Bienvenidos sean todos aquellos discípulos que se acercan a Mí para aumentar
sus conocimientos. Felices y bienaventurados sean todos los que quieran ver con
claridad la verdad de mis enseñanzas. Hacéis bien en querer rasgar el velo que
cubre vuestros ojos espirituales. Hay gran responsabilidad en todos aquellos
que no hacen ningún esfuerzo por penetrar más profundamente en los misterios de
mi arcano.
¿Cuándo llegarán al completo hastío de los placeres que la carne les ha venido
proporcionando? ¿Hasta cuándo llegarán a darse cuenta de que esos placeres les
han estado impidiendo deleitarse con las gracias del espíritu? Son vasallos del
reino del pecado, son esclavos de sus pasiones y van por el mundo semejantes a
los sordos, a los ciegos, a los paralíticos y leprosos sin darse cuenta de sus
errores. Cuando alguno llega a comprender que está enfermo su espíritu, no sabe
buscar el bálsamo en la luz que irradia de mi Espíritu.
Los
ciegos van guiando a los ciegos; es así como veo a muchas de las naciones del
mundo, a bastantes pueblos de la tierra. Se ha debilitado la virtud y se han
perdido los buenos sentimientos; el corazón humano que debe ser quien inspire
todos los sentimientos nobles y todo pensamiento elevado, hoy se ha convertido
en fuente de egoísmo, de vicios y de errores.
¿Qué
de extraño tiene que vuestro Señor, que os ama infinitamente, llegue ahora hasta
vosotros para daros las armas con las que deberéis combatir el mal que está
imperando en todos los seres?
Ciertamente que mi doctrina es un arma, una espada de luz que toca el corazón y
llega hasta lo más sensible del hombre. Voluntad para vencer el mal es lo que
necesitáis, y esa fortaleza para vuestro espíritu viene a dárosla mi palabra.
La batalla más grande y noble, en la que quiero veros vencedores, es la que
vais a sostener en contra de vosotros mismos, para llegar a dominar vuestras pasiones,
el egoísmo y la voluptuosidad. De potencia a potencia y en vuestro interior
será donde se libre esa gran batalla.
De
un lado están la buena voluntad, la razón, la justicia y la caridad; del otro
se alzarán las insanas pasiones humanas; será la luz la que triunfará sobre las
tinieblas; si Yo supiera que no habría de ser así, no os permitiría que os
empeñaseis en una lucha inútil y estéril para vuestro espíritu.
Cuando penséis en los patriarcas, en los profetas o en mis apóstoles, no les
juzguéis como seres extraordinarios, porque todos ellos fueron formados de la
misma esencia con la que vosotros fuisteis creados, pero aquellos fueron seres
que se esforzaron por permanecer en el sendero de la luz, por ajustarse a la
verdad, respetando siempre mi ley y por vivir en el bien; su voluntad no llegó
a debilitarse, por eso dejaron obras que son ejemplo para sus hermanos.
¿Veis esa humanidad que corre tras los placeres, las comodidades o simplemente
tras el pan de cada día, indiferente a los dones del espíritu, insensible a las
verdades que os revelan la vida eterna? Después las veréis correr afanosamente
en pos del santuario espiritual, para convertirse en trabajadores del verdadero
templo.
En
mi divina palabra es en donde los hombres encontrarán la luz que les enseñe a
usar la fuerza que guarda el espíritu y a caminar con firmeza por el sendero de
pruebas que es la vida. El que mira mi luz, nunca pisa en falso ni tropieza.
Es
menester que analicéis mi palabra, porque si no lo hacéis, veréis misterios en
donde el Maestro os habló con claridad y perfección. Dios no tiene misterios
para el hombre. Lo que ha sucedido es que unas veces no habéis querido penetrar
a la luz y otras, deseáis conocer las revelaciones antes de su debido tiempo.
El cieno en que el hombre ha caído es el motivo de que muchas de mis enseñanzas
no las haya sabido interpretar debidamente, a pesar de ser ya tiempo de que las
comprendiera.
