Este es un tiempo de gran luz para el pueblo de Israel, en el que
estoy despertando a los espíritus de diversas moradas, en los diferentes
caminos de la Tierra; para que todos mis hijos lleguen a Mí llenos de
comprensión y amor a recibir su heredad.
Voy escogiendo entre la humanidad a hombres, mujeres, ancianos y
niños, en los que se albergan los espíritus de Israel, que son los primogénitos
de mi Divinidad, responsables de mis revelaciones.
En los tres tiempos he reunido y congregado a mi pueblo, y en esta
Tercera Era se ha sorprendido vuestro espíritu con mi presencia y mi palabra a
través del entendimiento humano, porque no creísteis que Cristo, el Verbo
Divino, viniera a comunicarse con vosotros bajo esta forma. Habiéndoos
anunciado mi retorno como Espíritu Santo a través de los profetas, no velasteis
esperando mi llegada, y ahora que tenéis mi manifestación entre vosotros, no me
habéis reconocido, por vuestra falta de espiritualidad, de estudio en las
enseñanzas divinas. Más debéis comprender que en cualquier forma en que me
manifieste a vosotros, siempre seré esencia, presencia y potencia, verdad y
amor.
Entonces ¿Por qué habéis dudado de mí en los tres tiempos en que me he
manifestado ante vosotros? ¿Acaso os he ocultado las señales y el tiempo de mi
llegada, para que la humanidad se confundiera? No, en verdad. Los que dudáis de
mi presencia, callad, sellad vuestros labios, seguid escuchándome
incansablemente, hasta que confeséis que soy Yo, vuestro Señor, quien ha venido
a comunicarse a través del entendimiento humano. Si me estoy manifestando por
conducto de hombres y mujeres, cuyas imperfecciones y flaquezas son semejantes
a las vuestras, es porque he buscado por quien comunicarme y no he encontrado
un corazón casto y puro para manifestarme en todo mi esplendor.
He buscado entre la niñez y contemplo que mientras su carne es
inocente, su espíritu lleva consigo una cadena de vicios que ha recogido en los
tiempos pasados y se ha olvidado de que ha vuelto a encarnar en este planeta
tan sólo para purificarse por medio de una nueva envoltura. He buscado entre la
juventud un corazón puro y he contemplado que el mancebo se ha manchado y lleva
lacras en su espíritu; y en la doncella está el germen de la tentación. Entre
los ancianos miro tan sólo a seres cansados y confundidos por las vicisitudes
de la vida. En los científicos se encuentra el materialismo y la soberbia,
porque habiéndoles mostrado los secretos de la Naturaleza, se han sentido
grandes y han querido convertirse en dioses en este mundo. Y entre los que se
dicen ministros de mi Divinidad, sólo descubro al hipócrita y al fariseo del
Tercer Tiempo. Por ello os digo: He escogido entre los pecadores a los que he
nombrado portavoces, que son iguales a vosotros, y que por este don que les he
entregado, están restituyendo y se están salvando. En el instante en que
desciende mi rayo para iluminarlos y así preparados comunicarme por su
conducto, aparto la mancha, recibo su elevación, y mi mundo espiritual, a quien
han sido encomendados para velar por sus pasos, los prepara y dignifica.
Yo podría manifestarme visiblemente o hacer resonar mi voz, como la
escuchasteis en el Primer Tiempo en el monte Sinaí, pero en esa forma ¿Qué
méritos de fe haríais delante de Mí? Ninguno, porque la virtud de la fe es un
peldaño en la escala de vuestra elevación. Más no por eso me oculto, y si me
comunico por el conducto del hombre es porque os amo y os estoy dando una
lección más elevada y quiero que en su perfección me reconozcáis.
