Benditos sean los que buscan estar en paz con su conciencia. Bendito
el que siembra la semilla de mi paz en el camino de sus semejantes.
Venid a Mí, siempre que os encontréis abatidos por las penas o por la
falta de fe, porque Yo soy la luz y la fuerza que os devolverá la tranquilidad
espiritual.
Cuando ya no me manifieste bajo esta forma, ¿En dónde me escucharéis?
En vuestra conciencia, porque a través de ella os estoy indicando el camino del
amor.
Cuando el mundo atraviesa por una era de desorientación espiritual,
cuando el hombre no comprende los misterios que entraña la vida espiritual, ni
sabe analizar y meditar en su misión, a pesar de estar capacitado para ello,
viene la claridad de mi palabra a iluminarle. La humanidad es testigo de que en
estos instantes los científicos consagran todo su tiempo y su fuerza mental,
para descubrir en la Naturaleza la respuesta a muchas interrogaciones y dudas
que la vida les presenta. Y la Naturaleza responde al llamado de los hombres,
dando testimonio de su Creador, que es fuente inagotable de sabiduría y amor,
pero también de justicia. Sin embargo, el libre albedrío de que ha sido dotado
el hombre no lo ha llevado a despertar a la luz de mi amor, y el espíritu sigue
arrastrando las cadenas del materialismo de las que no ha logrado libertarse.
Es como si tuviesen miedo de dar un paso adelante en la evolución,
acostumbrados a seguir estacionados en las tradiciones que les legaron sus
antepasados. El hombre teme pensar y creer por sí mismo, prefiere someterse a
la tradición de otros, privándose de su libertad para conocerme. Por esa causa
ha vivido en el atraso; mas el tiempo de la luz ha llegado para la humanidad y
con ella el hombre adquiere conocimientos propios, despierta, adelanta y se
sorprende ante la verdad de mi enseñanza.
¿Por qué si la humanidad ha presenciado el desarrollo de la ciencia y
ha visto descubrimientos que antes no hubiere creído, se resiste a creer en la
evolución del espíritu? ¿Por qué se obstina en lo que estaciona y aletarga?
Mi Doctrina y mis revelaciones de este tiempo, están de acuerdo con
vuestra evolución. No se envanezca el científico de su obra material y de su
ciencia, porque en ella ha estado siempre presente mi revelación y la ayuda de
los seres espirituales que desde el más allá os inspiran. El hombre es parte de
la Creación, tiene una misión que cumplir, como la tienen todas las criaturas
del Creador, pero a él se le ha dado una naturaleza espiritual, una
inteligencia y una voluntad propia para que alcance por su esfuerzo, el
desarrollo y perfeccionamiento del espíritu, que es lo más elevado que posee.
Por medio del espíritu el hombre puede concebir a su Creador, comprender sus
beneficios, así como admirar su sabiduría.
Si en vez de envaneceros con vuestros conocimientos terrestres, os
identificaseis con toda mi Obra, no existirían misterios para vosotros, os
reconoceríais como hermanos y os amaríais los unos a los otros como Yo os amo:
habría en vosotros bondad, caridad, amor, y por lo tanto unión con el Padre.
¡Cuán pequeños sois, cuando creyéndoos todo poderosos y grandes os
resistís a confesar que sobre el límite de vuestro poder y vuestra ciencia está
el del que en verdad todo lo sabe y todo lo puede! Entonces, os concretáis a
ser materia y sólo materia y parecéis insignificantes, porque quedáis sujetos
tan sólo a la ley natural que rige a los seres mortales y fugaces, que nacen,
crecen y mueren, sin dejar huella de su paso. ¿Hasta cuándo os levantaréis de
ese estado en que os encontráis? Tenéis que hacer un esfuerzo para contemplar
más allá del cielo que habéis forjado, para que lleguéis a la comprensión de
que sólo por méritos espirituales llegaréis al Padre.
