sábado, 7 de agosto de 2010

Catedra Divina 185 Misterio de la otra vida

Yo os bendigo, porque tenéis fe en que es Mi Espíritu quien os entrega esta enseñanza, a pesar de que estáis escuchando mis lecciones a través del entendimiento humano.

Dejáis pasar inadvertidas las imperfecciones del portavoz, interesados en comprender tan sólo la esencia divina. Los que estudian mi palabra en esta forma, son los que van encontrando la verdad. Ellos serán los discípulos, que se levanten mañana a explicar a la humanidad mi doctrina. Harán comprender a quienes se han confundido interpretando las escrituras de los tiempos pasados, que para descubrir la verdad de mis revelaciones es menester no detenerse en el significado material de las palabras, sino buscar el sentido espiritual que es la esencia, que es la verdad y la vida.

Por eso he sometido a este pueblo a una prueba, que es al mismo tiempo una profunda lección, dándole mi palabra por conducto de un entendimiento humano, y enseñándole que no debe detenerse ante la forma exterior de la palabra, sino que debe penetrar en su fondo para encontrar la esencia. Con esta lección quedará capacitado este pueblo para explicar a los que buscan la interpretación de mis pasados mensajes, la forma de descubrir espiritualmente la esencia de cada enseñanza, pasaje o ejemplo, la verdad que es una sola.

Contemplo también entre este pueblo a los que han llegado a comprender, que mientras mayor sea la preparación de su espíritu y la de su materia, más abundante y clara será mi enseñanza a través del portavoz. ¡Ah, si todas estas multitudes buscasen verdaderamente la forma de hacerse dignas de mi gracia, cuan grande y perfecta sería mi manifestación! Pero aún veo que muchos corazones buscan el culto exterior para poder creer en mi presencia, sin comprender que en vez de dejar que su espíritu se eleve libremente, lo detienen ante un altar material, lo distraen con inútiles ceremonias y lo aletargan en la rutina de las tradiciones. En verdad os digo que para vosotros ya ha pasado ese tiempo. Mucho recreasteis vuestros sentidos ante el esplendor de las religiones, mucho admirasteis las obras de arte de vuestros hermanos; ahora debéis ir más allá de todo ello para que vuestro espíritu se encuentre ante la vida maravillosa que a él le pertenece, se sature de luz en ella en los instantes de su oración y transmita a su materia todos los deleites e inspiraciones que recoja durante su éxtasis. Entonces os daréis cuenta de cuan pequeñas y burdas han sido las formas con las que el mundo ha querido representar lo divino.

Vuestro espíritu ha pasado de la infancia a la juventud, y por lo tanto debe operarse un cambio en su vida

En los tiempos pasados recibí de vuestro espíritu todas las ofrendas que me presentó, aun cuando en ellas hubiese mucho de ignorancia y de imperfección. Ahora sólo lo que sea puro, sincero, verdadero, podrá llegar a Mí.

¿Miráis cuan bellas son esas flores de vuestros huertos, que a veces me ofrecéis, De cierto os digo que ni esa ofrenda debo recibir en este tiempo, porque esas, flores no son obra vuestra, sino mía y lo que a Mí debéis ofrecer, son las flores espirituales de vuestro corazón, es decir, vuestras buenas obras, vuestras oraciones limpias, vuestras virtudes?

No os engañéis más, ya no tratéis de suplir con lo exterior lo que debe ser profundamente espiritual. No temáis, derribar el cerco, no temáis enfrentaros a la verdad la gloria es sólo de los valerosos y fervientes.

Cuando destruyáis todo fanatismo y toda idolatría en vuestro corazón y aprendáis a orar de espíritu a Espíritu, habréis llegado ante el verdadero altar del Señor, aquel que "no es de este mundo". En ese altar podréis depositar vuestra ofrenda, que será la de vuestras buenas obras, y que ante Mí será más hermosa que las flores de vuestros jardines, porque las buenas obras de vuestro espíritu nunca se marchitarán.

