sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina 20

El libro de mi palabra es el libro del divino y verdadero amor, en el encontraréis la verdad inmutable. Acudid a él y encontraréis la sabiduría que os ayude a evolucionar y alcanzar la paz en la eternidad. Faltará quien altere o modifique su esencia e infringirá gravemente mi Ley quien quitare o agregare una sola palabra que sea desacorde con mi Doctrina perfecta.

Conservad esta palabra con su original pureza, porque ella es la más bella heredad que dejaré al hombre. Escribid mi enseñanza y hacedla conocer a vuestros hermanos, conservadla fielmente porque vosotros sois responsables de esa heredad.

Mañana el hombre encontrará en ella la esencia de mi revelación, la cual los conducirá con la luz de sus enseñanzas, por el camino de la verdad.

De padres e hijos serán legadas estas escrituras, como un manantial de agua viva, cuya corriente brotará inagotable e irá de corazón a corazón. Estudiad en el gran Libro de la Vida, el libro de la espiritualidad, el que os explicará las revelaciones divinas que habéis recibido a través de los tiempos.

¿No os prometí que todo conocimiento sería restituido a su primitiva verdad? Pues éste es el tiempo que os fuera anunciado.

En verdad os digo, que quien medite y analice las enseñanzas de mi Libro, con el verdadero anhelo de elevar sus conocimientos, adquirirá la luz para su espíritu y me sentirá más cerca de él.

Los mitos de ayer y los de hoy caerán, todo lo mediocre y falso se derrumbará, porque llegará el instante en que ya no podáis alimentaros más con las imperfecciones y entonces se levantará el espíritu en busca de la verdad, para que ésta le sirva de único sustento.

En estas enseñanzas encontrará la humanidad la esencia de mis revelaciones, que hasta hoy no ha comprendido por su falta de espiritualidad. Desde los tiempos antiguos os la he confiado a través de mis enviados, de mis emisarios, de mis intérpretes, y sólo os ha servido para que forméis con ella, mitos y tradiciones. Meditad y estudiad esta lección con respeto y amor si queréis evitaros siglos de confusión y de amargura; pero recordad que no cumpliréis vuestra misión, si solamente os conformáis con poseer el libro; no, él debe despertaros y enseñaros si verdaderamente anheláis ser mis discípulos. Doctrinad con el ejemplo, con el amor y con la caridad que os he enseñado.
Preparaos con la lectura de este libro dictado por Mí y decidíos a enseñar con vuestros actos, con palabras dulces, con buenas obras, con miradas de verdadera caridad y amor.

Este tiempo de mi comunicación con vosotros, será inolvidable para vuestro espíritu, en él quedará la huella imborrable de mis palabras, como también ha quedado en él el recuerdo de mis lecciones pasadas.

Discípulos amados: Aprended a captar con vuestra sensibilidad espiritual, la divina esencia contenida en mi palabra y siguiéndola nunca os perderéis de la senda verdadera.
Desventurado aquel que interprete mi palabra según su voluntad, porque de ello me responderá.
En la Tierra muchos hombres se han consagrado a alterar la verdad, sin darse cuenta de la responsabilidad que tienen como colaboradores en la Obra de amor del Padre. En este tiempo de juicio que muchos ignoran, porque no han sabido interpretar los acontecimientos que están viviendo, la justicia se encuentra en cada espíritu tomándole cuenta de sus obras dentro o fuera de la Ley de amor en el curso de su peregrinaje en este mundo.
Quien cambiase en estos escritos la esencia de mis revelaciones entregadas por inspiración, responderá de sus obras delante de Mí. Por lo tanto, debéis proceder con rectitud, porque estas lecciones son mi legado de amor para mis hijos que, encarnados o en espíritu, están en espera de mayores enseñanzas.

El mensaje espiritual que escucháis, es la luz celestial que se manifiesta a través de instrumentos humanos que en estado de éxtasis la perciben. Si no creéis que es Cristo el que está vibrando espiritualmente bajo esta forma, dadme el nombre que queráis; pero sentid la esencia de la palabra que brota de estos labios. Sólo así llegaréis a saber que Aquel que tan dulcemente os llama al camino de la paz y del bien, no puede ser otro que Cristo, a quien con justicia llamáis: El Divino Maestro.

Después sabréis, que así como Yo envío pensamientos que son destellos de luz a todo el Universo, también vosotros podéis hacer llegar desde la escala espiritual de perfeccionamiento en que os encontréis, vuestro amor sobre la mente y espíritu de vuestros hermanos, como un mensaje espiritual.