No esperéis que otros inicien la marcha hacia Mí, venid, elevad
vuestra oración y en esta forma, comprenderéis lo que debéis hacer y sabréis la
misión que tenéis que cumplir. Vengo a invitaros a que os acerquéis a Mí, más
para ello, no es preciso que abandonéis las misiones, deberes y recreos de la
vida humana.
Habéis venido a morar a la Tierra en un tiempo en que los hombres
viven bajo el imperio de la ciencia humana, y sin embargo, en este tiempo
desarrollaréis vuestros dones espirituales: sanaréis al enfermo, profetizaréis
y alcanzaréis mayor altura en vuestra evolución espiritual.
La luz que ilumina vuestro interior os ayuda a predecir lo que ha de
venir, pero debéis prepararos para que ese don florezca. Nada debe de
estacionarse, todo debe caminar en armonía con la Creación.
No os entrego mi enseñanza sólo como un freno moral para vuestra
materia, es con ella con la que podréis escalar las mayores alturas de vuestra
perfección espiritual.
No vengo creando una nueva religión entre vosotros, esta Doctrina no
viene a desconocer a las religiones existentes, cuando ellas están basadas en
mi verdad. Es este un mensaje de amor divino para todos, un llamado a todas las
instituciones. Quien comprenda el propósito divino y cumpla mis preceptos, se
sentirá guiado hacia el progreso y elevación de su espíritu. Mientras el hombre
no comprenda la espiritualidad que debe tener en su vida, la paz estará muy
lejos de ser una realidad en el mundo, en cambio quien cumpla con mi Ley de
amor no temerá a la muerte ni al juicio que espera a su espíritu. Debéis saber
que no será hasta que la muerte os llegue cuando os juzgue vuestro Padre, sino
que este juicio empieza en cuanto comenzáis a daros cuenta de vuestras obras y
sentís el llamado de vuestra conciencia. Mi juicio está siempre sobre de
vosotros. En cada paso, ya sea en la vida humana o en vuestra vida espiritual,
estáis sujetos a mi juicio, pero aquí en el mundo, en la envoltura, el espíritu
se torna insensible y sordo a los llamados de la conciencia.
Yo os juzgo para ayudaros a abrir vuestros ojos a la luz, para
libertaros del pecado y salvaros del dolor.
En mi juicio, jamás tomo en cuenta las ofensas que hayáis podido
hacerme, porque ante mi tribunal nunca hace acto de presencia el rencor, la
venganza, ni siquiera el castigo.
Cuando el dolor llega a vuestro corazón y os toca en lo más sensible,
es para señalaros algún error que estáis cometiendo, para haceros comprender mi
enseñanza, y daros una nueva y sabia lección. En el fondo de cada una de esas
pruebas, está siempre presente mi amor.
Algunas ocasiones os he permitido que comprendáis el porqué de una
prueba, en otras no podéis encontrar el sentido de aquel toque de mi justicia y
es que en la Obra del Padre y en la vida de vuestro espíritu, existen misterios
profundos que la mente humana no alcanza a descifrar.
Os doy estas enseñanzas, para que no estéis en espera de que la muerte
llegue para empezar a saldar vuestras deudas, sino que debéis aprovechar las
pruebas que os presente vuestra vida, sabiendo que del amor, de la paciencia y
de la elevación con que las recibáis y cumpláis, dependerá que vuestro espíritu
llegue ante los umbrales de la vida eterna, despojado del fardo de pecados e
imperfecciones que llevó en su estancia en el mundo.
Está lejano el tiempo en que se os dijo: "Con la vara que midas
serás medido". ¡Cuántas veces se usó aquella ley para tomar venganza aquí
en la Tierra, haciendo a un lado todo sentimiento de caridad!
Ahora os digo, que esa vara de justicia, la he tomado Yo y con ella os
mediré según vosotros hayáis medido, aunque debo de aclararos que en cada uno
de mis juicios estará presente el Padre que mucho os ama, el Redentor que ha
venido a salvaros.
