sábado, 7 de agosto de 2010

Cátedra Divina No. 186

Bienvenidos sean todos aquellos discípulos que se acercan a Mí para aumentar sus conocimientos. Felices y bienaventurados sean todos los que quieran ver con claridad la verdad de mis enseñanzas. Hacéis bien en querer rasgar el velo que cubre vuestros ojos espirituales. Hay gran responsabilidad en todos aquellos que no hacen ningún esfuerzo por penetrar más profundamente en los misterios de mi arcano.

¿Cuándo llegarán al completo hastío de los placeres que la carne les ha venido proporcionando? ¿Hasta cuándo llegarán a darse cuenta de que esos placeres les han estado impidiendo deleitarse con las gracias del espíritu? Son vasallos del reino del pecado, son esclavos de sus pasiones y van por el mundo semejantes a los sordos, a los ciegos, a los paralíticos y leprosos sin darse cuenta de sus errores. Cuando alguno llega a comprender que está enfermo su espíritu, no sabe buscar el bálsamo en la luz que irradia de mi Espíritu.

Los ciegos van guiando a los ciegos; es así como veo a muchas de las naciones del mundo, a bastantes pueblos de la tierra. Se ha debilitado la virtud y se han perdido los buenos sentimientos; el corazón humano que debe ser quien inspire todos los sentimientos nobles y todo pensamiento elevado, hoy se ha convertido en fuente de egoísmo, de vicios y de errores.

¿Qué de extraño tiene que vuestro Señor, que os ama infinitamente, llegue ahora hasta vosotros para daros las armas con las que deberéis combatir el mal que está imperando en todos los seres?

Ciertamente que mi doctrina es un arma, una espada de luz que toca el corazón y llega hasta lo más sensible del hombre. Voluntad para vencer el mal es lo que necesitáis, y esa fortaleza para vuestro espíritu viene a dárosla mi palabra. La batalla más grande y noble, en la que quiero veros vencedores, es la que vais a sostener en contra de vosotros mismos, para llegar a dominar vuestras pasiones, el egoísmo y la voluptuosidad. De potencia a potencia y en vuestro interior será donde se libre esa gran batalla.

De un lado están la buena voluntad, la razón, la justicia y la caridad; del otro se alzarán las insanas pasiones humanas; será la luz la que triunfará sobre las tinieblas; si Yo supiera que no habría de ser así, no os permitiría que os empeñaseis en una lucha inútil y estéril para vuestro espíritu.

Cuando penséis en los patriarcas, en los profetas o en mis apóstoles, no les juzguéis como seres extraordinarios, porque todos ellos fueron formados de la misma esencia con la que vosotros fuisteis creados, pero aquellos fueron seres que se esforzaron por permanecer en el sendero de la luz, por ajustarse a la verdad, respetando siempre mi ley y por vivir en el bien; su voluntad no llegó a debilitarse, por eso dejaron obras que son ejemplo para sus hermanos.

¿Veis esa humanidad que corre tras los placeres, las comodidades o simplemente tras el pan de cada día, indiferente a los dones del espíritu, insensible a las verdades que os revelan la vida eterna? Después las veréis correr afanosamente en pos del santuario espiritual, para convertirse en trabajadores del verdadero templo.

En mi divina palabra es en donde los hombres encontrarán la luz que les enseñe a usar la fuerza que guarda el espíritu y a caminar con firmeza por el sendero de pruebas que es la vida. El que mira mi luz, nunca pisa en falso ni tropieza.

Es menester que analicéis mi palabra, porque si no lo hacéis, veréis misterios en donde el Maestro os habló con claridad y perfección. Dios no tiene misterios para el hombre. Lo que ha sucedido es que unas veces no habéis querido penetrar a la luz y otras, deseáis conocer las revelaciones antes de su debido tiempo. El cieno en que el hombre ha caído es el motivo de que muchas de mis enseñanzas no las haya sabido interpretar debidamente, a pesar de ser ya tiempo de que las comprendiera.