Saturaos de amor, sentidlo espiritualmente para que podáis manifestarlo a vuestros semejantes. No permanezcáis indiferentes ante mis enseñanzas, para que no volváis a confundiros entre los hombres carentes de fe y de espiritualidad.

Os estoy entregando una lección semejante a la que os traje en los tiempos pasados, para que a través de ella lleguéis a conoceros a vosotros mismos, sabiendo quien sois y para qué fin habéis sido creados, ése será el paso más firme que deis, para llegar a conocerme. Por esos os pregunto: ¿Cómo queréis conocer al padre, si ni siquiera habéis llegado a conoceros a vosotros mismos?

Yo soy lo que todavía no podéis entender en toda su plenitud, porque aún habitáis en la carne y no cumplís con mis mandatos; estáis sujetos a la materia y poseyendo en ella una mente limitada, me analizáis de acuerdo con vuestro materialismo. Dejad de estudiarme fuera del sendero que os señala mi Ley, porque ello sólo os servirá para que os extraviéis del camino; en cambio, conoceos a vosotros mismos amándoos los unos a los otros y estudiad las manifestaciones divinas que forman mi lección perfecta a través de los tiempos. No tratéis de buscarme con los pobres y contados conocimientos que actualmente poseéis, porque con ello os confundiréis.

Sabed que el estado natural del ser humano, es el de la bondad, el de la paz del espíritu y la armonía con todo lo que le rodea. Quien se conserve en la práctica de estas virtudes a través de la vida, ese va por el camino verdadero que lo conducirá al conocimiento de Dios; más si os apartáis de ese sendero olvidando la Ley que debe guiar vuestros actos, tendréis que restituir con lágrimas los instantes que vivisteis apartados del camino de elevación espiritual, que es el estado natural en que debe conservarse siempre el hombre.

No sentís amor por vuestros semejantes y es por eso que continuamente el dolor os aqueja. Habéis olvidado mi mandamiento que os dice: "Amaos los unos a los otros" el cual os enseña la más grande de todas las sabidurías. ¿A dónde os ha conducido, oh humanidad, vuestro análisis de Dios? A la guerra fratricida, al caos, ahí tenéis las consecuencias de vuestro error, hoy purificáis vuestras faltas con vuestra sangre, con llanto y desesperación. Así os contempla mi Espíritu. Por lo tanto, alejaos de lo superfluo, cumplid con mi Ley, conoceos entre hermanos y en la armonía de vuestra comprensión y amor, conoceréis a vuestro Señor.

Analizad mis enseñanzas que son claras y sencillas, más no tratéis de analizar primero lo infinito porque os equivocaréis. 

¿Cómo podréis decir que amáis a vuestro Dios, si antes no le habéis amado en vuestros hermanos? Sentid en vuestro corazón la dulzura de esta palabra, discípulos, recordad que su esencia es mía, la verdad y el amor también. La palabra y la escritura son vuestras, son obra humana, traducid e interpretad una y otra y vuestros análisis serán profundos, firmes y justos.

Sanad de vuestra materialidad tomando de mi palabra el bálsamo, mirad como queda entre las páginas de vuestro libro el efluvio y mi caricia de amor.
Compartid con los necesitados de este pan de vida eterna que hoy recibís en mi palabra, y mañana no dejéis de ofrecerlo, a través de la lectura de estas enseñanzas, a los espíritus que por su poca elevación están sin esperanza de redención. Tened piedad de los que sufren.
Sembrad mi palabra de amor en vuestro hermanos; con amor en vuestro corazón, es imposible que os equivoquéis. Si sabéis conservar este tesoro divino, os evitaréis muchos sufrimientos y progresaréis en vuestra evolución, oh discípulos amados, ayudando a vuestros hermanos en su acercamiento a Mí.

Entre la humanidad hay quienes se han purificado con el dolor y esperan con ansia de vosotros mi mensaje de paz. Os he dicho que el número de los espíritus señalados para esta delicada misión es infinito, no lo podéis calcular, ni imaginar. En todos dejad esta simiente de amor.

Todos camináis por la escala de perfección espiritual; unos han alcanzado la evolución que por ahora no podéis concebir, otros vienen detrás de vosotros.

Los grandes espíritus, grandes por su lucha, por su amor, por su esfuerzo, buscan la armonía con sus hermanos pequeños, con los distantes, con los negligentes; sus misiones son nobles y elevadas, su amor a mi Divinidad y a vosotros es muy grande también.