Multitudes: Abrid vuestro corazón, para derramar en él el rocío de mi gracia; quiero que este pueblo se asemeje a un inmenso huerto, donde luzcan las flores más bellas del pensamiento, del corazón y del espíritu, que son las que vengo a cultivar.

Pueblo: Cuando os hablo de cultos y de ofrendas, con la claridad con que manifiesto mi palabra, ¿Sentís dolor porque os aparto de vuestras pasadas creencias? No, Maestro me decís.

Es que en mi palabra existe un bálsamo y una luz que no deja que en ningún entendimiento surja alguna confusión ni se lastime ningún corazón.

Así quiero que habléis a vuestros hermanos, cuando tratéis que abran sus ojos a la luz; hacedlo con la claridad y el amor que Yo he empleado con vosotros y no dejaréis dolor en los corazones sino más bien paz y luz.

Cumpliendo con una promesa divina, he venido a comunicarme con vosotros en este tiempo. En la esencia que existe en el fondo de esta palabra me habéis tenido en plenitud. El que ha encontrado esa esencia, me ha sentido; en cambio, quienes se han detenido a juzgar lo superficial de mi manifestación, no han podido encontrar la verdad.

Mientras unos se han maravillado al escuchar mis lecciones, otros no han sentido el menor estremecimiento, ni se han dado cuenta de mi presencia y de que me han oído.

Cuando mi palabra cese de escucharme a través de estos entendimientos, habrá muchos corazones que lloren la terminación de este tiempo, como también habrá quienes, aun habiéndome escuchado, no se den cuenta del bien que tuvieron y que perdieron, porque no lo supieron aprovechar.

Tiempos vendrán en que esta palabra sea extendida por muchos lugares, pero entonces será por medio de los testimonios de quienes la escucharon, la comprendieron y la creyeron, y seréis testigos de que muchos de los que nunca tuvieron la gracia de oír mis enseñanzas, sabrán descubrir la esencia divina que ellas atesoran y exclamarán convencidos y llenos de fe: Es la palabra del Maestro

Vosotros veréis llorar de gozo a vuestros hermanos, enternecidos ante mi mensaje y les veréis lamentarse de no haber sido de mis escogidos; entonces sentiréis remordimientos por haberme tenido por tanto tiempo entre vosotros sin que vuestro corazón hubiese mostrado la fe y el amor que tan sólo por vuestro testimonio veréis surgir en vuestros hermanos.

Entre aquellas multitudes encontraréis a los hombres intuitivos de lo espiritual, a los inspirados, a los que presienten la comunicación de espíritu a Espíritu, a los videntes y a los que poseen dones y poderes del espíritu en pleno desarrollo

¿Creíais acaso que Yo iba a entregar mi palabra a todos los pueblos de la tierra? No, también en esto mi nueva manifestación es semejante a la de los tiempos pasados, en que habiéndome manifestado a un solo pueblo éste tuvo la misión de levantarse a extender la buena nueva y a sembrar la simiente que en mi mensaje recibió.

Recordad cómo germinó mi semilla con más fuerza en otros pueblos, tan sólo por el testimonio de mis apóstoles.

Reconoced, pueblo amado, que si otros pueblos creyeron en aquellos testimonios, fue porque quienes los entregaron supieron hacerlo con todo el amor y la verdad de que sus corazones fueron capaces. Os digo esto, porque si queréis que el mundo me crea en vosotros, debéis preparamos e imitar a aquellos apóstoles en su amor, en su humildad, en su espiritualidad y en su fe. Entonces el mundo tomará esta doctrina como una verdad y mi palabra será sagrada para los hombres. Entonces veréis a vuestros hermanos leer con avidez los escritos que de mi palabra se hagan y les veréis traducirla a diferentes lenguas con el fin de que todos los pueblos la conozcan.