¿Qué habéis aprendido de vuestras religiones? ¿De qué os sirve decir que profesáis ésta o aquella, si vuestra vida no se sujeta al cumplimiento de las máximas que ella aconseja, ni tratáis de acercaros a Mí por medio de ellas?

Si queréis saber si estáis cumpliendo con la ley divina, preguntaos si vais recogiendo por el mundo una cosecha de amor.

Tengo mucho de que hablaros en este tiempo, para que comprendáis que estoy presto a entregaros mi gloria; mas para ello debéis liberar vuestro espíritu porque él será quien me reciba. Entonces me veréis y me sentiréis.

Se hará una alianza de paz entre los hombres de buena voluntad, mas os advierto que no esperéis estar en la mansión espiritual para hacer esa alianza. El mérito está en que aquí, en donde el mundo recibió la sangre del Cordero como semilla de amor, ofrezcáis a vuestro Padre el tributo de gratitud y su mejor prenda: vuestra obediencia, amándoos los unos a los otros.

Creed en la inmortalidad del espíritu. Os digo esto, porque hay quienes creen que la muerte, en los que se obstinan en el pecado, destruirá su existencia y los proscribirá de la vida eterna, dejándolos sujetos al castigo también eterno.

Los que tal concepto se forman, son los que han interpretado erróneamente algunas de mi revelaciones, equivocándolas en su sentido. Si eso fuera cierto y posible, sería tanto como declarar la derrota del amor, del bien y de la justicia. ¿Qué objeto hubiera tenido entonces que me hubiera humanizado, mi pasión, mi muerte y mi presencia en cuanto hombre entre vosotros? No olvidéis que Yo vine por los pecadores, por los enfermos, por los esclavos, por los hambrientos, por los perdidos.

Vuestro espíritu posee la vida eterna que le fue transmitida por el Espíritu Divino, y lo único que en él morirá será la envoltura, la carne, la cual dejará para poder elevarse. También verá morir al pecado, si es que lo lleva consigo y las tinieblas de la ignorancia caerán de él como fruto sin vida; mas el espíritu, después de cada una de esas muertes que experimentará en sí, sin morir él, se levantará más fuerte, más consciente, más luminoso y puro.

¿Habéis experimentado en vuestra vida alguna pasión material que hubiese abrazado todo vuestro ser, privándoos de escuchar la voz de la conciencia, de la moral y la razón? Es cuando ha caído el espíritu más bajo, porque es entonces cuando las tentaciones y la fuerza de la bestia del mal que habita en la carne, lo han dominado. ¿Y acaso no es cierto que habéis experimentado un gozo y una paz profunda cuando lograsteis libertaros de aquella pasión y vencisteis su influencia?

Esa paz y esa alegría, se deben al triunfo del espíritu Sobre la materia, triunfo logrado a costa de una inmensa lucha, de una cruenta batalla interior; mas bastó que el espíritu cobrase fuerza y se irguiese inducido y aconsejado por la conciencia, que al sujetar los impulsos de la carne se librase de seguir dejándose arrastrar hacia el abismo. Ahí, en esa lucha, en esa renunciación, en esa batalla en contra de vosotros mismos, visteis morir algo que habitaba en vuestro interior, sin que fuese él vuestra vida; era tan sólo una insana pasión.

Comprended entonces, que cuando el hombre llegue a guiarse por la inspiración de la conciencia y sujete todos sus actos al mandato superior, será como si naciera dentro de él un hombre nuevo, aquel para quien no exista la muerte, porque a la materia tan sólo la considerará como la necesaria envoltura para su espíritu y cuando éste deba ir a habitar a su verdadera morada, el cuerpo tendrá que descender al seno de la tierra para ir a fundirse con ella.

Os digo que la muerte eterna no existe, mucho menos podría existir la expiación eterna. Muere sólo lo que es superfluo, lo inútil, lo malo y la expiación debe cesar cuando se ha logrado la purificación. Ya os dije en aquel tiempo, que nada en mi obra se perdería, os dije también que no se perdería ninguno de mis pequeños y además os revelé la inmortalidad del espíritu diciéndoos: "Yo soy la vida, quien crea en Mí, no morirá jamás.