Es el hombre el que dicta con sus obras su sentencia, terribles
sentencias algunas veces, y es vuestro Señor el que os procura ayuda, para que
encontréis la forma en que podáis soportar vuestra expiación.
En verdad os digo, que si queréis evitaros una restitución demasiado
dolorosa, arrepentíos en tiempo oportuno y con una regeneración sincera
orientad vuestra vida, en obras de amor y caridad hacia vuestros hermanos.
Comprended que Yo soy la puerta salvadora, la puerta que jamás estará
cerrada para todos los que con verdadera fe me busquen.
Si queréis pruebas sobre la verdad de mis enseñanzas, os digo que ante
vuestros ojos tenéis las pruebas que me pedís para seguirme. ¿Cuáles son estas
pruebas? La regeneración de estos hombres y mujeres que hoy me sirven como
labriegos en mis tierras.
Tardía y penosa es en ocasiones esta jornada, pero nunca imposible de
recorrer. Delicada y difícil es la misión del discípulo espiritualista, mas no
imposible de darle cumplimiento, por lo que os digo a todos los que os
encontráis indecisos, que si dudáis de poderme cumplir, es porque sois hombres
de poca fe.
Mi campiña de amor la brindo a todos los que quieran hacer méritos
sirviendo a sus hermanos. Quienes lo han comprendido así, se han acercado
presurosos a Mí para pedirme una oportunidad de trabajar en mis tierras
benditas donde la semilla es la caridad.
Aquí los méritos tienen que ser verdaderos para que puedan ser
anotados por Mí en favor de quien los realiza. Las apariencias ante los demás
no tienen valor alguno ante Mí, por eso, mis labriegos están aprendiendo a
trabajar en silencio, a ser humildes y sinceros, a aborrecer la vanidad y a no
publicar jamás la caridad.
El pueblo no conoce la historia de cada uno de estos labriegos que día
tras día le sirven; ignora los esfuerzos, los sacrificios y renunciaciones que
han tenido que realizar mis servidores para hacerse dignos de llamarse mis
discípulos.
Muchos de estos hombres y mujeres que a través de sus dones
espirituales os llevan tanta alegría a vuestro corazón, que os hacen sentir mi
bálsamo y con su palabra os devuelven la paz, llevan en su corazón una pena
oculta que sólo mi mirada contempla.
¡Cuántos de ellos han sido desconocidos y hasta repudiados por sus
seres queridos, porque han tomado esta senda! Y los hieren, los calumnian y
amenazan, y ellos siguen cumpliendo con amor su misión, sintiendo los azotes y
las pedradas de las turbas, mientras caminan bajo el peso de su cruz, como su
Maestro.
Veo que queréis saber por qué algunos de ellos renuncian a seguir en
este cumplimiento, a lo cual os digo que no es porque no hayan soportado el
peso de su cruz, sino que el mundo les tentó y cedieron a la tentación, porque
quien toma la cruz de amor sobre sus hombros, en realidad no es él quien la
carga, más bien es la cruz la que lo sostiene a él, porque cada uno de los
pasos del labriego van siempre acompañados de una sensación interior de
infinita paz. Más no porque sepáis que mi paz está en los que me siguen, os
portéis con ingratitud con ellos, porque son tan humanos como vosotros. No
porque los miréis sonrientes y tranquilos os empeñéis en ignorar lo que sufren
por llegar a seros útiles y a serviros.
¿Quién ha sabido corresponder con amor y caridad a los que muchas
veces suspenden su trabajo por venir a recibir a los necesitados de paz y de
salud? ¿Cuándo habéis acudido junto a la cuna del pequeño que tuvo que quedarse
sólo porque su madre es un labriego que tuvo que ir a cumplir su misión entre
los que sufren? En verdad os digo, que así como os he llamado para que
aprendieseis a recibir, también os pido que aprendáis a corresponder con amor a
la caridad de vuestros hermanos.
