El espíritu de Elías, como campana celestial, os ha
despertado para que vinieseis a escuchar mi palabra.
Vuestro corazón se pregunta ansiosamente. ¿Cuál será el
manjar que el Padre nos dé a saborear en este día? ¿Cuál será la lección de
hoy?
De cierto os digo: Una mujer dejó en su hogar un enfermo
grave por venir a escucharme, a ella le digo: Cuando volváis a vuestra casa, el
enfermo dejará el lecho y él mismo os abrirá la puerta para daros la buena
nueva de que ha sanado, porque todo aquel que dejare los bienes de la Tierra
por estar conmigo, tendrá quien vele por lo que ha dejado, y ése soy Yo.
Contemplo a los que sufriendo una gran pena han vertido
lágrimas en el rincón de su alcoba, sin desesperarse ni renegar contra Mí,
aceptando su prueba humildemente, sabiendo que para alcanzar mi Reino es
necesario hacer méritos.
A todos os veo ir por los distintos caminos de la lucha
humana y entonces me he convertido en el peregrino que cruza vuestro sendero
para preguntaros: ¿A dónde vais? Y mientras unos me responden: En busca de
tranquilidad, otros me dicen: Vamos en busca de pan. Entonces el Maestro se
adelanta a llamar a las puertas que vais a tocar para que vuestros hermanos os
reciban con caridad y buena voluntad. Es por eso
que cuando habéis llamado encontráis conmovidos a los corazones que
eran de roca, reconocéis mi presencia y me decís: "¿Señor, tanta es la
caridad que tenéis con nosotros?".
Las pruebas que encontráis en vuestro paso, no las ha puesto
la casualidad, os las he enviado para que hagáis méritos. La hoja del árbol no
se mueve sin mi voluntad y lo mismo estoy en las grandes que en las pequeñas
obras de la creación, velad y orad para que lleguéis a comprender cuál es el
fruto que debéis recoger de cada prueba para que sea más breve vuestra
expiación. Tomad con amor vuestra cruz y haré que llevéis con paciencia vuestra
restitución.
Este es el Tercer Tiempo en el que vengo nuevamente a
deciros: "Amaos los unos a los otros", mas no solamente entre
humanos, sino de un mundo a otro; debéis amar y tener caridad de los que están
en espíritu porque también son vuestros hermanos.
Cuán lejos está el tiempo en que se os dijo: "El que a
hierro mata a hierro muere". "Con la vara que midas serás
medido". Hoy os digo: Arrepentíos, en verdad, lavad con obras de caridad,
de perdón y amor, vuestras manchas.
De todos los caminos os he llamado para entregaros una sola
enseñanza. En mi mesa nunca ha habido manjares que fueran unos mejores que
otros, un solo pan y un mismo vino he ofrecido a todos. A mi mesa se han
sentado, lo mismo los grandes que los parias; los acaudalados que los pobres;
los pecadores que los mansos. Lo mismo he recibido a los que han vivido con
limpidez que a los que llegan con su espíritu manchado. Esto os enseño para que
en el camino de vuestra vida no distingáis jamás a ninguno de vuestros
hermanos.
Sed humildes delante de los que se sienten superiores y
aquél que delante de vosotros se humillase considerándose más pequeño, hacedlo
comprender que no es menos que vos.
Es necesario practicar mi Doctrina para comprender la
potestad infinita del amor. El amor es la virtud que convierte al hombre
pecador en mi discípulo. Amor es la esencia de la vida eterna.
Hay quienes me preguntan ¿Por qué necesitáis hablarnos en
esta forma para conducirnos al camino de la evolución del espíritu? De cierto
os digo: esta palabra que oís, es el libro que encierra mi sabiduría.
¿Por qué he abierto ante vosotros este libro? Para revelar
muchos misterios al hombre; para hacer luz en sus tinieblas de ignorancia.
En verdad os digo, que los hombres del poder no todo lo
pueden, ni los sabios todo lo saben, ni los teólogos me conocen en verdad.