¿Qué
habéis aprendido de vuestras religiones? ¿De qué os sirve decir que profesáis
ésta o aquella, si vuestra vida no se sujeta al cumplimiento de las máximas que
ella aconseja, ni tratáis de acercaros a Mí por medio de ellas?
Si
queréis saber si estáis cumpliendo con la ley divina, preguntaos si vais
recogiendo por el mundo una cosecha de amor.
Tengo mucho de que hablaros en este tiempo, para que comprendáis que estoy
presto a entregaros mi gloria; mas para ello debéis liberar vuestro espíritu
porque él será quien me reciba. Entonces me veréis y me sentiréis.
Se
hará una alianza de paz entre los hombres de buena voluntad, mas os advierto
que no esperéis estar en la mansión espiritual para hacer esa alianza. El
mérito está en que aquí, en donde el mundo recibió la sangre del Cordero como
semilla de amor, ofrezcáis a vuestro Padre el tributo de gratitud y su mejor
prenda: vuestra obediencia, amándoos los unos a los otros.
Creed en la inmortalidad del espíritu. Os digo esto, porque hay quienes creen
que la muerte, en los que se obstinan en el pecado, destruirá su existencia y
los proscribirá de la vida eterna, dejándolos sujetos al castigo también
eterno.
Los
que tal concepto se forman, son los que han interpretado erróneamente algunas
de mi revelaciones, equivocándolas en su sentido. Si eso fuera cierto y
posible, sería tanto como declarar la derrota del amor, del bien y de la
justicia. ¿Qué objeto hubiera tenido entonces que me hubiera humanizado, mi
pasión, mi muerte y mi presencia en cuanto hombre entre vosotros? No olvidéis
que Yo vine por los pecadores, por los enfermos, por los esclavos, por los
hambrientos, por los perdidos.
Vuestro espíritu posee la vida eterna que le fue transmitida por el Espíritu
Divino, y lo único que en él morirá será la envoltura, la carne, la cual dejará
para poder elevarse. También verá morir al pecado, si es que lo lleva consigo y
las tinieblas de la ignorancia caerán de él como fruto sin vida; mas el
espíritu, después de cada una de esas muertes que experimentará en sí, sin
morir él, se levantará más fuerte, más consciente, más luminoso y puro.
¿Habéis experimentado en vuestra vida alguna pasión material que hubiese
abrazado todo vuestro ser, privándoos de escuchar la voz de la conciencia, de
la moral y la razón? Es cuando ha caído el espíritu más bajo, porque es
entonces cuando las tentaciones y la fuerza de la bestia del mal que habita en
la carne, lo han dominado. ¿Y acaso no es cierto que habéis experimentado un
gozo y una paz profunda cuando lograsteis libertaros de aquella pasión y
vencisteis su influencia?
Esa paz y esa alegría, se deben al triunfo
del espíritu Sobre la materia, triunfo logrado a costa de una inmensa lucha, de
una cruenta batalla interior; mas bastó que el espíritu cobrase fuerza y se
irguiese inducido y aconsejado por la conciencia, que al sujetar los impulsos
de la carne se librase de seguir dejándose arrastrar hacia el abismo. Ahí, en
esa lucha, en esa renunciación, en esa batalla en contra de vosotros mismos,
visteis morir algo que habitaba en vuestro interior, sin que fuese él vuestra
vida; era tan sólo una insana pasión.
Comprended entonces, que cuando el hombre llegue a guiarse por la inspiración
de la conciencia y sujete todos sus actos al mandato superior, será como si
naciera dentro de él un hombre nuevo, aquel para quien no exista la muerte,
porque a la materia tan sólo la considerará como la necesaria envoltura para su
espíritu y cuando éste deba ir a habitar a su verdadera morada, el cuerpo
tendrá que descender al seno de la tierra para ir a fundirse con ella.
Os
digo que la muerte eterna no existe, mucho menos podría existir la expiación
eterna. Muere sólo lo que es superfluo, lo inútil, lo malo y la expiación debe
cesar cuando se ha logrado la purificación. Ya os dije en aquel tiempo, que
nada en mi obra se perdería, os dije también que no se perdería ninguno de mis
pequeños y además os revelé la inmortalidad del espíritu diciéndoos: "Yo
soy la vida, quien crea en Mí, no morirá jamás.