¡Cuántas veces os mostráis disgustados y les juzgáis de malos
labriegos porque tardan en llegar! Os mostráis exigentes si notáis en ellos un
error, porque sabéis que tienen un deber que cumplir.
¡Ah multitudes, que en vez de tomar con humildad el pan que se os da,
lo devoráis junto con la mano que se ha tendido para ofreceros el sustento!
¿Qué sabéis de las luchas que mis escogidos sostienen por conservarse
limpios para serviros? ¿Qué sabéis de las pruebas con que ellos son tocados, a
fin de mantenerlos alerta? Y todavía les juzgáis débiles y propagáis que la
tentación los ha dominado, sin comprender que es la carga que vosotros mismos
habéis dejado en ellos, ya que os estáis rehusando a tomar la parte de
responsabilidad que en mi Obra corresponde a cada uno.
¡Qué pronto olvidáis lo mucho que recibisteis a través de ellos! Mas
en vuestro corazón os tranquilizáis, argumentando que ellos nada os dieron,
pero en verdad os digo, que mientras no os améis los unos a los otros, es
mentira que me estéis amando a Mí.
Las legiones de seres espirituales que invisibles a vuestros ojos
materiales asisten a la manifestación de mi palabra, son las que dan la
verdadera interpretación a mis enseñanzas, para que vosotros sepáis cuáles son
los mandatos que le di al espíritu y en qué forma le dan cumplimiento, es por
lo que en ocasiones me dirijo a ellos a través del portavoz por medio del cual
os entrego mi enseñanza. ¿Por ventura creéis que les sea necesario que les
hable por medios humanos? No, pueblo, acabo de deciros que únicamente lo hago
para que sintáis su presencia y escuchéis las órdenes que les doy.
La legión de seres que he destinado para que os acompañe y ayude en
vuestra jornada, es muy grande, tanto que no la podríais imaginar. En el seno
de ella existe una armonía absoluta. La luz que brilla en ellos es la de la
sabiduría y el amor, porque el ideal al que están consagrados es el de entregar
la caridad a la humanidad, siendo su mayor anhelo el de conducir a sus hermanos
a la cumbre de la espiritualidad.
¡Qué hermosa es la misión que desempeñan, y cómo les dificultáis su
labor! No debéis decir que vuestra falta de colaboración para con vuestros
hermanos espirituales, se debe a la ignorancia, ya que habéis escuchado las
órdenes que a través de mis portavoces les doy para que vosotros conozcáis su
misión de amor y caridad, y os dispongáis para ayudarles en su cumplimiento.
Todavía no lográis identificaros con aquel mundo de hermanos de luz;
ni sabéis armonizar con ellos, ¿Por qué? Por vuestra falta de espiritualidad
que no permite a vuestros sentidos percibir todos los llamados, los toques e
inspiraciones con los que ellos quisieran guiar vuestros pasos en la Tierra.
Muchas veces confundís la espiritualidad con prácticas materiales que
en vez de aproximaros hacia ellos, más bien os alejan. Creéis que al invocarlos
es más eficaz el llamarlos con algún nombre que el atraerlos con una oración.
Creéis que hay mejor preparación en vosotros si les invocáis encendiendo un
cirio u orando en voz alta, y estáis en un error.
Ciertamente que ellos acuden a vuestro llamado, que interpretan
vuestros deseos y os imparten su ayuda, porque su misión está inspirada en la
caridad; pero aquella ayuda no la lograsteis con vuestra espiritualidad, porque
entonces sí hubierais armonizado con vuestros ángeles guardianes, formando con
ellos el pueblo de Dios que sabe cumplir con mi mandamiento que os dice
"Amaos los unos a los otros".
De cierto os digo que mientras más limpios sean vuestros pensamientos
y más sencillas y puras vuestras prácticas, con mayor claridad percibiréis la
presencia y la influencia del mundo espiritual en vuestra vida y mayores los
prodigios que de ellos recibáis.