Por eso he venido nuevamente como maestro entre la humanidad
a iluminar vuestro entendimiento para que comprendáis las grandes revelaciones,
siempre que no pretendáis llegar a la altura de mi sabiduría, sino penetrando
en mi santuario con respeto y humildad. Quien así penetre, será conducido por
Mí hasta donde sea mi voluntad y jamás encontrará el dolor.
Analizad a la ciencia de estos tiempos, sus frutos son
amargos porque los hombres han querido penetrar sin respeto en mis arcanos, y
cuántos al descubrir en mínima parte las maravillas del Universo han dudado que
existe una Omnipotencia que lo haya creado todo. Son los que sólo creen en lo
que ven y en lo que palpan, mas todo lo que está más allá de su comprensión, es
negado por ellos.
El conocimiento que está más allá de vuestra comprensión y
del materialismo, es el que vengo a enseñaros, para que alcancéis vuestro
perfeccionamiento espiritual.
Preparaos humanidad, para que os libréis de comer los frutos
amargos que la ciencia os prepara. Yo siempre he venido a revelaros el secreto
de la vida verdadera.
En el Segundo Tiempo me escucharon grandes multitudes,
millares de enfermos sanaron con sólo ser tocados por Mi o con escuchar mi
palabra de ternura, o siendo contemplados por mi amorosa mirada. Muchos de
ellos me amaron y reconocieron aunque no todos me siguieron, porque sólo doce
fueron los que me acompañaron hasta el fin. Sus nombres son inmortales por el
ejemplo de perfección, de virtud y sacrificio que os legaron, mas no eran
perfectos cuando les llamé, si lo hubieran sido no les hubiera llamado para
enseñarles.
Entre vosotros tampoco encuentro justos o perfectos, mas os
transformaréis a través de mi enseñanza y grandes obras podréis hacer. Duro es
el corazón de la humanidad, pero os iluminaré en el camino para que salgáis
avantes.
En el Segundo Tiempo, cuando mis apóstoles se diseminaron
por el mundo. Pedro tuvo instantes de flaqueza ante las persecuciones, la
crueldad y la dureza de los hombres, y queriendo huir de Roma para salvar su
vida, contempló la silueta de Jesús que llevando a cuestas la cruz avanzaba
hacia la ciudad pagana, Pedro preguntó a su Maestro: "¿A dónde vas,
Señor"? A lo cual contestó Jesús: "A morir nuevamente por
vosotros". Pedro sollozando ofreció a su Señor volver al seno de
los pecadores para salvarlos, aún a costa de su sangre y de su vida, para morir
imitando a su Maestro.
Por eso os digo a vosotros: No esperéis que 1950, el año de
mi partida, os sorprenda impreparados y débiles, porque si así queréis
levantaros a esparcir mi enseñanza tendréis que flaquear.
Entonces buscaréis mi palabra para fortaleceros y no la
encontraréis. Hoy que aún me encuentro doctrinándoos, levantaos a practicar mis
lecciones, regeneraos, dad un paso hacia la espiritualidad, Yo os alentaré con
obras y prodigios y os maravillaréis ante las grandes revelaciones que os daré
de Espíritu a espíritu. Sorprenderé a los científicos materializados,
manifestándoles la existencia de lo espiritual. Todo lo que han negado y que
existe, será contemplado por ellos. Entonces se despertará la curiosidad, la
ambición por sondear el más allá y ese será el momento en que mis emisarios y
discípulos se presenten para explicar todo cuanto os he revelado e impidan que
la humanidad forje sectas y teorías en torno a mis nuevas revelaciones.
Hoy es tiempo de oír, de meditar y si llegado el momento de
ir en pos de los pueblos y naciones algunos de vosotros no pudieseis hacerlo,
no temáis, que allí donde habitáis mucho podréis hacer, dejad que sean vuestro
hijos los que lleven a lejanos lugares la buena nueva. Recordad que os he dicho
que los primeros serán postreros y los postreros primeros.
