sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 22

Este es un tiempo de gran luz para el pueblo de Israel, en el que estoy despertando a los espíritus de diversas moradas, en los diferentes caminos de la Tierra; para que todos mis hijos lleguen a Mí llenos de comprensión y amor a recibir su heredad.
Voy escogiendo entre la humanidad a hombres, mujeres, ancianos y niños, en los que se albergan los espíritus de Israel, que son los primogénitos de mi Divinidad, responsables de mis revelaciones.
En los tres tiempos he reunido y congregado a mi pueblo, y en esta Tercera Era se ha sorprendido vuestro espíritu con mi presencia y mi palabra a través del entendimiento humano, porque no creísteis que Cristo, el Verbo Divino, viniera a comunicarse con vosotros bajo esta forma. Habiéndoos anunciado mi retorno como Espíritu Santo a través de los profetas, no velasteis esperando mi llegada, y ahora que tenéis mi manifestación entre vosotros, no me habéis reconocido, por vuestra falta de espiritualidad, de estudio en las enseñanzas divinas. Más debéis comprender que en cualquier forma en que me manifieste a vosotros, siempre seré esencia, presencia y potencia, verdad y amor.
Entonces ¿Por qué habéis dudado de mí en los tres tiempos en que me he manifestado ante vosotros? ¿Acaso os he ocultado las señales y el tiempo de mi llegada, para que la humanidad se confundiera? No, en verdad. Los que dudáis de mi presencia, callad, sellad vuestros labios, seguid escuchándome incansablemente, hasta que confeséis que soy Yo, vuestro Señor, quien ha venido a comunicarse a través del entendimiento humano. Si me estoy manifestando por conducto de hombres y mujeres, cuyas imperfecciones y flaquezas son semejantes a las vuestras, es porque he buscado por quien comunicarme y no he encontrado un corazón casto y puro para manifestarme en todo mi esplendor.
He buscado entre la niñez y contemplo que mientras su carne es inocente, su espíritu lleva consigo una cadena de vicios que ha recogido en los tiempos pasados y se ha olvidado de que ha vuelto a encarnar en este planeta tan sólo para purificarse por medio de una nueva envoltura. He buscado entre la juventud un corazón puro y he contemplado que el mancebo se ha manchado y lleva lacras en su espíritu; y en la doncella está el germen de la tentación. Entre los ancianos miro tan sólo a seres cansados y confundidos por las vicisitudes de la vida. En los científicos se encuentra el materialismo y la soberbia, porque habiéndoles mostrado los secretos de la Naturaleza, se han sentido grandes y han querido convertirse en dioses en este mundo. Y entre los que se dicen ministros de mi Divinidad, sólo descubro al hipócrita y al fariseo del Tercer Tiempo. Por ello os digo: He escogido entre los pecadores a los que he nombrado portavoces, que son iguales a vosotros, y que por este don que les he entregado, están restituyendo y se están salvando. En el instante en que desciende mi rayo para iluminarlos y así preparados comunicarme por su conducto, aparto la mancha, recibo su elevación, y mi mundo espiritual, a quien han sido encomendados para velar por sus pasos, los prepara y dignifica.
Yo podría manifestarme visiblemente o hacer resonar mi voz, como la escuchasteis en el Primer Tiempo en el monte Sinaí, pero en esa forma ¿Qué méritos de fe haríais delante de Mí? Ninguno, porque la virtud de la fe es un peldaño en la escala de vuestra elevación. Más no por eso me oculto, y si me comunico por el conducto del hombre es porque os amo y os estoy dando una lección más elevada y quiero que en su perfección me reconozcáis.
En el espíritu del hombre que es mi obra maestra, he puesto mi luz divina, lo he cultivado con infinito amor, como el jardinero cultiva la planta mimada de su jardín. Os he colocado en esta morada en donde nada os haga falta para vivir, para que me conozcáis y os conozcáis a vosotros mismos. Os he dado potestad en el espíritu para sentir la vida del Más Allá y en vuestra materia sentidos para que os recreéis y perfeccionéis. Os he entregado este mundo para que en él comencéis a dar vuestros primeros pasos, y en este camino de progreso y perfeccionamiento experimentéis la perfección de mi Ley, para que a través de vuestra vida me vayáis reconociendo y amando, y por vuestros méritos lleguéis a Mí.
Os he otorgado el don del libre albedrío y os he dotado de conciencia. El primero para que os desarrolléis libremente dentro de mis leyes y la segunda, para que sepáis distinguir el bien del mal, para que ella como juez perfecto os diga cuándo cumplís o faltáis a mi Ley.