Pueblo amado: Cerrad vuestros ojos humanos y sentid mi presencia sobre la nube.
Escucháis una voz de hombre, es la que transmite el portavoz del cual me estoy
sirviendo para haceros llegar mi vibración; mas si os eleváis espiritualmente,
sentiréis mi presencia espiritual. ¡Oh Tercer Tiempo bendito, en el que todo
ojo podrá contemplar a su Señor! La idolatría caerá por tierra y los hombres
llegarán a conocer la verdad en toda su plenitud.
Para
iniciar este tiempo he querido comunicarme por vuestro propio entendimiento,
para que me sintáis más próximo, más íntimamente, más vuestro. También en el
Segundo Tiempo me acerqué a los hombres viniendo a nacer junto a ellos,
viviendo a su lado, compartiendo sus dolores y sufriendo ante su vista.
07-186.24 Hoy
despiertan las multitudes ante mi nueva palabra y forman entre sí un pueblo. En
su mayoría lo forman los pobres de la tierra, aquellos a los que nombráis
desheredados, pero que en realidad no carecen de ninguno de los dones que os ha
otorgado el Espíritu Santo. Ante mi doctrina, esos hombres han despertado de su
letargo y se han dado cuenta de cuánto llevan en sí. Entonces ha comenzado en
ellos un desarrollo espiritual y su rudeza ha comenzado a desaparecer, la
intuición ha surgido iluminando su ser; la inspiración ha acariciado su mente,
la videncia ha iluminado su vista en el momento de su oración, dejándoles
descorrer el velo de lo espiritual y revelándoles también algo de lo que
encierra el futuro. El don de curar, ya sea con la simple palabra, con la
unción o aun con el pensamiento, ha brotado desde lo más íntimo de su corazón y
muchos dones más se han puesto de manifiesto en los humildes discípulos de esta
obra.
Es
que ellos, no poseyendo nada en la tierra, al sentirse heredados por su Padre,
han puesto todo su corazón y su entusiasmo al servicio de esta causa,
descubriendo de esta manera muchas de las gracias que su ser atesoraba y que
ellos ignoraban.
¿Cómo habían de descubrir los hombres los dones que su espíritu poseía, si su
corazón estaba ansioso de poseer tan sólo las riquezas de la tierra?
Si
los hombres hubiesen sabido orar si hubiesen comprendido que Yo conozco el
lenguaje del corazón, que entiendo las necesidades de su espíritu, que sé
comprender hasta su más mínimo deseo, que sé interpretar su pensamiento, por
confuso que éste parezca, habrían elevado su oración al Creador; Pero el hombre
es mundano y ha materializado su culto y su evolución espiritual; mas, ¿cómo
hacer comprender a la humanidad sus errores? Enviándole un pueblo que esté
espiritualizado, cuyos hijos vivan en esa moral superior que es la que enseña
mi doctrina.
La
humanidad con su ciencia, con su pecado, con sus guerras, con sus doctrinas y
materialismo, ha desafiado a la justicia divina, y cuando sus ofensas han sido
mayores, sólo el castigo podía esperar; Pero mirad cómo he respondido, enviando
a los hombres mi luz divina, que es consuelo, revelación, perdón y paz, para
que los ilumine y los ayude en su evolución.
El
hombre ha llenado de amargura un cáliz que más tarde deberá beber y de cierto
os digo que por ese dolor obtendrá la luz; pero Yo traigo a vuestro corazón una
luz que llegará dulcemente a vosotros, que convencerá a vuestro espíritu por
medio del amor y de la verdadera sabiduría.
Multitudes que os encontráis oyendo esta voz, recreaos pensando que fuisteis
destinadas a contemplar mi luz en este tiempo de grandes luchas espirituales.
No
durmáis, porque no sólo os estoy hablando por medio de estos portavoces. Os
hablo en cualquier instante en que tengáis vuestro espíritu en paz y pueda
elevarse en comunión Conmigo.