Hoy llegan las multitudes ante mi enseñanza; los que más
sufren, los que han tenido hambre y sed de justicia, los que sueñan con una
vida de paz se quedan para seguir escuchando mi palabra.
Entre estos pobres, rudos y sencillos, voy entresacando a
aquellos por quienes os doy mi palabra.
El Divino Maestro de todos los tiempos, vuelve entre
vosotros para comunicarse con la humanidad, conduciendo en esta forma al
espíritu hacia el nuevo día.
Preparad vuestro entendimiento para que analicéis con
rectitud mi palabra, ya os he dicho que los espiritualistas serán los que den
una justa interpretación a las lecciones que en esta era y en los tiempos
pasados os ha revelado vuestro Señor. El que lea en mi libro y al analizar lo
que haga en el sentido espiritual, ese será el que se acerque a la verdad.
Para que lleguéis a definir verdaderamente esta Doctrina,
antes tendréis que luchar entre vosotros mismos y llegaréis a veces aun a la
confusión, más aquel que en medio de su tempestad vele y ore confiando en Mí,
ese sentirá que en su espíritu penetra la calma y la paz.
Los vientos desencadenados harán que los árboles se
desprendan de sus frutos vanos y de sus hojas secas, hasta quedar libres de
impurezas. ¿No os dais cuenta de que mañana, cuando ya no escuchéis esta
palabra, vais a quedar solos en el camino, enseñando a vuestros hermanos lo que
de Mí aprendisteis? Yo estaré siempre en cada uno de vosotros, el Maestro
preparará el camino y el discípulo cumplirá su misión.
Os prometí hacer la luz en los hombres para que todos
conociesen y comprendiesen las revelaciones de mi Doctrina y este es el tiempo
en que aquella promesa ha sido cumplida, esta era que no supo esperar el
hombre, porque se ha perdido en una vida de ciencia de la que ha hecho un nuevo
mundo y en la que los espíritus estaban ansiosos de mi vuelta, porque sabían
que para ellos mi enseñanza es su libertad, su elevación y por lo que
alcanzarán la paz.
Unos han esperado esta era, morando en el valle espiritual,
otros han esperado el milagro siendo moradores de esta Tierra. Bienaventurados
los que supieron esperar con su lámpara encendida como las vírgenes prudentes
de la parábola.
También en el Segundo Tiempo los espíritus esperaban
ansiosamente la llegada del Mesías; unos en el mundo material, otros desde las
moradas espirituales; es que Cristo es la puerta, es la llave, es el camino y
los espíritus lo saben.
En Mí, está el poder para despertar al espíritu de la
humanidad y de cierto os digo, que esa hora se acerca y no habrá uno que no se
estremezca a mi llamado. Unos despertarán del materialismo que los tenía
aletargados; otros de su embriaguez de sangre y de placeres, otros lo harán del
sueño de su ignorancia, cuya noche de tiniebla y fanatismo ha sido muy grande.
En el instante en que se haga la luz espiritual en la
humanidad, de los espíritus brotarán oraciones y preguntarán a su Señor qué
deberán hacer para agradarle y así poder acercarse a su presencia.
Analizad mi palabra, discípulos, y encontraréis en su
esencia la sabiduría, para que vuestro espíritu se instruya en la Doctrina de
amor del
Padre, porque es a vuestro espíritu a quien le he venido a hablar, a
instruir, preparándole para una vida más elevada.
Ya sabéis que el cuerpo sólo es instrumento para el
espíritu, prueba de ello es que es mortal y pasajero, en cambio el espíritu
está destinado para la eternidad.
Cuán ignorante de las enseñanzas espirituales encuentro a
esta humanidad, y es porque se le ha enseñado mi Ley y mi Doctrina sólo como
una moral que le sirva de ayuda y no como el sendero que conduce a su espíritu
a la mansión perfecta.