Esta palabra, con la que tanto se ha familiarizado este pueblo, que tan profanada ha sido por quienes más la han oído, veréis cómo mañana será el oasis para los que mucho sufren en la tierra; veréis cómo será bálsamo y vida, sustento y luz en la vida de los que tienen hambre y sed de verdad, de amor y de justicia.

Varones y mujeres que por mucho tiempo habéis escuchado mi palabra y que además habéis contraído cargos dentro de esta obra, dejad que mis frases toquen vuestro corazón, dejad que la conciencia hable en el fondo de vuestro ser. Mucho habéis comido del fruto del árbol de la vida, mas, ¿Qué habéis hecho de la semilla? ¿Por qué no todo lo que sembráis es de la simiente que Yo os he dado? Veo que también tenéis vuestra propia, semilla, la cual vais mezclando a la que he confiado a vuestros cuidados. ¿Quién es aquél que no entiende lo que en estos instantes estoy diciendo?       

No vengo a reprobar cuantas obras hacéis lo que vengo a deciros, es que al bien que practiquéis, no le mezcléis impureza alguna, porque entonces ya no estaréis sembrando mi verdad como Yo os la he revelado, y es natural que mañana cuando llegue la hora de que vuestro espíritu recoja el fruto de su siembra, se encuentre con que ese fruto es justamente lo que en su camino sembró.  

Yo soy la esencia de todo lo creado. Todo vive por mi poder infinito. Estoy en todo cuerpo y en toda forma. Estoy en cada uno de vosotros, pero es menester que os preparéis y os sensibilicéis para que podáis sentirme y encontrarme.

Yo soy el aliento para todos los seres, porque soy la vida. Por eso he hecho comprender, que si me tenéis presente en todas vuestras obras, no hace falta que forjéis en barro o en mármol mi imagen para adorarme o sentirme próximo a vosotros. Esa incomprensión sólo ha servido para conducir a la humanidad a la idolatría.

A través de mi palabra presentís la armonía que existe entre el Padre y todo lo creado, comprendéis que Yo soy la esencia que alimenta todos los seres, y que vosotros sois parte de Mí mismo.

A medida que comprendáis el sentido de vuestra vida, el destino del espíritu y él por qué de la evolución, insensiblemente vais penetrando en la vida espiritual. Así vais olvidando las formas que me atribuisteis, bajo las cuales me buscasteis, y de vosotros se van borrando las falsas creencias y conceptos erróneos en los que por tantos siglos ha caminado la humanidad.

El espíritu, por sus dones, podrá elevarse hasta alcanzar su perfeccionamiento. Pero Yo soy el Maestro que siempre he venido a ayudaros en vuestra jornada para que vuestra vida no sea estéril.

Si llegáis a ser hombres de buena voluntad, vuestra vida llegará a armonizar con la perfección de toda la creación, alcanzaréis la luz del verdadero conocimiento y el fruto de vuestras obras os servirá de eterna paz. Vuestra parte física es sustancia que vendrá a diluirse en átomos en la creación. Esto lo habéis palpado, pero es incomprensible para muchos la vida inmortal del espíritu; comprenden tan sólo aquello que sus ojos ven o su ciencia comprueba. ¿Dónde están los que moraron con vosotros en esta vida? No lo sabéis. Si acaso, podéis imaginaros que están morando en una mansión de luz, a lo que el Maestro os dice: Muchos de ellos están cerca de vosotros. El espíritu tiene potencia, tanto para ocupar el lugar que el Padre le ha asignado en el más allá, como para desempeñar al mismo tiempo una misión junto a vosotros. He ahí la fuerza del espíritu.

Estas lecciones no las habéis comprendido aún, mas para alcanzar el desarrollo de esa facultad, sería necesario que en vosotros se cumpla aquello que os dije en el Segundo Tiempo: "Es menester que el hombre, para que alcance mi gracia, se asemeje al niño en su pureza".