Para
que podáis serviros de vuestro corazón como guía, dejad que antes lo pulimente
para que recibáis de sus sentimientos la inspiración divina.
No
sólo vosotros me invocáis, también vuestros hermanos a través de distintas religiones
están llamando a su Dios. No sólo vengo a vosotros; Yo, el Espíritu Consolador,
vengo a dar paz a todo corazón y espíritu afligido.
El
hombre forjó en su mente una imagen del amor de Jesús y la trazó en un lienzo,
dándole la forma humana, ya que no podría representar al Espíritu del Creador.
De
todos los hombres, de todos los pueblos a través de las eras, he recibido
siempre su culto, sus holocaustos, ritos y sacrificios, porque es la intención
y no el hecho lo que vale para Mí.
Ciertamente son imperfectas las imágenes que de Mí han hecho los hombres, mas
no me detengo a contemplar la figura por la cual me reconocen, sino la
intención de su propósito es la que llega a Mí.
Sin
embargo, cuán grato será para el Padre contemplar a la humanidad practicando la
espiritualidad, como este pueblo que principia a dar sus primeros pasos,
despojándose de lo superficial y exterior para sentir que en verdad me lleváis
en vuestro corazón, que estoy en vuestro propósito cuando intentáis hacer una
obra buena. Que estoy en vuestro pensamiento cuando tratáis de comunicaros
Conmigo.
¿Quién podrá dudar al escuchar esta voz, que la grandeza de Dios se está
manifestando en la pequeñez de un cuerpo humano? ¿Será más grato a Dios,
manifestarse en un pan, que es materia inanimada, que por medio de sus propios
hijos, del hombre creado a mi imagen y semejanza y considerado como el ser más
perfecto de la creación? ¿Cómo no ha de manifestarse la luz, el Espíritu
Divino, por medio de la criatura predilecta hecha a su imagen y semejanza? Nada
tiene de extraño que Dios pueda manifestarse por la mente del hombre. Mas esta
humanidad es incrédula y desconfiada, porque muchas veces ha sido herida en sus
más sagrados sentimientos. Por eso sólo oye y no escucha.
Es
menester cincelar nuevamente el corazón humano con el cincel del amor, para que
de él broten sentimientos de fraternidad y nobleza.
Se
ha endurecido tanto el corazón humano, que no se conmueve ante el dolor o la
desgracia de un semejante y necesita sentir el dolor ajeno y comprender por qué
sufre, para que logre adelantar en su camino de evolución.
Cuando el hombre se limita a juzgar a su hermano, sólo se confunde, mas cuando
trate de comprender el porqué de su pena con el noble propósito de darle ayuda,
le será revelado el origen oculto de aquel dolor que entonces podrá calmar.
¡Cuántos hacen insufrible su vida por falta de fe espiritual, porque piensan
que el mundo físico es el único que existe y dudan que haya espíritu, porque
para ellos nada puede comprobarlo! Estas y otras tristes reflexiones los llevan
a la desesperación y aun a la muerte.
Sobre esta enseñanza descansará la primera lección que deis a vuestros futuros
discípulos. Les daréis oportunidad de escalar desde el primer peldaño de su
camino de evolución. Les revelaréis que el Padre, en su amor infinito y en su
justicia perfecta, concede a cada espíritu tantas existencias materiales, como
le sean necesarias para su perfeccionamiento; que algunas materias sufrirán más
que otras, que habrá vidas plenas de bienestar y otras de amargura y expiación.
Esas
materias que viven sin dolores ni grandes pruebas, son las que han dado lugar a
que muchos ignorantes e inconformes me llamen injusto.
Estos casos abundarán en vuestro camino y vosotros seréis los encargados de dar
la aclaración. Os preguntarán si es cierto que existe el premio o castigo
después de esta vida, a lo cual contestaréis que mientras el espíritu no haya
alcanzado la elevación suficiente para morar en el valle espiritual, tendrá que
encarnar en esta tierra, recorriendo cada existencia de acuerdo con el adelanto
de la anterior; a veces será para recoger una buena cosecha, otras para saldar alguna
deuda o concluir una obra empezada.