Esos espíritus saben que fueron creados para la actividad, para la elevación; saben que la inactividad no es para los hijos de Dios. En la Creación todo es vida, movimiento, equilibrio, armonía; y así, esos innumerables seres trabajan, se esfuerzan y gozan en su lucha, con el conocimiento de que así glorifican a su Señor y ayudan al progreso y perfeccionamiento de sus semejantes.

Hoy que os encontráis fuera del sendero que os señala mi Ley, ignoráis la influencia que ejercen sobre vosotros esos hermanos vuestros, mas cuando tengáis sensibilidad para percibir los efluvios, inspiraciones y mensajes que os envían, tendréis el presentimiento del sinnúmero de ocupaciones y obras nobles a que ellos dedican su existencia.

Es necesario que sepáis que aquellos espíritus, en su amor y respeto a las leyes del Creador, nunca toman lo que no les corresponde, ni tocan lo vedado ni penetran en donde saben que no deben, para no desarmonizar a los elementos de la Creación.
¡Cuán distinto lo hacen los hombres en la Tierra, quienes en su afán de ser grandes y poderosos en el mundo, sin el menor respeto a mis enseñanzas buscan con la llave de la ciencia los elementos destructores, abren las puertas de fuerzas desconocidas y rompen de esa manera la armonía en la Naturaleza que los rodea!

¿Cuándo sabrá el hombre prepararse para escuchar el sabio consejo del Mundo Espiritual, y en esa forma guiarse por sus inspiraciones?

De cierto os digo que ello bastaría para llevaros por el camino seguro a la cumbre de la montaña que os pertenece, ahí contemplaréis ante vosotros un sendero recto y luminoso por el cual han pasado los espíritus que ahora sólo existen para procuraros el bien y ayudaros en vuestras fatigas, acercándoos paso a paso al final del sendero, donde os espera a todos vuestro Padre.

Ya que os he hablado de la bondad y elevación de aquellos seres, debo deciros que ellos, como vosotros, también tuvieron desde un principio el don del libre albedrío, es decir, verdadera y santa libertad de acción que es prueba del amor del Creador hacia sus hijos.

¿Qué sería del espíritu privado de su libre albedrío? En primer lugar no sería espíritu y por lo tanto no sería creación digna del Ser Supremo; sería algo así como esas máquinas que vosotros hacéis; algo sin vida propia, sin inteligencia, sin voluntad, sin aspiraciones.
Vuestra ciencia, tal como os lo anuncié, poco a poco os va descubriendo que en todo hay energía, movimiento, transformación.

¿Podríais haber descubierto todo lo que la humanidad ha encontrado por medio de la ciencia, si hubieseis carecido de libertad para investigar, estudiar y experimentar? ¿Podríais asimismo recibir esta comunicación espiritual bajo la forma que la tenéis, si vuestro espíritu se hubiese visto vedado para estas manifestaciones?

Me decís que por causa del libre albedrío habéis caído en faltas y errores. También os digo que por ese don podéis elevaros infinitamente más allá del punto de donde partisteis al principio de vuestra evolución.

Además del libre albedrío, di a cada espíritu mi luz en su conciencia para que nadie se perdiese, pero los que no quisieron escuchar mi voz o no quisieron penetrar en su interior en busca de la luz espiritual, pronto se dejaron seducir por las innumerables bellezas de la vida humana, perdieron el apoyo de mi Ley para su espíritu y tuvieron que tropezar y caer.

Una sola falta trajo muchas consecuencias penosas y es que la imperfección desarmoniza con el amor divino.

Los que rendidos y arrepentidos volvieron inmediatamente al Padre y le pidieron mansamente que los desmanchara y los librara de las faltas que acababan de cometer, el Señor los recibió con infinito amor y caridad, confortó su espíritu, los envió a reparar sus faltas y los afirmó en su misión.

No creáis que todos retornaron mansos y arrepentidos después de la primera desobediencia. No, muchos llegaron llenos de soberbia o de rencor. Otros avergonzados, reconocieron su culpabilidad, quisieron justificar sus faltas ante mí, y lejos de purificarse con el arrepentimiento y la enmienda, que son prueba de humildad, optaron por crear para sí mismos una vida a su manera; fuera de las leyes que dicta mi amor.

Entonces se presentó mi justicia, mas no para castigarlos, sino a corregirlos, no para destruirlos, sino para conservarlos eternamente, proporcionándoles una amplia oportunidad para perfeccionarse.