La conciencia es luz de mi Espíritu Divino que no se aparta en ningún momento de vosotros.
Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, soy la paz y la bienandanza, la promesa eterna de que estaréis conmigo y también el cumplimiento de todas mis palabras.
Si sentís desconfianza ante la vida, si os consideráis impotentes para la lucha, orad, comunicaos conmigo y permaneced en el sendero de paz que os traza mi amor. Enmendad vuestros yerros, regeneraos y perdonad al que os ofenda. Resignaos en las pruebas, y sentiréis mi fortaleza y paz, a pesar de las vicisitudes de la vida.
El Maestro se apresura a enseñaros y a derramar su sabiduría en vuestro espíritu y corazón, porque sólo un corto tiempo os hablaré bajo esta forma. Quiero dejaros como herencia mi palabra, para que la guardéis celosamente. Ella es la verdad, y si la dais a conocer a vuestros hermanos, con su pureza original y con vuestras buenas obras, habréis cumplido vuestra misión espiritual.
Los que en el instante de mi partida me digan: "Señor, te apartas de nosotros y nos dejas en la orfandad", esos serán los que han sido sordos y ciegos ante mis manifestaciones y no han querido comprender mi lección.
Ha mucho tiempo que he contemplado fanatismo e idolatría en vuestro culto; traéis a estas casas de oración, ofrendas materiales que no llegan a Mí, por ello os he invitado a que analicéis mi palabra, para que vuestro espíritu evolucione, porque la etapa de preparación está terminando y es necesario que deis un paso adelante en la comprensión de mis enseñanzas.
Los profanos se convertirán en párvulos, los párvulos en discípulos y los discípulos en ejemplos vivos de humildad, caridad y sabiduría. Muchos de ellos se encuentran entre estas muchedumbres, pero también los hay diseminados entre los científicos y entre las religiones y sectas.
No os envanezcáis con los frutos de vuestra ciencia, porque ahora que tantos adelantos habéis hecho en ella, es cuando más sufre la humanidad, cuando hay más miseria, intranquilidad, enfermedades y guerras fratricidas.
El hombre no ha descubierto aún la verdadera ciencia, aquella que se logra por el camino del amor.
Mirad cómo la vanidad os ha cegado; cada nación quisiese tener a los sabios más grandes de la Tierra. En verdad os digo que los científicos no han penetrado profundamente en los arcanos del Señor. Puedo deciros que es todavía superficial el conocimiento que de la vida tiene el hombre.
Se acerca el tiempo en que las revelaciones espirituales, descubran a la humanidad la senda luminosa para llegar a conocer los misterios que se esconden en el seno de la Creación. La luz de mi espíritu os revelará la forma de adquirir la verdadera ciencia que le permita al hombre ser reconocido y obedecido por las criaturas que os rodean y por los elementos de la Creación, cumpliéndose así mi voluntad de que el hombre llegase a enseñorearse de la Tierra, más eso será cuando el espíritu del hombre iluminado por la conciencia, haya impuesto su potestad y su luz a las flaquezas de la materia.
¿Cómo podrán someterse a la voluntad del hombre las fuerzas y los elementos de la Creación, cuando a ellos los mueven sentimientos egoístas, mientras a la Naturaleza la rige mi Ley de amor?
Es menester que los ideales de la humanidad se encaminen por sendas de justicia, guiados por la verdad de una enseñanza perfecta, que le revele el sentido de la vida eterna y esa enseñanza es esta Doctrina espiritual, la que en el transcurso de los tiempos transformará vuestra vida espiritual y humana.
El hombre por sí solo es incapaz de recibir mi palabra y modificar sus costumbres, tendencias, ambiciones e ideales, por eso he permitido que el dolor por un tiempo les estremezca, más cuando el cáliz les sea más amargo y reconozcan ante el juez de su conciencia sus errores, invocarán mi nombre, me buscarán, volverán a mi redil de amor las ovejas perdidas, y todos mis hijos serán llenos de la luz de mi Espíritu para empezar una nueva forma de vida.
No he venido a poner defectos a vuestras obras en la Tierra, no, vengo a señalaros vuestros errores, porque quiero que alcancéis la perfección que os corresponde por herencia eterna. Vuestro espíritu no se perderá porque es un destello de la luz divina e imagen de vuestro Padre y Creador.
¿Qué sería de vuestro espíritu si me consagrase a ensalzar vuestras obras humanas y le dejase indefinidamente abandonado a las pasiones terrestres?