No penséis que aquellos hermanos vuestros pueden mezclarse a vuestras
obras impuras o asociarse a vuestros malos propósitos, ni manifestarse por
vuestro conducto si no estáis debidamente preparados para recibirles.
Para alcanzar la espiritualidad, pueblo amado, debéis orar y tener fe.
La oración y la fe, harán el prodigio de que a vuestra mesa llegue día
a día el pan, como a Israel en el Primer Tiempo le fue premiada su fe con el
maná.
Si otros pueblos os hurtasen vuestro pan, vosotros les perdonaréis
para que Yo os perdone a todos.
Si llegaseis a veros arrojados de vuestro hogar, os encaminaréis a la
montaña, la que os brindará su seno para que os protejáis mientras la prueba
pasa.
Así como en el Primer Tiempo la fe del pueblo se fortaleció por medio
de las grandes pruebas que pasó en el desierto, así en este tiempo muchas veces
será probado para que su espíritu adquiera la fortaleza necesaria, para ser
soldado de esta causa.
¿A qué discípulo de esta Obra podría hacerle falta un recinto material
donde refugiarse durante un tiempo de las pruebas? A ninguno, porque todos
sabéis que vuestro Padre no viene buscando templos de cantera para habitar en
ellos, sino santuarios y altares en el espíritu de la humanidad, y esos templos
van con vosotros doquiera que os encontréis.
Mucho han vivido vuestros antepasados en la ignorancia, alimentando el
fanatismo religioso y por ello poco adelanto alcanzaron para su espíritu. No
les fue dado contemplar aquí en la Tierra, la luz de esta Era que a vosotros os
está iluminando, mas ellos también recibirán, llegada la hora, la luz
espiritual en plenitud.
Mi Doctrina viene a enseñaros a armonizar con vuestros hermanos, ya
sea que habiten en la Tierra o en el infinito valle espiritual.
Estos serán los aspectos de vuestra vida futura si perseveráis en la
Ley, pues muy distinta será vuestra jornada si caminaseis fuera de la senda que
os he trazado con mi palabra, porque entonces el hambre, las epidemias y las
guerras que surjan en la tierra, no os respetarán, porque esas fuerzas
destructoras, no encontrarán en vosotros nada que les detenga.
Discípulos amados: Aprovechad todas las pequeñas o grandes pruebas que
a diario se presentan en vuestra vida, con el fin de que cuando pruebas mayores
lleguen, sean como ráfagas del huracán que se desvanecen al chocar contra los
muros inconmovibles de la fortaleza que os de la práctica de mi Ley.
Forjad un pueblo con vuestra unión espiritual, cuya defensa contra
vuestros enemigos, sea la oración. Ya podrán entonces desatarse los elementos,
que este pueblo con su espiritualidad sabrá vencer todas las vicisitudes.
Levantaos, varones y mujeres; ancianos, jóvenes y niños; levantaos
firmemente a caminar por la senda que mi palabra ha venido a trazaros en este
tiempo que no es sino la reanudación del camino que en los tiempos pasados vine
a trazaros con la huella de mi sacrificio en la cruz.
Cumplid con mi Ley para que vuestros hijos al formar la nueva
generación, alcancen mayor evolución que la que vosotros lograsteis y que
vuestras desobediencias no vayan a apartarlos de esta Obra haciéndolos vivir
más alejados de la espiritualidad.
En este Tercer Tiempo, he venido a daros el calor que os hace falta,
para apartar de vosotros el frío que sembrasteis en los caminos de vuestra
vida. Habéis escuchado la campana que Elías ha echado a vuelo para que vengáis
a recibir con mi enseñanza, la luz del Espíritu Santo.
Preparaos, para que podáis sentir mi presencia y seáis como los
apóstoles del Segundo Tiempo que al escucharme aumentaban su fe cada día y se
preparaban para dar cumplimiento a su delicada misión.
