una aguja, que ése penetrase en el Reino de los cielos". Cuán meritorio es contemplar ante Mí a los que ayer gozaron satisfacciones, glorias y comodidades y hoy siguen mis pasos llenos de mansedumbre y de humildad.

Entre vosotros hay algunos a quienes he probado como a Job, porque no es mi voluntad que los espíritus se aletarguen, quiero que sean diligentes en el camino.

Llegará para cada quien un instante en que la voz del juez os pregunte no sólo por la palabra que como Maestro os legó, sino también de lo que hicisteis en el cumplimiento de vuestra misión.

Preparad vuestros dones espirituales de videncia, intuición y presentimiento, para que os sea dada a conocer en sentido figurado la prueba que os corresponde y vosotros con vuestra oración sepáis vencerla.

Dejad que mi palabra os guíe, ya que estáis convencidos de que os la estoy entregando para vuestro bien.

Os parecen nuevas estas enseñanzas porque las habéis olvidado; mas ahora en el Tercer Tiempo nuevamente os las vengo entregando. Os tengo preparada, una gran campiña a la cual os invito para que en ella aprendáis a sembrar la simiente de eternidad que os estoy confiando.

Vengo a preparar a mis nuevos discípulos, para que alcancen mediante su fe y caridad, potestad sobre las enfermedades del cuerpo y del espíritu y sobre los elementos de la creación.

Comprended que ya no es tiempo de que viváis en la ignorancia, hoy vivís en la era de la luz, de las grandes revelaciones que os ofrece mi enseñanza. ¿Imagináis la sabiduría que habríais alcanzado, si desde los primeros tiempos hubieseis practicado mis lecciones cumpliendo con mi Ley? Más os habéis entregado a los placeres del mundo estacionándoos en el camino de vuestra evolución espiritual. Por eso hoy que he llegado con mi nueva lección, ésta os parece extraña, incomprensible y fuera de vuestra manera de vivir. Pero os bastará meditar en una sola de mis cátedras para que reconozcáis la verdad de mi palabra, entonces veréis que lo extraño no es mi Doctrina, sino vuestra manera de ser fuera de mi Ley.

Venid a mi campiña, recordad mi enseñanza que habéis olvidado, borrad toda mala simiente y os mostraré la enseñanza que hasta hoy no habíais contemplado. Así os haré salir del estancamiento, de vuestro fanatismo, para haceros penetrar a una vida verdadera, aquella que debáis haber vivido desde el principio de vuestra formación.

¿Veis cuán humilde es esta palabra que florece en los labios de los portavoces? De cierto os digo que ella en su sencillez, llevará luz a los hombres, para que comprendan mis revelaciones que por medio de la ciencia y de la teología no habían llegado a comprender.

Los buenos discípulos, los perseverantes, los fieles, serán los que analicen esta Doctrina. Ellos también serán humildes, pero a pesar de su sencillez asombrarán a sus hermanos con la sabiduría de sus interpretaciones.

Mi pueblo no hablará solamente de mis enseñanzas, sino que con sus obras deberá enseñar a la humanidad como se cumple y se respeta mi ley. Sabrá dar sin egoísmo cuanto de su Señor haya recibido y mostrará su celo por la verdad y pureza del tesoro que se le ha confiado.

Enseñad a vuestros hermanos con obras buenas y elevadas. Pensad que desde aquí debéis ir purificando a vuestro espíritu para que sea digno de pasar a otra morada en su camino de evolución espiritual.

Tomad de mi enseñanza la fortaleza necesaria para ir apartando los obstáculos que encontréis a vuestro paso; ya sabéis que el arma que todo lo vence es el amor, muy grande será el gozo del que salga triunfante en esa lucha y se presente ante Mi como el soldado victorioso después de haber ganado esa batalla.

Recordad que soy Yo quien os ha dado el arma del amor y que además os he enseñado a combatir para ganar las grandes batallas. ¿Qué tenéis entonces que buscar por otros caminos, cuando todo os lo estoy entregando por el sendero de la verdad?

He venido a manifestarme por el entendimiento de los torpes, he llegado a abrir los ojos de los ciegos a la luz de la verdad, para que se purifiquen de sus pecados al sentirse amados por su Señor. ¿No se os profetizó desde el Segundo Tiempo, que llegaría el día en que todo ojo me contemplaría? El que esté limpio me verá y ése será su premio; aquel que lleve manchas en su corazón, también me verá y ésa será su salvación. El que abre sus ojos delante de mi luz, penetra en el misterio y conoce el por qué de mis revelaciones. Ese, conociendo mi verdad caminará con firmeza en el futuro.

Interpretad justamente mi enseñanza, no penséis que mi Espíritu goza viendo vuestros sufrimientos en la Tierra, o que vengo a privaros de todo lo que os es grato para con ello gozarme. Vengo a haceros reconocer y respetar mis leyes, porque son dignas de vuestro respeto y acatamiento, y porque obedecerlas os traerá la felicidad y la paz eterna.

A través de Jesús os enseñé a dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, mas para los hombres de hoy, sólo existe el César y a su Señor nada tienen que ofrecerle. Si al menos dieseis al mundo lo justo, vuestras penas en él serían menores, pero el César os ha dictado leyes absurdas, os ha convertido en sus esclavos y os quita la vida sin daros nada en compensación.

Ved cuán distinta es mi Ley, que no esclaviza al cuerpo ni al espíritu, sólo os convence con amor y os guía con dulzura; todo os lo da a cambio de nada, todo os lo premia y lo compensa a lo largo del camino.

Discípulos: Comprended y estudiad mis lecciones, quiero formar con vosotros un pueblo que sea el depositario de mi sabiduría, porque todo estará preparado para que cumpláis grandes misiones. No os acobardéis al primer toque de alarma, sabed ir al encuentro de quien se dice vuestro enemigo y perdonadle, amadle e instruidle con mis enseñanzas.

Así quiero que estéis preparados para el día de mi partida. Todos sabéis que 1950 es la fecha señalada por mi voluntad, para dejar de comunicarme por el entendimiento del portavoz y como mi palabra siempre se cumple, ese día terminará esta comunicación que marcó para vosotros el principio del Tercer Tiempo.

No intentéis cambiar esa fecha, ni tratéis por ningún medio de retener la manifestación de mi palabra bajo esta forma ni la del mundo espiritual. Desde ahora os digo, que quienes así lo hicieran ya no estarán iluminados por la luz del Maestro.

¿Por qué habríais de caer en tal profanación, cuando os he anunciado y prometido que después de este tiempo os comunicaréis conmigo de espíritu a Espíritu aun cuando no hayáis sido pedestales?

También os digo en este instante, que los profetas de este tiempo, tienen el deber de prepararse, porque tienen la misión de prevenir a las nuevas multitudes de las pruebas que les esperan. A ellos les revelaré grandes profecías para que os ayuden a no caer en tentación.


¡Mi paz sea con vosotros!

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