Mas ya no os sintáis solos. En toda obra que el hombre realice está la intervención de un espíritu de luz. El mundo espiritual trabaja en las mentes humanas y las guía. Aquel mundo es mayor y más hermoso que éste que con vuestros ojos contempláis. Es un mundo de luz y armonía perfecta. Sus moradores están Conmigo, ellos velan en unión mía por la creación.

Y conociendo y teniendo fe en estas enseñanzas, ¿Podréis seguir lamentando que los seres que amasteis en el mundo hayan partido al más allá, cuando sabéis que están velando por vosotros? ¿Por qué les recordáis en su forma humana, si ellos ahora sólo son esencia espiritual?

Hoy os he hablado sobre lo que vosotros llamáis el misterio de la otra vida.

Sólo Yo puedo revelaros estas lecciones; los hombres no lo pueden hacer porque ellos no han penetrado en el arcano.

He tenido ha prepararos para que podáis penetrar en mi santuario a escuchar una más de mis lecciones, porque veo que estáis necesitando impresionar primero vuestros sentidos, para que vuestro espíritu pudiera elevarse buscaban vuestros ojos la imagen que pudiera hablaros de mi presencia, vuestros oídos estaban en espera de las notas musicales de los himnos para despojar al corazón de las preocupaciones terrenales, y hasta el incienso y el aroma de las flores os eran necesarios para poder pensar en Mí, aunque fuera por unos instantes. Mas como el conjunto de toda esa liturgia sólo la encantabais en el interior de los templos dedicados a ese culto, fuera de ellos os encontrabais incapacitados para concebir o siquiera sentir mi presencia. En cambio ahora, vuestra preparación espiritual, en lugar de empezar por desarrollar los sentidos de vuestra materia, ha empezado por el despertar de vuestro espíritu, para venir a terminar en lo que se refiere a la materia.

Ya no son vuestros ojos los que vienen en busca de una imagen que para vosotros pueda representar a la Divinidad; ya no son vuestros oídos los que vienen en pos de esas notas musicales que necesitabais para haceros olvidar momentáneamente las atracciones del mundo; ya no esperáis asistir a la celebración de un rito, para llegar a creer que sólo en aquel acto y en aquel lugar estoy Yo presente.

Lo único que hoy os preocupa, es cómo despejar vuestra mente, cómo limpiar vuestro corazón para poder recibir, sentir y comprender la esencia divina de mi palabra; y sabéis que para ello no hay mejor medio que la meditación y la oración.

Hoy llegaría a estorbaros cualquier objeto que se pusiera delante de vuestros ojos, y la mejor música os parecería demasiado pobre junto al concierto celestial de mi palabra, y en vez de que os ayudaran en vuestra elevación, podrían llegar a perturbaros. Nada necesitáis ni queréis de lo exterior, por eso es que vuestros ojos han acostumbrado cerrarse durante el tiempo en que estáis recibiendo mi manifestación, porque el espíritu, en el supremo anhelo de elevarse, quisiera despojarse de todo contacto con lo material.

Ayer estaba fuera de vosotros el altar que habíais elevado a mi Divinidad, ahora lo habéis levantado dentro del corazón. Vuestra ofrenda, que por mucho tiempo había sido material, ahora la habéis cambiado por una manifestación espiritual. Sabéis que ante mi vista es más hermoso vuestro amor que la flor más bella de vuestros huertos, y que el perdón que le otorguéis a un semejante, tiene ante Mí más valor que el tributo con el que antes creíais lavar vuestras manchas

Yo os escucho en el silencio, no necesito que tengáis que mover vuestros labios. No soy el pecador que está escuchando a otro pecador. Estoy en Espíritu, y es a vuestro espíritu al que estoy escuchando, y es él quien trata de elevarse y comunicarse Conmigo.