En el espíritu del hombre que es mi obra maestra, he puesto mi luz divina,
lo he cultivado con infinito amor, como el jardinero cultiva la planta mimada
de su jardín. Os he colocado en esta morada en donde nada os haga falta para
vivir, para que me conozcáis y os conozcáis a vosotros mismos. Os he dado
potestad en el espíritu para sentir la vida del Más Allá y en vuestra materia
sentidos para que os recreéis y perfeccionéis. Os he entregado este mundo para
que en él comencéis a dar vuestros primeros pasos, y en este camino de progreso
y perfeccionamiento experimentéis la perfección de mi Ley, para que a través de
vuestra vida me vayáis reconociendo y amando, y por vuestros méritos lleguéis a
Mí.
Os he otorgado el don del libre albedrío y os he dotado de conciencia.
El primero para que os desarrolléis libremente dentro de mis leyes y la
segunda, para que sepáis distinguir el bien del mal, para que ella como juez
perfecto os diga cuándo cumplís o faltáis a mi Ley.
La conciencia es luz de mi Espíritu Divino que no se aparta en ningún
momento de vosotros.
Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, soy la paz y la bienandanza, la
promesa eterna de que estaréis conmigo y también el cumplimiento de todas mis
palabras.
Si sentís desconfianza ante la vida, si os consideráis impotentes para
la lucha, orad, comunicaos conmigo y permaneced en el sendero de paz que os
traza mi amor. Enmendad vuestros yerros, regeneraos y perdonad al que os
ofenda. Resignaos en las pruebas, y sentiréis mi fortaleza y paz, a pesar de
las vicisitudes de la vida.
El Maestro se apresura a enseñaros y a derramar su sabiduría en
vuestro espíritu y corazón, porque sólo un corto tiempo os hablaré bajo esta
forma. Quiero dejaros como herencia mi palabra, para que la guardéis
celosamente. Ella es la verdad, y si la dais a conocer a vuestros hermanos, con
su pureza original y con vuestras buenas obras, habréis cumplido vuestra misión
espiritual.
Los que en el instante de mi partida me digan: "Señor, te apartas
de nosotros y nos dejas en la orfandad", esos serán los que han sido
sordos y ciegos ante mis manifestaciones y no han querido comprender mi
lección.
Ha mucho tiempo que he contemplado fanatismo e idolatría en vuestro
culto; traéis a estas casas de oración, ofrendas materiales que no llegan a Mí,
por ello os he invitado a que analicéis mi palabra, para que vuestro espíritu
evolucione, porque la etapa de preparación está terminando y es necesario que
deis un paso adelante en la comprensión de mis enseñanzas.
Los profanos se convertirán en párvulos, los párvulos en discípulos y
los discípulos en ejemplos vivos de humildad, caridad y sabiduría. Muchos de
ellos se encuentran entre estas muchedumbres, pero también los hay diseminados
entre los científicos y entre las religiones y sectas.
No os envanezcáis con los frutos de vuestra ciencia, porque ahora que
tantos adelantos habéis hecho en ella, es cuando más sufre la humanidad, cuando
hay más miseria, intranquilidad, enfermedades y guerras fratricidas.
El hombre no ha descubierto aún la verdadera ciencia, aquella que se
logra por el camino del amor.
Mirad cómo la vanidad os ha cegado; cada nación quisiese tener a los
sabios más grandes de la Tierra. En verdad os digo que los científicos no han
penetrado profundamente en los arcanos del Señor. Puedo deciros que es todavía
superficial el conocimiento que de la vida tiene el hombre.
Se acerca el tiempo en que las revelaciones espirituales, descubran a
la humanidad la senda luminosa para llegar a conocer los misterios que se
esconden en el seno de la Creación. La luz de mi espíritu os revelará la forma
de adquirir la verdadera ciencia que le permita al hombre ser reconocido y
obedecido por las criaturas que os rodean y por los elementos de la Creación,
cumpliéndose así mi voluntad de que el hombre llegase a enseñorearse de la
Tierra, más eso será cuando el espíritu del hombre iluminado por la conciencia,
haya impuesto su potestad y su luz a las flaquezas de la materia.