¡Cuántos de aquellos primeros pecadores, aún no logran apartar de sí sus manchas, porque de caída en caída, fueron descendiendo más y más al fondo del abismo, del cual sólo la práctica de mi Ley podrá salvarles.

También os digo, que entre aquellos espíritus de quienes os he hablado al principio de esta lección y que son para vosotros guardianes, maestros, consejeros, guías y doctores, también están los que supieron de las caídas y del cáliz amargo que dan las desobediencias; pero supieron a tiempo reconsiderar sus obras, purificándose en las aguas del bien, del amor, de la caridad y de la restitución.

Imitadles, hijos míos, elevaos sobre el pecado como ellos, para que también sea vuestro el divino gozo de trabajar junto con el Padre, por la felicidad de todos los seres.
Comprended que estáis a prueba en el camino de vuestra evolución, recibiendo lecciones de la vida y estas lecciones son los acontecimientos que encontráis en vuestro camino.

Sois a semejanza de las aves, que habéis construido este nido donde os reunís para esperar la llegada de la alondra. A veces el vendaval azota al árbol y huís temerosos, buscando donde refugiaros y confundidos preguntáis: ¿Por qué lo ha permitido el Maestro? Y el Maestro os dice: Yo permito esas pruebas, para que por vosotros mismos sepáis si lo que habéis construido es firme o aún es frágil.

Esta casa de oración, como todos los lugares en donde os reunís para escuchar mi palabra, están sujetos a las vicisitudes de los tiempos, las cuales os he dicho que son lecciones y pruebas para vosotros.

Vivid unidos espiritualmente para que siempre que os veáis azotados por el huracán, cada quien ocupe su puesto y permanezca firme hasta que la tempestad pase y vuelva de nuevo a vosotros la paz; pero si os consideráis impotentes para uniros y hacer frente a la adversidad, entonces imitaréis al paralítico, que ya no hace esfuerzo para moverse sabiendo que sus miembros están inutilizados. ¿De qué sirven las facultades que existen en vuestro espíritu, si cuando llega la hora de reconocer el valor de ellas, dudáis, flaqueáis y abandonáis vuestra misión espiritual?

¿Dudáis de mi presencia porque las pruebas azotan el lugar en que os reunís? Yo os digo, que Yo soy el que se presenta y habla aunque estos lugares dejaran de existir.
No os fanaticéis con los recintos materiales. ¿No comprendéis que el templo indestructible y eterno es el que estáis levantando en vuestro corazón?
En las horas de paz examinaos a fin de que vuestra conciencia os diga si el valor de vuestras obras es verdadero o aparente, si vuestros méritos nada más lo son delante de vosotros o si han llegado a Mí.

Vosotros, que tenéis mi comunicación y que os deleitáis escuchando mis frases de sabiduría y amor, no os preparáis para los tiempos venideros. En cambio, ¡Ved a vuestros hermanos que no reciben este mensaje, cómo construyen, trabajan y edifican, aunque la mayor parte de su obra sea material! Imitad su esfuerzo y su unión.

Ellos también son combatidos, perseguidos y juzgados, sin embargo no dudan de Mí; y vosotros que habéis sido nombrados mis nuevos discípulos y que estáis oyendo mi manifestación como Espíritu Santo, dudáis porque esta casa de reunión por instantes le habéis visto sujeta a los rigores y pruebas propios de vuestra vida.

Los niños crecen y se hacen hombres para convertirse a su vez en padres, más vosotros en vuestro espíritu seguís siendo infantiles y no queréis crecer ni multiplicaros en conocimiento y amor.
Todo lo creado tiene una explicación justa y una razón de ser, de acuerdo con la perfección del Padre, pero vosotros no miráis perfección ni justicia, ni razón. Si las obras no son como vosotros las concebís, dudáis; si vuestras esperanzas no se realizan, dudáis; en cada uno de vuestros sufrimientos dudáis de Mí y si miráis desatados los elementos de la Naturaleza, vuestra duda crece.

¿En qué lugar me colocáis si no me amáis como vuestro Dios y Señor? Pensáis de manera limitada y pequeña, sin analizar el mensaje que os doy en cada prueba. En verdad os digo que cuando interpretéis el sentido de las enseñanzas que a través de la vida os envío, sabréis quien soy Yo, y conoceréis el porqué de cada lección.
Así como aprendéis en el mundo a leer, aprended a analizar la enseñanza del espíritu y su lenguaje de amor.