Las distintas religiones han venido sembrando en el corazón
del hombre un falso temor hacia el conocimiento espiritual, lo que ha
ocasionado que huyan de mis revelaciones y que se vayan hundiendo en las
tinieblas de la ignorancia, argumentando que la vida espiritual es un misterio
impenetrable.
Mientras los que esto afirman. Todas las revelaciones que
Dios hizo al hombre desde el principio de la humanidad, le han venido hablando
de la vida espiritual. Cierto es que no os había dado toda mi enseñanza, porque
no estabais capacitados para saberlo todo, sino hasta que fuera llegado el
tiempo, pero lo revelado por el Padre hasta hoy, os basta para tener un
conocimiento completo de la vida espiritual.
Pueblo amado: Llamad venturoso a este tiempo, porque en él
habéis tenido la visita de vuestro Señor y si queréis señalar con fecha este
gran acontecimiento, marcadlo con el año de 1866, que fue cuando Elías os
afirmó que se acercaba la hora de mi presencia entre este pueblo. Desde
entonces vengo entresacando a mis discípulos para que me sigan fielmente por
este camino.
¿Queréis seguirme, queréis ser de mis discípulos? Venid en
pos de Mí con la mansedumbre y la confianza con que Pedro, Andrés, Santiago y
Juan me siguieron, dejando detrás de sí a los seres amados, sus barcas y sus
redes para convertirse según les dije en pescadores de hombres.
Hoy vengo a preparar un pueblo, que dé testimonio de mi
verdad. ¿Por quiénes voy a manifestarme en el mundo, si no es por medio de mis
discípulos?
Quiero que meditéis profundamente en mi palabra antes de
lanzaros al camino del cumplimiento, preparaos porque los hombres están fuertes en sus convicciones. Desarrollaos lo mismo en pensamiento, que
en palabras y obras, así nada tendréis que temer.
Sí, pueblo, ya veo que estáis tratando de practicar mis
enseñanzas, de vivir cumpliendo con mi Ley para agradarme con vuestros actos.
El Maestro os bendice y os anima a perseverar en la regeneración para que
alcancéis la espiritualidad.
Después de la partida de mi palabra, haréis lo que hicieron
mis apóstoles del Segundo Tiempo: Ellos se reunían para orar y de esta manera
recibirán la luz divina que los guiaba en cada uno de sus pasos. Por medio de
la oración espiritual que es la que he venido a enseñaros, se comunicaban con
su Señor, se animaban con su presencia y llegaban a comprender cuál era la
voluntad de su Maestro. Ahora comprenderéis por qué les tomé como base o
cimiento de mi Iglesia. ¿Sabéis que quiero formar un nuevo templo? ¿Quiénes
formarán los cimientos de este santuario? Yo escogeré a los fuertes, a los
fieles en la virtud, a los comprensivos y a los caritativos porque sus ejemplos
serán dignos de imitarse.
El arcano de vuestro Padre se encuentra presto a desbordar
su herencia en el espíritu de la humanidad.
En vuestra Nación he cumplido mi promesa de volver entre los
hombres, mas no por ello vayan a sentirse privilegiados entre el resto de la
humanidad, quienes hayan tenido la gracia de escuchar mis enseñanzas, porque la
esencia de mi palabra llegará a todo corazón a su debido tiempo, diciéndoles:
Bienvenidos seáis, mis hijos, que sin cansancio llegáis hasta mi presencia para
escuchar mi palabra. Sois los discípulos entresacados de las grandes turbas que
a Mí han venido y vuestro corazón lleno de fe, creyendo firmemente en esta
manifestación, recibe mi palabra y mis máximas como simiente de verdad.
Llegasteis con un fardo de sufrimiento e imperfecciones,
hambrientos y sedientos de paz y de ternura, y el Maestro no se detuvo a
contemplar vuestras manchas para sentaros a su mesa y serviros el mejor manjar.