¿Cómo podrán someterse a la voluntad del hombre las fuerzas y los
elementos de la Creación, cuando a ellos los mueven sentimientos egoístas,
mientras a la Naturaleza la rige mi Ley de amor?
Es menester que los ideales de la humanidad se encaminen por sendas de
justicia, guiados por la verdad de una enseñanza perfecta, que le revele el
sentido de la vida eterna y esa enseñanza es esta Doctrina espiritual, la que
en el transcurso de los tiempos transformará vuestra vida espiritual y humana.
El hombre por sí solo es incapaz de recibir mi palabra y modificar sus
costumbres, tendencias, ambiciones e ideales, por eso he permitido que el dolor
por un tiempo les estremezca, más cuando el cáliz les sea más amargo y
reconozcan ante el juez de su conciencia sus errores, invocarán mi nombre, me
buscarán, volverán a mi redil de amor las ovejas perdidas, y todos mis hijos
serán llenos de la luz de mi Espíritu para empezar una nueva forma de vida.
No he venido a poner defectos a vuestras obras en la Tierra, no, vengo
a señalaros vuestros errores, porque quiero que alcancéis la perfección que os
corresponde por herencia eterna. Vuestro espíritu no se perderá porque es un
destello de la luz divina e imagen de vuestro Padre y Creador.
¿Qué sería de vuestro espíritu si me consagrase a ensalzar vuestras
obras humanas y le dejase indefinidamente abandonado a las pasiones terrestres?
Si he venido a vosotros es porque os amo, si os hablo en apariencia
con severidad, en mi palabra está mi justicia y mi amor. Si os hago conocer mi
verdad, aunque ella a veces os cause dolor, es porque quiero vuestra salvación.
No rechacéis mi palabra, analizadla para que en su esencia encontréis
la doctrina capaz de obrar el milagro de transformar este valle de lágrimas,
hoy convertido en campo de sangrientas batallas entre hermanos, en un valle de
paz en donde solo viva una familia, la humanidad, practicando las leyes justas,
perfectas y amorosas que vuestro Padre os ha inspirado, porque en el
cumplimiento de ellas hallaréis la felicidad.
Pocos discípulos he tenido en este mundo y en menor número los que han
sido cual imagen del Divino Maestro. En el valle espiritual, es donde tengo
muchos discípulos, porque es en donde más se adelanta en el estudio de mis
enseñanzas. Allí reciben de su Maestro lo que la humanidad les negó. Allí es en
donde brillan por su virtud los que por su humildad fueron ignorados en la
Tierra y en donde lloran tristes y arrepentidos los que brillaron con falsa luz
en este mundo.
En el más allá, es en donde os recibo como no lo esperabais en la
Tierra, cuando restituyáis llorando, pero bendiciéndome. No importa que a lo
largo de vuestra jornada, hayáis tenido un instante de desesperación, Yo tomaré
en cuenta que tuvisteis días de grandes dolores y que en ellos demostrasteis
resignación y bendijisteis mi nombre. También vosotros dentro de vuestra
pequeñez habéis recorrido algunos calvarios, aunque éstos hayan sido causados
por vuestra desobediencia.
He ahí, que por unos instantes de fidelidad y de amor a Dios, logréis
tiempos de vida y de gracia en el más allá. Así responde mi amor eterno, al
amor momentáneo del hombre.
Bienaventurados los que cayendo y levantándose, van llorando y
bendiciéndome, los heridos por sus propios hermanos, confían en Mí muy dentro
de su corazón. Esos pequeños y tristes, escarnecidos, pero mansos y por lo
mismo fuertes de espíritu, son verdaderamente mis discípulos.
Alegraos porque con estas lecciones progresaréis en vuestra evolución,
aun cuando haya quienes dejándose guiar por ligeros juicios, piensen lo
contrario. Durante siglos habéis tenido sed de conocer algo más de lo que
conocíais y todavía tenéis el corazón marchito de amor a pesar de tantas
creencias como habéis tenido. Más pronto os agruparéis en torno al amor
perfecto que emana del Libro de la Vida Verdadera que es esta palabra.