Si he venido a vosotros es porque os amo, si os hablo en apariencia con severidad, en mi palabra está mi justicia y mi amor. Si os hago conocer mi verdad, aunque ella a veces os cause dolor, es porque quiero vuestra salvación.
No rechacéis mi palabra, analizadla para que en su esencia encontréis la doctrina capaz de obrar el milagro de transformar este valle de lágrimas, hoy convertido en campo de sangrientas batallas entre hermanos, en un valle de paz en donde solo viva una familia, la humanidad, practicando las leyes justas, perfectas y amorosas que vuestro Padre os ha inspirado, porque en el cumplimiento de ellas hallaréis la felicidad.
Pocos discípulos he tenido en este mundo y en menor número los que han sido cual imagen del Divino Maestro. En el valle espiritual, es donde tengo muchos discípulos, porque es en donde más se adelanta en el estudio de mis enseñanzas. Allí reciben de su Maestro lo que la humanidad les negó. Allí es en donde brillan por su virtud los que por su humildad fueron ignorados en la Tierra y en donde lloran tristes y arrepentidos los que brillaron con falsa luz en este mundo.
En el más allá, es en donde os recibo como no lo esperabais en la Tierra, cuando restituyáis llorando, pero bendiciéndome. No importa que a lo largo de vuestra jornada, hayáis tenido un instante de desesperación, Yo tomaré en cuenta que tuvisteis días de grandes dolores y que en ellos demostrasteis resignación y bendijisteis mi nombre. También vosotros dentro de vuestra pequeñez habéis recorrido algunos calvarios, aunque éstos hayan sido causados por vuestra desobediencia.
He ahí, que por unos instantes de fidelidad y de amor a Dios, logréis tiempos de vida y de gracia en el más allá. Así responde mi amor eterno, al amor momentáneo del hombre.
Bienaventurados los que cayendo y levantándose, van llorando y bendiciéndome, los heridos por sus propios hermanos, confían en Mí muy dentro de su corazón. Esos pequeños y tristes, escarnecidos, pero mansos y por lo mismo fuertes de espíritu, son verdaderamente mis discípulos.
Alegraos porque con estas lecciones progresaréis en vuestra evolución, aun cuando haya quienes dejándose guiar por ligeros juicios, piensen lo contrario. Durante siglos habéis tenido sed de conocer algo más de lo que conocíais y todavía tenéis el corazón marchito de amor a pesar de tantas creencias como habéis tenido. Más pronto os agruparéis en torno al amor perfecto que emana del Libro de la Vida Verdadera que es esta palabra.
Agonizáis de sed espiritual, os marchitáis por falta del rocío de amor y afectos puros; os sentís solos y por eso he venido a derramar entre vosotros la fragancia inconfundible de mi amor que hará renacer y florecer a vuestro espíritu en la virtud.
Escuchadme, discípulos, para que arranquéis de vuestro entendimiento antiguas creencias. La Cristiandad se dividió en sectas que no se aman entre sí, que humillan, desprecian y amenazan con falsos juicios a sus hermanos. Yo os digo que son cristianos sin amor, por lo tanto no son cristianos porque Cristo es amor.
Hay quienes representan a Jehová como un anciano lleno de defectos humanos, vengativo, cruel y más terrible que el peor de vuestros jueces en la Tierra.
No os digo esto para que os burléis de nadie, sino para que vuestro concepto del amor divino se purifique. No sabéis ahora como me hayáis adorado en vuestro pasado.
Practicad el silencio que favorece al espíritu para que pueda encontrar a su Dios, ese silencio es como una fuente de conocimientos y todos los que en él penetran se llenan de la claridad de mi sabiduría. El silencio es como un lugar cerrado con murallas indestructibles, al que sólo tiene acceso el espíritu. El hombre lleva constantemente en su interior, el conocimiento del lugar secreto en el que podrá comunicarse con Dios.
No importa el lugar donde os encontréis, doquiera podréis comunicaros con vuestro Señor, ya sea que estéis en la cumbre de la montaña o que os encontréis en la profundidad de un valle, en la inquietud de una ciudad, en la paz del hogar o en medio de una lucha; si me buscáis en el interior de vuestro santuario en medio del silencio profundo de vuestra elevación, al instante las puertas del recinto universal e invisible abrirán para que os sintáis verdaderamente en la casa de vuestro Padre, la cual existe en cada espíritu.
Cuando el dolor de las pruebas os agobie y las penas de la vida aniquilen a vuestros sentidos, si experimentáis un deseo intenso de alcanzar un poco de paz, retiraos a vuestra alcoba o buscad el silencio, la soledad de los campos, ahí elevad vuestro espíritu guiado por la conciencia y entrad en meditación. El silencio es el reino del espíritu, reino que es invisible a los ojos materiales.