Hicisteis al Padre un relato de toda vuestra vida y las vicisitudes del camino,
mostrasteis la desnudez de vuestro espíritu, cuya vestidura se llevaron en
jirones los aires huracanados. Conmovido el Padre os llevó a la fuente donde
lavasteis vuestras manchas, os dio nuevas y limpias vestiduras y sentándoos en
torno a Él, os dio la primera lección que fue para vosotros como un ósculo,
como una caricia y como una gota de bálsamo.
Así empecé a formar en el corazón de cada discípulo mi libro
de sabiduría y amor que no debéis cerrar jamás, porque su contenido no sólo os
pertenece a vosotros. En sus páginas existe fortaleza para vuestras pruebas y
luz para disipar la ignorancia.
Vengo a vosotros, porque vuestros hermanos que tienen el saber,
han ocultado la verdad a la humanidad y han llenado de egoísmo su corazón. Yo
no os vengo a vender mi amor, ni mi palabra, ni mis bendiciones. Sólo espero
que estéis preparados para enviaros a las comarcas y a las aldeas a llevar a
vuestros hermanos la buena nueva de mi Doctrina, porque en todo el mundo hay
hombres que esperan mi llegada. Quiero que para 1950, que es el tiempo en que
dejaré de comunicarme bajo esta forma, os encontréis fuertes para empezar la
lucha.
Os he apartado del fanatismo y de la idolatría para llenar
vuestro corazón con la esencia de mi enseñanza para que os elevéis a vuestro
Señor, entregándole un culto limpio, espiritual y sencillo. Así como os he
enseñado, quiero que enseñéis a vuestros hermanos.
Cuando los elementos se desaten, estad unidos, discípulos, y
por vuestras buenas obras, elevación, fe y unificación, derramaré entre
vosotros mis prodigios que serán testimonio para los incrédulos de que Yo estoy
con vosotros.
Las revelaciones que mi arcano encierra y que están
reservadas para vosotros, aún son un misterio porque no os habéis hecho
merecedores de ellas.
No está lejos el día en que cese de hablaros en esta forma,
quiero que para entonces estéis preparados, que no haya un solo discípulo que
ignore cómo orar ante el Señor.
Las pruebas de la vida están dando temple a vuestro
espíritu, no os rebeléis ni reneguéis de ellas porque después, cuando el
torbellino haya pasado, lloraréis de pesar por haberme ofendido con vuestra
desconfianza. Recordad que os he dejado armas para que os sepáis defender,
ellas son: la oración y la fe.
Orad y si el vendaval azotando vuestro hogar llegase a
derribar su puerta, en verdad os digo que la flama de vuestra lámpara,
aparentemente débil, no se apagará.
Cuando miréis que del camino se apartan los que habéis
convertido y con desprecio arrojan el pan que les habíais ofrecido, vuestro
corazón se llena de dolor y venís triste ante el Maestro para
depositar en El vuestras cuitas, mas el Maestro os dice: Si es la ingratitud la
que guía los pasos de aquellos, no temáis, dejadles ir, velad y orad por ellos,
mas si os han dejado porque les faltaron vuestros cuidados y ejemplos, de ello
tendréis que responderme.
Si unos arrojan el pan y se marchan, otros vendrán,
recogerán las migajas y con ellas alcanzarán la paz y la bienandanza. Los que
se alejaron retornarán en busca de mis labriegos porque en el desierto les
sorprenderá el hambre y la sed. Vosotros que no habéis sido enviados para
juzgar las faltas de vuestros hermanos, les recibiréis con buena voluntad. A
quien viniere enfermo, le sanaréis y al que llegare hambriento le alimentaréis.
Si a pesar de haberles prestado vuestra ayuda os desconocen,
perdonadles. Yo seré quien juzgue su causa.
Vuestro pasado espiritual es un misterio para vosotros, por
eso os digo que toméis con mansedumbre vuestras pruebas, porque estáis en un
tiempo de juicio y de restitución espiritual.