Agonizáis de sed espiritual, os marchitáis por falta del rocío de amor
y afectos puros; os sentís solos y por eso he venido a derramar entre vosotros
la fragancia inconfundible de mi amor que hará renacer y florecer a vuestro
espíritu en la virtud.
Escuchadme, discípulos, para que arranquéis de vuestro entendimiento
antiguas creencias. La Cristiandad se dividió en sectas que no se aman entre sí,
que humillan, desprecian y amenazan con falsos juicios a sus hermanos. Yo os
digo que son cristianos sin amor, por lo tanto no son cristianos porque Cristo
es amor.
Hay quienes representan a Jehová como un anciano lleno de defectos
humanos, vengativo, cruel y más terrible que el peor de vuestros jueces en la
Tierra.
No os digo esto para que os burléis de nadie, sino para que vuestro
concepto del amor divino se purifique. No sabéis ahora como me hayáis adorado
en vuestro pasado.
Practicad el silencio que favorece al espíritu para que pueda
encontrar a su Dios, ese silencio es como una fuente de conocimientos y todos
los que en él penetran se llenan de la claridad de mi sabiduría. El silencio es
como un lugar cerrado con murallas indestructibles, al que sólo tiene acceso el
espíritu. El hombre lleva constantemente en su interior, el conocimiento del
lugar secreto en el que podrá comunicarse con Dios.
No importa el lugar donde os encontréis, doquiera podréis comunicaros
con vuestro Señor, ya sea que estéis en la cumbre de la montaña o que os
encontréis en la profundidad de un valle, en la inquietud de una ciudad, en la
paz del hogar o en medio de una lucha; si me buscáis en el interior de vuestro
santuario en medio del silencio profundo de vuestra elevación, al instante las
puertas del recinto universal e invisible abrirán para que os sintáis
verdaderamente en la casa de vuestro Padre, la cual existe en cada espíritu.
Cuando el dolor de las pruebas os agobie y las penas de la vida
aniquilen a vuestros sentidos, si experimentáis un deseo intenso de alcanzar un
poco de paz, retiraos a vuestra alcoba o buscad el silencio, la soledad de los
campos, ahí elevad vuestro espíritu guiado por la conciencia y entrad en
meditación. El silencio es el reino del espíritu, reino que es invisible a los
ojos materiales.
En el instante de penetrar al éxtasis espiritual, es cuando se logra
que despierten los sentidos superiores, surge la intuición, la inspiración
brilla, el futuro se presiente y la vida espiritual palpa lo distante y hace
posible lo que antes le parecía inalcanzable.
Si queréis penetrar en el silencio de este santuario, de esta arca,
vosotros mismos debéis ser los que preparéis el camino, porque sólo con
verdadera pureza podréis penetrar en él.
Ahí existen dones y misiones que sólo han estado esperando que llegara
la hora de vuestra preparación, para posarse en vuestro espíritu y convertiros
en profetas y en maestros.
En esa Arca está todo el pasado, el presente y el futuro de los seres,
ahí está el maná del espíritu, el pan de la vida eterna, del cual os dije a
través de Jesús que "quien de él comiere, no llegará a morir jamás".
Vuestro espíritu se ha deleitado al escuchar mi palabra y ha encontrado
una oportunidad para cumplir su misión, entre este pueblo de labriegos que
estoy formando.
¡Cuántas aflicciones olvidáis mientras estáis dedicados a esta bendita
labor de aconsejar, ungir y consolar a vuestros hermanos!
Vuestro espíritu se ha fortalecido y la materia ha sanado, pues Yo os
he dicho que aquel que dé paz, bálsamo o haga la caridad en cualquiera de sus
innumerables formas, verá en sí multiplicado lo que dio.