Muchos han escuchado en este tiempo mi palabra, pero no todos la han tenido como una verdad. Ciertamente que no todos han llegado en el momento en que puedan entender esta doctrina. En todos los tiempos han sido muchos los llamados y pocos han llegado a ser escogidos, por esa causa que hoy os recuerdo; es por lo que sólo los que están a tiempo de comprender, de sentir o de creer, son los que se han quedado y se preparan para seguirme. A veces veis que llegan hermanos vuestros con la apariencia de estar muy adelantados espiritualmente y comprenden mi doctrina de amor; luego veis que no aceptaron como verdad la que recibieron de mi palabra, y es que la inteligencia humana no es la que puede descubrirme primero, es el espíritu cuando en él existe el amor. No confundáis la una con el otro. En cambio, otras veces veis llegar ante mi manifestación a algunos de vuestros hermanos, que parecen rudos y demasiado materializados, de los cuales no abrigáis ni remotamente una esperanza de que pueden llegar a sentir mi palabra, y os habéis quedado maravillados de su sensibilidad y de la Comprensión que veis que han alcanzado; es que ellos, en lo exterior, en lo humano, son torpes, pero en cambio han logrado un desarrollo espiritual muy grande en su interior.

No siempre los que han creído, han despertado al primer instante a la fe. Casi todos han luchado interiormente. Yo he sorprendido en su corazón éstas ó parecidas preguntas: ¿Será verdad? ¿Será posible que aquí encuentre la presencia del Señor? ¿Será posible que aquí encuentre alivio para mis males por tanto tiempo considerados como incurables y cuando han recibido el milagro, todavía algunos me han preguntado: ¿Seria Él quien me sanó? Pero también ha habido muchos que desde el primer instante en que llegaron a oír mi voz, han creído y aun ha habido quienes desde antes de escuchar mi palabra ya creían en ella.

Lo que más ha torturado la mente de muchos hombres, es la pobreza, la humildad en que he venido a manifestarme, porque estaban acostumbrados a lo fastuoso de los ritos y a la riqueza derrochada en los templos materiales; mas Yo os digo, que así como en aquel tiempo vine a juzgar la vanidad de los hombres haciéndoles presente mi humildad, ahora huyendo de los falsos esplendores, he querido aparecer no solo entre pobres, sino entre pecadores.

Mañana cuando Ya en calma los hombres estudien la forma de mi manifestación y la comparen con las profecías contenidas en las escrituras y analicen el medio en el que me presenté y en el que se desarrolló mi manifestación, la nación que escogí y el pueblo a quien llamé, llegarán a la comprensión absoluta de que todo fue hecho a la perfección y que en todo se fueron cumpliendo fielmente las profecías

Aquí estoy hablando nuevamente a los hombres, hablándoles con mi esencia divina, pero con palabras y conceptos al alcance de su entendimiento, y mientras unos creen en Mí tan sólo por la esencia divina que encuentran en mi palabra, otros necesitan de aquellos que vosotros llamáis milagros, para llegar a creer. Por ello os digo que sois el mismo pueblo, aquel del Segundo Tiempo que me presentaba a sus enfermos sin curación humana posible, a fin de poner a prueba mi poder.

Os encuentro, a unos ciegos, a otros paralíticos, leprosos a muchos y a otros poseídos por espíritus turbados. A todos os voy a sanar, y en verdad os digo que ninguno perecerá, mas también debo de advertiros que debéis estar preparados, porque los milagros de este tiempo, más que en el cuerpo, vengo a hacerlos en vuestro espíritu elevado.

Lázaro no será el único por quien os haga conocer la resurrección; Yo resucitaré a todos los muertos.

Multitudes: Aquí tenéis mi palabra; podéis creer o no creer en ella, amarme o no amarme, pero en verdad os digo, que este tiempo ya no volverá, que estas lecciones de sabiduría, estas prácticas divinas, ya no las volveréis a oír en esta forma. Después de 1950, si queréis escucharme, penetraréis en espíritu al más allá. Recordad que os dije: "Mi reino no es de este mundo".


¡MI PAZ SEA CON VOSOTROS!

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