Los tiempos en que veníais al mundo a recibir honores,
goces, placeres, o acumular riquezas, han pasado; hoy venís a vivir en la
humildad, a purificaros, a elevaros con las pruebas y a servir a vuestro Señor
siendo útiles a vuestros semejantes.
Escribid en vuestro corazón un libro con vuestras buenas
obras y él os dará paz en esta vida y dicha infinita en la eternidad.
Si alguien acumulase riquezas a cambio de mi palabra y de
mis dones, vuelvo a deciros como en el Segundo Tiempo: "Antes pasaría un
camello por el ojo de una aguja, que ése penetrase en el Reino de los
cielos". Cuán meritorio es contemplar ante Mí a los que ayer gozaron
satisfacciones, glorias y comodidades y hoy siguen mis pasos llenos de
mansedumbre y de humildad.
Entre vosotros hay algunos a quienes he probado como a Job,
porque no es mi voluntad que los espíritus se aletarguen, quiero que sean
diligentes en el camino.
Llegará para cada quien un instante en que la voz del juez
os pregunte no sólo por la palabra que como Maestro os legó, sino también de lo
que hicisteis en el cumplimiento de vuestra misión.
Preparad vuestros dones espirituales de videncia, intuición
y presentimiento, para que os sea dada a conocer en sentido figurado la prueba que os corresponde y vosotros con vuestra oración sepáis
vencerla.
Dejad que mi palabra os guíe, ya que estáis convencidos de
que os la estoy entregando para vuestro bien.
Os parecen nuevas estas enseñanzas porque las habéis
olvidado; mas ahora en el Tercer Tiempo nuevamente os las vengo entregando. Os
tengo preparada, una gran campiña a la cual os invito para que en ella
aprendáis a sembrar la simiente de eternidad que os estoy confiando.
Vengo a preparar a mis nuevos discípulos, para que alcancen
mediante su fe y caridad, potestad sobre las enfermedades del cuerpo y del
espíritu y sobre los elementos de la creación.
Comprended que ya no es tiempo de que viváis en la
ignorancia, hoy vivís en la era de la luz, de las grandes revelaciones que os
ofrece mi enseñanza. ¿Imagináis la sabiduría que habríais alcanzado, si desde
los primeros tiempos hubieseis practicado mis lecciones cumpliendo con mi Ley?
Más os habéis entregado a los placeres del mundo estacionándoos en el camino de
vuestra evolución espiritual. Por eso hoy que he llegado con mi nueva lección,
ésta os parece extraña, incomprensible y fuera de vuestra manera de vivir. Pero
os bastará meditar en una sola de mis cátedras para que reconozcáis la verdad
de mi palabra, entonces veréis que lo extraño no es mi Doctrina, sino vuestra
manera de ser fuera de mi Ley.
Venid a mi campiña, recordad mi enseñanza que habéis
olvidado, borrad toda mala simiente y os mostraré la enseñanza que hasta hoy no
habíais contemplado. Así os haré salir del estancamiento, de vuestro fanatismo,
para haceros penetrar a una vida verdadera, aquella que debáis haber vivido
desde el principio de vuestra formación.
¿Veis cuán humilde es esta palabra que florece en los labios
de los portavoces? De cierto os digo que ella en su sencillez, llevará luz a
los hombres, para que comprendan mis revelaciones que por medio de la ciencia y
de la teología no habían llegado a comprender.
Los buenos discípulos, los perseverantes, los fieles, serán
los que analicen esta Doctrina. Ellos también serán humildes, pero a pesar de
su sencillez asombrarán a sus hermanos con la sabiduría de sus
interpretaciones.
Mi pueblo no hablará solamente de mis enseñanzas, sino que
con sus obras deberá enseñar a la humanidad como se cumple y se respeta mi ley.
Sabrá dar sin egoísmo cuanto de su Señor haya recibido y mostrará su celo por
la verdad y pureza del tesoro que se le ha confiado.