Y
cuando el espíritu haya recorrido todo el camino señalado a él como su destino
en la tierra, podrá elevarse a la mansión espiritual donde encontrará la
continuación del camino que lo conducirá a la gracia eterna, al seno del Señor.
No
dejaréis, puntos oscuros ni confusos. No convenceréis a todos, pero hasta por
la duda de los incrédulos os guiaréis, conociendo sus pensamientos para
combatir a otros que más tarde encontraréis.
Y en
verdad os digo que mi enseñanza será para la humanidad como el despertar en una
mañana de primavera, como el rocío que fertiliza los campos, hoy que el mundo
es un campo de muerte, árido y seco.
Llegad a todos en mi nombre. ¿Quién podrá, negar el dulce nombre de Jesús si
por todos fue mi sacrificio?
Haced sentir a vuestros hermanos que os encontráis al pie de la montaña
esperando la enseñanza vivificadora de vuestro Maestro, porque mi palabra es
vida para vuestro espíritu.
Yo
preparo la mesa con blancos manteles y en ella poso los frutos del árbol de la
vida, para que vuestro espíritu se fortifique.
La
luz del Espíritu Santo viene a librar de las tinieblas a vuestro espíritu,
porque habéis extraviado el camino, estáis confundidos y habéis muerto a la
vida de la gracia.
Caísteis en idolatría, oh pueblo amado, en la desobediencia y en la ingratitud;
dejasteis la luz para penetrar en la tiniebla, os despojasteis de la blanca
vestidura, y bebisteis en lugar del agua cristalina las aguas turbias y con
ellas os envenenasteis.
En
el Segundo Tiempo vine a hacerme hombre para enseñaros a amar y a perdonar,
vine a daros ejemplo de humildad y mansedumbre. Cual Maestro os di mi
enseñanza. Mas han pasado los tiempos y caísteis en confusión.
¡Oh
pueblo, a quien he entresacado de entre toda la humanidad! Vine a buscaros y os
encontré en las catacumbas, os encontré en el desierto alimentando los siete
pecados. Hoy vengo cual buen pastor buscándoos por todos los caminos y veredas,
salvándoos del precipicio. Y vosotros me habéis escuchado y me habéis sentido y
habéis recibido de Mí todo lo que a vuestro espíritu hacía falta. Os he dado
pruebas de amor, os he iluminado y del libro de mi enseñanza os he entregado en
abundancia.
Venid, pueblo mío, encumbrad la montaña paso a paso; al escalarla os sentiréis
en comunión con vuestro Padre y podréis saborear el fruto del árbol de la vida.
Un manantial de agua cristalina desciende desde la cumbre de la montaña para
mitigar vuestra sed.
Israel del Tercer Tiempo: Escuchando estáis a vuestro Maestro que os enseña y
profetiza, ¿para qué, pueblo amado? Para que con mi gracia divina despertéis
del letargo en que os encontráis.
El
que tenga ojos que vea, el que tenga cerebro que analice y el que tenga oídos
que escuche a su Maestro. Sois los que mi índice ha señalado, los muertos a
quienes he dado vida, los ciegos a quienes, he devuelto la vista, los perdidos
a quienes con mi luz vengo guiando y los náufragos a quienes he mostrado la
barquilla salvadora.
Contemplad el banquete que el Padre ha preparado al "hijo pródigo",
al que se encontraba perdido, azotado por los vendavales y apurando el cáliz de
amargura.
Sentidme
y dejad que more en vuestro corazón y os diga como dije a mis discípulos en el
Segundo Tiempo: "Tomad y comed, que éste es éste es mi cuerpo". Así
os digo ahora a vosotros en este Tercer Tiempo: Tomad y comed, que ésta es mi
palabra.
Discípulos
amados, se acerca el año de 1950 en que dejaré de hablaros en esta forma, pero
para entonces Yo os digo, habréis recibido mi palabra en abundancia y os
levantaréis a imitación de vuestro Maestro, seréis como faro ante la humanidad
y derramaréis caridad en vuestros hermanos.
¡MI PAZ SEA
CON VOSOTROS!
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