En el instante de penetrar al éxtasis espiritual, es cuando se logra que despierten los sentidos superiores, surge la intuición, la inspiración brilla, el futuro se presiente y la vida espiritual palpa lo distante y hace posible lo que antes le parecía inalcanzable.
Si queréis penetrar en el silencio de este santuario, de esta arca, vosotros mismos debéis ser los que preparéis el camino, porque sólo con verdadera pureza podréis penetrar en él.
Ahí existen dones y misiones que sólo han estado esperando que llegara la hora de vuestra preparación, para posarse en vuestro espíritu y convertiros en profetas y en maestros.
En esa Arca está todo el pasado, el presente y el futuro de los seres, ahí está el maná del espíritu, el pan de la vida eterna, del cual os dije a través de Jesús que "quien de él comiere, no llegará a morir jamás".
Vuestro espíritu se ha deleitado al escuchar mi palabra y ha encontrado una oportunidad para cumplir su misión, entre este pueblo de labriegos que estoy formando.
¡Cuántas aflicciones olvidáis mientras estáis dedicados a esta bendita labor de aconsejar, ungir y consolar a vuestros hermanos!
Vuestro espíritu se ha fortalecido y la materia ha sanado, pues Yo os he dicho que aquel que dé paz, bálsamo o haga la caridad en cualquiera de sus innumerables formas, verá en sí multiplicado lo que dio.
De esta manera os estoy apartando de los falsos placeres del mundo, de lo superfluo, para que vuestro corazón esté limpio y sea digno siempre de que por él pase mi caridad hacia los necesitados; para que no volváis a contaminaros de la maldad que reina por doquier.
Esa limpidez interior y exterior es esencial en mis discípulos, porque sólo así podréis ser creídos por vuestros hermanos cuando os levantéis a extender esta Buena Nueva. Sólo llevando sano y limpio el corazón podrán brotar de él obras buenas, y de vuestros labios palabras de luz.
A vuestro paso hallaréis tiniebla y confusión, y la única fuerza y potestad que tendréis para vencer con la verdad la impostura, será precisamente la limpidez de vuestros sentimientos, la pureza de vuestros hechos; no olvidéis que aunque ante vuestros semejantes aparentéis manifestar la verdad sin poseerla, a Mí no me podréis engañar.
01-022.49 Vuestra transformación debe ser profunda y verdadera, a tal grado que lo notéis en la espiritualidad con que lleguen al mundo vuestros hijos, esas generaciones nuevas, que son una promesa para la humanidad, hombres sanos de materia y de espíritu, no esclavos de las tentaciones, ni víctimas de las mentiras de sus hermanos, sino seres capaces de amarme en forma digna y amar a sus semejantes con verdad. Se acerca el tiempo en que los enemigos de mi Doctrina se levanten acechando vuestro paso, queriendo destruir vuestra simiente, mas Yo os digo que si la cuidáis como vuestra heredad sagrada, si veláis por lo que os he confiado, ninguna fuerza podrá destruir lo que con amor y en mi nombre sembréis en el corazón de vuestros hermanos.
Practicad mi palabra, predicad con hechos, testificad con buenas obras, palabras y pensamientos y vuestro testimonio será digno de mi enseñanza.
01-022.51 Velando y orando debéis esperar a los que tarde o temprano vendrán a buscaros. Los soldados regresarán de la guerra con el corazón deprimido y el espíritu sollozante; los mandatarios reconocerán sus yerros y llorarán públicamente sus faltas y las multitudes sedientas y hambrientas de justicia buscarán estas fuentes de luz espiritual en donde poder beber hasta saciar su necesidad de fe, de paz y de amor.
Mi Espíritu vela por cada ser y estoy pendiente hasta del último de vuestros pensamientos.
En verdad os digo, que allí en medio de los ejércitos que combaten por ideales y ambiciones terrestres, he descubierto en los instantes de reposo a los hombres de paz y de buena voluntad, convertidos en soldados por la fuerza. De su corazón se escapan los suspiros cuando mi nombre brota de sus labios y las lágrimas corren por sus mejillas con el recuerdo de los suyos: padres, esposas, hijos o hermanos. Entonces su espíritu, sin más templo que el santuario de su fe, sin más altar que su amor, ni más luz que la de su espíritu, se eleva hacia Mí en demanda de perdón por las muertes que involuntariamente ha ocasionado con sus armas. Me buscan para pedirme con todas las fuerzas de su ser que les permita retornar a su hogar o que, si han de caer bajo el golpe del enemigo, que cubra con mi manto de misericordia a los que dejan en la Tierra.