De esta manera os estoy apartando de los falsos placeres del mundo, de
lo superfluo, para que vuestro corazón esté limpio y sea digno siempre de que
por él pase mi caridad hacia los necesitados; para que no volváis a
contaminaros de la maldad que reina por doquier.
Esa limpidez interior y exterior es esencial en mis discípulos, porque
sólo así podréis ser creídos por vuestros hermanos cuando os levantéis a
extender esta Buena Nueva. Sólo llevando sano y limpio el corazón podrán brotar
de él obras buenas, y de vuestros labios palabras de luz.
A vuestro paso hallaréis tiniebla y confusión, y la única fuerza y
potestad que tendréis para vencer con la verdad la impostura, será precisamente
la limpidez de vuestros sentimientos, la pureza de vuestros hechos; no olvidéis
que aunque ante vuestros semejantes aparentéis manifestar la verdad sin
poseerla, a Mí no me podréis engañar.
01-022.49 Vuestra transformación debe ser profunda y verdadera, a tal
grado que lo notéis en la espiritualidad con que lleguen al mundo vuestros
hijos, esas generaciones nuevas, que son una promesa para la humanidad, hombres
sanos de materia y de espíritu, no esclavos de las tentaciones, ni víctimas de
las mentiras de sus hermanos, sino seres capaces de amarme en forma digna y
amar a sus semejantes con verdad. Se acerca el tiempo en que los enemigos de mi
Doctrina se levanten acechando vuestro paso, queriendo destruir vuestra
simiente, mas Yo os digo que si la cuidáis como vuestra heredad sagrada, si
veláis por lo que os he confiado, ninguna fuerza podrá destruir lo que con amor
y en mi nombre sembréis en el corazón de vuestros hermanos.
Practicad mi palabra, predicad con hechos, testificad con buenas
obras, palabras y pensamientos y vuestro testimonio será digno de mi enseñanza.
01-022.51 Velando y orando debéis esperar a los que tarde o temprano
vendrán a buscaros. Los soldados regresarán de la guerra con el corazón
deprimido y el espíritu sollozante; los mandatarios reconocerán sus yerros y
llorarán públicamente sus faltas y las multitudes sedientas y hambrientas de
justicia buscarán estas fuentes de luz espiritual en donde poder beber hasta
saciar su necesidad de fe, de paz y de amor.
Mi Espíritu vela por cada ser y estoy pendiente hasta del último de
vuestros pensamientos.
En verdad os digo, que allí en medio de los ejércitos que combaten por
ideales y ambiciones terrestres, he descubierto en los instantes de reposo a
los hombres de paz y de buena voluntad, convertidos en soldados por la fuerza.
De su corazón se escapan los suspiros cuando mi nombre brota de sus labios y
las lágrimas corren por sus mejillas con el recuerdo de los suyos: padres,
esposas, hijos o hermanos. Entonces su espíritu, sin más templo que el
santuario de su fe, sin más altar que su amor, ni más luz que la de su
espíritu, se eleva hacia Mí en demanda de perdón por las muertes que involuntariamente
ha ocasionado con sus armas. Me buscan para pedirme con todas las fuerzas de su
ser que les permita retornar a su hogar o que, si han de caer bajo el golpe del
enemigo, que cubra con mi manto de misericordia a los que dejan en la Tierra.
A todos los que buscan en esta forma mi perdón, Yo los bendigo porque
ellos no tienen la culpa de matar, otros son los asesinos, los que habrán de
responderme, llegada la hora de su juicio, de cuanto hayan hecho de las vidas
humanas.
Muchos de ellos amando la paz, se preguntan por qué Yo he permitido
que fuesen llevados hasta los mismos campos de batalla y de muerte, a lo cual
Yo os digo que si su entendimiento humano no alcanza a comprender la razón que
existe en el fondo de todo esto, su espíritu en cambio, sabe que está
cumpliendo una restitución.