Pueblo amado: Cerrad vuestros ojos humanos y sentid mi presencia sobre la nube. Escucháis una voz de hombre, es la que transmite el portavoz del cual me estoy sirviendo para haceros llegar mi vibración; mas si os eleváis espiritualmente, sentiréis mi presencia espiritual. ¡Oh Tercer Tiempo bendito, en el que todo ojo podrá contemplar a su Señor! La idolatría caerá por tierra y los hombres llegarán a conocer la verdad en toda su plenitud.

Para iniciar este tiempo he querido comunicarme por vuestro propio entendimiento, para que me sintáis más próximo, más íntimamente, más vuestro. También en el Segundo Tiempo me acerqué a los hombres viniendo a nacer junto a ellos, viviendo a su lado, compartiendo sus dolores y sufriendo ante su vista.

07-186.24 Hoy despiertan las multitudes ante mi nueva palabra y forman entre sí un pueblo. En su mayoría lo forman los pobres de la tierra, aquellos a los que nombráis desheredados, pero que en realidad no carecen de ninguno de los dones que os ha otorgado el Espíritu Santo. Ante mi doctrina, esos hombres han despertado de su letargo y se han dado cuenta de cuánto llevan en sí. Entonces ha comenzado en ellos un desarrollo espiritual y su rudeza ha comenzado a desaparecer, la intuición ha surgido iluminando su ser; la inspiración ha acariciado su mente, la videncia ha iluminado su vista en el momento de su oración, dejándoles descorrer el velo de lo espiritual y revelándoles también algo de lo que encierra el futuro. El don de curar, ya sea con la simple palabra, con la unción o aun con el pensamiento, ha brotado desde lo más íntimo de su corazón y muchos dones más se han puesto de manifiesto en los humildes discípulos de esta obra.

Es que ellos, no poseyendo nada en la tierra, al sentirse heredados por su Padre, han puesto todo su corazón y su entusiasmo al servicio de esta causa, descubriendo de esta manera muchas de las gracias que su ser atesoraba y que ellos ignoraban.

¿Cómo habían de descubrir los hombres los dones que su espíritu poseía, si su corazón estaba ansioso de poseer tan sólo las riquezas de la tierra?

Si los hombres hubiesen sabido orar si hubiesen comprendido que Yo conozco el lenguaje del corazón, que entiendo las necesidades de su espíritu, que sé comprender hasta su más mínimo deseo, que sé interpretar su pensamiento, por confuso que éste parezca, habrían elevado su oración al Creador; Pero el hombre es mundano y ha materializado su culto y su evolución espiritual; mas, ¿cómo hacer comprender a la humanidad sus errores? Enviándole un pueblo que esté espiritualizado, cuyos hijos vivan en esa moral superior que es la que enseña mi doctrina.

La humanidad con su ciencia, con su pecado, con sus guerras, con sus doctrinas y materialismo, ha desafiado a la justicia divina, y cuando sus ofensas han sido mayores, sólo el castigo podía esperar; Pero mirad cómo he respondido, enviando a los hombres mi luz divina, que es consuelo, revelación, perdón y paz, para que los ilumine y los ayude en su evolución.

El hombre ha llenado de amargura un cáliz que más tarde deberá beber y de cierto os digo que por ese dolor obtendrá la luz; pero Yo traigo a vuestro corazón una luz que llegará dulcemente a vosotros, que convencerá a vuestro espíritu por medio del amor y de la verdadera sabiduría.

Multitudes que os encontráis oyendo esta voz, recreaos pensando que fuisteis destinadas a contemplar mi luz en este tiempo de grandes luchas espirituales.

No durmáis, porque no sólo os estoy hablando por medio de estos portavoces. Os hablo en cualquier instante en que tengáis vuestro espíritu en paz y pueda elevarse en comunión Conmigo.