Israel: No deis cumplimiento solamente a vuestros deberes contraídos
en el mundo. Cumplid también con la Ley porque ante el Padre habéis contraído
una misión y su cumplimiento debe de ser estricto, elevado y espiritual.
Os estoy doctrinando para que os apartéis del materialismo y dejéis de
ser los fanáticos, e idólatras; para que no adoréis ni rindáis culto a objetos
materiales hechos por las manos humanas. No quiero que existan en vuestro
corazón raíces de idolatría, de fanatismo, de cultos falsos; no me presentéis
ofrendas que no llegan a Mí, sólo os pido vuestra regeneración y vuestro
cumplimiento en la espiritualidad.
Regeneraos de vuestras costumbres pasadas, no miréis hacia atrás ni
contempléis lo que habéis dejado y que ya no debéis seguir practicando,
comprended que habéis penetrado en el camino de vuestra evolución y no debéis
deteneros. El camino es estrecho y debéis conocerlo bien, porque el mañana
tendréis que guiar por él a vuestros hermanos y no quiero que os perdáis.
Soy el Padre paciente que espera vuestro arrepentimiento y buena
voluntad para colmaros de mi gracia y de mi caridad.
No juzguéis la palabra, a veces torpe de mis portavoces; si les faltó
preparación, esa causa a Mí me pertenece; comprended que aunque Yo me comunique
a través del entendimiento más torpe, siempre encontraréis en el fondo de esa
palabra esencia, luz, verdad y enseñanza.
Esta Era revelará a los hombres las lecciones del libro de la vida
verdadera, que aún no habían sido conocidas por la humanidad.
En verdad os digo que así como Elías, que fue quien abrió las puertas
del Tercer Tiempo, no tuvo necesidad de encarnar su espíritu para hablar a los
hombres, así me estoy comunicando con vosotros y lo mismo han hecho muchos
seres que ahora habitan la región espiritual.
Se comunicarán con vosotros a través de
vuestras facultades hasta el año de 1950, en que cesará la comunicación
materializada del mundo espiritual; y después de ese tiempo, muchas veces, sin
que los hombres se den cuenta, por sus labios hablarán los espíritus de luz de
los tiempos pasados, los libertadores, los profetas, los patriarcas, los
benefactores, los apóstoles del bien, los sembradores de justicia, y de la
enseñanza divina de vuestro Padre, en la culminación de su amor por sus hijos,
comunicándose de espíritu a espíritu.
De la presencia entre la humanidad de los seres espirituales de luz,
se darán cuenta los que estén velando y orando, los que se hayan espiritualizado
y preparado, para poder percibir el instante en que aquellos enviados se
acerquen, hablen o realicen alguna obra sobrehumana.
No será menester que se comuniquen por medio de hombres que tengan
conocimiento de esta Doctrina, para hablar por su conducto. Su presencia, su
influencia y su inspiración, serán tan sutiles, que sólo el que esté preparado
podrá percibir su presencia entre la humanidad.
Los pueblos de la Tierra sentirán la presencia de Moisés cuando cada
uno de ellos vaya siendo liberado. Las diversas religiones experimentarán la
presencia de Elías, cuando la luz del rayo que surge de la verdad, rasgue las
tinieblas de la ignorancia espiritual de la humanidad, poniendo en claro ante
su vista toda la falsedad que han adorado.
Los señores del mundo que siguen siendo reyes sobre pueblos
humillados, sentirán la presencia espiritual de Daniel, cuando el profeta se
aproxime a sus lechos a despertarles para que oren, porque la destrucción se
acerca.
Día llegará en que todo ojo contemple la luz de esas obras como
escrito está, para que sepa el hombre que para el espíritu no existen fronteras
ni límites materiales, y que poco a poco todos os aproximáis a la meta en donde
reina la armonía y la luz.
¡Mi paz sea con vosotros!
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