Enseñad a vuestros hermanos con obras buenas y elevadas.
Pensad que desde aquí debéis ir purificando a vuestro espíritu para que sea
digno de pasar a otra morada en su camino de evolución espiritual.
Tomad de mi enseñanza la fortaleza necesaria para ir
apartando los obstáculos que encontréis a vuestro paso; ya sabéis que el arma
que todo lo vence es el amor, muy grande será el gozo del que salga triunfante
en esa lucha y se presente ante Mi como el soldado victorioso después de haber
ganado esa batalla.
Recordad que soy Yo quien os ha dado el arma del amor y que
además os he enseñado a combatir para ganar las grandes batallas. ¿Qué tenéis
entonces que buscar por otros caminos, cuando todo os lo estoy entregando por
el sendero de la verdad?
He venido a manifestarme por el entendimiento de los torpes,
he llegado a abrir los ojos de los ciegos a la luz de la verdad, para que se
purifiquen de sus pecados al sentirse amados por su Señor. ¿No se os profetizó
desde el Segundo Tiempo, que llegaría el día en que todo ojo me contemplaría?
El que esté limpio me verá y ése será su premio; aquel que lleve manchas en su
corazón, también me verá y ésa será su salvación. El que abre sus ojos delante
de mi luz, penetra en el misterio y conoce el por qué de mis revelaciones. Ese,
conociendo mi verdad caminará con firmeza en el futuro.
Interpretad justamente mi enseñanza, no penséis que mi
Espíritu goza viendo vuestros sufrimientos en la Tierra, o que vengo a privaros
de todo lo que os es grato para con ello gozarme. Vengo a haceros reconocer y
respetar mis leyes, porque son dignas de vuestro respeto y acatamiento, y
porque obedecerlas os traerá la felicidad y la paz eterna.
A través de Jesús os enseñé a dar a Dios lo que es de Dios y
al César lo que es del César, mas para los hombres de hoy, sólo existe el César
y a su Señor nada tienen que ofrecerle. Si al menos dieseis al mundo lo justo,
vuestras penas en él serían menores, pero el César os ha dictado leyes
absurdas, os ha convertido en sus esclavos y os quita la vida sin daros nada en
compensación.
Ved cuán distinta es mi Ley, que no esclaviza al cuerpo ni
al espíritu, sólo os convence con amor y os guía con dulzura; todo os lo da a
cambio de nada, todo os lo premia y lo compensa a lo largo del camino.
Discípulos: Comprended y estudiad mis lecciones, quiero
formar con vosotros un pueblo que sea el depositario de mi sabiduría, porque
todo estará preparado para que cumpláis grandes misiones. No os acobardéis al
primer toque de alarma, sabed ir al encuentro de quien se dice vuestro enemigo y
perdonadle, amadle e instruidle con mis enseñanzas.
Así quiero que estéis preparados para el día de mi partida.
Todos sabéis que 1950 es la fecha señalada por mi voluntad, para dejar de
comunicarme por el entendimiento del portavoz y como mi palabra siempre se
cumple, ese día terminará esta comunicación que marcó para vosotros el
principio del Tercer Tiempo.
No intentéis cambiar esa fecha, ni tratéis por ningún medio
de retener la manifestación de mi palabra bajo esta forma ni la del mundo
espiritual. Desde ahora os digo, que quienes así lo hicieran ya no estarán
iluminados por la luz del Maestro.
¿Por qué habríais de caer en tal profanación, cuando os he
anunciado y prometido que después de este tiempo os comunicaréis conmigo de
espíritu a Espíritu aun cuando no hayáis sido pedestales?
También os digo en este instante, que los profetas de este
tiempo, tienen el deber de prepararse, porque tienen la misión de prevenir a
las nuevas multitudes de las pruebas que les esperan. A ellos les revelaré
grandes profecías para que os ayuden a no caer en tentación.
¡Mi paz sea con vosotros!
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