Para que podáis serviros de vuestro corazón como guía, dejad que antes lo pulimente para que recibáis de sus sentimientos la inspiración divina.

No sólo vosotros me invocáis, también vuestros hermanos a través de distintas religiones están llamando a su Dios. No sólo vengo a vosotros; Yo, el Espíritu Consolador, vengo a dar paz a todo corazón y espíritu afligido.

El hombre forjó en su mente una imagen del amor de Jesús y la trazó en un lienzo, dándole la forma humana, ya que no podría representar al Espíritu del Creador.

De todos los hombres, de todos los pueblos a través de las eras, he recibido siempre su culto, sus holocaustos, ritos y sacrificios, porque es la intención y no el hecho lo que vale para Mí.

Ciertamente son imperfectas las imágenes que de Mí han hecho los hombres, mas no me detengo a contemplar la figura por la cual me reconocen, sino la intención de su propósito es la que llega a Mí.

Sin embargo, cuán grato será para el Padre contemplar a la humanidad practicando la espiritualidad, como este pueblo que principia a dar sus primeros pasos, despojándose de lo superficial y exterior para sentir que en verdad me lleváis en vuestro corazón, que estoy en vuestro propósito cuando intentáis hacer una obra buena. Que estoy en vuestro pensamiento cuando tratáis de comunicaros Conmigo.

¿Quién podrá dudar al escuchar esta voz, que la grandeza de Dios se está manifestando en la pequeñez de un cuerpo humano? ¿Será más grato a Dios, manifestarse en un pan, que es materia inanimada, que por medio de sus propios hijos, del hombre creado a mi imagen y semejanza y considerado como el ser más perfecto de la creación? ¿Cómo no ha de manifestarse la luz, el Espíritu Divino, por medio de la criatura predilecta hecha a su imagen y semejanza? Nada tiene de extraño que Dios pueda manifestarse por la mente del hombre. Mas esta humanidad es incrédula y desconfiada, porque muchas veces ha sido herida en sus más sagrados sentimientos. Por eso sólo oye y no escucha.

Es menester cincelar nuevamente el corazón humano con el cincel del amor, para que de él broten sentimientos de fraternidad y nobleza.

Se ha endurecido tanto el corazón humano, que no se conmueve ante el dolor o la desgracia de un semejante y necesita sentir el dolor ajeno y comprender por qué sufre, para que logre adelantar en su camino de evolución.

Cuando el hombre se limita a juzgar a su hermano, sólo se confunde, mas cuando trate de comprender el porqué de su pena con el noble propósito de darle ayuda, le será revelado el origen oculto de aquel dolor que entonces podrá calmar.

¡Cuántos hacen insufrible su vida por falta de fe espiritual, porque piensan que el mundo físico es el único que existe y dudan que haya espíritu, porque para ellos nada puede comprobarlo! Estas y otras tristes reflexiones los llevan a la desesperación y aun a la muerte.

Sobre esta enseñanza descansará la primera lección que deis a vuestros futuros discípulos. Les daréis oportunidad de escalar desde el primer peldaño de su camino de evolución. Les revelaréis que el Padre, en su amor infinito y en su justicia perfecta, concede a cada espíritu tantas existencias materiales, como le sean necesarias para su perfeccionamiento; que algunas materias sufrirán más que otras, que habrá vidas plenas de bienestar y otras de amargura y expiación.

Esas materias que viven sin dolores ni grandes pruebas, son las que han dado lugar a que muchos ignorantes e inconformes me llamen injusto.

Estos casos abundarán en vuestro camino y vosotros seréis los encargados de dar la aclaración. Os preguntarán si es cierto que existe el premio o castigo después de esta vida, a lo cual contestaréis que mientras el espíritu no haya alcanzado la elevación suficiente para morar en el valle espiritual, tendrá que encarnar en esta tierra, recorriendo cada existencia de acuerdo con el adelanto de la anterior; a veces será para recoger una buena cosecha, otras para saldar alguna deuda o concluir una obra empezada.