Hay quienes piensan que este mundo es sólo la materia, para que en él triunfen las pasiones de la carne, mas con ello están deteniendo la elevación del espíritu. ¡Ah humanidad, pequeña y vanidosa, que queréis hacer la vida a vuestra voluntad! Sabed que este mundo lo mismo es para la materia que para el espíritu; por eso siempre he venido a enseñaros a cumplir con la ley material, ayudando a la vez al espíritu en su evolución. A los materializados del Segundo Tiempo tuve que decirles para hacerles comprender: "Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César".

Para vencer la debilidad, la pequeñez, la miseria, las pasiones y destruir la duda, es indispensable la fe y las buenas obras que son virtudes que vencen lo imposible, ante ellas lo difícil e inalcanzable se desvanece como sombras.

Dije a los hombres que en Mí creyeron en el Segundo Tiempo: "Tu fe te ha salvado". Así lo declaré porque la fe es una potencia curativa, es una fuerza que transforma y su luz destruye las tinieblas.

En verdad, en verdad os digo, que lo imposible no existe. En casos tan pequeños como vuestros quebrantos de salud, hablad a Dios que habita en cada uno de vosotros, que sabe lo que necesitáis y lo que sentís, os dará según sea su voluntad.

En la Doctrina que prediqué cuando estuve en la Tierra y en la que ahora os enseño a través del portavoz humano, se manifiesta mi Espíritu, por eso mi enseñanza os recrea y al mismo tiempo os fortalece, porque no es palabra que halague sólo los sentidos materiales, sino que sustenta al espíritu.

Por eso entre las multitudes que me escuchan unos vienen a curarse con la palabra de sabiduría, con el consuelo que vierte; otros vienen a aligerar su carga de pecados oyendo mi enseñanza de justicia, de perdón y de amor.

Al oírme hablar así, vuestras fibras sensibles por el dolor se estremecen y si me llamáis como Doctor, a vosotros me acerco a sanaros.

Sentid que mi amor es sobre vosotros como un manto de consuelo.

Bienaventurados los que ponen su esperanza y su fe en mí. Sentidme cerca de vosotros y decidme con el corazón vuestras penas, no temáis, ovejas amadas, nadie como Yo sabe entender vuestra balbuciente oración. Mostradme vuestra herida, señaladme vuestra dolencia y ahí depositaré mi bálsamo de amor y caridad.

Recibo vuestras penas que en silencio me confiáis. Penetrad en comunión espiritual conmigo, para que sintáis profundamente mi presencia en vosotros.

Veréis como la serenidad del espíritu aquieta el mar tempestuoso de vuestras pasiones. Sólo me habéis escuchado en estos instantes a través del pedestal y sin embargo, cuánto me han hablado vuestros corazones. ¡Cuántas penas y amarguras han llegado hasta Mí! ¡Cuántos corazones que sufren por las ingratitudes, marchitos como flores cortadas y olvidadas después! ¡Cuánto llanto que no asoma a los ojos, que se lleva oculto en el corazón y espera del instante de paz! Dolor de hombres, de esposas y de madres. Todo lo recojo con el poder de mi amor.

He venido a fortalecer y a proteger a los débiles contra el dolor, pero una vez sanos, iluminados y fuertes, quiero verlos consolando a los que sufren. Cuando exista el amor de los unos a los otros, vuestro mundo brillará con la luz de la armonía y de la verdad que brotará de sus hijos encarnados y desencarnados, a quienes les fue confiado este mundo como mansión pasajera.

Os he hablado una vez por medio de labios que no son puros, pero que en el instante de mi comunicación, han sabido interpretar mi palabra de amor. No creáis que sea una forma imperfecta la que estoy empleando para hablaros, llego al entendimiento más no a la materia pecadora. Mi luz se acerca cuando el portavoz, en éxtasis, me ofrece su corazón, me entrega su ser, entonces lo utilizo como vehículo para llegar en forma limitada, humanizada, a las multitudes.

Esta fue mi promesa a través de Jesús y os la he venido a cumplir. Dije en el Segundo Tiempo a mis apóstoles: "Si no me fuese, no vendría a vosotros el Espíritu Consolador". Quise decir: si Yo Jesús, en cuerpo, no me fuese, no podría venir a manifestarme a vosotros en espíritu. Pues el Espíritu Consolador, el Espíritu Santo que os prometí, soy Yo, es mi palabra, es mi mensaje de amor.

¡Mi paz sea con vosotros!

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