Sé también de los que olvidándose de los suyos, piensan en todos los
pueblos, para llorar de dolor ante la realidad del falso cristianismo de la
humanidad. Ellos, en sus oraciones me llaman, en sus meditaciones recuerdan que
existe la promesa de mi retorno y que hasta las señales de mi nueva venida
fueron predichas y escritas quedaron. Lleven en su corazón estas palabras y por
eso, en cada día me preguntan cuándo será mi llegada por Oriente y Occidente, y
por todos los puntos buscan las señales sin que sus ojos las descubran, y se
sienten confusos.
No saben que todas las señales se verificaron ya y que por eso mi
Espíritu comienza a manifestar su nueva fase en este tiempo.
Cuántas veces al escuchar mi voz espiritual, se han despertado
preguntando: ¿Quién me ha llamado? Sin comprender el significado de mi mensaje.
Otras veces la luz de la intuición ha sido tan clara en su entendimiento, que
han logrado hechos sorprendentes que les han llenado de asombro.
El bálsamo para el herido o el moribundo, así como el pan o el agua,
han llegado en forma milagrosa y experimentan, cómo la paz y la confianza los
fortalece espiritual y materialmente en los instantes de mayor peligro.
Estos acontecimientos han hecho exclamar interiormente a los que viven
velando y orando: "Señor, ¿No son pruebas de tu presencia estas
manifestaciones que a diario nos das? ¿No prueba todo esto que tu Espíritu
busca en este tiempo al nuestro para comunicarse de Maestro a discípulos, o de
Padre a hijo?
Sí, discípulos amados, son pruebas de que mi Espíritu está vibrando
sobre el vuestro, cumpliendo bajo una forma nueva mi promesa de volver entre
los hombres.
Las señales que os anunciaron mi nueva manifestación, ya se
cumplieron, no las visteis, ni tuvisteis noticia de ellas, mas Yo os digo,
¿Sentís mi presencia, presentís la llegada del nuevo tiempo? ¿Se sustenta
vuestro corazón orando espiritualmente y vuestro espíritu se siente fortalecido
si se deja guiar por la luz de la conciencia? Si así es, ¿Entonces para qué
necesitáis de señales materiales que os anuncien mi presencia y den testimonio
del cumplimiento de la profecía? Dejad que los fariseos y los escribas de este
tiempo sean los que escudriñen. Dejad que sean los príncipes de los sacerdotes,
medrosos de mi presencia, los que ausculten el espacio y la tierra en busca de
las señales prometidas. Para ellos fueron concedidas, para los hombres de poca
fe, para los que alardean de espiritualidad y tienen el corazón y el espíritu
más duro que una roca; para ellos las señales que como voces de clarín dio la
Naturaleza cuando mi manifestación espiritual estaba próxima a dar su luz sobre
la humanidad.
En este momento de oración consagrado a
la comunión con el Padre, olvidad todas vuestras preocupaciones, desechad las
tentaciones que puedan apartar a vuestro espíritu del cumplimiento de mi Ley,
libradlo de toda inquietud. En estos instantes sublimes, dejad que vuestra
voluntad, sea la voluntad divina; abandonaos en el amor de vuestro Padre
Celestial. Será entonces cuando contempléis realizarse como en el Segundo
Tiempo las obras que llamáis milagros.
Cuando en vuestras oraciones os sintáis
invadidos por mi paz, será señal de que habéis penetrado en comunión con mi
Divinidad. La conciencia brillará como sol refulgente en vuestro espíritu y
contemplaréis la luz del Espíritu Santo, en el altar de vuestro santuario. Todo
lo veréis iluminando en estos instantes por el amor de Dios.
Los velos que por vuestra impreparación, os habían impedido comprender
el significado de mis enseñanzas, serán descorridos y contemplaréis en el
interior del Tabernáculo Eterno, el arcano del Señor, que es el origen de la
vida, de donde brota la verdadera sabiduría.
¡Mi paz sea con vosotros!
No hay comentarios:
Publicar un comentario