Y cuando el espíritu haya recorrido todo el camino señalado a él como su destino en la tierra, podrá elevarse a la mansión espiritual donde encontrará la continuación del camino que lo conducirá a la gracia eterna, al seno del Señor.

No dejaréis, puntos oscuros ni confusos. No convenceréis a todos, pero hasta por la duda de los incrédulos os guiaréis, conociendo sus pensamientos para combatir a otros que más tarde encontraréis.

Y en verdad os digo que mi enseñanza será para la humanidad como el despertar en una mañana de primavera, como el rocío que fertiliza los campos, hoy que el mundo es un campo de muerte, árido y seco.

Llegad a todos en mi nombre. ¿Quién podrá, negar el dulce nombre de Jesús si por todos fue mi sacrificio?

Haced sentir a vuestros hermanos que os encontráis al pie de la montaña esperando la enseñanza vivificadora de vuestro Maestro, porque mi palabra es vida para vuestro espíritu.

Yo preparo la mesa con blancos manteles y en ella poso los frutos del árbol de la vida, para que vuestro espíritu se fortifique.

La luz del Espíritu Santo viene a librar de las tinieblas a vuestro espíritu, porque habéis extraviado el camino, estáis confundidos y habéis muerto a la vida de la gracia.

Caísteis en idolatría, oh pueblo amado, en la desobediencia y en la ingratitud; dejasteis la luz para penetrar en la tiniebla, os despojasteis de la blanca vestidura, y bebisteis en lugar del agua cristalina las aguas turbias y con ellas os envenenasteis.

En el Segundo Tiempo vine a hacerme hombre para enseñaros a amar y a perdonar, vine a daros ejemplo de humildad y mansedumbre. Cual Maestro os di mi enseñanza. Mas han pasado los tiempos y caísteis en confusión.

¡Oh pueblo, a quien he entresacado de entre toda la humanidad! Vine a buscaros y os encontré en las catacumbas, os encontré en el desierto alimentando los siete pecados. Hoy vengo cual buen pastor buscándoos por todos los caminos y veredas, salvándoos del precipicio. Y vosotros me habéis escuchado y me habéis sentido y habéis recibido de Mí todo lo que a vuestro espíritu hacía falta. Os he dado pruebas de amor, os he iluminado y del libro de mi enseñanza os he entregado en abundancia.

Venid, pueblo mío, encumbrad la montaña paso a paso; al escalarla os sentiréis en comunión con vuestro Padre y podréis saborear el fruto del árbol de la vida. Un manantial de agua cristalina desciende desde la cumbre de la montaña para mitigar vuestra sed.

Israel del Tercer Tiempo: Escuchando estáis a vuestro Maestro que os enseña y profetiza, ¿para qué, pueblo amado? Para que con mi gracia divina despertéis del letargo en que os encontráis.

El que tenga ojos que vea, el que tenga cerebro que analice y el que tenga oídos que escuche a su Maestro. Sois los que mi índice ha señalado, los muertos a quienes he dado vida, los ciegos a quienes, he devuelto la vista, los perdidos a quienes con mi luz vengo guiando y los náufragos a quienes he mostrado la barquilla salvadora.

Contemplad el banquete que el Padre ha preparado al "hijo pródigo", al que se encontraba perdido, azotado por los vendavales y apurando el cáliz de amargura.

Sentidme y dejad que more en vuestro corazón y os diga como dije a mis discípulos en el Segundo Tiempo: "Tomad y comed, que éste es éste es mi cuerpo". Así os digo ahora a vosotros en este Tercer Tiempo: Tomad y comed, que ésta es mi palabra.

Discípulos amados, se acerca el año de 1950 en que dejaré de hablaros en esta forma, pero para entonces Yo os digo, habréis recibido mi palabra en abundancia y os levantaréis a imitación de vuestro Maestro, seréis como faro ante la humanidad y derramaréis caridad en vuestros hermanos.


¡MI PAZ SEA CON VOSOTROS!

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