A todos los que buscan en esta forma mi perdón, Yo los bendigo porque ellos no tienen la culpa de matar, otros son los asesinos, los que habrán de responderme, llegada la hora de su juicio, de cuanto hayan hecho de las vidas humanas.
Muchos de ellos amando la paz, se preguntan por qué Yo he permitido que fuesen llevados hasta los mismos campos de batalla y de muerte, a lo cual Yo os digo que si su entendimiento humano no alcanza a comprender la razón que existe en el fondo de todo esto, su espíritu en cambio, sabe que está cumpliendo una restitución.
Sé también de los que olvidándose de los suyos, piensan en todos los pueblos, para llorar de dolor ante la realidad del falso cristianismo de la humanidad. Ellos, en sus oraciones me llaman, en sus meditaciones recuerdan que existe la promesa de mi retorno y que hasta las señales de mi nueva venida fueron predichas y escritas quedaron. Lleven en su corazón estas palabras y por eso, en cada día me preguntan cuándo será mi llegada por Oriente y Occidente, y por todos los puntos buscan las señales sin que sus ojos las descubran, y se sienten confusos.
No saben que todas las señales se verificaron ya y que por eso mi Espíritu comienza a manifestar su nueva fase en este tiempo.
Cuántas veces al escuchar mi voz espiritual, se han despertado preguntando: ¿Quién me ha llamado? Sin comprender el significado de mi mensaje. Otras veces la luz de la intuición ha sido tan clara en su entendimiento, que han logrado hechos sorprendentes que les han llenado de asombro.
El bálsamo para el herido o el moribundo, así como el pan o el agua, han llegado en forma milagrosa y experimentan, cómo la paz y la confianza los fortalece espiritual y materialmente en los instantes de mayor peligro.
Estos acontecimientos han hecho exclamar interiormente a los que viven velando y orando: "Señor, ¿No son pruebas de tu presencia estas manifestaciones que a diario nos das? ¿No prueba todo esto que tu Espíritu busca en este tiempo al nuestro para comunicarse de Maestro a discípulos, o de Padre a hijo?
Sí, discípulos amados, son pruebas de que mi Espíritu está vibrando sobre el vuestro, cumpliendo bajo una forma nueva mi promesa de volver entre los hombres.
Las señales que os anunciaron mi nueva manifestación, ya se cumplieron, no las visteis, ni tuvisteis noticia de ellas, mas Yo os digo, ¿Sentís mi presencia, presentís la llegada del nuevo tiempo? ¿Se sustenta vuestro corazón orando espiritualmente y vuestro espíritu se siente fortalecido si se deja guiar por la luz de la conciencia? Si así es, ¿Entonces para qué necesitáis de señales materiales que os anuncien mi presencia y den testimonio del cumplimiento de la profecía? Dejad que los fariseos y los escribas de este tiempo sean los que escudriñen. Dejad que sean los príncipes de los sacerdotes, medrosos de mi presencia, los que ausculten el espacio y la tierra en busca de las señales prometidas. Para ellos fueron concedidas, para los hombres de poca fe, para los que alardean de espiritualidad y tienen el corazón y el espíritu más duro que una roca; para ellos las señales que como voces de clarín dio la Naturaleza cuando mi manifestación espiritual estaba próxima a dar su luz sobre la humanidad.
En este momento de oración consagrado a la comunión con el Padre, olvidad todas vuestras preocupaciones, desechad las tentaciones que puedan apartar a vuestro espíritu del cumplimiento de mi Ley, libradlo de toda inquietud. En estos instantes sublimes, dejad que vuestra voluntad, sea la voluntad divina; abandonaos en el amor de vuestro Padre Celestial. Será entonces cuando contempléis realizarse como en el Segundo Tiempo las obras que llamáis milagros.
Cuando en vuestras oraciones os sintáis invadidos por mi paz, será señal de que habéis penetrado en comunión con mi Divinidad. La conciencia brillará como sol refulgente en vuestro espíritu y contemplaréis la luz del Espíritu Santo, en el altar de vuestro santuario. Todo lo veréis iluminando en estos instantes por el amor de Dios.
Los velos que por vuestra impreparación, os habían impedido comprender el significado de mis enseñanzas, serán descorridos y contemplaréis en el interior del Tabernáculo Eterno, el arcano del Señor, que es el origen de la vida, de donde brota la verdadera sabiduría.
¡Mi paz sea con vosotros!

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